El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon

Todos los capis me gustan muchísimo pero este es hasta ahora mi favorito, es romántico, divertido, hay amor para dar y vender y tiene la frase de la historia, " Ya sabes que vas a ir al infierno, Francisca. Y no sólo por esto. Así que deja de preocuparte", ja ja me meooooooooooo.
Me acabas de alegrar el lunes, esta sonrisa no se me quita en todo el día, adoro a estos dos y tú eres una superfenómena.
Sigue por fis, que entre que se case Tristán, se casen estos dos, bueno hasta que se casen todos anda que no queda historia ¿no?¿no?

Pepa Balmes se encontraba de pie frente a un gran espejo en la habitación de Emilia. Se movía nerviosa mientras su amiga intentaba colocarle el velo de novia en su rebelde cabellera castaña.
- Pepa, ¡por Dios!- dijo la joven Ulloa, desesperada.- O paras quieta de una vez o te juro que… te pongo este velo atado a la cabeza como si fueses una bolsa de peladillas.
- Está bien, lo siento, pero es que… - inspiró - … estoy hecha un manojo de nervios.
- No hace falta que lo jures.- añadió Emilia. Se volvió hacia Soledad, que sonreía ante la escena. – Ayúdame, Soledad. Tráeme esas flores.

Soledad y Emilia colocaron pacientemente el tocado floral en la cabeza de la partera. Mientras, Mariana terminaba de abrochar el hermoso vestido de novia que había pertenecido a la madre de Emilia. Le habían hecho unos pequeños retoques y estaba perfecto. Mariana estiró la cola hacia atrás y le sacudió ligeramente la blanca y amplia falda almidonada. Pepa se colocó su preciado colgante y Soledad le aplicó una suave capa de carmín en los labios. Finalmente, las tres damas de honor la giraron hacia el espejo. Sonrieron satisfechas de su trabajo.
- Estás preciosa, Pepa.- le dijo cariñosamente Soledad, besándola en la mejilla.
- Más bonita que una princesa.- añadió Mariana.
Emilia sonrió cómplice a Soledad.
- Cuando nuestro querido hermano te vea, le va a dar un soponcio. Menos mal que doña Francisca lo tendrá más derecho que una vela.- dijo Emilia, divertida.
Pepa se giró hacia sus tres damas de honor. Las tomó de las manos.
- No sé qué haría sin vosotras.- dijo con la voz algo temblorosa. Sacudió la cabeza y sonrió.- Dios, no soporto tantas emociones juntas. Se me dan fatal.
Emilia sonrió.
- Ven acá, tonta.- dijo, abrazándola.

Las cuatro muchachas terminaron de arreglarse. Emilia, Soledad y Mariana iban vestidas con tres sencillos pero hermosos vestidos de un suave color verde manzana. Emilia se puso sus preciados pendientes. En ese momento, la puerta sonó.
- Adelante.- dijo Pepa.
Un elegantísimo y encantador Martín apareció tras ella. Llevaba un trajecito beige impecable, con un pequeño lazo color burdeos en el cuello. Portaba la bandeja de plata con los anillos. Parecía un pequeño caballero de lo guapo que estaba. Pepa sintió que el orgullo le reventaba en el pecho.
- ¡Martín!.
El niño dejó la bandeja y corrió hasta ella.
- ¡Pepa, Pepa!- los dos se abrazaron. Después el niño se separó y la miró sonriente.- Estás muy guapa, Pepa.
- Y tú también, mi vida.- dijo ella, acariciándole la cabeza para recomponerle el peinado.
- Pero bueno… Pepa Balmes. Estás más hermosa que todas las estrellas del firmamento. Si no fuese porque no puedo hacerle esa faena a mi hijo, me casaría contigo.

Pepa sonrió. En el umbral estaba Raimundo, vestido con un impecable traje oscuro, chaleco granate y una blanquísima camisa. La novia se acercó a su padrino y le besó cariñosamente en la mejilla.
- Lo mismo digo, Raimundo. Está usted guapísimo. Y si no me caso con usted es, además de por no hacerle el feo a Tristán, porque doña Francisca me mataría.- dijo ella traviesa.
Raimundo rió ante la ocurrencia de Pepa. Después se volvió a las demás jóvenes.
- Desde luego, hoy toda la belleza se ha reunido en Puente Viejo.- dijo zalamero.- Bueno, es mejor que marchemos ya a la iglesia. Si mi pobre hijo sigue esperándote más… le va a dar un infarto.
Pepa tomó el brazo que le ofrecía Raimundo y salieron de la casa de comidas. Emilia, Soledad, Mariana y el pequeño Martín les siguieron.

Lna... es ver tu nombre y venirme pacá corriendoooooooo!!!!.
¡Qué bonito!, ¡qué tierno!, ¡qué.....!!
yo no sé si a Tris le dará el soponcio o un infarto pero como tardes mucho.... me acabará dando a mí.
Sigue con esta PRECIOSA boda/historia. GRACIAS

Ayyy que ganas ya de que Tris vea a Pepa, eso sí la única pega a la historia es el vestido de novia, porque no se puede poner elmismo con el qué se casó con el Pollo no señor. No tendrá uno la Paca, guardadito y que lo iba a utilizar en su boda con Raimundo, antes de que este lo prometieran con una ricachona de la ciudad?.....
No obstante la historia preciosa esperando la continuación. Muchas gracias por compartirla

Ay, mi Martincillo, qué guapo va!!

Qué emoción, me encantan las bodas, y más si los novios se quieren tanto como Pepa y Tris!!

No te preocupes lau1990, en mi historia el desgraciao-loco-hijoputa de Alberto ni existe, así que Pepa nunca se ha casado con él. No problem. Mi única duda acerca del vestido, es que ya veré con qué vestido se nos casa nuestra Emilia... Tal vez se lo done doña Francisca. El vestido de novia de cuando se iba a casar con Rai... que nunca pudo ser usado.

Ahhhh Gracias Ina.

Es estupendo ina!!!

En la iglesia de Puente Viejo, un inquieto Tristán aguardaba con las rodillas temblorosas frente al altar. Por enésima vez, su hermano Sebastián apoyó una mano reconfortante en su hombro. Y también, por enésima vez, una elegantísima Francisca le miró con cara de –“Como no pares quieto de una vez, te atizo con el abanico”. Tristán sonrió nervioso a su madre. Francisca meneó la cabeza, reprimiendo la sonrisa y sin poder ocultar el orgullo. Su hijo parecía un verdadero príncipe. Estaba guapísimo, con el traje de novio que contrastaba con la camisa y el chaleco dorado. El novio más guapo que jamás había visto.

- Cálmate, hijo.- dijo don Anselmo, sonriendo comprensivo.
- Esta condenada partera no puede ser puntual ni en su propia boda.- murmuró Francisca.- Tristán la miró reprobador y Francisca cerró la boca poniendo los ojos en blanco.

De pronto, la puerta de la iglesia se abrió y apareció la novia del brazo del padrino. Todos los presentes se levantaron. Tristán se volvió y creyó que se le paraba el corazón. Allí estaba Pepa, más hermosa que nunca, caminando hacia él. Francisca meneó la cabeza al ver la cara de tonto que se le había quedado a su hijo.
- Don Anselmo va a tener que fregar el suelo de la iglesia… - empezó a decir mientras se volvía. Miró a la novia. Cierto, Pepa iba increíblemente bella. Sin embargo, no estaba dispuesta a admitirlo.- Tampoco es para…
De pronto enmudeció. Raimundo, vestido casi como si fuese él también el novio, llevaba de su brazo firme a Pepa hacia el altar. En corazón de Francisca empezó a golpear con tanta fuerza que resonó en sus oídos. Tristán salió momentáneamente de su pasmo y, al ver la cara de su madre, sonrió.
- Cierto, don Anselmo va a tener que fregar el suelo.- repitió el joven novio.

La comitiva nupcial llegó al altar. Tristán abrazó a su padre. Después se volvió hacia Pepa. Se miraron con incontenible emoción y se encararon hacia Don Anselmo sin dejar de mirarse. Raimundo y Francisca, uno a cada lado de los novios, se miraron, sintiéndose como si estuviesen alejados por una eternidad de distancia. Raimundo la miró tierno y ella esbozó una imperceptible sonrisa.
La ceremonia fue tan sencilla como hermosa. Emilia, Sebastián, Soledad y Mariana tuvieron unas palabras para los novios. La emoción se respiraba en el ambiente. Finalmente, Don Anselmo se dirigió a los contrayentes.
- Tristán Ulloa Montenegro. Quieres a Pepa Balmes como tu legítima esposa para amarla y respetarla en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe.
Tristán miró a Pepa, que luchaba por tragar las lágrimas.
- Sí quiero.- dijo el joven capitán, con voz ahogada.- Y más allá de la muerte…- añadió con un susurro.
Una lágrima rebelde resbaló por la mejilla de la novia.
- Pepa Balmes. Quieres a Tristán Ulloa Montenegro como tu legítimo esposo para amarlo y respetarlo en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe.
- Desde luego.- Don Anselmo miró a Pepa ocultando una sonrisa. Ella se recompuso y contestó.- Sí quiero.
- Si alguien considera que estas dos personas no pueden unirse en santo matrimonio, que hable ahora o que guarde silencio para siempre.

Un silencio lleno de emociones contenidas se esparció en el aire. Finalmente, don Anselmo dijo las palabras que Tristán y Pepa deseaban oír desde lo que parecía una eternidad.
- Por el poder que me ha sido otorgado, yo os declaro marido y mujer. Tristán, puedes besar a la novia.

Tristán se acercó con los ojos cristalinos a su mujer…¡su mujer! Ambos se acariciaron el rostro y finalmente, se fundieron en un beso puro, apasionado, tierno. Un beso en el que parecían dejar atrás todos sus infortunios pasados. Un beso que decía más que todas las palabras. Aplausos y vítores de alegría resonaron por toda la iglesia. Francisca y Raimundo se miraron, con una sonrisa de salvaje alegría pintada en sus rostros. Los recién casados salieron del brazo al patio de la iglesia, seguidos de los padrinos. Las damas de honor salieron del brazo de sus respectivas parejas. Todos se reunieron en el hermoso prado que rodeaba a la iglesia, mientras Hipólito trajinaba con su cámara de fotos, dispuesto a inmortalizar el momento.

- Madre…- susurró Tristán.

Francisca miró a su hijo, incapaz de hablar por la dicha. Después lo abrazó contra su pecho con todas sus fuerzas. Raimundo se acercó. Tristán no podía estar más embargado por la emoción mientras sus dos padres le abrazaban. Finalmente, a ese abrazo se sumó Sebastián, Emilia y Soledad. “-Ahora sí estaban todos”- Pensó. Se deshizo un momento del abrazo y acercó a Pepa para besarla.

- ¡Oh!, qué escena tan tierna… Lástima que todo termine aquí.

Pepa se volvió, sintiendo que toda su alegría se convertía en horror. Frente a ellos, a unos metros de distancia se encontraba…

- ¡Dios mío!

Tristán alzó la mirada… para ver como Carlos Castro empuñaba algo en su cintura. Su mano se movió a la velocidad del rayo. A los dos segundos, estaba apuntando a Pepa con una pistola. De pronto, Raimundo empujó a su hijo y tiró a Pepa al suelo a la vez que se oía un disparo.

Nooooooooooooooo, Ray nooooooooooooooooooo!!!!

aaaaaayyyyyyyyyy preciosa boda pero....nooooooooooooooooooooooooooo ha aparecido el churruscao!!!!!! ahhhhggggggggg pobre rai....salvalo, eh!!!!!!!

arriba!!!! Lna continua con la historia que nos has dejado...ayyyyyyyy rai!!!!

xD xD xD Noooooooooooo Noooooooo, pero si estábamos de boda....... a este quién le ha invitaooooooooooooo?????????!!!!!!!!!!!

Lna, no nos dejarás con esta congoja mucho tiempo, ¿no?

Chicas, en breve, continúo. que estoy haciendo arroz con leche, jejejeje. Estoy en plan Rosario ¡Que se me quemaa!

Ok jajajajaj que te aproveche! Pero tu luego sigues eh! ;) ajaajjaj
Que tienes que salvar a Ray y que Francisca se desespere y muestre sus emociones en publico jejejj posible CHOZOENCUENTRO 3 ?¿

Tristán alzó la mirada… para ver como Carlos Castro empuñaba algo en su cintura. Su mano se movió a la velocidad del rayo. A los dos segundos, estaba apuntando a Pepa con una pistola. De pronto, Raimundo empujó a su hijo y tiró a Pepa al suelo a la vez que se oía un disparo.

Gritos de espanto ensordecedores se oyeron. Raimundo cayó al suelo, pero no sintió dolor alguno. Sus ojos vagaron por todas partes sin comprender. Su chaleco estaba manchado de sangre. Levantó la mirada y el peor dolor imaginable sustituyó al que supuestamente causaba un balazo.
- No…no…
Creyó que le desgarraban el alma. Francisca cayó, justo delante de él. Raimundo la atrapó antes de que tocara el suelo. La sostuvo horrorizado, viendo cómo manaba sangre imparable muy cerca del corazón. Tristán, Pepa, Soledad y todos los presentes vieron con horror la escena.
- ¡Madre!!- gritó Tristán.
Carlos sonrió, irónico.
- Vaya, qué gesto más bonito. Bueno, ya he quitado de en medio a la zorra que casó con mi padre. Ahora quitaré de en medio a la zorra que acaba de casar con mi hermano.

Alzó de nuevo la pistola. Raimundo sintió que moría, pero aún así, se levantó y se colocó delante de Pepa. Carlos miró con odio a Ulloa. De pronto, alguien surgió a la espalda de Carlos. Sebastián saltó sobre él, haciéndole perder el equilibrio. La pistola cayó de las manos de Castro y ambos rodaron por el suelo. Sin embargo, Carlos pronto dominó la situación y, colocándose sobre el joven Ulloa, empezó a asfixiarlo. Tristán no lo dudó y se abalanzó sobre él, derribándolo de un puñetazo. Se levantaron los tres rápidamente.
- Apártate, Tristán.- le advirtió Castro. – No me iré de aquí hasta acabar con mi tarea. Te lo advierto, apártate, hermano.

Tristán le miró, con los ojos relampagueando odio.
- Yo no soy tu hermano.

Carlos Castro evaluó de un vistazo su situación. Había perdido la pistola y estaba en desventaja al ver que Tristán, Sebastián y los hermanos Castañeda le cerraban el paso, rodeándole lentamente. De pronto, una idea perversa asomó a sus ojos. Se zafó de Tristán, golpeándolo en el estómago y corrió. Antes de que nadie pudiese hacer nada, atrapó a Martín, encerrándolo tras su brazo férreo. Pepa y Tristán creyeron morir.

- ¡Martín!!! ¡¡¡¡Martín!!!!!- Pepa trató de zafarse de los brazos de Raimundo. Finalmente lo logró y corrió hacia Tristán.
- ¡Suéltalo!!- rugió Tristán.- ¡Suelta ahora mismo a mi hijo!
- Te equivocas “hermano”- dijo Carlos con perversidad.- Este niño no es tu hijo, sino mío. Y bien que lo sabes. En cuanto a ti, furcia.- dijo, dirigiéndose a Pepa.- es curioso la de vueltas que da la vida, ¿no crees? Una vez te lo arrebaté nada más parirlo y una vez más te lo vuelvo a arrebatar.

Martín miraba con ojos asustados lo que estaba diciendo aquel perturbado que decía ser su padre. Miró a Pepa. Estaba deshecha en lágrimas de temor y también de odio.
- Pepa…- susurró el chiquillo.- Mamá…

Pepa se quedó sin respiración al oír a Martín llamarla así por primera vez. La invadió una cólera tan grande que, sin pensar, echó a correr hacia Carlos con todas sus fuerzas, espoleada por el odio en estado puro. Eso pilló a Carlos con la guardia baja. En un instante de vacilación, Martín descargó el pequeño tacón de su botín contra la espinilla de su captor. Eso hizo que Carlos lo soltara. El chiquillo, sin pensarlo, echó a correr. Carlos maldijo de rabia. Miró a Pepa y sin más, le echó las manos al cuello. Pepa le arañó la cara con saña, pero pronto empezó a sentir la falta de aire. De pronto, Tristán apareció y le asestó un puñetazo que le hizo soltar a Pepa. Los que fueron una vez hermanos se enzarzaron en una violenta pelea a muerte. Sin embargo, en cierto momento, el traidor Castro sacó una navaja tras su chaleco.

- Reúnete en el infierno con tu madre…”hermano”.

La navaja hendió el aire. Pero antes de enterrarse en el pecho de Tristán resonó un disparo. Tristán miró atónito a Carlos. Un chorro de sangre empezó a manar en mitad de su pecho. Carlos cayó muerto al suelo. Tras él, Pepa sujetaba con sus dos manos el humeante cañón de la pistola. Bajó las manos, temblorosa y la pistola se resbaló al suelo. Tristán miró a su mujer. Corrieron el uno al otro y se abrazaron con todas sus fuerzas, para asegurarse de que estaban sanos y salvos. Martín también corrió hasta ellos. Tristán lo levantó y lo apretó contra su corazón. Pero el alivio sólo fue pasajero.

- Dios mío, Tristán – Pepa miró horrorizada. Tristán siguió su mirada. Su madre, caída en el suelo, se estaba desangrando mientras Don Julián, el médico, la atendía allí mismo.

- ¡Madre!

JOOOOOOODDDDDDDDDDD******************* Lna, me has dejado sin respiración...
LA PACAAAA!!!!!!
Y mi pobre Martincillooooooo...... en la boda ni lo mencionas, él tan rico con sus anillos, y mira tú por dónde...... el churruscaoooooooooo lo atrapaaa!!!!!

Edito:
y la Pepa como una fiera a salvar a su críaaaa ¡Biennnnnnn!.... y el capitán no se queda corto.

Ya ves Lna... que según te leo, se me sube el corazón al gaznateee!!!
Sigue porfa, no dejes así a la Paca.

Aaaaaaaaaaaahhhhhhhh por favor que agonia!!!!!! puto churruscao!!!!!!!!
jolin que bonito el "mamá" de martín a pepa....y la paca! la paca se nos muere!!!!
Lna que bien escribes!!! continuaaaaaaaaaaaaaa

Oh dios! lna no nos puedes dejar así, raimundo desangrandose¿ Francisca tmb? Hay madre ahora que todo iba bien jajajajaj me va a dar algo [XD]

No, Neca, Raimundo está bien. La sangre que tiene en el chaleco es de su Paca, que en el último instante se ha puesto delante de él para salvarle la vida.