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Mujeres en contextos familiares en las series vecinales

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lqsalvaro
lqsalvaro
19/02/2021 12:46
No podemos caer en el error de que la ficción esté cambiando el modelo de representación de la mujer en un contexto familiar: estas mujeres aparentemente «liberadas» suelen acarrear grandes problemas económicos y/o laborales (Vs. Las madres de familia, que mantienen la estabilidad que les aporta el hogar). Además, encuentran grandes problemas y debates sociales a su alrededor (normalmente fracasan en el amor; son frías o románticas, el rol extremista está muy marcado).

La narración Aquí no hay quien viva (2003) arroja una serie de ejemplos que responden a las afirmaciones previas. Los personajes de Belén y Alicia se conjugan como un tándem de fracasadas laboralmente que buscan de forma desesperada el amor. Bea, por su parte, es lesbiana y busca el amor y la posibilidad de ser madre sin éxito. Natalia Cuesta asume el rol de niña rebelde y mimada que encarna la representación de la femme fatale más joven, utilizando su atractivo físico para vivir a costa de los hombres. Frente a estos personajes variopintos, aparecen los dos roles enfrentados más repetidos en la ficción: Paloma Cuesta, prototipo de madre de familia, acomodada, mandona y dominante en contraposición a Lucía, una joven profesional liberal, con éxito, feminista de ideas claras, pero que vive a la sombra de su padre (rico) y busca un esposo para sentirse completa. Además, se suman los personajes más mayores (la familia de ancianas) que representan un estereotipo de mujer que ha fracasado en su vida y se alimenta de los males ajenos.

Estos desencuentros entre la liberación femenina, el crecimiento y éxito personal y la ruptura de roles maternales tradicionales también se ve reflejado en una ficción de corte vecinal más reciente: La que se avecina (2007) de forma aún más radical: frente a jóvenes profesionales frustradas en busca de un hombre que las haga sentir completamente llenas (Judith Bécquer o Raquel Expósito), se conjuga Lola Reynolds, una joven fracasada profesionalmente e infeliz en su matrimonio, que es madre sin desearlo. Nines Chacón, por su parte, representa una especie de femme fatale que, sin ser atractiva, busca un hombre que la mantenga o Mayte Figueroa, que pasa de ser una madre tradicional a una mujer materialista, fría, despreocupada y fracasada profesionalmente. Frente a ellas, que representa roles más liberados (aunque todos ellos frustrados), se representa a la madre tradicional afincada en la religión, sumisa, machista y dependiente de su marido (Berta Recio) y al otro extremo, Estela Reynolds, una femme fatale fracasada que ha roto totalmente con el rol maternal y familiar y se convierte en una carga en todos los sentidos para su familia.

Pero, si hay un ejemplo de mención necesaria, es el de Aída (2005). Esta ficción representa el drama real de su protagonista femenina: alcohólica, maltratada, con un hermano drogadicto, una mejor amiga prostituta, un hijo delincuente y una hija adolescente vulgar y alocada. Todo ello, desarrollado en un barrio marcado por el machismo, la homofobia y los problemas económicos, con un trabajo inestable y poco remunerado. El personaje de Aída representa, de forma cómica, a la «madre coraje», la que debe hacer frente a los problemas de toda la familia. Aunque con grandes problemas y encasillada en un contexto realmente dramático, el personaje de Aída se postula, al fin y al cabo, como la madre de las madres, la madre coraje que ha de hacerse cargo de todos los problemas de su familia, poniendo de manifiesto que, incluso en la comedia más dispar y de la forma más humorística posible, la mujer no puede escapar de esa vinculación cuasi omnipotente con su familia