LHDP - ROL Capítulo 16
La tercera temporada ha sido la más exitosa hasta el momento, cosechando gran número de páginas en los cinco capítulos que la componen y siendo el caso Z-105 y las tramas planteadas éxito en la crítica de roleros y el público.
Ahora inicia el C16, el primer capítulo de la nueva tanda de episodios, que será, sin duda alguna, la más impresionante que se vivirá en el ROL. Las tramas principales de este capítulo han permanecido encerradas bajo llave durante un mes, y es el capítulo con los secretos mejor guardados hasta la fecha.
Tienen a su disposición dos páginas extra además de este post principal y el anuncio.
•Resúmenes
•El Despacho de Don Lorenzo
•REGLAS•
- No interrumpir el juego con comentarios que deban ser tratados en el anuncio. De interrumpirlo, habrá de editar inmediatamente.
-Para adquirir un secundario, se ha de elevar una petición a la cúpula directiva. Sin embargo, obtener un secundario es muy complicado, ya que por lo general suelen estar vinculados al caso que se trata salvo alguna excepción.
- No se pueden alterar bruscamente las tramas generales de la historia ni aquellas que incumben a determinados personajes sin la aprobación de su propietario.
- ELENCO -
• (Paco Miranda) >>Mayyy
• (Lola Castro)>>Martinyfelix
• (Mariano Moreno)>>Bryan-Derek
• (Lucas Fernández)>>Lukesita
• (Sara Miranda)>>Beuka
• (Gonzalo Montoya)>>Sara_93
• (Silvia Castro)>>Meli-esdm
• (Aitor Carrasco)>>Rubén16
• (Félix Montejo)>>Avataryl
• (Monsieur De Gaulle)>>Sauker
• (Marina Salgado)>>Meli-esdm
• (Blackman)>>Lyonel_19
• (Doña Concha)>>Lukesita
• (José Luis Povedilla)>>Martinyfelix
• (Rita Peláez)>>Sara_93
• (Kike Gallardo)>>Bryan-Derek
• (Nelson Amadú)>>Scarface
• (Carlota Fernández)>>Xispi_lhdp
• (Don Lorenzo Castro)>>Avataryl
- CON LA COLABORACIÓN ESPECIAL DE -
• (Rasputín Verenguer)>>Sauker
• (Álvaro D´Alvade)>>Avataryl
• (Agostino Baladamenti)>>Martinyfelix
• (Antonio Decoco)>>Rubén16
• (Camilla Margaretti)>>Meli-esdm
• (Sr. Crisantos)>>Bryan-Derek
- INTERVIENEN -
• (Los Guiñoles)>>Sauker
-Sandra/El ente
-Fructuoso "Fiti" Bragueta
• (Bruce Willis)>>Avataryl
• (El Químico)>>Bryan-Derek
• (Claude & Charlotte)>>Sauker
• (Felipa)>>Martinyfelix
• (Patricia)>>Sara_93
• (Arcadio Claus)>>Sauker
1er anuncio, realizado por Sauker:
2º anuncio, realizado por Avataryl.
3er anuncio, realizado por Sauker:
4º anuncio, realizado por Avataryl:
SINOPSIS
Ha transcurrido una semana desde el fatídico desenlace del caso Z-105, y los agentes de San Antonio se preparan con cierta reticencia para una ceremonia que preferirían que no se celebrase. Desearían olvidar lo antes posible todo el daño que los Sombrereros les han causado.
Don Lorenzo Castro, definitivamente recuperado de su enajenación mental, volverá a San Antonio para tomar las riendas de la comisaría.
Paco se ha desprendido de la responsabilidad del comisariato, pero aún tiene muchas cosas en las que pensar. La escena del bosque aún le atormenta, y la experiencia tan cercana a la muerte que ha vivido le obligará a replantearse su vida. Para empezar, intentará recuperar a Lola.
Félix también se reconcome por dentro. Algo que sucedió durante el operativo en los laboratorios le ha perseguido desde entonces y le impide conciliar el sueño. Lola, que ya se ha recuperado de la gripe A, retomará los planes de la boda, que cada vez está más cerca. Y el psicólogo pronto recibirá una visita inesperada...
De Gaulle y Salgado viven con pasión los primeros días de su vida conyugal. Pero la felicidad se esfumará súbitamente cuando vuelvan a San Antonio, donde los padres del francés estarán esperando para incordiar todo lo posible a la pareja.
Silvia permanece conmocionada por lo que le sucedió a Aitor. Sus sentimientos hacia el becario por fin han aflorado, pero parece que es demasiado tarde. Para más inri, Montoya reaparecerá en comisaría tras un tiempo ausente.
Por otra parte, el terror seguirá floreciendo en la casa de Rasputín. El doctor y Fiti tomarán todas las medidas necesarias para evitar ser atacados por Sandra, cuya posesión diabólica parece haber llegado a su cénit, y, por supuesto, intentarán que vuelva en sí. A ratos, Sandra es muy recatada, pero el espíritu que en ella alberga ha resultado ser un temible acosador y, cuando se manifiesta, las inhibiciones de la chica se desvanecen y despierta la lascivia que esconde bajo sus encajes.
El periódico El Observador se hace eco de una impactante noticia. Han amenazado de muerte a Álvaro D'Alvade, el famoso tenor italiano que se halla de gira y próximamente actuará en la ópera de París...
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El psicólogo descendía las escaleras de caracol con los brazos pegados al cuerpo, ignorando los gritos provenientes del palco del señor Crisantos. Una vez abajo, a la altura de las últimas butacas, frenó en seco y dirigió una mirada hacia el escenario mientras se mordía el labio. Camilla Margaretti, Paco y Lucas estaban interpretando la última escena del segundo acto. Quedaba muy poco tiempo...
Chasqueando la lengua al comenzar a experimentar los primeros síntomas de la fatiga, Félix reanudó la marcha.
-Vamos, amigo, no me... falles ahora -Suplicó a su bigote, por el que deslizó el dedo índice.
El psicólogo dejó atrás la sala de actos y se adentró en los oscuros pasillos del laberíntico complejo teatral, consciente de que sus amigos le pisaban los talones.
Finalmente, Félix llegó a su destino: el cuarto de limpieza, el despacho del desaparecido Antonio Decoco. Al acercarse a la puerta, el psicólogo se estremeció al inhalar el abominable olor que provenía del interior, y que se había acentuado con respecto al día anterior.
Apretando los dientes, Félix brincó varias veces frente a la puerta, hasta que finalmente se atrevió a embestirla. Retrocedió acto seguido, quejándose, mientras se masajeaba la zona del hombro dañada. Escuchó un sonido proveniente de la esquina, y sin necesidad de volverse hacia allí dedujo que se trataría de sus compañeros; otra opción potencial, pensó el psicólogo, es que se tratara de un pingüino.
Urgido por la llegada de sus expectantes amigos, Félix desenfundó la 9milímetros, que tembló en sus manos, apuntó con ella a la cerradura, cerró los ojos y disparó. Las visagras cedieron y la puerta se deslizó por sí sóla hacia el interior de la estancia.
El psicólogo no pudo taparse las fosas nasales y se expuso al nauseabundo hedor, ya que no se atrevía a empuñar el arma con una única mano. Avanzó entre las tinieblas mientras el olor repugnante se intensificaba hasta extremos insoportables, y finalmente su zapato colisionó con una superficie blanda. Inquieto, Félix tanteó la pared a ciegas, hasta que acertó a encontrar un interruptor de la luz, que inmediatamente accionó. Una bombilla se iluminó en el techo, cegándole. El psicólogo se volvió lentamente hacia aquello que había palpado al caminar, y cuando descubrió que sus peores temores se confirmaban, un tic nervioso le retorció la cara.
SPOILER (puntero encima para mostrar)La fuente de aquel olor era...
SPOILER (puntero encima para mostrar)El cuerpo putrefacto de un caballo decapitado
Aún podían impedirlo...
Tras guardar silencio junto a sus compañeros, se puso en alerta.
Monsieur De Gaulle
Angtognio Dechogla-asintió seriamente.
El fan y limpiadog.
Cogmo no nos digmos cuengta...-balbuceó mirando a los presentes.
Buegno, Féglix sí-agarró al psicólogo con fuerza de un brazo haciendo un gesto despectivo hacia Lorenzo, dándole valor a su yerno y dejándole en inferioridad con respecto al psiquiatra.
¿Qué hegmos de haseg ahoga, Féglix?
¡Ilumínagnos!-se puso de rodillas tomándole las manos.
Cuando sus compañeros llegaron, el psicólogo proseguía contemplando boquiabierto la repelente imagen del caballo descabezado y en estado de descomposición.
Los recuerdos se agolpaban en su mente, cobrando sentido de repente...
[cita=
Primer día en París...
]Antonio Decoco:Caminaba por los largos pasillos de aquel edificio - Naaani , narino nanii , nerenenaniiiii... – Tarareaba a medida que se acercaba al final de aquel pasillo , por lo que apoya la fregona en la pared y saca de su carro un gran copa de Oro , la cual admira haciendo que sus pupilas se convirtieran durante unos segundos en estrellas - Che Bell´obbggeto , sigillo d´oro cosi tanto... – Le susurra al objeto - Siete una meraviglia – Finaliza de lanzar alagos al objeto para después meterlo nuevamente en la bolsa y avanzar , pero su paso se ve obstruido por el de otra persona , por lo que se produce una colisión.
FÉLIX:
Tras tropezar con aquel joven cantarín, se incorporó y le tendió la mano al limpiador.
-Félix Montejo, de los Montejo –Anunció. Tras unos segundos, señaló la llamativa copa de oro y emitió un silbido de asombro-. Vaya, ¿es de verdad? ¡Dígamelo, por favor!
Antonio Decoco:
Comienza a poner excusas para alejarse del lugar , pero antes de perderse por el largo pasillo se acerca al oido de Felix – ( En efecto , la Copa es de oro ) – Finaliza empujando su carrito a lo largo de la estancia[/cita]
-¡La copa! ¡El día que... llegamos, vi a Decoco... alejarse con la copa de oro! Al día siguiente... desapareció. Y él... lleva varias horas en el baño. ¡Tuvo que ser quien... robó la copa y quien se la... sirvió al señor Crisantos! -Exclamó, para acto seguido escuchar el eco de sus palabras y sorprenderse al escuchar lo que había deducido. Sin embargo, la sensación no perduró, ya que en ese momento otro recuerdo afloró en su mente...
[cita=
Tercer día en París...
]Antonio Decoco:Se queda pensativo varios minutos , y decide abordar preguntas sobre lo que paso en el hotel - ( y... digame tiene idea de quien pudo robarle la tarjeta de su habitacion para entrar en la del Sr. Crisantos? e incriminarle? y... porque querrian hacerlo? )
FÉLIX:
El psicólogo torció el cuello, con el fin de observar a Decoco desde otro ángulo, y así lo hizo, perplejo y un tanto receloso. ¿Tan rápido se había difundido la noticia de que el autor de las amenazas había logrado introducir la cabeza de caballo en la habitación del serño Crisantos por culpa de un desliz suyo?- No tengo ni idea de quién ha... podido ser.[/cita]
-Un momento... ¿cómo... pudo saber que alguien me había robado la tarjeta, si yo sólo se lo... había dicho a De Gaulle? -Inquirió, aunque los demás no entendieron a qué se refería. Félix se lo explicó. Y parpadeando a causa de sus deducciones, concluyó- ¡Decoco... es el autor de las amenazas!
Mariano:
-Dios... vaya semanito llevo... entre caballos...pedofilos, pastillas, cafelitos, churros, camareros locos que no entienden mi idioma, curas dando estanpitas y muriendo... ¿Yo por que coño no me hice peluquero como mi tio Manuel?, coño que se gana bien... no tienes estres... eres autonomo....por dios....quien me mandaba a mi...quien... a ser policia...
Se llevo las manos a la cabeza y se fue afura, a la puerta y tomar el aire
Se encontraba frente al cuerpo del enorme animal , sobre el cual hululaba un olor putrefacto , por lo que se llevoel puño a la boca instintivamente - Diooss , que asssco - Se queja dando dos pasos atrás , seguidamente pone atención a las maduraciones de Felix , el cual parece acertar en quien era el autor de aquella atrocidad y de la amenaza de D´Alvade - Bu... bueno , pues parece que ya le hemos puesto cara , solo tenemos que darnos prisa y ponernos a buscarle pero echando ostias - Exclama el becario mientras recorría la habitación con la mirada , a continuación comprueba que tiene la Magnum sujeta a la cintura y se vuelve a hacia sus compañeros - Entonces...?
Llegó hasta allí montando en el carro que disminuyo su velocidad según se acercaba a la puerta del "despacho" de Decoco y justo en la entrada encontró sus gafas, las cuales se puso muy contento de recuperar la visión. Sin embargo, un momento después se arrempintió de haberselas puesto. Aparte del olor putrefacto que salía del cuartucho, en él reposaba un caballo decapitado. -!Argggggggggg...! Povedilla salió corriendo de la estancia, asqueado y agarró desesperado el cubo de la fregona que tenía en la cabeza, utilizandolo para vomitar. Unas lágrimas se le escaparon por las mejillas recordando la horrible escena que había presenciado, y el pobre destino final del caballo.
AGOSTINO BADALAMENTI:
El director salió de las cortinas sorprediendo a los espectadores y alzó los brazos dandose importancia. Permanecío en esa postura varios segundos y después prosigió con voz grave: -Ce comenzzare il terzo atto.
LOLA:
Dedicó unos abucheos al director y este la miró continiendo las ganas de clavar un hacha a alguien por tercera vez en lo que iba de obra. Después abandonó el estrado y Lola sonrió sastifecha. Esperó a que los actores salieran a escena mientras oteaba los palcos en busca de su padre o alguno de los polícias, pero no lo localizó.
De repente, el comisario se había quedado solo en el palco, al cuidado de un cadáver. Cuando Félix había anunciado su iluminación, don Lorenzo había acudido a sostener el cuerpo del señor Crisantos, y cuando los demás habían seguido al psicólogo él no se había atrevido a acompañarles por miedo a que el cadáver se cayese sobre el público de las butacas. La muerte del señor Crisantos supondría un fracaso profesional, pero más lemantable sería aún si el religioso aplastase a alguien y provocara daños colaterales. Así que don Lorenzo permaneció allí, sosteniendo el cuerpo de un muerto, mientras lanzaba furtivas miradas de inquietud hacia la entrada del palco y el escenario.
El telón no tardó en correrse y Agostino Badalamenti anunció que daría comienzo el tercer y último acto de la obra. Don Lorenzo sintió un escalofrío.
Sujetando al señor Crisantos con una mano por los cuellos de la sotana, el comisario empleó la otra para buscar su móvil, que finalmente halló. Con gran dificultad, don Lorenzo intentó buscar en la agenda del teléfono.
-¡Bah! -Exclamó al cabo, desistiendo y soltando al señor Crisantos para poder trabajar buenamente. La cabeza del religioso permaneció unos segundos suspendida sobre su cuello, pero finalmente se tambaleó hacia adelante y se estampó contra la barandilla del balcón. Indiferente a esto, don Lorenzo consiguió por fin llamar a Félix. Cuando el psicólogo respondió, balbuceó un montón de cosas atropelladamente, pero el comisario se apresuró a interrumpirle- Montejo, no hay tiempo para que me cuente qué han descubierto. La última escena de la obra está a punto de comenzar -Explicó con urgencia, alzando la vista para constatar que sobre las tablas se encontraban Álvaro D'Alvade, Camilla Margaretti, Lucas y Rita, representando la penúltima- y usted debe estar en el escenario para entonces -Ordenó. Para entonces, decidiendo que sería más útil colaborando en la búsqueda del sospechoso que custodiando el cadáver, el comisario se había alejado, y ahora descendía velozmente por las escaleras de caracol-. Usted participa en la última escena con D'Alvade, Félix. ¡La escena en la que intentarán asesinarle! Debe pegarse a él en todo momento e impedir que le ocurra nada -Ordenó con determinación, e inmediatamente colgó. Consciente de que había expuesto a Félix a un gran peligro, don Lorenzo no pudo evitar pensar en Lola. Pero acto seguido, sacudió la cabeza; la prioridad era impedir la muerte del tenor.
Mariano:
-Maldito seas Decoco... si ya su forma de ser me parecia digna de ser un verdadero cabrón, a saber que más cosas habra hecho ese desgraciado... dios...
Se puso a dar vueltas por el pasillo impaciente de que salieran sus compañeros para poder irse ya directos a la acción, aparte, la última actuación estaba apenas a unos minutos, y no podían permitirse el error de tener más victimas en ese acto
El psicólogo, que al ser vegetariano sentía una resuelta repulsión contra cualquier atentado contra el mundo animal, se enterneció al contemplar al pútrido caballo sin cabeza. Caminó hasta una mesa, recogió una manta y, ceremoniosamente, cubrió al animal con ella. Apenado, permaneció en esa posición mientras a su alrededor los demás discutían, y se sobresaltó cuando algo comenzó a vibrar en su bolsillo. Temeroso, hundió la mano en el mismo y descubrió con sorpresa que se trataba de su móvil. Aceptó la llamada de don Lorenzo y escuchó lo que tenía que decirle. Después, se volvió hacia sus compañeros, que seguían deliberando, y se adjudicó el papel de líder. Decoco había decapitado a un caballo y envenenado a un sacerdote, pero Félix se aseguraría personalmente de que no consumara su amenaza.
-Señores, el comisario... quiere que... vuelvan a las gradas -Explicó, a pesar de que don Lorenzo no hubiese dicho tal cosa-. La última escena... va a... empezar, y para entonces... tienen que haber encontrado a Decoco -Añadió, consultando un reloj que en realidad no existía-. Por mi parte... tengo que proteger a D'Alvade -Dicho esto, Félix dedicó una última mirada de tristeza al difunto caballo y se apresuró a abandonar la habitación. No obstante, unos segundos después, asomó otra vez la cabeza por el marco de la puerta y, en un tono solemne, dijo-. Nos volveremos a ver... -Después, emprendió la carrera hacia el escenario, mientras los ensordecedores aplausos del público resonaban en todo el complejo teatral...
Mariano:
-¡Quereis venir de una vez aquí!, Vamos a ver...
Se puso en plan serio y dió su charla
-Esta claro que el Decoco es el principal sospechoso, tenemos pruebas, el caballo degollado esta aquí, y el olor de la copa es el mismo que este, ¿Qué mas pruebas queremos?, tenemos que ir pitando a la sala de actos y detener a Decoco antes de que mate a Álvaro... ¡Vamos!
Empezó a correr hacia la sala de actos, donde se encontraba Don Lorenzo, todos le siguieron y se plantaron cara a cara con el, de allí se empezaron a sacar ideas para detener a Decoco y que no ocurrieran mas desastres ese dia
-¡Deberíamos detener a D'Alvade ahora.. parando la obra Don Lorenzo...!, ese tio será un pedófilo como el cura este
Dijo señalando al difunto Sr. Crisantos
-Pero es un ciudadado al que devemos de proteger, así que no sé a que estamos esperando, la obra empieza ya...
En las inmediaciones de las últimas butacas, en la zona que fuese su escondite durante los ensayos, la mirada del comisario recorría el escenario, las butacas y los palcos en busca de algún indicio de dónde podría ocultarse el asesino. Se estaba finiquitando la penúltima escena, y sobre las tablas D'Alvade entonaba sin manifestar ninguna preocupación por el hecho de que en los minutos inmediatos alguien podría atentar contra su vida. Sulfurado, don Lorenzo reprimió el impulso de volver al palco del señor Crisantos y arrojar el cadáver al escenario a los pies del tenor, para cerciorarle de que la amenaza no era ninguna broma.
En ese momento volvieron Silvia, Mariano, Aitor, De Gaulle, Salgado y Povedilla, que enseguida le informaron del hallazgo que habían obrado en el despacho de Decoco. El comisario arrugó el rostro, pero tan imperiosa y urgente era la necesidad de encontrar al asesino que ni siquiera tuvo tiempo para asimilar de quién se trataba.
-Imposible, Moreno, estamos de incógnito y no podemos interferir en la función. Le recuerdo que D'Alvade no ha denunciado -Explicó atropelladamente, girándose desesperadamente y desviando la mirada hacia todos los recobecos de la sala-. ¡Ese ganso debe esconderse en algún lugar! No es posible que lo hayamos revisado todo, ¡tiene que faltarnos algo! -Bramó, en el momento en que una nueva tanda de aplausos indicó que la penúltima escena había concluido.
Había llegado el momento.
Mariano:
-Joodeeer...jodeeer...jodeeer....tenemos que encontrarlo ya esto esta acabando...jooodeeeeeeer....¡Piensa Aitor piensa!...
Empezó a zarandear a aitor sin parar... mientras el resto de sus compañeros hacian lo propio y también pensaban sin parar....pero.... de repente...y sin previo aviso...a Mariano se le paro todo.... todo dejo de cobrar sentido a su alrededor... los actos, el murmullo del público...todo...su cara empezó a ponerse roja...dió un brinco hacia atrás... y miro a Aitor...
Mariano:
-Hay... hay madre.... que creo que ya se donde esta... recuerdo... cuando Don Lorenzo nos pidió que miraramos la sala de actos antes de que empezará todo... que en una conversación con 2 personas de alli se comentaban que... Decoco había ido a cambiar el canario...
Decoco
( "Voy a cambiar el agua al canario , es tan bello , aiis , en fin , enseguida vuelvo" )
-Ese....ese cabrón....¡Por dios Siganme!...¡¡¡¡Sé donde esta ese hijo de puta....!!!!
La cara de Mariano paso a la acción y se fue corriendo...directo hacia un lugar en concreto...Aitor le siguió la marcha por detrás...
El becario corre detras de Mariano al escuchar que este había caido en la cuenta de donde se encontraba Decoco - Joder Mariano , espera! - Eleva el tono hasta que consigue alcanzarle , después de unos segundos el Sub.Inspector se para frente a una puerta - El baño? , no... no me jodas Mariano... - Se queja el becario sin tener demasiadas esperanzas en que el asesino pudiera estas ahí...
Mariano:
-¡Maldición!...
Se dijo a si mismo mientras aporreo la puerta, se dirige a Aitor, y le vuelve a zarandear
-Aitor por tu madre, por tu padre por tu silvia...que estamos ante los últimos minutos del acto...¡Donde carajo puede estar Aitor..!...¡Nos estamos saltando algo pero que es!...
Se encontraba parado frente a la puerta del baño , la corazonada de Mariano había resultado ser errónea - Jodeerr.... , jodeer... - Se queja intentando hacer cabeza mientras se apoyaba en la pared - Vamos a ver... , no esta en los palcos , ni sentado en la sala , ni en su despacho , ni en el cuerto de la limpieza , ni en... - El becario se detiene y pega un bote dejando atras la pared - Claro coño... la... la falsa pared... - Exclama Aitor mirando fijamente a Mariano , el cual no sabía de que estaba hablando - A ver... , antes de empezar la obra... , vi a Camilla , traspasar una falsa pared que llevaba a una sala detrás del escenario , nose... , lo mismo está allí , que mejor forma de matarle que... estando escondido justo detras de tu presa sin que nadie se de cuenta? - Piensa el becario mientras asiente - Tenemos que ir... - Finaliza el becario echando a correr hacia la sala teatral donde el tercer acto había comenzado y la amenaza estaba a punto de cumplirse...
Tras unos minutos Aitor reduce el paso y avanza por la sala a oscuras del teatro seguido de Mariano , hasta llegar a la pared por el que rato antes habia accedido Camilla - Espero que esté...
Mariano:
-Joder.... que sea lo que dios quiera Aitor...
Desenfunda el arma al llegar, dejandosela preparada ante cualquier acometida...
El psicólogo alargó la mano para recoger la pistola de fogueo del inventario. Sopesó el arma en sus manos; aunque también fuera inofensiva, por lo menos esta no era de plástico. Y llegado el caso, podría servirle para defender a D'Alvade.
Félix había alcanzado el escenario unos minutos antes, y tras escuchar atentamente la reprimenda de Agostino Badalamenti, que le preguntó histérica -y retóricamente, pues no le concedió oportunidad de responder- dónde había estado, para acto seguido empujarle a la habitación para aprovisionarse del material preciso para la última escena.
Ahora, el psicólogo se disponía a abandonar la estancia, pero en ese momento la entrada secreta se abrió e irrumpieron en la sala Aitor y Mariano. Félix se rascó la nuca con el cañón de la pitola de fogueo y chasqueó la lengua.
-¿¡Tengo cara de... ser Decoco!? -Les preguntó la única persona que se encontraba en la habitación, resoplando- ¿Eh?
Mariano:
-Por que...por que...por que... por que tuvimos que nacer tan mezquinos Aitor por que...explicamelo por favor...
Volvió a ponerse frente a frente con el, y volvió a zarandearle
-¡Esto no puede estar pasando!,¡Apenas faltan unos minutos para finalizar el acto Carrasco!...dios...dios mio... necesito...las jodidas drogas Del Químico...
Se hecho las manos a la cabeza y se fue de nuevo hacia Aitor mirandole fijamente y preguntandole la preguntas mas comprometida de toda su vida...
-¿Te gusta la peluquería Aitor...?
El coche se había estrellado contra el enorme portón de la Iglesia, que por suerte, lograron echar abajo.
En la manzana se escucharon los ladridos de los perros, y se encendían las luces de las casas, cuyos habitantes querrían asomarse a la ventana para saber qué diantres había pasado.
Rasputín y Fiti, con un enorme dolor de cabeza, se bajaron del coche, temblando.
Rasputín Verenguer
Joé...
Que dolor de cabeza, Dios mío-caminó hacia el interior de la parroquia junto con Fiti, Claude y Charlotte.
Charlotte caminaba inquieta junto a su marido, quien observaba con curiosidad el interior de la Iglesia, aparentemente preocupado.
Sonrió, y se acercó a él.
Charlotte
Ay, Claugde.
Incgreígble, estagmos jungtos desde hagse más de tgreingta agños y nungca me pgrestaste atengsión.
A esta guagga la conogses hagse megnos de un mes, y piegdes la cabegsa pog eglla-Claude permaneció en silencio, sabía que acabaría burlándose de él de una manera u otra.
Tgranguiglo, te lo diggo en segio...
Tiegnes mi consentimiengto, Claugde.
Haslo-dejó de piedra al señor De Gaulle, quien agarró de la mano a su mujer, agitándola, y después siguió adelante.
Rasputín se acercó a Charlotte, negando con la cabeza.
Rasputín Verenguer
De pareja con un espíritu demoniaco...
Yo no lo veo claro, Charlotte.
A ver si a Sandra le va a dar el punto y se lo va a comer de arriba abajo...-chasqueó la lengua.
Charlotte
¡Cogño, pog egso le anigmo!
¡¡¡¡JAJAJA!!!!-levantó un brazo a Rasputín y le chocó la mano, ante lo que el doctor le dedicó una sonrisa.
Rasputín y compañía merodearon por el interior de la parroquia durante varios minutos, pero no había rastro de Sandra ni de una posible víctima.
El doctor encendió una cerilla que sorprendentemente sacó del talón de uno de sus tacones, la frotó con su dentadura, e iluminó el suelo.
Rasputín Verenguer
Eh, fijáos, sangre...
Era muy reciente, y las manchas estaban próximas al confesionario.
Alguien había resultado herido.
Al fondo, descubrieron una puerta cerrada.
El silencio era desalentador, al igual que todo lo que les rodeaba.
Antes de que se apagara la cerilla, encendió un candelabro que estaba tirado en el suelo, lo cual, como casi todo, no entendió.
Rasputín en primer lugar, a quien abrazaban a derecha y a izquierda Fiti y los De Gaulle, abrió la puerta.
Se trataba del despacho del sacerdote.
Aquí no hay nada, coña...
Vámonos a la Iglesia al Este...
A ver si encontramos allí... algo...
Ellos se negaron, y señalaron otra puerta al fondo.
Sus nervios iban en aumento, las posibilidades se reducían, pero a la vez se centraban en la nueva habitación.
Una vez abrieron la puerta, la cual chirrió, recorriéndoles un escalofrío la espalda, advirtieron una cama, y no estaba vacía.
Un hombre dormía en ella.
El doctor pasó el candelabro a Fiti, y a oscuras se acercó de puntillas, lo que le costó una barbaridad, pues iba en tacones.
Fiti se acercó a la mesa de estudio, y tomó un libro abierto.
Cuando Rasputín llegó a la cama, ahogó un grito.
Fructuoso "Fiti" Bragueta
Coño, leía la Biblia...
Juan Bautista...-observó la foto de su cabeza sobre la bandeja antes de devolver la Biblia a su sitio.
¿Qué pasa, macho?-se dirigió hacia el doctor.
¿¡Qué vamos a estar con chorradas toda la noche...!?
¿¿!!??
¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!!!!
Claude & Charlotte
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAARRRRRGGGGHHH!!!!!!!!!!-gritaron al compás, tirándose de los pelos.
Rasputín sostenía la cabeza del padre Juan por los pelos, gritando con una cara digna de fotografiar, roja como un tomate y perlada de lágrimas.
Lanzó la cabeza hacia Fiti, quien la pasó a Claude, y este a su vez a Charlotte.
La cabeza volvió a manos del doctor, quien volvió a tirarla.
Durante una media hora, Rasputín y compañía siguieron pasándose la cabeza, entre gritos ensordecedores, como si jugaran al balón prisionero.
El comisario se mordía el puño mientras la sala de actos continuaba girando a su alrededor a un ritmo vertiginoso. Allí, agazapado algún rincón, estaba el responsable de la muerte del señor Crisantos, dispuesto a ejecutar un segundo asesinato. Aitor y Mariano se había alejado con la intención de examinar otras zonas, pero don Lorenzo sabía de antemano que tampoco tendrían éxito.
Abatido, obnuvilado por el estruendo de los aplausos y la voz del repulsivo D'Alvade, don Lorenzo comenzó a masajearse las sienes como acostumbraba, esta vez violentamente. Después, dirigió la mirada hacia D'Alvade, que entonaba en mitad del escenario. El comisario le observó con perplejidad, frunciendo el ceño. Félix le había dicho que, a pesar de los execrables crímenes de los que fuera culpable, lo que el tenor hacía seguía siendo arte. Y en su fuero interno, don Lorenzo sabía que era cierto. Vació su cabeza de ideas y cerró los ojos, centrándose únicamente en el sonido proveniente del escenario... y entonces, iluminado por el inspirador canto del tenor, se percató de algo.
Tembloroso, el comisario retrocedió entre las filas de butacas, dándole la espalda al escenario, y alzó la vista hacia arriba.
-¡Está allí! -Tronó, señalando hacia uno de los palcos, el que hasta entonces había creído que estaba desocupado, y los componentes del público contiguos a él rugieron.
Ignorándoles, don Lorenzo afinó la mirada en dirección a dicho balcón, que además era el que, al atravesar el pasillo de los palcos, habían encontrado con la puerta cerrada. Uno de lo focos que giraban en el techo apuntó en ese momento hacia allí y, en efecto, el comisario constató que el palco en realidad no estaba vacío. La luz del foco se había reflejado, sólo durante un instante, cegándole, en la mira telescópica de un rifle que sobresalía sobre la barandilla, apuntando hacia el escenario, y al que su propietario movía buscando el ángulo correcto para disparar.