El Rincon de Alfonso y Emilia. No concibo mi vida sin ti.
#0

22/06/2011 18:43
“Si de tanto que te quiero me duele.”

Canales






Sandra Cervera y Fernando Coronado.









Mundo fan.







Síguenos en….









Vídeos FormulaTV
#11001

30/09/2011 21:45
Colgada, tienes razon en todo lo que dices, pero es que me jodeee taaaanto, no lo puedo evitar, llevan toda la serie vendiendo a emi como una chica lista y avispada y llega el tonto este y la anula, porque señoras eso es anular a una mujer haciendola creer que las faltas quee comete no las puede evitar y encima en cierto modo es culpa de ella por querer respetarla y tal.. vamos que se lo ha dicho claro, que si no quiere que se vaya a calentar otras camas tendrá que dejarle entrar en la suya... es un ca**on en toda regla, y eso es lo que me jode.
Espero que no haya embarazo, espero que sufra, pero ahora no quiero que se lie con alfonso, el no se merece eso.
Además he llegado a la conclusión de que haga lo que haga severiano ella le va a perdonar... asi que la relación se romperá el dia que él ponga pie en polvorosa... y eso chicas, es muuuy triste...
Espero que no haya embarazo, espero que sufra, pero ahora no quiero que se lie con alfonso, el no se merece eso.
Además he llegado a la conclusión de que haga lo que haga severiano ella le va a perdonar... asi que la relación se romperá el dia que él ponga pie en polvorosa... y eso chicas, es muuuy triste...
#11002

30/09/2011 21:55
Susivo, claro que jode, y el Sevedeloscojones es de lo peor... pero no quiero odiar a los personajes!! y me pasa lo que decía antes, que aunque hubiera preferido otra cosa, al final las escenas, si no te cierras en banda... son creíbles. Mejor eso y que den vueltas que ni imaginamos y nos sorprendan.. más entretenido. El día que se arreglen ¿cómo puede seguir esa pareja? ¿comiendo perdices durante 345 capítulos?
Que la líen parda!!!
Que la líen parda!!!

#11003

30/09/2011 22:03
Holaaa a todos! No había entrado nunca en este foro, pero hoy lo he hecho por curiosidad, para saber si realmente también había más gente como yo que les guste ESDPV, y sobre todo la relación de Alfonso y Emilia, bueno, la posible relación....porque más que nada buscaba compartir mi mosqueo y enfado por el camino que está tomando este asunto en la serie...y veo que así es!!! Que no soy la única que "sufre" esta situación, jeje. Me encanta leer todos vuestros mensajes, y me ha encantado lo de SEVEDELOSCOJONES, jajaja, buenísimo.
Como he puesto en un mensaje en el foro general, estoy hartitaaaa de él. Pero sobre todo de como los guionistas han dejado que siga su progresión en la serie, y en lo que han convertido a Emilia y Alfonso. La primera, una chica inteligente, con orgullo, que se hace respetar, de repente llega el chulo de turno y le consiente todo, no sólo que le sea infiel, si no que encima va a acostarse con él, increíble!!! Y Alfonso...vale que le cueste declararse a Emilia, decir lo que piensa, pero esta actitud de pavisoso que no hace más que callarse, no me gusta nada tampoco!
Yo pensaba que Severiano iba a desaparecer hace ya varios capitulos, o al menos después de la infidelidad que Emilia ha descubierto hoy, pero no...no sólo sigue, sino que va a ser aún peor la semana que viene. Yo pienso que los guionistas son gente con talento, listos, que saben en cierta manera interpretar lo que pide el público, pero por más que sea necesario enrrollar las cosas para darles más emoción, yo creo que a estos dos ya les podían haber dado un poquito más de juego como pareja. Y van por el camino contrario, están haciendo que todo sea desilusión.
Sólo espero que vuestra teoría del embarazo no sea verdad, porque esa historia de que Alfonso cargue con el hijo de otro y tal y cual...no me mola.
A mi me gustaría que fuera así: que Alfonso por fin reaccionará, y fuera a hablar muy seriamente con Emilia para abrirle los ojos, decirle que pensaba que era una muchacha lista, orgullosa, con carácter, que no se dejaría pisotear por nadie, y que no sólo se rebaja a perdonar una infidelidad, sino que traga y acepta por complacer a su hombre perder la honra con él ( muy de aquella época ), vamos, casi como si la llamara una cualquiera. Entonces Emilia se enfada con él, pero después de un tiempo recapacita, y ella misma que no está contenta con lo que ha hecho, decide ir a buscar a Alfonso y pedirle perdón por no haberle escuchado, aceptar que llevaba razón, y pedirle apoyo como amigo. Se decide a dejar a Severiano, a pesar de lo que ha hecho con él, y aunque el otro no quiere, Alfonso se encarga por fin con valentía de ponerle en su sitio y echarle de Puente viejo...
Y a partir de ahí, Alfonso como apoyo de Emilia...pues ya que surja lo que tiene que surgir!!!
Qué os parece??? Pero espero que sea pronto!!! Y que no nos sigan desilusionando con historias que no nos gustan! Ojalá esto realmente lo leyeran los guionistas!
Gracias por leerme chicos, y me alegro de haber encontrado un espacio donde comentar estas cosas!!!
Como he puesto en un mensaje en el foro general, estoy hartitaaaa de él. Pero sobre todo de como los guionistas han dejado que siga su progresión en la serie, y en lo que han convertido a Emilia y Alfonso. La primera, una chica inteligente, con orgullo, que se hace respetar, de repente llega el chulo de turno y le consiente todo, no sólo que le sea infiel, si no que encima va a acostarse con él, increíble!!! Y Alfonso...vale que le cueste declararse a Emilia, decir lo que piensa, pero esta actitud de pavisoso que no hace más que callarse, no me gusta nada tampoco!
Yo pensaba que Severiano iba a desaparecer hace ya varios capitulos, o al menos después de la infidelidad que Emilia ha descubierto hoy, pero no...no sólo sigue, sino que va a ser aún peor la semana que viene. Yo pienso que los guionistas son gente con talento, listos, que saben en cierta manera interpretar lo que pide el público, pero por más que sea necesario enrrollar las cosas para darles más emoción, yo creo que a estos dos ya les podían haber dado un poquito más de juego como pareja. Y van por el camino contrario, están haciendo que todo sea desilusión.
Sólo espero que vuestra teoría del embarazo no sea verdad, porque esa historia de que Alfonso cargue con el hijo de otro y tal y cual...no me mola.
A mi me gustaría que fuera así: que Alfonso por fin reaccionará, y fuera a hablar muy seriamente con Emilia para abrirle los ojos, decirle que pensaba que era una muchacha lista, orgullosa, con carácter, que no se dejaría pisotear por nadie, y que no sólo se rebaja a perdonar una infidelidad, sino que traga y acepta por complacer a su hombre perder la honra con él ( muy de aquella época ), vamos, casi como si la llamara una cualquiera. Entonces Emilia se enfada con él, pero después de un tiempo recapacita, y ella misma que no está contenta con lo que ha hecho, decide ir a buscar a Alfonso y pedirle perdón por no haberle escuchado, aceptar que llevaba razón, y pedirle apoyo como amigo. Se decide a dejar a Severiano, a pesar de lo que ha hecho con él, y aunque el otro no quiere, Alfonso se encarga por fin con valentía de ponerle en su sitio y echarle de Puente viejo...
Y a partir de ahí, Alfonso como apoyo de Emilia...pues ya que surja lo que tiene que surgir!!!
Qué os parece??? Pero espero que sea pronto!!! Y que no nos sigan desilusionando con historias que no nos gustan! Ojalá esto realmente lo leyeran los guionistas!
Gracias por leerme chicos, y me alegro de haber encontrado un espacio donde comentar estas cosas!!!
#11004

30/09/2011 22:07
si tienes razón, la tienes... si yo soy la primera que siempre he defendido que no se pueden liar a la primera de cambio, pero me hubiera gustado algun acercamiento, no tanto alfonso sufriendo... pero tengo ganas de ver arder troya... aun tengo fe en las palabras de fer...
Por ejemplo, que severiano hubiera tardado varios dia en convencerla y que hubiera hecho algo para que ella le perdonara... pero es que como el mismo ha dicho: ha tardado minutos, cuando con cualquier otra habria tardado dias o semanas... eso deja en muy mal lugar a emilia como mujer, pero no la cojo mania, me da pena, pena de que se valore tan poco y pensando pensando... ese rumor está en el pueblo... el padre y el hermano no se enteran... es que nadie, excepto alfonso, hace caso a esta chica¿? la pasa de todo, luego esta semana viene el tio y le cuenta lo de su pasado, entiendo que sobrepasada por todo se tire a los brazos del payaso ese, la puedo comprender y ponerme en su lugar y todo, solo que me gustaria que el personaje de emilia hubiera tenido en este tema la misma dignidad que ha demostrado en otras cosas.
Pero viendo escena antiguas... ella siempre que sale el tema amor lo idealiza mucho y llegó a justificar el comportamiento de su hermano... buahh que ya me estoy volviendo loca y empiezo a divagar...
socorro!!!
EDITO: aha, me gusta tu teoria, sobretodo la parte que comentas de que Alfonso se encare con Emilia para abrirla los ojos... ayyyyyy que sufrimiento!!! Por cierto... Bienvenida!
Por ejemplo, que severiano hubiera tardado varios dia en convencerla y que hubiera hecho algo para que ella le perdonara... pero es que como el mismo ha dicho: ha tardado minutos, cuando con cualquier otra habria tardado dias o semanas... eso deja en muy mal lugar a emilia como mujer, pero no la cojo mania, me da pena, pena de que se valore tan poco y pensando pensando... ese rumor está en el pueblo... el padre y el hermano no se enteran... es que nadie, excepto alfonso, hace caso a esta chica¿? la pasa de todo, luego esta semana viene el tio y le cuenta lo de su pasado, entiendo que sobrepasada por todo se tire a los brazos del payaso ese, la puedo comprender y ponerme en su lugar y todo, solo que me gustaria que el personaje de emilia hubiera tenido en este tema la misma dignidad que ha demostrado en otras cosas.
Pero viendo escena antiguas... ella siempre que sale el tema amor lo idealiza mucho y llegó a justificar el comportamiento de su hermano... buahh que ya me estoy volviendo loca y empiezo a divagar...
socorro!!!
EDITO: aha, me gusta tu teoria, sobretodo la parte que comentas de que Alfonso se encare con Emilia para abrirla los ojos... ayyyyyy que sufrimiento!!! Por cierto... Bienvenida!
#11005

30/09/2011 22:21
Yo creo que cuando ella no quiera bajarse de la burra con el Calavera fijo le dice que se merece que alguien la quiera sin engaños y acabe confesando que él la ama y que hasta había pensado en casarse con ella y tener niños... vamos vamos semejante maromo me dice que quiere Mejorar la Especie conmigo (por supuesto todos los retoños se parecerían al Padre de ahí lo de mejorar...) y vamos cero coma en caer a sus pies
!!! si es que o me lo tomo con humor o me lo tomo con humor
!!!


#11006

30/09/2011 22:22
Chicas, os ponga la "pareja" del fic del otro día. Algunas ya sabéis que he estado a un pelo de no terminarlo porque lo de hoy me ha dejado descompuesta, pero lo he hecho con mucho cariño. Sé que a algunas, el otro os gustó mucho, así me lo dijisteis, por lo que espero que éste no os decepcione mucho...
SOY ALFONSO CASTAÑEDA
Soy Alfonso Castañeda… aunque, en realidad, mi nombre dice poco. Soy un hombre cualquiera, el mayor de cuatro hermanos al que, la ausencia de su padre le ha hecho ser el cabeza de familia, esforzándome en que vayan por el buen camino, no siempre con buen tino. Pero por ellos no me pesa el partirme el lomo de sol a sol, trabajando la tierra de otros, con estas manos que se hicieron sólo para sostener la azada, con no más retribución en la vida que poder dejar el jornal encima de la mesa y, tras una dura jornada de trabajo, poder bajar al pueblo a visitar la taberna.
Aunque nada tiene que ver con el vicio al morapio; lo mismo me da vino que pajarete o mosto. La única razón por la que voy cada día a la casa de comidas es la de poder verla a ella. Simplemente verla. Porque ha habido algún que otro día en que se ha sentado conmigo a charlar, menos de los que a mí me gustaría, pero la mayoría me conformo con verla desde mi mesa mientras es Don Raimundo quien departe con mi hermano y conmigo… Don Raimundo… un hombre cuyas faltas del pasado le ha convertido en el hombre respetable que es hoy, y que la vida, sin embargo, no ha tenido en cuenta, golpeándole donde más le duele pues a punto ha estado de perder a la niña de sus ojos al tener que confesarle que, en realidad, no era su hija.
Creí que tal dolor la quebraría y que lo primero que haría sería irse de Puente Viejo, pero el amor que Don Raimundo le ha profesado todos estos años ha dado sus buenos frutos y, haciendo honor al gran corazón que habita en su pecho, ella decidió aceptar el seguir llamándole padre y quedarse a su lado, para sosiego suyo y felicidad mía, pues no habría para mí peor sufrimiento en este mundo que perderla de vista. Porque, excepto eso, soy capaz de soportar cualquier cosa, hasta haberla visto besarse con Severiano por los rincones, sabiendo yo que, al darse ella la vuelta, él correría al calor de una meretriz cualquiera. Me maldije porque ninguna de mis palabras servía para desenmascarar las de él, llenas de mentiras y embustes, y tuvo que caérsele la venda de los ojos de la peor de las maneras cuando lo inevitable llegó en forma del más vil de los engaños. Con gusto lo habría aplastado bajo mis pies, como la alimaña rastrera que es. Pero me mantuve al margen, por miedo a ahondar en la herida sin pretenderlo y quedé a la espera, dispuesto, por si ella necesitase y quisiese apoyarse en mí.
Por eso vengo cada día, necesito verla, recrearme en su mirada, pero también necesito saber que está bien y que la sonrisa que me dedica cada día es real, y no una máscara con la que ocultar su amargura.
Voy cruzando la plaza y ya veo por la ventana parte de su figura que se oculta detrás de la barra. Hoy lleva puesta la blusa azul, ésa que resalta el dorado de su cabello como espigas al sol y que deseos dan de hundir los dedos en él. Abro la puerta y carraspeo, no quiero que mi voz me delate.
-Buenas tardes, Emilia –le digo con una sonrisa que se me escapa sola por el mero hecho de tenerla enfrente.
Me dirijo hacia el fondo de la taberna y me siento en la mesa más alejada, desde donde puedo contemplarla con tranquilidad, yendo de aquí para allá. Sin necesidad de decirle nada, la veo salir de la barra para venir a servirme un vino.
-Que sean dos vasos –le digo, porque hoy está tan guapa que no puedo evitar querer tenerla un rato para mí solo, aunque sea conversando.
-¿Esperas a alguien? –me pregunta… si supiera que sólo espero por ella.
-Siéntate conmigo un rato –le pido apartando la silla para que no pueda negarse. –Si quieren algo que esperen un poco –le sonrío haciendo chanza.
Y parece no disgustarle la idea porque se sienta a mi lado sin remilgo alguno.
-¿Qué tal el día? –me pregunta mientras me sirve vino, y la mente se me llena de escenas como ésta, pero en nuestro hogar, casados, e imaginando que así me recibiría al llegar yo del tajo.
-Lo mismo de siempre –trato de componerme bebiendo un poco de vino. –No querrás que te aburra relatándote las labores del campo.
-Claro que no me aburre –me dice batiendo esas pestañas que me confunden, pero yo sigo prefiriendo escuchar su voz.
-Mejor cuéntame qué tal tu día.
-Puestos así, Castañeda, yo sólo puedo darte razón de los chatos de vino que he servido o de las raciones de queso que he dispensado –me responde, y yo me río porque me encanta cuando utiliza mi apellido como si fuera a decir algo serio para terminar en chanza. Y al parecer se le contagia porque ríe conmigo, llenando mi corazón de ternura al ver que empieza a ser de nuevo ella.
-Me alegra verte reír –se lo hago saber y veo que me malinterpreta al cambiarle el semblante.
-No quiero que me tengas lástima –me reprende y me duele porque no era mi intención mortificarla.
-Nunca te la he tenido –le aseguro esforzándome en convencerla.
-Ni lástima por lo de mi padre ni reproche alguno por lo de Severiano –recita con seriedad. –Después de tantos días aún espero un “te advertí”.
-Me conoces lo suficiente como para saber que no te lo diría –le rebato, porque jamás podría condenarla por estar enamorada, cuando yo cometería la mayor de las locuras por ella. Aunque claro, ella no lo sabe. –Entiendo que necesitaras convencerte por ti misma –la excuso así.
-Ya hemos dado un paso más, así me estás llamando necia –dice con ligereza, pero yo no quiero que lo piense, ni en broma.
-Tal vez, si me hubieras hecho caso, ahora te estarías preguntando si habías obrado bien o no al escuchar mis palabras –la justifico, porque necesito que crea que ha hecho las cosas como debía.
-Pues no lo sé –frunce los labios con indiferencia. –Lo que tengo claro es que el golpe me sirvió para arrancármelo de cuajo del corazón.
Yo no puedo menos que sorprenderme de su firmeza, tan grande no sería su amor cuando tan poco tiempo ha necesitado para deshacerse de él… a mí me costaría la vida olvidarla a ella, aunque, bien pensado, nadie querría recordar una pena así como la suya.
-Imagino que es muy duro para ti –no imagino, estoy seguro. –No será fácil superar la desconfianza y el temor a que te hagan daño.
Porque es demasiado cándida e inocente y el crápula de Severiano le ha dejado el corazón destrozado, tanto que, para cuando ella logre recomponerlo, ya estará negro como el carbón de tanta tristeza.
-Eso no volverá a pasar –la oigo decir.
-Te cierras al amor –doy por sentado, lo que me atormenta porque alguien como ella se merece que la idolatren cada segundo de su vida.
-Al contrario –vuelve a sorprenderme. –Lo espero con los brazos abiertos y más ahora que sé lo que busco.
Y me lo dice, con esa rosa de pitiminí que tiene por boca, llena de una sonrisa.
-¿Y se puede saber lo que es? –digo con pies de plomo, porque temo que me diga que busca un hombre guapo, adinerado y resabido… todo lo contrario a mí. Veo que calla, tal vez ya tiene a alguien en mente y no me lo quiere decir, y me da rabia pensar que pueda ser otro canalla que se quiera aprovechar de ella. -¿Tan especial es que no quieres decírmelo? –la tanteo, esperándome lo peor.
{continúa}
SOY ALFONSO CASTAÑEDA
Soy Alfonso Castañeda… aunque, en realidad, mi nombre dice poco. Soy un hombre cualquiera, el mayor de cuatro hermanos al que, la ausencia de su padre le ha hecho ser el cabeza de familia, esforzándome en que vayan por el buen camino, no siempre con buen tino. Pero por ellos no me pesa el partirme el lomo de sol a sol, trabajando la tierra de otros, con estas manos que se hicieron sólo para sostener la azada, con no más retribución en la vida que poder dejar el jornal encima de la mesa y, tras una dura jornada de trabajo, poder bajar al pueblo a visitar la taberna.
Aunque nada tiene que ver con el vicio al morapio; lo mismo me da vino que pajarete o mosto. La única razón por la que voy cada día a la casa de comidas es la de poder verla a ella. Simplemente verla. Porque ha habido algún que otro día en que se ha sentado conmigo a charlar, menos de los que a mí me gustaría, pero la mayoría me conformo con verla desde mi mesa mientras es Don Raimundo quien departe con mi hermano y conmigo… Don Raimundo… un hombre cuyas faltas del pasado le ha convertido en el hombre respetable que es hoy, y que la vida, sin embargo, no ha tenido en cuenta, golpeándole donde más le duele pues a punto ha estado de perder a la niña de sus ojos al tener que confesarle que, en realidad, no era su hija.
Creí que tal dolor la quebraría y que lo primero que haría sería irse de Puente Viejo, pero el amor que Don Raimundo le ha profesado todos estos años ha dado sus buenos frutos y, haciendo honor al gran corazón que habita en su pecho, ella decidió aceptar el seguir llamándole padre y quedarse a su lado, para sosiego suyo y felicidad mía, pues no habría para mí peor sufrimiento en este mundo que perderla de vista. Porque, excepto eso, soy capaz de soportar cualquier cosa, hasta haberla visto besarse con Severiano por los rincones, sabiendo yo que, al darse ella la vuelta, él correría al calor de una meretriz cualquiera. Me maldije porque ninguna de mis palabras servía para desenmascarar las de él, llenas de mentiras y embustes, y tuvo que caérsele la venda de los ojos de la peor de las maneras cuando lo inevitable llegó en forma del más vil de los engaños. Con gusto lo habría aplastado bajo mis pies, como la alimaña rastrera que es. Pero me mantuve al margen, por miedo a ahondar en la herida sin pretenderlo y quedé a la espera, dispuesto, por si ella necesitase y quisiese apoyarse en mí.
Por eso vengo cada día, necesito verla, recrearme en su mirada, pero también necesito saber que está bien y que la sonrisa que me dedica cada día es real, y no una máscara con la que ocultar su amargura.
Voy cruzando la plaza y ya veo por la ventana parte de su figura que se oculta detrás de la barra. Hoy lleva puesta la blusa azul, ésa que resalta el dorado de su cabello como espigas al sol y que deseos dan de hundir los dedos en él. Abro la puerta y carraspeo, no quiero que mi voz me delate.
-Buenas tardes, Emilia –le digo con una sonrisa que se me escapa sola por el mero hecho de tenerla enfrente.
Me dirijo hacia el fondo de la taberna y me siento en la mesa más alejada, desde donde puedo contemplarla con tranquilidad, yendo de aquí para allá. Sin necesidad de decirle nada, la veo salir de la barra para venir a servirme un vino.
-Que sean dos vasos –le digo, porque hoy está tan guapa que no puedo evitar querer tenerla un rato para mí solo, aunque sea conversando.
-¿Esperas a alguien? –me pregunta… si supiera que sólo espero por ella.
-Siéntate conmigo un rato –le pido apartando la silla para que no pueda negarse. –Si quieren algo que esperen un poco –le sonrío haciendo chanza.
Y parece no disgustarle la idea porque se sienta a mi lado sin remilgo alguno.
-¿Qué tal el día? –me pregunta mientras me sirve vino, y la mente se me llena de escenas como ésta, pero en nuestro hogar, casados, e imaginando que así me recibiría al llegar yo del tajo.
-Lo mismo de siempre –trato de componerme bebiendo un poco de vino. –No querrás que te aburra relatándote las labores del campo.
-Claro que no me aburre –me dice batiendo esas pestañas que me confunden, pero yo sigo prefiriendo escuchar su voz.
-Mejor cuéntame qué tal tu día.
-Puestos así, Castañeda, yo sólo puedo darte razón de los chatos de vino que he servido o de las raciones de queso que he dispensado –me responde, y yo me río porque me encanta cuando utiliza mi apellido como si fuera a decir algo serio para terminar en chanza. Y al parecer se le contagia porque ríe conmigo, llenando mi corazón de ternura al ver que empieza a ser de nuevo ella.
-Me alegra verte reír –se lo hago saber y veo que me malinterpreta al cambiarle el semblante.
-No quiero que me tengas lástima –me reprende y me duele porque no era mi intención mortificarla.
-Nunca te la he tenido –le aseguro esforzándome en convencerla.
-Ni lástima por lo de mi padre ni reproche alguno por lo de Severiano –recita con seriedad. –Después de tantos días aún espero un “te advertí”.
-Me conoces lo suficiente como para saber que no te lo diría –le rebato, porque jamás podría condenarla por estar enamorada, cuando yo cometería la mayor de las locuras por ella. Aunque claro, ella no lo sabe. –Entiendo que necesitaras convencerte por ti misma –la excuso así.
-Ya hemos dado un paso más, así me estás llamando necia –dice con ligereza, pero yo no quiero que lo piense, ni en broma.
-Tal vez, si me hubieras hecho caso, ahora te estarías preguntando si habías obrado bien o no al escuchar mis palabras –la justifico, porque necesito que crea que ha hecho las cosas como debía.
-Pues no lo sé –frunce los labios con indiferencia. –Lo que tengo claro es que el golpe me sirvió para arrancármelo de cuajo del corazón.
Yo no puedo menos que sorprenderme de su firmeza, tan grande no sería su amor cuando tan poco tiempo ha necesitado para deshacerse de él… a mí me costaría la vida olvidarla a ella, aunque, bien pensado, nadie querría recordar una pena así como la suya.
-Imagino que es muy duro para ti –no imagino, estoy seguro. –No será fácil superar la desconfianza y el temor a que te hagan daño.
Porque es demasiado cándida e inocente y el crápula de Severiano le ha dejado el corazón destrozado, tanto que, para cuando ella logre recomponerlo, ya estará negro como el carbón de tanta tristeza.
-Eso no volverá a pasar –la oigo decir.
-Te cierras al amor –doy por sentado, lo que me atormenta porque alguien como ella se merece que la idolatren cada segundo de su vida.
-Al contrario –vuelve a sorprenderme. –Lo espero con los brazos abiertos y más ahora que sé lo que busco.
Y me lo dice, con esa rosa de pitiminí que tiene por boca, llena de una sonrisa.
-¿Y se puede saber lo que es? –digo con pies de plomo, porque temo que me diga que busca un hombre guapo, adinerado y resabido… todo lo contrario a mí. Veo que calla, tal vez ya tiene a alguien en mente y no me lo quiere decir, y me da rabia pensar que pueda ser otro canalla que se quiera aprovechar de ella. -¿Tan especial es que no quieres decírmelo? –la tanteo, esperándome lo peor.
{continúa}
#11007

30/09/2011 22:23
-No cabe duda de que será especial para mí –me responde con una alegría que me da miedo. –Pero tranquilo que no soy tan exigente –bromea, pero yo sigo queriendo saber quién es el afortunado que ocupa sus pensamientos. –Será un hombre sencillo, trabajador y honrado –continúa mientras yo contengo la respiración, -sin más expectativas que la de formar una familia y ser feliz y sin más deseo que ser todo para mí. Será mi amigo y confidente al que poder contarle todas mis cuitas; mi marido cuando deba dar la cara por mí y hacerme de respetar; mi amante cada noche cuando nos refugiemos en el calor de nuestro lecho; un novio enamorado que de pronto me traerá un ramillete de flores cogidas de camino a casa simplemente porque hoy es martes… Va a resultar que sí soy exigente después de todo –noto que alza la voz devolviéndome así a la tierra.
Porque, mientras ella me relata cómo sería su hombre ideal, mi mente me juega una mala pasada y hace que me vea con ella en todas y cada una de las situaciones que me describe. La veo buscando mi consuelo por una discusión que ha tenido con Sebastián, luego estoy sacándole de encima a un parroquiano que se ha pasado con el aguardiente… en nuestra cama haciendo el amor…
-No, no lo creo –trato de buscar la voz en mi garganta. –De hecho, cualquier hombre que ame de verdad debe amar así.
Y maldito sea el que se le acerque de nuevo con otras intenciones.
-Eso me da esperanzas entonces –me sonríe sin saber que yo no le daría esperanza sino mi vida entera. –Y con ellas me voy a seguir faenando que ya he pegado la hebra más de la cuenta –se levanta, y en ese mismo instante, una idea relampaguea en mi cabeza.
-Yo también me voy –me dejo llevar por ese impulso.
-Pero si no te has terminado el vino –susurra, y por un segundo me da la sensación de que le da un poco de pena que me marche.
-Es que he recordado que debo hacer algo –trato de excusarme.
-Pues hasta mañana –me despide, y yo asiento porque no me hace falta decirle que volveré mañana y los días que le siguen.
Parto rumbo a mi casa con la misma idea amartillándome la mente, debo apurarme si quiero llegar a tiempo. Apenas saludo a mi madre cuando entro, cojo la jofaina y me meto para adentro a asearme… estoy tan agitado que no noto ni el agua fría. Luego busco uno de los pocos hatos que tengo de bonito y, con prisas, salgo dispuesto a irme.
-Alfonso, hijo, ¿adónde vas? –me pregunta mi madre con más preocupación que otra cosa. Seguro que piensa que voy de jarana y la pobre, con los desatinos de Juan, ya tiene suficiente.
-Déjelo, madre, seguro que va a hacer algo de provecho –se chancea Ramiro al que no se le escapa una. Aún así me guiña el ojo con complicidad y una sonrisa de ánimo.
-No se inquiete, madre –la tranquilizo y me despido besando su frente. De camino a la puerta, le pellizco la mejilla a Mariana que oculta una sonrisa traviesa tras su mano, y marcho.
Apenas hay luz del sol cuando cojo el sendero que va al pueblo y aprieto el paso porque debo desviarme un poco del camino si quiero conseguir las más olorosas. Para cuando llego al pueblo ya es noche cerrada, pero por suerte, al fondo, aún se ve la luz de las velas iluminando la casa de comidas.
Conforme me voy acercando, veo que está sola, terminando de recoger, y me refugio en la oscuridad de la noche para observarla, sintiendo que no podría quererla más. Va de mesa en mesa, como mariposa de flor en flor contenta de realizar su labor y es que, su mirada desprende luz, hasta la veo sonreír fugazmente. Si no supiera las penas que ha tenido que soportar en tan poco tiempo, pensaría que es feliz, y es cuando recuerdo dolorosamente la emoción con la que me ha descrito a ese hombre tan especial esta tarde. Tal vez ya tenga rostro y esté pensando en él y yo trato de envalentonarme diciéndome que nadie la amará como yo. Me quito la gorra y oculto en ella el ramillete de lavanda, y su aroma me llega dándome el último de los empujes.
Me acerco a la puerta y golpeo el vidrio con el nudillo y ella parece sobresaltarse. Tal vez si la interrumpo en su ensoñación…
-Perdona si te he asustado –me disculpo, juntando ambas manos alrededor de la gorra.
La veo que me mira de la cabeza a los pies.
-La última vez que viniste hecho un pincel buscaste en un chato de vino arrestos para declararte a una moza –me recuerda lo que yo quiero olvidar, porque aquel chato de vino no me dio el coraje suficiente ni lo hará ahora.
-Hoy no voy a necesitar vino.
Nada más tengo que alargar las manos y entregarle lo que llevo en ellas.
-Pues si no has venido a por vino, tú dirás –dice con curiosidad, sin sospechar lo que quiero en realidad.
-Sólo venía a traerte esto.
Cuando le entrego el ramillete, me paga con la más hermosa de las sonrisas. Y es que sé que para ella, un sencillo ramito de lavanda dice mucho más que una docena de rosas.
-¿Y esto por qué? -me pregunta con el rostro iluminado y a mí se me ocurren mil y una respuestas que darle porque puedo ser el hombre de su vida y mucho más. Porque ya soy su amigo, la desposaría mañana mismo si ella quisiera para amarla con locura cada noche, porque soy un hombre enamorado que le trae flores simplemente porque…
-Porque hoy es martes –le susurro bajo y con temor, porque estoy muerto de miedo por si malinterpreta mis palabras, por si piensa que estoy de chanza, o peor, que me estoy burlando de ella.
Sin embargo, sucede lo más hermoso e inesperado porque, de pronto, rodea mi cuello con sus brazos buscando mis labios y yo no dudo ni un segundo en atrapar los suyos. He deseado, soñado, imaginado tanto este momento que tiemblo al tenerla por fin entre mis brazos, pero eso no me impide besarla con todo mi ser, con todo el amor que he estado cultivando sólo para ella. Y me corresponde, no sólo a mi beso sino a mi amor, porque lo noto en cada uno de los poros de mi piel, y yo le respondo devorando sus labios hasta hacerla enloquecer, hasta robarle el aliento.
Lo consigo porque nos separarnos, lo justo para que me diga “te amo” antes de que termine de decírselo yo. Pero pronto nuestros labios se reclaman, sabiendo que los discursos entre nosotros no son menester.
Y esta vez nos recreamos uno en la piel del otro, queriéndola grabar a fuego sobre la nuestra. La envuelvo con mi alma mientras bebo de su esencia, la que iluminará mi camino a partir de ahora. Desde este momento, la mejor y más importante de mis labores será cumplir sus sueños y, cada vez que baje a la taberna, ya no tendré que mirarla desde lejos. La cogeré de la cintura y la besaré frente a todos, para que a nadie le quede duda de que su felicidad ahora es cosa mía, desde hoy hasta el fin de mis días.
Soy Alfonso Castañeda y Emilia Ulloa es mi vida.
Porque, mientras ella me relata cómo sería su hombre ideal, mi mente me juega una mala pasada y hace que me vea con ella en todas y cada una de las situaciones que me describe. La veo buscando mi consuelo por una discusión que ha tenido con Sebastián, luego estoy sacándole de encima a un parroquiano que se ha pasado con el aguardiente… en nuestra cama haciendo el amor…
-No, no lo creo –trato de buscar la voz en mi garganta. –De hecho, cualquier hombre que ame de verdad debe amar así.
Y maldito sea el que se le acerque de nuevo con otras intenciones.
-Eso me da esperanzas entonces –me sonríe sin saber que yo no le daría esperanza sino mi vida entera. –Y con ellas me voy a seguir faenando que ya he pegado la hebra más de la cuenta –se levanta, y en ese mismo instante, una idea relampaguea en mi cabeza.
-Yo también me voy –me dejo llevar por ese impulso.
-Pero si no te has terminado el vino –susurra, y por un segundo me da la sensación de que le da un poco de pena que me marche.
-Es que he recordado que debo hacer algo –trato de excusarme.
-Pues hasta mañana –me despide, y yo asiento porque no me hace falta decirle que volveré mañana y los días que le siguen.
Parto rumbo a mi casa con la misma idea amartillándome la mente, debo apurarme si quiero llegar a tiempo. Apenas saludo a mi madre cuando entro, cojo la jofaina y me meto para adentro a asearme… estoy tan agitado que no noto ni el agua fría. Luego busco uno de los pocos hatos que tengo de bonito y, con prisas, salgo dispuesto a irme.
-Alfonso, hijo, ¿adónde vas? –me pregunta mi madre con más preocupación que otra cosa. Seguro que piensa que voy de jarana y la pobre, con los desatinos de Juan, ya tiene suficiente.
-Déjelo, madre, seguro que va a hacer algo de provecho –se chancea Ramiro al que no se le escapa una. Aún así me guiña el ojo con complicidad y una sonrisa de ánimo.
-No se inquiete, madre –la tranquilizo y me despido besando su frente. De camino a la puerta, le pellizco la mejilla a Mariana que oculta una sonrisa traviesa tras su mano, y marcho.
Apenas hay luz del sol cuando cojo el sendero que va al pueblo y aprieto el paso porque debo desviarme un poco del camino si quiero conseguir las más olorosas. Para cuando llego al pueblo ya es noche cerrada, pero por suerte, al fondo, aún se ve la luz de las velas iluminando la casa de comidas.
Conforme me voy acercando, veo que está sola, terminando de recoger, y me refugio en la oscuridad de la noche para observarla, sintiendo que no podría quererla más. Va de mesa en mesa, como mariposa de flor en flor contenta de realizar su labor y es que, su mirada desprende luz, hasta la veo sonreír fugazmente. Si no supiera las penas que ha tenido que soportar en tan poco tiempo, pensaría que es feliz, y es cuando recuerdo dolorosamente la emoción con la que me ha descrito a ese hombre tan especial esta tarde. Tal vez ya tenga rostro y esté pensando en él y yo trato de envalentonarme diciéndome que nadie la amará como yo. Me quito la gorra y oculto en ella el ramillete de lavanda, y su aroma me llega dándome el último de los empujes.
Me acerco a la puerta y golpeo el vidrio con el nudillo y ella parece sobresaltarse. Tal vez si la interrumpo en su ensoñación…
-Perdona si te he asustado –me disculpo, juntando ambas manos alrededor de la gorra.
La veo que me mira de la cabeza a los pies.
-La última vez que viniste hecho un pincel buscaste en un chato de vino arrestos para declararte a una moza –me recuerda lo que yo quiero olvidar, porque aquel chato de vino no me dio el coraje suficiente ni lo hará ahora.
-Hoy no voy a necesitar vino.
Nada más tengo que alargar las manos y entregarle lo que llevo en ellas.
-Pues si no has venido a por vino, tú dirás –dice con curiosidad, sin sospechar lo que quiero en realidad.
-Sólo venía a traerte esto.
Cuando le entrego el ramillete, me paga con la más hermosa de las sonrisas. Y es que sé que para ella, un sencillo ramito de lavanda dice mucho más que una docena de rosas.
-¿Y esto por qué? -me pregunta con el rostro iluminado y a mí se me ocurren mil y una respuestas que darle porque puedo ser el hombre de su vida y mucho más. Porque ya soy su amigo, la desposaría mañana mismo si ella quisiera para amarla con locura cada noche, porque soy un hombre enamorado que le trae flores simplemente porque…
-Porque hoy es martes –le susurro bajo y con temor, porque estoy muerto de miedo por si malinterpreta mis palabras, por si piensa que estoy de chanza, o peor, que me estoy burlando de ella.
Sin embargo, sucede lo más hermoso e inesperado porque, de pronto, rodea mi cuello con sus brazos buscando mis labios y yo no dudo ni un segundo en atrapar los suyos. He deseado, soñado, imaginado tanto este momento que tiemblo al tenerla por fin entre mis brazos, pero eso no me impide besarla con todo mi ser, con todo el amor que he estado cultivando sólo para ella. Y me corresponde, no sólo a mi beso sino a mi amor, porque lo noto en cada uno de los poros de mi piel, y yo le respondo devorando sus labios hasta hacerla enloquecer, hasta robarle el aliento.
Lo consigo porque nos separarnos, lo justo para que me diga “te amo” antes de que termine de decírselo yo. Pero pronto nuestros labios se reclaman, sabiendo que los discursos entre nosotros no son menester.
Y esta vez nos recreamos uno en la piel del otro, queriéndola grabar a fuego sobre la nuestra. La envuelvo con mi alma mientras bebo de su esencia, la que iluminará mi camino a partir de ahora. Desde este momento, la mejor y más importante de mis labores será cumplir sus sueños y, cada vez que baje a la taberna, ya no tendré que mirarla desde lejos. La cogeré de la cintura y la besaré frente a todos, para que a nadie le quede duda de que su felicidad ahora es cosa mía, desde hoy hasta el fin de mis días.
Soy Alfonso Castañeda y Emilia Ulloa es mi vida.
#11008

30/09/2011 22:23
Abril... ¿donde hay que apuntarse para mejorar la especie?? todo sea por la ciencia!!! jajajajajaja muy bueno, si esto fuera facebook le daria a "me gusta"




edito: juani, gracias!!! no tengo palabras!! precioso!




edito: juani, gracias!!! no tengo palabras!! precioso!
#11009

30/09/2011 22:23
jaja susivo, te sigo en todo lo que dices y estoy de acuerdo.. xD A mi también me jode que ese Raimundo y ese Sebastián no hagan ni caso... hoy Sebastián ha hecho un amago de preocuparse, pero en cuanto a visto que no era el tema Eulalio ha pasado en moto... Joe, es que si no es por Alfonso a Emilia se la comen los bichos.
Aha bienvenida
Edito: Riona es precioso!! Gracias
Aha bienvenida

Edito: Riona es precioso!! Gracias
#11010

30/09/2011 22:26
Aha...me gusta esa teoria tuya...danos luz...la necesitamos..Sigo megacabreada...y NO PIENSO VER EL CAPITULO.ME NIEGO.
Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.
EDITO...JUANI..ES PRECIOSO...¿POR QUE GUIONISTAS DE MIERDA?¿POR QUE?.Con lo facil que es.
Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.Quiero que muera el vispris de una sifilis galopante y que se le caiga el pito a trozos.
EDITO...JUANI..ES PRECIOSO...¿POR QUE GUIONISTAS DE MIERDA?¿POR QUE?.Con lo facil que es.
#11011

30/09/2011 22:36
Jajajaja colgada, me encanta eso de que pasa en moto... jajajaja es que sebastonto no se entera de la misa la mitad... vaya familia....
Juani, me repito, precioso tu fic!!
Juani, me repito, precioso tu fic!!
#11012

30/09/2011 22:38
Cuquina me muérome qué bruta chica qué bruta pero te entiendo me parto de la risaaaaaaaaa jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!
Gracias Susivo por ese me gusta!!!
Gracias Susivo por ese me gusta!!!
#11013

30/09/2011 23:07
Simplemente....
GRACIASSS

















































GRACIASSS



















































#11014

30/09/2011 23:31
Pepa, Juani, una vez más os rindo pleitesía. Es maravilloso ver lo que sois capaces de hacer con los personajes y que nos lo creamos, estando en la situación que estamos.
La Emilia de Pepa casi me saca las lágrimas, imaginándomela comprendiendo, queriendo volver atrás y enmendarse, ojalá después de todo veamos algo tan conmovedor en la serie, aunque ya tengamos tan poquita fe.
Y del de Juani poco más puedo decir, merecida segunda parte de un fanfic que quedará para los restos de las AlfonsoEmilistas. Ya te lo dije por privado. Sabía exactamente cuando diría "porque hoy es martes" pero aún así... me emociona hasta la médula.
Rosa, voy a por el tuyo.
Cueva, Susana, gracias por seguir subiendo vídeos, aunque ello os supongo revisionar ciertas imágenes...
EDITO: Rosa, ¡qué grande eres! Jajajaja, ¡hasta una posible preñez de Emilia resulta tentadora en ese plan, jajaja! Me ha gustado mucho, eres un rayico de alegría siempre.
La Emilia de Pepa casi me saca las lágrimas, imaginándomela comprendiendo, queriendo volver atrás y enmendarse, ojalá después de todo veamos algo tan conmovedor en la serie, aunque ya tengamos tan poquita fe.
Y del de Juani poco más puedo decir, merecida segunda parte de un fanfic que quedará para los restos de las AlfonsoEmilistas. Ya te lo dije por privado. Sabía exactamente cuando diría "porque hoy es martes" pero aún así... me emociona hasta la médula.
Rosa, voy a por el tuyo.
Cueva, Susana, gracias por seguir subiendo vídeos, aunque ello os supongo revisionar ciertas imágenes...
EDITO: Rosa, ¡qué grande eres! Jajajaja, ¡hasta una posible preñez de Emilia resulta tentadora en ese plan, jajaja! Me ha gustado mucho, eres un rayico de alegría siempre.
#11015

30/09/2011 23:40
Debe de ser porque estoy con la regla o que se yo pero aqui me teneis, frente al ordenador, leyendo todos y cada uno de vuestros fics, con pañuelo en mano y lagrimas emborronandome la vision.. De verdad, como ha dicho Carol MIL GRACIAS a todas de verdad!! No sabeis como me habeis alegrado la noche y que ganas tenia de leeros a todas de nuevo!!
#11016

01/10/2011 00:00
Me encantan los fics, todos!! El de Lapuebla me ha puesto los pelos de punta, el de Cuquina me ha gustado mucho, así sí que estaría bien que se preñara! y el de Riona... cada día te superas, es precioso!!! Muchas gracias chicas!!
#11017

01/10/2011 00:06
Bienbenida Aha..!! ya te he apuntado a la lista...
Pues yo chicas, o esto se empieza a encarrilar o yo ya no se que voy a hacer..
Pues yo chicas, o esto se empieza a encarrilar o yo ya no se que voy a hacer..
#11018

01/10/2011 00:10
A mí la actitud de Emilia de aguantar con todo lo que al dichoso "guapo" le viene en gana me ha ido desilusionando día a día y luego ese Alfonso tan sufrido y aguantando carros y carretas también me ha ido desencantado cada vez más...
Conclusión: a pesar de lo mucho que me gustaba la posible pareja Emilia-Alfonso, llegados a este punto, ya prefiero que cada uno haga su vida y que Emilia y Alfonso no tengan ninguna relación sentimental porque después de todo lo que ha pasado y parece que va a pasar, ya no tiene sentido y a mí ya no me va a gustar. Que Emilia se case con el "guapo" (se lo tiene merecido por ilusa) y que Alfonso encuentre una chica que de verdad lo merezca.
Conclusión: a pesar de lo mucho que me gustaba la posible pareja Emilia-Alfonso, llegados a este punto, ya prefiero que cada uno haga su vida y que Emilia y Alfonso no tengan ninguna relación sentimental porque después de todo lo que ha pasado y parece que va a pasar, ya no tiene sentido y a mí ya no me va a gustar. Que Emilia se case con el "guapo" (se lo tiene merecido por ilusa) y que Alfonso encuentre una chica que de verdad lo merezca.
#11019

01/10/2011 00:56
Graciaaaaasss por la bienvenida!!!Aqui seguiremos, y esperemos que la cosa vaya pronto a mejor, y podamos celebrar el momentazo de nuestra querida pareja!!!
#11020

01/10/2011 01:10
Aha bienvenida!!
Yo cada vez le veo menos salida a esto... pero habrá que esperar y tener fe en lo que Fernando dijo... qué sería de este mundo sin ella, así que tengamos fe chicas!!!!
Os dejo otro fic.
Un besazo enorme a todasssss
...............................
La ilusión del amor
Los últimos acontecimientos la tenían en un “ay”. En pocos días su vida se había puesto patas arriba, haciendo trizas todo en lo que ella creía y haciéndole sentir que todo lo que había vivido hasta entonces era una simple ilusión. Su propia vida era una mentira, su padre no era tal, sino alguien que la recogió después de provocar un accidente que acabó con la vida de sus verdaderos padres…
Nunca hubiera imaginado que Raimundo hubiera sido capaz de algo así, de escapar de su crimen y de criarla rodeada de engaños y mentiras… Aunque su tío Eulalio, al que todavía le costaba llamarlo así, le había insistido para que se instalara con él, Emilia lo había rechazado, no sólo porque los lazos que había creado con Raimundo durante toda su vida eran mucho más fuertes que la propia sangre, sino porque su amiga Pepa la necesitaba más que nunca.
Había visto como en los últimos días su estado de salud había ido de mal en peor. No eran normales las alucinaciones que estaba sufriendo, y la falta de sueño le había acabado dibujando unas ojeras que hacían que pareciera un espectro.
Antes de que empeorara y desoyendo los ruegos de todo el mundo, había decidido sacar a su amiga de la casona. No sabía por qué, pero algo le decía que tenía que sacarla de allí, que su amiga corría mucho peligro. Desde el principio había sentido desconfianza de que Pepa estuviera tan cerca de la doña, la sabía capaz de hacer cualquier cosa por deshacerse de sus enemigos y bien sabía todo el mundo que así era como veía a la partera.
Desde ese día la instaló en su cuarto y no se separaba de ella, salvo en los ratos en que venía don Tristán, que no eran pocos.
En otras circunstancias, aquellos ratos los aprovecharía para ayudar en la casa de comidas, pero no podía mirar a la cara a Raimundo, todavía no… La verdad que acababa de descubrir le había hecho demasiado daño y necesitaba tiempo para que las heridas cicatrizaran un poco.
Por eso, los momentos que tenía libres al saber a su amiga en buenas manos, los pasaba con Severiano. Bueno, eso cuando lo encontraba, porque la mayoría de los días tenía que conformarse con pasear sola por la orilla del río, momentos en los que aprovechaba para pensar.
Siempre había creído en el amor verdadero, en ese amor que da todo sin pedir nada a cambio, ese amor incondicional que cuando lo encontrara sintiera que no existía nada más y que llenara su vida de alegría y emoción. Pero lo que sentía en aquel momento distaba mucho de lo que había creído toda su vida. Estaba llena de sinsabores, no sólo Severiano le había sido infiel, sino que había insinuado que ella era la responsable. No se lo había dicho directamente, pero había alegado que él era un hombre y que como tal tenía necesidades que ella no había cubierto.
Había pensado mucho en sus palabras y, aunque al principio sintió recelos, pensó que tal vez había estado siempre equivocada y que aquello era realmente el amor. Al fin y al cabo nadie la había amado nunca y Severiano se hartaba de decir que la quería, hasta le había hablado de matrimonio.
Pensó que, a lo mejor, si se entregaba a él todo cambiaría. Dejaría de buscar desahogo con otras y prestaría toda la atención hacia ella, haciendo nacer ese amor con el que había soñado toda su vida. Pero, una vez más se equivocó. Se equivocó al perdonarle sus infidelidades y se equivocó al pensar que entregándose a él las cosas cambiarían.
Siempre pensó que el día en que se entregara en cuerpo y alma al amor se sentiría dichosa, que por fin encontraría la felicidad que tanto ansiaba. Pero ocurrió todo lo contrario, pues ese día se sintió sucia y, en los días posteriores, no dejaba de sentirse así.
Las ausencias de su novio, lejos de desaparecer, habían aumentado, y en los momentos en que estaban juntos era cómo si hubiera perdido el interés por ella, como si lo que había estado buscando ya lo hubiera conseguido. A veces tenía la sensación de que si seguía con ella era porque no tenía donde caerse muerto y le iban bien los pocos cuartos que ella le seguía dando.
Se sentó a la sombra de un árbol y apoyó su cabeza en el tronco. Sin poder remediarlo las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Recordaba con nostalgia los buenos tiempos, aquellos en que conversaba animadamente en la taberna, junto con su “padre”, su hermano, Pepa y… con los Castañeda. Entonces no tenía tantas preocupaciones como ahora y las pocas que tenía las afrontaba con coraje, pues se sabía rodeada de mucha gente que la quería y la apoyaba. Ahora, en cambio, se sentía más sola que nunca.
Su padre y su hermano no eran tales y no tenía ánimos de hablar de lo ocurrido con ellos, habría de pasar algún tiempo para eso.
Pepa estaba pasando por la más dura prueba que le había puesto la vida y no podía contarle sus cuitas, no hasta que se recuperara completamente.
Y los hermanos Castañeda… a Ramiro lo seguía viendo de vez en cuando en la casa de comidas, aunque no se paraba a charlar mucho con él y a Alfonso… a Alfonso no lo veía hacía días, demasiados días… Si él estuviera allí sería todo diferente… él sabía cómo animarla, como confortarla… pero sabía que no podía irle a buscar. No después de las últimas conversaciones que habían tenido, pues había discutido con él por defender a Severiano y lo más extraño es que ahora se arrepentía de haberlo hecho, pues estaba empezando a descubrir que Alfonso tenía razón y que Severiano no se merecía nada de lo que había hecho por él.
Se maldijo a sí misma por haber perdido la amistad de aquel maravilloso hombre. Había estado tan ciega por la ilusión del amor que había permitido que un espejismo la alejara de su amigo, su confidente, de la persona con la que más a gusto se sentía. Al fin y al cabo, si lo que tenía con Severiano era amor, ella ya no lo quería, pues era infinitamente más feliz antes de conocerlo…
Allí seguía, en la misma posición que cuando se sentó y, si no fuera por todos los pensamientos que le rondaban la sesera, ya se habría quedado dormida. Sintió un ruido a su espalda y abrió los ojos sobresaltada. Cuando volvió la vista asustada, vio como Alfonso se alejaba de espaldas a ella. Se levantó y se fue hacia él…
(Continúa)
Yo cada vez le veo menos salida a esto... pero habrá que esperar y tener fe en lo que Fernando dijo... qué sería de este mundo sin ella, así que tengamos fe chicas!!!!
Os dejo otro fic.
Un besazo enorme a todasssss
...............................
La ilusión del amor
Los últimos acontecimientos la tenían en un “ay”. En pocos días su vida se había puesto patas arriba, haciendo trizas todo en lo que ella creía y haciéndole sentir que todo lo que había vivido hasta entonces era una simple ilusión. Su propia vida era una mentira, su padre no era tal, sino alguien que la recogió después de provocar un accidente que acabó con la vida de sus verdaderos padres…
Nunca hubiera imaginado que Raimundo hubiera sido capaz de algo así, de escapar de su crimen y de criarla rodeada de engaños y mentiras… Aunque su tío Eulalio, al que todavía le costaba llamarlo así, le había insistido para que se instalara con él, Emilia lo había rechazado, no sólo porque los lazos que había creado con Raimundo durante toda su vida eran mucho más fuertes que la propia sangre, sino porque su amiga Pepa la necesitaba más que nunca.
Había visto como en los últimos días su estado de salud había ido de mal en peor. No eran normales las alucinaciones que estaba sufriendo, y la falta de sueño le había acabado dibujando unas ojeras que hacían que pareciera un espectro.
Antes de que empeorara y desoyendo los ruegos de todo el mundo, había decidido sacar a su amiga de la casona. No sabía por qué, pero algo le decía que tenía que sacarla de allí, que su amiga corría mucho peligro. Desde el principio había sentido desconfianza de que Pepa estuviera tan cerca de la doña, la sabía capaz de hacer cualquier cosa por deshacerse de sus enemigos y bien sabía todo el mundo que así era como veía a la partera.
Desde ese día la instaló en su cuarto y no se separaba de ella, salvo en los ratos en que venía don Tristán, que no eran pocos.
En otras circunstancias, aquellos ratos los aprovecharía para ayudar en la casa de comidas, pero no podía mirar a la cara a Raimundo, todavía no… La verdad que acababa de descubrir le había hecho demasiado daño y necesitaba tiempo para que las heridas cicatrizaran un poco.
Por eso, los momentos que tenía libres al saber a su amiga en buenas manos, los pasaba con Severiano. Bueno, eso cuando lo encontraba, porque la mayoría de los días tenía que conformarse con pasear sola por la orilla del río, momentos en los que aprovechaba para pensar.
Siempre había creído en el amor verdadero, en ese amor que da todo sin pedir nada a cambio, ese amor incondicional que cuando lo encontrara sintiera que no existía nada más y que llenara su vida de alegría y emoción. Pero lo que sentía en aquel momento distaba mucho de lo que había creído toda su vida. Estaba llena de sinsabores, no sólo Severiano le había sido infiel, sino que había insinuado que ella era la responsable. No se lo había dicho directamente, pero había alegado que él era un hombre y que como tal tenía necesidades que ella no había cubierto.
Había pensado mucho en sus palabras y, aunque al principio sintió recelos, pensó que tal vez había estado siempre equivocada y que aquello era realmente el amor. Al fin y al cabo nadie la había amado nunca y Severiano se hartaba de decir que la quería, hasta le había hablado de matrimonio.
Pensó que, a lo mejor, si se entregaba a él todo cambiaría. Dejaría de buscar desahogo con otras y prestaría toda la atención hacia ella, haciendo nacer ese amor con el que había soñado toda su vida. Pero, una vez más se equivocó. Se equivocó al perdonarle sus infidelidades y se equivocó al pensar que entregándose a él las cosas cambiarían.
Siempre pensó que el día en que se entregara en cuerpo y alma al amor se sentiría dichosa, que por fin encontraría la felicidad que tanto ansiaba. Pero ocurrió todo lo contrario, pues ese día se sintió sucia y, en los días posteriores, no dejaba de sentirse así.
Las ausencias de su novio, lejos de desaparecer, habían aumentado, y en los momentos en que estaban juntos era cómo si hubiera perdido el interés por ella, como si lo que había estado buscando ya lo hubiera conseguido. A veces tenía la sensación de que si seguía con ella era porque no tenía donde caerse muerto y le iban bien los pocos cuartos que ella le seguía dando.
Se sentó a la sombra de un árbol y apoyó su cabeza en el tronco. Sin poder remediarlo las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Recordaba con nostalgia los buenos tiempos, aquellos en que conversaba animadamente en la taberna, junto con su “padre”, su hermano, Pepa y… con los Castañeda. Entonces no tenía tantas preocupaciones como ahora y las pocas que tenía las afrontaba con coraje, pues se sabía rodeada de mucha gente que la quería y la apoyaba. Ahora, en cambio, se sentía más sola que nunca.
Su padre y su hermano no eran tales y no tenía ánimos de hablar de lo ocurrido con ellos, habría de pasar algún tiempo para eso.
Pepa estaba pasando por la más dura prueba que le había puesto la vida y no podía contarle sus cuitas, no hasta que se recuperara completamente.
Y los hermanos Castañeda… a Ramiro lo seguía viendo de vez en cuando en la casa de comidas, aunque no se paraba a charlar mucho con él y a Alfonso… a Alfonso no lo veía hacía días, demasiados días… Si él estuviera allí sería todo diferente… él sabía cómo animarla, como confortarla… pero sabía que no podía irle a buscar. No después de las últimas conversaciones que habían tenido, pues había discutido con él por defender a Severiano y lo más extraño es que ahora se arrepentía de haberlo hecho, pues estaba empezando a descubrir que Alfonso tenía razón y que Severiano no se merecía nada de lo que había hecho por él.
Se maldijo a sí misma por haber perdido la amistad de aquel maravilloso hombre. Había estado tan ciega por la ilusión del amor que había permitido que un espejismo la alejara de su amigo, su confidente, de la persona con la que más a gusto se sentía. Al fin y al cabo, si lo que tenía con Severiano era amor, ella ya no lo quería, pues era infinitamente más feliz antes de conocerlo…
Allí seguía, en la misma posición que cuando se sentó y, si no fuera por todos los pensamientos que le rondaban la sesera, ya se habría quedado dormida. Sintió un ruido a su espalda y abrió los ojos sobresaltada. Cuando volvió la vista asustada, vio como Alfonso se alejaba de espaldas a ella. Se levantó y se fue hacia él…
(Continúa)