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El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon

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samureta
samureta
08/06/2011 23:44
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No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas.

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#661
Artemisilla
Artemisilla
15/08/2011 00:29
Ah, vale, Miri, pensaba que eras de Málaga. Espero que te guste la feria!!
#662
lnaeowyn
lnaeowyn
15/08/2011 01:29
Francisca respiró cuando por fin todos los invitados se despidieron tras la cena. No sabía por qué, pero aquel día le había parecido interminable. Bueno, a decir verdad, sí sabía por qué. Ese día Castro había puesto en peligro la vida de Tristán y de Raimundo, ella lo había matado, a Raimundo lo habían herido, Pepa le comunicó que esperaba mellizos y para terminar, había soportado el discurso moralizante de don Anselmo durante toda la cena. Sí, todo eso en un puñetero día. Maldijo a Raimundo por enésima vez. ¿Por qué el condenado de don Anselmo sólo le había amargado a ella la cena, y no a Raimundo, que fue el que la acorraló, la inmovilizó y la besó delante de todo el mundo?

Bufó renegando. Lo mejor sería irse a la cama. Estaba derrengada y no podía con el cuerpo. Empezó a subir las escaleras hacia su alcoba y por primera vez, notó que le costaba bastante debido al embarazo. Se aferró al pasamanos mientras seguía maldiciendo por lo bajo. De pronto, sintió unas pequeñas patadas en su estómago. Se quedó inmóvil.
- Estupendo, lo que me faltaba, que vosotros también me dieseis patadas.- murmuró irónica.

Pero después, todo su mal humor desapareció al sentir perfectamente los movimientos de las pequeñas vidas que albergaba en su interior. Acarició su vientre, conmovida y un poquito arrepentida ante el arranque que le había dado con Raimundo. Bueno sí, era una faena estar embarazada de gemelos y solo de pensar en lo que le esperaba… En fin. En el parto volvería a maldecir a aquel condenado tabernero. Pero ahora sólo podía intentar contener las lágrimas de la emoción mientras apoyaba la mano en su vientre y sentía las enormes energías de esos dos pequeñuelos.
- Mi pequeña…- susurró una amorosa voz a su espalda. Ella sintió el conocido escalofrío.- ¿Te ocurre algo?

Se volvió y vio a Raimundo, que le sonreía tierno. Ella le miró, procurando ocultar sus lágrimas. Pero él las vio y un rastro de temor ensombreció su noble rostro.
- ¿Qué pasa, Francisca?

Ella sacudió la cabeza con una leve sonrisa un tanto pesarosa. Después le tomó la mano y apoyó la mano de Raimundo en su vientre. Se quedó paralizado al percibir el claro movimiento. Eran… sus hijos. Sintió un nudo en la garganta y una descarga de sentimientos y emociones que casi le impedía respirar.
- Es…lo más maravilloso que…- la voz le falló y miró con infinito amor a Francisca.- ¿Tienes idea de lo mucho que te adoro, mi pequeña cacique malvada?
Francisca sonrió a su pesar.
- Nunca… llegaré a entender… por qué lo haces.- dijo con voz triste.
Raimundo la miró atónito.
- Pero… ¿qué estás diciendo?
Francisca meneó la cabeza, intentando poner orden en ella.
- Merecerías a… otra clase de mujer. Una que fuese dulce, buena y… que no amenazase con matarte cada dos por tres.- terminó entre irónica y dolida.
Raimundo rió con ganas.
- ¿Francisca Montenegro sintiéndose culpable por sus arranques de maldad?- dijo divertido.- Nunca creí vivir lo bastante para ver esto. Está bien, tienes razón.- dijo, haciendo un verdadero esfuerzo para seguir la broma.- Sí, me buscaré a una mujer opuesta a ti. Dulce, sumisa, y que tenga mala puntería con un revólver.

Francisca le miró de nuevo enfadada. Era una chanza, cierto, pero sobre ese tema, no podía soportar ni una broma. Sin darse cuenta, se separó de él empujándole levemente en el hombro herido. Raimundo ahogó un gemido de dolor. Inmediatamente, ella sintió que le atravesaba el alma.
- Raimundo… lo siento.- dijo sintiéndose horriblemente mal.

Él sonrió y la atrajo por la cintura.
- Ven aquí, mi pequeña cacique. Y mírame.- Francisca le miró con la culpabilidad asomando en sus ojos.- Está claro que las hormonas disparadas te hacen delirar porque de otra manera… ¿Cómo crees que yo pueda merecer a otra mujer que no seas tú? Te adoro, Francisca. Lo sabes desde que ambos tenemos uso de razón. Adoro tu irresistible maldad.- le dijo risueño.- Adoro tu lengua viperina. Adoro todas y cada una de las expresiones de tu cara.- la abrazó, apoyando su frente en la de ella.- Adoro que me llames “condenado tabernero”- sonrió tierno.- Adoro tu fuerza, tu valor, tu orgullo. Adoro tu cuerpo.- la acarició, arrancándole un respingo involuntario.- Y también tu alma.

Francisca creyó que moriría de la felicidad. Él le sonrió.
- Yo…siento… haberme enfadado contigo por…- sacudió la cabeza y en una de esas raras ocasiones tragó su orgullo.- Yo… no es que te adore…- tragó una lágrima.- Es simplemente que… moriría por ti.

Raimundo la miró rebosante de amor. ¿Se podía querer tanto como para notar dolor? Pues así era. Se acercó a ella, la tomó en brazos y la besó mientras caminaba hacia su alcoba. Ella le devolvió el beso, aferrándose a él como a su vida. La depositó en el lecho. Se amaron sin ninguna prisa y el amor inquebrantable les hizo sucumbir y renacer.
#663
Artemisilla
Artemisilla
15/08/2011 01:55
Esa es mi Paca!! Capaz de matarte pero capaz de ser tierna y cariñosa. Le cuesta la vida misma, pero es capaz de hacerlo...

Ina, qué bien escribes, joía!!
#664
viliga
viliga
15/08/2011 11:02
me encanta sigue por favor
#665
lnaeowyn
lnaeowyn
15/08/2011 11:15
Mucho odio y mucho rencor pero... fijaos que caritas. Para muestra un botón. A cada cuál se le cae más la baba, jajaja.

elrincondefranciscayraimundoesteamorsemereceunyacimientotundatundagraciasmariayramon:

Nunca me cansaré de decirlo. ¡Me encanta esta pareja!
#666
mariajo76
mariajo76
15/08/2011 12:31
pero que monos que son cuando quieren, tan dulces...y esas caritas de las fotos, es que de verdad que me los como, ¿es qué es tan difícil de ver la química que hay entre estos dos actores?¿tan complicado es un acercamiento? Si tu lo has hecho de maravilla Ina, mira a ver si le das lecciones a esa pandilla de inútiles de guionistas que me tienen quemadita.
Miri, que envidia que me has dado, tu de rebujito y yo pasando un calor que más que en el norte parece que estoy en Andalucía pero sin feria.
Sigue cuando puedas Ina que ya sabes que me tienes loca con tu historia
#667
lnaeowyn
lnaeowyn
15/08/2011 15:56
El tiempo pasó por fin tranquilamente, sin amenazas, sin enemigos inesperados que saliesen debajo de las piedras. Una mañana, Esteban y Raimundo visitaron el palacete situado al otro lado del río. Raimundo enmudeció al ver semejante maravilla.
- Es… impresionante.- dijo paseando sus ojos por los sólidos muros. A su alrededor, un precioso jardín abrazaba la propiedad y los campos y tierras se extendían hasta donde alcanzaba la vista. El paisaje era sencillamente precioso.
- Sí, lo es.- Esteban sonrió casi con tristeza.- Aquí nacimos tu padre y yo. Y aquí vivimos siendo niños. Hay tantos recuerdos grabados en cada piedra… en cada rincón…

El noble anciano guardó silencio, como si esos recuerdos le torturasen. Raimundo apoyó una mano comprensiva en el hombro de su tío, procurando darle consuelo. Esteban sonrió a su sobrino.
- Todo esto es tuyo.
Raimundo meneó la cabeza, como si siguiese sin creerlo.
- Tío, esto todavía es suyo. Y así será mientras viva.
Esteban sonrió irónico.
- Entonces no permanecerá mucho tiempo en mis manos.
- No diga bobadas. Usted está más sano que un roble.- dijo Raimundo, pasando un brazo cariñoso por los hombros del anciano.- Debería volver a vivir aquí.
- No creo que pueda…- Esteban bajó la mirada, pesaroso.- Los recuerdos me perseguirían… por todas partes.

Su mirada se posó en un viejo y hermoso cerezo que extendía majestuoso las ramas en el jardín. Se acercó al árbol y apoyó una mano en el tronco. Una lágrima brilló en sus ojos.
- Este árbol fue el testigo de… la primera vez que le dije a Esperanza que la quería…

Raimundo sintió el dolor de su tío como si fuese el suyo propio. Cerró los ojos con fuerza. Qué horroroso destino. Él y Francisca habían estado separados treinta años, pero pudieron arreglar lo que parecía imposible. Sin embargo, a su tío la muerte le había arrancado lo que más quería, sin darle una sola oportunidad. No podía ni imaginar el dolor de perder a… No, ni siquiera podía pensarlo. Miró a su tío, admirando su fuerza y su valor. Sin más, lo abrazó con fuerza. Esteban sonrió, devolviéndole el abrazo.
- Entonces, se quedará con nosotros en la Casona.- dijo Raimundo.- Con su familia.
- Te lo agradezco en el alma, muchacho, pero, no creo que sea lo más adecuado. Vais a ser padres y Francisca bastante tiene con un Ulloa como para soportar a dos.- dijo triste pero burlón.- No te preocupes por mí, sobrino.
- Pero, ¿a dónde va a ir? No puede marcharse otra vez de Puente Viejo. Aquí tiene sus raíces, gente que le quiere y nos tiene a nosotros, su familia.- le miró suplicante.- No se marche, por favor.

Esteban miró a su sobrino. Se sintió realmente conmovido por sus palabras.
- Eres un gran hombre, Raimundo Ulloa.- le dijo, apoyando una mano en su hombro.- No es fácil encontrar a un hombre más honesto que tú. Estoy seguro que… si pudiera verte ahora, tu padre estaría muy orgulloso de ti. Al igual que lo estoy yo.

Raimundo le miró con una expresión entre triste y llena de admiración. Suspiró.
- Escuche, si no quiere volver aquí, lo entiendo. Y, bueno, si en la Casona no puede evitar sacar de quicio a Francisca…- una sonrisa asomó a sus labios.- Podría quedarse en la Posada. Emilia y Alfonso estarían encantados de cederle la mejor habitación. Probaría todos los días la especialidad de la casa de mi Emilia.- le guiñó un ojo. – E incluso podría discutir todo lo que le viniera en gana con don Anselmo y Pedro Mirañar. ¿Qué me dice?

Esteban sintió que los ojos se le iluminaban ante la mención de sus dos pasiones: comer y discutir. Sonrió malicioso a su sobrino.
- ¡Qué bien me conoces tunante!- le dio un suave empujón.- No sabes lo que hacer para salirte con la tuya, como buen Ulloa, ¿cierto?
Raimundo le devolvió la misma sonrisa maliciosa.
- Cierto.
- Está bien, me quedaré aquí, si tanto lo deseas.- Esteban le dio un cariñoso capón.- Además, los domingos iré a comer todos los días con vosotros. No quiero que Paquita me eche de menos.- rió burlón.
- No creo que lo haga.- replicó Raimundo entre risas.
#668
Artemisilla
Artemisilla
15/08/2011 16:04
Jajajaja habrá que verle discutir con el cura y con el alcalde. Muy emotiva la escena, Ina. Casi he podido sentir yo misma la punzada en el estómago al recordar a Esperanza...

Espero la siguiente parte!!

Miri, me alegro de que lo pasárais bien!!
#669
lnaeowyn
lnaeowyn
15/08/2011 18:15
Francisca estaba sentada en el jardín de la Casona, abanicándose mientras escuchaba muerta de aburrimiento la eterna charla de Pedro Mirañar. ¿Es que ese hombre no podía callar ni un segundo? Aún así, debía reconocer que tenía mucho talento para derrochar palabras y no decir nada en absoluto. Cerró los ojos, un tanto desesperada. Si no fuese porque era imposible debido a su avanzado estado de gestación, se levantaría y se marcharía de allí a toda prisa dejándolo con la palabra en la boca. Resopló. Empezaba a estar hasta las narices de tener la espalda destrozada, los pies molidos y de necesitar ayuda hasta para levantarse del asiento. Había temido el momento del parto, pero a decir verdad, no veía el día en el que acabase todo y las inquietas criaturas que llevaba en su vientre desahogasen sus energías fuera de ella.
- Pues como le iba diciendo, doña Francisca, creo que es una desfachatez que Don Esteban Ulloa, siendo conde, esté viviendo en una habitación de la Posada, ¿no cree?

Francisca pareció despertar.
- ¿Eh?- se recompuso y miró al alcalde con mal disimulada irritación.- Alcalde, francamente, me importa un comino donde viva. Le estoy… agradecida por todo lo que ha hecho, desde luego. Pero no tanto como para soportar su presencia a diario sacándome de mis casillas. Para eso me basta y sobra Raimundo.
- Lo entiendo, señora, por supuesto que lo entiendo.- replicó él, enseguida.- Debe ser un auténtico tormento convivir día a día con ese descastado de…

Pedro calló de inmediato al ver la mirada que le estaba dedicando Francisca.
- Alcalde, no le he pedido su opinión acerca de mi esposo.- dijo, intentando contener la sonrisa al ver la cara de pánico que estaba poniendo.- Lo descastado o no que sea Raimundo no es de su incumbencia. Y parece olvidar que está hablando de mi marido.
- Mil perdones, mi señora, pero como usted siempre dice que…
- Lo que yo diga lo digo yo. No tiene por qué repetirlo usted. Que yo le ponga a caer de un burro no es justificación para que usted haga lo mismo. Yo tengo ese derecho. Usted no.- dijo firme.
- Por supuesto, señora, nada más lejos de mi intención que…

Francisca resopló. Apelando a todo su orgullo y toda su fuerza de voluntad se levantó con esfuerzo.
- Pedro, le agradezco su agradable visita, pero si me disculpa tengo muchas cosas que hacer.
- Por supuesto, doña Francisca.- dijo él, inclinándose en una reverencia.

Francisca meneó la cabeza y entraron en el salón. Raimundo estaba charlando con Dolores en una distendida charla. La mujer del alcalde reía ante un comentario de él.
- ¡Ay, don Raimundo, es usted realmente único! Hacía mucho tiempo que no me reía tanto.- dijo la mujer, apoyando una mano en su brazo.

Francisca sintió que echaba chispas por los ojos. –“¿Don Raimundo??” La fulminó con la mirada mientras apretaba los puños. Dolores reparó en la presencia de su marido y en la de doña Francisca.
- Doña Francisca, su marido es realmente oro molido.- dijo sonriendo coqueta a Raimundo.- Sabe cómo tratar a una mujer.
- ¿No me diga?- preguntó Francisca, conteniendo a duras penas sus impulsos asesinos.

Tanto Raimundo como Pedro advirtieron el cataclismo que se avecinaba. Raimundo intentó separarse de Dolores disimuladamente. Pedro le dirigió una mirada a su mujer entre temerosa y enfadada.
- Dolores, mi vida.- le dijo.- Tenemos que marcharnos ya. Tengo que encargarme de… unos asuntos en el ayuntamiento y no es prudente dejar a Hipólito tanto tiempo al frente del colmado.- terminó, sonriendo nervioso a Francisca.
- Vaya, es una verdadera lástima.- dijo Dolores pesarosa.- Con lo bien que me lo estaba pasando con usted, Raimundo. Mi vida realmente es muy aburrida. Todo el santo día en el colmado.- le sonrió, acercándose a él.
Raimundo se levantó a toda prisa, tendiéndole una mano, caballeroso.
- Bueno, no se preocupe, que en este pueblo es fácil coincidir. Si tanto se aburre en el negocio, pásese a tomar un chato de vino, que estamos a un paso de distancia. Alfonso y Emilia estarán encantados de atenderla.
- ¿Y usted también?- le preguntó coqueta.

Francisca tuvo que apretar más fuerte la falda entre sus manos para no lanzarlas hacia el cuello de la alcaldesa consorte. Miró furibunda a su marido.
- Por Dios, qué pregunta.- contestó Francisca.- ¿Cómo puede dudarlo, Dolores? Está ante el tabernero más ilustre de la comarca.- dijo con un marcado sarcasmo.

Raimundo dirigió una mirada entre retadora y pícara a Francisca. Pedro empezó a temblar.
- Bueno, mujer, vámonos, que se nos hace tarde.- Dolores se levantó. Pedro se volvió hacia ellos.- Doña Francisca, Raimundo, siempre para servirles.- dijo con una inclinación.

Finalmente, la puerta se cerró tras ellos. Mariana apareció para recoger la bandeja del té. Francisca miró a la muchacha con irritación.
- ¿Y tú qué estás haciendo?
- Señora yo… venía a recoger…- la pobre muchacha advirtió el enfado en su rostro.- Disculpe, señora. Luego vendré.- terminó, retirándose a toda prisa.

Francisca cerró los ojos y después se volvió a Raimundo que, disimuladamente, también estaba retirándose.
- ¿A dónde crees que vas, condenado tabernero?
- Pues…- la miró con cara inocente.- ¿A prepararte un chocolate con churros?
#670
Artemisilla
Artemisilla
15/08/2011 19:21
Miriiii, ve a Casa Aranda, que tienen el mejor chocolate con churros de toda Málaga!!

Ina, no sé cómo lo haces, pero haces que más que leer, pueda visualizar lo que escribes. Enhorabuena, campeona!
#671
risabella
risabella
15/08/2011 19:26
Que fuerte, con la Dolores, ay Dolores que te gusta el tabernero ......, jajajja. Y la Paca celosilla ......

Muy bueno, me encanta!!!!!
#672
lnaeowyn
lnaeowyn
15/08/2011 20:56
Francisca cerró los ojos y después se volvió a Raimundo que, disimuladamente, también estaba retirándose.
- ¿A dónde crees que vas, condenado tabernero?
- Pues…- la miró con cara inocente.- ¿A prepararte un chocolate con churros?

El enfado y la risa se mezclaron en ella al oír la respuesta. Sólo Raimundo Ulloa tenía esa sorprendente capacidad de enervarla y divertirla a la vez. Le fulminó con los ojos. Raimundo le sonrió encantador.
- ¿Sabías que cada vez que te enfadas no deseo otra cosa que acorralarte contra la pared y pecar contra el sexto mandamiento?
Francisca tragó saliva.
- No me cambies de tema.- dijo furibunda.
- Así que, imagina, con la de veces que te enfadas conmigo… - meneó la cabeza, sin hacer caso de lo que acababa de decir.- Si por mí fuera, te tendría secuestrada en la cama una larga temporada.

Francisca sintió que enrojecía ante sus palabras. El muy canalla lo hacía a propósito.
- ¡He dicho que no me cambies de tema! ¿Qué estabas haciendo con la mujer del Alcalde?
Raimundo sonrió.
- Nada, mi pequeña celosa.
- Yo no… estoy celosa.- dijo muy digna, alzando altiva la cabeza.
- No, por supuesto…- Raimundo se acercó travieso a ella, robándole un respingo.- Sólo estás un poquito enfadada porque me has visto charlando con otra mujer que se estaba riendo de lo que yo decía.

Ella bufó. Raimundo rió suavemente, deslizando una mano por su mentón y sembrando un millón de escalofríos por el camino. Ella se separó con esfuerzo.
- ¿Qué ocurre, mi pequeña? ¿A qué viene esa cara de frustración?
- A que estoy hasta las narices ya de este embarazo.- soltó.
Él le sonrió.
- Pues si tú estás hasta las narices… imagínate yo, tu pobre y sufridor esposo. Lo que peor llevo es… bueno, creo que ya lo sabes.- sonrió pícaro.- Y tú, que no me dejas ni acercarme… es una verdadera tortura.
- Ya sabes por qué lo hago.- replicó ella.- No es… prudente que nos dejemos llevar con este barrigón encima. La propia Pepa lo dijo.
- Lo sé… pero…- se acercó entre tierno, apasionado y quejumbroso.- Y… ¿un beso sólo?

Francisca tragó saliva. Desde luego que era una tortura. Verle con aquella cara, ver que la devoraba con sus ojos, suplicando un beso. Soltó un respingo al sentirle tan cerca.
- Tú nunca te conformas con un beso solo…- susurró ella, a escasos centímetros de él.
- ¿Y tú sí?- preguntó él tierno y burlón, acercándose más.
- Raimundo…

Él atrapó sus labios con los suyos. Se besaron despacio, saboreando hasta el último rincón de sus bocas. Pero irremediablemente, las manos de él empezaron a serpentear por su espalda. Francisca creyó derretirse, aunque por increíble que pareciese, la parte racional de su cerebro todavía funcionaba. Deslizó sus manos por sus fuertes brazos, separándose levemente.
- Raimundo… - gimió.- No…debemos.

Él no le hizo ni caso. Acababa de encontrar un magnífico entretenimiento devorando la piel de su cuello. Francisca se sintió morir de placer. Aquello no podía tener perdón de Dios. Por mucho que se confesase.
- Rai…Raimundo…- jadeó.- Por favor… n…no…
Él se separó brevemente, abrasándola con los ojos.
- Como me lo pidas así.- dijo con voz ronca.- No voy a poder… contenerme.

Se miraron como dos almas torturadas por el deseo. En ese momento, una de las criaturas descargó una inusual y contundente patada. Francisca gimió, pero esta vez de incomodidad. Él la miró preocupado.
- ¿Estás bien?
- Oh, sí, de perlas.- dijo ella, sintiendo que se enfurecía de nuevo. Decididamente, sí que estaba hasta las mismísimas narices de ese embarazo. Raimundo le sonrió y la besó cariñoso en la frente.
- Bueno, voy a prepararte ese chocolate, pero…- meneó la cabeza con frustración.- creo que antes voy a darme una ducha bien fría.

Francisca le miró mientras se marchaba. Sí, ella también iba a necesitar esa condenada ducha.
#673
Artemisilla
Artemisilla
15/08/2011 21:08
Jajajaja este Rai es un crack, no me extraña que "Paquita" haya caído rendida a sus encantos, jejeje

Ina, qué grande eres!
#674
mariajo76
mariajo76
15/08/2011 21:12
Pobre Paca, que penica me esta dando, pobre que agobio que me lleva, caliente como el palo de un churrero y con esa triporra y esos bebes que han debido de salir a ella por la mala leche.
Anda Ina, no la hagas sufrir más y ponla a parir que sino a Raimundo le puede dar algo y cometer alguna locura que en un determinado punto ni las duchas frias funcionan
#675
lnaeowyn
lnaeowyn
15/08/2011 22:14
Jejejee, todo llegará. Mientras tanto... aaay, qué foto más chula esta. Qué orgullosa está de su niño!!

elrincondefranciscayraimundoesteamorsemereceunyacimientotundatundagraciasmariayramon:


¿Son imaginaciones mías o realmente aquí Tristán se da muuucho aire a Rai??
#676
mariajo76
mariajo76
15/08/2011 22:20
ja ja me meo contigo Ina parecerse parecerse...que en la realidad no son padre e hijo aunque entre la serie y tu relato a mi también se me va la olla
#677
Lua23
Lua23
15/08/2011 22:21
La verdad que sí que se parece....ya no sé si son las ganas de que sea hijo de Rai o si de verdad se parece, jeje!!!!
#678
mariajo76
mariajo76
15/08/2011 22:37
me quedo con Rai, cuando frunce el ceño y pone esa mirada profunda o cuando pone esa sonrisa tierna es que me lo comería, me parece muy atractivo
#679
MariiiaCule
MariiiaCule
15/08/2011 22:49
Hoy, por curiosidad he entrado a ver este hilo, y me he quedado enganchada a mas no poder con la historia alternativa de lnaeowyn! Es impresionante, me encanta :D
#680
lnaeowyn
lnaeowyn
15/08/2011 22:58
Muchas gracias Maria guiño y bienvenida. En cuanto a tí, Mariajo... jejeje, como te oiga la Paca... te come viva, jaja.

Bueno... que la cosa está que arde, chicas....

____________________________________

Mariana corría apurada de un lado al otro de la cocina. Apenas había terminado de ayudar a su madre con el puchero cuando tronó una voz.
- ¡Mariana!

La muchacha tragó saliva y miró a su madre. Rosario meneó la cabeza.
- Madre, empiezo a estar… un poquito harta.- terminó la chica. Su madre le dirigió una mirada de comprensión.
- Ten paciencia, hija. No debe ser nada sencillo estar embarazada de gemelos. Además, la Doña siempre ha tenido un genio de mil diablos. Imagínate embarazada. Recuerdo cuando estaba de Tristán y después de Soledad. – suspiró, sonriendo con cansancio.- Era una auténtica batalla campal.
- ¿Cuándo sale de cuentas?- preguntó Mariana ansiosa.
- Según Pepa, quedan un par de semanas.

Mariana la miró como si hubiese dicho un par de siglos. Iba a coger la bandeja.
- ¡¡Mariana!!

La chica respiró hondo, empuñó con firmeza la bandeja del té y salió de la cocina. Al llegar al salón, Francisca la fulminó con la mirada.
- ¿Cuántas veces hay que llamarte para que respondas, niña?- preguntó airada. Miró la bandeja.- ¿Qué es eso?
- Su té, señora.
- ¿Acaso te lo he pedido?
- No señora, pero pensé…
- Otra más que piensa cuando no se le paga para ello…- rumió Francisca por lo bajo. Vio la cara que se le quedó a la chica y sintió un pequeño remordimiento que la hizo enfurecerse consigo misma.- Dile a Mauricio que prepare la calesa.

Mariana la miró dubitativa.
- Señora… no debería moverse. Está en la recta final de su embarazo y Pepa dijo…

Calló automáticamente al ver dos cañones bombardeándola.
- Me importa un…- bufó, conteniéndose. Desde que se había casado con Raimundo, hablaba como una vulgar tabernera.- No me importa lo que Pepa haya dicho. Como siga aquí sentada por más tiempo, acabará dándome un ataque de nervios. Necesito salir. Necesito… distraerme de alguna forma. Ni siquiera puedo ocuparme de la finca porque ni Tristán, ni Sebastián ni nadie me dejan meter baza, como si eso fuese fatal para mi estado. ¡Ya estoy harta! Ve a por la calesa. ¡Ya!

Francisca se levantó de su asiento. Pero de pronto, un insoportable dolor la atravesó. Mariana se quedó blanca.
- ¿Señora?

Francisca emitió un jadeo agónico, procurando recobrar el aliento. Pero el dolor no remitía.
- Señora por Dios, ¿qué le pasa?

Francisca la fulminó con la mirada.
- Nada, muchacha, ¿qué me ha de pasar?- dijo irónica, sujetándose el abultado vientre.- ¿Es que no hay nada de sal en tu condenada mollera? ¿Qué diablos me ha de pasar? ¡Ve a buscar a Pepa, rápido!!

La chica huyó despavorida como si la Casona estuviese en llamas. Francisca se sujetó al reposabrazos del asiento, mientras de nuevo el insoportable dolor la atravesaba. Casi había olvidado aquella “maravillosa” sensación. Intentó respirar hondo con todas sus fuerzas, apretando los dientes para soportar el dolor y dejó escapar poco a poco el aire. Eso pareció aliviarlo un poco. Pero sabía que aquello no tenía vuelta atrás. El dolor remitía pero no desaparecía. Tragó saliva con fuerza.

- Condenado… tabernero…- gimió antes de sentir de nuevo el dolor lacerante.
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