LHDP - ROL Capítulo 18

El C18 marca el comienzo de la recta final del ROL.
La 4ª temporada pondrá final a una gran historia que lleva desarrollándose más de un año, y a la que aún, le queda mucho (y lo mejor) por contar.
•Resúmenes
•El Despacho de Don Lorenzo
•REGLAS•
- No interrumpir el juego con comentarios que deban ser tratados en el anuncio. De interrumpirlo, habrá de editar inmediatamente.
-Para adquirir un secundario, se ha de elevar una petición a la cúpula directiva. Sin embargo, obtener un secundario es muy complicado, ya que por lo general suelen estar vinculados al caso que se trata salvo alguna excepción.
- No se pueden alterar bruscamente las tramas generales de la historia ni aquellas que incumben a determinados personajes sin la aprobación de su propietario.
- ELENCO -
• (Paco Miranda) >>Carlinter_76
• (Lola Castro)>>Martinyfelix
• (Mariano Moreno)>>Bryan-Derek
• (Lucas Fernández)>>Lukesita
• (Sara Miranda)>>Lukiando
• (Gonzalo Montoya)>>Sara_93
• (Silvia Castro)>>Meli-esdm
• (Aitor Carrasco)>>Rubén16
• (Félix Montejo)>>Avataryl
• (Monsieur De Gaulle)>>Sauker
• (Marina Salgado)>>Meli-esdm
• (José Luis Povedilla)>>Martinyfelix
• (Reyes Sánchez Bilbao)>>Marsea
• (Dr. Decker) >>Bryan-Derek
• (Gregorio "Goyo")>>Dain
• (Lis Peñuelas)>>Dain
• (Rita Peláez)>>Sara_93
• (Blackman)>>Lyonel_19
• (Doña Concha)>>Lukesita
• (Don Lorenzo Castro)>>Avataryl
- CON LA COLABORACIÓN ESPECIAL DE -
• (Arcadio Claus)>>Sauker
• (Hermenegildo XXXVIII)>>Avataryl
• (Querubina Iluminada)>>Martinyfelix
• (Emiliano Salido)>>Rubén16
• (Dr. Pascual Dapena)>>Avataryl
• (El Maestro)>>Meli-esdm
- INTERVIENEN -
• (Rasputín Verenguer) † >>Sauker
• (El Químico)>>Bryan-Derek
• (Manuel Delgado)>>Rubén16
• (Fiti Bragueta & Sandra Millán)>>Sauker
• (Claude & Charlotte)>>Sauker
• (Inspector Olmo)>>Avataryl
• (Agapito Elano)>>Bryan-Derek
• (Bruce Willis)>>Avataryl
Cortinilla, realizada por Avataryl:
1er Tráiler, realizado por Sauker:
2º Tráiler, realizado por Avataryl:
3er Tráiler, realizado por Sauker:
SINOPSIS
Los agentes de San Antonio retiran el cadáver de Rasputín Verenguer (Sauker) de las escaleras del aparcamiento de la clínica. Según parece, el doctor resbaló y al recibir la caída murió en el acto, pero al comisario le inquieta que tuviera la cabeza completamente del revés.
Fiti, Claude, Charlotte y Sandra (Sauker) regresan de la clínica a su hogar, llorando la muerte del doctor. Fiti tendrá que dividir su tiempo, y junto con ver el Mundial, tendrá que encargarse de ejercer de cabeza de familia para tomar una decisión que cambiará sus vidas para siempre.
Ahora que Aitor Carrasco (ruben16) por fin ha conseguido la placa y conquistado a Silvia (meli-esdm) su prioridad será descubrir qué le pasó a Kike (BryanDeReK). Don Lorenzo (Avataryl) ha desmantelado la investigación y prohibido que nadie siga indagando, por lo que el agente tendrá que realizar sus pesquisas en secreto.
La sospecha de que "El Químico" (BryanDeReK) podría ser la persona que ordenó la ejecución de los policías aterrorizará a Mariano (BryanDeReK), que además se sentirá responsable por haberle permitido escapar de los calabozos. Además, el subinspector deberá hacer frente a las consecuencias del doble asesinato que perpetró durante la estancia en la clínica…
Después de renunciar a las armas y la violencia, Félix (Avataryl) se considera otra vez merecedor de compartir su vida con Lola (martinyfelix). Sin embargo, pronto descubrirá que su futura esposa ha sido secuestrada de nuevo, y cuando comience a buscarla, su compromiso pacifista se pondrá a prueba por primera vez…
El inspector de la Interpol, De Gaulle (Sauker), se ha convertido en un marido soso y aburrido y para colmo, muy a menudo, sufre ataques de ansiedad y amagos de infarto. Pese a los consejos de Marina (Meli-esdm), declinará la posibilidad de encontrar un nuevo médico de cabecera que le trate, avergonzado por los problemas que le aquejan a su temprana edad. De Gaulle sospechará además que Marina tiene un amante. El francés encontrará en Félix (Avataryl) todo el apoyo que necesita para descubrir al posible amante de su mujer y, de paso, superar los baches que le amargan la vida.
Abrumado por los últimos acontecimientos, don Lorenzo (Avataryl) recordará a Félix (Avataryl) lo que acordaron en París, y el comisario se someterá a la terapia del psicólogo. Gracias a esto, el comisario superará poco a poco su pesadumbre y recuperará la fortaleza y energía que le caracterizan. El deseo por Marina Salgado (meli-esdm) aumentará desproporcionalmente, y llegará un momento en el que no logrará refrenar la pasión que siente por la comandante…
Después de presenciar la muerte de su amiga Amaia (mitchie) , Goyo y Lis (Dain) deberán decidir finalmente con quién está su lealtad cuando el inspector Olmo de Asuntos Internos vuelva a contactar con ellos. Antes de reanudar su trabajo en la comisaría, a los dos becarios se les concederá una excedencia para que puedan superar la pérdida.
A la hora de realizar una autopsia, Silvia (meli-esdm) confesará que el trabajo le sobrepasa, y que no podrá seguir encargándose de todo el apartado científico de la comisaría sin ayuda. Pronto contratarán a otro forense, llamado Decker (?), para que trabaje con Silvia (meli-esdm). Probablemente, esto no agradará a Aitor (ruben16)...
Después de una semana de baja, Paco Miranda (?) volverá a la comisaría... La comisaría recibirá la noticia de que han sido hallados dos cadáveres en una cueva. Algunos agentes se desplazarán hasta allí para investigar. Y así es como dará comienzo el caso más difícil al que San Antonio se haya enfrentado jamás...
Cabecera, realizada por Avataryl:

[...]
-Sí, la infiltración fue un horror. He estado al borde de la muerte varias veces.
ROCAMORA
-Bueno, al menos no estás muerto como... -Rocamora le dió un codazo en el estómago, interrumpiéndole.
POVEDILLA
-El becario se quedó mudo mientras Rocamora se llevaba las manos al estómago dolorido. Quintanilla intentó improvisar algo hablando del tiempo, pero nadie le contestó. De repente, el silencio se vió forzado a finalizar cuando unos truenos cercanos resonaron en el cielo.

-Pero a lo que iba: sólo hace dos semanas que he retomado el comisariato, y desde entonces no han parado de pasarme cosas horribles. A saber: Paco, Lucas y Aitor me han confesado algo terrible; una de las personas a las que más he admirado en mi vida ha resultado ser un pedófilo y un hijo de puta; mi hija Lola no me respeta; el agente Gallardo ha tenido un accidente de coche y ha muerto; Paco ha desaparecido; Asuntos Internos nos tiene en el punto de mira; Moreno se ha cargado a sangre fría a dos personas inocentes; han intentado matarnos, y a la becaria Mondragón la han... desmochado; hemos descubierto que ahí fuera hay algún pirado que quiere vernos a todos bajo tierra; y, sólo unos minutos después, hemos encontrado el cadáver del doctor Verenguer con la cabeza del revés; y... para colmo, el tonto de los cojones de mi futuro yerno... ¡no me hace ni puto caso! -ladró el comisario quejica, acompañando el final de su enumeración con un brutal puñetazo en la mesa que tenía ante él.
FÉLIX:
El psicólogo se despertó al escuchar el golpe y, sobresaltado, se desequilibró sobre la silla y necesitó aspavientar con ambas manos para no despatarrarse. Conmocionado, cuando lo logró alzó el dedo índice para recolocarse las gafas.
Se encontraba en su despacho -que, a su vez, estaba en el interior de Rocamora-, atendiendo a don Lorenzo en la primera sesión de terapia de éste.
-¡Que me... aspen!, ¿qué... ha pasado? -inquirió Félix, bostezando- ¡Le... estaba escuchando, Lorenzo! Lo que... pasa es que si... cierro los ojos, se me... agudiza el oído -aseguró, asintiendo con la cabeza y la boca abierta mientras se asestaba pequeños golpes con el dedo en el lóbulo de una oreja- Lo... entenderá cuando... sea psicólogo.
DON LORENZO:
El comisario, que no era psicólogo, desconocía si lo que Félix le estaba diciendo era verdad o mentira, pero en cualquier caso se le antojaba muy extraño. Sacudiendo la cabeza, decidió que no lo indagaría, porque para que el psicólogo siguiera resultándole amistoso era preciso saber lo menor posible sobre él. Además, tenía preocupaciones más relevantes.
Desesperado, don Lorenzo se levantó y comenzó a caminar de una pared a otra del despacho, bufando y apretando los puños. Mientras lo hacía, prosiguió con la sesión.
-¡Y eso no es todo, Félix! -añadió, angustiado, y entonces se detuvo- Lo peor de todo es que creo... (Sobra decir que esto debe quedar entre nosotros, así que le ruego una confidencialidad absoluta) ¡que me estoy enamorando de la comandante Salgado! -exclamó entre dientes, y a continuación retomó la repetitiva marcha para evitar así descubrir la impresión que sus palabras habían impreso en la cara del psicólogo- Su voz, sus ojos, su pelo, su carácter... ¡desde que he vuelto, no consigo quitármela de la cabeza! ¿Qué hago, Félix? -preguntó, desesperado, arrodillándose junto al escritorio del despacho y juntando ambas manos sobre la mesa.
FÉLIX:
El psicólogo, que hasta entonces había seguido atenta y curiosamente los movimientos de don Lorenzo, torció el cuello y adoptó una actitud pensativa cuando el comisario le pidió consejo. Félix se acarició la barbilla con el dedo índice y comenzó a dilucidar...
Marina Salgado era la esposa de De Gaulle; y De Gaulle era su amigo; por lo tanto, si la comandante y el francés se divorciaban... ¡Félix y él podrían pasar más tiempo juntos!
-¿Sabe qué, Lorenzo? Yo que usted me... lanzaría a por ella -le recomendó, seguro de que esa solución contentaría a todos.
DON LORENZO:
El comisario frunció el ceño y desvió la mirada al escuchar a Félix, y durante algún tiempo reflexionó sobre la respuesta del psicólogo. Se mordió el labio y, de pronto, con una gran determinación, asintió con la cabeza.
-¿Sabe qué, Félix? -preguntó, y el psicólogo negó con la cabeza- Que tiene toda la razón. Ya está bien de que todo el mundo se aproveche de mí y me pisotee; se acabó. Por una vez, voy a hacer lo que me dé la gana. Marina se merece a alguien mejor que a ese… gabacho. Yo le daré lo que De Gaulle no le da: para empezar, cariño -divagó, y, con la mirada fija en un punto inconcreto, se levantó-. Gracias por su ayuda, doctor -agregó, rodeando una de las manos de Félix con las suyas y agitándolas-. Mañana seguimos a la misma hora que hoy –ordenó. Después, mucho menos apesadumbrado que cuando entró, salió del despacho.
FÉLIX:
Mientras su paciente hablaba, el psicólogo había esbozado una sonrisa cándida, que no se desvaneció hasta que don Lorenzo abrió la puerta del despacho con intención de irse.
-¡Eh! -chilló Félix, agitando las palmas de las manos con nerviosismo- ¡Yo... he escuchado sus problemas! ¡Ahora... escuche usted los míos!, ¿no? -dijo, pero el comisario ya había abandonado el cubículo, sin que ningún gesto delatara si le había escuchado o no.
Chasqueando la lengua, el psicólogo se cruzó de brazos, enfadado y con la impresión de que acababa de cometerse una injusticia.
Entre otras cosas, quería preguntarle a don Lorenzo dónde estaba Lola. Su futura esposa había acompañado al comisario a la clínica cuando algunos agentes se dirigieron allí para detener al tercer socio de los Delgado, pero Félix aún no la había visto. Y quería hacerlo, ahora que de nuevo se consideraba merecedor de interactuar con ella.
Sintió un gran peso en uno de sus bolsillos: la 9milímetros ya no estaba en él.

Mariano:
-Ohh mister Pitty... hazme olvidar...
En cuestión de segundos... se quedó dormido... pasando así... a un nuevo dia

El becario había pasado la noche en vela (o lo que quedaba de ella), puesto que Lis había desaparecido, y la culpa le corrompía. Después de todo, tenía que haber estado más pendiente de ella. Cuando la chica había llegado, gravemente alterada, se había encerrado en su habitación y no le había abierto la puerta. Goyo siguió despierto hasta que el sol matutino atravesó los cristales del apartamento, y en aquel momento entró en la cocina, tras haberse quitado el pijama y colocado el uniforme de policía. Reprimiendo un bostezo, comenzó a preparar el desayuno.
Lis
Entró en la cocina, todavía con su camisón de dormir, y farfulló un buenos días a su compañero de piso, que ya estaba arreglado. Sacó una botella blanca de la nevera para tomarse un triste vaso de leche, más bien por obligación que por necesidad, pero de repente se encontró con una mesa implacable provista de zumo, tostadas y galletas en cantidad. A pesar de que su moral estaba por los suelos, hizo un esfuerzo por sonreír a Goyo. No se había fijado en que llevaba un delantal sobre el uniforme, y emitió una leve carcajada.
- Muchas gracias - susurró, al ver cómo él cogía del respaldo su silla y la echaba hacia atrás con parsimonia, pretendiendo que la chica se sentara. Ella lo hizo agradecida, y luego el joven se aposentó ante ella.
Goyo
No sabía qué decir, sólo sonreía, y se alegraba de haber podido animar a su compañera. Pero ellos dos nunca habían sido verdaderos amigos. El elemento de unión entre ellos había sido Amaia. La piedra angular del trío. Pero no iba a dejar que su ausencia influyera en su relación. Decidió sacar un tema de conversación, pero sus ojos fueron a parar al cuello magullado de la becaria. Había un moratón en él.
- Lis - murmuró, visiblemente turbado - ¿Qué te ha pasado?

Situado tras Rocamora, que llevaba el liderazgo y acurrucado junto a Quintanilla, los tres agentes avanzaban por las escaleras, en dirección al laboratorio.
QUINTANILLA
-Joder, Jose Luis, ten cuidado con el "bichito". -Le apartó de su pecho, pero el becario se volvió a juntar. Finalmente llegaron al segundo piso, parándose y dirigiendo la miranda hacia el espacio de trabajo de Silvia, intentado escudriñar algo a través de la puerta.
ROCAMORA
-¡Coño, ahora me acuerdo! Silvia me dijo que se había fundido la luces. Pero hay que salir a comprar bombillas de repuesto... y yo ahí no salgo.
QUINTANILLA
-Suspiró nuevamente, apartando al becario. -¡Coño Jose Luis! Que te estés quieto, que parecemos gays...
POVEDILLA
Se separó levemente de él (aunque aún seguía sujetándole la cintura con los brazos) y dejando de tartamudear, le contestó. -¿Gay...yo? No, hombre, no. Yo que voy a ser de esos. Eso os lo ha dicho el monsieur... pues no, no lo soy. Yo... gay... vamos ni loco. -Negaba haciendo aspavientos con las manos.
ROCAMORA
-Queréis callaros ya. Que vamos a asustarle. -Echó mano de su pitola, y la sacó apuntado hacía el laboratorio.
POVEDILLA
-¿Asustar a quién? -Preguntó extrañado. -No me ireís a decir que hay un... ladrón ahí, ¿verdad que no?
ROCAMORA
-No, Povedilla, no hay un ladrón, no. Es el fantasma de la comisaría. Llevamos noches intentando darle caza, pero siempre se os escurre. -Dijo, y Quintanilla asintió con la cabeza sus afirmaciones.
POVEDILLA
-Un... ¡¿fan---fantasma? -Instintivamente retroció un paso, y al estar tan cerca del borde perdió el equilibro. -¡AA--- AAAHHHHHH! -Gritó, a caballo entre en susto y la caída, precipitándose escaleras abajo.
QUINTANILLA
Quintanilla bajó saltando de tres en tres para socorrerle soltando otro suspiro y agarrándole del brazo, le levantó. -Joder, Jose Luis, quieres estarte quieto. Venga, leñe, que Rocky se va a llevar toda la gloria. Llevándole a rastras, volvieron al pie de la escalera, comprobando que la puerta del laboratorio estaba abierta. Quintanilla desenfundó su reglamentaria, y irrumpió en el despacho, con Povedilla al cuello. -¡¡Toma, fantasmita allanadooor!! -Y tras disparar una sarta de balas por todo el laboratorio, destrozando los frascos y utensilios de Silvia, se paró en seco para observar como estaba el fantasma. Sin embargo, para suerte de Povedilla, del fantasma no había rastro. En la habitacción solía había una persona.
SPOILER (puntero encima para mostrar)Rocamora yacía sobre él suelo con una brecha en la frente.

Tras la terapia con Félix, y dada la hora y la tormenta que azotaba el exterior, el comisario abogó por confinarse en su despacho y dormir allí; sin embargo, debido en parte a que no disponía de su antifaz, fue incapaz de coinciliar el sueño. Por otro lado, los últimos acontecimientos y su conversación con el psicólogo atestaba sus pensamientos. Aun estando despierto, soñó con Marina Salgado.
Cuando la incomodidad de su butaca comenzó a enfurecerle, don Lorenzo se levantó, abandonó la oficina y comenzó a pasear por la comisaría, que en esos momentos -al menos eso creía- se encontraba desierta, observándolo todo melancólicamente. La tormenta ya había amainado, y el silencio se había enseñoreado del lugar... hasta que unos disparos provenientes del piso superior lo quebraron. Alarmado, don Lorenzo encogió el cuello y, agitando las agarrotadas piernas para despertarlas de su letargo, emprendió una carrera hacia allí. El ruido procedía del despacho de su hija Silvia.
-¿¡Quién está ahí!? ¡Responda! -ordenó, desenfundando su pequeño revólver y adentrándose en el despacho prudentemente, preocupado y comenzando a sentirse maldito.

Salió corriendo del despacho, abalanzándose sobre el comisario. -¡Don Lorenzo, Don Lorenzo! ¡Que lo ha matado! ¡¡Socorro, ayudeme!! ¡¡Comisario, salveme!! -Salto entre sus brazos, y Don Lorenzo no tuvo más remedio que cogerle.
QUINTANILLA
Salió del despacho aún empuñando el arma, pero al ver que era el comisario, fue a guardarla rápidamente. Con tantas prisas, el arma se le resbaló de la mano y cayó al suelo. -¡NO¡ Comisario, no diga nada. -Y finalmente se la guardó.

El comisario reaccionó instintivamente cuando Povedilla se arrojó a sus brazos, acogiéndole cálidamente, pero una vez estuvo el becario allí, don Lorenzo le acunó con el rostro retorcido, fulminándole con la mirada y, finalmente, le lanzó hacia atrás, cayendo Povedilla tras él y rodando escaleras abajo.
Quintanilla siguió la estela del becario cuando el comisario descubrió el cuerpo de Rocamora en el despacho de Silvia.
-¡Hijo, aguante! -ordenó don Lorenzo, corriendo al interior del laboratorio y arrodillándose junto al mítico agente, al que comenzó a zarandear- ¡Aguante, aguante! ¿Está bien? ¿¡Qué le han hecho esos dos gansos!? -inquirió, desesperado.

Mariano:
-¡Coño!... no... no puede ser... si yo no soñé nada...
Al meterse la mano en los pantalones, sacó de el su pato Pitty, que se le había metido dentro sin saber como...
-¡Pero Pitty!... ¡Cómo has llegado aquí!... espero que aitor no lo haya visto... ¡Glub!...
Se levantó de la cama rápidamente y se dió una ducha de agua fría, abrió la puerta de su habitación y allí estaba el... en el sofá como un tronco...con las patas liadas y los hombros unos encima de otros
-ejem...¡Aitor!...tenemos que irnos... ya son las 8 menos cuarto... tenemos poco tiempo para llegar al trabajo... venga vamos...
Tras despertarse este... se aseguro de que la parte de ropa encontrada en su puerta estuviera en sus bolsillos, una vez asegurado, desayunaron y salieron por la puerta directos a comisaria...al llegar abajo ya estaba su nuevo coche de sustitución esperandole, que esa misma noche había pedido por el accidente del anterior
-Venga vamos... hoy tengo la impresión de que nos espera un dia movidito...
Arranca el coche y va directo a comisaria, una vez allí, aparca en el garage y se bajan juntos adentrandose así en la comisaria

Goyo y Lis entraron en la comisaría poco después de que lo hicieran Mariano y Aitor. El primero estaba intranquilo, y no cesaba de enviar miradas de desconfianza hacia la segunda, sobretodo a aquel rasguño en su cuello. No dejaba de preguntarse cómo podía haberselo hecho, aunque la becaria insistía en que se había dado un golpe con una puerta. Sí claro. Si hubiera tenido novio, Goyo habría estado seguro de que él habría sido el autor del maltrato, pero de no ser así, el muchacho se quedaba sin alternativas. Algo le debía de haber pasado en su marcha nocturna. Ella le había contado que había estado junto al parque del lago que había no muy lejos del piso donde habitaban. Si era verdad o no, lo comprobaría pronto, puesto que antes de partir había hecho una llamada a la comisaría, informando de que había habido un robo en un local próximo y que necesitaban las cintas de las cámaras de vigilancia de los establecimientos cercanos. El chico, fingiendo su mejor sonrisa, abrió la puerta y permitió el paso a la joven, que le respondió del mismo modo, para anunciar que se marchaba a la sala de tiro.

-¡ANORMAL DE CARRITO! ¡Eso es lo que eres, un anormal de carrito! ¿No tengo yo razón, comisario?
¡¿QUE PASA, ES QUE COMES MIERDA DE GATO?! -Con la cabeza vendada cutremente, y tumbado en una camilla en medio del pasillo, le gritaba al becario que estaba a su lado, complaciente. - ¿' O DE PERRO?! ¡¡EH GILIPOLLAS!! ¡¿EHH?! ¡¡Y TRAEME YA EL AGUA, GANSO!!
POVEDILLA
Obedeció ipsofacto, saliendo a todo correr a la cafetería. Enseguida estuvo de nuevo frente a Rocamora entregándole la botella.
ROCAMORA
-¡¡PUAJJ!! ¡¡ESTO ESTA CALIENTE, TRAEME OTRA, IDIOTA!! -Povedilla volvió a emprender la marcha y volvió con otra botella, que esta vez si fue de agrado al agente. -Venga, coje la mopay ponte a limpiar. ¡Fuchi, fuchi! -Ordenó con la mano.
Povedilla se retiró sumiso diriguiéndose al cuarto de limpieza y Quintanilla suspiró nuevamente, olvidándose de ellos y retomando su trabajo.

Pestañeando, el comisario siguió con una mirada incrédula el trayecto de Rocamora, que permanecía vivo pero le estaba imitando diestramente. No obstante, el alivio de que una nueva tragedia no les hubiera azotado alegró lo suficiente a don Lorenzo como para que no se enfadara demasiado. Así que, negando con la cabeza y poniendo los ojos en blanco, regresó a su despacho.
De camino hacia allí, tropezó con Povedilla, que en esos momentos se afanaba en lustrar el suelo, y le apartó brutalmente.
-¡Aparte, Povedilla! ¡Quite, quite, hombre, que estorba! -farfulló sin detenerse, retomando el trayecto. Sin embargo, poco después ladeó levemente la cabeza para observar a Povedilla. ¿Y si el becario moría sin que don Lorenzo le conociese mejor? El comisario sintió cómo si un nudo se le formase espontáneamente en el estómago. Aun así, continuó andando.
Cuando se disponía a adentrarse en su despacho, advirtió por el rabillo del ojo cómo unos tipos uniformados entraban en la comisaría, y se detuvo en seco para dirigirse hacia allí- Hola. Soy el comisario, don Lorenzo Castro -se presentó, sonriendo amenazadoramente-. ¿En qué puedo ayudarles? -Los individuos señalaron inequívocamente un logo impreso en sus uniformes, y a continuación explicaron que pertenecían a la policía científica y habían acudido a la comisaría para entregarles las grabaciones de las cámaras de seguridad del aparcamiento de la clínica. Abrumado, el comisario aceptó las cintas y les despachó en el acto. Después, escrutando las grabaciones con la mirada, retrocedió- Muy bien. doctor Verenguer. Ya va siendo hora de saber qué le pasó... ¡Povedilla, deje eso y convoque una Brifing!

El becario devolvió los utensilios de limpieza a la limpiadora, que estaba leyendo el Coure, y se dirguió a recepción. Una vez allí agarró el microfóno, y grito. -ATENCIÓN, A TODOS LOS AGENTES, SE CONVOCA UNA REUNIÓN EN LA SALA BRIEFFING. REPITO, REUNIÓN EN SALA BRIEFFING. NO TARDEN -Se dirigió a la sala para esperar allí, y por el camino se tropezó con Rocamora, que le fulminó con la mirada. Quintanilla subió corriendo y tras empujarle al pasar junto a él, se adentró en la sala, justo en primera fila.

Mariano:
-Señor Povedilla... como esta usted... ¿Sabe que tengo un pato al que le he bautizado como Pitty?... tengo dos si quieres te puedo regalar uno... jejejeje...
Le decía en un tono burlón para desestresarse tras a ver dormido solo 3 horas y para colmo... pasando un dia anterior malisimo

Tras la terapia con don Lorenzo, el psicólogo había enterrado la cabeza entre los brazos, que a su vez había apoyado en el escritorio de su despacho, y se había dormido esperando a Lola, por lo que también había pernoctado en comisaría. Cuando la megafonía tronó, Félix se sobresaltó, emitió un chillido agdo y, sin haber escuchado el contenido del comunicado, corrió intuitivamente hacia la sala de reuniones.
Una vez dentro, descubrió que los agentes más madrugadores ya se encontraban allí. Perplejo, se sentó silenciosamente en alguna silla.
La eficacia de su instinto policiaco le turbó.

Al entrar Mariano desvió la vista de Quintanilla, que le miraba burlonamente, sin decir ni una palabra. -Lo siento, sub-inspector, los patos no son lo mío. Yo soy más de felinos. Pero gracias igualmente.

Mariano:
-De acuerdo... bueno... pues lo guardaré por si acaso eh...
Desvia la mirada a Félix, al que logró observar sin darse cuenta de como había entrado, le miró con cara de pocos amigos... ya que fue el quien le detuvo por la muerte a los dos celadores y lo puso encima del mismisimo Don Lorenzo, asi que asintió en forma de saludo hacia el... y volvió a mirar hacia delante... nervioso y mordiendose las uñas
-Jooooder....

Fiti aparcó frente a la casa, y con el rostro torcido caminó del brazo de Charlotte.
Seguidos por Claude y Sandra.
El padre de De Gaulle insistía en llevarla por la cintura, pero ella se negaba en todo momento, asustada ante la insistencia de aquel señor al que no recordaba (tan sólo que la cogió del cuello el día antes intentando asfixiarla).
Fructuoso "Fiti" Bragueta
Rasputín ha muerto...
¿Qué haré ahora?
Los partidos no volverán a ser iguales-contuvo las lágrimas.
Charlotte
Oh, tgranquiglo, Figti.
A él no le gustagía vegnos agsí.
Adegmás, Espagña ha ganagdo el Mungdial, debegías contentagte con egso.
Lo impogtangte es migag hasia adelangte, y miga, yo te voy a hablag clago.
Yo no voy a haseg nagda-negó con la cabeza y las manos.
Segxo togdo el que quiegas, pego ni plangcho, ni limpio, ni cosigno, ni nagda de nagda...
Todos entraron en la casa.
Caminaron desolados por los pasillos, observando las fotos que habían sobre los muebles.
Para empezar, dos fotos que al doctor le hacían recordar a sus dos difuntas:
Un globo elevándose en el cielo con una chica saludando y otra hecha desde un acantilado, que mostraba un centenar de tiburones devorando a su presa...
También había una foto del inspector De Gaulle en coma en el hospital "Nuestra Señora del Milagro Inútil".
Otra de Rasputín, Fiti y Sandra brindando entorno a la mesa.
Otra que hizo Fiti, con Rasputín cargando a sus espaldas las maletas de Claude y Charlotte, quienes le seguían subiendo las escaleras en su llegada a la morada del doctor.
En otra, toda la familia alrededor de la cama de Sandra, la cual, lasciva, alzaba un crucifijo ensangrentado mientras Claude la señalaba riéndose.
Recogieron sus maletas de las habitaciones, y se despidieron de todas ellas, una por una, con lágrimas en los ojos.
Fiti tomó un retrato de Rasputín, que sonreía mirando a cámara, con el dedo pulgar en alto.
Charlotte chistó, y su amante, Claude y Sandra cesaron su paso.
La señora De Gaulle señaló unos paños en el suelo, y todos sonrieron.
Por una vez hicieron caso al doctor, y caminaron hacia la salida arrastrando unas gamuzas para no manchar el suelo.
Sandra
Fiti...-sacó una palmera del interior de su abrigo, y comenzó a engullirla.
Tofavía no nof haf disho a donfde fafmos-escupió un trozo que dio a Claude en la nuca, para después caer al suelo aturdido.
Ej que me ha dagjo un antojjo-se metió la mitad de la palmera en la boca para comerla a toda prisa antes de que alguno se la arrebatara de las manos.
Fructuoso "Fiti" Bragueta
A Francia, Sandra.
A empezar una nueva vida para dejar atrás los fantasmas del pasado.
Vamos a vivir en la casa de Charlotte-sonrió a su novia tras darle un tímido beso en los labios.
Claude contuvo una arcada, y caminó con sus maletas al coche seguido de Sandra, con la que deseaba quedarse a solas.
Charlotte abrazó a Fiti.
Charlotte
Ay, Figti.
Pog fin me siengto gealisagda cogmo mujeg.
Y ahoga, en Fgrangsia, cgriagemos a Sandgra cogmo la higja que nungca tuvigmos...-le agitó extasiada.
Fructuoso "Fiti" Bragueta
Pero si tú tienes a De Gaulle y a sus dos hermanas...
Charlotte
¡¡¿Cógmo te atgregves?!!
¡Y tú tiegnes otgro que no te hagbla!-le echó en cara golpeándole la espalda con su bolso.
Fructuoso "Fiti" Bragueta
Si, sí, si a mí todo esto...-señaló a su alrededor, dejando ver que su vida anterior le daba igual.
Bueno, pues si tú pones la casa yo pondré el dinero.
Tengo unos ahorrillos de Rasputín, puedo seguir de profesor de autoescuela en París, que habrá mucha demanda-dijo triste, sin ganas de volver al trabajo.
Charlotte
¿¡Qué quieges!?
¿¡Anulagme cogmo seg hugmagno!?-le agarró del jersey sobre la camisa.
¿¡Qué vigva togda la vigda enseggaga entgre cuatgro padeges sin veg la lus del Sol a la sombgra de tus loggros!?
Fructuoso "Fiti" Bragueta
No, no...
Tranquila, mujer.
Si sólo era una idea...-Charlotte le soltó, ofendida, y corrió hacia el coche malhumorada.
Ay, la ostia...-se lamentó por el patinazo que había dado su vida, se estaba arrepintiendo y no había montado en el coche.
Mientras tanto, junto al coche, Claude puso una mano sobre el hombro de Sandra.
Carraspeó la garganta, y se acercó a ella, que lloraba la muerte de Rasputín.
Con el fin de animarla, le susurró.
Claude
El Engte ha desapagesigdo paga siempgre, Sandgra.
Ya eges una mujeg completamengte libgre.
Sandra
¿De verdad?-cesó su llanto para secarse las lágrimas, apenas lo había pensado.
Es cierto...
Qué bien...-sonrió, contenta.
Claude
Clago que sí, nagdie volvegá a contgrolagte nungca...
La chica guardó silencio.
Por fin volvería a ser dueña de ella misma.
Y lo cierto es que sin Rasputín, podría atracar la nevera todas las veces que quisiera.
La situación no era tan grave como para verlo todo de forma excesivamente negativa.
Se atusó el flequillo, y mostró a Claude su rostro feliz, el de una mujer libre de ataduras.
Al cogche, esclagva...-ordenó convincente.
Sandra
Por supuesto-asintió repetidas veces sin pensar, había estado demasiado tiempo a la merced de un espíritu invasor.
Charlotte, Claude y Sandra aguardaron en el coche.
Fiti seguía en la puerta, observando desde el umbral la ancestral casa del doctor.
Miró el retrato que sujetaban sus manos, para ver la cara de Rasputín.
Su sonrisa le transmitió felicidad...
Cerró la puerta, y cogió sus maletas.
Y entonces, se paró en seco.
Tras varios segundos de trance, se volvió decidido, la abrió por última vez, y lanzó un mensaje al aire, con el Ente como destinatario.
Fructuoso "Fiti" Bragueta
JÓDETE-ladró contundente antes de dar un portazo y dirigirse al coche, para llevar a su familia a Francia, el lugar en el que probablemente vivirían felices para siempre.

El comisario caminaba erguido tras Quintanilla -pues Rocamora se había negado a hacerlo-, que transportaba una mesa con ruedas sobre la que reposaba un televisor. La puerta de la sala Brifing cedió ante la fuerza ejercida por la mesa, y el agente la condujo hasta detrás del atril. Don Lorenzo le siguió.
-Gracias, Quintanilla, gracias. Puede sentarse -despachó distraídamente al policía, acompañando sus palabras con un ademán. Seguidamente, el comisario barajó las cintas de vídeo, en cuyo anverso figuraba adherido un papel en el que se indicaba las horas con las que se correspondía la grabación y, tras encontrar la que les interesaba, depositó rudamente las demás en uno de los compartimentos de la mesa e introdujo la importante en un reproductor. Después, comenzó a husmear en torno a la televisión y, tras un rato infructuoso, ladeó el cuello lentamente hacia los escasos integrantes de la reunión y arrugó el rostro-. Díganme dónde está el "Play" -ordenó, rugiendo.

Mariano:
-H.. hay Don Lorenzo... al lado del pause de color rojo... a la derecha... jeje...
Se volvió a sentar en la silla después de levantarse para señalarselo pero no pulsarlo al temer que este pensará que era un inútil, y era lo último que le podía pasar para acabar realmente mal... con el Comisario
-E... éstas tecnologías Don Lorenzo... que no hay quien las entienda... jejeje...