LHDP - ROL Capítulo C19

El C19 es el segundo capítulo, a su vez, del bloque llamado "La Resurrección".
La 4ª temporada pondrá final a una gran historia que lleva desarrollándose más de un año, y a la que aún, le queda mucho (y lo mejor) por contar.
•Resúmenes
•El Despacho de Don Lorenzo
•REGLAS•
- No interrumpir el juego con comentarios que deban ser tratados en el anuncio. De interrumpirlo, habrá de editar inmediatamente.
-No spoilear a los compañeros, es decir, no revelar sucesos importantes a alguien que los desconozca.
-Para adquirir un secundario, se ha de elevar una petición a la cúpula directiva. Sin embargo, obtener un secundario es muy complicado, ya que por lo general suelen estar vinculados al caso que se trata salvo alguna excepción.
- No se pueden alterar bruscamente las tramas generales de la historia ni aquellas que incumben a determinados personajes sin la aprobación de su propietario.
- ELENCO -
• (Paco Miranda) >>Carlinter_76
• (Lola Castro)>>Martinyfelix
• (Mariano Moreno)>>Bryan-Derek
• (Lucas Fernández)>>Lukesita
• (Sara Miranda)>>Lukiando
• (Silvia Castro)>>Meli-esdm
• (Aitor Carrasco)>>Rubén16
• (Félix Montejo)>>Avataryl
• (Monsieur De Gaulle)>>Sauker
• (Marina Salgado)>>Meli-esdm
• (José Luis Povedilla)>>Martinyfelix
• (Reyes Sánchez Bilbao)>>Marsea
• (Dr. Decker) >>Bryan-Derek
• (Gonzalo Montoya)>>Sara_93
• (Agente Rocamora) >>Martinyfelix
• (Gregorio "Goyo")>>Dain
• (Agente Quintanilla) >>Martinyfelix
• (Lis Peñuelas)>>Dain
• (Rita Peláez)>>Sara_93
• (Doña Concha)>>Lukesita
• y con (Don Lorenzo Castro)>>Avataryl
- CON LA COLABORACIÓN ESPECIAL DE -
• (Eusebia)>>Avataryl
• (El Chófer)>>Martinyfelix
• (Manuel Delgado)>>Rubén16
• (Lázaro Orozco) † >>Avataryl
• (Javier Extendia)>>Rubén16
• (Mr. Sweeney)>>BryanDerek
• y (Zero)>>Sauker
- INTERVIENEN -
• (Arcadio Claus) † >>Sauker
• (Bruce Willis)>>Avataryl
• (Rasputín Verenguer) † >>Sauker
• (Fiti Bragueta & Sandra Millán)>>Sauker
• (Claude & Charlotte)>>Sauker
• (El Químico)>>Bryan-Derek
• (Taurino Olmo)>>Avataryl
• y (Dionisio Dañino)>>Rubén16
Avances del capítulo 19:
1ª cortinilla, realizada por Sauker:
2ª cortinilla, realizada por Avataryl:
1er anuncio, elaborado por Avataryl:
2º anuncio, elaborado por Sauker:
SINOPSIS
Han transcurrido dos días desde que Arcadio Claus (Sauker) oficiara la güija en comisaría y expulsara al supuesto Mal de ella. Los policías se recobran del susto y retoman su vida cotidiana, desconocedores de que el enemigo sigue existiendo y campando a sus anchas entre ellos.
Mientras las búsquedas paralelas de Sandra Millán (Sauker) y el benefactor de la clínica prosiguen, don Lorenzo (Avataryl), inspirado por la labor del parasicólogo, emprenderá una implacable cruzada contra el Mal. En el plano personal, el comisario, incapaz de reprimir sus sentimientos hacia Marina Salgado (meli-esdm) y consciente de que tal vez la comandante se vaya para siempre, tratará de conquistarla otra vez.
Por su parte, Marina tendrá que lidiar con el acoso de don Lorenzo y preguntarse cuáles son sus sentimientos hacia él. Asimismo, la comandante deberá decidir si comparte los planes de De Gaulle (Sauker) de abandonar la comisaría. Salgado, además, no tardará en advertir que su marido le oculta algo...
Tras haberse escabullido de Aitor (ruben16) y Mariano (BryanDeReK), el Químico (BryanDeReK) seguirá haciendo de las suyas, y pronto intentará acabar con el subinspector nuevamente, sin importarle que otras personas le acompañen. Mientras tanto, el trágico pasado de Isaac seguirá revelándose...
Aitor y Silvia (meli-esdm) consolidarán su relación tomando una decisión determinante para su futuro. Por otro lado, el agente, solo y a espaldas de los demás, perseverará en su empeño de esclarecer la muerte de Kike (BryanDeReK), más motivado aún después de haber descubierto cuáles fueron las últimas palabras del difunto. Pronto conseguirá hacer un hallazgo que le acercará aún más a la verdad...
Después de un retiro vacacional, Lucas (LUKESITA) regresará a San Antonio, junto a Sara (lukiando) y su hija Michelle. La familia tendrá que ser más fuerte y estar más unida que nunca, porque tarde o temprano los acontecimientos les pondrán a prueba.
Félix (Avataryl) y Lola (martinyfelix) viven uno de sus momentos más felices como pareja, y los planes de boda aflorarán una vez más. Además, ambos decidirán ejercer como abuelos de Michelle para que Sara y Lucas dispongan de más intimidad. Por otro lado, Bruce Willis (Avataryl), el amigo imaginario del psicólogo, se le aparecerá cada vez con mayor frecuencia para hacerle replantearse su renuncia a la violencia. Indagando en ella, Félix obrará un descubrimiento atroz...
Reyes (marsea) y Decker (BryanDeReK) se adaptarán poco a poco al inusual ritmo de la comisaría de San Antonio, entablando relaciones con sus nuevos compañeros y afianzando su presencia allí. La subinspectora tendrá que lidiar con el acoso de sus múltiples pretendientes para demostrar que es mucho más que una cara bonita, mientras que el forense empezará a valorar el compañerismo al trabajar codo con codo con Silvia. Llegado el momento, ambos tendrán que decidir si quieren formar parte de esa familia.
Sus compañeros proseguirán burlándose de Povedilla (martinyfelix), ninguneándole e incluso agrediéndole injustamente, y al becario cada vez le resultará más difícil sobrellevarlo, pero tendrá que hacerlo porque no tiene más remedio; aun así, a nadie se le ocurrirá que a Povedilla se le entregue la placa. Además, tras el estancamiento de su relación con Rita (SaRa_93), que no impedirá que siga responsabilizándose de su hija Sabina, el becario intentará mantener un romance con otra persona...
El Mal nunca pierde el tiempo. Monsieur De Gaulle se encuentra en uno de los mejores momentos de su vida: ha asesinado impunemente al doctor Rasputín Verenguer (Sauker) y al padre Arcadio Claus y se ha burlado de la justicia, y pronto será trasladado junto a su esposa lejos de la comisaría de San Antonio y de todos los policías a los que tanto detesta. Sin embargo, enseguida descubrirá que alguien puede conocer su secreto y comenzará a sentirse amenazado y en jaque permanentemente. El francés, aún así, intentará convencerse de que tiene pleno control sobre lo que ocurre a su alrededor. Pero entonces, una mañana, mientras se dirige al trabajo, lo peor que podría ocurrirle... ocurre.

Durante unos instantes, la imagen que le devolvió el espejo le puso los pelos de punta.
Creyó haber visto fugazmente aquel rostro del que tanto había huido la comisaría durante dos días, el rostro que Arcadio había creído ver en las estrellas, cegado por su fe.
Por suerte, no existía...
Tan sólo existía él y su mentira.
Intentó convencerse de que no iba a volver a recordárselo, con todos los posibles testigos muertos (como el Maestro o Pascual Dapena), nada tenía que temer.
Sin embargo, hacía dos días, ocurrió lo imprevisible:
Casa
El francés, agarrando la empuñadura de su elegante bastón, cruzó el umbral de la puerta mientras le tintineaban los nervios.
No le gustaba admitir estar nervioso, ni siquiera para sus adentros.
Creía haberse demostrado con el poderoso montaje que había organizado que tenía el control sobre todo lo que su alrededor ocurría, y que era la persona más inteligente que probablemente había pisado la comisaría...
Consiguió relajarse deshaciéndose en halagos a sí mismo con sus pensamientos, incluso sin poder disimular una tímida sonrisa.
Sonrisa que se borró cuando entró al salón.
SPOILER (puntero encima para mostrar)El cadáver de Arcadio Claus...
SPOILER (puntero encima para mostrar)NO ESTABA ALLÍ
Retrocedió varios pasos, mirando a su alrededor.
Todo seguía igual, igual al menos que durante su encarnizado duelo con el sacerdote y parapsicólogo, al que esperaba encontrar en un baño de sangre, con los ojos clavados sobre el cristal fragmentado en el suelo.
¿Cómo era posible?
Se acercó al lugar donde Arcadio debía estar, pero tan sólo encontró el puñal ensangrentado con el que le atravesó.
Le castañearon los dientes, tal vez del frío, tal vez de los nervios...
Asustado, corrió a recoger el arma del crimen, tomándola sin temer mancharse las manos con la sangre de Arcadio que surcaba la hoja del estilete, seca.
Abandonó el hogar del doctor a toda prisa, y volvió al automóvil que ahora conducía.
Intentó borrar aquel recuerdo de su memoria, y en su favor, sonó el móvil.
Deseaba que fuera una llamada con la que distraerse, ansioso incluso por recibir una noticia abrumadura que nada tuviera que ver con el caso Rasputín y que pasara a ser su nueva preocupación.
Monsieur De Gaulle
Bonjour-contestó.
Oh, Ledeoux.
Oui, parlons chez un Français.
J'ai la sensation de ce que quelqu'un me surveille, et ai peur d'avoir le téléphone piqué.
La copie ... déjà.
Tu verras, rien ne me plairait plus que revenir au quartier général, mais maintenant il existe un sujet en Espagne qui requiert mon attention.
M'est égal, celui ce qu'il te disait!
Ne l'entends-tu pas ?
Il succède un peu grave, et c'est moi qui est au centre de l'ouragan.
Ce n'est pas un moment pour prendre la valise, pour vendre la maison, et sortir en courant.
Je peux sortir très nui de le faire.
Celui qui veuille qu'il je soit jodiendo pourrait faire et défaire ses larges.
Regarde je ne t'ai pas répondu à l'appel pour discuter!
Qui coño te crois-tu quoi est-ce que tu es ?
À toi, qu'est-ce que je t'ai recommandé pour que tu arrivasses à être quelqu'un quand tu étais un mort de faim ... je te complique la vie! ?
Où les amis sont quand tu as besoin d'eux, des démons! ?
Castellano
Sí, hablegmos en fgransés-asintió conduciendo hacia comisaría.
Tengo la sensagsión de que alguien me vigigla, y tegmo teneg el teléfogno pinchago.
El tgraslago... ya-deseaba no tener que tocar ese tema, por haberse precipitado al pedir un favor.
Vegás, naga me gustagía más que volveg al cuagtel genegal, pero ahoga hay un asungto en Espagña que gequiege mi atensión.
¡Me da iggual lo que te dijega!-dio un volantazo.
¿No lo entiengdes?
Está susediengdo alggo ggrave, y soy yo quien está en el sentgro del hugacán.
No es momengto paga cogeg la malegta, vendeg la cagsa, y salig coggiendo.
Puego salig muy pegjudicago de haseglo-balbuceaba molesto, Ledeoux no hacía más que quejarse.
Quien quiera que me esté jodiengdo podgría haseg y deshaceg a sus angchas.
¡Miga, no te he gespondigo la llamaga paga discutig!
¿Quién cogño te cggees qué eges?-casi susurró, dándole a la frase un cariz aterrador.
¿¡A ti, qué te recomengdé paga que llegagas a seg algguien cuangdo egas un muegto de hambgre... te estoy complicangdo la viga!?
¿¡Dóngde demognios están los amiggos cuángdo los nesesigtas!?-gritó lanzando el teléfono hacia los asientos de atrás.
Pasangdo consulta-pensó en Félix con media sonrisa, deseando poder contarle todo lo que le preocupaba, pero sin sentirse capaz.
Siguió conduciendo durante varios minutos con normalidad, ciertamente, olvidándose de la desaparición del cadáver de Arcadio.
Un relámpago iluminó la ciudad.
Oh, pegfecto.
¿¡Y esto ahoga a qué viegne!?-gimoteó dando un golpe al volante, haciendo sonar el claxon.
Pog el amog del demognio, dagme un gespigo...-miró al cielo, no muy seguro de a quien hablaba, si a Dios... o a un doctor con pamela.

El hombre asía el volante de la limusina verde fuertemente, con gotas de sudor recorriéndole la frente, y sin atreverse a llevarse la manga del traje a ella para limpiarselas, por miedo a descuidar la concentración, y por ello perder de vista al coche que perseguía.
En el asiento trasero de la limusina reposaba tranquilamente su mentor. A quién, admiraba públicamente, y de quién aprendía.
El chófer apretó el acelerador y giró al volante a la derecha con todas sus fuerzas, interponiendo la limusina en mitad de la calle e impidiendo el paso al coche del monsieur De Gaulle.

Había logrado olvidarse momentáneamente de Rasputín, Arcadio, y la mentira con la que había mantenido a raya a los policías de San Antonio durante varios días.
Lo que más le dolía y le hacía sentir remordimientos... era que su mujer también había sido engañada.
Negó con la cabeza, como decepcionado consigo mismo, se había prometido que no iba a replantearse aquello ni una vez más, y que la verdad sería enterrada junto al cadáver de Arcadio.
Pero el cura en casa de Rasputín no estaba... y quizás era eso lo que no le permitía pasar página.
¿Quién osaba privarle de su paz?
¿Acaso no debía saber... después de haber encontrado el cadáver del sacerdote... con quién estaba jugando?
Otro relámpago iluminó la carretera y un cartel publicitario junto a la misma, que mostraba a dos modelos jóvenes posando para promocionar una colonia cualquiera.
Ambos se le antojaron afeminados, por lo que soltó un bufido.
Monsieur De Gaulle
Si al fignal váis a teneg la culpa de togo.
Egso sí que son engengdgros de las Tiniegblas-estuvo a punto de dejarle sordo un trueno y un frenazo de un coche que yacía a su izquierda.
¿Pego qué demognios...?
Ahora que había vuelto en sí, creyó volver a escuchar los derrapes del coche que le acompañaba, como si antes no le hubieran interesado, pero su poderosa mente los hubiera guardado en su cabeza, dispuesta a recordárselos en el momento propicio.
¿Por qué tanta prisa para colocarse a su altura?
Tuvo un presentimiento, y valiente, sin apenas miedo, bajó la ventanilla para que el otro conductor hiciera lo mismo.
Desconocía quien conducía, o quien podía haber en la parte trasera.
Las lunas tintadas ocultaban su identidad peligrosamente.

De Gaulle había bajado la ventanilla y observaba la de la limusina, tintada de un negro impenetrable. Un relámpago verde partió el cielo nublado, y comenzó a llover súbitamente. Las gotas repiquetearon contra el cristal, que, rechinando, comenzó a descender.
Una mujer asomó la cabeza y escrutó al francés a través de unas inadecuadas gafas de sol. Sumado a esto, el pañuelo de cuadros que rodeaba la cabeza de la señora imposibilitaba su identificación. Sin embargo, cuando ella habló, De Gaulle reconoció al instante a la propietaria del tono rasgado y letal.
SPOILER (puntero encima para mostrar)EUSEBIA
:
-Hola otra vez, pichoncín... -saludó gélidamente la imperecedera villana.

Ver el rostro de Eusebia ya le aterraba suficiente.
Hacía tan sólo unas semanas que la vio, al salir de la Iglesia tras su boda, y antes del convite, pero aquella mujer había vuelto con un rostro más aterrador que nunca.
Tal eran los recuerdos que le traían la villana, que comenzó a sentirse mejor persona, casi tan puro como cualquiera de sus compañeros.
Todo ello combinado con su insuperable inteligencia, y sus ganas por demostrarse una vez más su pericia, no dudó en hablar a la villana, con la que no cruzaba palabra desde que acudió a visitarle al hospital tras un largo coma.
Monsieur De Gaulle
Eusebia...
Togos nos hasegmos viejos-alzó el bastón que había estado reposando sobre el asiento de copiloto.
Pego al megnos cuangdo gegresagmos lo hasemos a bombo y platigllo.
Después te tangto tiempo... ¿éste es el gencuentgro que quegías conmiggo?
Te gecogdaba de otgra manega-rió escrutando su asqueante rostro con la mirada.
Viegnes sin sanggre, sin víssegas, sin cuchigllos ni hagchas...
¿Has estago yengdo a tegapia?-preguntó achinando los ojos, barajándolo realmente.

La carne visible del rostro de la exceladora se tensó con una sonrisa compuesta solamente por colmillos. Eusebia conservó la mueca durante un tiempo, saboreando el momento. Sin embargo, no estaba contenta, por lo que su dentadura adquirió pronto una forma muy distinta.
-Cállate, hijo de puta -le espetó con la voz seca-. Ahora me toca hablar a mí -añadió, acomodándose-. No entiendo por qué estás tan sorprendido. Me ofende que hayas sido capaz de pensar que pudiera perdonarte todo lo que me hiciste -aseveró, indignada-. Desde el día en que me humillaste, que me rechazaste... que intentaste acabar conmigo, he estado acechándote. Mientras investigabais a los laboratorios Dañino, como espero que no hayas olvidado, me atreví incluso a saludarte en alguna ocasión... Pero si no he vuelto a hacerlo desde que te casaste con esa puta -se refirió a Marina Salgado, escupiendo al suelo. El esputo se mezcló con la lluvia antes de alcanzarlo-, es porque tu boda me pareció un insulto. Pero nunca te quité el ojo de encima... Os seguí hasta París, y también estuve pendiente de ti mientras estuvisteis en la clínica de desintoxicación. Durante todo este tiempo, he estado esperando a que cometieras un error que me diese carta blanca para abandonar mi madriguera... y hace apenas unos días lo hiciste, pero jamás me habría imaginado que en lugar de uno serían dos -explicó con cierto agradecimiento-. Así que ahora vas a escucharme, desgraciado -masculló, dirigiendo la mirada hacia el interior de su limusina y comenzando a palpar en los asientos traseros en busca de algo. Una nueva sonrisa, esta cruel, apareció en su rostro cuando lo encontró- Así que ahora vas a escucharme... ¿no cree, padre? -preguntó, alzando en ese momento, sujetándola por los pelos, la cabeza cercenada de Arcadio Claus, que era a quien se había dirigido.
Irrespetuosa, la villana comenzó a agitar la cabeza del difunto parasicólogo y, como si fuese una ventrílocua, apretó los labios carbonizados para que cuando hablase pareciese que quien lo hacía era el sacerdote, que dijo lo siguiente:
-"Claro que sí. Si no lo hace, tendremos que contarle a la policía lo que me hizo..."

Y por si fuera poco, parecía ser conocedora de todo lo que había hecho durante aquellos dos días.
Lo entendió.
Sólo alguien ajeno a la comisaría podría haberle vigilado tan estrechamente, alguien que no tuviera que temer por la mano del Mal, y sólo tuviera que posar sus ojos sobre el francés.
Por un instante, se relajó, los acontecimientos parecían tomar otro cariz.
Allí estaba ella, la persona que quería destruirle, a su alcance.
Introdujo la mano derecha de forma disimulada en el bolsillo interior de su chaqueta, dispuesto a sacar su arma, pero cuando Eusebia descubrió la cabeza de Arcadio Claus, se llevó las manos al pecho, horrorizado.
Negó con la cabeza, y comenzó a golpear el volante al borde de un ataque de nervios.
Monsieur De Gaulle
¡¡¡Guagda egso, cabgrogna!!!-gritó más preocupado porque un coche llegara al lugar y viera el rostro de su víctima.
¡Eusebia, guágdaglo!-ordenó, pero la villana no cedía.
¡Si no lo hases te magto agquí mismo, cueste lo que cueste!
Eusebia, sin obedecer, simplemente parecía más atenta a sus palabras.
¿Cógmo tiegnes valog paga abogdagme de camigno al tgrabajo de esta fogma?
¿¡Cógmo tienes el valog de tenegme en vegla dos nogches... habiengdo gobagdo el cadáveg de Agcagdio!?-señaló la cabeza del cura.
¡Me das miegdo, Eusebia!
¡Miegdo pogque eges capas de migagme a los ojos, y con togda tgranquilidag hablagme cogmo si fuega tu maldigto chófeg!
Estás cabangdo la misma tumba que Gaspugtín y Agcagdio-murmuró señalándole con la empuñadura de su bastón.
Higja de pugta... ¿pego cógmo te atgregves?-apoyó la cabeza sobre el volante, cansado, pues realmente, no podía entenderlo.

A través de las gafas de sol negras, la villana escudriñó a De Gaulle, intentando discernir si el francés la temía más a ella o a la posibilidad de que revelase sus crímenes. Eusebia prefería que fuese lo primero.
Con la mano libre, separó los párpados de Arcadio Claus y le abrió los ojos, para que el francés pudiera ver la mirada rebosante de paz del parasicólogo. Después, la villana cedió y, lentamente, descendió la cabeza del sacerdote hasta que dejó de ser visible para los demás conductores, pero no para el francés. La única finalidad de haberle rebanado la cabeza al cura había sido experimental: atormentar al francés e intentar inspirarle algún remordimiento.
-Tus errores te han sentenciado -murmuró-. Asesinando a estas personas, me has pedido a gritos que comience aquello que llevo tanto tiempo planeando: mi venganza. Me juré que te causaría tanto daño como tú me habías provocado a mí, y exactamente eso voy a hacer. A partir de este momento, voy a obligarte a presenciar cómo todas las personas que crees que no te importan, pero yo te demostraré que sí lo hacen, mueren de las formas más dolorosas imaginables. Y cuando todos estén muertos y despedazados, y ya sólo quedes tú, y comprendas que han muerto por tu culpa... ire a por ti, y también te mataré. Y tú sufrirás más que nadie. Si te atreves a detenerme o denunciarme, sacaré a la luz todo lo que has hecho -sentenció, relamiendo la obviedad-. Ay, pichoncín, pichoncín... -pronunció, de una forma muy diferente a como en el pasado lo habría hecho. Cuando prosiguió, lo hizo apretando los dientes- Cuando mi motivación era el amor, yo ya era una mujer terrible, sí, pero también débil y patética; pero ahora que lo es el odio y la venganza, que por tu culpa carezco de compasión y piedad, que sé lo dura que puede ser la vida... soy el enemigo más peligroso al que jamás os habéis enfrentado.

Hacía escasos segundos se había relajado (antes de descubrir la cabeza de Arcadio), porque fuera Eusebia quien amenazara con descubrirle, y no un compañero.
Pero sus compañeros eran torpes, eran ineptos... eran... hombres de Paco.
A su entender, ni todas las hazañas que habían llevado a cabo desde que les conocía podían borrar sus patéticas actuaciones en su día a día.
Se había equivocado, creía que Eusebia estaba dotada de la inteligencia que le faltaba a la comisaría, aunque también estaba dotada de un incontenible odio.
Monsieur De Gaulle
Dises que me has estagdo obsegvangdo, pego sóglo me has visto velag pog mi segugidag... pog mi secgregto, y pog dos muegtes y un mongtaje.
Pego si siggues empeñagda en ese plan absugdo de caos y destgrucsión... me vegás actuag con objegto de mi simple y pugo plaseg.
Pog mi máxigma gealisasión pegsonal-susurró con los ojos cerrados, apretándose contra el sillón.

Cuando la villana escuchó la amenaza de De Gaulle, soltó la cabeza de Arcadio Claus, que rebotó contra el interior del coche, nuevamente con los ojos cerrados, y se rodeó una mano con la otra para arañarla. El hecho de que el francés no se rindiera allí mismo y le concediera que tenía derecho a vengarse la indignó profundamente. Asimismo, la observadora exceladora reparó en que el inspector de la Interpol apartaba la mirada constantemente.
Despiadada, Eusebia se desenvolvió el pañuelo que le rodeaba la cabeza y, primero despacio y finalmente con un movimiento brusco, se arrancó las gafas de sol, dejando al descubierto su cabeza deforme y abrasada por una llamas que ya habían cicatrizado hacía mucho tiempo.
-Mírame a la cara, De Gaulle -ordenó con falsa ternura-. Hazlo, y podrás irte.
Eusebia observó que no estaba sintiendo la satisfacción con la que tantas veces había soñado. Se consoló pensando que no tardaría en hacerlo.

La miró girando la cabeza con brusquedad, y arqueando las cejas, como dándole a entender que no le impresionaba, sino que más bien le incomodaba su presencia.
Monsieur De Gaulle
¿Quieges pgrobagme, vegdag?
Debegías sabeg que no hay golpe del que no loggre safagme, soy de la Integpol, me muegvo entgre Segvisios Secgregtos, no me subestigmes pog colabogag con una comisagía de tgres al cuagto.
Intentag jodegme a mí es cogmo atgrapag el hugmo con las magnos-sonrió.
Mi magno llegga más legjos que la de una pugta de miegda...
Y me consegdo el lugjo de insultagte, pogque ahoga soy yo quien se ha mosqueagdo-se aferró al volante con fuerza, arañándolo y rasgando el cuero.

Sin soltar las manos del volante, dispuesto a ejecutar cualquier orden de su jefa cuando procediera, aguzó el oído, escuchando toda la conversación entre Eusebia y De Gaulle. Finalmente, De Gaulle se marchó y Eusebia hizo lo propio, ordenándole arrancar. El chófer piso el acelerador rápidamente, y la limusina verde se perdió entre las callejuelas al segundo.

PD: la imagen y el audio se han desincronizado y lo segundo estropeado por motivos que desconocemos. Intentaremos subirla bien luego.

Irrelevantemente, amaneció.
La luz diurna iluminó el dormitorio y desperezó al psicólogo, que, mientras apoyaba la espalda en el cabecero de la cama, estiró los brazos elegantemente y bostezó sin descuidar la compostura; aunque nadie estuviera mirándole, necesitaba conservar la dignidad.
Félix desvió la mirada hacia un lado, y sonrió al descubrir a Lola junto a él. Ilustrada por los haces solares, la cara de su futura esposa estaba radiante, y el psicólogo juntó y movió las manos para crear sombras en el rostro de Lola y dibujar cabezas de animales con ellas.
Cerciorado de que su futura esposa estaba dormida, Félix enfocó ambos ojos hacia su propia nariz y comenzó a agitar los dedos frente a él en el aire, ansioso: a continuación, con movimientos nerviosos, los dirigió a su cara y comenzó a acariciarse el mostacho; al principio con respeto, y después con oscura lascivia. Lo hizo durante tanto tiempo y con tanto esmero que cuando más tarde se incorporara no necesitaría emplear el alisador de bigotes. Mientras tanto, vigilaba a Lola con el rabillo del ojo, preocupado porque le sorprendiera cometiendo tal infidelidad.
Félix advirtió que uno de los brazos de su futura esposa asomaba entre las sábanas, y que un mosquito se había depositado sobre la carne y, beneficiándose de la inconsciencia de Lola, le succionaba la sangre como bebiendo por una pajita. El psicólogo frunció el ceño y torció el cuello, y sus manos se deslizaron hasta desplomarse sobre la cama.
-¡Oiga! -chilló al insecto, molesto- ¡Apártese de mi novia!
El mosquito ignoró a Félix y prosiguió chupando. El psicólogo, al que el sonido de succión que el insecto producía al hacerlo comenzó a sonarle como una risa, apretó los labios y los puños, frustrado.
-¡Caballero! -insistió con desesperación- ¡Por favor, déjela en paz! ¡Se lo... estoy pidiendo por las buenas! ¡Lo que... está haciendo no... es justo!
El mosquito tampoco le hizo ningún caso ahora, y Félix agachó la cabeza y claudicó suspirando, sintiendo una impotencia angustiosa.
De pronto, lívido, alzó la vista, y la posición propició que como ojeras unas sombras rodearan sus ojos. El psicólogo observó al insecto con una mirada crítica: el diálogo había fracasado, pero su deber era salvar a Lola.
Inevitablemente, Félix elevó una mano y, tras unos instantes de indecisión, aplastó al mosquito con la palma de la misma. Cuando la apartó, desorientado, observó que una mancha roja había aparecido en la carne golpeada de su futura esposa, en cuyo epicentro pataleaba sin fuerzas y sobre toda la sangre que había arrebatado a Lola el espachurrado y agonizante insecto, hasta que finalmente dejó de hacerlo.
Boquiabierto, el psicólogo contempló la palma de su mano con los ojos desorbitados, y se excitó al comprender cuán poderoso era.
Elevó la mirada, y descubrió que, tras su mano, al pie de la cama, Bruce Willis le observaba con los ojos achinados y una sonrisa heroica. El héroe de Félix aprobó el asesinato con un asentimiento de cabeza. El psicólogo parpadeó, perplejo, pero no se le ocurrió preguntarse qué hacía Bruce Willis en su dormitorio y tan temprano.
Espabilada por la palmada en el brazo, Lola comenzó a removerse bajo las sábanas, y Félix, alarmado, aspavientó con urgencia hacia su héroe, instándole a que se fuera. Sin perder la sonrisa ni apartar la mirada del psicólogo, Bruce Willis lo hizo. Félix desconocía por qué, pero no quería que Lola viera a su amigo.

Se revolvió entre las sábanas, estirándose. Su futuro esposo ya estaba despierto. Lola le dedicó una sonrisa y se levantó de la cama, dirigiéndose a la cocina. Sin mediar palabra, comenzó a hacer el desayuno, con la radio puesta de fondo, al mínimo volumen. Lola no querría que el sonido del aparato incidiera en el ambiente, querría que fuese una mañana perfecta, que ella y Félix pudieran disfrutar de un merecido descanso, que por fin pudiera llamarle esposo. Lola sirvió las tostadas en unos platos, y colocó la cafetera en la mesa, en la que previamente había colocado un bonito mantel primaveral con diseño de flores. También tomó un esbelto y estrecho florero que apenas ocupaba espacio y colocando unas rosas frescas que le acaban de traer, lo depositó en el centro de la mesa, con una sonrisa en los labios. -Cariño, ven a desayunar conmigo. -El psicólogo acudió a la cocina, y ambos se sentaron en la mesa. Lola procedió a servirse el café, pero justo cuando iba a caer la primera gota recibió una llamada. -Un segundo cariño... -Se excusó tomando la llamada. Al otro lado del aparato se oyeron unos gritos, que Lola recibió alejando el teléfono de ella. Finalmente, el interlocutor dijo algo más y colgó. Lola cogió el bolso, y mirando a Félix con cara de vergüenza, se despidió. -Lo siento cariño, tengo que marcharme. Pero estaré aquí enseguida, tú ve comiendo. -Aclaró, y acto seguido, se marchó.

No tenía ni idea de cómo afrontar una situación así, pero una cosa tenía clara… él estaría allí apoyándole en todo lo que hiciera falta, y controlándole todas sus emociones para que no cometiera ninguna locura…
Después de salir de casa, tras ducharse y darse un buen desayuno, se montó en su coche y se fue directo a la comisaria, quería volver a ser el Mariano de siempre, y lo más importante… olvidar el pasado… aquel pasado tan terrible que pasó con sus compañeros… y con El Químico… por desgracia su compañero Aitor también lo vivió en sus propias carnes… pero, sabía que era algo que tendría que remediar el solo… metiéndole de una vez por todas en la cárcel para siempre…
Después de aparcar en los garajes, se dirigió a la puerta para entrar en la comisaria, antes cogió un periódico para leer los últimos acontecimientos de las últimas semanas, a medida que iba leyendo, avanzada hasta la puerta, y justo al abrirla, se tropieza con alguien de constitución fuerte al que le echa hacia atrás unos pocos metros
Mariano:
-¡Oye tú!... un poco de cuidado…

Era bueno estar en casa de nuevo, ya era hora de plantarle cara a su propia vida. Solo él conocía los motivos reales de su marcha...pero era mejor ya dejar de pensar en ello. Estaba deseando llegar a casa con Sara, con Michelle y con todos los suyos.al fin y al cabo, como en el hogar de uno, no le iba a tratar nadie en otro sitio.
Pero sobre todas las cosas, tenia ganas de ver a Paco, era sin duda, su padre. ¿cuantas veces en este tiempo habia necesitado sentir su mano en el hombro dándole ánimos? ¿y Mariano? seguiria con su eterno complejo, como antes, como siempre.
¡Cuanta razón tenian! aquellos que aseguraban que en el momento mas crítico de tu vida, es cuando descubres quienes son las personas a las que quieres dedicarles tu último pensamiento, dar el último abrazo e incluso ver por ultima vez. Por muchos lugares a los que el destino le llevara, Lucas sabía que estaba escrito, el final del camino siempre le dejaría en San Antonio. Lo que Lucas no podía saber es si le quedaba camino, todavía.
Precisamente siguiendo su camino estaba...vio de lejos la comisaria y respiró, como el niño que despierta sobresaltado de una pesadilla y se encuentra con los ojos de su madre...intentando calmar su sueño. La misma sensación tenia Lucas...deseaba verlos a todos, sin excepción...tan concentrado iba que no se percató que otro individuo intentaba cruzar las puertas al mismo tiempo.
Inevitablemente ambos se chocaron:
- ten cuidado gilipollas!!! Ma...Mariano!!! Mariano!!!!!
le abrazó como si le fuese la vida en ello...dejó caer todos los sentimientos que le nacian dentro en brazos de su amigo...le agarro de los hombros para mirarle fijamente a los ojos
- No sabras NUNCA hasta que punto deseaba que llegase este momento...

Mariano:
-¡LUCAS!...
Tras una primera reacción efusiva, tiró el periódico al suelo, y se abalanzo a el dándole un fuerte abrazo, por su cabeza pasaron tantos momentos… desde el secuestro del Químico hasta todo lo paranormal sufrido anteriormente.. pero allí estaba el… la persona que a pesar de todo… tendría que contarle de sus propias palabras lo de su hermana
-Dios Lucas… cuanto me alegra verte… co… ¿Cómo estás?, ¿Puedo invitarte a un café verdad?... hay tantas cosas de las que tenemos que hablar...
Le abre la puerta y pasan juntos, por fin, ambos estaban de nuevo juntos... pero a Mariano le venía ahora una importante misión

- Tio...tas mas delgado no??? que te cuentas??? no sabes con cuanta fuerza vengo...ahora sí, soy inmensamente feliz...

Mariano:
-Jejeje… gracias Lucas, si, la verdad es que he adelgazado un poco, últimamente solo estoy a base de berzas y lechuga, de vez en cuando me tomo la licencia de tomarme un asadito o algún que otro mollete relleno pero muy poco ya jejejeje… bueno Lucas… ¿Qué te pido?... ¿Un café?...
Disimulaba cada vez peor, sudaba y movía las mano, hasta que levantó la mano para llamar al camarero
-¡PERO BUENO AQUÍ NO NOS ATIENDE NADIE O QUE!... Que... que no veas como tarda el tío jejejejejeje, bueno… ¿En dónde has estado?... Empiezo a pensar que tienes aventuras y secretos… jejejejejeje….
Cada vez sudaba más…