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El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon

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samureta
samureta
08/06/2011 23:44
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No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas.

[/b]
#2301
Naryak
Naryak
18/09/2011 23:20
Mil gracias guapa!Me alegra que te guste ^_^

OY OY Lna tu regalito esta ya aqui!!!!!!!!,esto promete,esto promete,me ha encantado este inicio. Eso deberia pasar que explotaran de una santa vez por sus sentimientos y ya no sepan que hacer, me chifla ver a Francisca asi.Sigueloooooooooooooooooooo por lo que más quieras!!!!;)
#2302
lnaeowyn
lnaeowyn
18/09/2011 23:34
Jejeje... os voy a hacer sufrir un poquito. Estoy subiendo trocicos más pequeños de mi relato... jijiji... pero todo llegará...

Por cierto Silvii, qué preciosidad de montaje ;-)

Raimundo meneó la cabeza mientras servía un vaso de vino a Don Anselmo. Éste lo tomó y volvió a insistir.
- Vamos, Raimundo, ¿qué te cuesta hacerle un favor a un amigo? Necesito tu ayuda. Las goteras del tejado de la iglesia acabarán arruinándome el confesionario.
- Don Anselmo, sabe perfectamente que haría lo que fuera por usted.- Raimundo le dirigió una mueca burlona.- Pero no soy el más indicado para reparar goteras.
- ¿Qué diablos estás diciendo? Pues bien que lo hiciste aquí, en la casa de comidas.
- Quien hizo casi todo el trabajo fue ese amigo de Alfonso, Severiano.
- ¿Me vas a decir que tú no eres perfectamente capaz de hacer lo que ese muchacho hizo?

Raimundo resopló y dejó el trapo con el que estaba frotando la barra. Clavó sus sagaces ojos en el cura.
- Don Anselmo, por más que ruegue y patalee, no pienso entrar en su iglesia. Ni a arreglar el tejado ni a encender velas.- repuso burlón.
- Eres un hereje.- el párroco le miró enfadado.- Y como sigas así, arderás en el infierno.
- Padre... el infierno ya está aquí en la tierra.- le dirigió una sonrisa burlona.- O me va a decir que hay diablos peores que nuestra ilustre cacique?

Don Anselmo tomó el vaso y bebió el contenido tan rápido por la furia que Raimundo soltó una risita maliciosa. El cura le fulminó con la mirada.

- No hay quien pueda contigo. A veces tengo la sensación de que Doña Francisca tiene razón cuando te pone a caer de un burro.

La risita de Raimundo se convirtió en una carcajada. Don Anselmo le miró furioso.

- Queda con Dios... - le dijo empezando a darse la vuelta. Pero Raimundo le detuvo.
- Espere, hombre, no se marche así.- Raimundo le había cogido del brazo, conciliador. El cura le miró, aún fingiendo enfado, pero intentando que la sonrisa no apareciese en su rostro. Raimundo resopló.- Está bien... Iré con usted a ver esa condenada gotera.

Don Anselmo sonrió.

- Eres el hereje más honrado que conozco, viejo amigo.
- Y usted es el cura que mejor me cae.- replicó Raimundo, burlón, mientras pasaba una mano por sus hombros y salían de la casa de comidas.
#2303
Lua23
Lua23
18/09/2011 23:51
Q montaje más chulo Silvia!!!! precioso!!! estás hecha una artista

lna gracias por tu regalito.....de seguro que nos tienes a todas intrigadas, deseando ver cómo sigue, jeje!!!!

Tendremos escena esta semana?? ya sé que no han salido en el avance...pero no sé, igual tendremos una. Ya la verdad que me da igual que discutan o no, que se insulten o lo que sea...con tal de verlos juntos, lo que sea!!!!
#2304
Naryak
Naryak
19/09/2011 00:00
Gracias a las dos!

Lourdes jodia asi que te vas a hacer de rogar esta vez ehhhh???aishhhhhhh esperemos lo que haga falta hija xD,mientras tanto repitamos todas juntas que se encuentren,que se encuentren!!!!!!!!:P

Eso quiero pensar yo Laura aunque me parece raro que para una escena que hay no la pongan en el avance =(
#2305
thirdwatch
thirdwatch
19/09/2011 00:08
Silvia que preciosidad de collage, me acabo de quedar traspuesta al verlo
#2306
Crippy
Crippy
19/09/2011 00:14
Estás muy pero que muy activas, y que decir... que todo es maravilloso. Me ha encantado el montaje fotográfico y los relatos... simplemente geniales, aunque a mi personalmente ver a la Paca ya sea drogada o borracha me puede jajajaja.

Seguir así chicas que esto es entrar y un no parar de ver cosas estupendas!
#2307
lnaeowyn
lnaeowyn
19/09/2011 00:35
Francisca se detuvo sin resuello. Había corrido casi un kilómetro sin parar, hasta que sintió su corazón a punto de morir y sus pulmones ardiendo. Se deshizo de la capa que la cubría, sin importarle en absoluto dejarla tirada en el camino. El cuello de la blusa la ahogaba. Se apoyó en el tronco de un árbol, procurando recobrar la respiración. Cuando lo logró levantó la cabeza. La iglesia de Puente Viejo se alzaba ante sus ojos. Tragó saliva. Tal vez lo que necesitaba su alma torturada fuese confesión. Por un instante sacudió la cabeza. A Don Anselmo le daría un infarto si empezaba a confesar lo que la estaba matando lentamente. Pero en ese momento, ese inconveniente le pareció una ridiculez. Apreciaba a Don Anselmo, pero si alguien tenía que morir de un infarto... ella desde luego no estaba por la labor. Apretó los puños y se dirigió como un rayo hacia la iglesia.

Raimundo alzó los ojos hacia el techo, justo encima del confesionario, mientras trepaba por la escalera. Colocó una pequeña teja y examinó cuidadoso el hueco por el que se podía ver un trocito de cielo.
- Va a tener suerte, Don Anselmo.- miró hacia abajo.- No será necesario alquitranar. Sólo hay que cambiar unas pocas tejas.
- Gracias al cielo.- el cura sonrió aliviado.- Espera, que ahora te las traigo.

Raimundo le miró sorprendido y después esbozó una sonrisa. Ese condenado Don Anselmo lo tenía todo calculado. Hasta tenía las tejas a punto y todo. Quitó con cuidado tres maltrechas tejas y bajó hasta el suelo. Las colocó en una esquina. Miró el confesionario. Lo cierto era que le molestaba para trabajar. Lo empujó con tremendo cuidado hasta colocarlo en una zona menos molesta. Al hacerlo, la pesada biblia que había en un estante del mismo cayó al suelo. Meneó la cabeza y casi como si sintiese un sarpullido entró con aprensión en el confesionario para volver a poner la biblia en su sitio. Estaba disponiéndose a salir cuando una tremendamente conocida voz le sobresaltó.

- Ave María purísima...

Raimundo pensó que había echado raíces. Estaba totalmente paralizado. Al otro lado, apenas separada por una rejilla de madera, estaba arrodillada nada más y nada menos que Francisca Montenegro. -”¿Qué... diablos se supone que... hay que hacer en una situación así?”- Su mente estaba demasiado aturdida. Francisca se sorprendió de no recibir respuesta.

- Padre, ¿no me ha oído?- preguntó con cierto retintín.

Una sonrisa amenazó con surgir al rostro de Raimundo al pensar que ni siquiera confesándose podía dejar de lado ese condenado orgullo. Tragó saliva. Aquello era un juego muy peligroso... pero también era demasiado tentador como para no jugar. Sí... demasiado tentador.

- Sin... pecado concebida.- respondió él en un susurro apenas audible.

Francisca frunció el ceño.
- ¿Le ocurre algo en la voz, Don Anselmo?
- No es nada hija... es que...- Raimundo se devanó los sesos.- … estoy un poco... afónico.

La respuesta pareció convencerla. Raimundo dejó escapar el aire que había estado conteniendo.
- ¿Qué te aflige, hija mía?- “Bravo, Raimundo”- le espetó su irónica conciencia.- “Hasta se te está dando bien y todo”. Raimundo procuró acallar esa condenada vocecita mientras no despegaba los ojos de la silueta de Francisca.

Ella se removió en un gesto que interpretó de dolor.

- Padre... yo... Sé que no debería haber venido para contarle esto. Pero necesito hacerlo. Necesito desahogar esta... tortura que me asfixia. No puedo soportarla por más tiempo. He luchado durante treinta años contra ella. Pero mis fuerzas ya no me sostienen.- dijo con la voz rota de dolor.

Raimundo sintió que el corazón se le paraba al oírla. Francisca reprimió un sollozo.

- Don Anselmo, usted... siempre ha estado ahí para escucharme. Le parecerá una locura lo que le voy a contar pero... - meneó la cabeza desesperada.- Hace... mucho tiempo, Raimundo y yo... - se detuvo, sintiendo que le arrancaban el alma al intentar hablar. Apretó los dientes y continuó.- … estuvimos... enamorados. Él... fue el gran amor de mi vida. Le quise como jamás pensé que se podía querer a nadie. Le entregué mi corazón y mi alma cuando no era más que una niña.- tragó un sollozo.- Y cuando creí que viviría toda mi vida feliz a su lado él... me abandonó...

No pudo seguir hablando. Mil puñales le estaban atravesando la garganta en ese momento. Raimundo se sintió morir. Por un instante, estuvo a punto de destrozar esa maldita rejilla de madera, atraparla entre sus brazos y besarla hasta absorber todo su dolor. Pero su sufrimiento le atravesaba de tal forma que le robó todas las fuerzas.

Francisca pareció tranquilizarse e inspiró antes de volver a hablar.
- Supongo que... ahora entiende el motivo de... nuestra enemistad. Yo... simplemente me aferré a ese odio, a ese rencor porque era la única manera de poder sobrevivir. Quería hacerle daño a pesar de que su dolor era también el mío. Pero mi corazón estaba tan moribundo que no atendía a razones.- reprimió un nuevo sollozo.- En realidad, quería hacerle daño sólo para encubrir, para enterrar el amor que seguía sintiendo por él... ese amor que sé que termirará acabando conmigo.- de nuevo sollozó.- Le quiero, padre. Jamás he dejado de amarle. Y sé que esa es mi condena. Porque él... él jamás me perdonará. Aunque me quiera. Y yo... siento que... no tengo ya más fuerzas para seguir luchando.

Lágrimas abrasadoras inundaron los ojos de Raimundo. Sentía el mismo dolor que cuando tuvo que abandonarla. Ese sufrimiento que era tan intenso como para matarle, pero tan despiadado como para no concederle la muerte. De pronto, un ruido de pasos interrumpió el dolor. Raimundo se recompuso sin saber cómo. Era Don Anselmo, que se acercaba. El honrado sacerdote miró sorprendido a la penitente.
- Doña Francisca... ¿Qué está haciendo usted aquí?

Ella recuperó rápidamente la compostura. Le miró con los ojos desorbitados. No... no podía ser...
- Eso... debería preguntarlo yo... Me estaba confesando con... usted.- dijo perpleja.- miró al confesionario.- ¿Quién demonios... estaba ahí?
- Señora, los únicos que estábamos aquí éramos Raimundo y yo. Ha venido a echarme una mano con el tejado.
Francisca sintió que el corazón se le paraba.
-¿¡Q...qué?!

Se levantó como un resorte. Reuniendo todo el valor Montenegro del que hacía gala, miró el interior del confesonario. Estaba vacío.
#2308
Lua23
Lua23
19/09/2011 00:59
J.... lna, q pasada!!! me gusta, me gusta muuucho este nuevo relato!!!! La pobre Francisca cuando vio a don Anselmo: los ojos desorbitados, no es para menos!! jajajaja. Sigue cuando puedas
#2309
Naryak
Naryak
19/09/2011 01:04
UFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF

Que pasada,se me ha encogido el corazón al imaginarme la escena, Francisca llena de dolor que ya no puede más, confesandole todo nada más ni nada menos a él mismo. Por Dios a donde ha ido Raimundo?????¿¿¿¿¿¿¿Vas a colgar algo más VERDAD,VERDAD??????
#2310
lnaeowyn
lnaeowyn
19/09/2011 01:50
Siento el retraso... angel

Francisca sintió que el corazón se le paraba.

- ¿¡Q...qué?!

Se levantó como un resorte. Reuniendo todo el valor Montenegro del que hacía gala, miró el interior del confesonario. Estaba vacío.

- Doña Francisca... ¿se encuentra bien?

Ella miró al sacerdote. Un terror sin nombre se apoderó de ella. No... no podía ser. Aquello tenía que ser un mal sueño. Una pesadilla. Apretó los puños. Ese... condenado tabernero había oído toda su confesión... y ni siquiera había tenido el cuajo de... interrumpirla y descubrirse. Claro... cómo iba a hacer eso. Cómo iba a perder esa oportunidad de humillarla. Ahora tenía una enorme as en la manga sobre ella. El dolor y el odio parecieron clavarse en su castigado corazón. Se zafó del preocupado y solícito brazo que Don Anselmo le extendía y salió corriendo de la iglesia. Corrió por el camino hasta que sin saber cómo, apretó los dientes y los puños y pareció recobrar fuerzas. Y después decían que el orgullo era un grave defecto. Su furiosa mirada se clavó en el horizonte. Sin su orgullo, ella simplemente no estaría viva.

Inspiró con fuerza y se volvió para reemprender el camino a la casona. Pero al hacerlo de nuevo se quedó sin respiración. Raimundo estaba frente a ella. Clavando sus ojos en los suyos. Dedicándole esa mirada que la hacía temblar. Por primera vez, ninguno de los dos parecía ser capaz de hablar. Francisca peleó contra sus sentimientos con esa infinita fuerza que parecía salir debajo de las piedras.

- ¿Qué estás haciendo tú aquí?- le preguntó fríamente.

Raimundo la miró. Allí estaba, tan orgullosa, tan fuerte... y a la vez tan vulnerable. La adoró con los ojos. En un instante, todo el dolor que le había causado, todas las canalladas que ella le había hecho parecieron irse al mismo infierno. Sólo sentía que moría de amor por ella. Que deseaba oír sus palabras irónicas, ver sus hermosos ojos, sentir todo su ser. La amaba con furia, con desesperación, con locura.
- Te he preguntado que qué estás haciendo aquí.- repitió ella mirándole furiosa.
- He venido a terminar con la confesión.- Raimundo la atravesó con sus ojos de fuego.- No te he dicho aún la penitencia que debes cumplir.- sus ojos brillaron peligrosos y a la vez irónicos.
Francisca sintió que se la llevaban todos los demonios.
- ¡Eres un... cobarde... malnacid..!

No pudo terminar. Raimundo la asfixió atrapando su boca con la suya. Francisca se sintió morir pero su dolor todavía seguía presente y en su fuero interno creía que él se estaba vengando de ella, haciéndole sufrir a posta después de todo lo que había oído. Le golpeó el pecho, rompiendo el beso.

- ¿Cómo te atreves...?- le miró indignada y rabiosa.
- Te aseguro...- Raimundo la miraba como un depredador desquiciado.- … que me voy a atrever mucho más.
Ella intentó golpearle. Raimundo aferró sus muñecas y sin más preámbulos la abrazó contra su corazón. Francisca se sintió morir al sentir ese poderoso latido. Él la ceñía, apoyando su cabeza contra su pecho en un gesto que le arrancó todas las lágrimas a Francisca. Lloró lo que parecía haber estado enquistado durante treinta años en su alma. Lloró hasta que no le quedaron fuerzas y él tuvo que cogerla entre sus brazos. Se sentó en una piedra, sosteniéndola en su regazo como si fuese una niña pequeña. Finalmente, los sollozos se fueron espaciando hasta que dejó de llorar. Permanecieron así lo que parecía una eternidad. Finalmente, Francisca se separó. Se miraron a los ojos.
- Mi pequeña... ¿estás bien?

Francisca creyó morir al oírle llamarla así. Raimundo la besó en la frente.

- Te acompañaré a casa.

Se levantó, obligando también a Francisca a levantarse. Pero al encaminarse en la dirección de la Casona, vio que ella no le seguía. Francisca estaba con una... peculiar expresión en su rostro. Ya no había rastro de dolor ni tristeza en él. De pronto, le recordó a una irresistible joven de negros cabellos y orgulloso porte que le había robado el corazón para siempre. Tragó saliva al ver que se acercaba.
- ¿Ocurre... algo?
- Pues... a decir verdad... sí. No me quiero ir a casa.- dijo tajante.

Raimundo tragó saliva. Ella sonrió. Vaya... por fin no era ella la única que se ponía nerviosa. Eso le dio de pronto renovadas fuerzas. Se acercó a él mirándolo entre maliciosa y divertida.
- Creo que... podría aprovechar mejor el tiempo... de otra forma... sin volver a casa.- hizo un mohín burlón.- Al fin y al cabo... estoy harta del maldito libro de cuentas.
- Francisca...- él retrocedió, sintiendo un traicionero latigazo de deseo.- Creo que... deberíamos...
- No sé tú, pero yo, lo que debería hacer es deshacerme de este condenado cuello.- se llevó las manos a los botones de la blusa y desabrochó los tres primeros.- Vaya... mucho mejor.- suspiró maliciosa.
Él la devoró con los ojos. Francisca rió divertida y se acercó a él hasta apoyarse en su pecho.
- Creo que tú también deberías aflojarte un poco tanto botón...- le desabrochó el primero jugueteando traviesa con él.
- Francisca....- Raimundo la sujetó con sus manos.- … no... juegues... con fuego.- casi jadeó al decirlo.
- ¿Por qué no?- ella sonrió.- Es bastante divertido ver... cómo te derrites.
Francisca sabía que había cruzado el límite de aguante de Raimundo. Él clavó sus ojos en los suyos y se dispuso a besarla. Ella rió interiormente. Se zafó de él, dejándolo con la miel en los labios.
- ¿Creías que iba a ser tan fácil?- le provocó, riéndose de él mientras se alejaba.

Raimundo la fulminó con los ojos. Francisca sintió un respingo al ver su mirada. Era una combinación de furia y deseo en estado puro. Ella sintió ganas de echar a correr. Iba a hacerlo pero él se adelantó. La tomó de un brazo, girándola hasta que chocó con su pecho. La inmovilizó contra él.
- Te dije que... no jugaras con... fuego...

Antes de que ella pudiera replicar, la besó hasta llevarla a la locura, a la vez que la tumbaba en el suelo. Francisca jadeó, buscando desesperadamente aire, pero él volvió a arrebatarle el oxígeno con otro beso devastador. Los dedos de Raimundo hicieron saltar por los aires los botones de su blusa y en medio segundo ya se la había quitado. Deslizó su boca por el delicioso cuello, la clavícula, los hombros, el pecho y el vientre, volviendo a subir hacia sus labios por otro enloquecedor camino. Francisca jadeaba creyendo morir ante las caricias y los besos de él. Luchó por quitarle la camisa. Cuando lo consiguió, creyó derretirse al verle. Acarició su pecho y su abdomen. Él la besó de nuevo, loco de pasión.
- Mi pequeña... no puedo soportarlo más...
Entró en ella, poseyéndola enardecido, mientras Francisca intentó evitar el grito que salió por su garganta, sin lograrlo. Se retiró despacio y volvió a entrar, uniéndose por completo a ella. La siguiente acometida fue más intensa... y la siguiente más todavía. Francisca creyó morir de placer y tuvo que aferrarse a él para soportar la inmensa pasión con la que la poseía. Los jadeos se hicieron más intensos. A cada embestida la pasión y el placer les cegaban.
- Rai...mundo...- Francisca sentía que la espiral infinita de placer la hacía delirar. Finalmente, el clímax les alcanzó arrancándoles un grito. Raimundo la besó, abrazándola contra su pecho mientras se enterraba en ella una última vez. Francisca sintió que moría... para volver a la vida otra vez.

Permanecieron abrazados mientras seguían temblando por la inmensa pasión desatada. Raimundo la miró.
- Mi pequeña... ¿Qué me has hecho?- susurró.- ¿Qué veneno me has dado... para que te ame hasta la muerte?
Ella no pudo contestar. Sintió que las lágrimas volvían a llenar sus ojos. Pero esta vez eran lágrimas de felicidad.
#2311
Lua23
Lua23
19/09/2011 01:57
ha merecido la pena aguantar delante del ordenador sólo para leer tu relato...bravo como siempre!!!!!! Ahora sí o sí me voy a la cama....tengo 5 horitas para dormir y el lunes se avecina duro.
#2312
Naryak
Naryak
19/09/2011 02:04
Me iba para la cama ya pero he dicho me voy a meter aqui a ver si veo el nick de Lna y me alegra los sueños SIIIIIIIIIIIIIII

MADRE MIAAAAAAAAAAAAAAA,MADRE MIA. Menuda penitencia,menuda penitencia carcajada
Por favor eres mi idola, te voy a llevar a Madrid a que les enseñes cómo se escriben las tramas entre estos dos.

BUA ME ENCANTA,una de tus mejores idas de olla,sin duda xD y mira que son todas buenisimas!!!. Es que es magnifico, ver a Francisca con ese cabreo monumental que se le va quitando pero rapido, me encanta jaja. Ayyyyyyyy,quien le iba a decir a Raimundo que le iba a hacer tan bien ir a la iglesia carcajada
#2313
thirdwatch
thirdwatch
19/09/2011 09:05
Antes de irme a rehabilitación entro y me encuentro esto..!!! Luego comento cuando me recupere.. ¡¡Que grandess sois que grandes!
#2314
Nhgsa
Nhgsa
19/09/2011 09:27
Hola chicas. Ina, genial. Ha sido terminar una clase amuermante de historia de américa moderna, leer tu relato y salirme una sonrisa. ERES INCREÍBLE TÍA. Al igual que Miri, mariajo, franrai, kera (rai en plan reconquista tiene que ser la hos...), ... Me encantan vuestros relatos de verdad.
Por cierto, para que os inspiréis.
¿No os parece irresistible la mirada de Rai cuando se gira para mirar a Paca en la escena esa de "los sentimientos que todavía me inspiras? He intentado capturar la imagen pero no he podido.
#2315
mariajose1903
mariajose1903
19/09/2011 12:26
organizando las viejas cintas de mi padre (me las ha dado jejej) he visto una cancion de Manolo escobar (si, me gusta jejee ...no me pegueis...) que me recuerda a la historia de nuestros enamorados. he intentado buscar un video para que la escucheis pero no lo encuentro. Podeis escucharla en la pagina de manolo escobar.

leed la letra y a ver que os recuerda....aparecen hasta las cartas jejeje!!
besotes!!

por cierto gran momento en el confesionario....!!! genial!!


Aún recuerdo el viejo parque,
el paseo de las tardes,
tu alegría junto a mí.
Como dos enamorados,
prometimos y juramos
adorarnos hasta el fin.
A lo largo de dos años
tiernamente nos amamos
y el destino a la distancia
nos llevó.

Estribillo:
Te di mi vida,
te di mi alma y mi corazón.
Y entre mis brazos
yo te besaba con ilusión,
sinceridad y pasión
de mi primer amor.
Desde aquel día
que te ví partir
ya nunca he vuelto
a saber más de ti.
Pero en mis sueños
volveré a vivir
aquel amor de juventud.
Aunque yo bese a otra
tú estás en mi memoria,
porque a mis sentimientos
llegaste la primera.
Amor de juventud,
no sé dónde andarás.
Pero en mi corazón,
yo sé que siempre vivirás.

Aún conservo aquellas cartas
que tu amor me confesaban,
lleno de sinceridad.
Un mechón de tu cabello,
junto con aquel pañuelo
y algunos detalles más.
Pero cuando me imagino
que otro tendrá tu cariño,
me maldigo y siento ganas
de gritar.

Estribillo.

Amor de juventud,
no sé dónde andarás.
Pero en mi corazón,
yo sé que vivirás...
#2316
mariajose1903
mariajose1903
19/09/2011 12:30
esta cancion se la canta nuestro raimundo a su francisca!!!joe es uqe lo estoy viendo jejeje . no puedo subir el video porque no se o esto no me deja...pero en youtube esta la cancion cantada por el gran manolo escobar.....ay dios que tormento vive este hombre por esa mujer tan fria!!

Vivo cautivo de tu amor,
sufriendo esta pasión
que me va matando.
Siento llorar mi corazón,
que abrasa de dolor
por amarte tanto.

Vivo sin tener consuelo,
sólo, sólo cuando sueño
se calma mi sed.
Ay, porque entonces,
sí puedo abrazarte,
entonces puedo acariciarte,
porque sólo entonces
te puedo tener.

Eres para mí
el mayor castigo,
eres decorado
de falso papel.
Para todo el mundo
eres viento frío
y agua que tú dieras
no calma la sed.
No calma la sed.
Ay qué serán
de tus labios rojos
cuando otras caricias
los quieran besar.
Ay qué serán
de tus amapolas
cuando un jardinero
las quiera cortar.
Las quiera cortar.
#2317
thirdwatch
thirdwatch
19/09/2011 12:51
María josé la letra les pega mucho y eso que a mí manolo Escobar ni fu ni fa.. La primera sobre todo porque refleja lo que ha sido y es para nosotras toda su relación.
#2318
mariajose1903
mariajose1903
19/09/2011 13:02
ya he leido los avances de esta semana..y jo..me da a mi que otra vez sin escena... porque no dice nada de estos...bueno a ver si encuentran ya al puñetero niño y se centran en otras historias.


por cierto sobre lo del padre de emilia... me ha dado por pensar que quizas se acerque de algun modo a francisca y asi a ver si hay acercamiento entre francisca y raimundo aunque sea porque raimndo vaya a recriminarle a la casona que se alie con ese hombre...que es su enemigo...o por celos..yo que se..el caso es que se vean!!!
#2319
lnaeowyn
lnaeowyn
19/09/2011 15:57
¡Chicaaas, noticiaaa! Al menos eso espero... aisss.

SPOILER (puntero encima para mostrar)

Capi del martes:

"Además, Pedro confiesa que trabaja sin conocer al comprador y sólo lo hace a cambio de una generosa comisión; no es capaz de arrojar luz sobre las dudas de Francisca. Decide entonces buscar un acercamiento con el pueblo para ver si así con la proximidad consigue alguna confidencia... pero el primero al que se acercará será Raimundo, y como siempre ocurre, saltan chispas. Y las noticias que llegan no son buenas, pues las tierras compradas ya igualan la productividad de la de los Montenegro; suponen unagran amenaza."



Ufff, que saltan chispas, jajajajaja. Espero que ese avance sea cierto... porque si no me voy a cargar a alguienn...
#2320
Kerala
Kerala
19/09/2011 16:03
Ojalá Lourdes....

"AMOR,LUCHA Y RENDICIÓN"

Tenía que reconocer que después de todo se alegraba de estar dando este agradable paseo. Los cálidos rayos de sol de esa tarde de primavera eran un revulsivo para ella. Miró de reojo a la figura que estaba a su lado y contempló su porte. Las líneas de su rostro evidenciaban un pasado que le encantaría conocer. o recordar… pensó tristemente. No se atrevía a preguntar qué clase de relación habían compartido en el pasado. Se sentía demasiado turbada en su presencia, y la mayor parte de las veces no era capaz de hilar dos palabras seguidas. Sobre todo cuando él se encontraba demasiado cerca de ella. Igual que había ocurrido cuando la “asaltó” hace unas horas. Pero tenía que hacerlo. Ansiaba saber qué extraño lazo le unía con aquel hombre.

-Francisca, ¿me has oído?- Raimundo la sacó de su ensimismamiento.

-¿Eh? Yo… perdón, ¿qué decía?- maldijo interiormente. Tan absorta estaba en sus elucubraciones sobre Raimundo que no había escuchado ni una sola palabra de lo que él había dicho.

Raimundo rió suavemente y esa risa provocó un intrigante cosquilleo en ella. Demasiado intrigante, pensó. –Te decía si este te parece un buen lugar para que nos sentemos- apuntó Raimundo con su mano a un pequeño claro que se encontraba cerca del rio.

-Sí, claro. Me parece un sitio perfecto- Hasta un pedregal le habría parecido perfecto con tal de poder sentarse. La risa de Raimundo hacía que le temblaran demasiado las rodillas y temía que estas no pudieran seguir manteniéndole en pie.

Se acercaron al lugar elegido y Raimundo extendió el mantel colocando encima la cesta de fruta. Después, se giró hacia Francisca y le tendió su mano. Ella se quedó mirando extrañada esa mano y dijo: -¿Qué…? ¿Para qué…?- Raimundo estaba disfrutando de lo lindo. Ese nerviosismo de Francisca ante su presencia era absolutamente delicioso. Toda ella, era deliciosa.

-Solo quiero ayudarte a sentar, Francisca- miró intensamente sus ojos - Si es que deseas sentarte aquí conmigo…- se acercó un poco más a ella.

-Le agradezco el detalle, pero…- trató de mostrarse digna -…puedo hacerlo yo sola- y se sentó en el suelo sin apenas mirarle a los ojos.

Es orgullosa hasta sin memoria… sonrió de medio lado. Francisca mientras, se estaba maldiciendo a sí misma. Había rechazado tomar la mano de Raimundo por temor a tocar su piel. ¿Pero qué me pasa? Bastante mal lo estaba pasando por no poder recordar nada de su pasado, como para encima añadir el extraño comportamiento que tenía cuando estaba con Raimundo Ulloa.

Él se sentó en frente de ella y se quitó la chaqueta de su elegante traje, quedándose ante ella con la impoluta camisa blanca. –Hace calor hoy, ¿no te lo parece?- y sin más, se arremangó las mangas a la altura del codo y desabrochó los dos primeros botones de la camisa. –Mucho mejor así…- suspiró relajado.

¿Mejor? ¿Quién diablos se encontraba mejor? Francisca buscó su abanico en el pequeño bolso que llevaba y comenzó a abanicarse como alma que lleva el diablo.
Raimundo se tumbó boca arriba apoyándose en los codos y volvió su mirada hacia ella -¿Estás bien Francisca? ¿Tienes calor?- le preguntó levantando ligeramente la ceja derecha.

Como si estuviera ardiendo… pensó ella. Y por un motivo bien distinto a estos rayos de sol que nos inundan bufó interiormente. –Ehh…si…Raimundo. Me siento un poco…sofocada bajo este intenso sol, eso es todo-

Él se incorporó quedando solo apoyado en un codo. –Toma- le ofreció un melocotón –esto te refrescará- no estoy yo tan segura de que esto lo consiga pero lo tomó en su mano. Raimundo cogió otro melocotón y volvió a su posición inicial.

Comenzaron a hablar de un tema intrascendente, pero él no podía quitar sus ojos de ella. Verle comer aquella dulce fruta le estaba volviendo loco. De repente, notó que un pequeño trocito se había quedado pegado a sus labios. Ella, en un gesto natural, asomó la punta de su lengua y recorrió sus labios atrapando ese rebelde trocito de melocotón.
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