El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon










En fiiin, voy a escribir que estoy inspiradaa.

Y por si aún no lo había dicho, HE VUELTOO. Qué preciosidad de ciudad... aaaainnsss!

A ver,comienzo dando las gracias a Iris por el video de Pakar's face.Las mil y una caras de esta mujer,cómo puede pasar del odio a la ternura en un instante.Si es que la adoro
El lunes tenemos escenita.Qué bien que ahora son más seguidas y no nos tienen comiendonos las uñas por la espera...a ver,ahora los dos están igual,han abierto su corazón después de tantos años y se sienten vulnerables.El más asustado es mi Rai,que pensaba que aquello estaba muerto y se ha dado cuenta que no es así,y encima ha mostrado sus sentimientos delante de ella.Paca lo hizo también antes,pero él estaba inconsciente,así que no lo escuchó.Por la experiencia última,pensará que ella lo utilizará para hacerles daño,por eso creo que va,para decirle que aunque la quiere,seguirán siendo enemigos.Como ya os dije,no se puede borrar todo el daño de golpe y porrazo...pero en el fondo creo que lo qe pasa es que está acojo**do por sus sentimientos.
No va a haber beso,ni mas caricias de momento...o al menos eso creo.están más cerca que nunca,pero a la vez más separados.A ver cómo evoluciona la historia,solo espero que ahora después de la del lunes,no nos den otros mil capitulos sin escenas entre ellos
Ayer cuando llegué a casa mi madre estaba escuchando música y era una canión de Jose Luis Perales,y al escuchar la letra me vino a la cabeza mi Rai,cuando era jóven,pensando en cómo decir adios a Paca obligado por el matrimonio que le impuso el padre.por si la quereis oir es "Balada para una despedida"
Hoy estoy buscando la mejor manera de decirte adios
y al mirarte siento que el dolor despierta en mi corazón...
Cuando en la mañana el sol te despierte,recuérdame
y si estás cansada de sentirte sola,piénsame
Cuando me haya ido recuerda que hay alguien que piensa en ti
cuando muera el dia recuerda que hay alguien que vive por ti
Feliz día chicas!
por cierto,lo del cardado del pelo,a mi me parece que está mejor ahora,antes parecía amy winehouse...anda que cuando Rai le pegue un morreo,¿dónde irá ese cardadito?

este hombre me pone.Guapo!

Para ir abriendo boca... un trocito de relato. Es cortito, pero intenso ;-) Tranquis, que pronto será más largo, jeje.
Raimundo estaba sentado en el escritorio de su habitación. Sus hermosos ojos se posaron en el libro que tenía entre sus manos. “Poemas”, de Rosalía de Castro. Adoraba ese libro. Recordaba haberlo leído millones de veces, en compañía de su madre. Una lágrima asomó a sus ojos. Podía ver claramente el rostro de su madre, tan bello, tan amoroso, mientras le acariciaba tierna la frente y leía los poemas. Casi escuchaba de nuevo su voz cristalina, sus palabras dulces que siempre lograban consolarle. El dolor creció imparable en su corazón. ¿Por qué era la vida tan injusta como para arrebatarle a un niño de seis años su madre? No podía creer que ya hubiesen pasado once años desde esa tragedia. Once años en los que pensó que nunca recuperaría la alegría. Once años en los que ese libro era lo único que aliviaba su dolor al pensar en ella. Recordaba claramente sus palabras. –“No te entristezcas, mi niño. Mi amor velará siempre por ti. Y verás que la felicidad te alcanzará.”
La lágrima cayó en la tapa del libro, impregnándose en ella. Sonrió en medio de las lágrimas. Su madre tenía razón. La felicidad le había alcanzado al mismo tiempo que aquel erizo puntiagudo lleno de castañas había acertado de lleno en su coronilla. Esa felicidad tenía nombre y apellido. Francisca Montenegro. Su corazón saltó en el pecho sólo por pronunciar su nombre en su mente. Ese día, su pequeña cumplía diecisiete años. Diecisiete hermosos y orgullosos años. Quería regalarle lo más hermoso, maravilloso, grandioso… En fin, un regalo que no tuviera precio. Todo le parecía insignificante… excepto ese libro. Regalarle los poemas de Rosalía de Castro era lo más cercano a regalarle entero el corazón, aunque bueno, de su corazón ya se había apropiado robándoselo sin remedio. Por enésima vez se quedó mirando al infinito, viendo en él el hermoso rostro de Francisca, su sonrisa y su mirada orgullosa y tierna.
Alargó la mano, como si quisiera acariciar ese rostro imaginario. Finalmente, pareció despertar y contempló la pluma que reposaba en el tintero. La tomó. Abrió el libro y apoyó su mano derecha en la primera hoja.
“Que estas líneas
sean el principio
de una pasión compartida”
R.
Raimundo depositó suavemente la pluma en el tintero. Contempló lo que acababa de escribir. La tinta se secó poco a poco. Finalmente, cerró el libro, lo apretó contra su corazón y desapareció tras la puerta.


Ina que bonito de verdad,bievenida de vuelta :).Ojála sea de esa manera tan bonita cómo se lo regalo, bueno que a mi ya me da igual lo que me digan los guionistas, para mi su historia es la tuya asi que ;). ¿Vas a escribir la escena del Lunes?Siiiiiiiiiiiiiii, por favor, que contenta me dejas :D
Miri con 17 años esto se pone muy interesante (de dos rombos ya),yo creo que estan a un paso ya del momento ese en el que les pilla el padre de Franscisca xD y casi nos deja al pobre Raimundo agujereado por todos los laos.
A ver pero no os dais cuenta que el Rai siempre que va a ver a la Paca se pone su chaquetita y va lo mono ?¿ y ahora más que sabe que la tiene en el bote. La vez del desmayo, Mauricio le pillo por banda y lo llevo a la fuerza y claro no le dio tiempo a arreglarse cómo Dios manda. Aparte uno cuando esta enamorado dicen que esta más guapo que lo normal ¿no? ;)
Ruth el día que le pegue un morreo, el cardado ese se desmonta por mucha laca que lleve

Lo de la laca es muy serio eh???que igual gastarán un bote con ella al día jajajajaja


Por cierto,he visto que Maria (DOÑA MARIA) tiene hilo propio,pero ¿Ramón? ¿le tiene? también se merece uno

Francisca caminaba feliz y despreocupada por el sendero. Pronto el hermoso lago apareció ante sus ojos y, sin poderlo evitar, echó a correr traviesa como cuando era una chiquilla. Llegó al borde del agua y se contempló orgullosa. El vestido nuevo le quedaba de maravilla. Era el regalo de su padre por sus diecisiete años. Y su madre le había entregado un hermoso colgante de aguamarina que ahora llevaba prendido al cuello. Sonrió a su imagen y empezó a dar pequeños saltitos mientras caminaba alrededor del lago. De pronto, una pequeña piedra llamó su atención. Se inclinó y la recogió. Recordó que ayer Raimundo se había burlado de ella porque no había sido capaz de hacer rebotar la piedra contra la superficie del agua. Frunció el ceño y sus ojos se clavaron en la cristalina superficie. Tomó impulso y arrojó la piedra procurando que su trayectoria fuese lo suficientemente paralela. Empezó a esbozar una sonrisa de triunfo al ver que la piedra parecía querer elevarse de nuevo al chocar por primera vez contra el agua, pero finalmente, el canto se hundió en el lago. Bufó enfadada y sin más preámbulos, cogió otra piedra. Por un momento, se quedó inmóvil. Cierto, aquello era una chiquillada, pero su orgullo le impedía ceder aunque lo fuese. Conseguiría hacer rebotar la piedra, como que se llamaba Francisca.
Tan concentrada estaba que no advirtió que al otro lado del pequeño lago la estaba contemplando un atónito y divertidísimo Raimundo. El joven hizo verdaderos esfuerzos por contener la carcajada que estaba a punto de soltar. Esa chica era… increíble. La observó admirado y de pronto pareció advertir lo extraordinariamente hermosa que se veía ante sus ojos. Tragó saliva y por un instante, sintió la tentación irreprimible de correr hacia ella, mandar al diablo la piedra, tumbarla sobre el césped y…
Raimundo dejó escapar el aire, procurando controlar esos impulsos que últimamente le dominaban con demasiada frecuencia. Cerró los ojos con fuerza. No podía evitarlo. Adoraba a Francisca, jamás haría nada que ella no desease… nada que pudiera… perjudicarla. Pero era superior a sus fuerzas. Sentía que a cada día que pasaba la deseaba más y más y que Francisca se acercase para darle un beso se estaba convirtiendo en una verdadera tortura. Más de una vez tuvo que soltarse de sus brazos y murmurar una estúpida disculpa que evidentemente ella no acababa de creer. Pero ¿qué demonios iba a decirle? ¿Qué era mejor que no le abrazase si no quería que le arrancase el vestido y…?
Toda su tortura interna se esfumó cuando de pronto, la piedra que acababa de lanzar Francisca rebotó tres veces en la superficie del agua y fue directa hacia él, dándole de lleno en la frente con una fuerza realmente sorprendente. Raimundo trastabilló con el impacto y acabó arrodillado en el suelo, mientras se frotaba el dolorido chichón. Francisca se sintió morir al verle caer. Corrió como una exhalación hasta él.
- ¡Dios mío, Raimundo! ¿Estás bien?
Raimundo no pudo evitar sonreír. Desde luego, la escena tenía su gracia, a pesar de que la frente le ardía. Se sintió a partes iguales dolorido y divertido al ver la cara de culpabilidad que estaba poniendo Francisca.
- Dios mío.- repitió la chica viendo el chichón.- Lo siento en el alma, Raimundo… yo…
Francisca casi sentía que iba a terminar llorando. Raimundo le sonrió.
- No te preocupes, mi pequeña.- le dijo tierno.- Además, ha sido un tiro excelente. La piedra rebotó tres veces en el agua. Enhorabuena, mi pequeña campeona.
Francisca sonrió un tanto avergonzada. Después alargó la mano y acarició con ternura el golpe, retirando unos pocos rizos de su frente. Raimundo se sintió morir.
- ¿Te duele mucho?- preguntó preocupada.
- Pues a decir verdad… ahora mismo nada.- dijo con voz ronca.
Ella sonrió y le besó cariñosa la frente. Después le abrazó. Raimundo la rodeó con los brazos, intentando soportar la tentación de tumbarla bajo él. Con un esfuerzo que jamás pensó que haría, se irguió, levantando consigo a Francisca. Ella seguía colgada de su cuello. Raimundo besó amoroso su frente y con un esfuerzo, se separó para mirarla a los ojos.
- Feliz cumpleaños, mi pequeña.- susurró.
Francisca le miró sintiendo un estallido de júbilo en su pecho. Después siguió su mirada y contempló un libro en su mano. Lo tomó.
- Es… mi mayor tesoro.- dijo Raimundo.- El libro de poemas de Rosalía de Castro. Mi madre…- hizo una pausa, como si le costase hablar.- … siempre me lo leía cuando era pequeño.
La joven se quedó paralizada. Conocía la triste historia de la madre de Raimundo. Ese libro era de su madre. Y que él se lo regalase… Francisca meneó la cabeza.
- Raimundo es… es… - no pudo encontrar las palabras. Tragó saliva.- …no puedo aceptarlo. Es demasiado valioso para… ti.
Raimundo la miró rebosante de amor.
- Lo es, cierto. Pero tú eres más valiosa para mí que ese libro. Por eso debes tenerlo.- ella sintió que la emoción le hacía asomar las lágrimas.- Mi pequeña… ese libro no puede tener mejor dueña. Al igual que mi corazón.
Una lágrima resbaló por la suave mejilla de Francisca y cayó en la tapa del libro. Lo apretó contra su pecho.
- Te juro que lo conservaré hasta el fin de mis días.- le dijo temblorosa.
Raimundo enjugó su mejilla tierno. Francisca contempló el libro y lo abrió. La dedicatoria hizo que nuevas lágrimas asomasen a sus ojos.
- “Que estas líneas sean el principio de una pasión compartida”.- leyó suavemente.
Él le sonrió. Ella alzó la mirada hacia él y como si una fuerza superior la empujase, le rodeó el cuello con sus brazos y lo besó casi desesperadamente. Raimundo sintió que el corazón se le paraba. Le devolvió el beso despacio, intentando no perder la poca cordura que aún tenía.
- Francisca… - jadeó, rompiendo el beso y sujetándola por los hombros.
Ella le miró sin comprender. No entendía por qué últimamente cada vez que se acercaba a Raimundo, llegaba un punto en el que él mantenía las distancias a toda costa. Intentó preguntar esa duda que le carcomía y le inquietaba pero Raimundo fue más rápido en hablar.
- ¿Lo leemos juntos?- preguntó con una sonrisa.
Francisca se la devolvió y asintió. Se sentaron en el prado. Él la rodeó con sus brazos mientras ella se recostó sobre su pecho, olvidando sus temores. Tomó el libro y empezaron a leer a la vez.
- “Tú para mí, yo para ti, bien mío
-murmurábais los dos-
«Es el amor la esencia de la vida,
no hay vida sin amor» .
- ¡Qué tiempo aquel de alegres armonías!…
¡Qué albos rayos de sol!…
¡Qué tibias noches de susurros llenas,
qué horas de bendición!
- ¡qué aroma, qué perfumes, qué belleza
en cuanto Dios crió,
y cómo entre sonrisas murmurábais:
«¡No hay vida sin amor!»

Bueno, creo que va siendo hora de que Rai "tenga una conversación" con Paca, de lo que le sucede por que sino... tanta tensión no puede terminar bien, además oye, que Francisca también es humana, lo mismo tiene tantas ganas como él pero no se atreve, vete tú a saber.
Bueno, lo dicho, me voy al tajo, esta noche os leo, y por cierto Ina, Paris si que te ha inspirado, que pasada.

El poema precioso!! hace mucho q no leo yo a Rosalía
sigue pronto,que tus relatos son una maravilla,de verdad
p.d: lo del libro me trae tan buenos recuerdos...alguien muy importante para mi (mi abuelo) me regaló hace muchos años siendo yo una niña,su libro de rimas y leyendas de Becquer...está desgastado del uso,pero yo lo tengo como oro en paño y es uno de mis mayores tesoros


"No hay vida sin amor" <3


Siento partirla en dos... pero es que me ha salido un pelín larga.
SPOILER (puntero encima para mostrar)Raimundo Ulloa sentía que el corazón acabaría por explotarle en el pecho. Ardía de rabia, dolor, confusión y un sentimiento al que ni siquiera tenía el valor de nombrar. Sus pasos le llevaban a la Casona como si sus pies tuviesen voluntad propia. Esa tortura le mataría. Estaba seguro de ello. Sebastián le había perdonado por acabar con Virtudes. ¡Le había perdonado! Y sabía que lo había hecho de corazón, no como mero trámite. Recordaba cómo Sebastián y Emilia le habían abrazado. Recordaba sus palabras, diciéndole por décima vez que no se sintiera culpable por haber hecho lo que… le dictaba su conciencia. Recordaba sus rostros. En ellos había amor, indudablemente, pero también había unas expresiones de compasión que no hacían sino atormentarle más. Todo el mundo parecía mirarle de la misma forma, incluso los Castañeda. Como si en el fondo supieran que la tortura que arrastraba ya no tenía que ver con el crimen que se había visto obligado a ejecutar.
Apoyó su mano en la madera de la puerta de la Casona. La contempló como si fuese la primera vez que la veía. Antes de que pudiese arrepentirse y dar media vuelta, la puerta se abrió. Rosario salía un momento a sus recados diarios y se quedó asombrada al verle allí.
- ¡Raimundo!- la buena mujer le contempló sorprendida.- ¿Qué estás haciendo aquí?
Él la miro. Después sus ojos se perdieron en el vacío.
- A decir verdad… ni yo mismo lo sé.
Ella le miró. Sintió una enorme pena por él, por aquel hombre tan extraordinario como valiente. Rosario apoyó una mano en su brazo. Siempre le había apreciado muchísimo. Y siempre había dicho que no existía en toda la comarca un corazón más noble que el de Raimundo Ulloa.
- Raimundo…- él la miró. Rosario le sonrió cariñosa.- ¿Recuerdas la primera vez que entraste en la Casona?
Él se quedó inmóvil, sintiendo una daga en el corazón. ¿Qué si lo recordaba? Dios, tan nítidamente como si hubiese ocurrido ayer y no hacía treinta y tantos años. Rosario le apretó la mano.
- No dudaste ni por un momento cuando cruzaste el umbral. No lo hagas ahora tampoco.- dijo ella. – Sea lo que sea y… pase lo que pase… no lo hagas.
Se miraron como si compartiesen una vida de secretos. Como si no necesitasen palabras para entenderse. Raimundo le sonrió un tanto triste. Rosario le devolvió la sonrisa. Después, él apretó el puño, como si buscase ánimos en lo más hondo de su orgulloso ser. Alzó la cabeza y entró.
Francisca estaba sentada en la mesa de su despacho. Sostenía un libro entre sus manos. Su mente no dejaba de rememorar cada escena vivida allí el día anterior. Todavía veía frente a ella a Raimundo, apuntándola con un arma. Al principio creía que no podía existir peor dolor que ver a… él dispuesto a dispararle. Si la odiaba hasta ese punto francamente, no le importaba morir. Pero después… Las imágenes se sucedían en su mente. Virtudes apuntándola, con una determinación de matarla en verdad real. Raimundo interponiéndose. Había cerrado los ojos, esperando su final, cuando él, sin dudarlo ni un instante, disparó a Virtudes, salvando su vida justo cuando casi la oía apretar el gatillo.
Francisca creyó morir por la avalancha de sentimientos. Apretó el libro entre sus manos. Los poemas de Rosalía parecían mitigar siempre sus dolores, pero en aquel momento, no surtían efecto. Ella le había agradecido a Raimundo su heroicidad, descubriendo irremediablemente sus sentimientos ante él. Le había tomado la mano y acariciado su rostro. Por un instante, ella pudo ver que nada había cambiado, que él la miraba con esos mismos ojos de siempre, con ese amor y pasión incontenibles. Habían estado tan cerca… Pudo sentir su respiración. Pudo respirar el aire que él respiraba. Pero finalmente, él había retrocedido. Esa separación fue peor que recibir el tiro de Virtudes. Una vez más, había roto su ya pulverizado corazón.
- “Me repugna tu forma de entender la vida”
Francisca sintió que las lágrimas acudían a sus ojos.
-“Todo lo que tocas lo conviertes en podredumbre, Francisca Montenegro”
Esta vez, ni su orgullo pudo evitarlo. Se deshizo en lágrimas, que cayeron en el libro de Rosalía de Castro. Su tenaz carácter la reprendió, pero ella no pudo hacer otra cosa que desahogar ese dolor ocultando su rostro entre sus manos. ¿Por qué? ¿Es que no dejaría de sufrir esa tortura hasta que la muerte la llevase? Apretó los ojos, los puños y los dientes, luchando contra su corazón. Se secó los ojos casi con rabia. Tomó furiosa el libro y por un instante se sintió tentada a arrojarlo con todas sus fuerzas por la ventana. Pero el impulso cedió. No podía… no podía…

SPOILER (puntero encima para mostrar)Dejó el libro en la mesa, temblorosa. En ese momento, Raimundo Ulloa irrumpió en el despacho sin llamar siquiera. Francisca se levantó apresuradamente y en un impulso, le dio la espalda. Él la miró extrañado.
- ¿Es que nadie te ha enseñado a llamar a la puerta?- dijo, procurando que su voz sonase con su firmeza habitual.
- Lo siento, pero tenía algo importante que decirte.
Raimundo avanzó hasta colocarse frente a ella. Francisca apretó los dientes, tragando todo su dolor. Pero él advirtió que había una sombra de lágrimas en su rostro.
- ¿Qué te ocurre Francisca?
Ella alzó la mirada. Cierto, había estado llorando. Pero además de lágrimas también había una fría dureza y determinación. Ese gesto… Raimundo tragó saliva. Sin saber por qué, le recordó demasiado al rostro que vio en una joven Francisca cuando tuvo que abandonarla.
- No me ocurre nada.- dijo ella, aferrándose a la rabia de su dolor.- Tengo mucho quehacer, Raimundo. Así que, sea lo que sea que te haya traído hasta aquí, más vale que lo sueltes rápido y te largues por dónde has venido.
Raimundo la penetró con su mirada. Ambos se miraron con demasiada furia contenida.
- Está bien. No seré yo quien robe su precioso tiempo a nuestra ilustre cacique.- dijo mordaz.- Sólo vine para agradecerte que cumplieras tu palabra y movieras los hilos para liberar a Sebastián.
- Yo siempre cumplo mi palabra. Cosa que no todos pueden afirmar.- dijo ella, manteniendo firme el duelo de miradas.
Él clavó sus ojos en ella. Francisca bufó.
- Bueno, si no tienes nada más que decir, ahí tienes la puerta, “héroe”.
Raimundo sintió que toda su paciencia explotaba en un arranque de rabia.
- ¿Se puede saber a cuento de qué estás tan “encantadora” conmigo? Parece que en lugar de salvarte la vida, te haya arrebatado alguna de tus posesiones que… por otro lado, me pertenecen.
Francisca se acercó furiosa.
- Oh, sí, eres un héroe valeroso. Me salvas la vida… ¿Para qué? ¿Para torturarme día tras día? – se dio de cuenta con horror de las implicaciones de sus palabras y continuó a toda prisa.- Tan valiente eres para evitar que Virtudes me matara, pero nunca tuviste las agallas suficientes para…- se interrumpió tragando saliva. Le clavó una mirada de furia.- Viniste aquí con el propósito de matarme tú mismo y después me salvas la vida. ¿Por qué lo hiciste?
Raimundo intentó tomar aire. La situación se estaba descontrolando y no sabía muy bien en qué sentido. Parecía una de sus típicas discusiones, pero notaba que un sentimiento más poderoso que él empezaba a crecer imparable. Veía a Francisca gritándole furiosa y su corazón golpeó con fuerza contra sus costillas.
- Ya te dije por qué lo hice.- contestó amenazador, procurando dominarse.- Para evitar un crimen.
- No me hagas reír.- dijo ella sarcástica.- ¿Para evitar un crimen cometes otro?
Ambos estaban frente a frente. Apenas separados por unos centímetros de caldeada atmósfera. La furia de Francisca le traspasó. Le fulminó con los ojos, encarándole.
- Eres un maldito cobarde, Raimundo Ulloa. Lo fuiste cuando me abandonaste. Lo sigues siendo y morirás siendo un maldito cobarde.
Raimundo sintió que la cólera se mezclaba con una pasión incontenible. Francisca no bajó ni un ápice la mirada.
- Sabes por qué lo hiciste. Y yo también.- afirmó.
Él sintió que no podía negarlo por más tiempo.
- Está bien…- Raimundo pronunció esas palabras como si le costase una vida.- Es cierto. No… podía dejarte morir. Nunca podría… apretar el gatillo porque… esta tortura, este amor venenoso que siento por ti…- la miró torturado.- … vivirá conmigo hasta que me vaya a la tumba.
Francisca creyó morir al oír sus palabras. Raimundo meneó desesperado la cabeza.
- Eso… no cambia nada, Francisca. El amor es antojadizo, es un sentimiento que está por encima de la lógica. No siempre nos enamoramos de quien más nos conviene. Nadie lo sabe mejor que yo. – la atravesó con la mirada.- Es cierto. Mi corazón no hace más que torturarme, pero sigues siendo mi enemiga, aquella que no dudó en desposeerme de todo lo que alguna vez fue querido para mí. Sí, incluso me desposeíste de ti misma al casarte con Salvador.
- ¡Todo lo que hice lo hice porque tú…!- Francisca sintió que las lágrimas le impedían hablar.- Tú me traicionaste…
- Nunca quisiste escuchar la verdad.- Raimundo la miró amargo.- Nunca se te ocurrió pensar que amándote como te amaba, debía haber una razón inmensamente poderosa para que obrara como lo hice.
- ¿Pensar?- Francisca casi escupió la palabra.- ¿Crees que podía pensar cuando tenía el alma rota?
Raimundo meneó la cabeza, derrotado.
- Estas palabras no nos llevan a ningún fin. Sólo a lanzarnos veneno mutuamente. Ya he dicho lo que tenía que decir.
- Pues vuelvo a indicarte que ya sabes dónde está la puerta.
Francisca le miraba con un dolor y un rencor inmenso en sus ojos oscuros. Raimundo sentía mil dardos en su corazón. Por vez primera, no pudo sostenerle la mirada. Bajó sus ojos y de pronto, se quedó paralizado al ver un viejo libro sobre la mesa. No… no podía ser cierto. Contempló el libro. Había pequeñas marcas húmedas en su tapa, como si… Clavó la mirada en el rostro de ella, donde aún se percibían antiguos rastros de lágrimas. No… no podía… ser…
Francisca le miró dolida y furiosa.
- ¿Se puede saber a qué demonios esperas para desaparecer de mi vista, condenado cobar…?
No pudo terminar. Raimundo avanzó hacia ella. La atrapó acorralándola contra la mesa, interrumpiendo sus palabras con ese arrebato. Francisca creyó morir al sentir los brazos de él ceñirla. Él la miró. Sus ojos echaban fuego y amenazaban con consumirla hasta no dejar más que cenizas de ella.
- No soy ningún cobarde… mi pequeña.
Ella empezó a abrir la boca y él aprovechó para atraparla con sus labios. Francisca gimió en una mezcla de júbilo, tristeza, felicidad y asfixia. Raimundo tomó su nuca tierno y profundizó más el beso, acorralando su lengua con la suya, sin darle tregua. La pasión prendió como la pólvora y antes de que Francisca supiera cómo, él había tirado todos los papeles al suelo y la había tendido sobre la mesa, sin dejar de besarla. Francisca creyó morir ante su ataque. Él empezó a desabrochar la hilera de botones a su espalda a la vez que la llevaba a la locura.

Cómo me fascinas, es que lo qu escribes no tiene precio, ver a Raimundo con esa pelea de sentimientos que no puede ni entrar a la casona, a Franscisca rota por lo que le ha dicho, con ese libro que guarda tanto significado para ellos........
De verdad ojála pasara,ojála pese a todo lo que se vayan a decir, Raimundo se vuelva y le pegue un beso que se quede en el sitio. Gracias por hacernos soñar con esta pareja ;)

Que bonito por favor!!! Esa escena anticipada me ha puesto los pelos de punta....impresionante. Ojalá pasara así.
A mí también me encantaría que lo del libro fuera así de verdad....de hecho me creo que es así.....y q detalle que las lágrimas de ambos han caído en el libro, qué bonito!!!!!

Desaparecí dos dias y volveré ha hacerlo

Quería decir que me pareció muy tierna la Paca en la escena del disparo!! (eso sí: antes del disparo con una cara susto inpresionanteee xDD) .. pero el Raiiii estaba un poco frío... no sé jajaja
lo que dijo ella de "si lo hubiera tenido que hacer yo; no dudaria en ningún momento"


Ina! ¿Cómo que has puesto el relato en spoiler?? Es qué no lo he leído era por si pasaba algo malo o ... algo no sé




Ojalá fuera así...
hasta estoy pensando en que deberíamos todas ponernos a ahorrar para contratar a Ramón y María para que grabaran lo que tu has escrito xd madre,qué audiencia íbamos a tener!!
Niña,escribe un libro,porque talento tienes de sobra