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El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon

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samureta
samureta
08/06/2011 23:44
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No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas.

[/b]
#521
neca12
neca12
09/08/2011 22:44
vamos vamos que nos vamos!!!! jaajjaja
"esta me la vas a pagar!
"no le hagas caso hijo, es normal que tenga cambios de humor"
"te he oido condenado tabernero!"
jajajaj lna sigue cuando puedas me has vuelto a enganchar ;) ;)
#522
mariajo76
mariajo76
09/08/2011 23:09
ME MEO TOAAAAAAAAAAAAAAAA, ja ja es que no puedo parar de reirme, desde este momento esta trama pasa a ser mi favorita , es que me imagino la cara de Pepa dando la noticia y de los otros dos cuando la reciben y me descojono entera y la frase del Rai " Y…Exceptuando esta… noticia, ¿no hay nada fuera de la normalidad?" que me daaaaaaaaaaaaaa, ja ja que grande eres Inaaaaaaa y la Paca queriéndolo matar todo el rato, es que no puedoooooooooooooooorrrrrrrrrrrrr, como si la hubiera preñado por el pensamiento, ja ja eso sin contar la mala leche que tiene que se le ha multiplicado por 1000. Sigue por favor que esto es muy grande, ¿os imaginais a la Paca y el Rai embarazados en la serie? ME MUEROOOOOOOOOOOOO ja ja
#523
Mariadiaz97
Mariadiaz97
09/08/2011 23:12
Doña Francisca Montenegro poniendo en su debido lugar a la Duquesa de Caldas bravobravo

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Me ah encantado como ah estado hoy la Paca sonriente
Espero que os gustenguiño
#524
lnaeowyn
lnaeowyn
09/08/2011 23:37
Aquella noche, un agotado Raimundo Ulloa soltó un suspiro de alivio al tocar por fin el lecho con su cuerpo. Había sido un día demasiado intenso. Entre la grandiosa noticia del embarazo de Francisca, el ir y venir de la casa de comidas y el pedido a la conservera, apenas había descansado poco más de diez minutos después de comer. Sonrió a Francisca, que estaba acostada a su lado. La miró con infinito cariño.
- Buenas noches, mi pequeña.- dijo, besándola tiernamente. Después se volvió y se hizo un ovillo, disponiéndose a dormir.

Francisca sintió un enorme vacío en cuanto él se apartó ligeramente. Le miró, tragando saliva.
- Raimundo…
- Mmm?
- ¿Te… vas a dormir ya?- preguntó ella con voz inocente.

Él sonrió, abriendo un ojo.
- Eso pretendo, pero tengo la sensación de que no me vas a dejar.
- No, no, lo siento. Duérmete.

Raimundo sonrió y cerró los ojos. Francisca siguió inmóvil, con la mirada clavada en el dosel de la cama y perdida en sus pensamientos. Puso cara de circunstancias y volvió a mirar a Raimundo.
- Raimundo…- susurró casi inaudible.- ¿Ya… te has dormido?
- Es evidente que no.- dijo él, en un susurro tan inaudible como el de ella. Se giró, quedando de lado hacia Francisca, y la atravesó con sus ojos.- Sabía que no me ibas a dejar dormir.
- No, si yo te dejo, pero…
- ¿Pero…?
- Es que…- hizo un puchero que despertó en Raimundo un ansia irrefrenable de atrapar su boca con la suya.- me apetecería…- continuó, acariciando suavemente el brazo de él, ascendiendo hasta llegar a su hombro y su cuello. Todo el agotamiento que hubiese podido sentir se había evaporado. Ahora la miraba como un depredador mira a su presa.
- ¿Te… apetecería…?- dijo él, con voz ronca.
- Pues… una taza de chocolate con churros.- soltó de repente, bajando su mano.

Raimundo la miró como si fuese una aparición.
- Francisca… son las doce de la noche. ¿De dónde demonios saco yo churros a estas horas?
- Por favor…- suplicó ella, apoyándose sobre su pecho y jugueteando con el cuello de su pijama.
- Francisca, por todos los…- Raimundo intentó dominar el impulso de atraparla entre su cuerpo y el lecho y arrancarle el camisón.- ¿Esta es tu venganza, cierto? Me provocas para después…¡pedirme chocolate con churros!

Ella le miró con cara de pena. Raimundo maldijo.
- ¡Está bien…! Pero en serio, ¿de dónde saco yo churros ahora?
- ¿No teníais en la casa de comidas? Oí decir a Emilia que les habían sobrado unos cuantos.

Raimundo puso los ojos en blanco.
- ¿Pretendes que vaya hasta la casa de comidas a medianoche? ¿A buscar unos churros??
- Por favor…- le suplicó tan dulce que no parecía la misma Francisca Montenegro.

Raimundo tragó saliva cuando ella deslizó su mano en una caricia por su estómago.
- De acuerdo, pero esta serás tú la que me la pagues.- dijo él, levantándose.

Francisca sonrió.
- ¿Piensas cobrarte el antojo de una indefensa embarazada?
- ¿Indefensa?- él sonrió irónico. Después se inclinó sobre ella, inmovilizándole las manos con las suyas.- El indefenso aquí soy yo. Y sí, pienso cobrármelo. Al fin y al cabo, ahora no hay peligro de que te quedes embarazada, ¿no?

Antes de que pudiese contestar, le robó el aliento con un beso ardiente. Ella le rodeó el cuello con los brazos, atrayéndolo y profundizando el beso. Al separarse, Raimundo sonrió.
- ¿Estás segura de que quieres churros ahora mismo?- preguntó, burlón, intentando recobrar el aliento.

Francisca rió involuntariamente. Él la besó otra vez y pronto, ambos se olvidaron de chocolate y de churros.
#525
lnaeowyn
lnaeowyn
09/08/2011 23:47
Jajajja, luego sigo otro poquillo, que ahora me estoy riendo hasta sola, carcajadacarcajadacarcajadacarcajadacarcajadacarcajada

PD. Que conste que la idea del embarazo de la Paca, pese a que pasó por mi cabeza, me decidí a escribirla animada por Mariajo. ¡Va por tí, jajajaja!
#526
elivr
elivr
09/08/2011 23:48
Ina mañana sigo leyendo tus relatos que tengo que madrugar, bueno otro celestino bueno seria Sebastian, porque tiene simpatias con la doña, aunque últimamente menos.
#527
mariajo76
mariajo76
09/08/2011 23:52
lo que hacen las hormonas madreeeeeeeeeeeee, ja ja pobre Rai, lo va a dejar más seco que un bacalao.
Que ovarios tiene la Paca, como a puesto a la marquesa en su lugar
los gifs son una pasada Maria y es que son unos escenones, gracias por ponerlos guapa
#528
mariajo76
mariajo76
09/08/2011 23:55
ja ja Ina no me digas que no está mereciendo la pena, te lo tienes que estar pasando genial escribiendolo por que yo ni te imaginas lo que me divierto leyéndolo, no puedo parar de reirme, es que los estás clavando, así que por mi parte muchas gracias por escribirlo y espero impaciente la continuación
#529
lau1990
lau1990
09/08/2011 23:58
Os dejo un regalito...
#530
Artemisilla
Artemisilla
10/08/2011 00:50
Jajajajaja ostras, Ina, no sabes lo que me he podido reír. ¡Muchas gracias por estos ratitos!!

Miri, cualquiera de las tres opciones me gusta, aunque mi favorita es la del beso, of course... :)
#531
mariajo76
mariajo76
10/08/2011 00:50
pues yo te voy a dar mi guión:
Raimundo va a montarle el pollo a la Paca y se ponen todos locos como siempre y en medio de la bronca no se le ocurre al Rai otra cosa para hacer callar a Paca que meterle un muerdo de la muerte, de esos que empañan las gafas y ella para no quedarse atrás le mete un beso con filete que lo deja mirando a Pamplona y como ninguno quiere ceder el siguiente paso es que echan un polvazo de esos que recuerdas el resto de tu vida en las largas noches de abstinencia y soledad y a partir de ahí pues...yo que se, que me paguen los guionistas que entre todas les estamos sacando su curro
POR CIERTO, MAGNÍFICO VÍDEO
#532
Artemisilla
Artemisilla
10/08/2011 00:54
Mariajo, si todo lo que escribiéramos aquí pasara en la serie de verdad, tendría dos cosas muy claras: que el pollo pera iría por la décimo sexta reencarnación y que a Paca no la veríamos porque nunca saldría de la habitación jijijiji.

Pero ya te digo, me mola tu idea, sí señora!
#533
lnaeowyn
lnaeowyn
10/08/2011 01:34
Raimundo sintió que alguien le zarandeaba un brazo y terminó abriendo los ojos.
- Pero ¿qué…?- se restregó los párpados, medio muerto de sueño y vio que Francisca estaba mirándole, apremiante.- Francisca…¿Qué… demonios pasa ahora? Si apenas está amaneciendo.- dijo remolón, abrazando a la almohada para volverse a dormir.
- Ya lo sé, pero es que… te juro que necesito tomarme ese chocolate con churros. Por Dios, lo digo en serio. Cuando… estaba embarazada de Tristán, me dio por comer uvas a todas horas.
- Y ahora te da por los churros, ¿no?- suspiró él llenándose de paciencia.
- Por favor…- ella le miró suplicante, poniendo cara de pena. Él resopló.
- Está bien… - murmuró derrotado.

Apartó las sábanas y se levantó. Empezó a vestirse pero aún tenía tanto sueño que le costó horrores acertar con los botones de la camisa. Francisca le miraba, impaciente.
- ¿Quieres darte prisa? Como sirvas igual de lento a los clientes de la casa de comidas ya me explico por qué ese negocio va tan mal. Qué se puede esperar de un Ulloa venido a menos.- murmuró.

Esta vez fue Raimundo quien la fulminó con la mirada.
- Mi negocio va perfectamente bien.- dijo categórico.- Y si vas a estar así de “encantadora” durante todo el embarazo… te va a acabar trayendo los churros Hipólito Mirañar.

Francisca le devolvió la airosa mirada.
- Oh, lamento muchísimo que se haya ofendido, su Ilustrísima,- dijo extremadamente irónica.- ¿Tengo que recordarte de quién es la culpa de que me haya quedado embarazada? Lo mínimo que harías si tuvieras una pizca de consideración es traerme esos malditos churros.
- Y se los traeré, señora de Ulloa.- remarcó él, con su mismo tono irónico.- ¿Qué mayor honor puede haber para mi humilde persona que traerle unos churros a Doña Francisca Montenegro?- la miró, esta vez sin enfado. Era mucho más divertido a su manera.- Conociendo su debilidad por el género, estoy seguro de que los churros marca “Ulloa” serán de su entera satisfacción.

Francisca sintió de pronto que todos los colores se le subían al rostro ante la sinvergüencería que acababa de soltar. Atrapó un cojín y se lo lanzó furiosa, pero él fue más rápido. El cojín se estrelló contra la puerta por la que acababa de salir un risueño Raimundo.

Emilia se dio la vuelta en la cama, soñolienta, mientras Alfonso dormía como un tronco rodeándola con un brazo. De pronto, sintió un ruido. Emilia abrió un ojo, confusa. Iba a volver a dormirse cuando oyó otra vez el sonido. Abrió los dos ojos y tragó saliva. Era un ruido de pasos. Por un momento se quedó sin respiración. ¿Serían ladrones? Podía oír perfectamente pasos en la taberna. Sin pensarlo, se levantó sigilosa y salió de la habitación, caminando por el pasillo. Se escondió tras la puerta que comunicaba la trastienda con la barra de la taberna. Vio una silueta oscura avanzando hacia la barra. Emilia se agachó y sin más, tomó una de las sartenes que había dejado en remojo la noche anterior en la pila. La silueta parecía avanzar directa hacia ella. Decidida, apretó con fuerza el mango de la sartén y la alzó. Justo en ese momento, el desconocido se volvió hacia ella.
- Emilia.- dijo Raimundo, retrocediendo ante el inminente sartenazo.

La joven se quedó paralizada al ver el rostro del supuesto ladrón.
- ¿Padre?? ¿Pero qué diablos está haciendo aquí a las seis de la mañana… y entrando como los ladrones?- preguntó una atónita Emilia, bajando la sartén.
- Pues… es que…

Raimundo tragó saliva mientras su hija alzaba una ceja inquisidora. Inspiró profundamente.
- He venido a por churros.
Emilia alzó la otra ceja.
- ¿Churros?... ¿A las seis de la mañana?
- Francisca tiene un antojo de churros.- dijo con cansancio.- Y si no se los llevo, su próximo antojo será matarme.

La chica meneó la cabeza, al principio incrédula. Finalmente, terminó soltando una carcajada en voz baja.
- Pero padre, por Dios, lleva casado un suspiro y ¿ya se deja mangonear de esta forma?
- No te confundas, Emilia. Yo jamás me dejo mangonear. Y mucho menos por Francisca. Lo que pasa es que… bueno, no es conveniente para una embarazada no satisfacer su antojo. La propia Pepa lo dijo.

Emilia sonrió sagaz. Ese intento de ocultar sus verdaderos sentimientos con su orgullo era muy típico de él… y también de Francisca. En el fondo aquellos dos eran tal para cual.
- Es usted un mentiroso con todas las letras.- rió la chica.- Está usted aquí, a las seis de la mañana en busca de churros, pero porque a ella no se le antojó la Luna, porque si no, ya le veríamos yendo a buscarla para dársela.- dijo ella, meneando la cabeza entre divertida y cariñosa.

Raimundo no tuvo palabras para negarlo. Era cierto. Haría lo que fuera por aquel diablo de mujer. Así había sido desde que se conocían. Y no podía evitarlo. Su hija meneó la cabeza, risueña.
- Tenga padre, los churros. A ver si no se le atragantan.- dijo guiñándole un ojo.
#534
lnaeowyn
lnaeowyn
10/08/2011 01:36
Miri, decididamente, yo voto por la tercera opción. Que se estén peleando tan cabreados que terminen a dos centímetros de distancia... y claro, ya no haya marcha atrás. Eso sería geniaaaaaaaaaaaaaaaaaaaal, jajaja.
#535
lnaeowyn
lnaeowyn
10/08/2011 16:56
Transcurrieron un par de meses y Francisca por fin, pudo respirar tranquila. Los mareos matutinos habían desaparecido por completo y, en verdad, se sentía extraordinariamente bien. Según palabras de Pepa, había visto pocos embarazos tan bien llevados como el suyo. Todos advertían que su estado le estaba sentando de perlas. Sonrió mientras se miraba al espejo. Raimundo no dejaba de decirle día y noche que estaba más hermosa que nunca y pese a que siempre le contestaba con un –“bobadas”, no podía evitar sentirse inmensamente dichosa ante los halagos de él. Meneó la cabeza y se volvió a la mesa del despacho para repasar de nuevo los papeles de la finca. Sintió otra vez la hermosa sensación de llevar vida en su interior. Hacía tanto tiempo que no la sentía que pensó haberla olvidado. Pero aquello no se olvidaba nunca. Sonrió casi con lágrimas en los ojos y acarició con infinita ternura su vientre. Era cierto que cuando se enteró del embarazo creyó que se le caía el mundo encima, pero ahora… No podía expresar con palabras lo muchísimo que deseaba aquel hijo.

Se sentó en la butaca y continuó su quehacer. De pronto, alguien llamó a la puerta.
- Adelante.
- Señora.- Mariana se asomó. Su cara no parecía muy tranquila.- Hay un caballero que quiere verla.
Francisca frunció el ceño.
- ¿Quién es?
- No me ha querido decir su nombre. Me ha costado lo mío que esperase en el salón. Quería irrumpir aquí a toda costa.
Francisca miró seria a Mariana. Se irguió firme.
- Que pase.

La chica asintió y salió. Al cabo de un minuto, las puertas correderas de la biblioteca se volvieron a abrir. Francisca creyó morir al ver el rostro del desconocido. Le miró con horror, sintiendo que algo le aguijoneaba el alma.
- ¿¡Tú…? ¿A… Alonso Castro?
- Yo también me alegro mucho de verte, mi querida cuñada.- dijo el recién llegado, sonriéndole de tal forma que más que una sonrisa parecía una amenaza.- Y es todo un detalle que te acuerdes de mí después de tanto tiempo.

Sólo el orgullo y la fortaleza que estaban grabados a fuego en su sangre pudieron sostener a Francisca en pie. Aquello tenía que ser una pesadilla horrorosa. Frente a ella estaba Alonso Castro, el hermano menor de Salvador. Con una cara tan parecida a la de ese maldito que sintió que se le desgarraban las entrañas.
- ¿Qué demonios estás haciendo aquí, desgraciado malnacido?- le preguntó con la voz destilando veneno en cada sílaba.
- Vamos, vamos, Francisca- dijo él sonriéndole igual de venenoso.- ¿Qué forma es esa de recibir a un querido familiar tanto tiempo ausente?
- ¡Fuera de mi casa!- estalló Francisca, tan furiosa que sus ojos echaban chispas. El recién llegado por un instante retrocedió.- ¡He dicho fuera!- Francisca estaba tan fuera de sí que empuñó el abrecartas con todas sus fuerzas.- ¿A qué demonios has venido?

Alonso Castro la miró con una mezcla de odio helado y también temor. Vaya, aquella mujer nunca había dejado de tener coraje.
- He venido a por lo que me corresponde. A lo que corresponde a mi familia.- dijo fríamente.
- ¿De qué estás hablando, maldito?
- Lo sabes perfectamente.- la miró desafiante, con esa misma mirada de loco desgraciado que tenía Salvador.- De todo lo que tú eres dueña. Todo eso pertenece a la familia Castro.
- Todo eso pertenece al heredero legítimo.- dijo Francisca intentando contener las ganas de clavarle el abrecartas en la garganta.- Mi hijo, Tristán.
- ¿Heredero legítimo?- preguntó con sorna maligna.- No me hagas reír. Sé toda la verdad, Francisca.

Francisca sintió que algo le estaba desgarrando por dentro.
- ¿Qué quieres decir?
Él la miró maligno, disfrutando del temor que vio aparecer en sus ojos.
- Pues que Tristán no es ningún heredero legítimo. No es el hijo de mi hermano Salvador, sino de ese desgraciado de Raimundo Ulloa. Y muerto mi sobrino Carlos, yo soy el único heredero del patrimonio de los Castro. Así que…- la miró deleitándose con la rabia y temor que reflejaba el rostro de ella.- … todo esto, - hizo un gesto con la mano, abarcando donde se encontraban.- … me pertenece.
- La Casona y sus tierras son sólo mías.- dijo ella, creyendo que esta vez sí cedería ante sus ganas de clavarle el abrecartas en la yugular.- Son de los Montenegro.
- Te equivocas, mi queridísima ex-cuñada. Al casarte con mi hermano, el patrimonio de los Montenegro pasó a manos de los Castro. Pero no te preocupes. No te echaré a la calle como la perra que eres. Te concederé unos días para que puedas trasladarte cómodamente a un miserable chozo. Al fin y al cabo, te casaste con el Ulloa, ¿cierto? Pues serás muy feliz con él “en la riqueza y… en la pobreza”.

Los ojos de Francisca jamás habían echado tantas chispas asesinas.
- ¡Vete de aquí, maldito hijo de perra!!
- Así lo hare… pero la próxima vez que te haga una visita, serán mis abogados los que te invitarán “amablemente” a abandonar esta casa.

Abrió la puerta. Mariana y Rosario estaban justo tras ella, alertadas por los gritos. Miraron al recién llegado con espanto mientras éste se marchaba. Francisca, todavía conmocionada, miró a sus fieles empleadas.
- ¿Se encuentra bien, señora?- preguntó Rosario preocupada.

Francisca iba a contestar cuando, de pronto, un agudo dolor la dejó sin respiración. Sentía que le estaban desgarrando las entrañas. Caminó un paso pero sus piernas le fallaron.
- ¡Señora!

Rosario corrió hacia Francisca y la sostuvo a tiempo. La sentó en la butaca. El dolor era insoportable.
- Dios mío.- murmuró Rosario.- Mariana, ¡corre!, ¡corre a buscar a Pepa!- la aludida giró sobre sus talones y echó a correr. Rosario apoyó la cabeza de Francisca en su hombro.- Vamos, señora, todo saldrá bien. – sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos.- Tiene que aguantar.
#536
Artemisilla
Artemisilla
10/08/2011 17:03
Ay mi Pacaaaa!! Que no le pase nada a la madre ni al niño. Esperemos que el Alonsito Castro se muera pronto!!

Sigue así, campeona!!
#537
lnaeowyn
lnaeowyn
10/08/2011 22:47
Rosario Castañeda sentía que le caían las lágrimas de impotencia y angustia mientras veía cómo Francisca se retorcía de dolor a la vez que intentaba en vano calmarla. En ese momento, Pepa irrumpió en la pieza.
- ¡Gracias al cielo, Pepa!- exclamó la buena Rosario.- Rápido, niña, que esto no pinta nada bien.
- Ayúdame a acostarla, Rosario. ¿Qué diablos ha ocurrido?- miró a Francisca y tragó saliva ante la expresión de dolor que tenía en la cara.
- Ha…aparecido… ese… desgraciado.- dijo Francisca con esfuerzo.- Ese… miserable.
Pepa intercambió una rápida mirada con Rosario.
- Estuvo aquí un hombre.- explicó la fiel Castañeda.- No dijo su nombre. Exigía hablar con la señora.
- Es… Alonso Castro.- Francisca habló como si escupiese el nombre.- El hermano de Salvador. Otro malnacido más.- el agudo dolor ahogó su voz. Ella, desesperada, asió la mano de Pepa.- ¡Quiere quitarme todo! Todo lo que…
- Francisca, por lo que más quiera, sosiéguese.- Pepa la tomó de la mano, estrechándosela con firmeza. Sin embargo, las palabras de su suegra hicieron saltar una alarma en su interior.- Si la vida de la criatura que lleva dentro le importa, sosiéguese. Rosario, prepárame una tisana con esto.- dijo, tendiéndole un saquito.
- Al punto, Pepa.- Rosario desapareció.

Francisca sentía que el dolor la desgarraba. De pronto, un pánico inmenso la atenazó. ¿Y si perdía al niño? Sería por culpa de aquel desgraciado. Pepa advirtió el terror de su rostro. La obligó a mirarla.
- Francisca.- dijo Pepa, con suavidad y firmeza a la vez.- Míreme. Tiene que calmarse. Por el bien de todos. El mío, el suyo y el del niño. Inspire profundamente. ¿O acaso prefiere que le suelte un bofetón como la otra vez?

Francisca olvidó momentáneamente sus temores y miró sorprendida a Pepa. Sin saber por qué, repentinamente sintió verdadero afecto por aquella valiente muchacha. Bueno, realmente, hacía ya bastante tiempo que lo sentía. Asintió y obedeció. Cerró los ojos con fuerza e inspiró hasta llenar el último hueco de sus pulmones. Después dejó escapar el aire poco a poco. Notó que el dolor ya no era tan intenso.
- Eso es.- Pepa la examinó minuciosamente. Rosario apareció en ese momento con la infusión. La joven partera la tomó.- Tenga, bébasela despacio. Y siga respirando profundamente.

Francisca bebió, sintiendo que la valeriana la calmaba. Pepa terminó su revisión.
- ¿Se encuentra mejor?- preguntó la joven.
- Sí, el dolor… ha remitido.
Pepa asintió.
- En breve se le pasará completamente. Tiene suerte de que Rosario haya sido tan rápida. No ha llegado a sangrar, pero he visto muchos casos así que terminan con un aborto.
- Dijiste que mi embarazo marchaba perfectamente.
- Y así es, suegra, pero por muy seguro que esté un embarazo, una preocupación o miedo excesivos puede dar al traste con él. Entiendo que tuviese motivos más que justificados para… haber reaccionado así, pero tendrá que dominar ese temor si quiere que esa criatura salga adelante.

Francisca la miró y terminó asintiendo. En ese momento, la puerta se abrió. Un desesperado Raimundo, con el rostro blanco, apareció tras ella. Francisca sintió que su dolor se esfumaba al verle.
- ¡Francisca!

Avanzó hacia ella como una exhalación, abrazándola para asegurarse de que estaba bien. Ella sonrió, refugiándose en su pecho. Se separó para mirarla.
- ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- miró a Pepa.- ¿Cómo está?
- Cálmese, suegro, ahora está fuera de peligro.- le tranquilizó la joven.- Ha tenido una amenaza de aborto.

Raimundo creyó morir.
- ¿Qué…? Pero ¿por qué?!

Francisca creyó sentir de nuevo un puñal en el corazón al recordar la escena vivida. Raimundo la miró inmensamente preocupado. Pepa intercambió una mirada con su suegra, comunicándose con ella en silencio. Francisca se tragó el temor y respiró hondo de nuevo.
- Raimundo, eso ahora es lo de menos.- Pepa apoyó una mano en el hombro de su suegro.- Ahora mismo, Francisca debe descansar. ¿Me está oyendo, suegra? Quiero que guarde reposo absoluto por lo menos un día entero. Ahora quédese en el sofá un rato. Después se acostará en su lecho y mañana a esta misma hora vendré a ver como está.

Francisca asintió.
- Gracias, Pepa.
Pepa se volvió a Raimundo.
- Y usted cálmese y… lo que tengan que hablar, puede esperar hasta mañana. Debe descansar.
- Así se hará.- Raimundo apoyó la mano en el hombro de su nuera.- No sé cómo darte las gracias.
- Me consideraré suficientemente agradecida si ese niño nace en mis manos.- dijo la joven partera. Tomó cariñosa la mano de Raimundo.- Mañana me acercaré.

Raimundo se volvió a su esposa en cuanto Pepa se hubo marchado. Ella le miraba con la preocupación clavada en sus ojos.
- Raimundo.- le llamó.- Por favor, abrázame.

Él se acercó y la abrazó con toda su alma contra su corazón.
#538
elivr
elivr
10/08/2011 23:04
Ina genial el relato, no paro de leer y cada dia me gusta mas, como sino tuvieramos bastante, ahora aparece Alonso Castro para fastidiar a la pareja. Menos mal que no ha perdido el bebe la doña.
Esperemos que la semana que viene haya escena, que ya toca, y que Tristan sea hijo de Raimundo, sino que decepción, si lo fuera Soledad.
#539
Abril 22
Abril 22
10/08/2011 23:22
Lo de "a ver quién insulta mejor" es grande. Francisca en medio de una pelea de estas le suelta a a su Rai que pagó la Operación y el Ulloa le planta un muerdo que de esta sale otro Ulloa-Montenegrocarcajada!!!!
#540
mariajo76
mariajo76
10/08/2011 23:34
pero bueno, esto que es , estaba yo partida de risa con los churros Ulloa y ahora esto, que tengo un nudo en el estómago malísimo, menos mal que sólo ha sido un susto.
Ina pareces que me lees la mente por que yo en la serie pensé lo mismo, que si carlos castro no moría y tristan es hijo de Rai, el heredero es Carlos, pero si Carlos muere la heredera es...SOLEDAD juas juas justicia poética se llama eso, ella que fue la más maltratada por ese cerdo que fue su padre, ahora se queda con todoooooooooo
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