El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon
#0

08/06/2011 23:44
Vídeos FormulaTV
#561

11/08/2011 23:01
bueno, vamos por partes:
1º Que bonitos los capis, me encanta verlos así de tiernos, cuanto amor, cuando están así de amorosos es que no se me quita la sonrisa.
2º pues voy a ir a la contra de todas vosotras, yo no quiero ver a la Paca de campesina, derrotada y humillada, esa no seria la Francisca que adoro, quiero verla como es ella, luchando, peleando por lo suyo, con una navaja entre los dientes, que la tenga que sacar de la casona la guardia civil si tiene huevos, terca y orgullosa.
3ª Reitero la petición de paliza para Alonso Castro y me pido dar la primera leche.
4º ¿qué tal el capi de hoy?; algo para destacar o como siempre un asco.
espero a ver que me decis y así me ahorro de verlo.
1º Que bonitos los capis, me encanta verlos así de tiernos, cuanto amor, cuando están así de amorosos es que no se me quita la sonrisa.
2º pues voy a ir a la contra de todas vosotras, yo no quiero ver a la Paca de campesina, derrotada y humillada, esa no seria la Francisca que adoro, quiero verla como es ella, luchando, peleando por lo suyo, con una navaja entre los dientes, que la tenga que sacar de la casona la guardia civil si tiene huevos, terca y orgullosa.
3ª Reitero la petición de paliza para Alonso Castro y me pido dar la primera leche.
4º ¿qué tal el capi de hoy?; algo para destacar o como siempre un asco.
espero a ver que me decis y así me ahorro de verlo.
#562

11/08/2011 23:33
La cena en la Casona transcurrió agradable pese a que todos los comensales sabían cuál era la última causa de que se hubiesen reunido. Tristán acarició la mano de su madre.
- Madre, me alegro de ver que se encuentra bien y que todo se ha quedado en un susto.
- Gracias hijo, pero, por desgracia, ese susto aún no ha pasado. Y tiene nombre y apellido.
Todos guardaron silencio. Tristán miró a su madre.
- ¿Qué le dijo exactamente?
Francisca respiró hondo, dominando la ira.
- Vino hasta aquí para decirme que su presencia en Puente Viejo obedecía a su intención de recuperar el patrimonio de su familia. Él cree que ahora es el último heredero, pues sabe que tú no eres un Castro.
- Pero… y ¿a qué esas amenazas con arrebatarle también su patrimonio, madre?- indagó Tristán.- ¿Qué tiene que ver las propiedades de los Montenegro en todo esto?
Francisca sintió que echaba fuego por sus ojos.
- Al casarme con… Salvador Castro, mis propiedades pasaron a sus manos. Como viuda suya, yo era la dueña legal de todo, pero…
Pepa y Tristán miraron a Raimundo. Él cerró los ojos con fuerza. Nadie abrió la boca para continuar la frase, pese a que todos sabían cómo acababa. Raimundo apretó el puño con tanta rabia que se le quedaron los nudillos blancos. Tristán apoyó una mano en su hombro.
- Padre…
- Ese desgraciado…- escupió Raimundo.- Vino ayer a la casa de comidas para extorsionarme. Llegó a insinuar que… si dejaba a Francisca… Si dejaba a mi pequeña, respetaría el patrimonio Montenegro.
Francisca creyó morir al oírlo. Deseó por un instante que Alonso Castro estuviese ante ella en ese preciso momento. No dudaría en rebanarle el cuello con el cuchillo que usaba Rosario para cortar la carne.
- ¡Será malnacido!- soltó Pepa. Miró a su suegro.- Déjeme adivinar. Como respuesta, le atizó el puñetazo ese que Emilia dice que lo dejó sin varios dientes, ¿cierto?- preguntó risueña.
El dolor de Francisca se esfumó y miró a Raimundo con una mezcla de admiración y amor.
- Más que un puñetazo debí darle.- respondió Raimundo rabioso.
Guardaron silencio. Tristán meneó la cabeza, sin dejar de dar vueltas a todo ese asunto.
- Alonso cree que él es el único heredero. Pero el auténtico heredero de todo es Martín.- miró a Pepa. Ambos parecían ahora agarrarse a una nueva esperanza.- A Martín corresponde todo. Y nosotros somos sus padres legales.
- Lo sabemos pero...- Francisca miró a Raimuno.- Tu padre y yo sabemos que si revelamos que Martín es hijo de Carlos, Alonso no dudará en llevárselo consigo, alegando que es su pariente vivo más cercano.
Los ojos de Pepa relampaguearon.
- Su pariente vivo más cercano soy yo, que soy su madre. Como intente ponerle una mano encima a Martín, yo me pondré la primera a la cola para matarle.
- Pepa, los Castro son poderosos.- Raimundo meneó la cabeza. – Si revelamos el secreto de Martín, no podremos hacer mucho para impedir que se lo lleven.
Tristán meneó la cabeza, desesperado.
- Tiene que haber alguna solución. Tiene que haberla.
Todos se quedaron en silencio, sintiendo que la desesperación los invadía. De pronto, Mariana apareció.
- Señora, señor, hay un anciano caballero que pide ser recibido.
Francisca frunció el ceño. ¿Una visita a aquellas horas? Últimamente las visitas inesperadas le daban muy mala espina.
- ¿Quién es?
- Ha dicho que es pariente de Raimundo.- explicó la muchacha.
Raimundo intercambió una mirada sorprendida con Francisca y Tristán.
- Que pase.- dijo Francisca.
Francisca alzó la mirada al ver al recién llegado. Había algo familiar en él. Raimundo también alzó sus ojos. De pronto, se quedó petrificado. No podía ser. El anciano caballero le miró, con una sonrisa entre franca e irónica, muy parecida a la suya. Pepa y Tristán se quedaron también boquiabiertos ante el parecido.
- Buenas noches. – saludó educadamente. Siguió sonriendo a Raimundo.- Y tú, ¿vas a seguir como una estatua ahí plantado o vas a saludar como Dios manda a tu tío?
Raimundo parpadeó atónito.
- Buenas noches… tío Esteban.
- Madre, me alegro de ver que se encuentra bien y que todo se ha quedado en un susto.
- Gracias hijo, pero, por desgracia, ese susto aún no ha pasado. Y tiene nombre y apellido.
Todos guardaron silencio. Tristán miró a su madre.
- ¿Qué le dijo exactamente?
Francisca respiró hondo, dominando la ira.
- Vino hasta aquí para decirme que su presencia en Puente Viejo obedecía a su intención de recuperar el patrimonio de su familia. Él cree que ahora es el último heredero, pues sabe que tú no eres un Castro.
- Pero… y ¿a qué esas amenazas con arrebatarle también su patrimonio, madre?- indagó Tristán.- ¿Qué tiene que ver las propiedades de los Montenegro en todo esto?
Francisca sintió que echaba fuego por sus ojos.
- Al casarme con… Salvador Castro, mis propiedades pasaron a sus manos. Como viuda suya, yo era la dueña legal de todo, pero…
Pepa y Tristán miraron a Raimundo. Él cerró los ojos con fuerza. Nadie abrió la boca para continuar la frase, pese a que todos sabían cómo acababa. Raimundo apretó el puño con tanta rabia que se le quedaron los nudillos blancos. Tristán apoyó una mano en su hombro.
- Padre…
- Ese desgraciado…- escupió Raimundo.- Vino ayer a la casa de comidas para extorsionarme. Llegó a insinuar que… si dejaba a Francisca… Si dejaba a mi pequeña, respetaría el patrimonio Montenegro.
Francisca creyó morir al oírlo. Deseó por un instante que Alonso Castro estuviese ante ella en ese preciso momento. No dudaría en rebanarle el cuello con el cuchillo que usaba Rosario para cortar la carne.
- ¡Será malnacido!- soltó Pepa. Miró a su suegro.- Déjeme adivinar. Como respuesta, le atizó el puñetazo ese que Emilia dice que lo dejó sin varios dientes, ¿cierto?- preguntó risueña.
El dolor de Francisca se esfumó y miró a Raimundo con una mezcla de admiración y amor.
- Más que un puñetazo debí darle.- respondió Raimundo rabioso.
Guardaron silencio. Tristán meneó la cabeza, sin dejar de dar vueltas a todo ese asunto.
- Alonso cree que él es el único heredero. Pero el auténtico heredero de todo es Martín.- miró a Pepa. Ambos parecían ahora agarrarse a una nueva esperanza.- A Martín corresponde todo. Y nosotros somos sus padres legales.
- Lo sabemos pero...- Francisca miró a Raimuno.- Tu padre y yo sabemos que si revelamos que Martín es hijo de Carlos, Alonso no dudará en llevárselo consigo, alegando que es su pariente vivo más cercano.
Los ojos de Pepa relampaguearon.
- Su pariente vivo más cercano soy yo, que soy su madre. Como intente ponerle una mano encima a Martín, yo me pondré la primera a la cola para matarle.
- Pepa, los Castro son poderosos.- Raimundo meneó la cabeza. – Si revelamos el secreto de Martín, no podremos hacer mucho para impedir que se lo lleven.
Tristán meneó la cabeza, desesperado.
- Tiene que haber alguna solución. Tiene que haberla.
Todos se quedaron en silencio, sintiendo que la desesperación los invadía. De pronto, Mariana apareció.
- Señora, señor, hay un anciano caballero que pide ser recibido.
Francisca frunció el ceño. ¿Una visita a aquellas horas? Últimamente las visitas inesperadas le daban muy mala espina.
- ¿Quién es?
- Ha dicho que es pariente de Raimundo.- explicó la muchacha.
Raimundo intercambió una mirada sorprendida con Francisca y Tristán.
- Que pase.- dijo Francisca.
Francisca alzó la mirada al ver al recién llegado. Había algo familiar en él. Raimundo también alzó sus ojos. De pronto, se quedó petrificado. No podía ser. El anciano caballero le miró, con una sonrisa entre franca e irónica, muy parecida a la suya. Pepa y Tristán se quedaron también boquiabiertos ante el parecido.
- Buenas noches. – saludó educadamente. Siguió sonriendo a Raimundo.- Y tú, ¿vas a seguir como una estatua ahí plantado o vas a saludar como Dios manda a tu tío?
Raimundo parpadeó atónito.
- Buenas noches… tío Esteban.
#563

11/08/2011 23:35
Muchas gracias Miri, eres un angelito, pues es que trabajo de tardes y solo puedo ver la serie on line y como tu y yo coincidimos en casi todo me fio para que me digas si el capi merece o no la pena y me ahorro de pasar el suplicio de no ver a nuestra pareja junta un capi tras otro ¿cuántos van ya?
Edito: ¿tio Esteban? y ese cualo es?, sigue por Dios, que intriga,
Edito: ¿tio Esteban? y ese cualo es?, sigue por Dios, que intriga,
#564

11/08/2011 23:50
Qué guay!!!
Ais el Esteban lo arreglará seguro.
A ver si en la Serie devuelven a los Ulloa lo suyo hombre yaaaaaaaaa!
Ais el Esteban lo arreglará seguro.
A ver si en la Serie devuelven a los Ulloa lo suyo hombre yaaaaaaaaa!
#565

12/08/2011 01:08
Raimundo parpadeó atónito.
- Buenas noches… tío Esteban.
Tristán y Pepa miraron atónitos a Raimundo. Francisca también estaba sorprendida… hasta que al fin pareció entender todo. No por ello pudo cerrar la boca de la sorpresa. Al contrario, la abrió más si cabía. El recién llegado ensanchó la sonrisa. En un par de zancadas se acercó a un sorprendido Raimundo y le abrazó con más bien poca delicadeza pero con sincera alegría.
- ¡Cuánto me alegro de verte, muchacho!- Raimundo procuró respirar después del abrazo. Pero la tortura aún no había terminado. Pensó que se le iba a salir un hueso cuando el anciano pero nada débil tío Esteban le sacudió amigable por los hombros.- Mírate, tienes un aspecto fantástico.
Todos estaban boquiabiertos con la escena. Francisca repetía mil veces en su cabeza “-No puede ser”.
- Vaya, pero… tío Esteban, ¿qué está haciendo aquí?- pudo decir al fin Raimundo.
El anciano sonrió.
- No me extraña que te sorprenda… Hacía tantísimo tiempo…- suspiró, perdiéndose en sus pensamientos un instante. Después pareció volver a la realidad al ver a Francisca. Ella sintió que su terror aumentaba proporcionalmente a la sonrisa de él.
- Pero bueno, Paquita, ¿cómo estás niña? Ya veo que estupendamente bien. ¡Pero si parece que no ha pasado el tiempo por ti!
Tristán y Pepa descolgaron más sus mandíbulas si cabía. Estaban tan atónitos que ni siquiera podían dar crédito a lo que presenciaban.
- ¿“Paquita”…?- murmuró Pepa, completamente boquiabierta.
Tristán miró a su madre. Pese a la sorpresa, tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no reírse al ver la batería de expresiones que cruzó por su cara en un segundo. Francisca se levantó, sintiéndose tremendamente abochornada. Casi había olvidado la naturalidad aplastante de Esteban Ulloa.
- Vaya…- dijo, procurando hacer gala de toda su dignidad.- Esta visita sí que es… inesperada.
El anciano sonrió, socarrón, tan parecido a Raimundo que los demás no podían dejar de mirarle.
- No has cambiado nada, Francisca,- dijo, ignorando la mirada asesina que le estaba dedicando ella. Después su mirada se posó en Tristán y Pepa.- ¿Quiénes son estos muchachos que me miran como si fuese una aparición?
Raimundo se recompuso de la sorpresa inicial y sonrió a su tío antes de volverse hacia su hijo.
- Éste es nuestro hijo, Tristán Ulloa Montenegro, y nuestra nuera, Pepa Balmes.- les presentó. Miró a su hijo.- Tristán, él es Esteban Ulloa, mi tío, el único hermano de mi padre.
El anciano se sintió sorprendido al oír los apellidos y esbozó una sonrisa pícara a Raimundo y a Francisca. Después se volvió hacia el joven capitán.
- Cuánto me alegro de conocerte, muchacho.- le dijo afectuoso, apretándole de los hombros.- De modo que tú eres el famoso capitán Castro Montenegro, ¿cierto?
Tristán se sorprendió.
- ¿Me conoce?
- He oído hablar de ti. Tu valor en el ejército suele ser conocido.
Tristán le miró sin comprender.
- El tío Esteban fue militar, Tristán. – explicó Raimundo.
- Y no hace aún mucho lo era.- reafirmó el aludido.
De pronto, la luz pareció hacerse en la mente de Tristán. Miró admirado al anciano.
- Un momento, usted es… No puede ser…- el anciano sonrió ante su incredulidad.- ¿El… general Ulloa?
- El mismo que viste y calza.- sonrió.
Tristán sonrió emocionado como un niño con un juguete nuevo. Pepa y Raimundo le miraban sin comprender.
- El general Ulloa era una verdadera leyenda en el ejército cuando yo me gradué,- explicó Tristán, apasionadamente.- Todos le admirábamos y yo más que nadie.- le miró, anonadado.- No puedo creer que…
- ¿Sea tu tío-abuelo?- terminó él risueño. Meneó la cabeza con una mirada sagaz. – Pues yo ahora me explico muchas cosas. Nunca acabé de creer que el capitán Castro tuviese ese valor y esa honestidad llevando ese apellido. Pero ahora, todo cuadra.- dijo, guiñándole un ojo.
Pepa también se levantó.
- Es un verdadero honor conocerle.- dijo decidida, estrechándole la mano.
- Lo mismo digo, muchacha.- le sonrió y miró a Tristán.- Inteligente, valiente y hermosa, tienes el gusto de los Ulloa.- dijo travieso. Pepa sonrió.
- Y… ¿Qué le trae por aquí?- preguntó Francisca al fin, dando forma a la pregunta que rondaba en las cabezas de todos.
Esteban Ulloa sonrió a la dueña de la casa.
- Siempre me ha gustado esa característica tuya de no andarte con rodeos. Pues me traen aquí varias cosas. En primer lugar, las ganas que tenía de ver a la única familia que me queda.- puso una mano en el hombro de Raimundo. Sonrió y meneó la cabeza, como si recordase.- Ah, Raimundo, muchacho, parece que fue ayer cuando Francisca y tú os escondíais por todo el caserón mientras yo procuraba que mi querido hermano no os pillase. ¿Te acuerdas?
Francisca creyó que se la tragaba la tierra al ver las caras de sorpresa y diversión que en ese momento estaban poniendo su hijo y su nuera.
- ¿No le apetece tomar algo?- preguntó Francisca a toda prisa, temiendo que soltase demasiado por aquella bocaza.- Mariana, sírvele al señor.
La idea de Francisca pareció funcionar. Al dicharachero anciano se le iluminaron los ojos al ver que la joven colocaba un humeante y delicioso plato ante él.
- Muchas gracias, Francisca.- contestó él, agradecido. Sonrió a su sobrino.- Arisca por fuera… pero en el fondo tiene su corazoncito.
Tristán, Pepa y Raimundo tuvieron que aguantar la risa a duras penas. Francisca le asesinaba con la mirada. Después, dejó de asesinar al anciano y sus ojos fulminaron a Raimundo.
- ¿Podemos hablar un momento, Raimundo?- preguntó ella, procurando que su voz no delatase el cabreo que tenía encima. Raimundo la miró cuidadosamente.
- Faltaría más, mi pequeña.- dijo sin poder evitar un deje de diversión.
Esteban sonrió pícaro a su sobrino. Francisca contuvo la tentación de atacar al anciano y se fue en dirección a la biblioteca, seguida de Raimundo.
- Buenas noches… tío Esteban.
Tristán y Pepa miraron atónitos a Raimundo. Francisca también estaba sorprendida… hasta que al fin pareció entender todo. No por ello pudo cerrar la boca de la sorpresa. Al contrario, la abrió más si cabía. El recién llegado ensanchó la sonrisa. En un par de zancadas se acercó a un sorprendido Raimundo y le abrazó con más bien poca delicadeza pero con sincera alegría.
- ¡Cuánto me alegro de verte, muchacho!- Raimundo procuró respirar después del abrazo. Pero la tortura aún no había terminado. Pensó que se le iba a salir un hueso cuando el anciano pero nada débil tío Esteban le sacudió amigable por los hombros.- Mírate, tienes un aspecto fantástico.
Todos estaban boquiabiertos con la escena. Francisca repetía mil veces en su cabeza “-No puede ser”.
- Vaya, pero… tío Esteban, ¿qué está haciendo aquí?- pudo decir al fin Raimundo.
El anciano sonrió.
- No me extraña que te sorprenda… Hacía tantísimo tiempo…- suspiró, perdiéndose en sus pensamientos un instante. Después pareció volver a la realidad al ver a Francisca. Ella sintió que su terror aumentaba proporcionalmente a la sonrisa de él.
- Pero bueno, Paquita, ¿cómo estás niña? Ya veo que estupendamente bien. ¡Pero si parece que no ha pasado el tiempo por ti!
Tristán y Pepa descolgaron más sus mandíbulas si cabía. Estaban tan atónitos que ni siquiera podían dar crédito a lo que presenciaban.
- ¿“Paquita”…?- murmuró Pepa, completamente boquiabierta.
Tristán miró a su madre. Pese a la sorpresa, tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no reírse al ver la batería de expresiones que cruzó por su cara en un segundo. Francisca se levantó, sintiéndose tremendamente abochornada. Casi había olvidado la naturalidad aplastante de Esteban Ulloa.
- Vaya…- dijo, procurando hacer gala de toda su dignidad.- Esta visita sí que es… inesperada.
El anciano sonrió, socarrón, tan parecido a Raimundo que los demás no podían dejar de mirarle.
- No has cambiado nada, Francisca,- dijo, ignorando la mirada asesina que le estaba dedicando ella. Después su mirada se posó en Tristán y Pepa.- ¿Quiénes son estos muchachos que me miran como si fuese una aparición?
Raimundo se recompuso de la sorpresa inicial y sonrió a su tío antes de volverse hacia su hijo.
- Éste es nuestro hijo, Tristán Ulloa Montenegro, y nuestra nuera, Pepa Balmes.- les presentó. Miró a su hijo.- Tristán, él es Esteban Ulloa, mi tío, el único hermano de mi padre.
El anciano se sintió sorprendido al oír los apellidos y esbozó una sonrisa pícara a Raimundo y a Francisca. Después se volvió hacia el joven capitán.
- Cuánto me alegro de conocerte, muchacho.- le dijo afectuoso, apretándole de los hombros.- De modo que tú eres el famoso capitán Castro Montenegro, ¿cierto?
Tristán se sorprendió.
- ¿Me conoce?
- He oído hablar de ti. Tu valor en el ejército suele ser conocido.
Tristán le miró sin comprender.
- El tío Esteban fue militar, Tristán. – explicó Raimundo.
- Y no hace aún mucho lo era.- reafirmó el aludido.
De pronto, la luz pareció hacerse en la mente de Tristán. Miró admirado al anciano.
- Un momento, usted es… No puede ser…- el anciano sonrió ante su incredulidad.- ¿El… general Ulloa?
- El mismo que viste y calza.- sonrió.
Tristán sonrió emocionado como un niño con un juguete nuevo. Pepa y Raimundo le miraban sin comprender.
- El general Ulloa era una verdadera leyenda en el ejército cuando yo me gradué,- explicó Tristán, apasionadamente.- Todos le admirábamos y yo más que nadie.- le miró, anonadado.- No puedo creer que…
- ¿Sea tu tío-abuelo?- terminó él risueño. Meneó la cabeza con una mirada sagaz. – Pues yo ahora me explico muchas cosas. Nunca acabé de creer que el capitán Castro tuviese ese valor y esa honestidad llevando ese apellido. Pero ahora, todo cuadra.- dijo, guiñándole un ojo.
Pepa también se levantó.
- Es un verdadero honor conocerle.- dijo decidida, estrechándole la mano.
- Lo mismo digo, muchacha.- le sonrió y miró a Tristán.- Inteligente, valiente y hermosa, tienes el gusto de los Ulloa.- dijo travieso. Pepa sonrió.
- Y… ¿Qué le trae por aquí?- preguntó Francisca al fin, dando forma a la pregunta que rondaba en las cabezas de todos.
Esteban Ulloa sonrió a la dueña de la casa.
- Siempre me ha gustado esa característica tuya de no andarte con rodeos. Pues me traen aquí varias cosas. En primer lugar, las ganas que tenía de ver a la única familia que me queda.- puso una mano en el hombro de Raimundo. Sonrió y meneó la cabeza, como si recordase.- Ah, Raimundo, muchacho, parece que fue ayer cuando Francisca y tú os escondíais por todo el caserón mientras yo procuraba que mi querido hermano no os pillase. ¿Te acuerdas?
Francisca creyó que se la tragaba la tierra al ver las caras de sorpresa y diversión que en ese momento estaban poniendo su hijo y su nuera.
- ¿No le apetece tomar algo?- preguntó Francisca a toda prisa, temiendo que soltase demasiado por aquella bocaza.- Mariana, sírvele al señor.
La idea de Francisca pareció funcionar. Al dicharachero anciano se le iluminaron los ojos al ver que la joven colocaba un humeante y delicioso plato ante él.
- Muchas gracias, Francisca.- contestó él, agradecido. Sonrió a su sobrino.- Arisca por fuera… pero en el fondo tiene su corazoncito.
Tristán, Pepa y Raimundo tuvieron que aguantar la risa a duras penas. Francisca le asesinaba con la mirada. Después, dejó de asesinar al anciano y sus ojos fulminaron a Raimundo.
- ¿Podemos hablar un momento, Raimundo?- preguntó ella, procurando que su voz no delatase el cabreo que tenía encima. Raimundo la miró cuidadosamente.
- Faltaría más, mi pequeña.- dijo sin poder evitar un deje de diversión.
Esteban sonrió pícaro a su sobrino. Francisca contuvo la tentación de atacar al anciano y se fue en dirección a la biblioteca, seguida de Raimundo.
#566

12/08/2011 01:14
ja ja que bueno el tio Esteban, es como Raimundo pero a lo bestia, espera que se entere de los manejos de Alonsito que va a recibir por todos los Castro, ja ja que bueno. Bueno guapa, no se si seguirás o no pero me voy a mimir, si escribes algo más mañana por la mañana lo leo.
Buenas noches a todas
Buenas noches a todas
#567

12/08/2011 01:22
Jajajaja, anda, el tío Esteban, parece un cachondo mental. Espero impaciente la siguiente parte, quiero seguir "viendo" caras de la Paca y de los allí presentes, jijiji.
#568

12/08/2011 12:28
Francisca Montenegro apretó los puños, se irguió orgullosa y se giró para clavar una mirada de fuego a Raimundo Ulloa, que acababa de cerrar a su espalda las puertas correderas de la biblioteca. Él a cambio, le devolvió una sonrisa irónica, mientras intentaba por todos los medios mantener la cabeza fría para responder al contraataque que ella estaba a punto de soltar. Pero no era nada sencillo. No podía dejar de mirarla y pensar que no podía estar más hermosa en esa pose tan típica de ella. Francisca hizo una mueca entre enfadada, desquiciada y burlona que despertó el deseo de él de acorralarla contra la pared y devorar su boca. Francisca, ajena a los indecorosos pensamientos de su marido, meneó la cabeza y bufó.
- ¿Se puede saber… qué rayos hace aquí Esteban Ulloa??- fulminó de nuevo a Raimundo con los ojos.- ¿Qué pasa, que últimamente van a aparecer todos los antepasados y desaparecidos como si tuviésemos echada una maldición?
Raimundo la miró malicioso.
- Vamos, cálmate, “Paquita”.- respondió burlón.
Se arrepintió en el acto de su broma. Francisca avanzó hacia él con instintos asesinos. Él la tomó de las muñecas antes de que intentase matarle. Ella forcejeó pero Raimundo la tenía bien asida.
- Vale, perdona, mujer, sólo era una broma sin malicia.- repuso él, poniendo cara de no haber roto un plato en su vida.
Francisca sentía que su furia decrecía rápidamente al ver a Raimundo tan cerca y mirándola como si… quisiese devorarla por completo. Tragó saliva. Apeló a toda su fuerza de voluntad y se soltó del agarre de él.
- Repito, ¿qué está haciendo él aquí?
Raimundo meneó la cabeza.
- No tengo ni idea, Francisca. La última vez que vi a mi tío fue…- se interrumpió, sintiendo que los recuerdos eran dolorosos.- … cuando mi padre me obligó a aceptar el compromiso con aquella heredera.- Francisca tragó saliva. Él la miró.- Aquella noche las paredes del caserón de los Ulloa temblaron. Mi tío se enteró de lo que planeaba mi padre y se enzarzó con él en una discusión tan fuerte que por un momento creí que llegaban a las manos.- Raimundo sonrió con tristeza. – El tío Esteban siempre fue muy distinto a padre… y al resto de la familia. Él apoyaba sin condiciones nuestra relación. ¿Recuerdas? Gracias a él, muchas veces pudimos encontrarnos sin levantar sospechas.
Francisca lo recordaba todo como si hubiese sucedido ayer y no hacía veintiocho años.
- Lo recuerdo… perfectamente. Tu tío siempre fue todo un personaje, pero fue el único que nos apoyó.- miró a Raimundo con curiosidad.- ¿Qué ocurrió después?
Él suspiró.
- Mi tío me dijo que no cediese ante el chantaje de mi padre. Pero yo, simplemente, no pude… No podía permitir… Bueno, esa historia ya la conoces.- Tragó saliva.- Después de esa discusión con mi padre, mi tío se marchó a las milicias y no volvió. – Raimundo meneó la cabeza.- Fue un duro golpe para mi padre. A pesar de sus opuestos caracteres, mi padre y mi tío se querían de verdad. En su lecho de muerte, uno de sus últimos pensamientos se lo dedicó a su único hermano.
Francisca guardó silencio ante la triste historia. De pronto, sintió una corriente de simpatía hacia Esteban Ulloa, a pesar de su habilidad innata para sacarla de quicio. Suspiró. Al parecer, ésa era una cualidad común en todos los Ulloa. El único que hacía menos gala de ella era el bueno de Sebastián.
- Y, ¿a qué crees que ha venido? Porque el cuento ese de reencontrarse con “la única familia que le queda” le ha quedado muy poético, pero nada convincente.
Raimundo sonrió.
- Como he dicho antes, lo ignoro. Pero le conozco. Esteban Ulloa es un hombre íntegro. Y eso hace que su presencia aquí sea bienvenida, sea cual sea el motivo. No te preocupes. Mañana me lo llevaré a la casa de comidas. – le guiñó un ojo travieso.- Todos los secretos y confesiones siempre salen a la luz con un buen chato de vino.
Francisca meneó la cabeza pero le devolvió una sonrisa entre maliciosa y tierna. Comenzó a andar hacia la puerta, dando por terminada la conversación.
- Por cierto, se me olvidaba una cosa.- dijo él.
Ella se volvió de nuevo, dedicándole toda su atención.
- ¿Qué cosa?
- Esto.
Raimundo la atrapó en sus brazos y antes de que pudiera reaccionar la besó desesperadamente. Ella sintió que le faltaba el oxígeno e intentó sobreponerse, procurando que él la soltase un segundo al menos para respirar. Pero Raimundo no estaba por la labor de dejarla marchar hasta no saciar su sed.
- Es… pera… Raimundo…- jadeó ella.- Que nos pueden… descubrir…
Raimundo sonrió travieso.
- El tío Esteban es experto en encubrirnos, ¿recuerdas, “Paquita”?
Francisca sintió que la llevaban todos los demonios y sin más, le besó furiosa. Esta vez fue Raimundo el que quedó sin aliento. Sonrió rompiendo levemente el beso.
- ¿Sabes? Me encanta esta forma de pelearnos.- dijo. Sin más, se inclinó sobre ella y "contraatacó".
- ¿Se puede saber… qué rayos hace aquí Esteban Ulloa??- fulminó de nuevo a Raimundo con los ojos.- ¿Qué pasa, que últimamente van a aparecer todos los antepasados y desaparecidos como si tuviésemos echada una maldición?
Raimundo la miró malicioso.
- Vamos, cálmate, “Paquita”.- respondió burlón.
Se arrepintió en el acto de su broma. Francisca avanzó hacia él con instintos asesinos. Él la tomó de las muñecas antes de que intentase matarle. Ella forcejeó pero Raimundo la tenía bien asida.
- Vale, perdona, mujer, sólo era una broma sin malicia.- repuso él, poniendo cara de no haber roto un plato en su vida.
Francisca sentía que su furia decrecía rápidamente al ver a Raimundo tan cerca y mirándola como si… quisiese devorarla por completo. Tragó saliva. Apeló a toda su fuerza de voluntad y se soltó del agarre de él.
- Repito, ¿qué está haciendo él aquí?
Raimundo meneó la cabeza.
- No tengo ni idea, Francisca. La última vez que vi a mi tío fue…- se interrumpió, sintiendo que los recuerdos eran dolorosos.- … cuando mi padre me obligó a aceptar el compromiso con aquella heredera.- Francisca tragó saliva. Él la miró.- Aquella noche las paredes del caserón de los Ulloa temblaron. Mi tío se enteró de lo que planeaba mi padre y se enzarzó con él en una discusión tan fuerte que por un momento creí que llegaban a las manos.- Raimundo sonrió con tristeza. – El tío Esteban siempre fue muy distinto a padre… y al resto de la familia. Él apoyaba sin condiciones nuestra relación. ¿Recuerdas? Gracias a él, muchas veces pudimos encontrarnos sin levantar sospechas.
Francisca lo recordaba todo como si hubiese sucedido ayer y no hacía veintiocho años.
- Lo recuerdo… perfectamente. Tu tío siempre fue todo un personaje, pero fue el único que nos apoyó.- miró a Raimundo con curiosidad.- ¿Qué ocurrió después?
Él suspiró.
- Mi tío me dijo que no cediese ante el chantaje de mi padre. Pero yo, simplemente, no pude… No podía permitir… Bueno, esa historia ya la conoces.- Tragó saliva.- Después de esa discusión con mi padre, mi tío se marchó a las milicias y no volvió. – Raimundo meneó la cabeza.- Fue un duro golpe para mi padre. A pesar de sus opuestos caracteres, mi padre y mi tío se querían de verdad. En su lecho de muerte, uno de sus últimos pensamientos se lo dedicó a su único hermano.
Francisca guardó silencio ante la triste historia. De pronto, sintió una corriente de simpatía hacia Esteban Ulloa, a pesar de su habilidad innata para sacarla de quicio. Suspiró. Al parecer, ésa era una cualidad común en todos los Ulloa. El único que hacía menos gala de ella era el bueno de Sebastián.
- Y, ¿a qué crees que ha venido? Porque el cuento ese de reencontrarse con “la única familia que le queda” le ha quedado muy poético, pero nada convincente.
Raimundo sonrió.
- Como he dicho antes, lo ignoro. Pero le conozco. Esteban Ulloa es un hombre íntegro. Y eso hace que su presencia aquí sea bienvenida, sea cual sea el motivo. No te preocupes. Mañana me lo llevaré a la casa de comidas. – le guiñó un ojo travieso.- Todos los secretos y confesiones siempre salen a la luz con un buen chato de vino.
Francisca meneó la cabeza pero le devolvió una sonrisa entre maliciosa y tierna. Comenzó a andar hacia la puerta, dando por terminada la conversación.
- Por cierto, se me olvidaba una cosa.- dijo él.
Ella se volvió de nuevo, dedicándole toda su atención.
- ¿Qué cosa?
- Esto.
Raimundo la atrapó en sus brazos y antes de que pudiera reaccionar la besó desesperadamente. Ella sintió que le faltaba el oxígeno e intentó sobreponerse, procurando que él la soltase un segundo al menos para respirar. Pero Raimundo no estaba por la labor de dejarla marchar hasta no saciar su sed.
- Es… pera… Raimundo…- jadeó ella.- Que nos pueden… descubrir…
Raimundo sonrió travieso.
- El tío Esteban es experto en encubrirnos, ¿recuerdas, “Paquita”?
Francisca sintió que la llevaban todos los demonios y sin más, le besó furiosa. Esta vez fue Raimundo el que quedó sin aliento. Sonrió rompiendo levemente el beso.
- ¿Sabes? Me encanta esta forma de pelearnos.- dijo. Sin más, se inclinó sobre ella y "contraatacó".
#569

12/08/2011 12:41
Jo ahora si que tengo curiosidad, ¿qué querrá Esteban?, que tensión, espero que sea una presencia positiva, que para negativa basta y sobra con el Castro, que parecen cucarachas que salen de debajo de las piedras.
Sigue cuando puedas que todo esto es muy misterioso
Sigue cuando puedas que todo esto es muy misterioso
#570

12/08/2011 13:28
Sí, la verdad que a mí también me da curiosidad.....espero que ese tío ESteban sea quien ponga en su sitio al Alonso Castro.
Ayyy estos dos....no se les puede dejar solos porque se comen a besos, jajajja....me encanta!!!! Gracias Inaeowyn
Ayyy estos dos....no se les puede dejar solos porque se comen a besos, jajajja....me encanta!!!! Gracias Inaeowyn
#571

12/08/2011 13:51
Tranquis todas, ;-) que el salao del tío Esteban esconde mucho más de lo que pensáis... pero nada de ello es malo. Al contrario, jejeje. Todo se desvelará a su tiempo...

#572

12/08/2011 14:00
:) ESperaremos tranquilamente, jeje!!!
#573

12/08/2011 14:02
El tio Esteban una buena incorporación si señor, los Ulloa tienen la habilidad de sacar a la Paca muy rapido de quicio, me he reido mucho con ese "Paquita" y me encanta la forma en la que estos dos se pelean-reconcilian.
Aunque ahora con lo de lo que pueda esconder el tio de Raimundo...no se si con eso me has tranquilizado o por el contrario me has dejado aun más intigada, de todas formas espero impaciente el proximo relato.
Aunque ahora con lo de lo que pueda esconder el tio de Raimundo...no se si con eso me has tranquilizado o por el contrario me has dejado aun más intigada, de todas formas espero impaciente el proximo relato.
#574

12/08/2011 18:26
SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII......la próxima semana escena de Paca y Rai....por fin!!!!! Yaa estoy ansiosa por verla!!!!
#575

12/08/2011 18:27
SIIII, SIIII, SIIIII!!! La semana que vienee la Paca y Rai... VUELVEN A MIRARSE A LOS OJOOOOOS!!!!
Jope... si sólo una mirada la celebro así... el día que haya más tiro fuegos artificialees.












Jope... si sólo una mirada la celebro así... el día que haya más tiro fuegos artificialees.














#576

12/08/2011 18:31
ESCENA!!!!!!! ESCENA!! aunque sea x Sebastián, tenemos escena!! y se miran... k ganas de verla :P.
#577

12/08/2011 18:32
Escena y pelaaaaaaaaaa de las que molan y llamamos A ver quién insulta mejor!!!! Ais ais será Grande. A ver si en una de estas el Ulloa ataca que cada vez que están en plan pues y y y parece que se vayan a Besar jajajajajaja!!!
#578

12/08/2011 18:33
Id haciendo una raya donde no se borre, porque la semana que viene nos dan una escena y calculo hasta el 2012 no vemos otra... Estos guionistas me tienen... entre Carlos Castro, Juan Castañeda y el Pollopera, mis existencias de paciencia se están agotando más rápido que el saldo del móvil de una quinceañera colgada.
#579

12/08/2011 18:37
Vamooos, Raii, vengaaa Raiii, que tú tienes los mismos webos que ella... ¡HAZLA CALLAAR!

Jejeje, estoyyy que doy saltooos. Esta noche, intentaré que mi relato esté acorde con mi alegría, jajaja.













Jejeje, estoyyy que doy saltooos. Esta noche, intentaré que mi relato esté acorde con mi alegría, jajaja.
#580

12/08/2011 18:48
Desde luego las escenas de estos dos si que están con cuentagotas, cada 20 cap una escena... asi que disfrutemosla mucho que hasta dentro de un mes no nos dan otra... espero que sea larga!.