El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon
#0

08/06/2011 23:44
Vídeos FormulaTV
#501

08/08/2011 20:42
Ayyyy La Paca por favor qué auténtica que ha estado hoy.
Me encanta, la Paca, y toda su naturalidad con la maldad y el expresar sus pensamientos en toda su crudeza, sin ninguna vergüenza jejejejej… es que no puedo dejar de reírme.
Cuando le dice a Tristán: “cuando te pones así… ¡es que me sacas de mis casillas! (jajajaja) por favor que frase más espectacular de la Paca…
Y le dice Tristán: “sólo trato de ser justo”
Y sigue pletórica la Doña: “¡pues llámalos de nuevo (jejeje)… que quemen la casa, y que nos corten a todos el cuello!
¡MAGISTRAL! el guionista de esta escena mostrándonos a la demonia hablando sin cortapisas, expresando sus pensamientos y sus principios, a palabras claras, sin dobleces. Tal piensa, tal habla, tal hace.
¡Precioso el personaje, como modelo de persona de esa manera de pensar!
Me encanta, la Paca, y toda su naturalidad con la maldad y el expresar sus pensamientos en toda su crudeza, sin ninguna vergüenza jejejejej… es que no puedo dejar de reírme.
Cuando le dice a Tristán: “cuando te pones así… ¡es que me sacas de mis casillas! (jajajaja) por favor que frase más espectacular de la Paca…
Y le dice Tristán: “sólo trato de ser justo”
Y sigue pletórica la Doña: “¡pues llámalos de nuevo (jejeje)… que quemen la casa, y que nos corten a todos el cuello!
¡MAGISTRAL! el guionista de esta escena mostrándonos a la demonia hablando sin cortapisas, expresando sus pensamientos y sus principios, a palabras claras, sin dobleces. Tal piensa, tal habla, tal hace.
¡Precioso el personaje, como modelo de persona de esa manera de pensar!
#502

08/08/2011 20:50
Terele o me estoy volviendo paranoica o me ha dado la sensación de uqe hablaba a Tristán como le hablaba a Raimundo y es que yo todo lo llevo al mismo terreno, je je.
Ya lo he dicho otras veces, para mi Francisca es el personaje de la serie, mala a más no poder pero con ese fondo de ternura que saca cuando esta cerca su Rai, o sus seres queridos están en peligro, en definitiva es como la vida misma con sus dos caras, ahora, la discusión con Tristan ha sido genial, "si a mi me dejan se estarían cavando fosas" ja ja que grande
Ya lo he dicho otras veces, para mi Francisca es el personaje de la serie, mala a más no poder pero con ese fondo de ternura que saca cuando esta cerca su Rai, o sus seres queridos están en peligro, en definitiva es como la vida misma con sus dos caras, ahora, la discusión con Tristan ha sido genial, "si a mi me dejan se estarían cavando fosas" ja ja que grande
#503

08/08/2011 21:00
Chicas os dejo dos gifs de la Paca del viernes, que no los pude hacer antes porque no tenia el programa, pero que los pongo porque me hace mucha gracia 

Espero que os gusten, un beso



Espero que os gusten, un beso

#504

08/08/2011 21:13
Concuerdo contigo, Terele. Hoy la Paca ha estado más espectacular que de costumbre. Si es que cuando la he visto gritándole al idiota del Venancio, que la apuntaba con la escopeta.... OLÉEEEE TUSSS HUEVOOOOOS, FRANCISCA. Jajajjajajaja, vamos, que ni toda la guardia Civil ni ejército ni leches tiene más cojones que Francisca Montenegro. Lo que me he podido reír cuando discute con Tristán... sí, muy cierto, como si lo estuviese haciendo con Raimundo, jajajja. Si es que ha estado sembrada:
" ¡Si es que me sacas de quicio!"
"¡Si tuviese yo la fuerza de un hombre...!"- gluppps, pobrecitos todos. Si no le hace falta, jajajja.
Y la mejor...
"¿Pepa y Raimundo nos han salvado??? El mundo al revés..." jaajajajajajajajajaja.
En cuanto a mi relato mariajo... pues estoy en una encrucijada. A ver cómo sigo yo esto... después del clímax, jeje. Bueno... algo caerá...
" ¡Si es que me sacas de quicio!"
"¡Si tuviese yo la fuerza de un hombre...!"- gluppps, pobrecitos todos. Si no le hace falta, jajajja.
Y la mejor...
"¿Pepa y Raimundo nos han salvado??? El mundo al revés..." jaajajajajajajajajaja.
En cuanto a mi relato mariajo... pues estoy en una encrucijada. A ver cómo sigo yo esto... después del clímax, jeje. Bueno... algo caerá...
#505

08/08/2011 22:30
Si la Paca ha estado sublime, no se ha achantado ante la sublevación, esa lengua descarada jaja, y la mirada a Tristan cuando abrazaba a Pepa, o cuando le dice al comandante que si lo ha salvado Raimundo y Pepa es el mundo al reves. Lo que no entiendo porque Raimundo no ha hablado con ella sobre la situación de Sebas. Esta tardando demasiado una escena entre Raimundo y Francisca, eso es que tiene que ser la próxima muy buena.
#506

08/08/2011 22:36
Estoy totalmente de acuerdo contigo, elivr. Como he dicho, algo se esta cociendo a fuego lento entre Rai y Paca... y acabará explotando, jeje. Cuando Rai le ha dicho a Sebas si estaba dispuesto a luchar a su lado... Huyy, huy, huy... Que cuando se encuentren, esta vez Rai sí que va a fulminar a la Paca con la mirada... ahora que puede al fin,
¿Qué estará tramando nuestro Rai??

#507

08/08/2011 22:50
Miri, me mola lo de "darle un golpe magistral a la doña", magistral o como sea pero que Rai le de a la Doña pero ya, aunque en los avances na de na
#508

09/08/2011 00:18
Muchas felicidades lnaeowyn por tus relatos....y muchas gracias!!!! Ya que los guionistas no nos brindan escenas de Rai y Paca podemos deleitarnos con tus maravillosos relatos. :D
#509

09/08/2011 01:21
Ina una duda que me corroe ¿y dónde se supone que van a vivir este par? Por que la verdad es que no veo yo a la Doña viviendo en la posada y no se por que me parece que en la casona Rai se sentiría un poco incómodo, al fin y al cabo la habitación del matrimonio es la de Francisca y es una habitación de chica, tendrán que hacer reformas, digo yo., en fin dudas existenciales debidas al insomnio
otra duda ¿podría la Paca quedarse embaraza?¿está aún con la menopausia? si se quedó de Tristán con mas o menos 18 mas 28 son 46, como Ana Rosa Quintana y ella tuvo gemelos así que aun es posible y dado que medios de protección no han puesto...
en fin, sigue con la historia si puedes que sea lo que sea seguro que es fantástico
otra duda ¿podría la Paca quedarse embaraza?¿está aún con la menopausia? si se quedó de Tristán con mas o menos 18 mas 28 son 46, como Ana Rosa Quintana y ella tuvo gemelos así que aun es posible y dado que medios de protección no han puesto...
en fin, sigue con la historia si puedes que sea lo que sea seguro que es fantástico
#510

09/08/2011 08:12
Pues ya te digo yo que ahí los guionistas han metido la pata por que si son de la misma edad significa que tuvo a Tristán con 29 años y eso en aquellos años estaba mal visto quiero decir que los matrimonios se celebraban con, por lo menos la novia muy joven, 29 años y sin casar sería una solterona.
Creo recordar que María de las Mercedes, la que se casó con Alfonso XII la de la peli, lo hizo con 16 o 17 años y a todo el mundo le pareció de perlas, ya que en esos tiempos el fin de la mujer era el matrimonio, así que no me creo que una mujer como Francisca, perteneciente a las clases altas, con un novio rico también y que estaban juntos desde los 10 años, con 29 estuviera sin casar, para que sea lógico, ella debió de tener a Tristán con 17 o 19 años, por lo que ahora estaria por los 45-47
Creo recordar que María de las Mercedes, la que se casó con Alfonso XII la de la peli, lo hizo con 16 o 17 años y a todo el mundo le pareció de perlas, ya que en esos tiempos el fin de la mujer era el matrimonio, así que no me creo que una mujer como Francisca, perteneciente a las clases altas, con un novio rico también y que estaban juntos desde los 10 años, con 29 estuviera sin casar, para que sea lógico, ella debió de tener a Tristán con 17 o 19 años, por lo que ahora estaria por los 45-47
#511

09/08/2011 10:39
Concuerdo totalmente contigo, Mariajo. En mi relato, Francisca tiene 48 años, igual que Raimundo. Tuvo a Tristán con 20 y Tristán tiene 28 años. Así que... jajja, sí, pocría quedarse embarazada. Podría ser divertido, sí... A ella no se le pasa ni por la cabeza, porque cree que eso ya es imposible, pero sería muy gracioso darle un buen susto... aunque luego fuese una falsa alarma.
#512

09/08/2011 10:54
Ina, si la preñas que sea hasta el final, de perdidos al río, ni susto ni leches, que se quede embarazada y que tenga a su Raimundo Junior. Jo esa historia si que merece ser contada, pobre Rai lo que iba a pasar en ese embarazo además, sería un buen final para tu historia ¿no?, Rai, Francisca y Tristan con el pequeño, como cerrando un círculo
Edito: y Pepa de partera, solo de imaginarme la escena la Pepa de comadrona y la Paca con unos dolores de la muerte soltando por esa boquita me parto
Edito: y Pepa de partera, solo de imaginarme la escena la Pepa de comadrona y la Paca con unos dolores de la muerte soltando por esa boquita me parto
#513

09/08/2011 11:38
Jajajajajjaa... creo que me habéis convencido. Esto va a ser el acabóse, 





Había pasado una semana desde la boda y todo había vuelto a su normalidad en Puente Viejo. Francisca y Raimundo estaban desayunando tranquilamente una mañana mientras charlaban. Ella meneó la cabeza por tercera vez y él sonrió por quinta.
- Mira que le encuentras problemas a cualquier cosa…- dijo él.
- No es cualquier cosa, Raimundo.- le miró.- Es simplemente que no entiendo por qué tienes que seguir atendiendo la posada y la casa de comidas. Esa tarea la hacen ya muy bien Emilia y Alfonso.
Raimundo sonrió divertido, adivinando sus pensamientos.
- Entiendo que sea difícil para ti reconocer que te has casado con un tabernero… pero lamento comunicarte, mi querida Francisca, que, efectivamente, lo has hecho.- dijo burlón.
- Tú no eres un tabernero.- ella le miró un tanto enfadada.- Eres Raimundo Ulloa, perteneciente a una familia igual de distinguida que los Montenegro.
- ¡Vaya!- soltó él, fingiendo sorpresa.- ¿No me digas que me vas a devolver todas las posesiones que me robaste?
Ella le fulminó con la mirada.
- ¡Está visto que no se puede hablar en serio contigo!
Raimundo sonrió como si no hubiese roto un plato y le acarició tierno la mano. El enfado de ella se evaporó sustituido por un millón de mariposas en el estómago ante la caricia. Se enfureció consigo misma. Había intentado por todos los medios no ceder ante las zalamerías y el encanto de Raimundo, pero era superior a sus fuerzas. Él rió suavemente.
- Mi pequeña, esa posada y esa casa de comidas significan tanto para mí como para ti lo significa la casona y sus terrenos. ¿Te gustaría que te pidiera que dejaras de ocuparte de ellos?
Ella iba a contestar un “no”, rotundo, pero le miró, sintiéndose un poquito enfadada porque se daba cuenta de que él iba a salirse con la suya. Sí, era cierto. El muy canalla tenía razón.
- No… no me gustaría. De hecho, te mandaría al diablo.
Raimundo sonrió ante la ruda sinceridad de ella.
- ¿Tan humillante es para ti que atienda mi negocio?- le preguntó, mirándola fijamente.
Francisca tragó saliva y le miró. Se perdió en sus hermosos ojos castaños y su mirada paseó por todos y cada uno de los rasgos de su rostro, al que conocía como al suyo propio. Súbitamente se dio cuenta de que le importaba un comino que fuese un tabernero o un destripaterrones. Le quería con toda su alma.
- No…- dijo finalmente ella.- Yo…
- ¿Tú…?- él la taladraba con la miraba. Sabía lo que quería decir, pero quería oírselo de su boca. Sería muy divertido. Ella bufó algo frustrada.
- Está bien, ¡vale! Me da exactamente igual que seas un condenado tabernero. ¿Contento?- admitió en un arranque.
Raimundo sonrió sin dejar de mirarla admirado. Ella sin embargo, no hacía más que darle vueltas a la cucharilla del café, evitando obstinada sus ojos.
- Francisca…- la llamó, condescendiente.
- ¿Qué?- respondió ella, sin levantar la mirada, como si su café fuese lo más interesante del mundo. Sintió un escalofrío cuando la mano de él tomó su mentón y lo alzó delicadamente hasta que se alinearon sus ojos.
- ¿Tienes idea de lo mucho que te adoro?- le preguntó en voz baja.
No pudo decir nada. Los escalofríos le atenazaban la garganta. Él se acercó y atrapó su labio inferior entre los suyos. Los escalofríos parecieron convertirse en fuegos artificiales. El beso prendió como la pólvora. En un brusco movimiento, ella alzó la mano para acariciarle el rostro sin contar con que el azucarero se encontraba en medio de la trayectoria. La delicada pieza de porcelana se hizo añicos contra el suelo.
- Bravo, Francisca… y después hablas de Mariana.- Rió Raimundo.
- Ha… sido un accidente. Y además, ha sido por tu culpa.- se defendió ella.
Terminaron el desayuno. Raimundo se levantó.
- Bueno. Voy a pasarme por la conservera para hacerle un pedido a Sebastián. Tenemos la posada bajo mínimos. Y no te preocupes…- añadió mordaz.- que procuraré ponerme el delantal nuevo para inaugurar mi nueva posición como el esposo de nuestra más ilustre cacique.
Francisca se levantó, dispuesta a arrojarle la tetera a la cabeza. Sin embargo, de pronto sintió que se le nublaba la vista. Él advirtió enseguida el cambio. La sonrisa se le borró de golpe y se acercó como una exhalación a ella. La tomó por la cintura antes de que el equilibrio le fallase.
- Francisca… ¿qué te ocurre?- preguntó preocupado.
- Yo… no lo sé. Me siento… mareada de repente.
Raimundo la hizo sentar en la butaca, le tendió un vaso de agua y abrió la ventana. Volvió junto a ella, tomándole la mano.
- ¿Te encuentras mejor?
- Un poco…
- Será mejor que avise a Pepa.
- No seas exagerado. Ya se me pasará.- repuso ella.
Raimundo meneó la cabeza.
- Tozuda como una recua de mulas.- dijo con sorna. Se volvió.- Mariana.- Llamó.
En pocos segundos apareció su nuera.
- ¿Sí, señor?
Raimundo la miró. No acababa de acostumbrarse a que lo llamasen “señor”. Sonrió a la muchacha.
- Ve a buscar a Pepa. Dile que Francisca se encuentra un poco mareada.
La joven Castañeda asintió y desapareció.






Había pasado una semana desde la boda y todo había vuelto a su normalidad en Puente Viejo. Francisca y Raimundo estaban desayunando tranquilamente una mañana mientras charlaban. Ella meneó la cabeza por tercera vez y él sonrió por quinta.
- Mira que le encuentras problemas a cualquier cosa…- dijo él.
- No es cualquier cosa, Raimundo.- le miró.- Es simplemente que no entiendo por qué tienes que seguir atendiendo la posada y la casa de comidas. Esa tarea la hacen ya muy bien Emilia y Alfonso.
Raimundo sonrió divertido, adivinando sus pensamientos.
- Entiendo que sea difícil para ti reconocer que te has casado con un tabernero… pero lamento comunicarte, mi querida Francisca, que, efectivamente, lo has hecho.- dijo burlón.
- Tú no eres un tabernero.- ella le miró un tanto enfadada.- Eres Raimundo Ulloa, perteneciente a una familia igual de distinguida que los Montenegro.
- ¡Vaya!- soltó él, fingiendo sorpresa.- ¿No me digas que me vas a devolver todas las posesiones que me robaste?
Ella le fulminó con la mirada.
- ¡Está visto que no se puede hablar en serio contigo!
Raimundo sonrió como si no hubiese roto un plato y le acarició tierno la mano. El enfado de ella se evaporó sustituido por un millón de mariposas en el estómago ante la caricia. Se enfureció consigo misma. Había intentado por todos los medios no ceder ante las zalamerías y el encanto de Raimundo, pero era superior a sus fuerzas. Él rió suavemente.
- Mi pequeña, esa posada y esa casa de comidas significan tanto para mí como para ti lo significa la casona y sus terrenos. ¿Te gustaría que te pidiera que dejaras de ocuparte de ellos?
Ella iba a contestar un “no”, rotundo, pero le miró, sintiéndose un poquito enfadada porque se daba cuenta de que él iba a salirse con la suya. Sí, era cierto. El muy canalla tenía razón.
- No… no me gustaría. De hecho, te mandaría al diablo.
Raimundo sonrió ante la ruda sinceridad de ella.
- ¿Tan humillante es para ti que atienda mi negocio?- le preguntó, mirándola fijamente.
Francisca tragó saliva y le miró. Se perdió en sus hermosos ojos castaños y su mirada paseó por todos y cada uno de los rasgos de su rostro, al que conocía como al suyo propio. Súbitamente se dio cuenta de que le importaba un comino que fuese un tabernero o un destripaterrones. Le quería con toda su alma.
- No…- dijo finalmente ella.- Yo…
- ¿Tú…?- él la taladraba con la miraba. Sabía lo que quería decir, pero quería oírselo de su boca. Sería muy divertido. Ella bufó algo frustrada.
- Está bien, ¡vale! Me da exactamente igual que seas un condenado tabernero. ¿Contento?- admitió en un arranque.
Raimundo sonrió sin dejar de mirarla admirado. Ella sin embargo, no hacía más que darle vueltas a la cucharilla del café, evitando obstinada sus ojos.
- Francisca…- la llamó, condescendiente.
- ¿Qué?- respondió ella, sin levantar la mirada, como si su café fuese lo más interesante del mundo. Sintió un escalofrío cuando la mano de él tomó su mentón y lo alzó delicadamente hasta que se alinearon sus ojos.
- ¿Tienes idea de lo mucho que te adoro?- le preguntó en voz baja.
No pudo decir nada. Los escalofríos le atenazaban la garganta. Él se acercó y atrapó su labio inferior entre los suyos. Los escalofríos parecieron convertirse en fuegos artificiales. El beso prendió como la pólvora. En un brusco movimiento, ella alzó la mano para acariciarle el rostro sin contar con que el azucarero se encontraba en medio de la trayectoria. La delicada pieza de porcelana se hizo añicos contra el suelo.
- Bravo, Francisca… y después hablas de Mariana.- Rió Raimundo.
- Ha… sido un accidente. Y además, ha sido por tu culpa.- se defendió ella.
Terminaron el desayuno. Raimundo se levantó.
- Bueno. Voy a pasarme por la conservera para hacerle un pedido a Sebastián. Tenemos la posada bajo mínimos. Y no te preocupes…- añadió mordaz.- que procuraré ponerme el delantal nuevo para inaugurar mi nueva posición como el esposo de nuestra más ilustre cacique.
Francisca se levantó, dispuesta a arrojarle la tetera a la cabeza. Sin embargo, de pronto sintió que se le nublaba la vista. Él advirtió enseguida el cambio. La sonrisa se le borró de golpe y se acercó como una exhalación a ella. La tomó por la cintura antes de que el equilibrio le fallase.
- Francisca… ¿qué te ocurre?- preguntó preocupado.
- Yo… no lo sé. Me siento… mareada de repente.
Raimundo la hizo sentar en la butaca, le tendió un vaso de agua y abrió la ventana. Volvió junto a ella, tomándole la mano.
- ¿Te encuentras mejor?
- Un poco…
- Será mejor que avise a Pepa.
- No seas exagerado. Ya se me pasará.- repuso ella.
Raimundo meneó la cabeza.
- Tozuda como una recua de mulas.- dijo con sorna. Se volvió.- Mariana.- Llamó.
En pocos segundos apareció su nuera.
- ¿Sí, señor?
Raimundo la miró. No acababa de acostumbrarse a que lo llamasen “señor”. Sonrió a la muchacha.
- Ve a buscar a Pepa. Dile que Francisca se encuentra un poco mareada.
La joven Castañeda asintió y desapareció.
#514

09/08/2011 11:50
ja ja esto sí que va a ser muy grande NO PUEDOOOOOOOOOOOOOOOORRRRR.
Ahora la cara de Pepa va a ser la bomba, es que no puedo esperar, junior viene en caminooooooooo
Raimundo que todos los santos te amparen por que te esperan 9 meses muy malitos
Ahora la cara de Pepa va a ser la bomba, es que no puedo esperar, junior viene en caminooooooooo
Raimundo que todos los santos te amparen por que te esperan 9 meses muy malitos
#515

09/08/2011 11:59
Jajajajaja qué bueno!! Primero Ray tirándole puyitas: que si la cacique más ilustre, que si me vas a devolver mis posesiones... La Paca tirando el azucarero, a lo Mariana, y luego el mareo... jijijij
Esto promete!!
Esto promete!!
#516

09/08/2011 14:34
Pepa Balmes de Ulloa-Montenegro terminó de examinar a Francisca y casi sintió que a ella le iba a dar también un vahído. Tragó saliva. Por vez primera en toda su vida no sabía cómo afrontar una situación. Y eso que había hecho frente a miles de ellas que le helarían la sangre a cualquiera. Pero aquello… Comparado con aquello, todo lo demás parecía una nimiedad. Cerró los ojos un momento. Incluso volvió a examinarla por segunda vez, algo que nunca hacía, segura siempre de sus certeros diagnósticos. Suspiró. Sí, y tan certeros. Alzó la cabeza y tragó saliva. Dos angustiosos rostros la miraban sin pestañear.
- Pepa, por todos los…- explotó Raimundo, preocupado.- ¿Quieres que me dé un infarto? ¿A qué viene esa cara? ¿Ocurre algo grave?
La joven relajó el rostro, sintiéndose culpable.
- Tranquilo, Raimundo, que no se va a morir. Su pequeña está tan saludable como de costumbre.- dijo tranquilizadora.
Raimundo se sintió tan aliviado que volvió a respirar. Pero Francisca seguía mirándola, preocupada.
- Entonces… ¿Debo suponer que estos mareos son sólo porque el mayor entretenimiento de Raimundo es sacarme de quicio?- preguntó ella.
Pepa reprimió la risa. No era el momento más adecuado para reír.
- A decir verdad… Raimundo tiene bastante que ver en esto.- dijo, sin pensar. Se arrepintió en el acto al ver la cara que le estaban dedicando sus queridos suegros. Procuró cambiar dignamente de tema y miró a Francisca.- Ha dicho “mareos”. Entonces, éste no es el primero…
No era una pregunta. Francisca la miró un tanto aprensiva.
- No, no lo es. Ayer por la mañana también sentí un ligero mareo. No le di la mayor importancia. Se me pasó rápidamente.
Pepa se quedó en silencio. Francisca y Raimundo la miraban expectantes. Finalmente, Francisca no pudo más.
- ¿Quieres decir de una vez qué demonios te ronda por esa orgullosa sesera, Pepa Balmes? Porque te juro que como no lo hag…
- Está embarazada.
Pepa creyó que el tiempo se había detenido. Sí, vale, lo había soltado como una bomba, pero ¿acaso podía suavizarse de alguna manera semejante noticia? Se preocupó al ver las caras de espanto que en ese momento tenían sus dos suegros. Después, la cara de Raimundo cambió a un espanto feliz. Pero la cara de la Doña se transformó decididamente en un espanto… espantoso. Pepa tragó saliva.
- ¿Q…Q…Qué??- pudo articular Francisca al fin.
Pepa la miró. Por una vez su suegra le infundió un poquito de temor.
- Lo que ha oído, doña Francisca. Está usted embarazada.
Francisca miraba a su nuera como si hubiese perdido irremediablemente el juicio. Raimundo sentía una salvaje alegría, pero se preocupó al ver la cara asesina que su mujer le estaba dedicando a Pepa.
- ¿Qué…? ¿Qué demonios estás diciendo? ¿Te has vuelto completamente loca?? Eso es…¡imposible!
Pepa respiró hondo.
- No, señora, no lo es. Alcanzar el climaterio no es algo que ocurra en todas las mujeres a la misma edad. Algunas con cuarenta y pocos ya no pueden tener hijos, pero otras con cincuenta sí. Depende de la persona. Además, incluso aunque se empiecen a notar los síntomas y los sangrados no vengan cada mes, no quiere decir que ya no exista riesgo alguno de quedarse en estado. Es más difícil, cierto… pero…
Pepa se calló, como si de repente sintiera una peculiar incomodidad al hablar del tema. Algo ciertamente raro en ella, pensó Francisca.
- Pero… ¿qué?- la apremió Francisca desquiciada.
- Digamos que…- la joven partera respiró hondo.- …si las relaciones son… frecuentes, se elimina esa dificultad.
Francisca creyó que el suelo se abría a sus pies para enterrarla viva. La vergüenza que sentía ante las incómodas confesiones con don Anselmo era una nimiedad comparada con lo que estaba sintiendo ahora. Miró a Raimundo. Si sus ojos fuesen dos cañones, todo Puente Viejo estaría de luto los tres días siguientes por la pérdida de tan querido vecino. Raimundo intentó evitar el impulso de alzarla en vilo y besarla con toda su alma. La alegría le desbordaba, pero enseguida advirtió que el horno no estaba para bollos. Miró a Pepa, pensando cuidadosamente la pregunta.
- Y…Exceptuando esta… noticia, ¿no hay nada fuera de la normalidad?
Francisca quiso matarlo allí mismo. Pepa detuvo la sonrisa que estaba a punto de asomar a sus labios.
- Pues no, en absoluto.-contestó ella.- Está perfectamente y el embarazo transcurre con total normalidad.
- ¡Normalidad!- exclamó Francisca, sin poder aguantarse por más tiempo.- ¿Qué clase de normalidad es que una mujer de mi edad esté embarazada??
Pepa sostuvo su mirada.
- Cálmese, suegra. Es cierto que un embarazo a su edad puede entrañar más riesgo. Pero usted rebosa salud y energía. Si sobrevivió a un balazo casi en el corazón, le aseguro que dará a luz con tanta facilidad como Herminia.
Francisca no sabía si maldecir su suerte o matar a Pepa por compararla con una labriega. Sin embargo, toda su rabia se concentró de repente en la persona que se encontraba a su derecha.
- ¡Tú!- apuntó con un dedo amenazador a Raimundo. Se levantó tan repentinamente del asiento que de nuevo el mundo volvió a girar a su alrededor. Raimundo la sostuvo.- Te juro que te mataré… en cuanto se me pase esta horrible náusea.
Pepa sonrió a Raimundo, meneando la cabeza.
- Debe tranquilizarse, doña Francisca. Ese explosivo carácter no la beneficia en su estado. Todo irá bien.- vio cómo su suegra la fulminaba con la mirada, mientras se sentaba otra vez.- Bueno, será mejor que… me vaya. En unos días volveré a examinarla.
- Gracias Pepa.- Raimundo sonrió a su nuera mientras esta se marchaba.
Raimundo se volvió hacia Francisca. Ella volvió a fulminarle con la mirada por enésima vez.
- ¿¡Cómo demonios has podido hacerme… esto?!
- Bueno… creo que los dos sabemos cómo ha ocurrido.- bromeó él.- Empezó en la conservera y…
Raimundo se calló inmediatamente. Pepa había dicho que no convenía que se alterara. Además, viendo cómo le miraba, empezaba a temer seriamente por su vida.
- Perdona.- dijo suavemente.- Sólo quería quitarle hierro al asunto. No entiendo por qué te lo tomas así. Yo me siento el hombre más feliz del universo ahora mismo.
El enfado se esfumó del rostro de Francisca. Ahora le miraba incrédula. Él le acarició tierno la mejilla.
- No te sorprendas. ¿Qué mayor felicidad puede haber que la mujer a la que amo con todas las fuerzas de mi ser me dé un hijo?
Francisca sintió que su corazón se rompía de felicidad y amor por él. Meneó la cabeza, aún luchando contra su sentido común.
- Raimundo… Somos demasiado… mayores. Más que sus padres, pareceremos sus abuelos.
- Eso no tiene importancia alguna.- dijo él.- Ese niño o niña va a tener todo lo que necesite. Amor, ternura y una gran familia que le adorará. Será muy afortunado. No todos pueden presumir de tener una madre cacique y un padre tabernero.- dijo, guiñándole un ojo travieso.
Francisca no pudo evitar sonreír. Él le atrajo el rostro y la besó. Al separarse, Francisca sintió una nueva náusea.
- No creas que esto quedará impune… Me vengaré de ti.- dijo ella, medio en broma medio en serio.
- No sabes cuánto espero tu venganza.- se rió él.
- Pepa, por todos los…- explotó Raimundo, preocupado.- ¿Quieres que me dé un infarto? ¿A qué viene esa cara? ¿Ocurre algo grave?
La joven relajó el rostro, sintiéndose culpable.
- Tranquilo, Raimundo, que no se va a morir. Su pequeña está tan saludable como de costumbre.- dijo tranquilizadora.
Raimundo se sintió tan aliviado que volvió a respirar. Pero Francisca seguía mirándola, preocupada.
- Entonces… ¿Debo suponer que estos mareos son sólo porque el mayor entretenimiento de Raimundo es sacarme de quicio?- preguntó ella.
Pepa reprimió la risa. No era el momento más adecuado para reír.
- A decir verdad… Raimundo tiene bastante que ver en esto.- dijo, sin pensar. Se arrepintió en el acto al ver la cara que le estaban dedicando sus queridos suegros. Procuró cambiar dignamente de tema y miró a Francisca.- Ha dicho “mareos”. Entonces, éste no es el primero…
No era una pregunta. Francisca la miró un tanto aprensiva.
- No, no lo es. Ayer por la mañana también sentí un ligero mareo. No le di la mayor importancia. Se me pasó rápidamente.
Pepa se quedó en silencio. Francisca y Raimundo la miraban expectantes. Finalmente, Francisca no pudo más.
- ¿Quieres decir de una vez qué demonios te ronda por esa orgullosa sesera, Pepa Balmes? Porque te juro que como no lo hag…
- Está embarazada.
Pepa creyó que el tiempo se había detenido. Sí, vale, lo había soltado como una bomba, pero ¿acaso podía suavizarse de alguna manera semejante noticia? Se preocupó al ver las caras de espanto que en ese momento tenían sus dos suegros. Después, la cara de Raimundo cambió a un espanto feliz. Pero la cara de la Doña se transformó decididamente en un espanto… espantoso. Pepa tragó saliva.
- ¿Q…Q…Qué??- pudo articular Francisca al fin.
Pepa la miró. Por una vez su suegra le infundió un poquito de temor.
- Lo que ha oído, doña Francisca. Está usted embarazada.
Francisca miraba a su nuera como si hubiese perdido irremediablemente el juicio. Raimundo sentía una salvaje alegría, pero se preocupó al ver la cara asesina que su mujer le estaba dedicando a Pepa.
- ¿Qué…? ¿Qué demonios estás diciendo? ¿Te has vuelto completamente loca?? Eso es…¡imposible!
Pepa respiró hondo.
- No, señora, no lo es. Alcanzar el climaterio no es algo que ocurra en todas las mujeres a la misma edad. Algunas con cuarenta y pocos ya no pueden tener hijos, pero otras con cincuenta sí. Depende de la persona. Además, incluso aunque se empiecen a notar los síntomas y los sangrados no vengan cada mes, no quiere decir que ya no exista riesgo alguno de quedarse en estado. Es más difícil, cierto… pero…
Pepa se calló, como si de repente sintiera una peculiar incomodidad al hablar del tema. Algo ciertamente raro en ella, pensó Francisca.
- Pero… ¿qué?- la apremió Francisca desquiciada.
- Digamos que…- la joven partera respiró hondo.- …si las relaciones son… frecuentes, se elimina esa dificultad.
Francisca creyó que el suelo se abría a sus pies para enterrarla viva. La vergüenza que sentía ante las incómodas confesiones con don Anselmo era una nimiedad comparada con lo que estaba sintiendo ahora. Miró a Raimundo. Si sus ojos fuesen dos cañones, todo Puente Viejo estaría de luto los tres días siguientes por la pérdida de tan querido vecino. Raimundo intentó evitar el impulso de alzarla en vilo y besarla con toda su alma. La alegría le desbordaba, pero enseguida advirtió que el horno no estaba para bollos. Miró a Pepa, pensando cuidadosamente la pregunta.
- Y…Exceptuando esta… noticia, ¿no hay nada fuera de la normalidad?
Francisca quiso matarlo allí mismo. Pepa detuvo la sonrisa que estaba a punto de asomar a sus labios.
- Pues no, en absoluto.-contestó ella.- Está perfectamente y el embarazo transcurre con total normalidad.
- ¡Normalidad!- exclamó Francisca, sin poder aguantarse por más tiempo.- ¿Qué clase de normalidad es que una mujer de mi edad esté embarazada??
Pepa sostuvo su mirada.
- Cálmese, suegra. Es cierto que un embarazo a su edad puede entrañar más riesgo. Pero usted rebosa salud y energía. Si sobrevivió a un balazo casi en el corazón, le aseguro que dará a luz con tanta facilidad como Herminia.
Francisca no sabía si maldecir su suerte o matar a Pepa por compararla con una labriega. Sin embargo, toda su rabia se concentró de repente en la persona que se encontraba a su derecha.
- ¡Tú!- apuntó con un dedo amenazador a Raimundo. Se levantó tan repentinamente del asiento que de nuevo el mundo volvió a girar a su alrededor. Raimundo la sostuvo.- Te juro que te mataré… en cuanto se me pase esta horrible náusea.
Pepa sonrió a Raimundo, meneando la cabeza.
- Debe tranquilizarse, doña Francisca. Ese explosivo carácter no la beneficia en su estado. Todo irá bien.- vio cómo su suegra la fulminaba con la mirada, mientras se sentaba otra vez.- Bueno, será mejor que… me vaya. En unos días volveré a examinarla.
- Gracias Pepa.- Raimundo sonrió a su nuera mientras esta se marchaba.
Raimundo se volvió hacia Francisca. Ella volvió a fulminarle con la mirada por enésima vez.
- ¿¡Cómo demonios has podido hacerme… esto?!
- Bueno… creo que los dos sabemos cómo ha ocurrido.- bromeó él.- Empezó en la conservera y…
Raimundo se calló inmediatamente. Pepa había dicho que no convenía que se alterara. Además, viendo cómo le miraba, empezaba a temer seriamente por su vida.
- Perdona.- dijo suavemente.- Sólo quería quitarle hierro al asunto. No entiendo por qué te lo tomas así. Yo me siento el hombre más feliz del universo ahora mismo.
El enfado se esfumó del rostro de Francisca. Ahora le miraba incrédula. Él le acarició tierno la mejilla.
- No te sorprendas. ¿Qué mayor felicidad puede haber que la mujer a la que amo con todas las fuerzas de mi ser me dé un hijo?
Francisca sintió que su corazón se rompía de felicidad y amor por él. Meneó la cabeza, aún luchando contra su sentido común.
- Raimundo… Somos demasiado… mayores. Más que sus padres, pareceremos sus abuelos.
- Eso no tiene importancia alguna.- dijo él.- Ese niño o niña va a tener todo lo que necesite. Amor, ternura y una gran familia que le adorará. Será muy afortunado. No todos pueden presumir de tener una madre cacique y un padre tabernero.- dijo, guiñándole un ojo travieso.
Francisca no pudo evitar sonreír. Él le atrajo el rostro y la besó. Al separarse, Francisca sintió una nueva náusea.
- No creas que esto quedará impune… Me vengaré de ti.- dijo ella, medio en broma medio en serio.
- No sabes cuánto espero tu venganza.- se rió él.
#517

09/08/2011 15:06
jaajjajajaja dios mio! la paca embarazadaa!! lna te has superadoo con creces
sigue cuando puedas
pd: acabo de vover de vacaciones pero ya estoy al dia!!
sigue cuando puedas

pd: acabo de vover de vacaciones pero ya estoy al dia!!

#518

09/08/2011 22:01
Ina que bueno el relato, la Paca embarazada, a esas edades no toma precauciones. ¿Ira Francisca a la cárcel si le hace algo a Venancio?. Si va la visitara Raimundo?
#519

09/08/2011 22:13
Tristán no cabía en sí de gozo cuando un exultante Raimundo y una más bien resignada Francisca dieron la sorprendente noticia. Les habían reunido a él, a Sebastián, Emilia y Soledad en la Casona para decirles algo que, según la cara que puso su madre, debía ser importante. Y allí estaba. ¡Iban a tener un hermano! Un pequeño Ulloa Montenegro. Todos sonrieron entre maravillados y entusiasmados.
- ¡Madre… eso es magnífico!- Tristán se sentía en las nubes, mientras la abrazaba procurando no apretarla demasiado.
- Lo que es es un disparate.- dijo Francisca, con desesperación. Raimundo puso los ojos en blanco.- A mi edad, embarazada. Este niño deberíais tenerlo cualquiera de vosotros.
- No diga eso, madre.- dijo Soledad.- Un niño siempre es una bendición, venga cuando venga.
Francisca bufó.
- Claro, y resulta que será tío de Martín, Francisca y Alfonso… siendo menor que ellos. ¿En qué cabeza cabe? Cuando sea un muchacho, nosotros seremos dos viejos decrépitos.
- Habla por ti, mi pequeña.- soltó Raimundo, burlón.
Ella se volvió hacia él.
- Será mejor que no eches más leña al fuego, porque todo esto es por tu condenada culpa.
Los jóvenes pusieron caras de circunstancias, previendo cómo acabaría la conversación.
- ¿Por mi culpa? Será por culpa de ambos.- dijo él risueño.- Porque, que yo recuerde… los pasos previos al embarazo no sólo los disfruté yo.
Sebastián y Tristán hicieron verdaderos esfuerzos por no echarse a reír. Emilia y Soledad se miraron entre avergonzadas y divertidas.
- Vamos, madre, ¿me va a decir que no le hace ilusión llevar en su vientre a ese hijo?- Tristán la miró incrédulo.
- Yo no… he dicho eso.- dijo Francisca, muy digna.- Este niño será… igual de querido que tú y Soledad. Pero eso no quita que todo esto sea un disparate.
Tristán sonrió a su madre, con esa sonrisa que lograba siempre arrancarle el enfado de la cara. La besó tierno en la frente. Su madre suspiró y le acarició amorosa la barbilla. Sin embargo, cuando se separó y miró de nuevo a Raimundo, otra vez se le encendió el rostro.
- Esta me la vas a pagar, Raimundo Ulloa.
Se giró tan digna como siempre, dirigiéndose hacia la biblioteca. Tristán meneó la cabeza, intercambiando sonrisas con su padre y sus hermanos.
- No le hagas caso, hijo.- dijo Raimundo malicioso.- Es normal que tenga cambios de humor.
- ¡Te he oído, condenado tabernero!
- ¡Madre… eso es magnífico!- Tristán se sentía en las nubes, mientras la abrazaba procurando no apretarla demasiado.
- Lo que es es un disparate.- dijo Francisca, con desesperación. Raimundo puso los ojos en blanco.- A mi edad, embarazada. Este niño deberíais tenerlo cualquiera de vosotros.
- No diga eso, madre.- dijo Soledad.- Un niño siempre es una bendición, venga cuando venga.
Francisca bufó.
- Claro, y resulta que será tío de Martín, Francisca y Alfonso… siendo menor que ellos. ¿En qué cabeza cabe? Cuando sea un muchacho, nosotros seremos dos viejos decrépitos.
- Habla por ti, mi pequeña.- soltó Raimundo, burlón.
Ella se volvió hacia él.
- Será mejor que no eches más leña al fuego, porque todo esto es por tu condenada culpa.
Los jóvenes pusieron caras de circunstancias, previendo cómo acabaría la conversación.
- ¿Por mi culpa? Será por culpa de ambos.- dijo él risueño.- Porque, que yo recuerde… los pasos previos al embarazo no sólo los disfruté yo.
Sebastián y Tristán hicieron verdaderos esfuerzos por no echarse a reír. Emilia y Soledad se miraron entre avergonzadas y divertidas.
- Vamos, madre, ¿me va a decir que no le hace ilusión llevar en su vientre a ese hijo?- Tristán la miró incrédulo.
- Yo no… he dicho eso.- dijo Francisca, muy digna.- Este niño será… igual de querido que tú y Soledad. Pero eso no quita que todo esto sea un disparate.
Tristán sonrió a su madre, con esa sonrisa que lograba siempre arrancarle el enfado de la cara. La besó tierno en la frente. Su madre suspiró y le acarició amorosa la barbilla. Sin embargo, cuando se separó y miró de nuevo a Raimundo, otra vez se le encendió el rostro.
- Esta me la vas a pagar, Raimundo Ulloa.
Se giró tan digna como siempre, dirigiéndose hacia la biblioteca. Tristán meneó la cabeza, intercambiando sonrisas con su padre y sus hermanos.
- No le hagas caso, hijo.- dijo Raimundo malicioso.- Es normal que tenga cambios de humor.
- ¡Te he oído, condenado tabernero!
#520

09/08/2011 22:26
Pero por favor que esto sea Real puede ser mega divertido. Me mueroooooo de la risa con la sorna del Ulloa y los enfados de la Paca. Si si Paca y Ray boda y Embarazo bueno esta mujer Preñá puede ser la cañaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
Y la relación de estos dos mega divertido uno chinchando y la otra déndandose chinchar y medio cabreá!!!
Y la relación de estos dos mega divertido uno chinchando y la otra déndandose chinchar y medio cabreá!!!