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El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon

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samureta
samureta
08/06/2011 23:44
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No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas.

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#781
Lua23
Lua23
20/08/2011 16:55
Felicidades por el video Miri.....precioso.....gracias por compartirlo.
lna q entrañable es esta historia....yo también al leerla me creo que las cosas fueron así de verdad.
#782
risabella
risabella
20/08/2011 20:04
Ina esta es la segunda parte del Secreto de Puente Viejo, impresionante!!!!
#783
mariajo76
mariajo76
20/08/2011 20:51
Me encanta el desparpajo de Francisca esa vitalidad y ese genio me hacen mucha gracia y Raimundo...pobrecito, se acaban de conocer y ya lo lleva de culo y eso que no sabe lo que le espera.
Sigue pronto Ina por fa
#784
lnaeowyn
lnaeowyn
20/08/2011 22:00
Francisca caminaba a paso rápido por el sendero, con paso firme y orgulloso. Como si fuese toda una reina, pese a que llevaba el vestido salpicado de agua y barro, la falda mojada y sus trenzas casi deshechas. Raimundo la alcanzó jadeante.
- Espera, Francisca.- ella sólo volvió la cabeza para dirigirle una sonrisa.- ¿A dónde diablos vamos?
- A mi casa.- contestó la muchacha como si tal cosa.
Raimundo se quedó clavado en el sitio mientras ella seguía su camino. Sólo pudo reaccionar cuando vio que ella de nuevo se distanciaba. Corrió otra vez hasta colocarse a su altura.
- ¡Espera! ¿Qué..?!- la tomó de los hombros, deteniéndola y obligándola a hacerle caso.- ¿Te has vuelto loca?
- Lo tengo todo calculado.- dijo ella.- Lograré que mi padre no te vea como un enemigo. Confía en mí.
Sin más, ella se soltó y siguió andando. Raimundo caminó a su lado.
- Has perdido irremediablemente el juicio.- el muchacho meneó la cabeza, como si hablase consigo mismo.- Francisca, esto no saldrá nada bien. Sea lo que sea que haya pasado por tu cabeza… no funcionará. Tu padre te echará la bronca y a mí me matará. Además, ni siquiera me has dicho qué planeas hacer.
- Ya lo verás.- ella le guiñó un ojo.

Al poco tiempo la Casona apareció ante su vista. Raimundo tragó saliva nerviosamente. Estaba a punto de dar media vuelta y echar a correr, pero Francisca adivinó sus intenciones y le cogió de la mano, tirando por tierra su idea. Después, sin más ceremonia, la muchacha cruzó la entrada del jardín y subió las escaleras, llevando consigo a un aterrorizado Raimundo. Llamó a la puerta. La cara de Rosario apareció tras ella.
- Señorita, ¿dónde se había metido? Su madre…
La buena muchacha se quedó lívida al ver a Raimundo. El chico sonrió un tanto avergonzado.
- Hola… Rosario.
Francisca le miró sorprendido.
- ¿Os conocéis?
- Más o menos.- explicó Raimundo.- En realidad a quien conozco más es a José Castañeda, que trabaja en las tierras de mi padre. Él me ha hablado de una muchacha dulce y buena que trabaja en la Casona.- un tenue rubor tiñó las mejillas de la turbada Rosario.- Y como tú no eres ni dulce ni buena, ni trabajas en la Casona, pues deduje que ella era Rosario.- terminó guiñándole un ojo burlón a Francisca.

La muchacha le fulminó con la mirada, pese a que en el fondo sentía ganas de reír. Pero olvidó pronto su enfado espoleada por la curiosidad.
- Nunca me habías hablado de ese Castañeda.- le dijo pícara a la buena doncella. Rió maliciosa.- Te has puesto colorada.
- Señorita, por Dios, ¿qué dice?- la pobre Rosario intentó cambiar de tema.- Su madre la está buscando, y no creo que para nada bueno.
Francisca pareció recordar el motivo por el que había llevado a Raimundo casi a rastras hasta allí.
- ¿Está en el salón?
- Así es, señorita.
Francisca respiró hondo y entró. Raimundo se quedó inmóvil y al advertirlo, la chica se volvió.
- Creía que eras más valiente, Raimundo Ulloa.- le desafió burlona.

El chico le clavó la mirada y a modo de respuesta, apretó los puños y entró.
#785
anfrjaun
anfrjaun
20/08/2011 22:10
Una cosa, ¿cuántos años tienen en esta historia Raimundo y Francisca?
#786
Artemisilla
Artemisilla
20/08/2011 22:31
Ina, quería darte las gracias, no sólo por darnos estos caramelazos de relatos que nos tienen enganchadas, sino por haberle puesto el nombre de mi padre a uno de tus personajes. Es cierto que tú no tendrías por qué saberlo, pero me ha hecho mucha ilusión ver ahí su nombre.

Sigue así, campeona.
#787
lnaeowyn
lnaeowyn
20/08/2011 22:40
Anfrjaun, en este relato, este par tienen entre diez y once años. Pero tranquilos todos, que no faltará mucho para que tengan quince ;-)

Y me alegro de que te hiciera ilusión que uno de los personajes se llame como tu padre, Arte, jeje, qué puntería tengo a ciegas guiño

En breve más...
#788
lnaeowyn
lnaeowyn
20/08/2011 23:42
Elena Montenegro bordaba intentando calmar sus nervios. Su marido Alejandro se encontraba tranquilamente sentado leyendo el periódico. Un suave carraspeo les llamó la atención. Alzaron la vista y quedaron sin habla. Francisca se encontraba ante ellos, con el vestido sucio y mojado y las trenzas casi deshechas. Su madre empezó a abrir la boca con horror cuando de repente reparó en el muchacho que estaba a su lado.
- ¡Francisca Montenegro!- empezó su madre.

De pronto fue interrumpida por su marido. Alejandro se levantó como un resorte al ver a Raimundo. La ira destelló en sus ojos oscuros. El muchacho tragó saliva pero aguantó estoico esa fiera mirada. Bueno… a decir verdad, no era tan fiera como la de su propio padre. Pero aún así sentía que el corazón le iba a salir por la garganta. Francisca miró a su padre.
- ¿Qué significa esto, Francisca?- preguntó él con un tono de voz calculadamente suave que atemorizaba más que los peores gritos.- ¿Qué está haciendo un Ulloa en mi casa?

Francisca sintió por primera vez que le faltaban los arrestos de los que hacía gala habitualmente. Miró a Raimundo. Aunque el muchacho parecía tan aterrorizado como ella, le dirigió un levísimo gesto de apoyo. La chica inspiró hondo.
- Padre… madre… Yo…he traído aquí a… Raimundo porque… quería explicar…
Su padre la miraba alzando una ceja. Elena se levantó.
- ¿Cómo demonios te has puesto así el vestido?
Francisca miró su falda. Soltó lo primero que se le pasó por la cabeza.
- Yo… me caí al río.

Alejandro y Elena miraron perplejos y atónitos a su hija. Raimundo reprimió con toda su voluntad el impulso de imitarles. Si lo hacía, los padres de Francisca sospecharían.
- ¿Qué??- Alejandro sintió súbitamente que le invadía el pánico.- Pero…¿cómo…?
- Se me ocurrió ir a… rezar al río.- Francisca tragó saliva. Sí, esta vez estaba segura de que ardería en el infierno por esa mentira. Pero procuró no pensar en ello en ese momento.- Después de confesarme, fui a cumplir la penitencia y fui a rezar al río. Quise inclinarme para ver mi imagen en el agua y… resbalé.
Los padres de la muchacha se miraron atónitos. Raimundo simplemente intentaba seguir respirando.
- Por suerte… Raimundo pasaba por allí y me vio. Él me rescató.- Francisca miró a Raimundo y después se volvió a su padre.-Lo siento, padre. Le juro que… no pensaba en meterme en líos. Fue un… accidente.

Alejandro se quedó de piedra al oír aquello. Miró a su hija y después sus ojos contemplaron al muchacho. Sí, no cabía duda de que era un Ulloa. El hijo de Fernando. Sintió que el dolor atenazaba su corazón. El sobrino de Esteban… Clavó sus ojos en los del chico.
- ¿Es cierto lo que acaba de decir mi hija?- le preguntó serio.

Alejandro conocía muy bien a su hija. Sabía que todo aquello era una sorprendente mentira sacada de su cabeza para evitar que su madre pusiera el grito en el cielo y para intentar que él mismo no lo hiciera al verla en compañía de un Ulloa. Por eso miró fijamente al muchacho, esperando su respuesta.
- Sí, señor.- Raimundo le sostuvo la mirada.- Así es.
Elena le miró entre sorprendida y complacida.
- Entonces… ¡eres todo un héroe!- le alabó.- Has… salvado a mi hija.- la mujer se acercó y apoyó una mano en su hombro.- Te estaré eternamente agradecida.
- No fue nada.- dijo Raimundo, incómodo.- Cualquiera… lo habría hecho.

Alejandro miró al muchacho, evaluándolo cuidadosamente durante un momento. Finalmente, extendió su mano hacia él.
- Si eso es cierto, te lo agradezco.
Raimundo le miró. Tenía la sensación de que aquel teatro no había acabado de dar todos sus resultados, pero finalmente, estrechó la mano de Alejandro Montenegro. La madre de Francisca se acercó.
- ¿Te apetecería cenar con nosotros?
- Se lo agradezco, señora, pero no puedo.- respondió Raimundo cortés.- He de… volver a mi casa. Mis padres estarán preocupados.
La mujer le sonrió.
- Como gustes. Eres un muchacho muy considerado.
Raimundo se inclinó caballeroso. Después se volvió a Francisca.
- Hasta mañana, Raimundo- se despidió ella.
Alejandro guardó silencio. Raimundo le dirigió una breve mirada antes de dirigirse a Francisca.
- Hasta mañana.
Antes de que pudiera formarse una hecatombe, Raimundo Ulloa caminó hasta la puerta y desapareció tras ella.
#789
mariajo76
mariajo76
20/08/2011 23:57
ja ja que grande Francisca y que valor Raimundo, tengo ganicas de que crezcan, echo de menos besos y cositas asi
#790
lnaeowyn
lnaeowyn
21/08/2011 00:45
Jejeje, todo a su tiempo, Mariajo ;-) Todo llegará...

Francisca estaba recostada ya en su lecho. Se disponía a apagar la luz cuando oyó que llamaban suavemente a la puerta.
- Adelante.
Se quedó sorprendida al ver a su padre en el umbral de su habitación.
- ¿Puedo hablar un momento contigo, hija?

Un aleteo de inquietud la recorrió pero asintió. Alejandro entró y se sentó a su lado en el lecho. La chica intentó dominar el nerviosismo ante la escrutadora mirada de su padre. Pero era realmente difícil. Su padre parecía tener el don de adivinar sus pensamientos. Él decía que era debido a que en el fondo se parecían bastante. Tal vez tuviera razón.
- Francisca.- empezó él.- ¿Por qué me has mentido?

Ella sintió que un sollozo se atravesaba en su garganta. Su padre no le había gritado. Sólo le había hecho una pregunta con un tono de voz triste, defraudado. Prefería un millón de veces antes los gritos, las reprimendas y los castigos. Ver que su padre estaba decepcionado con ella era el peor castigo que pudiera soportar.
- Yo…- la muchacha bajó la cabeza.- …sólo quería…
- ¿Desobedecerme? ¿Desafiarme?- Alejandro sentía que la rabia crecía en su interior.- ¿Cuántas veces te dije que no te acercaras a los Ulloa?- preguntó.
- Lo sé, padre.- las lágrimas empezaron a acumularse en los ojos de Francisca.- Pero… yo no sabía que era un… Ulloa. Ni siquiera le conocía.
- Lo viste cuando fuiste al caserón, ¿cierto?- ella asintió.- Entonces, ¿cómo no iba a ser un Ulloa?
Francisca alzó los ojos inundados de lágrimas.
- Rosario vive aquí y no es una Montenegro.- dijo.

Alejandro se quedó sin palabras ante esa respuesta. Esa chiquilla tenía razón. Pero no le estaba resultando nada sencillo reconocerlo.
- Yo sólo vi que había un muchacho en el patio.- dijo ella, sorbiendo aire por la nariz.- Él me descubrió en el castaño. Al principio nos peleamos pero después, gracias a él pude marcharme sin que me descubriese su padre.
- Pues ahora ya sabes que es un Ulloa. Así que no quiero volver a verte con él.
- ¿Por qué?- preguntó la muchacha, sintiendo que algo se rompía en su interior.- Es un buen chico. Y accedió a venir hasta aquí y… apoyarme en…la historia del río a pesar de que… él no quería. Pero aún así lo hizo.
- Es un Ulloa.- repitió su padre.- Con ese apellido, nada bueno se puede esperar de él.
- Padre, tenga el apellido que tenga… - Francisca sacudió la cabeza.- Lo único que sé es que es el primer muchacho que no me insulta sólo porque trepe a un árbol mejor que él. Es un buen amigo. Por favor, padre… Nunca había tenido un amigo de verdad… antes.- suplicó en un sollozo.

Alejandro sintió como propia la pena de su hija. Meneó la cabeza desesperado por un dilema que le reconcomía. Vio los ojos oscuros llenos de lágrimas. También recordó el valor que le había echado el hijo de los Ulloa cuando se presentó allí y dio como cierta una historia inventada sólo para evitarle un buen problema a Francisca. Pensándolo fríamente, era una buena prueba de que ese muchacho apreciaba a su hija. Suspiró. Él nunca había sido un tirano irracional. No soportaba la idea de que pudieran hacerle daño a su niña, pero tampoco podía soportar el dolor que había en ese momento en sus ojos.
- Está bien, Francisca. Raimundo puede ser tu amigo. Pero como me entere de que…

No pudo terminar la frase. Francisca se había arrojado a sus brazos y se apretaba contra él con todas sus fuerzas. Alejandro sintió una burbuja de felicidad y abrazó a su hija con toda su alma.
#791
Artemisilla
Artemisilla
21/08/2011 00:52
Me gusta ver que Alejandro Montenegro no es un cara cartón incapaz de razonar, y que prefiere el bienestar de su hija antes que una guerra de apellidos.

Sigue así, Ina, que eres la ostia en verso! (bueno, en este caso en prosa)
#792
Lua23
Lua23
21/08/2011 01:03
ay, amigos, amigos.....a lo que llegarán estos dos, jajaja!!!! No me cansaré de darte las gracias porque nos entretienes y con muyyy buenos relatos.
Esta pareja es la bomba.....acabo de volver a ver la escena de ayer y me ha parecido a mí que la Paca tenía unas miraditas distintas, no tan soberbias......en fin, a esperar ese acercamiento.
#793
mariajo76
mariajo76
21/08/2011 01:09
Me encanta esta relación padre-hija tan dulce, sigue cuando puedas Ina que la historia está muy bien
#794
lnaeowyn
lnaeowyn
21/08/2011 12:28
Francisca caminaba feliz por la vereda. Aquella tarde, sus padres le habían dado permiso para salir y debía reconocer que era muy reconfortante hacerlo sin que mediara un embuste de por medio. Su padre finalmente había dado su visto bueno para que ella y Raimundo pudiesen ser amigos. Eso le había producido tanta alegría que, por vez primera, se puso a bordar y el resultado fue sorprendentemente bueno, con la consiguiente satisfacción de su madre. Todavía recordaba las palabras de su madre, aconsejándole que debía comportarse con modestia delante de Raimundo. Como correspondía a una señorita. A su mente vino la imagen de Raimundo y ella peleándose en el castaño, la caída, las carreras por el prado y Raimundo cayendo de cabeza al río por su culpa. Meneó la cabeza. Bueno, exactamente como una señorita… no se había comportado. Reprimió una risita traviesa.

La sonrisa se borró de su rostro cuando el caserón de los Ulloa apareció ante su vista. Ella pensaba que la Casona era la propiedad más hermosa y fastuosa de todo Puente Viejo, pero debía reconocer que el caserón era realmente imponente, con sus altos y viejos muros y el blasón que estaba grabado en la piedra sobre la entrada. Tragó saliva, un tanto nerviosa al recordar el hosco semblante del padre de Raimundo. Pero finalmente, irguió la cabeza. Raimundo había entrado en la Casona. Pues ella no iba a ser menos. Atravesó el jardín y llamó a la puerta, conteniendo el aliento.

Un hombre joven, de aproximadamente veintipocos años apareció tras la puerta. Francisca tragó saliva. Se parecía bastante a Raimundo. Tenía los ojos oscuros, el pelo negro y revuelto y en su apuesto rostro había una expresión afable. El hombre la miró, al principio algo sorprendido. Al ver la cara de terror que estaba poniendo la muchacha, le sonrió tranquilizador.
- Buenos días.- le saludó.- ¿Puedo ayudarte en algo?
- Yo… - Francisca procuró dominar su nerviosismo.- Buenos días… Buscaba a… Raimundo.
El hombre la miró cuidadosamente. La muchacha deseó por un momento que la tierra se abriera a sus pies y se la tragase.
- Eres Francisca Montenegro, ¿me equivoco?- preguntó suavemente.
- No… señor.
El hombre sonrió y abrió la puerta.
- Pasa, por favor. No te quedes ahí.

La chica obedeció y entró sobrecogida. Se quedó sorprendida al ver el insospechado lujo que tenía aquella mansión. El hombre llamó a una doncella del servicio y le ordenó que fuese a buscar a Raimundo. Después se volvió hacia ella.
- Ese muchacho estará en el cortijo, seguro.- vio que la chica no borraba el temor de su rostro y le sonrió.- No te preocupes. Enseguida aparecerá.
- Usted no…es su padre. Es mucho más amable.
Francisca deseó morir justo al terminar de hablar y comprobar que había expresado en voz alta sus pensamientos. El hombre soltó una risa tranquilizadora.
- Oh, lo siento, no pretendía…
- No te preocupes.- le dijo.- No has dicho ninguna mentira.- le guiñó un ojo en un gesto muy parecido al de Raimundo.- No, no soy su padre. Me llamo Esteban Ulloa y Raimundo es mi sobrino, aunque le quiero como si fuese mi hijo.
- Un placer… señor.- dijo la muchacha entre cortés y temerosa.
Esteban sonrió y se inclinó caballeroso, aliviando el temor de la chica. En ese momento Raimundo apareció.
- Francisca…- la miró sorprendido.- ¿Qué estás haciendo aquí?
Esteban sonrió irónico a su sobrino.
- Pero muchacho, ¿qué maneras son esas de recibir a tan distinguida visita?
Francisca sonrió entre divertida, halagada y un poquito avergonzada. Raimundo miró a su tío y después clavó los ojos en la muchacha. Ella reaccionó.
- He venido a decirte que…bueno, que mi padre ha aceptado que seamos amigos y… bueno.- se sintió extremadamente nerviosa. Aquello sería muchísimo más fácil si no sintiese la astuta mirada de Esteban Ulloa.- Quería darte una pequeña sorpresa.

La chica extendió su mano. En ella había un libro. Raimundo se quedó sin habla. Era “Veinte mil leguas de viaje submarino”. El muchacho extendió la mano y la miró atónito.
- Yo… vi que teníamos ese libro en la biblioteca. Nadie lo lee, así que supuse que… te haría ilusión tenerlo.
Raimundo no podía apenas reaccionar. Esteban lo advirtió y sonrió.
- Es un detalle precioso, Francisca.- le dijo amable.- Y mi querido sobrino está totalmente de acuerdo. Lo que pasa es que se ha quedado en una especie de trance.- emitió una risita traviesa.- No todos los días llama a tu puerta una preciosa muchacha para regalarte un libro, ¿verdad Raimundo?- le chanceó.

Raimundo Ulloa sintió que toda su sangre le subía de golpe a la cabeza y que enrojecía hasta la punta del cabello. Francisca se quedó sin habla, pero una risita amenazó con salir a su boca al ver a Raimundo tan ruborizado. El muchacho miró a su tío con una mirada que muy bien podía competir con la de su padre. Esteban pareció advertirlo y capituló divertido.
- Bueno, bueno, mejor os dejo.- sonrió.- Tengo muchas cosas que hacer. Francisca, ha sido un placer.- le dijo, inclinándose caballeroso.
Francisca le devolvió cortés el saludo y le siguió con la mirada. Después se volvió a Raimundo. El muchacho resopló.
- Disculpa a mi tío. Es… bastante peculiar. Y muy distinto del resto de la familia.
- Ya lo veo.- Francisca sonrió.- Me ha parecido muy simpático. ¿De verdad es el hermano de tu padre?- le preguntó sorprendida.
Raimundo sonrió.
- Esa pregunta me la hago yo unas cuantas veces al día. Pero sí, así es.- el muchacho sacudió la cabeza.- A decir verdad, no soportaría vivir aquí si él no estuviese. Es el único que me trata como… bueno, como si fuese su familia.
Francisca pareció percibir su tristeza y se sintió mal por ello. Miró a su alrededor.
- ¿No está tu padre?- preguntó temerosa.
- No, no te preocupes. Salió temprano a cazar.- miró el libro.- Oye, muchísimas gracias por el libro. De verdad. Me ha hecho mucha ilusión.
Ella sonrió un poquito embarazada.
- Sabía que te gustaría. Pero procura que éste no acabe en la chimenea.
- No lo hará.- dijo Raimundo serio.- Antes mi padre tendrá que arrojarme al fuego con él. Palabra de Ulloa.- dijo alzando cómicamente su mano en un amago de juramento.
Francisca rió.
- Oye, nunca lo he leído. ¿De qué trata?
- ¿Nunca lo has leído?- la miró como si hubiese perdido el juicio.- Trata sobre las aventuras del profesor Aronnax, que se embarca en un viaje para capturar al narval, un mitológico monstruo marino. Pero el barco en el que viajaba naufragó por un supuesto choque con el monstruo. El profesor y su ayudante cayeron al mar y fueron rescatados por un fantástico submarino, el Nautilus. Fueron hechos prisioneros por su dueño, el capitán Nemo.
- Vaya, parece muy interesante.- dijo Francisca, abriendo mucho los ojos.
Raimundo sonrió.
- ¿Qué te parece si lo leemos juntos? Conozco un sitio perfecto. Vamos.

Los dos muchachos salieron del caserón y se adentraron en el bosque. Raimundo la guió a través de los árboles hasta que llegaron a un claro en el que había un hermoso lago rodeado de un prado salpicado de margaritas y lirios. Francisca se quedó maravillada.
- Es precioso.- dijo.
- Siempre que quiero estar solo vengo aquí.- Raimundo miró a su alrededor.- Es como mi lugar secreto.
- ¿Y por qué me has traído?- Francisca le miró un tanto desconcertada.- Así este lugar ya no será tu lugar secreto.
- Pero puede ser “nuestro” lugar secreto, ¿no?- dijo con una sonrisa.
Francisca se la devolvió. Después cogió el libro.
- A ver… empecemos…- paseó su mirada por la primera página y comenzó a leer.- “Fue notable el año 1866 por un acontecimiento singular, un fenómeno no explicado ni explicable, que nadie habrá indudablemente olvidado…”
#795
mariajo76
mariajo76
21/08/2011 13:30
pero que mona es Francisca con lo del libro y Esteban que gracioso, pobre Rai aguantar las bromas de su tio. Ese lugar secreto presiento que va a dar mucho de que hablar ¿no?
#796
lnaeowyn
lnaeowyn
21/08/2011 14:54
Así es, Mariajo. Ese rinconcito secreto va a ser muy interesante guiño Debo reconocer que me encanta escribir sobre estos dos siendo aún chavalines. Aunque, evidentemente, lo bueno vendrá cuando ya sean un par de jovenzuelos. ¡Me lo voy a pasar pipa! carcajadacarcajadacarcajadacarcajada
#797
Lua23
Lua23
21/08/2011 14:58
El tío Esteban....gran papel que jugará en el futuro (q ya sabemos, jeje)....bueno, papel que hizo siempre como se acaba de ver recibiendo tan bien a la pequeña Francisca Montenegro.
#798
Artemisilla
Artemisilla
21/08/2011 15:05
Pero por Dios, qué niños tan monos! Sobre todo Francisca, pura dulzura en aquella época, jajaja.

Y qué gracioso el tío Esteban! Me encanta!
#799
lnaeowyn
lnaeowyn
21/08/2011 15:53
Fernando Ulloa regresó al caserón tras una productiva jornada de caza. Después de dejar los aparejos y las piezas logradas ordenó a su servicio que le preparasen un baño caliente. Miró a su alrededor y se encaminó al salón. Frunció el ceño al ver a su hermano sentado en una butaca junto a la ventana y sumido profundamente en la lectura de un libro.

- Empiezo a entender por qué mi hijo no hace más que sacarme de quicio- dijo venenoso.- Se parece demasiado a ti.

Esteban alzó la mirada.
- Buenas tardes a ti también, querido hermano.- dijo burlón.- ¿Qué tal ha ido el día?
- Muy bien.- le miró.- ¿Dónde está Raimundo?
- Ha salido.- respondió escueto Esteban, enfrascándose de nuevo en el libro.

Fernando clavó inquisidor sus ojos azules en su hermano. Le conocía demasiado bien como para no intuir que le estaba ocultando algo.
- ¿A dónde?
- Francamente, no lo sé.- respondió.- Ese chico conoce todos los caminos entre Puente Viejo y la Puebla, así como los campos de alrededor. Como no le pongas un cencerro… no creo que tengamos idea de donde pueda estar.

El Ulloa mayor le miró con cara de no hacerle ninguna gracia el comentario. Se fijó de pronto en el libro que estaba leyendo. Meneó la cabeza irritado.
- No puedo creer que todavía conserves ese libro… Harías bien en deshacerte de él de una condenada vez.

Esteban levantó la mirada hacia su hermano. Fernando sintió un extraño nudo en la garganta al ver la llamarada de ira y dolor que había en sus ojos castaños.
- Este libro me acompañará mientras tenga una sola gota de sangre en mis venas.- dijo con un peligroso tono de voz.
- Si fueras inteligente, te habrías deshecho de él.- replicó su hermano.- Pero claro, siempre has actuado al margen de…
Esteban se levantó furioso, encarándose a él.
- No te atrevas a… dar una opinión que nadie te ha pedido.- dijo apretando los puños. Fernando se quedó sorprendido ante semejante arranque.- No eres el más indicado para dar consejos a nadie.
- ¿Ah no?- rebatió Fernando enfrentándosele.- Yo siempre he velado por el patrimonio de esta familia y he cumplido con mi deber. Y mírate tú. Actúas como si tu vida hubiese terminado, sólo porque fuiste lo bastante estúpido como para enamorarte de Esperanza…

No pudo seguir hablando. El puño de Esteban se estrelló con una fuerza insospechada en el rostro de Fernando, haciéndolo trastabillar. Fernando se llevó sorprendido una mano al labio ensangrentado.
- ¡No… vuelvas a… pronunciar su nombre! – Esteban apretó los puños.- Sí, claro, yo siempre fui el hermano rebelde y tú el buen hijo que cumple con su deber. Pues no creas que eres un modelo a seguir.- le dijo furioso.- Te casaste con la pobre María sólo por obligación, y en cuanto engendró tu heredero, ya te diste por pagado. Jamás la amaste y esa pobre mujer acabó muriendo de pena. Y ahora, te dedicas a martirizar a tu propio hijo, sólo porque no sigue a rajatabla tus órdenes.
- Sólo quiero que sea un digno sucesor.- estalló Fernando furioso.
- Pues no te preocupes por eso.- Esteban le miró con una mezcla de desprecio y compasión.- Te aseguro que su dignidad está muy por encima de la tuya.

Esteban dirigió una última mirada a su hermano y se marchó. Fernando se quedó inmóvil. Sentía el dolor punzante en el labio, pero también sentía un dolor más intenso en su alma. Meneó la cabeza furioso. Miró el libro de su hermano. Sintió el impulso de arrojarlo a la chimenea, pero finalmente se volvió y salió de la estancia.
#800
Lua23
Lua23
21/08/2011 16:41
Q conversación más intensa!!! Q pena que a Esteban no le pasó lo mismo que a Raimundo.....pero bueno, son cosas que pasan y al menos él apoyó siempre la relación entre Rai y Paca.
Muy bonito lna....sigue cuando puedas que tengo ganas de saber q andarán haciendo esos dos chiquillos, jajaja!!!
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