El Rincón de Francisca y Raimundo:ESTE AMOR SE MERECE UN YACIMIENTO (TUNDA TUNDA) Gracias María y Ramon
#0
08/06/2011 23:44
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#201
18/07/2011 22:03
por fin mañana escenaaaaa!!!!!
mirando el avance no podia parar de ver la escena de ellos y la sonrisa de la paca
me encanta!
mirando el avance no podia parar de ver la escena de ellos y la sonrisa de la paca
me encanta!
#202
18/07/2011 22:09
Gracias Vero :D.
Ay k gran sonrisa!!!!!! m enkanta la captura :P
Ay k gran sonrisa!!!!!! m enkanta la captura :P
#203
18/07/2011 22:11
Concuerdo con Third, la canción no puede ser más apropiada. Y en cuanto a la foto, jejeje, lo que yo digoo, que se te ve el plumeroo Paquitaaa.
#204
18/07/2011 23:30
que bien!!!!!!! todavía no vi el capítulo de hoy y ya tengo ganas de ver el de mañana jejeje.
#205
18/07/2011 23:55
¡Esperemos que la escena termine tan bien como parece que empieza! XD
EDIT: yo creo que Francisca se permite estar más sonriente y eso porque como él no la ve, se siente más relajada, ¿no? No sé por qué será, pero es genial verlos así, casi tonteando ;)
EDIT: yo creo que Francisca se permite estar más sonriente y eso porque como él no la ve, se siente más relajada, ¿no? No sé por qué será, pero es genial verlos así, casi tonteando ;)
#206
19/07/2011 01:10
Q ganas de ver la escena de mañana!Tiene toda la pinta de q si q tonteen jejej, pero no hay q fiarse de estos lionistas.
Aunque dp del apoyo de Rai con el posible fusilamiento de Tris, no creo q la Doña vaya a ir a malas con Rai.
Aunque dp del apoyo de Rai con el posible fusilamiento de Tris, no creo q la Doña vaya a ir a malas con Rai.
#207
19/07/2011 14:15
Yo creo k va a ser una GRAN escena aunk corta seguro pero k será todo a buenas y bonito... x favor k estos dos no se peleen mas k sigan asi, uniendose...♥♥
#208
19/07/2011 18:28
La escena me ha encantado... Raimundo picando pero ella aprovechando k no la veia sonriendo todo el rato con carita d enamorada y él al final tb ha sonreido... ademas la intención de ella era buena pero él ha sacado las uñas pero ya sabemos como es... ayy k hayan mas escenas aunke sean de piques pero me encantan estos dos!! ♥♥
#209
19/07/2011 18:28
Vaya par otra vez discutiendo
! Me encantan sus discursiones Genial cuando dice Yo sigo siendo la misma Francisca Montenegro y el Ulloa querrás decir la Misma Después de Casada
!
! Me encantan sus discursiones Genial cuando dice Yo sigo siendo la misma Francisca Montenegro y el Ulloa querrás decir la Misma Después de Casada
!
#210
19/07/2011 18:29
Abril hemos comentado a la vez jeje xD
#211
19/07/2011 18:31
estos 2 siempre a la greña... lo bueno (por decirlo de alguna manera) de la ceguera de Rai es q así podemos ver las caritas de La Paca, que son totales
#212
19/07/2011 18:36
Las caras de la Paca han sido geniales...ahi sonriendo aprovechando k él no la veia k GRANDE jaja
#213
19/07/2011 21:33
No sé, no sé.. .pero viendo sus "escenitas" tengo la sensación de que, cuando se líen de verdad, empezarán primero discutiendo y... tal vez Raimundo le "cierre" la boquita a la Paca. O incluso puede se ocurra al revés, X-DDD ¿Os imagináis?
#214
19/07/2011 21:38
jaja yo me moriria x ver algo asi!! a mi la escena tb me ha encantado muy de ellos... esk son increibles, cuando discuten, cuando hablan bien... en todos los momentos hacen k se me pongan los pelos de punta... y ademas la esencia de ellos es la pelea xD y Raimundo se las trae, él cuando fue a su kasa a darle animos ella lo recibió bien y él va y le dice de tdo... jaja y ella k carillas ponia... xD
#215
19/07/2011 21:44
Me ha encantado la escena entre los dos, es que los actores tienen mucha quimica, y sacando un toque de humor que no es habitual. Aunque Raimundo no se crea de las buenas intenciones de la doña, que le pone ojitos porque sabe que no lo ve, el dia que se entere que pago la operación tendra que claudicar.
#216
19/07/2011 22:00
Uff el momentazo hijo Tristán y lo de la operación va a ser épico cuando sea no me lo voy a creer...
#217
20/07/2011 00:20
Mm, bueno chic@s, como parece que la ansiada escenita va a tardar... deleitémonos con una que se me ha ocurrido, jejejeje
Raimundo clavó los ojos en los de Francisca.
- Nunca quisiste escucharme. Ni una sola vez. Pues, ¿sabes qué te digo? Que ahora me vas a escuchar. Vive Dios que lo vas a hacer.
Francisca retrocedió viendo que él se acercaba, amenazador. Se reprendió a sí misma por mostrar un momento de debilidad y alzó altiva la mirada, pero su determinación flaqueó. Raimundo se encontraba a medio metro de ella y la aferraba por los hombros. Ella tragó saliva al verlo tan cerca y no pudo evitar un estremecimiento. Dios bendito, ¿qué pasaba? ¿Por qué de repente parecía sentirse otra vez con 20 años? ¿A cuento de qué se ponía a temblar como una grácil doncella ruborosa? Apretó los dientes, dispuesta a encararse a él, pero al ver sus ojos sintió una aguja que parecía pincharle el alma. Raimundo la miraba intensamente.
- Vaya, parece que el tiempo no ha pasado en absoluto.
- ¿Qué necedad estás diciendo?- ella levantó el mentón, orgullosa. Sintió que había sido una mala idea. Raimundo deslizó su mirada desde sus ojos hasta sus labios.- Suéltame, Raimundo. Te lo exijo.
- No estás en condiciones de exigir nada, Francisca. ¿Y sabes por qué? Pues porque sabes que ahora mismo, tú no llevas la batuta.
- ¿Insinúas que quien manda aquí eres tú? – Respondió entre burlona y enfadada.
- ¿Acaso no es así? Admítelo. Ahora mismo no puedes hacer tu santa voluntad. Estás atrapada. No pienso dejarte escapar y, además, no creo que ni siquiera tú quieras hacerlo.
- Serás maldito engreído y…
- Modera tu exquisito lenguaje, Francisca. Sabes que tengo razón. Estás temblando como un pajarillo asustado.
- Eso no es cierto.
Raimundo sonrió y, sin más preámbulos, se acercó más a Francisca, robándole a ésta un respingo involuntario.
- Raimundo, te lo… ordeno, aléjate y suéltame.
- ¿Sabes? Me encanta verte así… por una vez en la vida. Temblando, vulnerable. Me trae tan buenos recuerdos… - Deslizó suavemente un brazo por la espalda de ella, disfrutando del escalofrío que supo que la recorría.
- Raimundo… por favor.
Francisca estaba paralizada. Le miró suplicante. Sabía que si Raimundo la acorralaba más, las cosas podrían tomar un cariz que no estaba previsto.
- ¿Qué… qué demonios pretendes hacer?
- ¿Tú qué crees?- preguntó él a su vez.
- Raimundo…
Raimundo clavó los ojos en los de Francisca.
- Nunca quisiste escucharme. Ni una sola vez. Pues, ¿sabes qué te digo? Que ahora me vas a escuchar. Vive Dios que lo vas a hacer.
Francisca retrocedió viendo que él se acercaba, amenazador. Se reprendió a sí misma por mostrar un momento de debilidad y alzó altiva la mirada, pero su determinación flaqueó. Raimundo se encontraba a medio metro de ella y la aferraba por los hombros. Ella tragó saliva al verlo tan cerca y no pudo evitar un estremecimiento. Dios bendito, ¿qué pasaba? ¿Por qué de repente parecía sentirse otra vez con 20 años? ¿A cuento de qué se ponía a temblar como una grácil doncella ruborosa? Apretó los dientes, dispuesta a encararse a él, pero al ver sus ojos sintió una aguja que parecía pincharle el alma. Raimundo la miraba intensamente.
- Vaya, parece que el tiempo no ha pasado en absoluto.
- ¿Qué necedad estás diciendo?- ella levantó el mentón, orgullosa. Sintió que había sido una mala idea. Raimundo deslizó su mirada desde sus ojos hasta sus labios.- Suéltame, Raimundo. Te lo exijo.
- No estás en condiciones de exigir nada, Francisca. ¿Y sabes por qué? Pues porque sabes que ahora mismo, tú no llevas la batuta.
- ¿Insinúas que quien manda aquí eres tú? – Respondió entre burlona y enfadada.
- ¿Acaso no es así? Admítelo. Ahora mismo no puedes hacer tu santa voluntad. Estás atrapada. No pienso dejarte escapar y, además, no creo que ni siquiera tú quieras hacerlo.
- Serás maldito engreído y…
- Modera tu exquisito lenguaje, Francisca. Sabes que tengo razón. Estás temblando como un pajarillo asustado.
- Eso no es cierto.
Raimundo sonrió y, sin más preámbulos, se acercó más a Francisca, robándole a ésta un respingo involuntario.
- Raimundo, te lo… ordeno, aléjate y suéltame.
- ¿Sabes? Me encanta verte así… por una vez en la vida. Temblando, vulnerable. Me trae tan buenos recuerdos… - Deslizó suavemente un brazo por la espalda de ella, disfrutando del escalofrío que supo que la recorría.
- Raimundo… por favor.
Francisca estaba paralizada. Le miró suplicante. Sabía que si Raimundo la acorralaba más, las cosas podrían tomar un cariz que no estaba previsto.
- ¿Qué… qué demonios pretendes hacer?
- ¿Tú qué crees?- preguntó él a su vez.
- Raimundo…
#218
21/07/2011 17:09
Jejejjeje, ok, Miri, que lo he dejado en el momento álgido. Aunque... no sé, no sé... la Paca hoy promete volver a las andadas maquinando contra Sebastián. Como le haga algo, el Raimundo se la carga... a besos, jajajaja.
Bueno... ¿Por dónde íbamos? Ah.... sí.
- ¿Qué… qué demonios pretendes hacer?
- ¿Tú qué crees?- preguntó él a su vez.
- Raimundo…
No pudo terminar la frase. Él se había inclinado sobre ella y ahora sentía sus labios sobre los suyos. Francisca intentó retroceder o hacer algo, pero su cuerpo no respondía. Estaba paralizada. Los brazos de Raimundo la ceñían con fuerza y a la vez con delicadeza. Millones de escalofríos se colaron por su espalda y su estómago mientras él la atraía hacia sí y sus fuertes manos le acariciaban la espalda y la cintura. La boca de él atrapaba sin tregua la suya, demandando con desesperación aquello que hacía tanto tiempo le había sido negado. Francisca estaba abrumada con la avasalladora pasión. Los labios de Raimundo la tomaban exigentes, sin pedir permiso. Y antes de que supiera cómo, se encontró devolviéndole el beso con la misma intensidad.
De pronto, el ruido de una puerta que se abría los sobresaltó. Se escuchó el estruendo de un cuenco de barro que se hacía añicos contra el suelo. Raimundo y Francisca alzaron la vista para contemplar a una atónita Emilia, paralizada mientras sus manos aún parecían sostener el caldo derramado.
- Emilia…- susurró su padre. Raimundo advirtió que él y Francisca seguían abrazados ante la aterrada mirada de la joven. Soltó suavemente a Francisca, casi a regañadientes, para tenderle una mano a su hija. – Hija, ¿te encuentras bien?
Emilia seguía sin dar señales de reaccionar. Parecía que le había dado un síncope. Raimundo empezó a preocuparse. Francisca miraba a la chica también un poco inquieta.
- Hija…
- Yo… - respondió al fin.- Yo… yo… Será mejor que… me vaya.
Sin más preámbulos, la joven giró sobre sus talones y salió precipitadamente del lugar. Raimundo sintió deseos de detenerla pero… ¿Qué iba a hacer? ¿Decirle que no había ocurrido lo que ella pensaba? Los había pillado totalmente in fraganti. Francisca alzó los ojos al cielo.
- ¡Válgame Dios! ¿En qué demonios estabas pensando, Raimundo? Ahora esa chiquilla contará a todos lo que ha visto… en cuanto recupere el uso de la palabra. ¡Qué escándalo, Dios mío! ¿Qué pensará todo Puente Viejo?
- Mi hija no es ninguna chismosa. Además, no parecías nada descontenta mientras te besaba.
Francisca le miró. Raimundo tenía en los ojos una expresión risueña.
- ¿Te atreves a hacer chanzas con esto? Eres un maldito irresponsable. Claro, como tú no tienes ninguna reputación que mantener. Pero yo sí. Soy una Montenegro.
- Y yo un Ulloa. No me vengas con esas Francisca. A mí no se me cayeron los anillos cuando hace treinta años te presenté como mi prometida. Por aquel entonces, ser una Montenegro no era nada comparado con ser un Ulloa.
Ella intentó rebatir, pero se dio cuenta de que lo que acababa de decir era muy cierto. ¡Maldito Raimundo Ulloa! Él se echó a reír a carcajadas, al ver todas las expresiones que cruzaron en un segundo por la cara de ella.
- ¡No te atrevas a reírte de mí, maldito tabernero!- Exclamó roja de indignación. Ese hombre la sacaba de sus casillas de un modo que nadie lo había hecho jamás. Alzó el puño, con toda la intención de golpearle, pero él fue más rápido y atrapó su brazo.
- La fierecilla se ha enfadado.- Dijo divertido.- Ay, Francisca, tienes más orgullo que el de todos los pomposos nobles de la corte.
- Mira quién fue a hablar.- Dijo sarcástica.
- Sí, en eso tienes razón. Lo admito.- ella le miró sorprendida.- Pero a pesar de mi orgullo, hay algo que no puedo negar.
- ¿Qué cosa?- Preguntó ella intrigada.
- Que te amo.
Francisca tragó saliva. Él la miraba con tanta intensidad que sus ojos atravesaban los suyos y penetraban en su alma. Otra vez miles de mariposas revolotearon en su estómago y la hicieron estremecer. ¿Qué clase de locura era aquella?
- Raimundo… esto es una locura.
- Es posible. Pero ni tú ni yo podemos hacer nada al respecto.- Él se acercó cada vez más a ella.
- No… podemos.
- Yo diría que sí.
Otra vez, Raimundo había acortado la distancia que los separaba y se había adueñado de su boca. Francisca no pudo evitarlo. Ambos se besaron con infinita ternura. Pero al cabo de un rato, la pasión volvió a prender como la paja seca. Raimundo la besaba como si no hubiese un mañana y Francisca sólo podía devolverle el beso, intentando no morirse por la falta de oxígeno y por las oleadas de escalofríos que la invadían.
De pronto, unos pasos sonaron y la puerta se abrió
Bueno... ¿Por dónde íbamos? Ah.... sí.
- ¿Qué… qué demonios pretendes hacer?
- ¿Tú qué crees?- preguntó él a su vez.
- Raimundo…
No pudo terminar la frase. Él se había inclinado sobre ella y ahora sentía sus labios sobre los suyos. Francisca intentó retroceder o hacer algo, pero su cuerpo no respondía. Estaba paralizada. Los brazos de Raimundo la ceñían con fuerza y a la vez con delicadeza. Millones de escalofríos se colaron por su espalda y su estómago mientras él la atraía hacia sí y sus fuertes manos le acariciaban la espalda y la cintura. La boca de él atrapaba sin tregua la suya, demandando con desesperación aquello que hacía tanto tiempo le había sido negado. Francisca estaba abrumada con la avasalladora pasión. Los labios de Raimundo la tomaban exigentes, sin pedir permiso. Y antes de que supiera cómo, se encontró devolviéndole el beso con la misma intensidad.
De pronto, el ruido de una puerta que se abría los sobresaltó. Se escuchó el estruendo de un cuenco de barro que se hacía añicos contra el suelo. Raimundo y Francisca alzaron la vista para contemplar a una atónita Emilia, paralizada mientras sus manos aún parecían sostener el caldo derramado.
- Emilia…- susurró su padre. Raimundo advirtió que él y Francisca seguían abrazados ante la aterrada mirada de la joven. Soltó suavemente a Francisca, casi a regañadientes, para tenderle una mano a su hija. – Hija, ¿te encuentras bien?
Emilia seguía sin dar señales de reaccionar. Parecía que le había dado un síncope. Raimundo empezó a preocuparse. Francisca miraba a la chica también un poco inquieta.
- Hija…
- Yo… - respondió al fin.- Yo… yo… Será mejor que… me vaya.
Sin más preámbulos, la joven giró sobre sus talones y salió precipitadamente del lugar. Raimundo sintió deseos de detenerla pero… ¿Qué iba a hacer? ¿Decirle que no había ocurrido lo que ella pensaba? Los había pillado totalmente in fraganti. Francisca alzó los ojos al cielo.
- ¡Válgame Dios! ¿En qué demonios estabas pensando, Raimundo? Ahora esa chiquilla contará a todos lo que ha visto… en cuanto recupere el uso de la palabra. ¡Qué escándalo, Dios mío! ¿Qué pensará todo Puente Viejo?
- Mi hija no es ninguna chismosa. Además, no parecías nada descontenta mientras te besaba.
Francisca le miró. Raimundo tenía en los ojos una expresión risueña.
- ¿Te atreves a hacer chanzas con esto? Eres un maldito irresponsable. Claro, como tú no tienes ninguna reputación que mantener. Pero yo sí. Soy una Montenegro.
- Y yo un Ulloa. No me vengas con esas Francisca. A mí no se me cayeron los anillos cuando hace treinta años te presenté como mi prometida. Por aquel entonces, ser una Montenegro no era nada comparado con ser un Ulloa.
Ella intentó rebatir, pero se dio cuenta de que lo que acababa de decir era muy cierto. ¡Maldito Raimundo Ulloa! Él se echó a reír a carcajadas, al ver todas las expresiones que cruzaron en un segundo por la cara de ella.
- ¡No te atrevas a reírte de mí, maldito tabernero!- Exclamó roja de indignación. Ese hombre la sacaba de sus casillas de un modo que nadie lo había hecho jamás. Alzó el puño, con toda la intención de golpearle, pero él fue más rápido y atrapó su brazo.
- La fierecilla se ha enfadado.- Dijo divertido.- Ay, Francisca, tienes más orgullo que el de todos los pomposos nobles de la corte.
- Mira quién fue a hablar.- Dijo sarcástica.
- Sí, en eso tienes razón. Lo admito.- ella le miró sorprendida.- Pero a pesar de mi orgullo, hay algo que no puedo negar.
- ¿Qué cosa?- Preguntó ella intrigada.
- Que te amo.
Francisca tragó saliva. Él la miraba con tanta intensidad que sus ojos atravesaban los suyos y penetraban en su alma. Otra vez miles de mariposas revolotearon en su estómago y la hicieron estremecer. ¿Qué clase de locura era aquella?
- Raimundo… esto es una locura.
- Es posible. Pero ni tú ni yo podemos hacer nada al respecto.- Él se acercó cada vez más a ella.
- No… podemos.
- Yo diría que sí.
Otra vez, Raimundo había acortado la distancia que los separaba y se había adueñado de su boca. Francisca no pudo evitarlo. Ambos se besaron con infinita ternura. Pero al cabo de un rato, la pasión volvió a prender como la paja seca. Raimundo la besaba como si no hubiese un mañana y Francisca sólo podía devolverle el beso, intentando no morirse por la falta de oxígeno y por las oleadas de escalofríos que la invadían.
De pronto, unos pasos sonaron y la puerta se abrió
#219
21/07/2011 17:12
No me gsta nada lo del avance referente a la Paca hablando de Sebastián...pensaba k le tenia cariño, vuelve a las andadas??
#220
21/07/2011 18:17
Pues si Miri eso parece k ha vuelto, no me gsta esa faceta d ella, hace k me rekeme cuando la veo decir esas cosas... k Raimundo la dome!!!!!!!!!!!! jaja