Foro Queer as Folk
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#0
08/02/2007 16:59
Nunca antes me había fijado en la cantidad de parejas homosexuales que se ven paseando por Venecia. Los encuentras caminado por los puentes, a la orilla de los canales, cenando en los pequeños restaurantes del casco viejo. No suele tratarse de dúos espectaculares, sino todo lo contrario: gente discreta, tranquila, a menudo con aspecto educado. Mirando a los demás aprendes cantidad de cosas, y en el caso de estas parejas siempre me encanta sorprender sus gestos comedidos de confianza o afecto, el reparto convencional de roles que suele darse entre uno y otro, la ternura contenida que a menudo sientes flotar entre ellos, en su inmovilidad, en sus silencios.
Pensaba en todo eso el otro día, a bordo del vaporetto que cubre el trayecto de San Marcos al Lido. Sobre la laguna soplaba un viento helado, los pasajeros íbamos encogidos de frío, y en un banco de la embarcación había una pareja, hombre y hombre, cuarentones, tranquilos. Se sentaban muy juntos, apoyado discretamente un hombro en el del compañero, en un intento de darse calor. Iban quietos y callados, mirando el agua verdegris y el cielo color ceniza. Y en un momento determinado, cuando el barco hizo un movimiento y la luz y la gama de grises del paisaje se combinaron de pronto con extraordinaria belleza, los ví cambiar una sonrisa rápida, fugaz, parecida a un beso o una caricia.
Parecían felices. Dos tipos con suerte, pensé. Aunque sea dentro de lo que cabe. Porque viéndolos allí, en aquella tarde glacial, a bordo del vaporetto que los llevaba a través de la laguna de esa ciudad cosmopolita, tolerante y sabia, pensé cuántas horas amargas no estarían siendo vengadas en ese momento por aquella sonrisa. Largas adoslescencias dando vueltas por los parques o los cines para descubrir el sexo, mientras otros jóvenes se enamoraban, escribían poemas o bailaban abrazados en las fiestas del Instituto. Noches de echarse a la calle soñando con un príncipe azul de la misma edad, para volver de madrugada, hechos una m****a, llenos de asco y de soledad. La imposibilidad de decirle a un hombre que tiene los ojos bonitos, o una hermosa voz, porque, en vez de dar las gracias o sonreír, lo más probable es que le parta a uno la cara. Y cuando apetece salir, conocer, hablar, enamorarse o lo que sea, en vez de un café o un bar, verse condenado de por vida a los locales de ambiente, las madrugadas entre cuerpos Danone empastillados, reinonas escandalosas y drag queens de vía estrecha. Salvo que alguno -muchos- lo tenga mal asumido y se autoconfine a la alternativa cutre de la sauna, la sala X, la revista de contactos y la sordidez del urinario público.
A veces pienso en lo afortunado, o lo sólido, o lo entero, que debe de ser un homosexual que consigue llegar a los cuarenta sin odiar desaforadamente a esta sociedad hipócrita, obsesionada por averiguar, juzgar y condenar con quién se mete, o no se mete, en la cama. Envidio la ecuanimidad, la sangre fría, de quien puede mantenerse sereno y seguir viviendo como si tal cosa, sin rencor, a lo suyo, en vez de echarse a la calle a volarle los huevos a la gente que por activa o por pasiva ha destrozado su vida, y sigue destrozando la de los chicos de catorce o quince años que a diario, todavía hoy, siguen teniéndolo igual que él lo tuvo: las mismas angustias, los mismos chistes de maricones en la tele, el mismo desprecio alrededor, la misma soledad y la misma amargura. Envidio la lucidez y la calma de quienes, a pesar de todo, se mantienen fieles a sí mismos, sin estridencias pero también sin complejos, seres humanos por encima de todo. Gente que en tiempos como éstos, cuando todo el mundo, partidos, comunidades, grupos sociales, reivindica sus correspondientes deudas históricas, podría argumentar, con más derecho que muchos, la deuda impagada de tantos años de adolescencia perdidos, tantos golpes y vejaciones sufridas sin haber cometido jamás delito alguno, tanta rechifla y tanta afrenta grosera infligida por gentuza que, no ya en lo intelectual, sino en lo puramente humano, se encuentra a un nivel abyecto, muy por debajo del suyo. Pensaba en todo eso mientras el barquito cruzaba la laguna y la pareja se mantenía inmóvil, el uno contra el otro, hombro con hombro. Y antes de volver a lo mío y olvidarlos, me pregunté cuantos fantasmas atormentados, cuántas infelices almas errantes no habrían dado cualquier cosa, incluso la vida, por estar en su lugar. Por estar allí, en Venecia, dándose calor en aquella fría tarde de sus vidas.
Arturo Pérez-Reverte
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Lei un poco en un periodico digital y pense q os interesaria
Pensaba en todo eso el otro día, a bordo del vaporetto que cubre el trayecto de San Marcos al Lido. Sobre la laguna soplaba un viento helado, los pasajeros íbamos encogidos de frío, y en un banco de la embarcación había una pareja, hombre y hombre, cuarentones, tranquilos. Se sentaban muy juntos, apoyado discretamente un hombro en el del compañero, en un intento de darse calor. Iban quietos y callados, mirando el agua verdegris y el cielo color ceniza. Y en un momento determinado, cuando el barco hizo un movimiento y la luz y la gama de grises del paisaje se combinaron de pronto con extraordinaria belleza, los ví cambiar una sonrisa rápida, fugaz, parecida a un beso o una caricia.
Parecían felices. Dos tipos con suerte, pensé. Aunque sea dentro de lo que cabe. Porque viéndolos allí, en aquella tarde glacial, a bordo del vaporetto que los llevaba a través de la laguna de esa ciudad cosmopolita, tolerante y sabia, pensé cuántas horas amargas no estarían siendo vengadas en ese momento por aquella sonrisa. Largas adoslescencias dando vueltas por los parques o los cines para descubrir el sexo, mientras otros jóvenes se enamoraban, escribían poemas o bailaban abrazados en las fiestas del Instituto. Noches de echarse a la calle soñando con un príncipe azul de la misma edad, para volver de madrugada, hechos una m****a, llenos de asco y de soledad. La imposibilidad de decirle a un hombre que tiene los ojos bonitos, o una hermosa voz, porque, en vez de dar las gracias o sonreír, lo más probable es que le parta a uno la cara. Y cuando apetece salir, conocer, hablar, enamorarse o lo que sea, en vez de un café o un bar, verse condenado de por vida a los locales de ambiente, las madrugadas entre cuerpos Danone empastillados, reinonas escandalosas y drag queens de vía estrecha. Salvo que alguno -muchos- lo tenga mal asumido y se autoconfine a la alternativa cutre de la sauna, la sala X, la revista de contactos y la sordidez del urinario público.
A veces pienso en lo afortunado, o lo sólido, o lo entero, que debe de ser un homosexual que consigue llegar a los cuarenta sin odiar desaforadamente a esta sociedad hipócrita, obsesionada por averiguar, juzgar y condenar con quién se mete, o no se mete, en la cama. Envidio la ecuanimidad, la sangre fría, de quien puede mantenerse sereno y seguir viviendo como si tal cosa, sin rencor, a lo suyo, en vez de echarse a la calle a volarle los huevos a la gente que por activa o por pasiva ha destrozado su vida, y sigue destrozando la de los chicos de catorce o quince años que a diario, todavía hoy, siguen teniéndolo igual que él lo tuvo: las mismas angustias, los mismos chistes de maricones en la tele, el mismo desprecio alrededor, la misma soledad y la misma amargura. Envidio la lucidez y la calma de quienes, a pesar de todo, se mantienen fieles a sí mismos, sin estridencias pero también sin complejos, seres humanos por encima de todo. Gente que en tiempos como éstos, cuando todo el mundo, partidos, comunidades, grupos sociales, reivindica sus correspondientes deudas históricas, podría argumentar, con más derecho que muchos, la deuda impagada de tantos años de adolescencia perdidos, tantos golpes y vejaciones sufridas sin haber cometido jamás delito alguno, tanta rechifla y tanta afrenta grosera infligida por gentuza que, no ya en lo intelectual, sino en lo puramente humano, se encuentra a un nivel abyecto, muy por debajo del suyo. Pensaba en todo eso mientras el barquito cruzaba la laguna y la pareja se mantenía inmóvil, el uno contra el otro, hombro con hombro. Y antes de volver a lo mío y olvidarlos, me pregunté cuantos fantasmas atormentados, cuántas infelices almas errantes no habrían dado cualquier cosa, incluso la vida, por estar en su lugar. Por estar allí, en Venecia, dándose calor en aquella fría tarde de sus vidas.
Arturo Pérez-Reverte
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#1
08/02/2007 19:16
Lo lei el otro dia en la revista XL semanal, estoy de acuerdo completamente con todo lo que dice y en el modo en el que lo dice,.. ademas me siento reflejado en el articulo.. ojala las cosas cambien pronto pero asta el punto de q un chaval pueda decir a otro q le gustan sus ojos, su voz sin que le parta la cara, pasaran por lo menos 50 años mas... Ace poco, un año o asi, reverte tb escribio algo parecido sobre los homosxuales en Buenos Aires
#2
09/02/2007 13:59
me puedes decri vertigo de q semana es?? es q estoy mirando en las revistas q tengo en casa y no lo encuentro.. gracias
#3
09/02/2007 14:10
sunny] no quiero meter la pata, pero creo que el texto es de hace años...
#4
09/02/2007 14:44
joe pos es q lo lei el otro dia... no se donde!!!! y es que ademas e mirao en la web de xlsemanal y no es ni de 2007 ni de finales de 2006.. jajaj no se dnd coño lo lei xD ...
#5
09/02/2007 14:49
Este es el otr texto que os dije, de Reverte tb, en vez de en Venecia, en BUENOS AIRES:
Parejas bonaerenses
Os estáis homosexualizando mucho por aqui, chaval, le digo. pero en plan bien
El gesto de ternura es natural, sereno. Una mano acariciando la del otro casi con descuido. No furtiva, sino discreta. Los miro con atención y agrado. Es bueno que la gente se quiera, me digo. Son dos treintañeros correctísimos, el aire educado. Uno de ellos –el que acaricia la mano del otro–, muy bien parecido. Visten ropa deportiva pero buena, con un puntito de clase. El cabello lo llevan muy corto. Sobre la mesa, junto a los cafés y las medias lunas, hay un libro cuyo título no alcanzo a distinguir y una guía turística de la ciudad. Hablan bajo, en francés, y observan a la gente que pasea por la Recoleta, entre el café La Biela y la terraza. Es la segunda pareja de homosexuales que veo esta mañana, y la duodécima, o así, en los cinco días que llevo en Buenos Aires. Los he visto paseando por San Telmo, sentados en una taberna de la Boca, siguiendo admirados y atentos, en un local nocturno de Florida, las evoluciones de los tanguistas sobre el escenario. Gente mesurada, observo. Sin estridencias. Y eso me gusta. Una mariquita escandalosa incomoda tanto como un macho brutal y cervecero dando voces en la barra de un bar. Cosa de gustos. Se lo hago notar a Fernando Estévez, mi editor local y mi amigo desde hace diez años. Os estáis homosexualizando mucho por aquí, chaval, le digo. Aunque en plan bien. Cada año veo más parejas así. Gente agradable y guapa. O quizá guapa de puro agradable.
Fernando, que es heterosexual y bellísima persona, me mira inquieto, sin comprender. Por fin observa a la pareja, me ve sonreír, y sonríe a su vez, bonachón. Es lindo verlos así, tranquilos, ¿no?, dice. Le respondo que sí, que es lindo y tranquilizador. Además, de ese modo se despejan un poco las calles de Venecia, añado. Que ya están muy concurridas. Así que celebro que también aquí se apechugue con el asunto. Entonces Fernando me cuenta lo que sabe, poniéndome al día. En los últimos tiempos, Buenos Aires, esta ciudad bella y asombrosa –eso sí, a doce malditas horas de avión de Madrid–, se ha convertido en destino grato para parejas homosexuales con poder adquisitivo razonable. La guía GayBA 2006 señala centenar y medio de lugares amistosos, incluidos restaurantes, bares, salas de baile, milongas y una emisora de radio. También acaba de salir Guapo, una revista con ambiciones –en Argentina, la palabra guapo todavía define al bien plantado, animoso y valiente–, y aunque aquí no hay un barrio gay concreto como en Nueva York, París o Madrid, está prevista la construcción de un hotel de cinco estrellas especializado –el grupo es español, por cierto– en San Telmo, barrio popular lleno de tradición y vinculadísimo al tango: baile que, por historia y por estética, fue siempre uno de los grandes mitos del público homosexual. Además, ésta es una ciudad de precios adecuados para los visitantes, con oferta cultural abrumadora –librerías, bibliotecas, exposiciones, música, museos– y una vida nocturna llena de posibilidades y entretenimiento. Sin contar el hecho incuestionable de que en ningún lugar de América se ven tantos hombres y mujeres atractivos por metro cuadrado, y de que los argentinos son buena gente, parlanchines, amables y hospitalarios, excepto –ni siquiera los porteños son perfectos– cuando hablan de fútbol o de política. Por eso el número de turistas homosexuales en Buenos Aires se ha triplicado, dicen, en los últimos años; y ahora supone el veinte por ciento del turismo total. En su mayor parte son norteamericanos y europeos. ¿Y las mujeres?, pregunto. ¿Qué hay de ellas? Fernando encoge los hombros. También vienen mucho, responde; pero ésas arrastran más complejos que los hombres. Procuran pasar inadvertidas, quizá porque todavía les cuesta mostrar su homosexualidad. El machismo social, o el temor a éste, hacen que a dos señoras se les haga más cuesta arriba pedir, en un hotel, una cama de matrimonio. ¿Comprendes? Aunque todo se andará.
Mientras Fernando Estévez me cuenta todo eso, sigo observando a los dos hombres sentados en la mesa cercana. Al fin, cuando uno de ellos me mira, le sostengo la mirada porque no parezca rechazo descortés, y al cabo de un instante la aparto, para que tampoco piense –cada cual tiene sus opciones– que tocamos la misma tecla. Y me gustaría poder decirle de algún modo que, pese a todo, está bien. Que me alegra infinito que él y su compañero estén hoy aquí, juntos, serenos y afortunados. Haciendo, en la parte que les toca, más hermosa esta mañana de sol en la querida Buenos Aires.
Parejas bonaerenses
Os estáis homosexualizando mucho por aqui, chaval, le digo. pero en plan bien
El gesto de ternura es natural, sereno. Una mano acariciando la del otro casi con descuido. No furtiva, sino discreta. Los miro con atención y agrado. Es bueno que la gente se quiera, me digo. Son dos treintañeros correctísimos, el aire educado. Uno de ellos –el que acaricia la mano del otro–, muy bien parecido. Visten ropa deportiva pero buena, con un puntito de clase. El cabello lo llevan muy corto. Sobre la mesa, junto a los cafés y las medias lunas, hay un libro cuyo título no alcanzo a distinguir y una guía turística de la ciudad. Hablan bajo, en francés, y observan a la gente que pasea por la Recoleta, entre el café La Biela y la terraza. Es la segunda pareja de homosexuales que veo esta mañana, y la duodécima, o así, en los cinco días que llevo en Buenos Aires. Los he visto paseando por San Telmo, sentados en una taberna de la Boca, siguiendo admirados y atentos, en un local nocturno de Florida, las evoluciones de los tanguistas sobre el escenario. Gente mesurada, observo. Sin estridencias. Y eso me gusta. Una mariquita escandalosa incomoda tanto como un macho brutal y cervecero dando voces en la barra de un bar. Cosa de gustos. Se lo hago notar a Fernando Estévez, mi editor local y mi amigo desde hace diez años. Os estáis homosexualizando mucho por aquí, chaval, le digo. Aunque en plan bien. Cada año veo más parejas así. Gente agradable y guapa. O quizá guapa de puro agradable.
Fernando, que es heterosexual y bellísima persona, me mira inquieto, sin comprender. Por fin observa a la pareja, me ve sonreír, y sonríe a su vez, bonachón. Es lindo verlos así, tranquilos, ¿no?, dice. Le respondo que sí, que es lindo y tranquilizador. Además, de ese modo se despejan un poco las calles de Venecia, añado. Que ya están muy concurridas. Así que celebro que también aquí se apechugue con el asunto. Entonces Fernando me cuenta lo que sabe, poniéndome al día. En los últimos tiempos, Buenos Aires, esta ciudad bella y asombrosa –eso sí, a doce malditas horas de avión de Madrid–, se ha convertido en destino grato para parejas homosexuales con poder adquisitivo razonable. La guía GayBA 2006 señala centenar y medio de lugares amistosos, incluidos restaurantes, bares, salas de baile, milongas y una emisora de radio. También acaba de salir Guapo, una revista con ambiciones –en Argentina, la palabra guapo todavía define al bien plantado, animoso y valiente–, y aunque aquí no hay un barrio gay concreto como en Nueva York, París o Madrid, está prevista la construcción de un hotel de cinco estrellas especializado –el grupo es español, por cierto– en San Telmo, barrio popular lleno de tradición y vinculadísimo al tango: baile que, por historia y por estética, fue siempre uno de los grandes mitos del público homosexual. Además, ésta es una ciudad de precios adecuados para los visitantes, con oferta cultural abrumadora –librerías, bibliotecas, exposiciones, música, museos– y una vida nocturna llena de posibilidades y entretenimiento. Sin contar el hecho incuestionable de que en ningún lugar de América se ven tantos hombres y mujeres atractivos por metro cuadrado, y de que los argentinos son buena gente, parlanchines, amables y hospitalarios, excepto –ni siquiera los porteños son perfectos– cuando hablan de fútbol o de política. Por eso el número de turistas homosexuales en Buenos Aires se ha triplicado, dicen, en los últimos años; y ahora supone el veinte por ciento del turismo total. En su mayor parte son norteamericanos y europeos. ¿Y las mujeres?, pregunto. ¿Qué hay de ellas? Fernando encoge los hombros. También vienen mucho, responde; pero ésas arrastran más complejos que los hombres. Procuran pasar inadvertidas, quizá porque todavía les cuesta mostrar su homosexualidad. El machismo social, o el temor a éste, hacen que a dos señoras se les haga más cuesta arriba pedir, en un hotel, una cama de matrimonio. ¿Comprendes? Aunque todo se andará.
Mientras Fernando Estévez me cuenta todo eso, sigo observando a los dos hombres sentados en la mesa cercana. Al fin, cuando uno de ellos me mira, le sostengo la mirada porque no parezca rechazo descortés, y al cabo de un instante la aparto, para que tampoco piense –cada cual tiene sus opciones– que tocamos la misma tecla. Y me gustaría poder decirle de algún modo que, pese a todo, está bien. Que me alegra infinito que él y su compañero estén hoy aquí, juntos, serenos y afortunados. Haciendo, en la parte que les toca, más hermosa esta mañana de sol en la querida Buenos Aires.
#6
09/02/2007 17:17
SI ECHAIS UN VISTAZO A UNA PAGINA , CREO QUE LA PAGINA ES ISLATERNURA.COM CREO.. NO LO SE SEGURO O ALGO ASÍ.. podeis ver tambien el texto que ha puesto vertigo.. yo lo leí de allí.... me encanto!!!
#7
10/02/2007 11:24
Colgad todo los textos que os interese, como si esto fuera una biblio, y me alegro de que os gustara
#8
10/02/2007 15:32
pos si vertigo, muy bonito lo q as dixo... ojala algun dia no se mire raro x ver a 2 chicos de la mano.. aora se ve raro incluso la gente lo mira con asco.. pero x lo menos la justicia esta de nuestra parte... muy chula la foto
#9
11/02/2007 11:37
Sunny la verdad es que da mucha pena.
#10
12/02/2007 14:02
los chistes de gays, o gracietas siguen saliendo en la tele, en las series, programas etc... Ejemplo el otor dia en CQC con el juego d palabras Mari Conde Playa, pos tendra gracia, pero pueden acer bromas con otras cosas
#11
14/02/2007 05:39
Ánimo, gente, que casi todo termina teniendo mucha menos importancia de la que parece.
Si, es increíble que por fin nos podamos casar, o que podamos denunciar a quienes nos agreden sin que en la comisaría nos traten como a parias, o que podamos demostrar públicamente nuestro cariño hacia nuestros amigos y nuestras parejas. Pero el caso es que lo que realmente se nota es la menudencia (esos chistes, esas miradas, esas críticas...) que, como menudencias que son, no tienen la más mínima importancia.
Que me cuente mi compañero de curro chistes de mariconas, que me reiré saludablemente. Que me mire torcida mi vecina porque soy lo que soy, que yo le recordaré que siempre tengo azúcar cuando me lo pide. Que critiquen todo lo que quieran las lenguas anacrónicas, que no tendrán más remedio que asistir a las bodas de sus compañeros de partido... gays.
Tengo una cierta edad, y he vidido ciertas cosas que los chavalines de ahora ni se imaginan (que algunos, incluso, ni se creen cuando las cuento) pero cada una de esas cosas se ha convertido en un ladrillo de mi casa, en el abono de mis plantas, en un motivo más para despertar por la mañana y tumbarme en el hueco que ha dejado mi chico en la cama al irse a trabajar, soñando, sonriendo, sabiendo que volverá. Le beso cuando quiero, como quiero, donde quiero, y éso ya nadie me lo puede quitar. Y qué bello es amar cuando estás seguro de que amas a quien quieres amar.
Puede que pasen más de 50 años para que cambien algunas cosas. Puede que nunca cambien, igual que no han cambiado el racismo, el sexismo, el clasismo. Pero mis ladrillos, mis plantas y mis besos no me los quita nadie.
Podría seguir durante horas dando motivos por los que ser gay es tan bueno como no serlo, pero al fin y al cabo las opiniones de los demás no tienen mucha importancia (con perdón!)
Si, es increíble que por fin nos podamos casar, o que podamos denunciar a quienes nos agreden sin que en la comisaría nos traten como a parias, o que podamos demostrar públicamente nuestro cariño hacia nuestros amigos y nuestras parejas. Pero el caso es que lo que realmente se nota es la menudencia (esos chistes, esas miradas, esas críticas...) que, como menudencias que son, no tienen la más mínima importancia.
Que me cuente mi compañero de curro chistes de mariconas, que me reiré saludablemente. Que me mire torcida mi vecina porque soy lo que soy, que yo le recordaré que siempre tengo azúcar cuando me lo pide. Que critiquen todo lo que quieran las lenguas anacrónicas, que no tendrán más remedio que asistir a las bodas de sus compañeros de partido... gays.
Tengo una cierta edad, y he vidido ciertas cosas que los chavalines de ahora ni se imaginan (que algunos, incluso, ni se creen cuando las cuento) pero cada una de esas cosas se ha convertido en un ladrillo de mi casa, en el abono de mis plantas, en un motivo más para despertar por la mañana y tumbarme en el hueco que ha dejado mi chico en la cama al irse a trabajar, soñando, sonriendo, sabiendo que volverá. Le beso cuando quiero, como quiero, donde quiero, y éso ya nadie me lo puede quitar. Y qué bello es amar cuando estás seguro de que amas a quien quieres amar.
Puede que pasen más de 50 años para que cambien algunas cosas. Puede que nunca cambien, igual que no han cambiado el racismo, el sexismo, el clasismo. Pero mis ladrillos, mis plantas y mis besos no me los quita nadie.
Podría seguir durante horas dando motivos por los que ser gay es tan bueno como no serlo, pero al fin y al cabo las opiniones de los demás no tienen mucha importancia (con perdón!)
#12
14/02/2007 16:24
La escritura es un medio de expresion y de transmision de pensamientos muy bueno
#13
17/02/2007 05:53
hola gente! soy nueva por aquí..y me he metido a este foro porque me encanta la serie QAF pero no pensé que hubiera post con tanta sustancia como este...Preciosos los textos y que dura es la vida...Yo en mi caso particular (por hablar de algo) soy heterosexual, pero el año pasado en mi clase había un chico gay y todos cuchicheaban cosas sobre él...a día de hoy es mi mejor amigo, y muchas veces me he tenido que controlar para no partirle la cara a algun que otro niñato que soltaba comentarios estúpidos sin pensar ni lo mas minimo en los sentimientos de mi amigo.
Yo tengo 18 años y me cuesta creer que mi generación que hemos nacido con todas las libertades que en otros tiempos tanto habían deseado, todavía siga con esa ideología típica del franquismo como mínimo. De verdad que deseo que dentro de unos años, un chico pueda decirle a otro tranquilamente "me fui a Chueca este finde" y no recibir una cara extraña o la frase fuera de tono "no te agacharías no?"..
También tengo que decir que tengo la suerte de estar unida a personas abiertas de mente que no han quedado en el siglo XV pero mi mayor deseo es que cuando haya una pareja de homosexuales en la calle no tengamos que soportar más las malas caras o los comentarios soeces de una parte de la sociedad.
Si las mujeres vamos logrando poco a poco la igualdad con los hombres, superando ese halo de machismo, le deseo el mismo camino a todos los homosexuales del mundo! viva la libertad coño!! :P
Yo tengo 18 años y me cuesta creer que mi generación que hemos nacido con todas las libertades que en otros tiempos tanto habían deseado, todavía siga con esa ideología típica del franquismo como mínimo. De verdad que deseo que dentro de unos años, un chico pueda decirle a otro tranquilamente "me fui a Chueca este finde" y no recibir una cara extraña o la frase fuera de tono "no te agacharías no?"..
También tengo que decir que tengo la suerte de estar unida a personas abiertas de mente que no han quedado en el siglo XV pero mi mayor deseo es que cuando haya una pareja de homosexuales en la calle no tengamos que soportar más las malas caras o los comentarios soeces de una parte de la sociedad.
Si las mujeres vamos logrando poco a poco la igualdad con los hombres, superando ese halo de machismo, le deseo el mismo camino a todos los homosexuales del mundo! viva la libertad coño!! :P
#14
19/02/2007 00:11
#15
19/02/2007 00:40
a ver chicos tranquilos, vosotros os tomais muy a pecho las burlas sobre gays porque es lo que os afecta, pero pensad que ya se os está empezando a considerar. y también que vivimos en una sociedad hipócrita y envidiosa en la que nadie se salva de ser criticado, y al igual que chistes sobre homosexuales también los hay machistas y feministas, asique no os preocupeis todo el mundo es igual de criticado tenga las cualidades que tenga. Desde aquí todo mi apoyo.
#16
19/02/2007 02:04
Sobre lo que dijo Vertigo antes..de que hay muchos reprimidos en los pueblos..Pf, hay a montones, pero lo malo es que como quieran publicarlo se les viene el pueblo encima!
Conozco un chico, que es amigo de mi amigo gay del que he hablado anteriormente. El era de Madrid pero se fue a vivir a un pueblecito en el Norte. Aunque él no lo haya confesado, la gente de su pueblo (chavales) han llegado a tirarle piedras (pequeñas) a la puerta del colegio y amenazas que no cesan.Es lo malo de este país..que grandes ciudades donde la tolerancia es mayor hay pocas en comparación con los pueblos, y en este ámbito, la gente es muuuy cerrada de mente, y las nuevas generaciones se han criado con esa visión del mundo de sus abuelos, padres, etc..Asi que chicos..a seguir luchando y con todo mi apoyo por supuesto! Esperemos que las nuevas generaciones vayan avanzando y no se queden en la etapa del cromañón (que por desgracia a día de hoy..hay muchos)
Y bueno, os cuento esto que es ajeno a mí porque en primera persona poquito os puedo contar jaja pero vamos, que aunque sea en 3ª también me afecta y me implico como la que mas :P muchos besos^^
Conozco un chico, que es amigo de mi amigo gay del que he hablado anteriormente. El era de Madrid pero se fue a vivir a un pueblecito en el Norte. Aunque él no lo haya confesado, la gente de su pueblo (chavales) han llegado a tirarle piedras (pequeñas) a la puerta del colegio y amenazas que no cesan.Es lo malo de este país..que grandes ciudades donde la tolerancia es mayor hay pocas en comparación con los pueblos, y en este ámbito, la gente es muuuy cerrada de mente, y las nuevas generaciones se han criado con esa visión del mundo de sus abuelos, padres, etc..Asi que chicos..a seguir luchando y con todo mi apoyo por supuesto! Esperemos que las nuevas generaciones vayan avanzando y no se queden en la etapa del cromañón (que por desgracia a día de hoy..hay muchos)
Y bueno, os cuento esto que es ajeno a mí porque en primera persona poquito os puedo contar jaja pero vamos, que aunque sea en 3ª también me afecta y me implico como la que mas :P muchos besos^^
#17
20/02/2007 05:40
Lo malo de las cosas que pasaron es que se pueden repetir, por mucho que el mundo avance. Puede que en unos años, décadas, el siglo que viene, los occidentales seamos todos iguales, que nos dé igual a todos que el vecino, o el yerno, o el jefe, sean homosexuales, o negros, o madres solteras o lo que sean. Pero entonces tendremos que luchar contra gente que, social, cultural y sobre todo religiosamente están anclados en la Edad Media. Hay países de Asia que son paraísos de turismo sexual gay donde la homosexualidad está penada con la cárcel, pero que viven gracias a ese turismo. Hay países islamistas o culturas africanas en que te lapidan. O directamente te matan.
Siempre habrá minorías, y siempre habrá esclavizadores. Lo único que podemos hacer es seguir poniendo piedrecitas en nuestro camino para que los que vengan después no se hundan en el barro. Aportando pequeñas cosas, en nuestro caso normalizar nuestra situación. Hacer saber a quien no quiere saber que la cosa es así y que no tiene por qué importarles que sea así porque lo único que nos diferencia de ellos es que amamos como lo hacemos.
En cuanto a historias que me han ocurrido, recuerdo una vez, hace la tana de años, cuando en Chueca sólo había 10 ó 12 sitios gays... Estaba cenando en un restaurante de la calle Hortaleza cuando vimos a gente correr por la calle, mucho revuelo. Salimos a ver qué pasaba. Unos corrían hacia Chueca, otros venían de allí desencajados. Un grupo de skinheads se había metido en uno de los locales gays a repartir hostias. Pero en cuanto empezó a salir gente de ese local empezó a correr la noticia por el resto de sitios. La gente salió en manada de otros locales hacia allí y al final se juntaron tantos y hubo tanta movida que los skins tuvieron que salir por patas, alguno que otro bien trasquilado...
Sé que todo lo que suena a ghetto huele, pero no está mal estar un poco unidos, tener una mínima conciencia... "gremial", por decirlo de alguna manera. Y tampoco me gusta la violencia en absoluto, pero sí la legítima defensa, el apoyo incondicional a los tuyos. Esos que, por tener tu mismo problema, podrán ayudarte cuando el tuyo se salga de madre.
Jodé, y si me pagaran por líneas sería millonario!!! Perdón por tener tanto rollo!! :D
Siempre habrá minorías, y siempre habrá esclavizadores. Lo único que podemos hacer es seguir poniendo piedrecitas en nuestro camino para que los que vengan después no se hundan en el barro. Aportando pequeñas cosas, en nuestro caso normalizar nuestra situación. Hacer saber a quien no quiere saber que la cosa es así y que no tiene por qué importarles que sea así porque lo único que nos diferencia de ellos es que amamos como lo hacemos.
En cuanto a historias que me han ocurrido, recuerdo una vez, hace la tana de años, cuando en Chueca sólo había 10 ó 12 sitios gays... Estaba cenando en un restaurante de la calle Hortaleza cuando vimos a gente correr por la calle, mucho revuelo. Salimos a ver qué pasaba. Unos corrían hacia Chueca, otros venían de allí desencajados. Un grupo de skinheads se había metido en uno de los locales gays a repartir hostias. Pero en cuanto empezó a salir gente de ese local empezó a correr la noticia por el resto de sitios. La gente salió en manada de otros locales hacia allí y al final se juntaron tantos y hubo tanta movida que los skins tuvieron que salir por patas, alguno que otro bien trasquilado...
Sé que todo lo que suena a ghetto huele, pero no está mal estar un poco unidos, tener una mínima conciencia... "gremial", por decirlo de alguna manera. Y tampoco me gusta la violencia en absoluto, pero sí la legítima defensa, el apoyo incondicional a los tuyos. Esos que, por tener tu mismo problema, podrán ayudarte cuando el tuyo se salga de madre.
Jodé, y si me pagaran por líneas sería millonario!!! Perdón por tener tanto rollo!! :D
#18
20/02/2007 15:52
joe me encanta como escribes xD ... asi q no pidas eprdon x escribir muxo q es un placer leerte..
me a sorprendido eso de q "ants en chueca solo hbaia unos 10 locales gays".... yo nunca e estao en chueca.. es mas no conozco ningun bar de ambiente de ningun sitio... cuantos hay aora en chueca??
ojala los conozca todos algun dia jeje
me a sorprendido eso de q "ants en chueca solo hbaia unos 10 locales gays".... yo nunca e estao en chueca.. es mas no conozco ningun bar de ambiente de ningun sitio... cuantos hay aora en chueca??
ojala los conozca todos algun dia jeje
#19
20/02/2007 16:53
Yo solo he ido a una vez a Chueca pero vamos, que la mayor parte de locales son de ambiente, pero es un lujo pasear por alli sin que nadie mire a los gays con caras raras...La primera vez (y única de momento, serán muchas mas cuando tenga que hacer de carabina de mi amigo jajaja) Nada mas salir de la boca del metro lo primero que te encuentras es un ambiente libre..Tios con tios, tias con tias, parejas heteros...Y todo el mundo tan feliz..me encanta ese sitio sobre todo por el respeto que hay hacia los demas! ademas te lo pasas muy bien y ves a famosillos (yo como siempre en mi tono freak de la TV xD) presentadores de television (como aitor trigos q esta bien bueno!) y no se, es un sitio que está bastante bien, el que no haya ido que vaya!! :P lo malo es que yo no me conozco asi sitios que esten bien, que digas, joder que sitio mas guapo!! y al final acabamos en un bareto como cualquier otro jaja, asique MadRox, si puedes decirme algunos locales que esten bien, para pasarme por alli te lo agradecería^^ Muchos besitos y que viva chueca!! (y QAF por supuesto! xD)
#20
20/02/2007 20:47
