El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon
#0

08/06/2011 23:44
Vídeos FormulaTV
#1081

29/08/2011 19:27
Faye que razón tienes dios mío, necesitamos más,es que estas escenas valen oro y lo que los estas desperdiciendo, a ver cuanto nos hacen esperar para la proxima.
Esto es una clase de amor que no se ni cómo describirlo, de verdad.
De verdad que Raimundo me mata, se lo dice medio susurrando encima, yo es que alucino con lo que transmiten estos dos. A Francisca la deja ahi derretidita,vamoooooooos,enterita <3. Si Ruth :) ella casi sonrie al final....
Ya lo he visto 10 veces
os pongo en nada capturas.
Esto es una clase de amor que no se ni cómo describirlo, de verdad.
De verdad que Raimundo me mata, se lo dice medio susurrando encima, yo es que alucino con lo que transmiten estos dos. A Francisca la deja ahi derretidita,vamoooooooos,enterita <3. Si Ruth :) ella casi sonrie al final....
Ya lo he visto 10 veces

#1082

29/08/2011 19:30
pero si es que mi Paqui estaba a huevo!! si se ha acercado a él para "agradecerle" que la salvara la vida! y entonces él ha sacado el Ulloa (jo,leyéndolo me suena un poco mal
) y se ha puesto a la defensiva con ella,pero es que este hombre está acojonado.
Pero aún así,la suelta todo eso...
me voy a hacer una camiseta que ponga: PON UN RAIMUNDO EN TU VIDA
ahora yo me pregunto: ¿Cuándo,amables guionistas,nos dareis la próxima escena entre ellos? me quedarán uñas para entonces?
EDITO: a la Paca la pregunta de por qué había ido allí con la pistola,si pensaba matarla,le tenia el alma encogida...pobriña mia

Pero aún así,la suelta todo eso...
me voy a hacer una camiseta que ponga: PON UN RAIMUNDO EN TU VIDA
ahora yo me pregunto: ¿Cuándo,amables guionistas,nos dareis la próxima escena entre ellos? me quedarán uñas para entonces?
EDITO: a la Paca la pregunta de por qué había ido allí con la pistola,si pensaba matarla,le tenia el alma encogida...pobriña mia
#1083

29/08/2011 19:39
Espero que la Paca se recupere pronto del shock en el que se ha quedado despues de semejante frase y en cuanto tenga tiempo ponga rumbo a la taberna para volver a tener una charla con Raimundo, el cual espero que tambien que aclare sus pensamientos rapidamente.
No quiero volver a pasar 20 cap sin saber nada de ellos despues de esto se me hace insoportable la espera para la siguiente escena que no se ni cuando sera, espero que los guionistas esta temporada tengan consideración con nosotras.
EDITO: se me olvido antes comentarlo ¿No os ha recordado Soledad hablando de su "hijo" diciendo que es fruto del amor, a Francisca y la trama Tristán?
No quiero volver a pasar 20 cap sin saber nada de ellos despues de esto se me hace insoportable la espera para la siguiente escena que no se ni cuando sera, espero que los guionistas esta temporada tengan consideración con nosotras.
EDITO: se me olvido antes comentarlo ¿No os ha recordado Soledad hablando de su "hijo" diciendo que es fruto del amor, a Francisca y la trama Tristán?
#1084

29/08/2011 19:42
Estoy viendo ahora el capi que no he podido antes y casi me desmayo madre Mía Raimundo se ha destapado y de qué maneraaaaaaaaaaaaaaa!!! Preciosa Preciosa Preciosa y lo Siguiente!!!
Y la Paca toda nerviosa cuando Mariana le anuncia la visita de su Rai y luego se ha quedado Alucinada!!!
Ais qué bonito este par a ver si la Doña se ablanda con el Ulloa puff!!!
Por cierto viendo la escena me he acordado de que a Raimundo su padre le obliga a casar con otra porque sino a la Doña la dejaría sin nada. Y ahora ha sido el Ulloa quién ha arrebatado el amor a su hijo con la diferencia de que aquí Virtudes no amaba al Sebastían...
Y la Paca toda nerviosa cuando Mariana le anuncia la visita de su Rai y luego se ha quedado Alucinada!!!
Ais qué bonito este par a ver si la Doña se ablanda con el Ulloa puff!!!
Por cierto viendo la escena me he acordado de que a Raimundo su padre le obliga a casar con otra porque sino a la Doña la dejaría sin nada. Y ahora ha sido el Ulloa quién ha arrebatado el amor a su hijo con la diferencia de que aquí Virtudes no amaba al Sebastían...
#1085

29/08/2011 19:45
Pues Fran, yo creo que para ratos tenemos, ahora Rai bastante tiene con el hijo como para preocuparse por Francisca, salvo que la escena entre Paca y Sole el viernes tenga sorpresa (he puesto mi opinión en un spoiler), no creo que haya acercamiento, sospecho 20 capis de sequía
#1086

29/08/2011 19:48
Me ha encantado la escena , perdon escenon, que miradas y como se lo dice , yo creia que no le iba a decir nada que estaria a la defensiva , pero raimundo le ha dicho esa gran frase ( que ya habeis puesto), y me ha encantado ¡ ole , como transmiten mari y ramon! plas plas plas.
Esta pareja me gustaba un poquito , pero ahora me gusta bastante. A ver si al final de la novela, la paca y rai tienen una relacion y tal o por lo menos que no se lleven a matar y que lo sepa todo el mundo.
Esta pareja me gustaba un poquito , pero ahora me gusta bastante. A ver si al final de la novela, la paca y rai tienen una relacion y tal o por lo menos que no se lleven a matar y que lo sepa todo el mundo.
#1087

29/08/2011 19:49
Cagüen to... Pos no será por ideass!!! Os lo dedico CHICAAS, especialmente a Mariajo.
Soledad Castro Montenegro estaba contemplando el bello atardecer desde la ventana de la Casona. La luz encarnada del crepúsculo daba de lleno en su rostro, haciéndolo más hermoso si aquello fuese posible. Una lágrima brilló en sus ojos de caramelo y resbaló por la suave mejilla. El dolor volvía a su torturada alma. Dolor por la traición de lo que creía un amor verdadero. Dolor por la pérdida de aquella criatura que formaba parte de ella. Su corazón se rompió una vez más y una vez más cubrió la dulzura de rostro con una dura máscara mientras las lágrimas rodaban por él. Se obligó a dejar de llorar, irguiendo la cabeza firme. No, no seguiría llorando. No servía de nada…
Francisca entró en el salón y sus ojos se dirigieron automáticamente a la silueta en la ventana. Sintió que toda su alma se sacudía en mil pedazos al ver a su hija. Contempló su sufrimiento mientras las lágrimas dibujaban su hermoso perfil. Y sin saber por qué, su mente se retrotrajo a una escena casi idéntica. Vio a una Francisca de veinte años, tan parecida a Soledad, deshaciéndose en lágrimas de sangre por un corazón herido para siempre. Vio la misma máscara de dureza, que se tornó fría como el acero bajo el yugo de Salvador Castro. Vio las miradas primero compasivas y después duras y rencorosas de todos aquellos que veían la transformación de Francisca Montenegro. Escuchó las duras palabras de todos. De Tristán, de la misma Soledad, de Pepa, de don Anselmo… de todo Puente Viejo. Un sollozo se atravesó en su garganta. No le importaba su dolor. Había aprendido a vivir con él, aunque en el fondo de su alma sabía que ese dolor acabaría por llevarla a la tumba algún día. Pero ver ese mismo sufrimiento en Soledad… ¡No..! No podía… Quería que su hija fuese feliz. Y sabía que eso no pasaría si Soledad seguía sus mismos pasos…
- Soledad…- susurró.
Intentó dominar el sufrimiento en su tono de voz, pero no lo logró. La joven se volvió un tanto sorprendida, enjugando precipitadamente sus ojos mientras procuraba recuperar la compostura.
- Madre… no sabía que estaba ahí.
Francisca sonrió tristemente.
- No te preocupes.- se acercó a ella y le acarició la mejilla, enjugando sus últimas lágrimas.- No tienes por qué… sentirte avergonzada ni ocultar tu pena.
Las lágrimas volvieron a acumularse en los hermosos ojos de Soledad.
- Usted siempre nos decía…
- Lo sé. Que un Montenegro no debía mostrar jamás su debilidad.- terminó ella casi sintiendo repulsión por vez primera con sus propias palabras.
Soledad miró a su madre. Al hacerlo se olvidó incluso de su propio dolor. Los ojos oscuros de su madre parecían dos enormes pozos llenos de amargura, de un sufrimiento tan profundo que por un instante el suyo le pareció ridículo. Francisca contempló los ojos de su hija. De su Soledad. La pena volvía a acuchillarle el corazón al recordar las mil tropelías y abusos de Salvador Castro. Una lágrima brilló en los ojos de Francisca Montenegro y desafió a todo su orgullo para acabar rodando por su mejilla. Soledad se quedó atónita.
- Madre…
Francisca no pudo soportarlo más. Se acercó a su hija y la abrazó contra su pecho con todas las fuerzas de su ser. Soledad sintió un escalofrío de dicha al percibir por primera vez un amor indestructible que jamás pensó que existiera. Se aferró a ella, apretando la cabeza contra su pecho hasta que pudo oír el latido del corazón de su madre. Un corazón que de pronto se le antojó tan atormentado como fuerte y poderoso. Francisca lloró en silencio, derramando amargas lágrimas en el sedoso cabello de Soledad, mientras acariciaba su cabeza. Finalmente, la separó.
- Soledad… sé que… no soy la más indicada para…- Francisca tuvo que tragar saliva.- …decirte esto pero…- acarició su rostro.- No quiero que te encierres en tu dolor.- la miró fijamente a los ojos.- No quiero que el sufrimiento se enquiste en ti. Llora, desahógate, grita… haz todo lo que tengas que hacer.- una lágrima más rodó por su rostro.- Pero no dejes que… el dolor cubra tu corazón. No soportaría que tú…
No pudo terminar. Apartó la torturada mirada. Soledad se sintió tan conmovida, tan emocionada que las lágrimas volvieron a raudales a sus ojos. Francisca acarició su rostro.
- Sólo quiero que seas feliz, Soledad. Daría cada gota de mi sangre porque tú y… Tristán fueseis felices… No quiero que cambies, mi niña.- reprimió un sollozo.- No quiero que seas como yo.
- Madre…- gimió ella, refugiándose de nuevo en su regazo.
La abrazó con fuerza, arrancándole una débil sonrisa a Francisca. Después la joven se separó y la miró.
- Seré feliz… madre.- dijo con una sonrisa triste y hermosa a la vez.- Le doy mi palabra. Lo haré por usted y por Tristán.
- Y por ti.- Francisca apretó su mano.- Sobre todo por ti.
- Le doy mi palabra.- sonrió Soledad, esta vez con su sonrisa de siempre.- Pero a cambio, usted también tiene que prometerme una cosa.
Francisca recuperó su compostura con esfuerzo.
- ¿Qué cosa?
- Que usted también dejará de lado su sufrimiento.- dijo ella, mirándola fijamente.
Francisca sintió otra burbuja de pena. Acarició amorosa la cara de su hija.
- No te… preocupes por mí, Soledad. Si tú eres feliz… yo también lo seré.
- No madre, no me engañe.- ella la miró.- Desde que sentí este dolor tan inmenso, he podido ver que usted arrastra otro parecido. Tal vez incluso mayor. No me había dado cuenta hasta ahora del origen de su amargura y su dureza. Pero ahora lo entiendo.- Soledad tomó la mano de su madre.- ¿Fue por… padre? ¿Él la traicionó? Sé que le hizo mucho daño pero…
Francisca dejó escapar el aire mientras su mirada se perdía en el dolor.
- Las traiciones dolorosas no son aquellas que provienen de quienes no amamos.- dijo.- Sino de quien sí amamos.- miró a su hija.- Es cierto. Salvador fue un maldito que se dedicó a sembrar dolor a todo aquel que estuviese cerca. Pero todo el mal que pudo hacerme… no era nada comparado con…
Soledad la miraba, anhelante. Necesitaba saber lo que iba a decir. Lo necesitaba desesperadamente.
- Yo nunca amé a Salvador Castro. Mi corazón jamás dejó de pertenecer a…
La voz de Francisca se quebró en un sollozo de puro dolor. Soledad en un impulso tierno le acarició el rostro. Su madre le tomó la mano y la apretó cariñosa, sin poder hablar.
En ese momento, un ruido les hizo alzar la cabeza. Raimundo Ulloa estaba en el umbral de la puerta, mortalmente serio y atónito. Francisca creyó morir. Soledad pareció advertir la situación y se hizo cargo. Se levantó presta y se acercó al recién llegado.
Soledad Castro Montenegro estaba contemplando el bello atardecer desde la ventana de la Casona. La luz encarnada del crepúsculo daba de lleno en su rostro, haciéndolo más hermoso si aquello fuese posible. Una lágrima brilló en sus ojos de caramelo y resbaló por la suave mejilla. El dolor volvía a su torturada alma. Dolor por la traición de lo que creía un amor verdadero. Dolor por la pérdida de aquella criatura que formaba parte de ella. Su corazón se rompió una vez más y una vez más cubrió la dulzura de rostro con una dura máscara mientras las lágrimas rodaban por él. Se obligó a dejar de llorar, irguiendo la cabeza firme. No, no seguiría llorando. No servía de nada…
Francisca entró en el salón y sus ojos se dirigieron automáticamente a la silueta en la ventana. Sintió que toda su alma se sacudía en mil pedazos al ver a su hija. Contempló su sufrimiento mientras las lágrimas dibujaban su hermoso perfil. Y sin saber por qué, su mente se retrotrajo a una escena casi idéntica. Vio a una Francisca de veinte años, tan parecida a Soledad, deshaciéndose en lágrimas de sangre por un corazón herido para siempre. Vio la misma máscara de dureza, que se tornó fría como el acero bajo el yugo de Salvador Castro. Vio las miradas primero compasivas y después duras y rencorosas de todos aquellos que veían la transformación de Francisca Montenegro. Escuchó las duras palabras de todos. De Tristán, de la misma Soledad, de Pepa, de don Anselmo… de todo Puente Viejo. Un sollozo se atravesó en su garganta. No le importaba su dolor. Había aprendido a vivir con él, aunque en el fondo de su alma sabía que ese dolor acabaría por llevarla a la tumba algún día. Pero ver ese mismo sufrimiento en Soledad… ¡No..! No podía… Quería que su hija fuese feliz. Y sabía que eso no pasaría si Soledad seguía sus mismos pasos…
- Soledad…- susurró.
Intentó dominar el sufrimiento en su tono de voz, pero no lo logró. La joven se volvió un tanto sorprendida, enjugando precipitadamente sus ojos mientras procuraba recuperar la compostura.
- Madre… no sabía que estaba ahí.
Francisca sonrió tristemente.
- No te preocupes.- se acercó a ella y le acarició la mejilla, enjugando sus últimas lágrimas.- No tienes por qué… sentirte avergonzada ni ocultar tu pena.
Las lágrimas volvieron a acumularse en los hermosos ojos de Soledad.
- Usted siempre nos decía…
- Lo sé. Que un Montenegro no debía mostrar jamás su debilidad.- terminó ella casi sintiendo repulsión por vez primera con sus propias palabras.
Soledad miró a su madre. Al hacerlo se olvidó incluso de su propio dolor. Los ojos oscuros de su madre parecían dos enormes pozos llenos de amargura, de un sufrimiento tan profundo que por un instante el suyo le pareció ridículo. Francisca contempló los ojos de su hija. De su Soledad. La pena volvía a acuchillarle el corazón al recordar las mil tropelías y abusos de Salvador Castro. Una lágrima brilló en los ojos de Francisca Montenegro y desafió a todo su orgullo para acabar rodando por su mejilla. Soledad se quedó atónita.
- Madre…
Francisca no pudo soportarlo más. Se acercó a su hija y la abrazó contra su pecho con todas las fuerzas de su ser. Soledad sintió un escalofrío de dicha al percibir por primera vez un amor indestructible que jamás pensó que existiera. Se aferró a ella, apretando la cabeza contra su pecho hasta que pudo oír el latido del corazón de su madre. Un corazón que de pronto se le antojó tan atormentado como fuerte y poderoso. Francisca lloró en silencio, derramando amargas lágrimas en el sedoso cabello de Soledad, mientras acariciaba su cabeza. Finalmente, la separó.
- Soledad… sé que… no soy la más indicada para…- Francisca tuvo que tragar saliva.- …decirte esto pero…- acarició su rostro.- No quiero que te encierres en tu dolor.- la miró fijamente a los ojos.- No quiero que el sufrimiento se enquiste en ti. Llora, desahógate, grita… haz todo lo que tengas que hacer.- una lágrima más rodó por su rostro.- Pero no dejes que… el dolor cubra tu corazón. No soportaría que tú…
No pudo terminar. Apartó la torturada mirada. Soledad se sintió tan conmovida, tan emocionada que las lágrimas volvieron a raudales a sus ojos. Francisca acarició su rostro.
- Sólo quiero que seas feliz, Soledad. Daría cada gota de mi sangre porque tú y… Tristán fueseis felices… No quiero que cambies, mi niña.- reprimió un sollozo.- No quiero que seas como yo.
- Madre…- gimió ella, refugiándose de nuevo en su regazo.
La abrazó con fuerza, arrancándole una débil sonrisa a Francisca. Después la joven se separó y la miró.
- Seré feliz… madre.- dijo con una sonrisa triste y hermosa a la vez.- Le doy mi palabra. Lo haré por usted y por Tristán.
- Y por ti.- Francisca apretó su mano.- Sobre todo por ti.
- Le doy mi palabra.- sonrió Soledad, esta vez con su sonrisa de siempre.- Pero a cambio, usted también tiene que prometerme una cosa.
Francisca recuperó su compostura con esfuerzo.
- ¿Qué cosa?
- Que usted también dejará de lado su sufrimiento.- dijo ella, mirándola fijamente.
Francisca sintió otra burbuja de pena. Acarició amorosa la cara de su hija.
- No te… preocupes por mí, Soledad. Si tú eres feliz… yo también lo seré.
- No madre, no me engañe.- ella la miró.- Desde que sentí este dolor tan inmenso, he podido ver que usted arrastra otro parecido. Tal vez incluso mayor. No me había dado cuenta hasta ahora del origen de su amargura y su dureza. Pero ahora lo entiendo.- Soledad tomó la mano de su madre.- ¿Fue por… padre? ¿Él la traicionó? Sé que le hizo mucho daño pero…
Francisca dejó escapar el aire mientras su mirada se perdía en el dolor.
- Las traiciones dolorosas no son aquellas que provienen de quienes no amamos.- dijo.- Sino de quien sí amamos.- miró a su hija.- Es cierto. Salvador fue un maldito que se dedicó a sembrar dolor a todo aquel que estuviese cerca. Pero todo el mal que pudo hacerme… no era nada comparado con…
Soledad la miraba, anhelante. Necesitaba saber lo que iba a decir. Lo necesitaba desesperadamente.
- Yo nunca amé a Salvador Castro. Mi corazón jamás dejó de pertenecer a…
La voz de Francisca se quebró en un sollozo de puro dolor. Soledad en un impulso tierno le acarició el rostro. Su madre le tomó la mano y la apretó cariñosa, sin poder hablar.
En ese momento, un ruido les hizo alzar la cabeza. Raimundo Ulloa estaba en el umbral de la puerta, mortalmente serio y atónito. Francisca creyó morir. Soledad pareció advertir la situación y se hizo cargo. Se levantó presta y se acercó al recién llegado.
#1088

29/08/2011 19:51
PVatope, pero si ya lo sabe todo el mundo, Emilia desde hace tiempos y Sebastián se lo echa en cara en el avance de que mata a la mujer que él quiere por salvar a la mujer que él ama. Y Paca y Rai lo tienen clarísimo, Francisca el viernes con esas miradas y esa caricia, y Rai más claro no se lo ha podido decir hoy
#1089

29/08/2011 19:53
lna no me dejes asi!!!
#1090

29/08/2011 20:03
ESCENÓN!! vaya frase la de Rai... me encantan estos dos, que carillas se ponen... y mañana Sebastián le dice: mastate a lo mujer que amo por salvar la vida de la mujer a la que tú amas...
#1091

29/08/2011 20:04
Voy, voyy!!! jajajaja
En ese momento, un ruido les hizo alzar la cabeza. Raimundo Ulloa estaba en el umbral de la puerta, mortalmente serio y atónito. Francisca creyó morir. Soledad pareció advertir la situación y se hizo cargo. Se levantó presta y se acercó al recién llegado.
- Raimundo… ¿qué le trae por aquí?
Él la miró amable.
- Lamento haber entrado así, pero vi la puerta entreabierta.
- No se preocupe.- le contestó la muchacha con una sonrisa.
- Necesito…- Raimundo tragó saliva.- …hablar con Francisca.
La joven dirigió una mirada a su madre, que seguía sentada y mantenía tenazmente el rostro apartado. Suspiró.
- No creo que sea un buen momento, Raimundo.- dijo la chica.
- Por favor.- suplicó él.- He de hablar con ella.
Soledad vio la angustia en los nobles ojos de Raimundo. Finalmente asintió. Dirigió una última mirada a su madre y se marchó del salón. Raimundo la siguió un momento con la mirada. Después se volvió hacia Francisca. Verla allí, sentada, todavía temblando por el llanto contenido hizo que su corazón se rompiese en mil pedazos. En sus oídos seguía resonando esa frase inacabada. “-Mi corazón jamás dejó de pertenecer a…” Francisca por fin se atrevió a mirarle. Sus ojos se encontraron y un temblor sacudió sus almas. Ella apretó los dientes orgullosa.
- ¿A qué demonios has venido? Creo que todo quedó muy claro la última vez.
- A decir verdad, ahora mismo me importa un comino a lo que he venido.- dijo él, acercándose.- Para ser sincero, hasta se me ha olvidado.
Francisca le miró entre extrañada y furiosa. Él siguió contemplándola.
- ¿Es cierto lo que acabas de decir?- preguntó él serio.
- ¿Qué… acabo de decir?- ella intentó mantener su dignidad.
Raimundo la atravesó con la mirada, produciéndole un escalofrío. Se acercó a ella. Francisca se levantó como un resorte y retrocedió un paso.
- Lo sabes perfectamente.- tuvo que reprimir a duras penas la tentación de acorralarla contra la pared.- Contéstame, Francisca. ¿Es cierto que tu corazón sigue perteneciéndome?
Avanzó otro calculador paso. Francisca volvió a retroceder. Pero la pared acabó cortando su camino.
- ¿Vas a tener el cuajo de negarlo?- preguntó él amenazador.- No creí que fueras tan cobarde.
- ¡No soy ninguna cobarde Ulloa!- eso pareció hacerla reaccionar y le encaró. Raimundo no pudo evitar esbozar una sonrisa que hizo que ella sintiera otro escalofrío.
- Entonces… dímelo.- la presionó.- Dímelo.- la atravesó con la mirada.
Francisca sentía que no tenía escapatoria. Había acorralado su cuerpo y también su corazón. Él estaba demasiado cerca.
- Te… quiero.
Raimundo la miró. Dios, si cedía por un momento a la salvaje pasión que le estaba dominando… Inspiró el aire como si tuviese los pulmones encharcados, emitiendo un leve jadeo. Ella también hacía verdaderos esfuerzos por respirar.
- ¿Te sentirás muy orgulloso de tu victoria, no?- dijo ella con un esfuerzo, mientras sus ojos echaban chispas.- Aunque tu victoria no es completa. O… ¿acaso ya has logrado “matar” esos sentimientos que aún te inspiro?- preguntó con un deje de burla y dolor.
- No…- susurró él peligroso.- No lo he logrado…- su susurro la hizo estremecer al tiempo que se acercaba más.
Francisca emitió un jadeo al verlo tan cerca. Apoyó las manos en su pecho, en un inútil intento de evitar lo inevitable. Al hacerlo, Raimundo sintió que había fuego en su contacto. Apretó una de sus manos contra su pecho, logrando que ella sintiera el poderoso golpeteo de su corazón. Francisca tembló. Raimundo alargó su mano y sin más la deslizó por la espalda de ella, subiendo hasta su cuello. Con sorprendente habilidad desabrochó el primer botón del vestido. Francisca le miraba como un animalillo acorralado, sin fuerzas. Él desabrochó los siguientes botones.
- Raimundo… - gimió ella, incapaz de detenerle.
Sus piernas le fallaron, pero él la sostuvo atrapándola con su propio cuerpo. Ese contacto fue más de lo que pudieron soportar. Raimundo la besó desesperado, hambriento, enloquecido, mientras los cuatro últimos botones volaron por los aires. Francisca sintió que las lágrimas volvían a arrasar sus ojos, esta vez de felicidad. Él lo advirtió y apaciguó un momento el deseo que le consumía para enjugar todas sus lágrimas con sus besos, hasta que logró curar su maltrecho corazón. Francisca alzó las manos y atrajo su rostro, bebiendo de sus labios esa milagrosa cura. Raimundo la despojó del vestido. No podía soportarlo más. La necesitaba tan desesperadamente que si no la hacía suya en ese momento bien podría morir. El deseo creció hasta límites insospechados al sentir las manos de Francisca desabrochando los botones de su camisa. La prenda acabó en el suelo junto con las demás. La fiebre era tan desesperada que se lanzaron el uno al otro. Raimundo la acarició hasta la locura, arrancando el nombre de él de aquella boca en un delicioso jadeo.
- Rai… mundo… por… favor…
Enloquecido, empezó a introducirse en su interior, costándole una vida ir con cuidado. Francisca emitió un grito que él silenció atrapando su boca con la suya. Los jadeos pronto fueron incontenibles. La pasión y el placer les hizo perder completamente la razón y los llevó al éxtasis, dejándolos rendidos y vencidos. Francisca se abrazó a él. Raimundo la apretó contra su corazón.
______________________________________
A ver, señorees guionistaas, QUE NO ES TAN DIFÍCIILLL Y menos con una pareja como ésta...
En ese momento, un ruido les hizo alzar la cabeza. Raimundo Ulloa estaba en el umbral de la puerta, mortalmente serio y atónito. Francisca creyó morir. Soledad pareció advertir la situación y se hizo cargo. Se levantó presta y se acercó al recién llegado.
- Raimundo… ¿qué le trae por aquí?
Él la miró amable.
- Lamento haber entrado así, pero vi la puerta entreabierta.
- No se preocupe.- le contestó la muchacha con una sonrisa.
- Necesito…- Raimundo tragó saliva.- …hablar con Francisca.
La joven dirigió una mirada a su madre, que seguía sentada y mantenía tenazmente el rostro apartado. Suspiró.
- No creo que sea un buen momento, Raimundo.- dijo la chica.
- Por favor.- suplicó él.- He de hablar con ella.
Soledad vio la angustia en los nobles ojos de Raimundo. Finalmente asintió. Dirigió una última mirada a su madre y se marchó del salón. Raimundo la siguió un momento con la mirada. Después se volvió hacia Francisca. Verla allí, sentada, todavía temblando por el llanto contenido hizo que su corazón se rompiese en mil pedazos. En sus oídos seguía resonando esa frase inacabada. “-Mi corazón jamás dejó de pertenecer a…” Francisca por fin se atrevió a mirarle. Sus ojos se encontraron y un temblor sacudió sus almas. Ella apretó los dientes orgullosa.
- ¿A qué demonios has venido? Creo que todo quedó muy claro la última vez.
- A decir verdad, ahora mismo me importa un comino a lo que he venido.- dijo él, acercándose.- Para ser sincero, hasta se me ha olvidado.
Francisca le miró entre extrañada y furiosa. Él siguió contemplándola.
- ¿Es cierto lo que acabas de decir?- preguntó él serio.
- ¿Qué… acabo de decir?- ella intentó mantener su dignidad.
Raimundo la atravesó con la mirada, produciéndole un escalofrío. Se acercó a ella. Francisca se levantó como un resorte y retrocedió un paso.
- Lo sabes perfectamente.- tuvo que reprimir a duras penas la tentación de acorralarla contra la pared.- Contéstame, Francisca. ¿Es cierto que tu corazón sigue perteneciéndome?
Avanzó otro calculador paso. Francisca volvió a retroceder. Pero la pared acabó cortando su camino.
- ¿Vas a tener el cuajo de negarlo?- preguntó él amenazador.- No creí que fueras tan cobarde.
- ¡No soy ninguna cobarde Ulloa!- eso pareció hacerla reaccionar y le encaró. Raimundo no pudo evitar esbozar una sonrisa que hizo que ella sintiera otro escalofrío.
- Entonces… dímelo.- la presionó.- Dímelo.- la atravesó con la mirada.
Francisca sentía que no tenía escapatoria. Había acorralado su cuerpo y también su corazón. Él estaba demasiado cerca.
- Te… quiero.
Raimundo la miró. Dios, si cedía por un momento a la salvaje pasión que le estaba dominando… Inspiró el aire como si tuviese los pulmones encharcados, emitiendo un leve jadeo. Ella también hacía verdaderos esfuerzos por respirar.
- ¿Te sentirás muy orgulloso de tu victoria, no?- dijo ella con un esfuerzo, mientras sus ojos echaban chispas.- Aunque tu victoria no es completa. O… ¿acaso ya has logrado “matar” esos sentimientos que aún te inspiro?- preguntó con un deje de burla y dolor.
- No…- susurró él peligroso.- No lo he logrado…- su susurro la hizo estremecer al tiempo que se acercaba más.
Francisca emitió un jadeo al verlo tan cerca. Apoyó las manos en su pecho, en un inútil intento de evitar lo inevitable. Al hacerlo, Raimundo sintió que había fuego en su contacto. Apretó una de sus manos contra su pecho, logrando que ella sintiera el poderoso golpeteo de su corazón. Francisca tembló. Raimundo alargó su mano y sin más la deslizó por la espalda de ella, subiendo hasta su cuello. Con sorprendente habilidad desabrochó el primer botón del vestido. Francisca le miraba como un animalillo acorralado, sin fuerzas. Él desabrochó los siguientes botones.
- Raimundo… - gimió ella, incapaz de detenerle.
Sus piernas le fallaron, pero él la sostuvo atrapándola con su propio cuerpo. Ese contacto fue más de lo que pudieron soportar. Raimundo la besó desesperado, hambriento, enloquecido, mientras los cuatro últimos botones volaron por los aires. Francisca sintió que las lágrimas volvían a arrasar sus ojos, esta vez de felicidad. Él lo advirtió y apaciguó un momento el deseo que le consumía para enjugar todas sus lágrimas con sus besos, hasta que logró curar su maltrecho corazón. Francisca alzó las manos y atrajo su rostro, bebiendo de sus labios esa milagrosa cura. Raimundo la despojó del vestido. No podía soportarlo más. La necesitaba tan desesperadamente que si no la hacía suya en ese momento bien podría morir. El deseo creció hasta límites insospechados al sentir las manos de Francisca desabrochando los botones de su camisa. La prenda acabó en el suelo junto con las demás. La fiebre era tan desesperada que se lanzaron el uno al otro. Raimundo la acarició hasta la locura, arrancando el nombre de él de aquella boca en un delicioso jadeo.
- Rai… mundo… por… favor…
Enloquecido, empezó a introducirse en su interior, costándole una vida ir con cuidado. Francisca emitió un grito que él silenció atrapando su boca con la suya. Los jadeos pronto fueron incontenibles. La pasión y el placer les hizo perder completamente la razón y los llevó al éxtasis, dejándolos rendidos y vencidos. Francisca se abrazó a él. Raimundo la apretó contra su corazón.
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A ver, señorees guionistaas, QUE NO ES TAN DIFÍCIILLL Y menos con una pareja como ésta...
#1092

29/08/2011 20:11
Pero bueno Ina, primero me emocionas GRACIAS POR LA DEDICATORIAAAAAAAAAAAAAA, luego me encoges el alma que preciosa la escena madre e hija, te juro que aunque se que es una locura yo creo que va a pasar algo así y para finalizar...madre mía, el dia que ocurra de verdad me voy a quedar que ni frio ni calor, dime la verdad tu eres una guionista de la serie y como eso no te lo dejan poner lo escribes aquí, por que de verdad que es la leche.
#1093

29/08/2011 20:12
lna me matas...!! si un dia esto llega a pasar en pantalla,te aseguro que me viene a buscar el 112 para ponerme oxigeno.Guionistas!! aprended de una artista!
Viendo la escena de hoy,se nota que están luchando,se están conteniendo muchisimo,asi que cuando eso explote,nos va a dar en la cara a todas.Madre mia si estoy como si se me hubiera declarado a mi!
Viendo la escena de hoy,se nota que están luchando,se están conteniendo muchisimo,asi que cuando eso explote,nos va a dar en la cara a todas.Madre mia si estoy como si se me hubiera declarado a mi!
#1094

29/08/2011 20:22
Me despisto un momento (me ha entrado el nerviosismo por el viaje a Londres y me he puesto a poner lavadoras como una loca xDDDDDD) y ME ENCUENTRO ESTOOOOOOOOO.
Ina por favor, a mi me ingresan por tu culpa. QUE BONITO, POR DIOS ME ENCANTA. Es que me veo a Francisca sufriendo hablando con su hija, a Raimundo que no se puede creer lo que ha escuchado y que al final manda a tomar vientos lo de querer matar sus sentimientos PERO BIEN AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY BRAVO guapa :)
Es que de verdad, a mi Hipolito no me disgusta pero me cabrea enormemente que se tiren 5 escenas por capitulo con el tema del dichoso coche y no avancen en la relación de estos dos. Ya me veo a los guionistas frotandose las manos, todo malvados, por favor dadnos otra escena pronto!Que no es mucho pedir....
Ina por favor, a mi me ingresan por tu culpa. QUE BONITO, POR DIOS ME ENCANTA. Es que me veo a Francisca sufriendo hablando con su hija, a Raimundo que no se puede creer lo que ha escuchado y que al final manda a tomar vientos lo de querer matar sus sentimientos PERO BIEN AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY BRAVO guapa :)
Es que de verdad, a mi Hipolito no me disgusta pero me cabrea enormemente que se tiren 5 escenas por capitulo con el tema del dichoso coche y no avancen en la relación de estos dos. Ya me veo a los guionistas frotandose las manos, todo malvados, por favor dadnos otra escena pronto!Que no es mucho pedir....
#1095

29/08/2011 20:27
en fin,visto el video por ultima vez hoy...no se si entraré hasta mañana,asi que no hableis demasiado...jejeje o si,hablad mucho,que me encanta leeros
chao chicas!
chao chicas!
#1096

29/08/2011 20:28
¡Hasta mañana Ruth!:)
Cada día se pone más nerviosa esta mujer cuando le dicen que viene Raimundo
. Fijaros que no sabe ni donde poner el libro y las gafas casi.
______________________
"Lo que debería matar es...los sentimientos que todavia me inspiras, pero no puedo, menos matarte a ti"

Cada día se pone más nerviosa esta mujer cuando le dicen que viene Raimundo

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"Lo que debería matar es...los sentimientos que todavia me inspiras, pero no puedo, menos matarte a ti"


#1097

29/08/2011 21:24
Por cierto Silvi, que sepas que Alejandro Montenegro es sólo mío y le arañaré la cara a la que se le acerque,tú quedate con esteban o Rai que es más jovencito que a mi me van los maduritos
#1098

29/08/2011 21:32
Al final nadie va a querer a Raimundo... porque sino me lo quedo yo encantada, con esas frases tan preciosas que solo el dice.
#1099

29/08/2011 21:47
jaja Mariajo tu tranquila, Alejandro pa ti que cada vez que diga su nombre me voy a acordar de mi padre y cómo que no es plan :P
Rocío a mi si que me ha recordado mucho Soledad a la historia de Francisca, es el mismo sentimiento, al final de ese amor lo que queda es el hijo ;) y por ello las ganas de que nazca o la predilección que siente Francisca por Tristán.
Rocío a mi si que me ha recordado mucho Soledad a la historia de Francisca, es el mismo sentimiento, al final de ese amor lo que queda es el hijo ;) y por ello las ganas de que nazca o la predilección que siente Francisca por Tristán.
#1100

29/08/2011 21:50
Quietaa paráa, Franrai, que Raimundo es mío
.
Pobrecico Esteban. ¿Es que nadie lo quiere? Si es una versión de Rai... un poquito más bestia, jajajajajajajaja.



Pobrecico Esteban. ¿Es que nadie lo quiere? Si es una versión de Rai... un poquito más bestia, jajajajajajajaja.