Rol | Aulas - Finalizado

Juan: No.. entro yo , mejor..

-Rie y sale de la habitación , baja al baño y entra de golpe-

Juan: ¡¡¡Dulcee!!!

-Grita-

Dulce coge la toalla y se la pone al rededor.

Dulce: ¿¡Pero qué haces, no ves que estoy yo!?

Juan: ¡¡Que te llevo llamando 5 minutos , coño!!

-Grita-

Dulce: Vale.. pues lo siento.. pero no hace falta que te pongas así..

Juan: Esque me habías asustado.. creia que te había pasado algo..

Dulce: Pues lo siento.. estoy bien, tranquilo.

Dulce sale de la ducha, con la toalla al rededor.

Juan: Ya veo.. estás.. estupenda..

-Dice mirándola de arriba abajo , aunque tenia la toalla alrededor..

Dulce coge otra toalla para secarse el pelo.

Dulce: ¿A que te refieres?

Juan: ¿Eh? , A.. a nada..

-Sonrie-

Dulce: Oye... ¿me traes ropa anda?

Ríe

Juan: ¿Cómo se piden las cosas? ..

-Rie-

Dulce: Aii... por favoooooooooor...

Juan: Vaaale..

-Rie , coge la ropa y se la lanza-

Juan: Ahí tienes , señorita..

-Rie , se va al salón y se sienta en el sofá-

Dulce se seca, se viste y va al salón con Juan.

El centro quedaba aún un poco lejos. Era el despertar de la ciudad, las luces de la noche, las veinticuatro horas del día, fiesta y desfase a todas horas. Una locura para un adolescente sin hora de llegada a su casa.
Sara caminaba pensante, recordando la última conversación... y todas las anteriores. No podía evitar sentirse un poco mal después de todo. Pero se le pasaría. Alcohol y drogas para olvidar, lo de siempre.
Una gota fría de lluvia rompió en su mejilla. Con un ligero estremecimiento salió de su ensoñación. Comenzaba a chispear y, por el aspecto que irradiaba el cielo, podía suponer que llovería fuertemente en segundos.
La fina camiseta de tirantas que llevaba no la mantendría agena al inoportuno chaparrón que se desataba con maldad.
Intentó refugiarse en algún callejón cuvierto, pero los ojos atentos de los maleantes que se ocultaban en ellos no le ofrecían para nada confianza.

Las gotas de la lluvia caen cada vez con más fuerza. Se puede apreciar la orquesta sinfónica que crea. Gota suave... Gota fuerte. Los ruidos de la calle también acompañan en aquel conjunto de sonidos.

Reflejada en el espejo, Olivia se seca las lágrimas con la toalla del baño. Se le hace imposible borrar esas palabras que le remueven, una y otra vez la conciencia. De pronto se sobre salta...

Olivia: Sara...

Olivia deja la toalla encima del lava manos y sale corriendo. Cree que aun puede llegar a tiempo, recuperar a su hija Sara, e intentar, de una vez por todas que su relación salga bien.

Abre el armario y de el saca su chaqueta favorita, la que más abriga y otra para Sara. Coge dos paraguas limpios, guardados en un cajón del armario, las llaves y sale los más rápido que puede en busca de Sara, antes de que sea demasiado tarde.

Sara seguía caminando. No había lugar en el cuál ocultarse.
Una silueta a su espalda andaba como ella. El individuo llevaba puesto el gorro del abrigo sobre la cabeza, tapándole los ojos, las manos metidas en los bolsillos y un aire de deje, aunque también de nerviosismo. Su aspecto no era muy arreglado, tampoco inspiraba confianza.
Un giro improvisado a una calle poco frecuentada, fue entonces cuando se dió cuenta: La seguían.
Echó a correr, tan rápido como pudo. Dos calles más... sólo dos. El desconocido también corría, aunque no la alcanzaba. Se quedaría una calle más atrás, escondida entre los viejos rastrojos. Él siguió hacia alante, logró despistarlo.
Silencio.
De repente, en frente, otra persona más. Sus andares... La noche era oscura y siniestra, pero la reconocía. Se acercaba con paso decidido, dispuesta a todo...

De pronto la ve. Estaba escondida, con miedo. La gente paseaba por la calle, tapándose con los paraguas para no mojarse. Olivia echa a andar hasta llegar junto a Sara.

Olivia: Te he traído una chaqueta... Y un paraguas.

Sara, poco a poco, se va levantando ya que estaba sentada en el suelo. Las dos se miran, y Olivia, le entrega el abrigo y el paraguas.

Olivia: ¿Y ahora qué? ¿Que vas a hacer?

Dice mientras la mira, seria, pero a la vez feliz por haber encontrado a su hija.

Sara agacha la cabeza, avergonzada, y dice con voz tímida:

Sara: ¿Aún queda un lugar para mí en casa...?

Se mira las uñas mordidas y empieza a rasparse el esmalte negro que las cubría, con aire de nerviosismo.

Olivia sonríe, feliz pensando que su hija quiere volver a casa.

Olivia: Tu habitación esta intacta. Helada... Sucia...

Dice mientras ríe. Por primera vez, parece que Sara pasa de su egoísmo. Las dos se miran... y se abrazan. Es un tierno abrazo de madre e hija.

Olivia: Que no te odio. Te quiero. Eres lo mejor que me ha pasado en esta vida, no lo olvides.

Olivia y Sara, se miran felices. Las dos... se perdonan mientras Olivia le da el abrigo y el paraguas a su hija.

Olivia: Anda... Vamos a casa...

Sara, con el miedo instalado en el cuerpo, da el paso de agarrar a su madre por el brazo, y apoyar su cabeza en el. Olivia, la mira feliz, pero de pronto...

[cita=Recuerdo De Olivia]

Miles y miles de niños corretean por la calle. Mayores, cubriendo sus cuerpos con los paraguas, esperan a que sus hijos salgan del colegio. Olivia estaba allí, en medio de la multitud esperando a Sara. Al fin la ve. Feliz, con su paraguas.

Sara: ¡Mama!

Grita feliz. De pronto, echa a correr hasta llegar junto a su madre.

Olivia: Ven aquí mi princesita...

Dice mientras la coge en brazos y le da un beso en la mejilla. Después, la deja otra vez en el suelo.

Olivia: ¿Que? ¿Que tal ha ido el cole? Oye... Siento no haber podido estar esta mañana, tenia una reunión. He tenido que pedirle a Maite que venga. Pero te lo compensare.

Olivia intenta disculparse, mientras agarra a su hija con una mano y sujeta el paraguas con la otro. Era día de lluvia.

Sara: Bien... Muy bien. Hoy, la señorita Catalina nos ha enseñado los números en ingles. Y en la clase de Castellano, hemos hecho una redacción, sobre la persona que más admiramos en este mundo.

Dice Sara mientras mira a su madre, feliz. Olivia, tras esas palabras se sorprende.

Olivia: ¿Así? ¡Que bien! Y... ¿Tu de quien has echo?

De pronto... Sara se tropieza, ya que tenia los cordones desabrochados. El paraguas de Sara cae al suelo. Olivia, de inmediato, se agacha a ayudar a su hija.

Olivia: ¡Sara! ... ¿Estas bien? A ver... Que no ha sido nada... Déjame ver...

Dice mientras le recoge el paraguas, pone en pie a su hija y le empieza a abrochar los cordones. Pero hay algo que le llama la atención... Los zapatos. Sara llevaba puestos los zapatos que le regalo su abuela Amapola. Olivia, al verlos, se emociona.

Olivia: Anda... Volvamos a casa...

Olivia, vuelve a agarrar a su hija con una mano, mientras feliz, recuerda el momento en el que su madre, le regala los zapatos a su hija.[/cita]

Mientras la lluvia sigue cayendo, cada vez más fuerte, Olivia mira a su hija.

Olivia: He encontrado los zapatos. Los que te regalo tu abuela. Solo te los pusiste un día... El día de su cumpleaños.

Las dos, felices, alzan la cabeza y miran al cielo, mientras la lluvia, les moja la cara. Olivia, feliz, susurra.

Olivia: Tengamos paz... Ella nos los pide desde el cielo... Hagamos su voluntad.

Sara asiente, las dos sonríen, y vuelven a casa, felices.