Rol | Aulas - Finalizado

Jaime: ¡Eh tu, cabrón!, ¡no me eches las culpas!

Dice mirándole mal.

Juan: ¡Pero si has sido tú! , ¡que mentiroso..!

-Dice mirandolo y riendo-

Jaime: ¡Cabrón!

Ríe, se levanta, le da una colleja y echa a andar.

Juan: ¡Capullo!

-Rie y se levanta corriendo, después le da una colleja a él-

Jaime: ¡Che!, ¡que te meto enano!

Ríe, sube a su habitación y se pone a recogerla un poco.

Hacía tiempo que los rayos del sol habían cruzado la ventana, y ahora se colaban por las ranuras de la persiana entreabierta.
Sara se movía en la cama, perezosa por levantarse, pero culpable por no hacerlo. Su reloj marca las doce en punto y decidida se dice a si misma que ya es hora.
Alza los brazos desperezándose, seguidamente se frota los ojos. Un nuevo y monótono día. Tendría que pensar planes para hacer en vacaciones si no quería morirse de aburrimiento.
Aparta las sábanas a un lado y con grandes esfuerzos se dispone a salir de la cama. Después, aún medio dormida, deja atrás su habitación, cruza el pasillo y se dirige al baño.
Olivia de seguro ya estaba despierta, llendo de un lado para otro de la casa, limpiándola como siempre, haciendo la comida o, incluso, fuera a comprar. En vacaciones no podía quedarse a dormir hasta tarde, era una cosa que odiaba, algo que la diferenciaba enormemente de su hija, Olivia prefería mantenerse activa.
La puerta del baño permanecía cerrada. En su casa no estaban acostumbradas a ello. Había confianza y Olivia prefería no hacerlo desde que a Sara, con tan sólo cinco años, se le ocurrió la magnífica idea de echar el pestillo desde dentro del baño, sin imaginar que luego no iba a poder abrirlo; hasta la prima más lejana de Sonsoles acabó ese día en su casa tirando de la puerta para sacar a la niña.
Decidida la abre sin darle importancia, seguro el viento la había cerrado.
Fue entonces cuando sus ojos parecieron salir de sus órbitas y, tras el susto y la sorpresa, un grito estalló en todo el edificio.

Sara: ¡¡¡Mamáaaaaaaaa!!!

Algunas gotas de agua aun caían por el grifo, aunque ya había sido cerrado. Javier estaba muy relajado, hacía tiempo que no se daba una buena ducha, agua caliente, gel, champú.. estaba en el mismísimo cielo. Pero pronto, bajó a los infiernos, tras el grito de Sara. El corazón la palpitaba muy rápido, tras el susto. Lo mas rápido que pudo se puso una toalla al rededor de la cintura, muerto de la vergüenza, ''¿Me habrá visto?''. Esa es la pregunta que le pasaba por la cabeza constantemente. Pero ahora solo tenía algo en mente, intentar hacer callar a Sara, que gritaba ''¡Mama!'' con todas sus fuerzas.

Javier: ¡Shh!, ¡cállate!

Sara lo mira aún con los ojos muy abiertos, sin creer lo que veía, y mucho menos lo que le acababa de decir ese chico.

Sara: ¡¿Cómo qué que me calle?! ¡Qué es mi casa!

Sara mira a ambos lados del pasillo, rápidamente reacciona y coge un jarrón que había a un lado, fuera del baño, sobre una mesita de decoración, entonces lo alza de forma amenazante.

Sara: ¡¡Mamá!! ¡¡Qué se nos ha metido un vagabundo en casa!!

Mira al chico, que aún apenado se tapaba con la toalla como podía.

Sara: ¡No te muevas que te arreo!

Javier mira al jarrón.. después a Sara.. no sabía a quién tener mas miedo. Levanta las manos, en son de paz.

Javier: ¡Eh!, ¡que no me he colado!, todo esto tiene una explicación.. ¡te lo juro, pero suelta el jarrón!

Dice mirándola con miedo. Intentando calmarla y deseando que llegara Olivia.

Sara lo mira fijamente a los ojos, sin bajar aún su única arma de defensa.

Sara: ¡No hables!

Aparta un momento la mirada para comprobar porqué su madre no llegaba a socorrerla. Pero nada. Vuelve a captar su rostro.

Sara: ¿Y Olivia? ¿Dónde está? No le habrás hecho nada malo, ¿no?

Mueve el jarrón de forma amenazadora. El chico niega rápidamente con la cabeza.

Sara: Mira, como le hayas hecho algo, te tragas el jarrón. Cogeré el cuchillo jamonero y cortaré tu cuerpo en trozos tan pequeños como granos de azúcar, no sin antes hacerte sufrir, después los tiraré por el báter, le daré a la cadena y...

Javier abre los ojos como platos, Sara le asustaba.. y mucho. Con ver la cara de psicópata que ponía le temblaban hasta las piernas.

Javier: ¡No, no, tránquila!, ¡no le he hecho nada a Olivia, nunca le haría daño!

Pedro paseaba por las calles de Madrid con su moto, notando aquella antigua brisa azotandole levemente en el rostro, sintiendo el frescor de aquel lugar...ese lugar que una vez dejó y ha vuelto a visitar. Frenando en seco al lado de la acera, pudo observar a lo lejos como una mujer se acercaba mirando al suelo y con unas carpetas en los brazos, era la profesora Carla.

Pedro: ¡Carla! ¡Cuánto tiempo! (Sonríe)

Carla: ¡Ey, hola!

Sonríe, pero pasa un poco de él y continua caminando, a su aire.

Pedro: Esto..Carla, cuanto tiempo (Sonrie un poco forzado) ya estoy de vuelta

Carla: Ah.. que bien..

Dice sin parar de caminar, acelerando el paso. No le hacía mucha gracia hablar con Pedro desde lo que pasó.

Pedro: (Levanta la moto ligeramente y le da la vuelta, comienza a seguirla cerca de la acera) ¿No me vas a decir nada?

Carla: ¿Qué quieres que te diga?, ¿me tengo que alegrar?, sabes que no me hace gracia. Yo soy tu profesora, y tu mi alumno, lo que ocurrió fue un error, ya ya esta. No quiero hablar mas contigo.

Carla echa a andar mas rápido, haciendo que Pedro.. la pierda de vista.

La boca de Sara se abre en una mueca de asombro, el jarrón resbala de sus manos y estalla en el suelo haciéndose pedazos.
Retrocede sobre sus pasos y se echa a andar muy decidida en dirección a la habitación de su madre, mientras grandes nubes de humo parecían salir de sus orejas.

Sara: ¡Olivia!

Entra en el cuarto con el chico detrás, pisándole los talones. Se agacha bajo la cama y levanta la colcha, buscando algo o... a alguien.

Sara: No te escondas, que ya lo sé todo.

Pero su madre no estaba bajo la cama. Sara no se da por vencida y corre las cortinas, buscando tras ellas.

Sara: Que tenga que ser yo quien haga esto... Por Dios, mamá, que tiene mi edad.

Se dirige al armario y lo abre, buscando a la mujer en el interior.

Sara: Vaya ejemplo me estás dando. ¡Esto se hace en un hotel, hombre!

Cierra de un portazo y vuelve a salir al pasillo, casi arrojando al chico, que se encontraba esperando en la puerta.

Sara: Ya no tienes edad para esto, deberías asimilarlo.

Va asomándose a todas las habitaciones a su paso. Finalmente acaba en la cocina. Apoya las manos en la encimera y suspira con los pelos cayendo alborotados a ambos lados de su cabeza. Al lado de su mano izquierda había un cuchillo. Cansada de tantas emociones en poco tiempo, se da la vuelta y se choca con el desconocido, que la había seguido de un lado a otro y ahora miraba aturdido al cuchillo y a Sara, una y otra vez, después traga saliva.

Sara: ¿Y tú qué miras?

Pedro comienza a poner cara de rabia, tanto, que termina dandole golpes al manillar de su moto, paulatinamente y sin parar. Arranca con fuerza, dejando la acera repleta de humo asfixiante, y consigue alcanzar a la apresurada Carla, la cual escuchó el ruido del motor del vehículo, justo antes de que Pedro la alcanzase.

Pedro: ¡Carla! ¡Para! ¡Tenemos que hablar!

Intentó bajar la velocidad para poder seguirla, haciendo un leve derrape no muy pronunciado, y poniendose delante de ella, sin entrar la moto en la acera.

Javier: Que.. te confundes, de verdad que no es eso. Yo.. no estoy para líos y menos con una señora mayor.

Ríe, pero al ver la cara seria de Sara, decide callarse.

Javier: Te lo explico todo, pero.. ¡aléjate de cualquier objeto punzante!

Dice mirando el cuchillo, asustado.

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Carla: ¿Que parte de ''no quiero volver a verte'', no te ha quedado clara, niño?

Suspira, mirando hacía abajo.