LHDP - ROL Capítulo 18
El C18 marca el comienzo de la recta final del ROL.
La 4ª temporada pondrá final a una gran historia que lleva desarrollándose más de un año, y a la que aún, le queda mucho (y lo mejor) por contar.
•Resúmenes
•El Despacho de Don Lorenzo
•REGLAS•
- No interrumpir el juego con comentarios que deban ser tratados en el anuncio. De interrumpirlo, habrá de editar inmediatamente.
-Para adquirir un secundario, se ha de elevar una petición a la cúpula directiva. Sin embargo, obtener un secundario es muy complicado, ya que por lo general suelen estar vinculados al caso que se trata salvo alguna excepción.
- No se pueden alterar bruscamente las tramas generales de la historia ni aquellas que incumben a determinados personajes sin la aprobación de su propietario.
- ELENCO -
• (Paco Miranda) >>Carlinter_76
• (Lola Castro)>>Martinyfelix
• (Mariano Moreno)>>Bryan-Derek
• (Lucas Fernández)>>Lukesita
• (Sara Miranda)>>Lukiando
• (Gonzalo Montoya)>>Sara_93
• (Silvia Castro)>>Meli-esdm
• (Aitor Carrasco)>>Rubén16
• (Félix Montejo)>>Avataryl
• (Monsieur De Gaulle)>>Sauker
• (Marina Salgado)>>Meli-esdm
• (José Luis Povedilla)>>Martinyfelix
• (Reyes Sánchez Bilbao)>>Marsea
• (Dr. Decker) >>Bryan-Derek
• (Gregorio "Goyo")>>Dain
• (Lis Peñuelas)>>Dain
• (Rita Peláez)>>Sara_93
• (Blackman)>>Lyonel_19
• (Doña Concha)>>Lukesita
• (Don Lorenzo Castro)>>Avataryl
- CON LA COLABORACIÓN ESPECIAL DE -
• (Arcadio Claus)>>Sauker
• (Hermenegildo XXXVIII)>>Avataryl
• (Querubina Iluminada)>>Martinyfelix
• (Emiliano Salido)>>Rubén16
• (Dr. Pascual Dapena)>>Avataryl
• (El Maestro)>>Meli-esdm
- INTERVIENEN -
• (Rasputín Verenguer) † >>Sauker
• (El Químico)>>Bryan-Derek
• (Manuel Delgado)>>Rubén16
• (Fiti Bragueta & Sandra Millán)>>Sauker
• (Claude & Charlotte)>>Sauker
• (Inspector Olmo)>>Avataryl
• (Agapito Elano)>>Bryan-Derek
• (Bruce Willis)>>Avataryl
Cortinilla, realizada por Avataryl:
1er Tráiler, realizado por Sauker:
2º Tráiler, realizado por Avataryl:
3er Tráiler, realizado por Sauker:
SINOPSIS
Los agentes de San Antonio retiran el cadáver de Rasputín Verenguer (Sauker) de las escaleras del aparcamiento de la clínica. Según parece, el doctor resbaló y al recibir la caída murió en el acto, pero al comisario le inquieta que tuviera la cabeza completamente del revés.
Fiti, Claude, Charlotte y Sandra (Sauker) regresan de la clínica a su hogar, llorando la muerte del doctor. Fiti tendrá que dividir su tiempo, y junto con ver el Mundial, tendrá que encargarse de ejercer de cabeza de familia para tomar una decisión que cambiará sus vidas para siempre.
Ahora que Aitor Carrasco (ruben16) por fin ha conseguido la placa y conquistado a Silvia (meli-esdm) su prioridad será descubrir qué le pasó a Kike (BryanDeReK). Don Lorenzo (Avataryl) ha desmantelado la investigación y prohibido que nadie siga indagando, por lo que el agente tendrá que realizar sus pesquisas en secreto.
La sospecha de que "El Químico" (BryanDeReK) podría ser la persona que ordenó la ejecución de los policías aterrorizará a Mariano (BryanDeReK), que además se sentirá responsable por haberle permitido escapar de los calabozos. Además, el subinspector deberá hacer frente a las consecuencias del doble asesinato que perpetró durante la estancia en la clínica…
Después de renunciar a las armas y la violencia, Félix (Avataryl) se considera otra vez merecedor de compartir su vida con Lola (martinyfelix). Sin embargo, pronto descubrirá que su futura esposa ha sido secuestrada de nuevo, y cuando comience a buscarla, su compromiso pacifista se pondrá a prueba por primera vez…
El inspector de la Interpol, De Gaulle (Sauker), se ha convertido en un marido soso y aburrido y para colmo, muy a menudo, sufre ataques de ansiedad y amagos de infarto. Pese a los consejos de Marina (Meli-esdm), declinará la posibilidad de encontrar un nuevo médico de cabecera que le trate, avergonzado por los problemas que le aquejan a su temprana edad. De Gaulle sospechará además que Marina tiene un amante. El francés encontrará en Félix (Avataryl) todo el apoyo que necesita para descubrir al posible amante de su mujer y, de paso, superar los baches que le amargan la vida.
Abrumado por los últimos acontecimientos, don Lorenzo (Avataryl) recordará a Félix (Avataryl) lo que acordaron en París, y el comisario se someterá a la terapia del psicólogo. Gracias a esto, el comisario superará poco a poco su pesadumbre y recuperará la fortaleza y energía que le caracterizan. El deseo por Marina Salgado (meli-esdm) aumentará desproporcionalmente, y llegará un momento en el que no logrará refrenar la pasión que siente por la comandante…
Después de presenciar la muerte de su amiga Amaia (mitchie) , Goyo y Lis (Dain) deberán decidir finalmente con quién está su lealtad cuando el inspector Olmo de Asuntos Internos vuelva a contactar con ellos. Antes de reanudar su trabajo en la comisaría, a los dos becarios se les concederá una excedencia para que puedan superar la pérdida.
A la hora de realizar una autopsia, Silvia (meli-esdm) confesará que el trabajo le sobrepasa, y que no podrá seguir encargándose de todo el apartado científico de la comisaría sin ayuda. Pronto contratarán a otro forense, llamado Decker (?), para que trabaje con Silvia (meli-esdm). Probablemente, esto no agradará a Aitor (ruben16)...
Después de una semana de baja, Paco Miranda (?) volverá a la comisaría... La comisaría recibirá la noticia de que han sido hallados dos cadáveres en una cueva. Algunos agentes se desplazarán hasta allí para investigar. Y así es como dará comienzo el caso más difícil al que San Antonio se haya enfrentado jamás...
Cabecera, realizada por Avataryl:
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Mariano:
-Bien chicos, hay que buscar al doctor Dapena, así que preguntaremos en recepción.
Llega a la recepción y una mujer les atendió
-si... hola, por favor el doctor Dapena, es muy importante
Le señala donde esta la consulta del doctor por lo que se dirigió rápidamente con sus compañeros hasta allí
-Bien chicos... aquí estamos... Aitor nada de hacer tonterias por dios...
Le dijo para finalmente tocar en la puerta
Reclinado en la butaca de su consulta en el hospital "Virgen del Milagro Inútil", el doctor Pascual Dapena hojeaba una revista pornográfica y se lamía un dedo para pasar las páginas amarillentas. El médico, que vestía una bata verde, tenía una frente prominente; pelo canoso, alborotado e hirsuto, que a menudo disimulaba bajo un rancio peluquín rubio; ojeras pronunciadas y de un morado mustio; y toda una colección de tics nerviosos. También tenía un reluciente garfio en lugar de mano izquierda, vestigio de un pasado en el que se había dedicado a la piratería.
Relamiéndose, se retiró unas gafas que únicamente poseía porque le conferían un aspecto más profesional, al percatarse de que estaba solo, y depositó el ejemplar sobre la mesa. Sobre el escritorio yacía un animal despatarrado, cuyo sacrificio había ordenado él para comenzar a diseccionarle, pero al que había desatendido cuando se aburrió. El siniestro doctor Pascual se rascó la entrepierna con el pico del garfio.
Alguien llamó a la puerta, y el médico, blasfemando, se apresuró a colocarse de nuevo las gafas y abrió un cajón y alargó el brazo para zambullir en su interior la revista y el cadáver del animalillo, que estaba abierto en canal y dejó un rastro verdoso en la mesa.
-¡Adelante! -autorizó con una voz pastosa.
Permaneció escondida durante largo rato bajo las escaleras de aquel horripilante lugar.A pesar de qué durante el camino le habian medianamente informado y de qué la imagen de aquel cura con el crucifijo en alto implorando aquellas palabras "Crux Sancta Sit Mihi Lux" le habian causado risa,Sara no paraba de temblar, tras ser testigo de todos los sucesos paranormales que acontecieron seguidamente.
Uno a uno, vió desde el hueco donde estaba, ir partiendo a sus compañeros e incluso oyó la sirena de una ambulancia a lo lejos, pero ella no se podia mover,sus piernas le fallaban y estaba cagadita de miedo
Asiente ante las palabras de Mariano y después de que este llamara , el agente se adentra en la sala el primero , vislumbrando la habitación , después clava la mirada en el doctor y al percatarse de que este hacía gala de un garfio , da un paso atrás - Coño... , joder , Mariano , llama a Peter... - Dice acercandose y susurrando - Llama a Peter y dile que el capitán Garfio se ha escapado del pais de de nunca jamás... - Bromea en voz baja antes de fijar la mirada en el Doctor - Buenos Dias , el doctor que da... , el doctor dapena? , si , verdad? , eso pone en la plaquita de la entrada
Mariano
-Hola... ¿Cómo está usted?...
Le dijo acercándose a el y tendiéndole la mano para apretujarsela
Se sentía a punto de desplomarse.
Conforme acababa una oración comenzaba otra, tan sólo de vez en cuando abría los ojos y miraba a su alrededor, alerta al escuchar el chasquido de algún mueble.
Don Lorenzo se le acercó, y por segunda y última vez, le preguntó por qué conocía a Rasputín y su hogar.
Arcadio Claus
Fue hace un mes, comisario.
Debió ser poco después de estos análisis, ahora lo entiendo-asintió con los ojos cerrados.
Rasputín acudió a la consulta del doctor Pascual Dapena, y al no obtener ningún resultado para descartar la posibilidad de la posesión diabólica recurrió a la medida más desesperada...
UN
Casa del Dr. Rasputín Verenguer
Los relámpagos iluminaban la morada del doctor, quien yacía en el salón, limándose las uñas junto a Fiti, quien veía un partido, sin cruzar palabra con su amigo.
El fútbol acaparaba toda su atención, a pesar de que Rasputín había intentado sacar tema cada 5 minutos.
De repente, un portazo hizo temblar la casa, y Charlotte entró destrozada, quitándose los tacones y lanzándolos al aire.
Uno de ellos fue a parar a la frente de Rasputín, quien tras un grito ronco, cayó hacia atrás quedando con las piernas en alto.
Charlotte
Vagya día qué llegvo.
He igdo al sine y sólo había quinseañegos dángdose el filegte delangte de mis nagises.
Y paga colmo, al salig, casi atgropegllo a un magicón-dijo soltando el bolso sobre la mesa del salón.
Mientras Rasputín se levantaba y volvía en sí, Fiti salió de su trance e hizo una pregunta a Charlotte, intentando ser amable con su amante.
Fructuoso "Fiti" Bragueta
¿Te han fallado los frenos?
Charlotte
¿¡Qué cogño!?
¡El aselegadog!-contestó furiosa y frustrada, parando en seco al escuchar gemidos de Claude y Sandra en la planta de arriba.
¡Claugde, Sandgra! ¿¡Qué hagséis ahí!?
¿¡No os estagéis tocangdo!?-corrió hacia las escaleras seguida de Rasputín y Fiti, ya que había acabado el primer tiempo.
Una vez en la planta de arriba, Rasputín se colocó a la cabeza del grupo, dispuesto a interrumpir el coito abriendo todas las puertas a su paso, esperando dar con los dos obsesos sexuales cuanto antes.
Abrió la de su dormitorio, y los tres descubrieron a un gigoló vestido de bombero, quitándose la ropa al son de la música.
Rasputín Verenguer
¡Uy! ¿¡Y usted quién es...!?-preguntó avergonzado, como si no le conociera.
¡Qué vergüenza, esto es un hogar decente, aquí todos llevamos un cinturón de castidad, está perdiendo el tiempo!-cerró la puerta con rapidez ante los insultos de Charlotte en francés y las risas de Fiti.
Luego te termino-guiñó un ojo al joven cuando la pareja había avanzado unos pasos.
Y entonces, corrieron hacia el cuarto de Sandra.
Claude
¡Dagme cagña, higja pugta!
¡Me vas a dejag muegto!-observaba como Sandra le cabalgaba a toda rapidez.
Sandra
¡Como me corra te dejo tuerto!
¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!-reía a la vez del señor De Gaulle.
Rasputín Verenguer
¡Sandra, por Dios!
¡Bájate de Claude ahora mismo!
¡O me haces caso o no te grabo "Cuarto Milenio"!-la amenazó señalándola con el dedo.
Sandra
¿¡Por delante!?
¡Oh, él es un genio!-siguió copulando con Claude a pesar de las voces de Rasputín.
Fructuoso "Fiti" Bragueta
Déjalos, coño.
Si tiene su gracia, jajajaja.
Mira como bota la joía-se sonrojó observando la escena.
Charlotte
¡¡¡Uggh, cógmo gogsa esa pegga!!!-se abrazó a Fiti horrorizada, aunque ciertamente excitada.
De repente, alguien más entró en la habitación.
Se trataba de un hombre mayor y arrugado, de aspecto cansado, vistiendo un hábito y sujetando un maletín de cuero rasgado.
Rasputín Verenguer
¡¡¡Arcadio Claus!!!
¡¡¡El exorcista!!!-gritó a todo volumen siendo su rostro iluminado por un relámpago.
Charlotte
¡¡¡Cállagte, demognios!!!-le dio una colleja dejándole en silencio.
¡Qué me duegle la cabegsa!
Bonjour, padgre Agcagdio.
Disculpe, pego no viegne en el mejog momengto...-apartó a Claude de la cama, dejando a Sandra sola sobre la misma con el camisón subido hasta la cintura, relamiéndose y diciendo disparates.
Segá mejog que vuelva otgro día, estagmos desbogdagos.
Arcadio Claus
¿¡Cómo!?
¿¡Y-y-y eso...!?-cuestionó escandalizado tras una hora de camino.
Rasputín Verenguer
Se llama Sandra.
Arcadio Claus
¡No, no me han entendido bien!-negó con la cabeza.
Rasputín, usted vino a mi parroquia pidiendo ayuda, estoy actuando al margen de la Iglesia, sin que hayan otorgado su autorización para el exorcismo.
He venido hasta aquí para ayudarles, no puede decirme que me vaya dejando a la chica en ese... estado...
SPOILER (puntero encima para mostrar)ÁFRICA- 1987
Y Arcadio descubrió lo que la tienda albergaba.
Un niño de apenas 6 años, tapado con mantas hasta el cuello, revolviéndose y probablemente blasfemando en su idioma, con los ojos en blanco, y jadeando.
Sandra yacía botando sobre la cama, insultándole y hablando en latín.
Arcadio retrocedió varios pasos, y se agarró al picaporte de la puerta.
Sandra se tiró al suelo, y reptando como una serpiente, se acercaba al cura.
Fructuoso "Fiti" Bragueta
Rasputín, anda, levántala-sugirió mirando de reojo al sacerdote.
Rasputín Verenguer
¿Ahora?
¡Oh! ¡Está bien!-accedió aparentemente molesto bajándole la cremallera a su amigo.
Charlotte
¡Eh, el cuga se escagpa!
¡Agcagdio, vuelva agquí ahoga mismo!
¡Segá cabgrón, Gaspugtín, se va!-levantó de los hombros al doctor, que ya estaba de rodillas en el suelo frente a la entrepierna de Fiti.
Rasputín Verenguer
¡Dios mío, está huyendo!
¡Es nuestra única esperanza!
¡Y sabe nuestro secreto!
¡Matadle antes de que abandone nuestro hogar!-gritó a Fiti, Charlotte y Claude, de acuerdo con la decisión, pues así nadie podría ayudar a Sandra.
Todos corrieron tras Arcadio, quien ya bajaba las escaleras, acobardado, al borde del infarto.
Rasputín y los demás estaban próximos a alcanzarles, pero al llegar a la escalera, el doctor se agarró al pasamanos, sin dar crédito.
¡No se había puesto las gamuzas!
¡¡Oy!!-ladró al ser empujado por todos los demás.
Rasputín cayó al pie de la escalera en primer lugar, seguido de Fiti y Charlotte, Claude, y en último lugar, Sandra, quien les aplastó a todos con sus cerca de 100 kilos de peso.
Los cuatro se lamentaban mientras la endemoniada reía.
Arcadio ya corría por la manzana, asfixiado, y con lágrimas en los ojos.
El sacerdote terminó de contar el suceso a Lorenzo, quien le contemplaba en silencio, pensativo.
Arcadio Claus
Ya sabe la historia...
Aitor, Mariano y Povedilla se adentraron en su consulta, y tras su mesa el médico saludó con una sonrisa torcida a los tres posibles pacientes. Cuando el subinspector fue más allá y alargó una mano hacia él, la mueca torva se acentuó, y el doctor Pascual le tendió a su vez el garfio a Mariano, medio en broma y medio retándole a consumar el apretón de manos.
-Sí, ese soy yo -confirmó con su desagradable voz, enseñándoles una dentadura perfecta pero ambarina-. ¿En qué puedo ayudarles?
Conducía con rapidez, dispuesto a dirigirse a un lugar en el que se había hospedado más tiempo del que quisiera: el hospital "Nuestra Señora del Milagro Inútil".
Aparcó frente la puerta, en una plaza para minusválidos.
Se desatornilló la pierna ortopédica con cuidado, y bajó del automóvil a la pata coja, ocultándola tras su espalda, aunque todos la estuvieran viendo.
Una vez llegó a la recepción, avergonzado aunque divertido, se la colocó en un santiamén.
Caminó hacia la recepción, y preguntó por la consulta del doctor Pascual Dapena.
Monsieur De Gaulle
A veg si es vegdag que da pegna-murmuró a la chica que le atendió antes de marchar.
Espego que megnos que usteg, que paga estag agquí atendiengdo al públigco da asco vegla.
Y un pogco de O' de Tualet, pog favog.
Que ni que fuega pescadega, pásegse un pañigto pog las cabidagdes vaginagles, pog el amog del demognio-le sugirió antes de dirigirse a los pasillos.
El francés llamó con los nudillos a la puerta de la consulta de Pascual Dapena, y la abrió sin esperar que le diera permiso para pasar.
Dentro, se encontró con Mariano, Povedilla y Aitor.
Lo había olvidado completamente, Lorenzo iba a enviar agentes...
Mariano y Aitor le habían pintado el coche de arriba abajo, algo que no olvidaría fácilmente, y probablemente, Silvia se habría chivado de su llamada y el ex-becario se tomaría la revancha durante la charla con el doctor.
¡Mogeno, Caggasco!
¡Levántengse de inmediagto!-ambos obedecieron.
¡Sandgra Migllán está en el hospigtal, venggo paga avisagles, coggan a detenegla!
Ambos desenfundaron sus armas y salieron disparados del despacho.
El inspector, sonriendo, les siguió.
¡Eh, eh!
¡Vuelvan, meglusos!
¡Está agquí, en la 420, vagmos, entgren!
El francés abrió la puerta, y ambos se adentraron en el interior.
Tal rápido como la abrió, la cerró.
Sacó un rotulador del interior de su chaqueta, y pintó en la puerta:
SPOILER (puntero encima para mostrar)CUARENTENA
¡¡¡JAJAJAJAJAJAJA!!!
Arrancó el picaporte haciendo uso de todas sus fuerzas, y volvió corriendo a la consulta de Pascual.
Sudando y acalorado, entró dándose aire.
Disculpe.
Inspectog De Gaulle, alto mangdo de la Integpol.
Y éste es... el becagio de la comisagía de San Angtonio, José Luis Povediglla.
Es mi magno degecha en Espagña, me cagga la bategía del mógvil...-estrechó el garfio de Pascual sin la menor delicadeza.
El médico observó fijamente a De Gaulle durante unos instantes, masticando lentamente una pasta de saliva y provocando un sonido obsceno. Agitó gustoso la mano del francés, pues no estaba acostumbrado a que la gente se atreviera a estrechar su garfio. El doctor Pascual se preguntó si el inspector de la Interpol también estaría interesado en escuchar su extenso repertorio de chistes escatológicos.
-Así que de la policía... -sonrió, raspándose la zona comprendida entre dos dientes con la punta del garfio, cuyo pico extrajo a continuación recubierto de restos de comida- Pues díganme. Estoy a su servicio...
Bajó la mirada cuando Pascual extrajo restos de su dentadura, asqueado.
Pascual también tomó asiento, como no podía ser de otra forma, y el francés, tras clavar su mirada en los ojos del doctor, sonrió, y se inclinó sobre la mesa para estar a escasos centímetros del doctor, contemplando así con toda facilidad sus muecas y reacciones.
No le importaría sentir una arcada si así controlaba por completo la actuación del médico.
Monsieur De Gaulle
Su compañego, el doctog Gaspugtín Veguengger, ha muegto.
La polisía investigga su muegte, sospechagmos que puegde habeg sigdo un asesinagto, pego no tenegmos ningugna pgruegba, nagda.
Le sogpgrendegá sabeg que togda teogía nos llegva a una dimengsión paganogmal del cgrimen-se ayudaba de sus manos para ser más explícito.
El cagso es que en su cagsa, hegmos descubiegto unos anáglisis que usteg le hiso a su... digagmos ahijagda, Sandgra Migllán.
La chigca manifestó síntogmas de una posigble posegsión, y ni usteg, doctog, loggró dag con la solusión a su... enfegmedag.
Hegmos visto la ecoggrafía, Dapegna-admitió para soltarle la lengua.
¿Qué sagbe?
El médico escuchó a De Gaulle recostado en su butaca, mascando la saliva y produciendo incesantemente el desagradable ruido de succión. En un momento dado, alargó su única mano hacia el escritorio y recorrió involuntariamente con un dedo la estela viscosa de sangre de la que el animal había impregnado la mesa al esconderle en un cajón, y a continuación se llevó la yema del dedo al interior de la boca.
-Es cierto, Rasputín me pidió de colega a colega el favor de que tratara a esa chica -confirmó, con los labios teñidos del líquido verdoso-. Él también me salió con la cantinela de la posesión diabólica -prosiguió, muy divertido-. Rasputín me la trajo muchas veces, pero, además de la mala ostia que se gastaba, sólo advirtí en ella trastornos alimentarios, y muchas náuseas y vómitos -precisó con deleite-, que más tarde comprendí que se debían a su embarazo. Aunque... -divagó de pronto, rascándose la nuca con el garfio y removiéndose en su asiento- ahora que lo dicen, una vez sí... pasó algo un poco raro -sentenció, utilizando la palabra que solía emplearse para referirse a él.
La actitud asquerosa y desagradable de Dapena no hizo que se lo pensara dos veces.
Monsieur De Gaulle
Oh, vagmos, Dapegna...
Me sogpgrende usteg-rió.
Sé que egsa es la postuga más inteligengte, la que yo mismo adopto con los agengtes de la comisagía, pego está clago que lo que le pasagba a aqueglla chigca no ega nogmal.
Gaspugtín me llagmó en una ocagsión paga vegla y ofgresegles mi ayugda, y... me intentagba convenseg a mí mismo de que el Mal no estagba en aqueglla habitasión, y de que sóglo ega una chalagda-miraba de reojo a Povedilla, pendiente de sus reacciones también.
¿Algo gago?
¿Qué pagsó?-preguntó intrigado.
La sonrisa grave del médico se retorció aún más al escuchar a De Gaulle, descubriendo una zona inédita de su dentadura en la que se apreciaba un alga. El doctor Pascual se inclinó hacia delante, facilitando su estudio al francés, y, con una teatralidad que algo tenía de siniestra, volvió a hablar.
-Pues verán, la última vez que reconocí a Sandra, sucedió algo un poco inexplicable -comenzó, disfrutando con la explicación-. Ella me estaba haciendo proposiciones indecentes mientras yo la auscultaba, pero yo la rechacé -mintió, digno-. Y entonces, de repente... la tierra comenzó a temblar, estalló una tormenta y la cara... de Sandra cambió. No sabría decir qué fue lo que vi, pero en su cara apareció... una especie de máscara pálida. Ni idea, era algo que daba repelús -sentenció, dirigiendo una mirada nerviosa a De Gaulle, repiqueteando en la mesa con el garfio y sin perder la sonrisa en ningún momento.
Se llevó una mano al pecho, y tras reflexionar mirando a ambos lados de la sala, murmuró.
Se atragantó, y tuvo que toser mientras Povedilla le palmeaba la espalda.
Curiosamente, asintió dándole las gracias, y después, se dispuso a decirle a Pascual lo que tenía en mente.
Monsieur De Gaulle
Dapegna...
Nosotgros... vigmos ese gostgro en comisagía-se señaló a él, y después a Povedilla.
Apagesió en una ggrabasión que mostgragba la essena del cgrimen, el lugag en que asesinagon a Gaspugtín.
Tuvigmos integfegengsias, y esa cogsa apagesió-rechinó los dientes, como si quisiera imitar a la criatura.
Susuggaba en la oscugidag, y la Tiegga... también temblagba en ese momengto.
Permanecieron en silencio durante varios instantes.
¿Y no... encontgró nagda anogmal en la chigca, entongses?
¿¡Qué me digse de la ecoggrafía!?
¿¡Cógmo es posigble que ese bigcho estuviega en su vientgre!?-golpeó la mesa, deseoso de respuestas.
El médico eructó.
Más tarde, frunció el ceño al escuchar a De Gaulle, divertido.
-Sí, la verdad es que lo que Sandra tenía dentro era horroroso -afirmó, jocoso-. Vayan ustedes a saber quién es el padre de la criatura -murmuró, rascándose la cabeza con el garfio, pensativo-. Yo me quedé con las ganas de recomendarle que abortara, pero Sandra siempre me había parecido una chica muy religiosa y no quería follones -explicó-. Bueno, el caso es que, llegados a ese punto, no sabía cómo podría ayudarles, así que bromee proponiéndoles que buscaran un cura y le hicieran un exorcismo. Es un ritual muy elaborado en el cual un rabino o un sacerdote intenta expulsar al supuesto espíritu invasor. Verán, hoy en día se ha descartado, excepto los católicos, que, más bien, lo ocultan -recitó de memoria, y un rayo solar rebotó entonces contra su garfio, cegándoles a todos.
Ya no veía necesidad de estar tan cerca del doctor, quien había demostrado ser un auténtico cerdo y un maleducado.
Aquel hombre se le antojó como tabernero de un bar cochambroso del Infierno.
Aireó su alrededor con la mano, y negó con la cabeza.
Monsieur De Gaulle
Egso no ha estago bien, doctog.
Egso no es de gesibo-intentó no sofocarse.
Sí, pog suegte tenegmos colabogangdo con la polisía a un expegto en la mategia.
Un sasegdote y pagapsicóglogo-aclaró deseando levantarse de la silla y marchar.
Usteg no figma unos anáglisis en los que bagaje lo paganogmal, lo cual gespegto, pego confiesa habeg visto al espígitu que la posegyó y ensigma echa a Gaspugtín y su ahijagda a los bgragsos de un exogsista.
Es de logcos-se cruza de brazos, esperando una explicación.
El médico encogió el cuello y se rascó la nuca con el garfio, un poquito avergonzado.
-Bueno, parece que no puedo serles de más ayuda. Si me disculpan, tengo mucho trabajo que hacer -aseguró mientras se calzaba un guante de goma en su única mano-; desde que Sandra ingresó por primera vez en el hospital, el número de muertes y tragedias se han multiplicado, y no damos a basto -comentó distraídamente-. Qué casualidad, ¿eh? Hala, ha sido un placer atenderles. Han tenido suerte al encontrarme en la consulta, porque los demás miembros del equipo médico que participaron en las pruebas de Sandra han muerto durante los últimos días. Menos mal que no soy supersticioso, ¿eh? -susurró, guiñándole un ojo a Povedilla.
Povedilla y Pascual no lo entendieron, si le hubieran visto fuera, sí lo habrían hecho.
De Gaulle estaba vomitando en una papelera, había estado soportando la actitud del doctor todo el rato, impasible, pero su estómago era delicado, y en el último momento, se había vuelto en su contra.
Se limpió la boca con un pañuelo, y andando con las piernas muy abiertas, lentamente, se dirigió hacia la habitación 420, la cual abrió de una patada tras reponerse unos segundos.
Monsieur De Gaulle
¿¡No os da vergüensa!?-preguntó aún pálido.
Povediglla y yo integgogangdo al doctog Dapegna y usteges agquí ensegaggos con un tegminal-señaló al mismo al final de la habitación, rodeado por sus familiares en sus últimas horas- y poniéngdogme a pagig cagsi con togda segugidag.
Los vándaglos que les ensegaggon agquí han sigdo detenigdos y pgrosesagdos, con egsa explicasión les debegía bastag.
Y ahoga... igos-señaló el pasillo, ofendido.
En cuanto los dos policías abandonaron la consulta y le dejaron solo, el médico se quitó el guante y sonrió.
Un picor le abrasó entonces la mano, y al dirigir la mirada hacia ella descubrió que le habían brotado una serie de pústulas purulentas, resultantes de su falta de higiene. Distraído, el bizarro doctor Pascual se las rascó con el garfio, espachurrándolas y cortándose accidentalmente. Emitió un quejido grumoso.
Un hilo de sangre burbujeante manó de la herida y se deslizó fuera de su mano, derrapando sobre el escritorio y dibujando un 6 rojo en la mesa. El líquido prosiguió expandiéndose, y parecía dispuesto a trazar el mismo número otras dos veces, por lo que el médico se apresuró a frotar el escritorio con la manga para borrar la sangre.
Inquieto, abrió el cajón, propenso a rescatar uno de los dos objetos de su entretenimiento, y finalmente se decantó por la revista. El doctor Pascual Dapena se sonó los mocos con ella y a continuación comenzó a hojearla.
Salió de sus escondite como pudo no sin antes echar una ojeada a su alrededor.Todo estaba en penumbra y bajo sus pies aún le parecia que la tierra temblaba.Deseaba salir de alli pero tenia miedo de encontrarse con algo extraño.Tragó saliva y comenzó a subir las escaleras con el movil en su mano como única arma