FormulaTV Foros

Foro El secreto de Puente Viejo

Subforo La Casona

El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon

Anterior 1 2 3 4 [...] 18 19 20 21 22 23 24 [...] 376 377 378 379 Siguiente
#0
samureta
samureta
08/06/2011 23:44
elrincondefranciscayraimundoesteamorsemereceunyacimientotundatundagraciasmariayramon

TODOS SUS VIDEOS
elrincondefranciscayraimundoesteamorsemereceunyacimientotundatundagraciasmariayramon

REDES SOCIALES
elrincondefranciscayraimundoesteamorsemereceunyacimientotundatundagraciasmariayramon
elrincondefranciscayraimundoesteamorsemereceunyacimientotundatundagraciasmariayramon


elrincondefranciscayraimundoesteamorsemereceunyacimientotundatundagraciasmariayramonelrincondefranciscayraimundoesteamorsemereceunyacimientotundatundagraciasmariayramon


No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas.

[/b]
#401
neca12
neca12
02/08/2011 20:48
Atención todas, lna tiene buenas vibraciones esto PROMETE carcajada
#402
mary14578
mary14578
02/08/2011 20:52
Raii!! k ya ve, k alegria... como me alegro x él, se lo merece muchisimo... k grande k es!!.

Cuando Paca ha dicho a Mauricio k Sebastián solo era un peon en sus planes a alguien mas le ha venido a la cabeza Raimundo?? nose si esk siempre pienso en ellos o xk creo k nuestra Paca kiere algun acercamiento aunk sea a malas con Raimundo k dspues d cuando se entere lo del hijo le cantará las cuarenta...
#403
neca12
neca12
02/08/2011 20:57
Mary , a mi tmb me pareció q la doña se refería a raimundo pero..armémonos de paciencia y a ver que pasa. Lo que si es claro, o eso creo yo, esque en breves tendremos algun encontronazo entre Ray y paca. Lo estoy deseando carcajada
#404
mary14578
mary14578
02/08/2011 21:13
Si, yo creo k tb en breves lo tendremos... no puede quedar mucho.. y a ver si se anima la serie por Dios!
#405
elivr
elivr
02/08/2011 21:24
Miri tu teoria me gusta, pero la Paca tiene mucho orgullo y no creo que se de, mas bien creo que el doctor dirá la verdad, que Paca pago la operación porque sabe que es algo que quiere ocultar, y como ella esta enfadada con el doctor por acusar a su hijo del disparo. El doctor puede chantajear a la doña con ese tema, pero ella no cede y lo cuenta. Un rollo que me he tirado ahora, pero puede darse el caso, aunque lo ideal es que se de como dice Miri. Me ha encantado que Rai recupere la vista, si lo se lo aviso antes. Yo tb tengo buenas vibraciones, espero que se produzca el ansiado reencuentro entre los dos.
#406
martafm93
martafm93
02/08/2011 21:42
elivr, a mi tambien se me ha pasado por la cabeza algo parecido, estaria bien que raimundo supiese que fue francisca quien le pago la operacion, porque esto, tarde o temprano tendra que pasar, estoy deseando ver la cara que pone raimundo cuando lo sepa...
yo tambien creo que el medico querra chantajear a la paca con contarlo, y que al final saldra a la luz... habra que esperar a ver que pasa...
#407
lnaeowyn
lnaeowyn
02/08/2011 21:47
Los días transcurrieron con inquietud pero esperanza en la Casona. Francisca seguía inconsciente, pero mejoraba conforme pasaba el tiempo. Y nadie en la casa la dejaba sola ni de día ni de noche. Por el día, Rosario, Mariana, Soledad y Tristán se turnaban para acompañarla. Y por la noche, era Raimundo el que siempre acababa derrotado por el sueño y caía dormido a su lado sin soltarle la mano. Su progreso era lento, pero afortunadamente, su vida ya no corría peligro.

Un amanecer, Francisca despertó por fin. Abrió los ojos y los entrecerró, como si le molestase la luz después de varios días sin poder verla. Parpadeó, confusa, hasta que enfocó nítidamente los familiares doseles de su lecho. ¿Qué había ocurrido? Tenía la sensación de haber vuelto a nacer. De pronto recordó la boda, la felicidad de los novios, la aparición de Carlos Castro, el disparo… Francisca tragó saliva. También recordó el dolor insoportable, a Raimundo aferrándole de la mano mientras le decía que aguantase, más dolor… un negro vacío… y aquel sueño en el que volvía a tener quince años.

Cerró los ojos, procurando poner orden en su caótica cabeza. Inspiró profundamente y se arrepintió en el acto de hacerlo. La atravesó un dolor tan punzante que no pudo evitar un gemido. Sentía la venda que cubría su pecho. Bajó la mirada para examinarse y de pronto, reparó en…
- Raimundo…- susurró. Sintió de nuevo el dolor por culpa de que su corazón había empezado a latir con fuerza.

Allí estaba, arrodillado, durmiendo con la cabeza apoyada en el lecho y tomándola de la mano. Francisca sintió una descarga de emociones que hizo que lágrimas traicioneras apareciesen en sus ojos. Se incorporó con esfuerzo, apretando los dientes para aguantar el dolor y logró quedar recostada. Después, en un impulso, acarició la cabeza de Raimundo con su mano libre.
Raimundo se removió ante la caricia. Parpadeó y levantó la cabeza confuso. Al hacerlo, vio algo que le dejó sin respiración para luego devolvérsela.
- Francisca…Estás… despierta.
Ella sonrió.
- Sabia deducción, tabernero.- dijo suavemente.

Raimundo creyó que moría de felicidad al ver de nuevo a su Francisca de siempre. A aquella Francisca que siempre tenía una respuesta mordaz en esa boca deliciosa. Se incorporó en un segundo y antes de que ella pudiera reaccionar, le tomó el rostro con ambas manos y la besó apasionadamente. Sin embargo, un respingo de dolor hizo que se separara.

- Lo siento… Francisca. ¿Te he hecho daño? – la miró preocupado, mortificándose.
- No…- dijo ella, intentando dominar el dolor.- Bueno, sí… pero me da igual.

Esta vez, fue Francisca la que atrajo a Raimundo y lo besó con vehemencia. Raimundo creyó morir. Deseaba con toda su alma atraparla en sus brazos, pero no quería hacerle daño. Francisca disfrutaba de su boca a su antojo mientras él soportaba como mejor podía esa tortura. Ella lo advirtió y sonrió en medio del beso.
- Vaya… parece que te tengo a mi merced.- dijo maliciosa, atrapando traviesa su labio inferior entre sus dientes. Raimundo tragó saliva…
- Francisca…- dijo con voz ronca.- Te aconsejo que… no sigas.
- ¿Por qué no?- preguntó malvada.- Esto es bastante divertido.- le volvió a besar muy lentamente, disfrutándolo.- Además, no serás tan ruin como para… vengarte de una pobre mujer indefensa y herida que acaba de burlar a la muerte.- dijo, volviendo a atrapar su labio inferior.
- ¿Indefensa tú?- dijo Raimundo, derritiéndose con los besos de ella.- Ni herida por un fusil estás indefensa.

Francisca emitió una risa involuntaria. Le miró, a un centímetro de distancia. Raimundo sentía que el corazón acabaría saliéndole por la garganta. Francisca estaba disfrutando aquello muchísimo y él lo sabía. Le besó la punta de la nariz.
- Tienes razón… el indefenso aquí… eres tú.- dijo, sintiéndose ganadora.
- No cantes victoria… Francisca.- dijo él. – Te recuerdo que se me da muy bien vengarme… de ti.

Francisca sonrió, mordiéndose el labio inferior. Raimundo acortó el centímetro y esta vez fue él quien devoró su boca, procurando a la vez ser lo bastante delicado como para no causarle dolor en la espantosa herida del pecho. Poco a poco, los besos se fueron espaciando. Raimundo apoyó su frente en la de Francisca.
- ¿Tienes idea del infierno en el que he vivido estos días, creyendo que te perdía?- preguntó él, con la voz velada por el dolor al recordar.

Francisca le miró. Su rostro cambió su expresión traviesa a emocionada.
- Lo siento..., pero no podía permitir que… esa bala te alcanzase. Prefiero morir de un tiro que morir por perderte.

Se miraron. El rostro de Raimundo se contrajo de dolor.
- ¿Qué te ocurre, Raimundo?- preguntó ella, preocupada, al ver su gesto.
- Que me duele el corazón… de amarte tanto.- dijo él.

Francisca sintió que el pecho le estallaba de felicidad. Sin importarle ningún dolor, apoyó la cabeza sobre su pecho y le abrazó con todas sus fuerzas.
#408
lnaeowyn
lnaeowyn
02/08/2011 23:27
La recuperación de Francisca fue lenta, pero progresiva. Al quinto día de despertar, ya sentía que se la iban a llevar los demonios si seguía acostada en la cama. Así que intentó levantarse, sólo para sentir aquel punzante dolor y para recibir la regañina de Tristán, Rosario e incluso Mariana. Bufó furiosa, pero sabía que tenían razón. Al menos tenía un aliciente. Raimundo la visitaba todas las tardes y se sentía como una niña que recibía un regalo nuevo cada día. Raimundo la ponía al día sobre todo lo que se cocía en el pueblo y la divertía cuando contaba las anécdotas de los Mirañar. También la aburría sobremanera cuando empezaba con algún discurso filosófico-ético muy propio de él. De hecho, en aquel momento, ya la estaba sacando de quicio. Raimundo seguía con su perorata sobre los derechos de los trabajadores y no se le ocurrió mejor forma de callarle que lanzarle una de las almohadas. El suave cojín de plumón salió volando y se estampó en la cara de un sorprendido Raimundo.

- Muy graciosa.- dijo él, mientras Francisca se desternillaba de risa.

Se dispuso a darle su merecido cuando ella, apartó la sábana y se puso en pie. Sin embargo, sus piernas todavía no estaban del todo firmes. Raimundo corrió hasta ella y la sujetó por la cintura. Sintió que se le secaba la garganta al sentir todo su cuerpo pegado al suyo.
- ¿Estás…bien?- preguntó, intentando que la voz no le fallara.
- Perfectamente.- dijo ella, sonriendo maliciosa.
- Francisca… por lo que más quieras. Deja ya de hacer… esto.- casi suplicó.
- ¿El qué?- preguntó ella, con aire inocente.
- Esto. – él la sujetó de los brazos, alejándola. – Desde que te has recuperado, no haces otra cosa que provocarme. ¿Crees que soy de piedra?
- Doy fe de que no lo eres.- ella se rió, malvada.- Pero no puedo evitar provocarte. Es demasiado divertido. Y… además…

Empezó a juguetear con el primer botón que cerraba su camisa. Raimundo creyó que enloquecería de deseo.
- ¿Además…?- susurró él.
- Pues que no podré decirle a Don Anselmo cuando me confiese que he pecado contra el sexto mandamiento… siete veces.

Se acercó a él, con intención de besarle, pero en el último momento, se retiró traviesa. Adoraba torturarlo. No lo podía evitar. Raimundo la aferró de los hombros.
- Francisca… no juegues con fuego. Me encantaría… tumbarte en esa cama, arrancarte ese camisón y hacerte mía hasta que gritases mi nombre… Pero ahora mismo, podría hacerte daño si lo hago.
- ¡Qué caballeroso...!- dijo burlona. Se acercó nuevamente a él y colocó ambos brazos alrededor de su cuello.- Pero tú nunca podrías hacerme daño…- dijo mirándole esta vez con los ojos velados por el amor.

Raimundo no lo soportó más y la besó con ansia, procurando calmar el volcán que ella siempre despertaba en su interior. Ella le devolvió el beso apasionadamente cuando, repentinamente, la puerta se abrió.
Tristán se quedó de piedra ante semejante… escena. Su padre estaba abrazando y besando a su madre con tanta pasión que parecían dos jovenzuelos con las hormonas disparadas. Ellos advirtieron la interrupción y rompieron el beso al instante. Francisca miró a su hijo airada, todavía acorralada por los brazos de Raimundo.
- Pero… ¿Es que en este condenado pueblo nadie sabe llamar a la puerta?
- Yo… lo siento.- Tristán no sabía en dónde meterse.- Creía que estaba sola, madre.
- Pues creíste mal.- dijo, enfadada.
Raimundo meneó la cabeza.
- No seas tan arisca con el chico, Francisca.
- Yo soy todo lo arisca que me da la g…

No pudo terminar. Raimundo la silenció robándole el oxígeno con un beso. Tristán sintió una oleada de pudor que se mezcló con las ganas de echarse a reír. Francisca intentaba zafarse de Raimundo golpeándole en los hombros, pero poco a poco, su furia cedió y se abandonó al beso. Finalmente, Raimundo se separó. Francisca le miró, tragando saliva. Después frunció el ceño y se volvió a su hijo.
- ¿Qué haces todavía aquí?
- Tengo que hablar con usted, madre.
- ¿Ahora, precisamente?
- No le hagas caso.- intervino Raimundo.- Yo marcho, que Emilia debe estar maldiciendo por no ayudarla.

Se inclinó sobre Francisca y la besó. Después se acercó a Tristán y le dio una palmada cariñosa en el hombro antes de desaparecer por la puerta.
- Bueno, hijo, tú dirás.- dijo Francisca, volviéndose hacia el joven.
- Madre… Pepa y yo queríamos contarle algo sobre… Martín.

Francisca miró a su hijo sin comprender. Tristán abrió la puerta y llamó a su mujer. Pepa entró en la habitación.
- ¿Qué ocurre con mi nieto?- preguntó algo preocupada.
Tristán y Pepa intercambiaron una mirada.
- Madre… de eso se trata. Martín no es… su nieto de sangre. Él… no es mi hijo, ni tampoco de Angustias.
Francisca se quedó con cara de haber visto una aparición.
- ¿De qué demonios estás hablando?

Le contaron toda la historia. De cómo Carlos Castro había seducido a una ignorante y adolescente Pepa. Se le pusieron los pelos de punta al oír que le habían arrebatado el niño a la partera nada más parirlo y que cuando ella trató de recuperarlo, casi la apalearon hasta darla por muerta. Francisca tragó saliva y miró a Pepa.
- Martín es…¿tu hijo? ¿Tuyo y de… Carlos Castro?
Pepa miró a su suegra.
- Así es, señora.
Francisca meneó la cabeza, horrorizada.
- Dios sabe que no obraste con seso quedándote embarazada de él... pero al final reparaste el daño enviándolo al infierno.

Tristán y su esposa se miraron sorprendidos ante la respuesta de Francisca. Ella les miró.
- Gracias por… habérmelo contado. Pero esto no cambia nada. Ese niño ante los ojos de Dios y de la justicia, seguirá siendo mi nieto. Tú eres y serás siempre su verdadero padre.
Tristán sintió un impulso de amor y gratitud hacia su madre. La abrazó.

- Madre… ¡Hay que ver lo comprensiva que se ha vuelto…!- dijo, cariñoso.
- Menos zalamerías. Bien sabe Dios que, aunque no lo creáis, tengo debilidad por ese chiquillo. Pero…- su rostro pareció entristecerse.- … me gustaría tanto tener un nieto que lleve la sangre Montenegro.

Pepa sonrió.
- Pues entonces, creo que está usted de enhorabuena, suegra.

Tristán y Francisca la miraron sin comprender.
- ¿De qué hablas, Pepa?
- De que usted y Raimundo van a ser los mejores abuelos de todo Puente Viejo. Estoy embarazada.

Tristán se quedó sin aliento.
- Mi vida…¿estás segura?- preguntó, cuando pudo hablar.
- Soldado, soy partera.- dijo Pepa, alzando una ceja.

Tristán la levantó en volandas mientras ella reía. Francisca no pudo reprimir la alegría. Ella y Raimundo… abuelos. Sonrió mientras pensaba en la cara que se le quedaría a Raimundo cuando se enterase.
#409
mariajo76
mariajo76
02/08/2011 23:28
es que me los como son maravillosos, bueno no, la maravillosa eres tu Ina, que escribes esas cosas tan preciosas que me emocionan a tope.
Por cierto habrá que crear una máquina duplicadora de Raimundos por que yo también quiero uno para mi, pero igualito igualito al de este relato, que me tiene enamorada.
Sigue por fa
#410
neca12
neca12
02/08/2011 23:55
hay, que bonito por diossss!!
cada dia escribes mejor lna :)
si puedes continúa :p
#411
Artemisilla
Artemisilla
03/08/2011 00:14
Jajajaja Dios, Ina, si el otro día me hiciste aguantar la respiración, a mí, que soy medio asmática, ahora estás haciéndome llorar. Primero de risa, al imaginarme a la maquiavélica Paca y a las caras de Tristán, y luego por la emoción de saber que Pepa está embarazada.

Gracias por regalarnos estos momentazos!!
#412
lnaeowyn
lnaeowyn
03/08/2011 01:11
Emilia se encontraba feliz, barriendo alegremente el umbral de la puerta de la posada y pensando en lo maravilloso que sería ser tía y madrina del niño que Pepa y Tristán estaban esperando. Nada le había hecho tanta ilusión. Bueno, eso y el compromiso de su hermano Sebastián con Mariana. Parecía que de una boda salía otra. Con la sonrisa pintada en la cara tarareó contenta una vieja canción. De pronto, unas manos cerraron sus ojos.

- Alfonsoo, sabes que siempre te descubro.- dijo ella, riendo, mientras cogía sus manos y se daba la vuelta.

Alfonso Castañeda sonrió, abrazó a Emilia y se inclinó sobre ella para besarla. Raimundo miraba sonriente desde dentro. Emilia retrocedió, al ver que su padre estaba viendo la escena.
- Alfonso… mi padre…- dijo un tanto avergonzada.
Raimundo rió.
- Tranquila, hija. Yo no soy el más indicado para echarte la bronca.- dijo burlón.- Pero tened cuidado, no os vaya a ver Don Anselmo y os excomulgue.- agregó, volviéndose.
- Espere, Raimundo. Yo… tengo algo que pedirle.- dijo Alfonso, de repente serio.
- Si está en mi mano, cuenta con ello, muchacho.
Alfonso respiró hondo.
- Pues verá… yo…- empezó nervioso.- yo…
Raimundo meneó la cabeza.
- Suéltalo ya, hombre, que no tengo todo el día.
- Pues verá…- cerró los ojos como si quisiese exprimirse el cerebro. – Yo… quiero a Emilia con toda mi alma, quiero casarme con ella, Raimundo, y como puede ver, esto se me da fatal. Así que… quería pedirle… su mano…

Emilia creyó desmayarse. Raimundo sonrió burlón.
- ¿Sólo su mano, muchacho? Pues sí que te conformas con poco.

Raimundo cerró la boca instantáneamente al ver la cara con la que le estaba mirando su hija.
- Hija, no me mires así, mujer, que sólo era una broma.- se volvió a su futuro yerno.- Y en cuanto a ti, déjate de manos y de pies. Ahí tienes a tu enamorada. Pregúntaselo a ella.

Alfonso se volvió a Emilia, tremendamente azorado.
- ¿Quieres casarte.. conmigo, Emilia?

Las traicioneras lágrimas empezaron a acumularse en los ojos de la joven. Retrocedió un paso, anonadada. Después tomó una leve carrerilla y se lanzó a los brazos de un sorprendido Alfonso. Le besó como si el mundo se fuese a acabar. Finalmente se separaron, felices y radiantes. Raimundo sonrió henchido de alegría.
- Enhorabuena, hijos.

Emilia se abrazó ahogada de felicidad a los dos hombres de su vida. Raimundo felicitó a Alfonso.
- Esto sí que es un pequeño problema. Los Ulloa tenemos boda por partida doble. No sé cómo nos vamos a arreglar. Por un lado vosotros y por otro lado Sebastián y Mariana.
- Padre…- El rostro de Emilia se iluminó de repente.- Podríamos celebrar una boda doble. Ya sabe, que en la misma ceremonia nos casemos Alfonso y yo y Sebastián y Mariana.
- Es una magnífica idea, hija, pero… Todas las novias desean protagonismo el día de su boda…
- No diga bobadas, padre. Nada me haría más feliz que casarme a la vez que mi hermano. Y es una tontería derrochar dinero celebrando dos bodas por separado.- se volvió a Alfonso.- ¿Tú qué opinas, cariño?
- Lo que tú digas bien estará.- dijo el Castañeda, mirándola embobado.
- A buena parte vas a preguntar.- sonrió Raimundo, socarrón.- Este muchacho aceptaría complacido ir al infierno si tú se lo pidieses.- bromeó.

Emilia miró traviesa a su padre.
- No es el único. Otros son muy capaces de meterse en la boca del “lobo”- dijo irónica.- Bueno, hablaré con Sebastián y Mariana. Si ellos no ponen inconveniente, los Ulloa y los Castañeda se casarán en el mismo día.- dijo feliz.
#413
Artemisilla
Artemisilla
03/08/2011 01:46
Toma ya!! Bodorrio doble!! Me encanta!!
#414
lnaeowyn
lnaeowyn
03/08/2011 03:18
Aaah, me encanta esta fotooo

elrincondefranciscayraimundoesteamorsemereceunyacimientotundatundagraciasmariayramon
#415
lnaeowyn
lnaeowyn
03/08/2011 17:13
La casa de comidas bullía de actividad con los preparativos de la esperada boda de los Ulloa y los Castañeda. Emilia no paraba en todo el día, disponiéndolo todo. El banquete sería en la casa de comidas, por supuesto, y por mucho que le dijeran que ella era una de las dos novias, nada ni nadie le impediría organizar la pitanza de aquel día. El día más feliz de su vida. Sonrió mientras trabajaba infatigable, examinando la despensa y haciendo cálculos murmurando para sí. Iba a preparar un menú de bodas con el que todos los puentevejeros se caerían de espaldas. Palabra de Ulloa. Además, también contaba con la inestimable ayuda de Rosario.

Se volvió al ver a su hermano entrar portando un carretillo lleno de cajas.
- Aquí tienes todo lo que me pediste, hermana.- dijo, limpiándose la frente con el dorso de la mano.- Tienes provisiones suficientes para alimentar a un regimiento. He cogido lo más selecto de nuestra conservera.
- Muchísimas gracias, Sebastián.- le dio un sonoro beso en la mejilla y después siguió a lo suyo.
- Emilia, ¿no crees que por una vez en tu vida, deberías dejar que otros se encargasen del banquete? Eres la novia, por Dios. Deberían cocinar para ti, no tú para todos.
- Ni hablar. El banquete es cosa mía. Pepa, Soledad y Mariana ya se encargan del resto, pero la comida… ¡Ni pensarlo!
Sebastián sonrió ante la cabezonería “marca Ulloa” que tan fácilmente mostraba Emilia.
- ¿Y qué vas a hacer? ¿Te pondrás el delantal encima del traje de novia y en cuanto digas “si quiero” volverás corriendo a los fogones?
Emilia meneó la cabeza.
- Muy gracioso, hermano. Ya lo tengo pensado. La víspera, Rosario y yo prepararemos todo. El día de la boda estará todo listo. La comida estará perfectamente. Además, doña Francisca nos ha ofrecido la despensa de la Casona para guardarla. Es enorme y muy fresca. Será coser y cantar.
- Cualquiera te rechista.- Sebastián sonrió y se acercó cariñoso para darle un abrazo.- Seguro que todo estará tan exquisito como siempre. Y tú serás una novia tan hermosa que padre acabará reventando de orgullo.- rió.

Emilia le devolvió el abrazo a su hermano. Se dispusieron a separarse cuando sintieron la presencia de alguien.
- Muy tierna la demostración de afecto fraternal.- sonó una inconfundible voz con un inconfundible deje irónico.
Emilia resopló.
- Doña Francisca… ¿A qué debemos el honor de su visita?
Francisca intentó ocultar la sonrisa ante el retintín de la voz de la muchacha. Sebastián se acercó a ella.
- Doña Francisca, ¿cómo se encuentra? Celebro ver que ya está completamente recuperada.- le dijo con una sonrisa sincera.- Pasamos unos días realmente negros ante la incertidumbre de… su estado.
Francisca sonrió ante la nobleza del joven.
- Estoy perfectamente. Gracias por tu preocupación, Sebastián. Pero soy más fuerte de lo que parezco.- dijo sonriendo con un deje de malicia.
- Siempre se ha sabido que mala hierba…- dijo Emilia por lo bajo.
Francisca la oyó perfectamente y Sebastián también.
- ¡Emilia…!- dijo un azorado Sebastián. Francisca, sin embargo sonreía. Esa muchacha desde luego que tenía coraje. Se volvió hacia ella.
- Me has preguntado que a qué he venido. Pues he venido a hablar contigo.
Emilia alzó una ceja.
- Yo, me retiro. Tengo que volver a la conservera.- dijo un prudente Sebastián. Se volvió hacia la Montenegro.- Después me gustaría también a mí hablar con usted.
- Como gustes, Sebastián. Me pasaré por la conservera esta tarde y tendremos ocasión de charlar.

Sebastián se inclinó ligeramente hacia ella y dirigió una sonrisa a su hermana antes de marcharse. Emilia se la devolvió y después se giró hasta quedar cara a cara con Francisca.
- ¿Y bien, señora?
Francisca esbozó una ligera sonrisa y dio unos pasos alrededor del vestíbulo de la posada, contemplando todo el trabajo que estaba haciendo la chica. Realmente sorprendente. Finalmente, se volvió.
- Veo que lo tienes todo preparado. Has logrado que este antro parezca una casa decente.- vio que Emilia empezaba a asesinarla con la mirada.
- ¿Ha venido sólo a molestarme, señora? Porque yo, a diferencia de usted, tengo muchísimas cosas que hacer.
- Cálmate, muchacha. Creía que habíamos hecho las paces.
- Yo también lo creí, pero está visto que con usted, las treguas no duran mucho. Si no…¿a santo de qué viene hasta aquí para decirme que mi casa es un antro?
Francisca puso cara de circunstancias.
- No… tomes al pie de la letra todo lo que digo. ¿Qué quieres? No soy de las que va dando palmaditas cariñosas en la espalda. Además, no he dicho ninguna mentira. Tú has convertido esta posada en lo que es. Gracias a ti luce así.

Emilia no supo cómo reaccionar. Primero la insultaba y después la alababa. Se limitó a mirarla en silencio. Francisca empezó a sentirse un poco incómoda ante la escrutadora mirada de la chica. Finalmente, se volvió y llamó a su doncella.
- He venido porque tengo algo para ti.
La doncella colocó una gran caja en una de las mesas. Después se retiró. Emilia miró el paquete, sorprendida. Después miró a Francisca.
- Muchacha, esa caja no se va a abrir sola.- dijo la Doña, algo inquieta.

Emilia meneó la cabeza pero se acercó a la caja, presa de una irrefrenable curiosidad. Tomó la tapa y la abrió. Se quedó sin habla y sintió que le temblaban las rodillas. Dentro había un bellísimo vestido de novia, sencillo pero adornado con perlas y flores bordadas en el escote y las mangas. Era el vestido más hermoso que jamás había visto. Pero no parecía recién comprado, pensó. Lo tomó con manos temblorosas y lo extrajo de la caja. La hermosa falda cayó como una cascada. Parecía el vestido de una princesa.
- Dios… mío…es…- se quedó sin habla.- Es… bellísimo.- miró a Francisca, sin saber qué decir.
- Es el vestido que iba a llevar en la boda con… tu padre.- dijo Francisca, procurando que la voz no le traicionase.

Emilia se quedó sin habla y sus ojos se posaron en los de Francisca. No podía creerlo. Sabía que ese gesto no tenía precio. Le estaba regalando el vestido que… nunca pudo ser utilizado. Sintió que le asomaban las lágrimas. Dejó el traje en su caja, con tanto cuidado como si se fuese a romper.
- Doña Francisca…- sintió que se le quebraba la voz.- Yo… no puedo… no puedo aceptarlo. Es un recuerdo… demasiado valioso como para que yo lo… mancille.
- No digas bobadas, criatura.- Francisca se enfadó consigo misma al sentir que la emoción le impedía hablar.- Ese vestido…merece que alguien lo utilice. Y nadie mejor que tú para eso.
Emilia bajó la cabeza, incapaz de tragar más las lágrimas. Francisca sintió que algo se rompía al verla tan abatida.
- Emilia…- susurró.
De pronto, la joven alzó la cabeza y sin más, avanzó un paso y se abrazó a Francisca. Ésta se quedó paralizada ante semejante muestra de afecto. La muchacha la abrazaba con todas sus fuerzas mientras sollozaba.
- Gracias…- dijo la chica con un hilo de voz.
Francisca tragó saliva y lentamente, la rodeó, devolviéndole el abrazo.
#416
neca12
neca12
03/08/2011 18:34
hay, que bonito te ha quedado lna bravo ya me imagino la cara de raimundo al ver a la doña y a emilia abrazandose jjejejej no nos dejes asi, continúa. sonriente
#417
lnaeowyn
lnaeowyn
03/08/2011 22:27
Sebastián escribía sin descanso en el despacho de la conservera. Quería dejar el máximo de trabajo adelantado antes de la ceremonia. Sonrió. Se iba a casar… y con Mariana Castañeda. Con aquella muchacha tan tímida que iba siempre a la sombra de sus hermanos, pero que guardaba en su interior muchísimas más cosas de las que se podía pensar a primera vista. Se quedó mirando al vacío y una sonrisa apareció en su rostro. ¿Cómo no se había fijado antes en ella? Meneó la cabeza. Siempre había estado demasiado ocupado con sus estudios y después con sus proyectos. Suspiró aliviado al pensar que no había dejado pasar ese encanto de muchacha, tan honesta, sincera y… hermosa.

Tan sumido estaba en sus pensamientos que ni oyó que llamaban a la puerta. Francisca se extrañó de no recibir respuesta y la abrió sigilosa, espiando. Alzó una ceja al ver a Sebastián, sentado tras el escritorio con la barbilla apoyada en una mano, mirando a la nada y con una cara de estupidez feliz que no dejaba lugar a dudas de en qué estaba pensando. Reprimió una sonrisa y no pudo evitarlo. Abrió la puerta tan bruscamente que el joven se sobresaltó y los papeles cayeron al suelo.

- Doña Francisca…- se levantó presuroso y recogió los folios del suelo.- Yo… no la oí llamar.
- No es nada sorprendente que no lo hicieras. Estabas con tal cara de bobo enamorado que no habrías oído ni la bala de un cañón.- dijo ella, mordaz.

Sebastián carraspeó, algo incómodo, mientras Francisca no le quitaba ojo y reía interiormente. Después avanzó hacia el escritorio y se sentó frente a él.
- Bueno, no me gusta perder el tiempo, como ya sabes. ¿Qué es eso de lo que tenías que hablarme?

Sebastián la miró. Tragó saliva. No sabía cómo empezar. Volvió a tragar saliva al ver la cara de impaciencia que estaba poniendo Francisca.
- Verá… doña Francisca…

Ella siguió mirándole. Sebastián maldijo. La mirada de la Doña siempre lograba ponerle nervioso. Inspiró y decidió soltarlo lo más rápidamente posible.
- Lo que quería era pedirle que me hiciera el honor de ser…mi madrina en la boda.
Francisca creyó oír mal. Le miró mientras sus cejas empezaban a alzarse de asombro.
- ¿Tú…madrina?
Sebastián, más tranquilo, asintió.
- Pero… no lo entiendo. ¿Los padrinos no son Raimundo y Rosario?- inquirió ella.
- Sí, pero serán los padrinos de Emilia y Alfonso. Lo he estado hablado con Mariana. Ella desea con toda su alma que su padre, José, la lleve al altar y no puedo estar más de acuerdo con ella. Mi padre no puede llevar a dos novias al altar a la vez..- dijo divertido.- Así que, pensé que… nadie mejor que usted podría ser nuestra madrina… Si le parece bien, claro.

Francisca empezó a sentir una mezcla de alegría, sorpresa e incredulidad. Miró al muchacho. Sebastián le devolvió la mirada, con un brillo alegre en sus increíbles ojos azules. Le tomó la mano.
- ¿Qué me dice?
- Sebastián, yo… me siento muy halagada, pero… no sé si soy la persona más indicada para…
- No diga bobadas. Usted fue la madrina en la boda de Tristán. Y al fin y al cabo, Tristán y yo somos hermanos. ¿Qué mejor madrina puedo tener?

Francisca le miró y no pudo evitar conmoverse. Sebastián le sonrió cariñoso, en un gesto tan sorprendente parecido al de Raimundo que la desarmó por completo. Le apretó la mano.
- Será un verdadero honor ser tu madrina.- le dijo con una sonrisa sincera.
#418
lauSP
lauSP
03/08/2011 22:32
Lna.... ¡qué bonitooooo! ¡ qué preciosooooooooooo!
La doña está que se sale claro.... que ella por su Raimundo hace lo que sea!!!!!.
Qué bonita escena con Emilia y con Sebas, después de todo..... como abre su corazón "será un honor ser tu madrina"....

¡Ya podemos preparar los pañuelos para el momentazo tras-bodadoble, no???.
#419
neca12
neca12
03/08/2011 22:33
lna, tendremos boda antes de acabar el día?¿ jijiji
francisca madrina de el sebas jajaja bravo
#420
mariajo76
mariajo76
03/08/2011 23:28
Bueno que capis más tiernos, así que nuestra Paca se ha ganado a los dos, si es que en el fondo tiene un corazón que no le cabe en el pecho, NOS VAMOS DE BOAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, chicas preparar el traje, je je, aunque la buena ya sabeis cual será.
Ahora os quería comentar una paranoia malísima que me ha entrado viendo el capi de ayer:
¿ No será que Francisca va a querer cobrar la deuda de Sebastián asociandose con Raimundo en la posada?, me explico
Me parece a mi que lo de echar a Sebastián lo hace con idea de que él de una forma u otra se reconcilie con el padre, que no lo va a dejar desamparado en esas circustancias. Una vez reconciliados Sebas le cuenta todo y Raimundo va como una fiera a hablar con Francisca y ahí me vienen dos ideas
1- que Raimundo pague el dinero del robo con lo que gane en la posada por lo que en cierta forma será socio de Francisca
2- que Francisca entre en el negocio con Rai hasta que recupere su dinero.
En cualquiera de los dos casos hay acercamiento con Raimundo y además este le debe una por que no ha denunciado a su hijo y el roce...ya se sabe, además teniendo en cuenta que Rai ya puede ver...
que no lo se, que se me ha ocurrido así por las buenas, debe de ser las ganas que tengo de verlos juntos, discutiendo, tonteando o lo que sea, pero juntos en la misma escena
Anterior 1 2 3 4 [...] 18 19 20 21 22 23 24 [...] 376 377 378 379 Siguiente