El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon
#0

08/06/2011 23:44
Vídeos FormulaTV
#1421

03/09/2011 18:06
Cueva gracias por los videos, esa parte no la había visto ayyyyyyyyyyyyyyyyy Paquita no puedes con tu vida.
Y a raiz de todo esto varias preguntas vienen a mi mente:
- Se habrá hecho la Paca las piernas, las ingles y las axilas por si hay un por si acaso?
- Llevará bragas de fiesta o se pondrá las de diario?.
- Se pondrá sujetador de matadora o seguirá con el tradicional refajo?
- será de las de con la luz apagada o todo claro y cristalino?
- Encima o debajo?
- No cariño que me duele la cabeza o comometoquesunpelotematonovesquenotengoganas?
En fin ahí las lanzo al infinito esperando vuestras sabias opiniones
Y a raiz de todo esto varias preguntas vienen a mi mente:
- Se habrá hecho la Paca las piernas, las ingles y las axilas por si hay un por si acaso?
- Llevará bragas de fiesta o se pondrá las de diario?.
- Se pondrá sujetador de matadora o seguirá con el tradicional refajo?
- será de las de con la luz apagada o todo claro y cristalino?
- Encima o debajo?
- No cariño que me duele la cabeza o comometoquesunpelotematonovesquenotengoganas?
En fin ahí las lanzo al infinito esperando vuestras sabias opiniones
#1422

03/09/2011 18:14
Jajjajaja, me partoo. Mm, mis opiniones:
Se habrá hecho la Paca las piernas, las ingles y las axilas por si hay un por si acaso? Yo creo que la Paca hace lo que sea por si acaso... Desde ponerse monísima a depilarse.
- Llevará bragas de fiesta o se pondrá las de diario? ¿Qué más da? No creo que le duren mucho puestas. Es mas, no creo que ni Rai se fije. Se las arrancará y punto.
- Se pondrá sujetador de matadora o seguirá con el tradicional refajo? Misma respuesta que la anterior. Después de treinta añitos, como para andarse con mariconadas.
- será de las de con la luz apagada o todo claro y cristalino? Yo creo que... le dará igual.
- Encima o debajo? Cuando la pille Rai, con las ganas que va a tener el tabernero una vez supere sus "reticencias".... creo que acabarán luchando entre ellos por ver quién está por encima de quién, jijijij.
- No cariño que me duele la cabeza o comometoquesunpelotematonovesquenotengoganas? Ni lo uno ni lo otro. Más bien venpacátaberneroquetevoyallevaralcielo. Pero en el rarísimo caso de que nuestra Paca no tenga realmente ganas... me decanto por lo segundo.
Edito: Me encanta esta canción. Parece escrita expresamente para esta gran pareja.
Se habrá hecho la Paca las piernas, las ingles y las axilas por si hay un por si acaso? Yo creo que la Paca hace lo que sea por si acaso... Desde ponerse monísima a depilarse.
- Llevará bragas de fiesta o se pondrá las de diario? ¿Qué más da? No creo que le duren mucho puestas. Es mas, no creo que ni Rai se fije. Se las arrancará y punto.
- Se pondrá sujetador de matadora o seguirá con el tradicional refajo? Misma respuesta que la anterior. Después de treinta añitos, como para andarse con mariconadas.
- será de las de con la luz apagada o todo claro y cristalino? Yo creo que... le dará igual.
- Encima o debajo? Cuando la pille Rai, con las ganas que va a tener el tabernero una vez supere sus "reticencias".... creo que acabarán luchando entre ellos por ver quién está por encima de quién, jijijij.
- No cariño que me duele la cabeza o comometoquesunpelotematonovesquenotengoganas? Ni lo uno ni lo otro. Más bien venpacátaberneroquetevoyallevaralcielo. Pero en el rarísimo caso de que nuestra Paca no tenga realmente ganas... me decanto por lo segundo.
Edito: Me encanta esta canción. Parece escrita expresamente para esta gran pareja.
#1423

03/09/2011 19:12
Ina para animarte ahora que estás malita te dejo esta peazo de canción que también les va a esos dos como anillo al dedo
#1424

03/09/2011 19:25
chicas,me alegro que os hayais reido con el montaje,de eso se trata! de pasarlo bien mientras nos llega LA escena.
lna,cómo te sientes?? con el estómago estuve yo hace unos días,y todo lo solucionan con decir:"es un virus"
. También estás en camisón y con la trenza de lado como la Paca??
intentas que Raimundo vaya a darte un Ulloatil? 
cueva,gracias por esa parte! estaba deseando volver a verla,ayer no pude,y hoy he estado fuera,asi que me ha encantado verla aqui ahora.Qué sonrisa por dios! blanco y en botella: Leche
mariajo,la Paca se ha hecho las ingles brasileñas.En lo de la ropa interior,estoy con lna.Después de tanto tiempo no se va a fijar en eso mi Rai.Osea fíjate en sus miradas.Ese hombre tiene Rayos X en vez de ojos y traspasa sujetadores.Sus miradas me recuerdan a un capítulo de Friends,en el que Mónica dice que una vez Joey con solo mirarla se le desabrochó el sujetador
por eso la Doña se fue ayer rápido de la plaza,porque las "pacas" ya peligraban ahí a su libre albedrio.Y eso que la tía iba a ligar en plan lobón.Pero Rai se nos está haciendo el duro.
sobre la luz,creo que cuando se junten,saltarán chispas,asi que no necesitan luces.Ellos la crearán mediante fricción.
Grandes las canciones!!!
lna...¿qué escena se te ocurre?
lna,cómo te sientes?? con el estómago estuve yo hace unos días,y todo lo solucionan con decir:"es un virus"



cueva,gracias por esa parte! estaba deseando volver a verla,ayer no pude,y hoy he estado fuera,asi que me ha encantado verla aqui ahora.Qué sonrisa por dios! blanco y en botella: Leche
mariajo,la Paca se ha hecho las ingles brasileñas.En lo de la ropa interior,estoy con lna.Después de tanto tiempo no se va a fijar en eso mi Rai.Osea fíjate en sus miradas.Ese hombre tiene Rayos X en vez de ojos y traspasa sujetadores.Sus miradas me recuerdan a un capítulo de Friends,en el que Mónica dice que una vez Joey con solo mirarla se le desabrochó el sujetador


sobre la luz,creo que cuando se junten,saltarán chispas,asi que no necesitan luces.Ellos la crearán mediante fricción.
Grandes las canciones!!!
lna...¿qué escena se te ocurre?

#1425

03/09/2011 19:57
Bueno... otra idea...
Raimundo estaba barriendo la puerta de entrada de la casa de comidas cuando Mauricio apareció como un vendaval.
- ¡Eh, tú, Ulloa!- dijo el hosco capataz. - ¿Dónde se haya ese diablo de partera?
Raimundo le fulminó con la mirada. Mauricio no pudo evitar un leve temor. Ese condenado Ulloa había demostrado sobradamente que no era sólo un simple tabernero. Todavía recordaba el cadáver de la tal Virtudes tirado en el despacho de la Doña, con un certero tiro al corazón. Raimundo dejó cuidadosamente la escoba arrimada en el marco de la puerta y le encaró.
- Veo que tu ama te ha contagiado sus buenos modales .- le respondió irónico. - ¿Qué quieres tú de Pepa?
Mauricio le devolvió una mirada lasciva.
- Si por mí fuera… Bajarle los humos de una forma… contundente.
El bruto capataz borró la asquerosa sonrisa al ver la mirada de Raimundo Ulloa. El tabernero se acercó.
- Vuelve a repetir eso y te juro que no me temblará el pulso para incrustarte una bala entre ceja y ceja.
Mauricio no pudo evitar tragar saliva. Estaba claro que Ulloa sabía amenazar.
- No te creas tan bravucón.- le contestó.- No soy yo el que reclama a la partera sino mi ama.
Raimundo alzó una ceja.
- ¿Con qué motivo?
- No es de tu incumbencia, Ulloa. Limítate a decirme dónde está.
El sagaz tabernero le devolvió una penetrante mirada.
- A ver si me explico lo suficientemente bien como para que un zopenco descerebrado como tú me entienda.- dijo venenoso.- Si no me dices para qué necesita Francisca a Pepa, ya puedes marcharte por donde has venido.
Mauricio sintió la tentación de descargar su fusta contra él, pero Raimundo estaba empezando a aferrar la escoba con una peligrosa expresión en su rostro. Don Anselmo intuyó el peligro y se acercó.
- ¿Sucede algo?
Los dos hombres miraron al párroco. Mauricio finalmente se rindió.
- Mi señora necesita a la partera. Lleva… indispuesta varios días.
Raimundo aflojó la presión de sus manos sobre la escoba e intercambió una mirada con don Anselmo.
- ¿Qué le ocurre?
- Tiene una terrible jaqueca desde hace unos días y sufre constantes mareos.
Raimundo sintió que se le paraba el corazón. Recordó que esos mismos síntomas estuvieron a punto de llevarle a la tumba, debido a un coágulo en su cabeza. No… Francisca… no.
- Pepa está con la nueva galena. En casa de Hortensia. Están atendiendo a su hijo.
Mauricio asintió, mirando a Raimundo con mala cara. Hizo una seca inclinación de cabeza y desapareció. Don Anselmo miró a Raimundo. Le conocía demasiado bien.
- Tranquilo, amigo. Seguro que no es nada.
Raimundo miró al párroco. Sentía que iba a morir de incertidumbre. Se desató el delantal y sin más preámbulos, atravesó el umbral de la posada y desapareció en la plaza.
Raimundo estaba barriendo la puerta de entrada de la casa de comidas cuando Mauricio apareció como un vendaval.
- ¡Eh, tú, Ulloa!- dijo el hosco capataz. - ¿Dónde se haya ese diablo de partera?
Raimundo le fulminó con la mirada. Mauricio no pudo evitar un leve temor. Ese condenado Ulloa había demostrado sobradamente que no era sólo un simple tabernero. Todavía recordaba el cadáver de la tal Virtudes tirado en el despacho de la Doña, con un certero tiro al corazón. Raimundo dejó cuidadosamente la escoba arrimada en el marco de la puerta y le encaró.
- Veo que tu ama te ha contagiado sus buenos modales .- le respondió irónico. - ¿Qué quieres tú de Pepa?
Mauricio le devolvió una mirada lasciva.
- Si por mí fuera… Bajarle los humos de una forma… contundente.
El bruto capataz borró la asquerosa sonrisa al ver la mirada de Raimundo Ulloa. El tabernero se acercó.
- Vuelve a repetir eso y te juro que no me temblará el pulso para incrustarte una bala entre ceja y ceja.
Mauricio no pudo evitar tragar saliva. Estaba claro que Ulloa sabía amenazar.
- No te creas tan bravucón.- le contestó.- No soy yo el que reclama a la partera sino mi ama.
Raimundo alzó una ceja.
- ¿Con qué motivo?
- No es de tu incumbencia, Ulloa. Limítate a decirme dónde está.
El sagaz tabernero le devolvió una penetrante mirada.
- A ver si me explico lo suficientemente bien como para que un zopenco descerebrado como tú me entienda.- dijo venenoso.- Si no me dices para qué necesita Francisca a Pepa, ya puedes marcharte por donde has venido.
Mauricio sintió la tentación de descargar su fusta contra él, pero Raimundo estaba empezando a aferrar la escoba con una peligrosa expresión en su rostro. Don Anselmo intuyó el peligro y se acercó.
- ¿Sucede algo?
Los dos hombres miraron al párroco. Mauricio finalmente se rindió.
- Mi señora necesita a la partera. Lleva… indispuesta varios días.
Raimundo aflojó la presión de sus manos sobre la escoba e intercambió una mirada con don Anselmo.
- ¿Qué le ocurre?
- Tiene una terrible jaqueca desde hace unos días y sufre constantes mareos.
Raimundo sintió que se le paraba el corazón. Recordó que esos mismos síntomas estuvieron a punto de llevarle a la tumba, debido a un coágulo en su cabeza. No… Francisca… no.
- Pepa está con la nueva galena. En casa de Hortensia. Están atendiendo a su hijo.
Mauricio asintió, mirando a Raimundo con mala cara. Hizo una seca inclinación de cabeza y desapareció. Don Anselmo miró a Raimundo. Le conocía demasiado bien.
- Tranquilo, amigo. Seguro que no es nada.
Raimundo miró al párroco. Sentía que iba a morir de incertidumbre. Se desató el delantal y sin más preámbulos, atravesó el umbral de la posada y desapareció en la plaza.
#1426

03/09/2011 20:30
lna,ha ido a la casona verdad????? a llevarle la receta verdad????
sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
#1427

03/09/2011 21:11
Francisca se retorcía de dolor. Pepa y Gregoria le administraron un sedante.
- Me voy a morir.- dijo aterrada.- ¿No es cierto? Decídmelo de una condenada vez.
- Señora, deje de dramatizar, que mala hierba nunca muere.- dijo una irónica Pepa.
Francisca la fulminó con la mirada. De buena gana se hubiera incorporado para darle su merecido a la deslenguada partera, pero al intentarlo una horrible náusea la obligó a acostarse. La doctora la miró reprobadora.
- Cálmese, doña Francisca. Si no lo hace, no podremos atenderla como es debido.
- No pienso calmarme.- Francisca batallaba obstinada contra los primeros signos del sedante.- No quiero morirme sin luchar. Necesito… Necesito hablar con…
Pepa la miró admirada. Esa mujer tenía una fortaleza tal que al sedante le estaba costando trabajo hacer su efecto. Pero finalmente, Francisca se quedó inmóvil, agotada. Su cuerpo se relajó como si ya no pudiese luchar más. Antes de perder la consciencia, sus ojos parecieron empañarse y de su fatigada boca salió una sola palabra.
- Raimundo…
Pepa y Gregoria intercambiaron una sorprendida mirada. Después salieron de la alcoba. Abajo, un desesperado Tristán apenas podía mantener los nervios templados. Al ver bajar a las dos mujeres, Tristán las abordó como si no pudiera soportar más esa tortura.
- ¿Cómo está?
- Ahora mismo, está durmiendo. Le hemos dado un sedante. Eso la ayudará.
- Pero… ¿Es grave?
Gregoria meneó la cabeza.
- A decir verdad, no. Lo que le ocurre a su madre es que ha enfermado de agotamiento nervioso. ¿Sabe si últimamente se ha llevado muchos disgustos o algo la ha trastocado demasiado?
Pepa y Tristán intercambiaron una mirada casi culpable.
- Bueno… A mi madre nunca le ha sentado demasiado bien la relación que tenemos Pepa y yo. Pero jamás pensé que se lo iba a tomar tan mal como para enfermar.
- No creo que se trate de eso.- dijo la médico, sagaz.- Tiene que ser algo que la haya afectado muchísimo. Algo que no pueda gestionar. Antes de perder el conocimiento por el sedante, decía que necesitaba hablar con Raimundo.
Tristán miró sorprendido primero a la doctora y después a Pepa.
- Es cierto.- asintió Pepa.- Parecía necesitar tan desesperadamente hablar con él como si fuese Don Anselmo y tuviera que contarle sus muchos pecados antes de morir.
Tristán frunció el ceño mientras miraba a Pepa. Estaba a punto de preguntar algo cuando sonó el timbre de la puerta. Mariana abrió y apenas pudo apartarse para dejar paso a un angustiado Raimundo Ulloa. Tristán le miró sorprendido. Raimundo intentó recuperar a duras penas la compostura.
- Siento… presentarme de esta forma.- dijo un tanto avergonzado. ¿Cómo demonios iba a decirles a los presentes que necesitaba desesperadamente ver a Francisca? Respiró hondo y procuró que su voz sonase lo más neutral posible.- ¿Cómo… se encuentra?
Pepa alzó una ceja, inquisidora. Raimundo tragó saliva al ver el gesto de la sagaz partera. Pero por primera vez le importó un comino que el mundo entero sospechase. No dejaba de mirar ansioso a la doctora y a Pepa. Gregoria meneó la cabeza.
- Sufre un agotamiento nervioso bastante severo. En sí, no es grave. Pero cuando ese estado se mantiene en el tiempo, puede causar complicaciones serias. Cualquier persona que, por ejemplo, tuviese un corazón delicado ya habría sufrido un infarto en su lugar.
Tristán miró preocupado a la doctora.
- Mi madre, si puede hacer gala de algo, es de su fortaleza.
- No lo dudo.- repuso Gregoria.- Pero el refrán de que al final hasta las piedras ablandan, no puede ser más acertado en este caso. No es para tomárselo a broma.- la doctora miró seria a Tristán y a Raimundo.- Ese estado puede acabar llevándola a la tumba.
Tristán la miró incrédulo y angustiado. Raimundo sintió que mil dagas se clavaban en su corazón.
- ¿Qué se puede hacer?- preguntó, sin poder evitarlo. Los demás le miraron entre preocupados y suspicaces.
- Aliviar la causa de sus nervios, de su preocupación. Parece como si arrastrase consigo una condena que no la deja vivir.- la médico miró a Raimundo.- Antes de caer inconsciente pedía hablar con usted.
- ¿Conmigo?- Raimundo creyó que el corazón se le paraba.
- Así es.
Raimundo intentó que los malditos nervios no le jugasen a él ahora la mala pasada. Respiró hondo.
- ¿Puedo verla?
La doctora le miró, estudiándolo.
- Sí. En breve despertará. Procure no… alterarla. Es vital en su estado.
Raimundo asintió. Se encaminó hacia las escaleras y las subió como un condenado que sube al patíbulo. A cada paso sentía que moría. Francisca no podía morir. No podía…
- Me voy a morir.- dijo aterrada.- ¿No es cierto? Decídmelo de una condenada vez.
- Señora, deje de dramatizar, que mala hierba nunca muere.- dijo una irónica Pepa.
Francisca la fulminó con la mirada. De buena gana se hubiera incorporado para darle su merecido a la deslenguada partera, pero al intentarlo una horrible náusea la obligó a acostarse. La doctora la miró reprobadora.
- Cálmese, doña Francisca. Si no lo hace, no podremos atenderla como es debido.
- No pienso calmarme.- Francisca batallaba obstinada contra los primeros signos del sedante.- No quiero morirme sin luchar. Necesito… Necesito hablar con…
Pepa la miró admirada. Esa mujer tenía una fortaleza tal que al sedante le estaba costando trabajo hacer su efecto. Pero finalmente, Francisca se quedó inmóvil, agotada. Su cuerpo se relajó como si ya no pudiese luchar más. Antes de perder la consciencia, sus ojos parecieron empañarse y de su fatigada boca salió una sola palabra.
- Raimundo…
Pepa y Gregoria intercambiaron una sorprendida mirada. Después salieron de la alcoba. Abajo, un desesperado Tristán apenas podía mantener los nervios templados. Al ver bajar a las dos mujeres, Tristán las abordó como si no pudiera soportar más esa tortura.
- ¿Cómo está?
- Ahora mismo, está durmiendo. Le hemos dado un sedante. Eso la ayudará.
- Pero… ¿Es grave?
Gregoria meneó la cabeza.
- A decir verdad, no. Lo que le ocurre a su madre es que ha enfermado de agotamiento nervioso. ¿Sabe si últimamente se ha llevado muchos disgustos o algo la ha trastocado demasiado?
Pepa y Tristán intercambiaron una mirada casi culpable.
- Bueno… A mi madre nunca le ha sentado demasiado bien la relación que tenemos Pepa y yo. Pero jamás pensé que se lo iba a tomar tan mal como para enfermar.
- No creo que se trate de eso.- dijo la médico, sagaz.- Tiene que ser algo que la haya afectado muchísimo. Algo que no pueda gestionar. Antes de perder el conocimiento por el sedante, decía que necesitaba hablar con Raimundo.
Tristán miró sorprendido primero a la doctora y después a Pepa.
- Es cierto.- asintió Pepa.- Parecía necesitar tan desesperadamente hablar con él como si fuese Don Anselmo y tuviera que contarle sus muchos pecados antes de morir.
Tristán frunció el ceño mientras miraba a Pepa. Estaba a punto de preguntar algo cuando sonó el timbre de la puerta. Mariana abrió y apenas pudo apartarse para dejar paso a un angustiado Raimundo Ulloa. Tristán le miró sorprendido. Raimundo intentó recuperar a duras penas la compostura.
- Siento… presentarme de esta forma.- dijo un tanto avergonzado. ¿Cómo demonios iba a decirles a los presentes que necesitaba desesperadamente ver a Francisca? Respiró hondo y procuró que su voz sonase lo más neutral posible.- ¿Cómo… se encuentra?
Pepa alzó una ceja, inquisidora. Raimundo tragó saliva al ver el gesto de la sagaz partera. Pero por primera vez le importó un comino que el mundo entero sospechase. No dejaba de mirar ansioso a la doctora y a Pepa. Gregoria meneó la cabeza.
- Sufre un agotamiento nervioso bastante severo. En sí, no es grave. Pero cuando ese estado se mantiene en el tiempo, puede causar complicaciones serias. Cualquier persona que, por ejemplo, tuviese un corazón delicado ya habría sufrido un infarto en su lugar.
Tristán miró preocupado a la doctora.
- Mi madre, si puede hacer gala de algo, es de su fortaleza.
- No lo dudo.- repuso Gregoria.- Pero el refrán de que al final hasta las piedras ablandan, no puede ser más acertado en este caso. No es para tomárselo a broma.- la doctora miró seria a Tristán y a Raimundo.- Ese estado puede acabar llevándola a la tumba.
Tristán la miró incrédulo y angustiado. Raimundo sintió que mil dagas se clavaban en su corazón.
- ¿Qué se puede hacer?- preguntó, sin poder evitarlo. Los demás le miraron entre preocupados y suspicaces.
- Aliviar la causa de sus nervios, de su preocupación. Parece como si arrastrase consigo una condena que no la deja vivir.- la médico miró a Raimundo.- Antes de caer inconsciente pedía hablar con usted.
- ¿Conmigo?- Raimundo creyó que el corazón se le paraba.
- Así es.
Raimundo intentó que los malditos nervios no le jugasen a él ahora la mala pasada. Respiró hondo.
- ¿Puedo verla?
La doctora le miró, estudiándolo.
- Sí. En breve despertará. Procure no… alterarla. Es vital en su estado.
Raimundo asintió. Se encaminó hacia las escaleras y las subió como un condenado que sube al patíbulo. A cada paso sentía que moría. Francisca no podía morir. No podía…
#1428

03/09/2011 21:45
jooo sigueee.....
veees? es que claro leo esto y estoy deseando que pase y luego veo el encuentro en la plaza y no es asi y claro me llevo el chasco jeje
jooo lo siento chicas, pero las ganas de una escena romatica entre estos dos me puede,,,que le voy a hacer...
veees? es que claro leo esto y estoy deseando que pase y luego veo el encuentro en la plaza y no es asi y claro me llevo el chasco jeje
jooo lo siento chicas, pero las ganas de una escena romatica entre estos dos me puede,,,que le voy a hacer...
#1429

03/09/2011 21:49
lna,prométeme q lo terminas esta noche
Qué angustia! Mi Paca quiere confesarse
le tirará los tejos???
Qué angustia! Mi Paca quiere confesarse

#1430

03/09/2011 23:16
Chicaas, ya me siento mucho mejor. He podido cenar y todo
Gracias a todas por preocuparos por mí,
. Para celebrarlo... vamos a terminar bien la escenita, jeje.
Finalmente, llegó a la puerta de la alcoba. La abrió y sintió que el corazón se paraba en su garganta. Francisca yacía inmóvil, inconsciente y tremendamente pálida. Las lágrimas se acumularon en los ojos de Raimundo. Jamás la había visto tan vulnerable… a ella, que no se arredraba ante nada. Se acercó. A pesar de su palidez y de su debilidad, no dejaba de antojársele extraordinariamente hermosa. Un latigazo golpeó su corazón. Dios… la amaba tanto. No había dejado de hacerlo en treinta años y sabía que así seguiría mientras la sangre circulase por sus venas. Se arrodilló junto a su lecho. Francisca tenía los ojos cerrados y una expresión triste en la cara. Había algunas gotas de sudor en su frente y su cabello caía a un lado amarrado en una trenza. Tomó la mano inerte.
- Mi pequeña…- susurró reprimiendo un sollozo.- Por favor… despierta.
Creyó morir de alivio al ver un temblor en sus párpados. Francisca empezó a abrir los ojos, mientras su boca sedienta procuraba tomar aire en un leve quejido. Poco a poco enfocó la silueta que se encontraba a su izquierda. Sintió que el corazón se le rompía.
- Raimundo…- susurró.- Has… venido…
- Claro que he venido.- Raimundo intentó aplacar el poderoso impulso de besarle la mano.- No iba a dejar que nuestra ilustre cacique pasase sola este trance.- dijo, procurando aliviar el dolor que le carcomía.
Francisca esbozó una débil sonrisa. Apretó su mano.
- Nunca… has dejado de estar ahí.- le miró casi con ternura.- A pesar de… todo.
- Y nunca dejaré de estarlo.- afirmó él.
Los ojos de ella se inundaron de lágrimas.
- He de decirte algo, Raimundo. Es importante que lo haga antes de que…
- No tienes nada que decirme, Francisca.- la interrumpió él. No podía soportar pensar…- Y deja de hablar de ese modo. No te vas a morir.
- Es preciso que lo haga. Yo… siento que se me van las fuerzas.- dijo en un susurro casi inaudible.
- Pues yo te las daré.- él estrechó con más fuerza su mano.- No puedes dejarte vencer, Francisca. No es tu estilo.- le dijo con desesperación.- Así que déjate de zarandajas y de confesiones y limítate a luchar.
- Tengo que hacerlo.- dijo ella obstinada.- Tengo que decirte…
Raimundo meneó la cabeza, derrotado. ¿Era posible que, incluso en esas circunstancias la tozudez de Francisca no cediera ni un ápice? ¿Es que siempre tenían que terminar discutiendo? La miró, sin poder disimular la adoración que sentía por ella al hacerlo.
- Sé lo que me tienes que decir.
- ¿Lo sabes?- ella le miró sorprendida.
Él asintió.
- Siempre lo he sabido. Siempre he sabido que tu corazón me pertenecía y que mi corazón te pertenecía. Eso es algo eterno. Nada podrá apagar el amor que siento por ti.
Ella sintió que un escalofrío la recorría entera.
- Yo…- bajó la mirada, sintiéndose por vez primera incapaz de soportar el fuego con que él la miraba. No pudo controlar sus emociones y rompió a llorar como una chiquilla.
- Mi pequeña… no llores.- él la abrazó contra su pecho, acunándola. Le levantó el mentón y enjugó sus lágrimas.- Te pones demasiado guapa cuando lloras.
Francisca sonrió casi avergonzada entre las lágrimas. Él la volvió a abrazar. Ella apoyó la cabeza en su pecho. Permanecieron así como si el tiempo se hubiese detenido. Francisca sentía que todos sus males se evaporaban sólo por tener los brazos de Raimundo a su alrededor y oír el poderoso latido del corazón en su pecho. Era una medicina balsámica. Se estremeció y él la ciñó con más fuerza, pero sin perder un ápice de ternura.
- Creía que me odiabas. Que serías el primero en celebrar mi muerte.- dijo ella, deshaciéndose en lágrimas de nuevo.- Y a decir verdad, motivos tendrías para ello.
Raimundo sintió una daga atravesar su pecho al oír sus palabras. La separó y la miró.
- ¿Cómo puedes pensar…?- meneó la cabeza, desesperado.- Jamás pude odiarte… a pesar de todo. Luché incluso por guardarte rencor, pero fue imposible. Te amo más allá del tiempo, más allá de todo.- la besó en la frente, arrancándole un sollozo.- Moriría por ti.
Francisca se deshizo en lágrimas, pero esta vez eran de felicidad. Su maltrecho corazón volvía a latir con fuerza. Sus heridas por fin parecían cicatrizar. Acarició con una mano temblorosa el rostro de él.
- T..Te quiero.- dijo con la voz rota.
Raimundo la miró, la adoró. Tomó delicadamente su mentón, alzándolo hacia él. Besó su frente y sus ojos, enjugando sus lágrimas. Después sus labios descendieron por su nariz. Francisca se sentía morir otra vez, pero era una muerte muy distinta. Era una muerte que le daba vida. Raimundo se detuvo a dos centímetros de sus labios.
- Yo también te quiero, mi pequeña…
Raimundo eliminó la distancia y sus labios se posaron sobre los de Francisca. Un millón de escalofríos la recorrieron al sentir después de treinta años aquella boca torturadora. Era como tener otra vez veinte años. Raimundo la besó despacio, acariciando sus labios con aquella maestría que la volvía loca. Las manos de Francisca reptaron con voluntad propia por el pecho de él hasta alcanzar su rostro, atrayéndolo. Raimundo tomó su nuca y profundizaron el beso, arrancándose mutuamente la respiración. Raimundo pensó que se volvería loco cuando Francisca no pudo evitar un jadeo. Se separaron, mirándose sin creer aún lo que acababa de ocurrir.
- Yo… lo siento, Francisca… no pretendía…
Ella gruñó irritada y sin más, lo acalló con otro beso, buscando sedienta sus labios. Raimundo la ciñó por la cintura mientras devoraba su boca. Al hacerlo, perdió definitivamente el juicio. La delgada tela del camisón se pegó a Francisca como una segunda piel. Acarició su espalda, arrancándole un jadeo.
- Francisca…- gimió ronco.- O paramos ya o…
Ella volvió a interrumpirle con otro beso. Raimundo la separó y la sujetó contra el lecho.
- Muy bien… tú lo has querido.- dijo, abrasándola con los ojos.
Francisca creyó morir cuando él se dejó caer sobre ella y la asfixió con un beso devastador. Procuró no morir ante semejante ataque. Él descendió por su cuello hasta llegar al cierre del camisón. Sin más, lo desabrochó con tanta pasión que desgarró la tela. La besó y acarició, haciéndola enloquecer. Ella a duras penas pudo acariciarle, intentando devolverle algo del avasallador placer que le estaba causando. Raimundo finalmente no pudo contenerse por más tiempo.
- Mi pequeña… te necesito…
Francisca se sintió morir de inmenso placer cuando él, de pronto, la hizo suya. Sus cuerpos se necesitaban tan desesperadamente que no pudieron más que rendirse a aquella espiral de pasión infinita. El clímax los abatió, derrotados. Francisca se aferró a él, como si jamás quisiera soltarle. Raimundo la apretó contra su corazón. Permanecieron así lo que pareció una eternidad. Finalmente, Francisca le miró un tanto embarazada.
- Por cierto… lo que quería decirte es que… bueno… Tristán es… tu hijo.
Raimundo la miró como si se hubiese vuelto loca. Después una felicidad inmensa creció en su pecho, amenazando con explotar. Le sonrió lleno de dicha y tomó su rostro para besarla.
- Esa noticia es casi tan buena como saber que ya no te vas a morir.- dijo, guiñándole un ojo travieso.- Parece que los remedios de la deslenguada partera y de la nueva médico no son tan malos.- terminó burlón.
- Tonterías…- Francisca sacudió la cabeza. Le miró con los ojos velados por el amor.- Mi único remedio… eres tú.
Raimundo la atrapó contra el colchón, mirándola apasionado. Ella le rodeó con los brazos, atrayéndolo.
- Pues tú… -susurró él apasionado.- Tú no eres mi remedio. Eres mi veneno.
La besó, bebiendo de sus labios ese veneno que le mataba y le daba la vida.


Finalmente, llegó a la puerta de la alcoba. La abrió y sintió que el corazón se paraba en su garganta. Francisca yacía inmóvil, inconsciente y tremendamente pálida. Las lágrimas se acumularon en los ojos de Raimundo. Jamás la había visto tan vulnerable… a ella, que no se arredraba ante nada. Se acercó. A pesar de su palidez y de su debilidad, no dejaba de antojársele extraordinariamente hermosa. Un latigazo golpeó su corazón. Dios… la amaba tanto. No había dejado de hacerlo en treinta años y sabía que así seguiría mientras la sangre circulase por sus venas. Se arrodilló junto a su lecho. Francisca tenía los ojos cerrados y una expresión triste en la cara. Había algunas gotas de sudor en su frente y su cabello caía a un lado amarrado en una trenza. Tomó la mano inerte.
- Mi pequeña…- susurró reprimiendo un sollozo.- Por favor… despierta.
Creyó morir de alivio al ver un temblor en sus párpados. Francisca empezó a abrir los ojos, mientras su boca sedienta procuraba tomar aire en un leve quejido. Poco a poco enfocó la silueta que se encontraba a su izquierda. Sintió que el corazón se le rompía.
- Raimundo…- susurró.- Has… venido…
- Claro que he venido.- Raimundo intentó aplacar el poderoso impulso de besarle la mano.- No iba a dejar que nuestra ilustre cacique pasase sola este trance.- dijo, procurando aliviar el dolor que le carcomía.
Francisca esbozó una débil sonrisa. Apretó su mano.
- Nunca… has dejado de estar ahí.- le miró casi con ternura.- A pesar de… todo.
- Y nunca dejaré de estarlo.- afirmó él.
Los ojos de ella se inundaron de lágrimas.
- He de decirte algo, Raimundo. Es importante que lo haga antes de que…
- No tienes nada que decirme, Francisca.- la interrumpió él. No podía soportar pensar…- Y deja de hablar de ese modo. No te vas a morir.
- Es preciso que lo haga. Yo… siento que se me van las fuerzas.- dijo en un susurro casi inaudible.
- Pues yo te las daré.- él estrechó con más fuerza su mano.- No puedes dejarte vencer, Francisca. No es tu estilo.- le dijo con desesperación.- Así que déjate de zarandajas y de confesiones y limítate a luchar.
- Tengo que hacerlo.- dijo ella obstinada.- Tengo que decirte…
Raimundo meneó la cabeza, derrotado. ¿Era posible que, incluso en esas circunstancias la tozudez de Francisca no cediera ni un ápice? ¿Es que siempre tenían que terminar discutiendo? La miró, sin poder disimular la adoración que sentía por ella al hacerlo.
- Sé lo que me tienes que decir.
- ¿Lo sabes?- ella le miró sorprendida.
Él asintió.
- Siempre lo he sabido. Siempre he sabido que tu corazón me pertenecía y que mi corazón te pertenecía. Eso es algo eterno. Nada podrá apagar el amor que siento por ti.
Ella sintió que un escalofrío la recorría entera.
- Yo…- bajó la mirada, sintiéndose por vez primera incapaz de soportar el fuego con que él la miraba. No pudo controlar sus emociones y rompió a llorar como una chiquilla.
- Mi pequeña… no llores.- él la abrazó contra su pecho, acunándola. Le levantó el mentón y enjugó sus lágrimas.- Te pones demasiado guapa cuando lloras.
Francisca sonrió casi avergonzada entre las lágrimas. Él la volvió a abrazar. Ella apoyó la cabeza en su pecho. Permanecieron así como si el tiempo se hubiese detenido. Francisca sentía que todos sus males se evaporaban sólo por tener los brazos de Raimundo a su alrededor y oír el poderoso latido del corazón en su pecho. Era una medicina balsámica. Se estremeció y él la ciñó con más fuerza, pero sin perder un ápice de ternura.
- Creía que me odiabas. Que serías el primero en celebrar mi muerte.- dijo ella, deshaciéndose en lágrimas de nuevo.- Y a decir verdad, motivos tendrías para ello.
Raimundo sintió una daga atravesar su pecho al oír sus palabras. La separó y la miró.
- ¿Cómo puedes pensar…?- meneó la cabeza, desesperado.- Jamás pude odiarte… a pesar de todo. Luché incluso por guardarte rencor, pero fue imposible. Te amo más allá del tiempo, más allá de todo.- la besó en la frente, arrancándole un sollozo.- Moriría por ti.
Francisca se deshizo en lágrimas, pero esta vez eran de felicidad. Su maltrecho corazón volvía a latir con fuerza. Sus heridas por fin parecían cicatrizar. Acarició con una mano temblorosa el rostro de él.
- T..Te quiero.- dijo con la voz rota.
Raimundo la miró, la adoró. Tomó delicadamente su mentón, alzándolo hacia él. Besó su frente y sus ojos, enjugando sus lágrimas. Después sus labios descendieron por su nariz. Francisca se sentía morir otra vez, pero era una muerte muy distinta. Era una muerte que le daba vida. Raimundo se detuvo a dos centímetros de sus labios.
- Yo también te quiero, mi pequeña…
Raimundo eliminó la distancia y sus labios se posaron sobre los de Francisca. Un millón de escalofríos la recorrieron al sentir después de treinta años aquella boca torturadora. Era como tener otra vez veinte años. Raimundo la besó despacio, acariciando sus labios con aquella maestría que la volvía loca. Las manos de Francisca reptaron con voluntad propia por el pecho de él hasta alcanzar su rostro, atrayéndolo. Raimundo tomó su nuca y profundizaron el beso, arrancándose mutuamente la respiración. Raimundo pensó que se volvería loco cuando Francisca no pudo evitar un jadeo. Se separaron, mirándose sin creer aún lo que acababa de ocurrir.
- Yo… lo siento, Francisca… no pretendía…
Ella gruñó irritada y sin más, lo acalló con otro beso, buscando sedienta sus labios. Raimundo la ciñó por la cintura mientras devoraba su boca. Al hacerlo, perdió definitivamente el juicio. La delgada tela del camisón se pegó a Francisca como una segunda piel. Acarició su espalda, arrancándole un jadeo.
- Francisca…- gimió ronco.- O paramos ya o…
Ella volvió a interrumpirle con otro beso. Raimundo la separó y la sujetó contra el lecho.
- Muy bien… tú lo has querido.- dijo, abrasándola con los ojos.
Francisca creyó morir cuando él se dejó caer sobre ella y la asfixió con un beso devastador. Procuró no morir ante semejante ataque. Él descendió por su cuello hasta llegar al cierre del camisón. Sin más, lo desabrochó con tanta pasión que desgarró la tela. La besó y acarició, haciéndola enloquecer. Ella a duras penas pudo acariciarle, intentando devolverle algo del avasallador placer que le estaba causando. Raimundo finalmente no pudo contenerse por más tiempo.
- Mi pequeña… te necesito…
Francisca se sintió morir de inmenso placer cuando él, de pronto, la hizo suya. Sus cuerpos se necesitaban tan desesperadamente que no pudieron más que rendirse a aquella espiral de pasión infinita. El clímax los abatió, derrotados. Francisca se aferró a él, como si jamás quisiera soltarle. Raimundo la apretó contra su corazón. Permanecieron así lo que pareció una eternidad. Finalmente, Francisca le miró un tanto embarazada.
- Por cierto… lo que quería decirte es que… bueno… Tristán es… tu hijo.
Raimundo la miró como si se hubiese vuelto loca. Después una felicidad inmensa creció en su pecho, amenazando con explotar. Le sonrió lleno de dicha y tomó su rostro para besarla.
- Esa noticia es casi tan buena como saber que ya no te vas a morir.- dijo, guiñándole un ojo travieso.- Parece que los remedios de la deslenguada partera y de la nueva médico no son tan malos.- terminó burlón.
- Tonterías…- Francisca sacudió la cabeza. Le miró con los ojos velados por el amor.- Mi único remedio… eres tú.
Raimundo la atrapó contra el colchón, mirándola apasionado. Ella le rodeó con los brazos, atrayéndolo.
- Pues tú… -susurró él apasionado.- Tú no eres mi remedio. Eres mi veneno.
La besó, bebiendo de sus labios ese veneno que le mataba y le daba la vida.
#1431

03/09/2011 23:22
Espectacular!!! Por que no eres guionista de puente viejo?? Buaaah ojala pasase!!
#1432

03/09/2011 23:27
He muerto de lo preciosisisisissimo que te ha quedao lna.Maravilloso!! Dulce y apasionado a la vez. Daría lo que fuera porque nos dieran algo así en pantalla...
Mil gracias lna,haces q cada dia me enamore mas y mas y maaaaaaaaaaas Raimundo Ulloa
Mil gracias lna,haces q cada dia me enamore mas y mas y maaaaaaaaaaas Raimundo Ulloa
#1433

03/09/2011 23:28
Por cierto,me alegro que estés mucho mejor guapa :)
#1434

03/09/2011 23:41
me has hecho llorar de angustia fenómena, no se si será la cerveza, no se si será el orujo, no se si serán las 3 horas que he dormido o mi "noche toledana" pero me has emocionado.
Cuanto me alegro de que ya estés bien, se nota por el pedazo de relato que has escrito que eres lo más grande y lo peor (o mejor) es que me estas contagiando ¿sabes que le he dicho mi marido? que me gustaría ser un ángel solamente para subir al cielo y bajarle una estrella con tal de verle sonreir, aun lo tengo en estado de sock al pobre
Cuanto me alegro de que ya estés bien, se nota por el pedazo de relato que has escrito que eres lo más grande y lo peor (o mejor) es que me estas contagiando ¿sabes que le he dicho mi marido? que me gustaría ser un ángel solamente para subir al cielo y bajarle una estrella con tal de verle sonreir, aun lo tengo en estado de sock al pobre
#1435

03/09/2011 23:54
Gracias chicas. Un placer, como siempre... 
Mariajo, hija, qué romántica te me estás volviendo. Qué bonitoooo, jajaja. Pero en un descuido no vayas a llamar a tu marido Raimundo o Alejandro, jajaajajajaja.
Hablando de Alejandro... voy a empezar a darle vueltas a la cabeza a "Eres mi verdad", que la tengo aparcada con tantas escenitas picantes de Rai-Paca.

Mariajo, hija, qué romántica te me estás volviendo. Qué bonitoooo, jajaja. Pero en un descuido no vayas a llamar a tu marido Raimundo o Alejandro, jajaajajajaja.
Hablando de Alejandro... voy a empezar a darle vueltas a la cabeza a "Eres mi verdad", que la tengo aparcada con tantas escenitas picantes de Rai-Paca.
#1436

04/09/2011 00:15
ja ja, no te preocupes que aunque se me va la olla aun me da para distinguir, de todas formas tampoco se asombraría, tiene asumido que estoy como un cencerro, ya son muchos años y el pobre no se asusta por nada.
Anda sí sigue con tu relato que me tienes a Alejandro que a estas alturas ya debe de ser casi virgen otra vez, no lo veo yo dale que te pego con su legítima
¿de verdad no te da pena mi chico con esta carita?
:
Anda sí sigue con tu relato que me tienes a Alejandro que a estas alturas ya debe de ser casi virgen otra vez, no lo veo yo dale que te pego con su legítima
¿de verdad no te da pena mi chico con esta carita?

#1437

04/09/2011 01:04
Inaaa, te mereces una ola!!! Es precioso, me ha gustado el momentazo confesiones. ¿Tú crees que tardaremos mucho en ver esta escena en la serie? Yo es que necesito verla yaaaa!!
Por cierto, a mí esta serie ya me está trastocando, antes le he dicho a mi hermano: "No es menester" y antes a mi madre le he soltado un: "Dígame, madre" que se ha quedado la pobre con las patas colgando...
Por cierto, a mí esta serie ya me está trastocando, antes le he dicho a mi hermano: "No es menester" y antes a mi madre le he soltado un: "Dígame, madre" que se ha quedado la pobre con las patas colgando...
#1438

04/09/2011 01:10
Seguimos un poquito con Eres mi verdad...
Raimundo se quedó pasmado cuando vio que la peculiar monja echaba a correr para lanzarse a los brazos de un feliz Esteban Ulloa. Éste la levantó en brazos, haciéndola girar mientras los dos se reían a carcajadas. Raimundo alzó una ceja ante el espectáculo. Finalmente, Esteban logró tranquilizarse y dejó a la desconocida en el suelo. La miró incrédulo y dichoso.
- Alicia, pero… ¿De veras eres tú?- sus ojos se pasearon recorriéndola de pies a cabeza. -¿Qué diablos estás haciendo aquí?
- Es una larga historia, primo.- dijo guiñándole un ojo traviesa.
- ¿Primo??- Raimundo no pudo evitar pensar en voz alta.
Esteban y la tal Alicia se volvieron hacia el joven. Su tío le sonrió.
- Raimundo, esta es Alicia Ulloa, la hija del único hermano de mi padre. Es normal que no la recuerdes. Eras muy pequeño cuando la viste por última vez.
- ¡Y tan pequeño!- la mujer miró sorprendida a Raimundo.- Pero… ¿Es posible que este guapísimo mozo sea aquel chiquitín que no paraba de corretear ni un momento?
Raimundo se sintió un poquito incómodo ante la franqueza de la mujer. Muy parecida a la de su tío. Alicia le sonrió cariñosa.
- ¿No vas a saludar a tu querida prima segunda?- le preguntó divertida.
Raimundo finalmente le devolvió la sonrisa y, tomando caballeroso su mano, la besó cortés. Alicia soltó una risita y se volvió a Esteban.
- Le has dado una educación exquisita, ¿eh, bribón?- rió divertida. Meneó la cabeza.- Déjate de bobadas, muchacho y ven para acá.
Antes de que un sorprendido Raimundo pudiera reaccionar, Alicia le estaba abrazando efusivamente. Finalmente, él también la abrazó. Alicia se separó y le dio un cariñoso empellón. Esteban sonrió.
- Alicia, no es que no me alegre de verte, pero… tienes que contarme cómo diablos has llegado hasta aquí… y vestida de esa guisa.- dijo, señalando el polvoriento hábito.
- No creas que lo llevo por gusto. En ese maldito convento no podías ponerte otra cosa.- bufó irritada. Esteban alzó una ceja inquisidor. Alicia le miró con cara de haber sido sorprendida en plena travesura. Finalmente, suspiró derrotada.- Está bien, primo. Simplemente me he escapado del convento.
- ¿Qué has hecho qué?- Esteban la miró, abriendo los ojos.
Raimundo también la miraba. No sabía por qué, pero aquella alocada prima le estaba empezando a caer bastante bien. Tal vez fuese por su natural desparpajo, tan parecido al de su tío, o tal vez fuese porque al igual que le ocurría a él mismo, no congeniaba muy bien con curas ni monjas. Alicia resopló.
- Lo que oyes, Esteban. Ya no podía aguantar más allí. Ese lugar no puede ser para vivos… sino para muertos en vida.
Esteban meneó la cabeza.
- Alicia… tus padres…
Una sombra apagó los ojos de la mujer.
- Mis padres murieron hace dos años, Esteban.
Esteban guardó silencio, afectado. La miró pesaroso.
- Lo siento Alicia. No… sabíamos nada.
- No te preocupes.- ella sacudió la cabeza.- Era normal que no supierais nada. Padre nunca hizo muy buenas migas con Fernando.- apartó la mirada, procurando cambiar de tema.- La cuestión es que mis padres me metieron en ese condenado convento para enderezar mi torcido carácter.- continuó irónica.- Pero ahora que ellos no están y comprobando que mi carácter no tiene enderezo posible, no veía el motivo para permanecer allí por más tiempo. Entonces me acordé de ti.- sonrió a su primo.- Y pensé que… no serías tan ruin como para no acoger a una pobre prima descarriada.
Esteban sonrió divertido ante las sagaces palabras de Alicia.
- Claro que no lo soy. Por mí, encantado de que te quedes aquí. El que no va a estar tan encantado va a ser Fernando.- dijo meneando la cabeza. – Cuando te vea aquí, le va a dar un ataque.
Alicia le miró con pesar. Pero pronto, los ojos de Esteban empezaron a brillar maliciosos.
- ¿Sabes? Creo que esto va a ser muy interesante.- dijo, guiñándole un ojo. La tomó de las manos.- Debes estar agotada. Ordenaré que te preparen un baño y ropa limpia. Después… bueno, trataremos de que mi hermano no ponga el grito en el cielo. Pero prométeme que te portarás bien.- le pidió burlón.
- ¿Acaso no lo hago siempre? – preguntó remedando una carita inocente que arrancó una risa a Esteban. Raimundo también sonrió.
- No precisamente.- rió Esteban. – Anda, vamos.
Los tres desaparecieron en el interior del caserón.
Raimundo se quedó pasmado cuando vio que la peculiar monja echaba a correr para lanzarse a los brazos de un feliz Esteban Ulloa. Éste la levantó en brazos, haciéndola girar mientras los dos se reían a carcajadas. Raimundo alzó una ceja ante el espectáculo. Finalmente, Esteban logró tranquilizarse y dejó a la desconocida en el suelo. La miró incrédulo y dichoso.
- Alicia, pero… ¿De veras eres tú?- sus ojos se pasearon recorriéndola de pies a cabeza. -¿Qué diablos estás haciendo aquí?
- Es una larga historia, primo.- dijo guiñándole un ojo traviesa.
- ¿Primo??- Raimundo no pudo evitar pensar en voz alta.
Esteban y la tal Alicia se volvieron hacia el joven. Su tío le sonrió.
- Raimundo, esta es Alicia Ulloa, la hija del único hermano de mi padre. Es normal que no la recuerdes. Eras muy pequeño cuando la viste por última vez.
- ¡Y tan pequeño!- la mujer miró sorprendida a Raimundo.- Pero… ¿Es posible que este guapísimo mozo sea aquel chiquitín que no paraba de corretear ni un momento?
Raimundo se sintió un poquito incómodo ante la franqueza de la mujer. Muy parecida a la de su tío. Alicia le sonrió cariñosa.
- ¿No vas a saludar a tu querida prima segunda?- le preguntó divertida.
Raimundo finalmente le devolvió la sonrisa y, tomando caballeroso su mano, la besó cortés. Alicia soltó una risita y se volvió a Esteban.
- Le has dado una educación exquisita, ¿eh, bribón?- rió divertida. Meneó la cabeza.- Déjate de bobadas, muchacho y ven para acá.
Antes de que un sorprendido Raimundo pudiera reaccionar, Alicia le estaba abrazando efusivamente. Finalmente, él también la abrazó. Alicia se separó y le dio un cariñoso empellón. Esteban sonrió.
- Alicia, no es que no me alegre de verte, pero… tienes que contarme cómo diablos has llegado hasta aquí… y vestida de esa guisa.- dijo, señalando el polvoriento hábito.
- No creas que lo llevo por gusto. En ese maldito convento no podías ponerte otra cosa.- bufó irritada. Esteban alzó una ceja inquisidor. Alicia le miró con cara de haber sido sorprendida en plena travesura. Finalmente, suspiró derrotada.- Está bien, primo. Simplemente me he escapado del convento.
- ¿Qué has hecho qué?- Esteban la miró, abriendo los ojos.
Raimundo también la miraba. No sabía por qué, pero aquella alocada prima le estaba empezando a caer bastante bien. Tal vez fuese por su natural desparpajo, tan parecido al de su tío, o tal vez fuese porque al igual que le ocurría a él mismo, no congeniaba muy bien con curas ni monjas. Alicia resopló.
- Lo que oyes, Esteban. Ya no podía aguantar más allí. Ese lugar no puede ser para vivos… sino para muertos en vida.
Esteban meneó la cabeza.
- Alicia… tus padres…
Una sombra apagó los ojos de la mujer.
- Mis padres murieron hace dos años, Esteban.
Esteban guardó silencio, afectado. La miró pesaroso.
- Lo siento Alicia. No… sabíamos nada.
- No te preocupes.- ella sacudió la cabeza.- Era normal que no supierais nada. Padre nunca hizo muy buenas migas con Fernando.- apartó la mirada, procurando cambiar de tema.- La cuestión es que mis padres me metieron en ese condenado convento para enderezar mi torcido carácter.- continuó irónica.- Pero ahora que ellos no están y comprobando que mi carácter no tiene enderezo posible, no veía el motivo para permanecer allí por más tiempo. Entonces me acordé de ti.- sonrió a su primo.- Y pensé que… no serías tan ruin como para no acoger a una pobre prima descarriada.
Esteban sonrió divertido ante las sagaces palabras de Alicia.
- Claro que no lo soy. Por mí, encantado de que te quedes aquí. El que no va a estar tan encantado va a ser Fernando.- dijo meneando la cabeza. – Cuando te vea aquí, le va a dar un ataque.
Alicia le miró con pesar. Pero pronto, los ojos de Esteban empezaron a brillar maliciosos.
- ¿Sabes? Creo que esto va a ser muy interesante.- dijo, guiñándole un ojo. La tomó de las manos.- Debes estar agotada. Ordenaré que te preparen un baño y ropa limpia. Después… bueno, trataremos de que mi hermano no ponga el grito en el cielo. Pero prométeme que te portarás bien.- le pidió burlón.
- ¿Acaso no lo hago siempre? – preguntó remedando una carita inocente que arrancó una risa a Esteban. Raimundo también sonrió.
- No precisamente.- rió Esteban. – Anda, vamos.
Los tres desaparecieron en el interior del caserón.
#1439

04/09/2011 01:28
Grande el relato lna! Esa escena es la que tendría que haber sucedido... ayss
Lua, estoy encantada de que le des buen uso al avatar!!
Y Cueva, mil gracias por el video, esa miradita de "queganastengodevertetaberneroguapetón", para mi la mejor escena de todo el capítulo por la forma que le cambia la cara a la Paca con solo nombrar "casa de comidas"
Por último, deciros que he aprobado filosofía (profesor cabrón que me dejó para septiembre) y que estos días estudiando habéis sido un gran momento de relax leyendo comentarios que hacían que mi familia me mirara extrañada viendo como me partía la caja.
Lua, estoy encantada de que le des buen uso al avatar!!
Y Cueva, mil gracias por el video, esa miradita de "queganastengodevertetaberneroguapetón", para mi la mejor escena de todo el capítulo por la forma que le cambia la cara a la Paca con solo nombrar "casa de comidas"
Por último, deciros que he aprobado filosofía (profesor cabrón que me dejó para septiembre) y que estos días estudiando habéis sido un gran momento de relax leyendo comentarios que hacían que mi familia me mirara extrañada viendo como me partía la caja.
#1440

04/09/2011 01:39
Gracias Crippy
and company. Me alegro que hayas aprobado la jodía filosofía. No sé por qué, pero los profes de esa materia están más idos de la olla que la Felisa...
Y Arte... mmm, no sé. Quiero ser optimista y decir que no falta mucho para ver una escenita... si no tan explícita, por lo menos algo más "candente". Estos dos hacen arder el aire con una mirada... así que el día que la cosa vaya a mayores... uff.
Mirii, es Alicia, no Natalia, jajajaja. Sí, la primita va a sacar de quicio a más de uno, jejejeje. Por cierto, graciaaas por ponerle el nombre de Alejandro al niño de Sole y Sebas. Preciosooo.
Jijijiji, me río al pensar al bueno de Alejandro Montenegro perdiendo los papeles por una Ulloa. Será digno de verse...

Y Arte... mmm, no sé. Quiero ser optimista y decir que no falta mucho para ver una escenita... si no tan explícita, por lo menos algo más "candente". Estos dos hacen arder el aire con una mirada... así que el día que la cosa vaya a mayores... uff.
Mirii, es Alicia, no Natalia, jajajaja. Sí, la primita va a sacar de quicio a más de uno, jejejeje. Por cierto, graciaaas por ponerle el nombre de Alejandro al niño de Sole y Sebas. Preciosooo.
Jijijiji, me río al pensar al bueno de Alejandro Montenegro perdiendo los papeles por una Ulloa. Será digno de verse...