Foro El secreto de Puente Viejo
Cuando el pasado nos persigue Parte 2: Una salida Cobarde.
#0

02/07/2012 23:00
Historia ideada a partir de Puente viejo , para las puenteviejeras de FormulaTV.
Parte 1: La búsqueda de Martín.

Páguinas: 1, 2, 3, 4, 5 y 6
Personajes nuevos:
Sara: Es la prima inglesa de Emilia, hija de un general que luchó en Cuba. Se instala en Puente Viejo tras la muerte de su Tío.
Fernando: Teniente compañero de Tristán en Cuba y Filipinas. Presunto cómplice de las intenciones de Carlos Castro para recuperar a su hijo. Tenía relaciones con Angustias en sus visitas a España.
Música de la trama:
Parte 2: Una Salida Cobarde.

Páguinas: 6 ,...
Personajes nuevos:
Miguel: Nuevo teniente del ejército tras la expulsión inmediata de Fernando. Será el fiel compañero de Tristán, y ambos lucharán para que finalmente Cuba pertenezca a los españoles.
General Hernández: Es el encargado de la expulsión y condena de Fernando además de dirigir las tropas en Cuba. No soporta a los cobardes y adora su profesión.
Música de la trama:
_________________________________________________________
*Si alguien pretende leer la historia des de el principio y no encuentra el primer trozo que me envíe un privado y se lo enviaré. Gracias por leerme.
Parte 1: La búsqueda de Martín.

Páguinas: 1, 2, 3, 4, 5 y 6
Personajes nuevos:
Sara: Es la prima inglesa de Emilia, hija de un general que luchó en Cuba. Se instala en Puente Viejo tras la muerte de su Tío.
Fernando: Teniente compañero de Tristán en Cuba y Filipinas. Presunto cómplice de las intenciones de Carlos Castro para recuperar a su hijo. Tenía relaciones con Angustias en sus visitas a España.
Música de la trama:
Parte 2: Una Salida Cobarde.

Páguinas: 6 ,...
Personajes nuevos:
Miguel: Nuevo teniente del ejército tras la expulsión inmediata de Fernando. Será el fiel compañero de Tristán, y ambos lucharán para que finalmente Cuba pertenezca a los españoles.
General Hernández: Es el encargado de la expulsión y condena de Fernando además de dirigir las tropas en Cuba. No soporta a los cobardes y adora su profesión.
Música de la trama:
_________________________________________________________
*Si alguien pretende leer la historia des de el principio y no encuentra el primer trozo que me envíe un privado y se lo enviaré. Gracias por leerme.
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#61

09/07/2012 12:44
El reencuentro para las puenteviejeras :) Y después más que me pongo a escribir ( Por cierto, llevo escritas 60 páginas y vamos por la 43)
En el momento que Pepa bajó por completo las escaleras y observó con sus propios ojos que Tristán traía consigo a Martín, se precipitó hacía su hijo , lo tomó en brazos y lloró por tenerle de nuevo consigo. Le besó por todas partes.
Tristán lamentó no poder disfrutar del momento puesto que empezaba a perder mucha sangre se tamborileó hacía las escaleras. Pepa dejó a Martín en brazos de Soledad y se apresuró a atender a su amado.
-¿Estás bien Tristán? , ¿Qué te ha sucedido?
-Nada grave – respondió entre gemidos.
-Eso tendré que juzgarlo yo.
Entre ella y Rosario le subieron hasta el dormitorio con torpeza.
Pepa le retiró la camisa y observó que había perdido mucha sangre. El terror comenzó a apoderarse de ella.
-Has perdido mucha sangre... - murmuró -. Rosario avise a don Julian , ¡Con urgencia!
Ella obedeció sin pensarlo. Pepa mojó compresas y las colocó encima de la herida , aun que no le hiciese nada.
-Ahora no puedo perderte a ti Tristán , se fuerte te lo ruego – le imploró amarrando las manos contra las suyas entretanto las besaba con desesperación.
Sus lágrimas contenidas iban cayendo mediante su amado deliraba con voz ronca.
Imposible , no saldrá de esta , pensó Pepa con todo el dolor removiéndose dentro de ella.
Sin que quisiera que algo sucediese rápidamente, apareció don Julián tan rápido como sus piernas le quisieron condecir. Se sentó con rapidez sobre la cama, tomó su pulso acelerado, mientras observaba con el rabillo del ojo como se retorcía de dolor.
Pepa , nerviosa , se paseaba por la habitación deseando que el galeno le quitase la bala del músculo. Porque eso era lo que realmente le ocurría.
Cuando don Julián sacudió la cabeza levantándose y observando con temor a la respuesta de su amante.
-¿Es que no piensa hacer nada? - se quejó.
-Lo lamento, está perdiendo mucha sangre y la bala...
Pepa le sacudió por sus frágiles y viejos hombros.
-¡Por el amor de dios haga algo! - imploró desesperada -. La bala está incrustada en el músculo, si llega al hueso...
-Mis conocimientos no son más allá de un simple galeno de un pequeño pueblo. No soy cirujano.
-Pues tendré que hacerlo yo misma , descuide y márchese – le pidió señalándole la puerta.
Don Julián obedeció con el cejo fruncido , tanto él como las siervas presentes tenían claro que a Pepa se le estaba dejando llevar la desesperación. Sin embargo no hablaron cuando les pidió que trajeran una navaja y compresas muy frías.
Se colocó en frente de Tristán, que empezaba a perder el conocimiento pero veía con claridad como Pepa le tendía un vaso de agua y una píldora. La miró con el entrecejo fruncido.
-¿Qué me vas a...hacer? - balbuceó.
-Voy a quitarte esa maldita bala , ya que el médico no se digna a intentarlo.
Tristán se convenció a si mismo de que debía confiar en ella. Sin lugar a arrepentimientos , se tomó la píldora que le ayudaría a no sentir nada de dolor cuando Pepa se pusiera a operarle.
Miró la herida profunda entrecerrando los ojos. Era complicado detectar la bala.
Escuchó a sus espaldas susurridos desesperanzadores, voces finas y pesadizas. Con impaciencia, se volvió hacía ellas con el rosto apagado.
En el momento que Pepa bajó por completo las escaleras y observó con sus propios ojos que Tristán traía consigo a Martín, se precipitó hacía su hijo , lo tomó en brazos y lloró por tenerle de nuevo consigo. Le besó por todas partes.
Tristán lamentó no poder disfrutar del momento puesto que empezaba a perder mucha sangre se tamborileó hacía las escaleras. Pepa dejó a Martín en brazos de Soledad y se apresuró a atender a su amado.
-¿Estás bien Tristán? , ¿Qué te ha sucedido?
-Nada grave – respondió entre gemidos.
-Eso tendré que juzgarlo yo.
Entre ella y Rosario le subieron hasta el dormitorio con torpeza.
Pepa le retiró la camisa y observó que había perdido mucha sangre. El terror comenzó a apoderarse de ella.
-Has perdido mucha sangre... - murmuró -. Rosario avise a don Julian , ¡Con urgencia!
Ella obedeció sin pensarlo. Pepa mojó compresas y las colocó encima de la herida , aun que no le hiciese nada.
-Ahora no puedo perderte a ti Tristán , se fuerte te lo ruego – le imploró amarrando las manos contra las suyas entretanto las besaba con desesperación.
Sus lágrimas contenidas iban cayendo mediante su amado deliraba con voz ronca.
Imposible , no saldrá de esta , pensó Pepa con todo el dolor removiéndose dentro de ella.
Sin que quisiera que algo sucediese rápidamente, apareció don Julián tan rápido como sus piernas le quisieron condecir. Se sentó con rapidez sobre la cama, tomó su pulso acelerado, mientras observaba con el rabillo del ojo como se retorcía de dolor.
Pepa , nerviosa , se paseaba por la habitación deseando que el galeno le quitase la bala del músculo. Porque eso era lo que realmente le ocurría.
Cuando don Julián sacudió la cabeza levantándose y observando con temor a la respuesta de su amante.
-¿Es que no piensa hacer nada? - se quejó.
-Lo lamento, está perdiendo mucha sangre y la bala...
Pepa le sacudió por sus frágiles y viejos hombros.
-¡Por el amor de dios haga algo! - imploró desesperada -. La bala está incrustada en el músculo, si llega al hueso...
-Mis conocimientos no son más allá de un simple galeno de un pequeño pueblo. No soy cirujano.
-Pues tendré que hacerlo yo misma , descuide y márchese – le pidió señalándole la puerta.
Don Julián obedeció con el cejo fruncido , tanto él como las siervas presentes tenían claro que a Pepa se le estaba dejando llevar la desesperación. Sin embargo no hablaron cuando les pidió que trajeran una navaja y compresas muy frías.
Se colocó en frente de Tristán, que empezaba a perder el conocimiento pero veía con claridad como Pepa le tendía un vaso de agua y una píldora. La miró con el entrecejo fruncido.
-¿Qué me vas a...hacer? - balbuceó.
-Voy a quitarte esa maldita bala , ya que el médico no se digna a intentarlo.
Tristán se convenció a si mismo de que debía confiar en ella. Sin lugar a arrepentimientos , se tomó la píldora que le ayudaría a no sentir nada de dolor cuando Pepa se pusiera a operarle.
Miró la herida profunda entrecerrando los ojos. Era complicado detectar la bala.
Escuchó a sus espaldas susurridos desesperanzadores, voces finas y pesadizas. Con impaciencia, se volvió hacía ellas con el rosto apagado.
#62

09/07/2012 12:47
La continuación que no me cabe...
-Háganme el favor de abandonar la habitación si tanto les molesta que una mujer como yo haga este trabajo – les replicó con un gesto de burla.
Las tres marujas decidieron que sería mejor contar sobre esto que quedarse a ver la escena.
Cuando marcharon, Pepa se dispuso a estudiar la profundidad de la herida, era muy muy profunda. No sabía cómo habría podido sostener a Martín en sus brazos sin quejarse. Aun que claro , ella no estaba allí.
Buscó la bala con cuidado, procurando no tocar ninguna vena y llevarlo al otro barrio.
La localizó fácilmente y se agradeció a si misma saber hacer esos tipos de entidades.
Pero aun le faltaba la parte más difícil: sacar la bala sin tocar ninguna vena.
El sudor le inundaba el rostro, metiendo cada vez más profundamente las pinzas , con las manos temblorosas , cosa que no le ayudaba demasiado.
Al fin lo consiguió , con el sudor repentinamente enfriado y con la bala entre su dedo índice y gordo. ¿Cómo una cosa tan pequeña puede hacer tanto daño?, se preguntó entretanto la depositaba sobre la mesita. Luego , observó durante una hora a Tristán mientras cosía con dificultad la herida. Era tan hermoso, jamás un hombre le había parecido tan sumamente bello.
Después de velar por él durante horas, decidió levantarse y observar a través de la ventana húmeda. Sólo podía distinguir árboles mojados, y en las escaleras de la casona podía observar a varios Civiles vigilando la entrada. Se quedó durante más de media hora esperando a que el sol se asomara tras el horizonte , cuando , repentinamente , notó una carga sobre sus hombros. Se sobresaltó con un chillido observando a Tristán sonreír por debajo de la nariz , como solía hacer.
-Pero bueno ¿Has planeado matarme a turbaciones?
-Por supuesto que no. El simple hecho de verte distraída me implica a caer en la tentación.
-Eres muy gracioso – le acusó a la vez que le ayudaba a doblegar la venda -. Pero apuesto a que no recuerdas quién te ha salvado la vida.
Tristán le sonrió desdeñosamente, agarrándole por la cintura con el brazo izquierdo.
-Cómo olvidar a la persona que te salva la vida y que además mantiene tu corazón. Ver como me operabas a sido...
-Imbécil, estabas sometido a un tipo de droga para no enterarte de nada , qué habrás soñado mi soldado...
Sabía de sobras que bromeaba, cuando le había observado durante la operación su rostro era más insufrible que pacífico. Colocó las manos sobre su pecho desnudo y trazó con los dedos delicadamente su cuello , provocándole un escalofrío persistente.
Nuevamente se distanció de él con la intención de recoger todo el desastre y limpiar los restos de sangre. Entretanto lo hacía , sus ansias por ver a Martín aumentaban. No podía concebir una vida sin su hijo, tampoco sin Tristán. Suspiró pesadamente, teniendo en cuenta que estaba en un estado de nervios que a cualquiera podría transmitir sin percatarse.
La miró perplejo, ¿En qué estaba pensando? En realidad no necesitaba conocerla mucho para saber que estaba pensando en Martín. Sonriendo, se estiró en la cama cansado, sabiendo que si no lo hacía Pepa le regañaría , y lo último que deseaba era discutir con ella.
Ni las ganas de estar con Juan a solas ni la oscuridad de aquella noche detenían a Soledad a la hora de encerrarse en su cuarto con el alma en vilo , vigilando a Martín con constancia.
El niño dormía profundamente, antes de acostarlo mandó a que le bañaran , quedó muy limpio y sobretodo complacido por el echo de estar al fin con las personas a las cual ama.
Dentro de si, guardaba recuerdos inadmisibles acerca de su familia. Secretos que jamás se atrevería a desvelar ni a su propio hermano. Demasiada vergüenza ajena. No podría soportarlo. Ignorando sus pensamientos incultos, se levantó cuidadosamente del lecho y caminó por la habitación pensando la mejor manera de pasar las horas. Miró por el ventanal. Le pareció ver a un ejército entero enfrente de la casona , velando por Martín con sus propias vidas. Debería dedicarme a ello , podría dar mi vida por personas , me ganaría el afecto de un montón de gente , pensó acariciándose la barbilla. No era mala idea , pero le recorría un escalofrío solamente de pensar en su madre. Doña Francisca Montenegro de Castro , no podía tachar su apellido , pues tomarían represarías en su contra , por mucho que fuere su hija. Francisca no lo toleraba.
Con sigilo, Pepa se adentró en el cuarto de Martín. Observó a través de la oscuridad a Soledad sometida en sus pensamientos.
-Háganme el favor de abandonar la habitación si tanto les molesta que una mujer como yo haga este trabajo – les replicó con un gesto de burla.
Las tres marujas decidieron que sería mejor contar sobre esto que quedarse a ver la escena.
Cuando marcharon, Pepa se dispuso a estudiar la profundidad de la herida, era muy muy profunda. No sabía cómo habría podido sostener a Martín en sus brazos sin quejarse. Aun que claro , ella no estaba allí.
Buscó la bala con cuidado, procurando no tocar ninguna vena y llevarlo al otro barrio.
La localizó fácilmente y se agradeció a si misma saber hacer esos tipos de entidades.
Pero aun le faltaba la parte más difícil: sacar la bala sin tocar ninguna vena.
El sudor le inundaba el rostro, metiendo cada vez más profundamente las pinzas , con las manos temblorosas , cosa que no le ayudaba demasiado.
Al fin lo consiguió , con el sudor repentinamente enfriado y con la bala entre su dedo índice y gordo. ¿Cómo una cosa tan pequeña puede hacer tanto daño?, se preguntó entretanto la depositaba sobre la mesita. Luego , observó durante una hora a Tristán mientras cosía con dificultad la herida. Era tan hermoso, jamás un hombre le había parecido tan sumamente bello.
Después de velar por él durante horas, decidió levantarse y observar a través de la ventana húmeda. Sólo podía distinguir árboles mojados, y en las escaleras de la casona podía observar a varios Civiles vigilando la entrada. Se quedó durante más de media hora esperando a que el sol se asomara tras el horizonte , cuando , repentinamente , notó una carga sobre sus hombros. Se sobresaltó con un chillido observando a Tristán sonreír por debajo de la nariz , como solía hacer.
-Pero bueno ¿Has planeado matarme a turbaciones?
-Por supuesto que no. El simple hecho de verte distraída me implica a caer en la tentación.
-Eres muy gracioso – le acusó a la vez que le ayudaba a doblegar la venda -. Pero apuesto a que no recuerdas quién te ha salvado la vida.
Tristán le sonrió desdeñosamente, agarrándole por la cintura con el brazo izquierdo.
-Cómo olvidar a la persona que te salva la vida y que además mantiene tu corazón. Ver como me operabas a sido...
-Imbécil, estabas sometido a un tipo de droga para no enterarte de nada , qué habrás soñado mi soldado...
Sabía de sobras que bromeaba, cuando le había observado durante la operación su rostro era más insufrible que pacífico. Colocó las manos sobre su pecho desnudo y trazó con los dedos delicadamente su cuello , provocándole un escalofrío persistente.
Nuevamente se distanció de él con la intención de recoger todo el desastre y limpiar los restos de sangre. Entretanto lo hacía , sus ansias por ver a Martín aumentaban. No podía concebir una vida sin su hijo, tampoco sin Tristán. Suspiró pesadamente, teniendo en cuenta que estaba en un estado de nervios que a cualquiera podría transmitir sin percatarse.
La miró perplejo, ¿En qué estaba pensando? En realidad no necesitaba conocerla mucho para saber que estaba pensando en Martín. Sonriendo, se estiró en la cama cansado, sabiendo que si no lo hacía Pepa le regañaría , y lo último que deseaba era discutir con ella.
Ni las ganas de estar con Juan a solas ni la oscuridad de aquella noche detenían a Soledad a la hora de encerrarse en su cuarto con el alma en vilo , vigilando a Martín con constancia.
El niño dormía profundamente, antes de acostarlo mandó a que le bañaran , quedó muy limpio y sobretodo complacido por el echo de estar al fin con las personas a las cual ama.
Dentro de si, guardaba recuerdos inadmisibles acerca de su familia. Secretos que jamás se atrevería a desvelar ni a su propio hermano. Demasiada vergüenza ajena. No podría soportarlo. Ignorando sus pensamientos incultos, se levantó cuidadosamente del lecho y caminó por la habitación pensando la mejor manera de pasar las horas. Miró por el ventanal. Le pareció ver a un ejército entero enfrente de la casona , velando por Martín con sus propias vidas. Debería dedicarme a ello , podría dar mi vida por personas , me ganaría el afecto de un montón de gente , pensó acariciándose la barbilla. No era mala idea , pero le recorría un escalofrío solamente de pensar en su madre. Doña Francisca Montenegro de Castro , no podía tachar su apellido , pues tomarían represarías en su contra , por mucho que fuere su hija. Francisca no lo toleraba.
Con sigilo, Pepa se adentró en el cuarto de Martín. Observó a través de la oscuridad a Soledad sometida en sus pensamientos.
#63

09/07/2012 13:35
Mas mas mas mas mas mas jajajajaj me encantaa muchas felicidades por esta historia :) cuando puedas mas! :)
#64

09/07/2012 13:44
next, next, I need the next. Aunque esta tarde no pueda leerte, te leeré a la noche.
Eres una crack, de corazón te lo digo!!!
Eres una crack, de corazón te lo digo!!!
#65

09/07/2012 14:09
Gracias por vuestros comentarios, animan mucho! :)
Ahora os pongo un cachito , besos! (Marta no te preocupes si no puedes leerlo ahora , siempre estará aquí el relato.. jeje)
-¿Duerme? - susurró con una sonrisa , sin traspasar más de cinco pasos de ella.
Soledad sonrió perezosamente y asintió.
-Puedes marcharte , ya me quedo yo con él – le propuso Pepa, sentándose cómodamente en un extremo de la cama.
-¿Y Tristán? ¿Se encuentra bien?
-Ahora duerme. Y creo que deberías de hacer lo mismo – le recomendó con una sonrisa.
-Si, supongo que tienes razón.
Su rostro le delataba. Ojeras y pálida , se dirigió hacía la puerta y marchó aun preocupada.
Pepa aprovechó para observar sin interrupciones a su hijo. Era cierto , en Martín veía el reflejo de Tristán, aun que él no era su verdadero padre , se parecía más que Carlos Castro.
Le retiró el suave flequillo moreno y luego le besó suavemente en la frente. El niño se puso rígido , Pepa se retiró y decidió marchar para dejarle dormir en paz.
Cuando regresó a la habitación de Tristán , lo miró con el entrecejo fruncido. Permanecía levantado , observando a través de la ventana con la mirada perdida.
-¿Tristán?
Se volvió lentamente y le dedicó una sonrisa pícara.
-Creía que estabas acostado . ¿Por qué te has levantado?
-Sin ti el sueño no tiene sentido – le confesó acariciando su rostro.
-Necesitas reposar – se excusó.
-Reposaré contigo pues.
Le tiró del brazo delicadamente , obligandole a tumbarse sin queja alguna. Él se deslizó hacía el trozo del lecho y esperó a que Pepa se colocara sobre él.
En vez de colocar todo su cuerpo sobre él , tan solo colocó uno de sus brazos y la mitad de su cuerpo. Tristán la aproximó más a él , la quería bien cerca , quería sentir su dulce aroma combinado con su calor. Pepa no pudo resistirse a sentirlo tan cerca, le era extremadamente irresistible aquél hombre robusto y con el pecho al descubierto.
Jamás se habría visto en los brazos de un soldado y señorito , aun que ya había estado en brazos de un señorito. Pero no era lo mismo , Tristán era tierno , cariñoso , fuerte , afectuoso...
Sin darse cuenta, estaba besando el cuello de Tristán. Lo hacía sin conciencia, dejándose llevar por sus instintos femeninos. Él la acogía , sabía con certeza que Pepa le hacía sentir en el cielo, incluso más. Al darse cuenta de lo que hacía , se detuvo en vilo y observó el rostro deseoso de Tristán.
-¿Por qué no continuas? - susurró.
-Ya has tenido suficiente , soldado.
-Para mi nunca es suficiente viniendo de ti , deberías saberlo – murmuró buscando los labios de Pepa. Ella los retiró de inmediato y se dio la vuelta. Debía dejar tiempo a Tristán para reposar, quería lo mejor para él y lo último que consentiría sería verle en peor estado.
Sin embargo, Tristán no pudo evitar deslizar la mano por su suave e frágil brazo. Frágil...no concordaba con Pepa. Sonrío para si, planteándose la manera de poder conciliar el sueño.
Pasaron segundos, minutos, horas. Seguía sin poder dormir , algo le atormentaba.
Se incorporó y observó con el rabillo del ojo como Pepa estaba completamente dormida.
Se negaba a despertarla , estaba exhausta antes de acostarse.
Así pues, saltó de la cama con cuidado , procurando que sus movimientos no fueran demasiado tentativos a alarmar a Pepa.
Miró por la ventana. Todavía rondaban los Civiles.
Con habilidad, salió del cuarto sin hacer ruido alguno. Caminó a oscuras , con alguna vela encendida a su paso. Mariana , que rondaba por allí , le observó. Intercambiaron una mirada de complicidad y ésta decidió sentenciar al silencio entretanto Tristán salía de la casona con precaución.
Ante él , una multitud de Civiles vigilando la casona. Uno de ellos , que supuso que era teniente , se puso rígido al verle.
-¿Capitán Castro no debería...?
-Calle y siga con lo que estaba haciendo.
El soldado obedeció cuando Tristán hizo un gesto de cansancio. Cuando se alejó , observó con recelo el oscuro bosque delante de él. Tan tenebroso por la noche y tan inocente por el día , el bosque era una fuente de peligro cuyo objetivo por la noche era ser la protección perfecta para los asesinos.
La diplomacia era una de las pocas virtudes de Tristán en aquellos momentos. Deseaba cruzarse de nuevo con su hermanastro, mirarle a los ojos y decirle que jamá había esperado algo así de él.
Pero como decía Pepa: Las apariencias engañan. Y vaya si tenía razón.
Omitiendo cualquier advertencia de los Civiles, se adentró en el bosque con sigilo.
Sabía con certeza que Carlos no permanecería lejos. Debía tener precaución , por supuesto , pero dejó de temer cualquier adversidad cuando se percató de que los Civiles le perseguían.
¿Cómo iba a solucionar a su manera los problemas si los Civiles iban tras él como si de un criminal se tratase?
Se despertó sobresaltada. Deslizó todo su cuerpo hacía en donde creía que su amado seguía durmiendo. Para su sorpresa había desaparecido.
Sin aliento , miró por todo el cuarto, pero fue en vano , no estaba. Alarmada y a la vez asustada , se colocó las zapatillas con aprisa y se dispuso a salir de la casona sin alarmar a nadie.
Bajó lentamente las escaleras , sintiendo la humedad de la noche en los huesos y el viento frío en su piel , provocándole escalofríos.
Uno de los Civiles , se aproximó a ella con la mayor determinación y la estudió con dicha. Era la mujer más hermosa que sus ojos habían contemplado.
-¿Qué hace una señorita despierta a altas horas de la noche?
-Estoy buscando al capitán Castro. ¿Lo ha visto?
El soldado no tenía la menor intención de responder. Su deseo por aquella muchacha aumentaba. Pepa le miró con el cejo fruncido , su actitud inadecuada la dejaba perpleja.
-¿Tiene en mente responderme? - respondió con un toque de cordería en la voz.
El soldado se echó a reír creyendo que aquella mujer tan auto suficiente buscaba a su superior para calentarle el lecho. Pero para eso no debía buscar más , tenía ante él un hombre dispuesto a entregarle el alma.
Ahora os pongo un cachito , besos! (Marta no te preocupes si no puedes leerlo ahora , siempre estará aquí el relato.. jeje)
-¿Duerme? - susurró con una sonrisa , sin traspasar más de cinco pasos de ella.
Soledad sonrió perezosamente y asintió.
-Puedes marcharte , ya me quedo yo con él – le propuso Pepa, sentándose cómodamente en un extremo de la cama.
-¿Y Tristán? ¿Se encuentra bien?
-Ahora duerme. Y creo que deberías de hacer lo mismo – le recomendó con una sonrisa.
-Si, supongo que tienes razón.
Su rostro le delataba. Ojeras y pálida , se dirigió hacía la puerta y marchó aun preocupada.
Pepa aprovechó para observar sin interrupciones a su hijo. Era cierto , en Martín veía el reflejo de Tristán, aun que él no era su verdadero padre , se parecía más que Carlos Castro.
Le retiró el suave flequillo moreno y luego le besó suavemente en la frente. El niño se puso rígido , Pepa se retiró y decidió marchar para dejarle dormir en paz.
Cuando regresó a la habitación de Tristán , lo miró con el entrecejo fruncido. Permanecía levantado , observando a través de la ventana con la mirada perdida.
-¿Tristán?
Se volvió lentamente y le dedicó una sonrisa pícara.
-Creía que estabas acostado . ¿Por qué te has levantado?
-Sin ti el sueño no tiene sentido – le confesó acariciando su rostro.
-Necesitas reposar – se excusó.
-Reposaré contigo pues.
Le tiró del brazo delicadamente , obligandole a tumbarse sin queja alguna. Él se deslizó hacía el trozo del lecho y esperó a que Pepa se colocara sobre él.
En vez de colocar todo su cuerpo sobre él , tan solo colocó uno de sus brazos y la mitad de su cuerpo. Tristán la aproximó más a él , la quería bien cerca , quería sentir su dulce aroma combinado con su calor. Pepa no pudo resistirse a sentirlo tan cerca, le era extremadamente irresistible aquél hombre robusto y con el pecho al descubierto.
Jamás se habría visto en los brazos de un soldado y señorito , aun que ya había estado en brazos de un señorito. Pero no era lo mismo , Tristán era tierno , cariñoso , fuerte , afectuoso...
Sin darse cuenta, estaba besando el cuello de Tristán. Lo hacía sin conciencia, dejándose llevar por sus instintos femeninos. Él la acogía , sabía con certeza que Pepa le hacía sentir en el cielo, incluso más. Al darse cuenta de lo que hacía , se detuvo en vilo y observó el rostro deseoso de Tristán.
-¿Por qué no continuas? - susurró.
-Ya has tenido suficiente , soldado.
-Para mi nunca es suficiente viniendo de ti , deberías saberlo – murmuró buscando los labios de Pepa. Ella los retiró de inmediato y se dio la vuelta. Debía dejar tiempo a Tristán para reposar, quería lo mejor para él y lo último que consentiría sería verle en peor estado.
Sin embargo, Tristán no pudo evitar deslizar la mano por su suave e frágil brazo. Frágil...no concordaba con Pepa. Sonrío para si, planteándose la manera de poder conciliar el sueño.
Pasaron segundos, minutos, horas. Seguía sin poder dormir , algo le atormentaba.
Se incorporó y observó con el rabillo del ojo como Pepa estaba completamente dormida.
Se negaba a despertarla , estaba exhausta antes de acostarse.
Así pues, saltó de la cama con cuidado , procurando que sus movimientos no fueran demasiado tentativos a alarmar a Pepa.
Miró por la ventana. Todavía rondaban los Civiles.
Con habilidad, salió del cuarto sin hacer ruido alguno. Caminó a oscuras , con alguna vela encendida a su paso. Mariana , que rondaba por allí , le observó. Intercambiaron una mirada de complicidad y ésta decidió sentenciar al silencio entretanto Tristán salía de la casona con precaución.
Ante él , una multitud de Civiles vigilando la casona. Uno de ellos , que supuso que era teniente , se puso rígido al verle.
-¿Capitán Castro no debería...?
-Calle y siga con lo que estaba haciendo.
El soldado obedeció cuando Tristán hizo un gesto de cansancio. Cuando se alejó , observó con recelo el oscuro bosque delante de él. Tan tenebroso por la noche y tan inocente por el día , el bosque era una fuente de peligro cuyo objetivo por la noche era ser la protección perfecta para los asesinos.
La diplomacia era una de las pocas virtudes de Tristán en aquellos momentos. Deseaba cruzarse de nuevo con su hermanastro, mirarle a los ojos y decirle que jamá había esperado algo así de él.
Pero como decía Pepa: Las apariencias engañan. Y vaya si tenía razón.
Omitiendo cualquier advertencia de los Civiles, se adentró en el bosque con sigilo.
Sabía con certeza que Carlos no permanecería lejos. Debía tener precaución , por supuesto , pero dejó de temer cualquier adversidad cuando se percató de que los Civiles le perseguían.
¿Cómo iba a solucionar a su manera los problemas si los Civiles iban tras él como si de un criminal se tratase?
Se despertó sobresaltada. Deslizó todo su cuerpo hacía en donde creía que su amado seguía durmiendo. Para su sorpresa había desaparecido.
Sin aliento , miró por todo el cuarto, pero fue en vano , no estaba. Alarmada y a la vez asustada , se colocó las zapatillas con aprisa y se dispuso a salir de la casona sin alarmar a nadie.
Bajó lentamente las escaleras , sintiendo la humedad de la noche en los huesos y el viento frío en su piel , provocándole escalofríos.
Uno de los Civiles , se aproximó a ella con la mayor determinación y la estudió con dicha. Era la mujer más hermosa que sus ojos habían contemplado.
-¿Qué hace una señorita despierta a altas horas de la noche?
-Estoy buscando al capitán Castro. ¿Lo ha visto?
El soldado no tenía la menor intención de responder. Su deseo por aquella muchacha aumentaba. Pepa le miró con el cejo fruncido , su actitud inadecuada la dejaba perpleja.
-¿Tiene en mente responderme? - respondió con un toque de cordería en la voz.
El soldado se echó a reír creyendo que aquella mujer tan auto suficiente buscaba a su superior para calentarle el lecho. Pero para eso no debía buscar más , tenía ante él un hombre dispuesto a entregarle el alma.
#66

09/07/2012 14:27
Sigue sigue Cris, que me encanta leerte
#67

09/07/2012 17:10
sigue, no pares cristina! me encanta!
#68

09/07/2012 18:21
Buenas tardes! Estoy viendo el secreto de puente viejo, y realmente me asombra lo que están haciendo con nuestra pareja. Por lo tanto he decidido alegraros un poco la tarde con mi historia, besos!
-Créame , en estos instantes no soy capaz de razonar en otra cosa que no sea usted , bella dama.
Con berrinche , Pepa enseñó dientes y uñas a aquél espurio Soldado. Éste se sorprendió de la postura.
-¿No le ha quedado clara mi cuestión? - gruñó - , Quiero saber en dónde se encuentra el capitán Castro , ¡Hable!
El soldado no pudo echarse atrás.
-Está bien. Le he visto marchar hacía el bosque, acompañado por Civiles.
A Pepa le tranquilizó el echo de que los Civiles le acompañaran. Pero no cesó su desasosiego.
El soldado desapareció rápidamente , no quería volver a enfrentarse con aquella mujer.
Pepa aprovechó su marcha y se adentró hacía el tenebroso bosque con la intención de reencontrarse con Tristán.
La noche era silenciosa, tuvo la suerte de que había luna llena y iluminaba el sendero.
Sus botas chirrisqueaban con la tierra , aquél era el único ruido en la noche aparte del molesto búho cantoneando los segundos bien contados. Pepa se arrepintió de no haber cogido una vela en su momento , pero claro , ella no sabía que iba a tener que atravesar un sendero oscuro.
Su respiración se tornó brusca cuando el aire aumentó , y tuvo que andar con más sigilo.
Se paró en vilo al escuchar pasos tras ella , ¿Y si Carlos le estaba siguiendo?
Con ansiedad , comenzó a precipitarse hacía el bosque , ignorando lo peligroso que podía ser aquél bosque al caer la noche.
Las ramas de los árboles puntiagudos le hacían pequeños rasguños en los brazos; su camisón le pareció la ropa más ligera del mundo y el frío se apoderó de ella.
Continuó precipitándose , esta vez se encaminó más pausadamente , analizando todo tipo de crujidos.
Se alarmó cuando avistó unos crujidos lentos , pero no pausados a su derecha. Descubrió a la vez que aquellas personas (se percató de que eran personas cuando escuchó cuchicheos)
cargadas con escopetas y bujías en multitud. Rápidamente, se escondió tras un matorral , y su intención de no hacer ruido fue vanamente.
Uno de los soldados se percató de aquél ruido , quizás se trataba de un animal enorme.
-Creo que he avispado algo – le informó al capitán Castro.
Tristán retrocedió adonde se encontraba el soldado y le miró esperanzado.
-Muy bien – se limitó a decir - , preparad las escopetas , iré a ver de qué se trata.
-Vaya con cuidado – le dijo con un susurró.
Con paso tardo avanzó hacía el amplio zarzal , con el revólver en mano y con los nervios a flor de piel.
En el momento que se asomaba al zarzal y sostenía el revólver , Pepa salió de su escondite con un desmesurado dolor en el pecho. Al verla con sus grandes ojos avellanos asustados mirarle con temor , bajó el revólver.
-¿Pepa? ¿Qué estás haciendo aquí , a estas horas?
-¿Puedo preguntar lo mismo?
La sujetó del brazo y la atrajo hacía si castrado por el echo de pensar en la posibilidad de que le hubiera sucedido algo si no se llegara a presentar. Pepa se quedó observándole con la mirada segura , notando cada vez más fuertes sus manos sobre su brazo.
-Créame , en estos instantes no soy capaz de razonar en otra cosa que no sea usted , bella dama.
Con berrinche , Pepa enseñó dientes y uñas a aquél espurio Soldado. Éste se sorprendió de la postura.
-¿No le ha quedado clara mi cuestión? - gruñó - , Quiero saber en dónde se encuentra el capitán Castro , ¡Hable!
El soldado no pudo echarse atrás.
-Está bien. Le he visto marchar hacía el bosque, acompañado por Civiles.
A Pepa le tranquilizó el echo de que los Civiles le acompañaran. Pero no cesó su desasosiego.
El soldado desapareció rápidamente , no quería volver a enfrentarse con aquella mujer.
Pepa aprovechó su marcha y se adentró hacía el tenebroso bosque con la intención de reencontrarse con Tristán.
La noche era silenciosa, tuvo la suerte de que había luna llena y iluminaba el sendero.
Sus botas chirrisqueaban con la tierra , aquél era el único ruido en la noche aparte del molesto búho cantoneando los segundos bien contados. Pepa se arrepintió de no haber cogido una vela en su momento , pero claro , ella no sabía que iba a tener que atravesar un sendero oscuro.
Su respiración se tornó brusca cuando el aire aumentó , y tuvo que andar con más sigilo.
Se paró en vilo al escuchar pasos tras ella , ¿Y si Carlos le estaba siguiendo?
Con ansiedad , comenzó a precipitarse hacía el bosque , ignorando lo peligroso que podía ser aquél bosque al caer la noche.
Las ramas de los árboles puntiagudos le hacían pequeños rasguños en los brazos; su camisón le pareció la ropa más ligera del mundo y el frío se apoderó de ella.
Continuó precipitándose , esta vez se encaminó más pausadamente , analizando todo tipo de crujidos.
Se alarmó cuando avistó unos crujidos lentos , pero no pausados a su derecha. Descubrió a la vez que aquellas personas (se percató de que eran personas cuando escuchó cuchicheos)
cargadas con escopetas y bujías en multitud. Rápidamente, se escondió tras un matorral , y su intención de no hacer ruido fue vanamente.
Uno de los soldados se percató de aquél ruido , quizás se trataba de un animal enorme.
-Creo que he avispado algo – le informó al capitán Castro.
Tristán retrocedió adonde se encontraba el soldado y le miró esperanzado.
-Muy bien – se limitó a decir - , preparad las escopetas , iré a ver de qué se trata.
-Vaya con cuidado – le dijo con un susurró.
Con paso tardo avanzó hacía el amplio zarzal , con el revólver en mano y con los nervios a flor de piel.
En el momento que se asomaba al zarzal y sostenía el revólver , Pepa salió de su escondite con un desmesurado dolor en el pecho. Al verla con sus grandes ojos avellanos asustados mirarle con temor , bajó el revólver.
-¿Pepa? ¿Qué estás haciendo aquí , a estas horas?
-¿Puedo preguntar lo mismo?
La sujetó del brazo y la atrajo hacía si castrado por el echo de pensar en la posibilidad de que le hubiera sucedido algo si no se llegara a presentar. Pepa se quedó observándole con la mirada segura , notando cada vez más fuertes sus manos sobre su brazo.
#69

09/07/2012 18:28
La continuación del trozo:
-¿Pretendías morir viniendo a altas horas de la noche? A quién se le ocurre... - se quejó Pepa
-No estás en el momento adecuado para reprocharme nada. Tú has salido de la casona sola , ¿No te das cuenta de que podrían haberte violentado? - casi chilló.
Pepa comprendió que era absurdo hacerle entrar en razón y optó por dejar que sermoneara.
Agachó la mirada hacía el suelo, siendo consciente de que podrían haberle echo mal , Tristán tenía razón. Pero también él había echo mal en marchar sin dar aviso.
Su impotencia fue cesando en el momento que Pepa no dio respuesta alguna. Deslizó la mano con la cuál la tenía sujeta hasta su barbilla con lentitud. Le obligó a mirarle.
-¿Para qué has venido , Pepa? - preguntó Tristán con sosiego en su voz.
-Al despertarme y no encontrarte en el lecho me he barruntado que habrías salido de la casona en busca de Carlos y yo...yo no podía permitir que te pasara nada , Tristán.
-Entiéndeme a mi pues – le reprochó sin ánimo de discusión -. No puedo permitir que una mujer venga conmigo en estos momentos, y menos tratándose de la mujer a la que amo.
-¿Y que pretendes? ¿Que vuelva sola a la casona? - le preguntó.
Tristán sacudió la cabeza resentido.
-Tendrás que quedarte con nosotros , aun que te aseguro que no será plato de buen gusto y debo pedirte que no te alejes de mi.
-Lo haré , no te preocupes – le aseguró.
Tristán observó con una pequeña sonrisa disimulada a Pepa. Sin previo aviso , la agarró por la cintura , apretándola contra su cuerpo , y luego la besó en los labios, dejando a sus soldados impresionados con la pasión que su capitán besaba a aquella mujer.
Se separó de él y se fundieron en un pequeño abrazo. Estaba muerta de frío , pero podía aguantar. Tristán sujetó su mano con fuerza , entretanto daba señal de continuar con la búsqueda.
El trayecto era frío, los soldados estaban acostumbrados , su capitán también , pero Pepa no.
Durante el camino aprendió a ocultar el crujido de los dientes al sentir el frío hasta en los huesos. Se amarró al brazo de Tristán, sintiendo su anhelado calor a través de su chaqueta de mañana . Él la besó en el pelo, preguntándose a qué se debía tanto aferramiento. Pues ignoraba que Pepa estaba muerta de frío , ella no quería detener la búsqueda, así que calló.
Sin embargo , cuando el camino empezó a ser molesto y largo , no pudo ocultar por mucho tiempo más su frío y las manos empezaron a temblarle.
Esta vez , Tristán fue consciente. Se detuvo en vilo, los soldados hicieron lo mismo.
-Estás helada – pasó una de sus manos por su brazo.
-No es nada – mintió sin dejar de mirarle a los ojos.
-Pepa , a mi no me engañas.
-Me niego a que detengas la búsqueda por mi culpa.
-¿Por tu culpa? - sonrió irónico - . Pepa iba a detenerla de un modo u otro , mis soldados ansían dormir.
Pepa se sintió mejor. Observó aun congelada como los soldados se tendían en el suelo , algunos apoyados en un tronco y otros simplemente en el suelo , sin escrúpulos.
Tristán tiró de la mano de Pepa y la obligó a seguirle hacía un leño en donde se sentó , y seguidamente le extendió los brazos par proporcionarle calor. Ella se acomodó en su pecho, abrazándose como si la vida le fuese en ello. Tristán escondió la cabeza en tras su pelo y lo olisqueó ruidosamente , siendo el centro de atención de los soldados.
-Esta es la primera vez que disfruto de una misión – le susurró.
-Siento contradecirte pero yo no estoy pasando por un buen momento.
-Lo entiendo pero mira el lado bueno: te tengo entre mis brazos y te entrego mi calor.
-Eso es lo bueno de toda esta historia – confesó con una sonrisa pícara -, que sin tu calor yo no hubiera sobrevivido.
A gritos , Tristán buscó sus carnosos labios , atractivos como ningunos otros.
-¿Pretendías morir viniendo a altas horas de la noche? A quién se le ocurre... - se quejó Pepa
-No estás en el momento adecuado para reprocharme nada. Tú has salido de la casona sola , ¿No te das cuenta de que podrían haberte violentado? - casi chilló.
Pepa comprendió que era absurdo hacerle entrar en razón y optó por dejar que sermoneara.
Agachó la mirada hacía el suelo, siendo consciente de que podrían haberle echo mal , Tristán tenía razón. Pero también él había echo mal en marchar sin dar aviso.
Su impotencia fue cesando en el momento que Pepa no dio respuesta alguna. Deslizó la mano con la cuál la tenía sujeta hasta su barbilla con lentitud. Le obligó a mirarle.
-¿Para qué has venido , Pepa? - preguntó Tristán con sosiego en su voz.
-Al despertarme y no encontrarte en el lecho me he barruntado que habrías salido de la casona en busca de Carlos y yo...yo no podía permitir que te pasara nada , Tristán.
-Entiéndeme a mi pues – le reprochó sin ánimo de discusión -. No puedo permitir que una mujer venga conmigo en estos momentos, y menos tratándose de la mujer a la que amo.
-¿Y que pretendes? ¿Que vuelva sola a la casona? - le preguntó.
Tristán sacudió la cabeza resentido.
-Tendrás que quedarte con nosotros , aun que te aseguro que no será plato de buen gusto y debo pedirte que no te alejes de mi.
-Lo haré , no te preocupes – le aseguró.
Tristán observó con una pequeña sonrisa disimulada a Pepa. Sin previo aviso , la agarró por la cintura , apretándola contra su cuerpo , y luego la besó en los labios, dejando a sus soldados impresionados con la pasión que su capitán besaba a aquella mujer.
Se separó de él y se fundieron en un pequeño abrazo. Estaba muerta de frío , pero podía aguantar. Tristán sujetó su mano con fuerza , entretanto daba señal de continuar con la búsqueda.
El trayecto era frío, los soldados estaban acostumbrados , su capitán también , pero Pepa no.
Durante el camino aprendió a ocultar el crujido de los dientes al sentir el frío hasta en los huesos. Se amarró al brazo de Tristán, sintiendo su anhelado calor a través de su chaqueta de mañana . Él la besó en el pelo, preguntándose a qué se debía tanto aferramiento. Pues ignoraba que Pepa estaba muerta de frío , ella no quería detener la búsqueda, así que calló.
Sin embargo , cuando el camino empezó a ser molesto y largo , no pudo ocultar por mucho tiempo más su frío y las manos empezaron a temblarle.
Esta vez , Tristán fue consciente. Se detuvo en vilo, los soldados hicieron lo mismo.
-Estás helada – pasó una de sus manos por su brazo.
-No es nada – mintió sin dejar de mirarle a los ojos.
-Pepa , a mi no me engañas.
-Me niego a que detengas la búsqueda por mi culpa.
-¿Por tu culpa? - sonrió irónico - . Pepa iba a detenerla de un modo u otro , mis soldados ansían dormir.
Pepa se sintió mejor. Observó aun congelada como los soldados se tendían en el suelo , algunos apoyados en un tronco y otros simplemente en el suelo , sin escrúpulos.
Tristán tiró de la mano de Pepa y la obligó a seguirle hacía un leño en donde se sentó , y seguidamente le extendió los brazos par proporcionarle calor. Ella se acomodó en su pecho, abrazándose como si la vida le fuese en ello. Tristán escondió la cabeza en tras su pelo y lo olisqueó ruidosamente , siendo el centro de atención de los soldados.
-Esta es la primera vez que disfruto de una misión – le susurró.
-Siento contradecirte pero yo no estoy pasando por un buen momento.
-Lo entiendo pero mira el lado bueno: te tengo entre mis brazos y te entrego mi calor.
-Eso es lo bueno de toda esta historia – confesó con una sonrisa pícara -, que sin tu calor yo no hubiera sobrevivido.
A gritos , Tristán buscó sus carnosos labios , atractivos como ningunos otros.
#70

09/07/2012 18:33
lo dicho, mejor que la serie
me encantaa!

#71

09/07/2012 22:32
Buenas noches! otro trocito! :)
Ella se los entregó con un gemido silencioso, mientras él ladeaba la cabeza constantemente.
Pepa no tenía tanto frío como antes, pero seguía teniendo. Tristán se quedó dormido apenas después del beso y Pepa aprovechó para examinar su herida. Deslizó su chaqueta hacía el suelo, seguramente no notaría el frío estando dormido , descordó la camisa con rapidez y miró debajo de la venda. Estaba mejor. La tapó de nuevo , y a continuación le colocó de nuevo la chaqueta. Como su frío permanecía en su cuerpo, optó por colocar las manos dentro de la camisa, sintiendo así su cuerpo. Como esperaba , estaba caliente.
Deslizó las manos hacía su espalda y como consensuaría se abrazó a él y apoyó la cabeza sobre su pecho. Su frío había desvanecido. Escuchó salir de los labios de Tristán un leve gemido adivinando así que él estaba completamente a gusto. Con la chaqueta que había depositado al suelo, la colocó sobre ambos y el calor aumentó por partida doble.
Pepa enrolló las piernas con las de Tristán con el fin de obtener más calor.
En absoluto habría imaginado desear como aquella noche el cuerpo de Tristán.
El antojo de Pepa por recibir el cuerpo de su amado era inmenso, incontrolable.
Tristán despertó atolondrado , hasta acalorado. Notó sobre él a Pepa, su olor. Observó con una sonrisa cómo Pepa se las había apañado para obtener su calor. Aquella postura le resultó reconfortante.
-La próxima vez te llevaré conmigo a alguna de mis misiones , partera – susurró.
Pepa se sobresaltó y no tardó en mirar aquellos ojos oscuros que con la oscuridad tan solo podían centellear.
-No, gracias , no es plato de buen gusto tener que soportar este frío.
-Pero estarías conmigo ¿No? - bromeó.
-Quién sabe si antes no me hubiesen violentado...
Tristán frunció el cejo.
-¿Por qué dices eso?
-¿No recuerdas a tus soldados cuando nos conocimos? , A aquellos despreciables en busca de mujer con la cuál repasar el lecho y abandonar.
Lo recordó instantáneamente.
-Sabes que bromeo mujer , ¿Cómo iba a llevarte conmigo a la guerra...?
Besuqueó su cuello. Pepa entretanto Tristán se entretenía , miró al horizonte y observó como el sol salía de su escondite. Con autoridad , sin adversario que pudiese vencerlo, así quería ser ella.
Con los primeros rayos de luz , los soldados fueron levantándose a la vez que Pepa hacía lo propio y tendía la chaqueta a Tristán. Este la colocó sobre los hombros de su amada y le tomó de nuevo las manos.
Con la mañana a sus pies , continuaron en busca de Carlos y Fernando , dos miserables asesinos que pagarían por todo lo que habían echo en contra del ejército y , por parte de Tristán , a Pepa.
Mariana avispó solamente de respirar el aire de la casona , que algo había sucedido o iba a suceder. Y realmente había sucedido algo: el regreso de Francisca Montenegro.
Con habilidad, bajó las escaleras casi a la carrera y se tamborileó a la hora de recibir a la señora , que miraba de un lado para otro el estado de su casa. Le extrañó que Tristán no estuviese presente junto con Angustias y Martín. Éste último permanecía delante de su abuela con una bondadosa postura. La vestimenta elegida para el niño sorprendió a Francisca sacándole una de sus sonrisas más profundas en su alma.
-Buenos días señora , me alegro de su regreso – se sinceró Mariana, haciendo una leve reverencia.
-No tengo tiempo para chanzas ¿Dónde está Tristán? , ¿Y Soledad?
Soledad , al escuchar su nombre , se levantó del sillón con una fingida sonrisa y se aproximó a su madre con cierta frialdad en la mirada. Francisca ignoró su comportamiento.
-Qué pronto a regresado madre.
-Ya veo que mi presencia no es vulnerable en esta casa.
-Nada de eso abuela, yo le echaba de menos – discrepó Martín.
Francisca , dejada llevar por la ternura de su nieto, se echó a reír tímidamente y le revoloteó el cabello.
-¿Dónde están Angustias y Tristán? ¿Siguen durmiendo?
Mariana y Soledad intercambiaron una mirada cómplice. Ninguna de las dos quería comunicar a Francisca que Angustias les había mentido y que en un acto de locura se había suicidado. Tampoco comunicar que Tristán había marchado en busca de Carlos , si se enteraba de los recientes acontecimientos , se desfallecería intantáneamente.
Francisca insistió con la mirada seria.
-Soledad , ¿Dónde está Tristán? - insistió con voz dura.
Soledad decidió que mentir solo conllevaría a enterarse más tarde de la verdad y entonces percatarse de que hubiera sido mejor contarlo antes.
-Ha marchado con sus soldados al bosque esta noche...al parecer van en busca de un teniente , Fernando – se sinceró , aun que la mentira gorda tuvo que callarla.
Francisca suspiró indignada.
-Ni siquiera para la bienvenida de su madre está presente – pensó en voz alta -. Pero bueno , ya debería conocerle. Por cierto ¿Dónde está mi nuera Angustias? ¿También duerme?
Con cada palabra que salía de la boca de Francisca a Soledad se le ponían los nervios por las nubes. No podía mentir nuevamente , así que bajó finalmente las escaleras y se colocó al lado de su madre.
-Si quiere nos sentamos y le cuento todo lo sucedido en su marcha... - le propuso Soledad señalando las butacas.
-¿Todo lo sucedido? - repitió parpadeando -. Espera un momento , me estáis ocultando algo.
-Esa no es la palabra exacta – respondió Soledad desasosegada.
Francisca no tuvo ganas de discutir más. Asintió ante la propuesta de su hija.
Se sentaron cómodamente, aun que Soledad permanecía rígida y nerviosa. Ella no debería dar explicaciones a su madre.
Le contó sin pausa todo lo sucedido, con la voz entrecortada, pero veloz.
Ella se los entregó con un gemido silencioso, mientras él ladeaba la cabeza constantemente.
Pepa no tenía tanto frío como antes, pero seguía teniendo. Tristán se quedó dormido apenas después del beso y Pepa aprovechó para examinar su herida. Deslizó su chaqueta hacía el suelo, seguramente no notaría el frío estando dormido , descordó la camisa con rapidez y miró debajo de la venda. Estaba mejor. La tapó de nuevo , y a continuación le colocó de nuevo la chaqueta. Como su frío permanecía en su cuerpo, optó por colocar las manos dentro de la camisa, sintiendo así su cuerpo. Como esperaba , estaba caliente.
Deslizó las manos hacía su espalda y como consensuaría se abrazó a él y apoyó la cabeza sobre su pecho. Su frío había desvanecido. Escuchó salir de los labios de Tristán un leve gemido adivinando así que él estaba completamente a gusto. Con la chaqueta que había depositado al suelo, la colocó sobre ambos y el calor aumentó por partida doble.
Pepa enrolló las piernas con las de Tristán con el fin de obtener más calor.
En absoluto habría imaginado desear como aquella noche el cuerpo de Tristán.
El antojo de Pepa por recibir el cuerpo de su amado era inmenso, incontrolable.
Tristán despertó atolondrado , hasta acalorado. Notó sobre él a Pepa, su olor. Observó con una sonrisa cómo Pepa se las había apañado para obtener su calor. Aquella postura le resultó reconfortante.
-La próxima vez te llevaré conmigo a alguna de mis misiones , partera – susurró.
Pepa se sobresaltó y no tardó en mirar aquellos ojos oscuros que con la oscuridad tan solo podían centellear.
-No, gracias , no es plato de buen gusto tener que soportar este frío.
-Pero estarías conmigo ¿No? - bromeó.
-Quién sabe si antes no me hubiesen violentado...
Tristán frunció el cejo.
-¿Por qué dices eso?
-¿No recuerdas a tus soldados cuando nos conocimos? , A aquellos despreciables en busca de mujer con la cuál repasar el lecho y abandonar.
Lo recordó instantáneamente.
-Sabes que bromeo mujer , ¿Cómo iba a llevarte conmigo a la guerra...?
Besuqueó su cuello. Pepa entretanto Tristán se entretenía , miró al horizonte y observó como el sol salía de su escondite. Con autoridad , sin adversario que pudiese vencerlo, así quería ser ella.
Con los primeros rayos de luz , los soldados fueron levantándose a la vez que Pepa hacía lo propio y tendía la chaqueta a Tristán. Este la colocó sobre los hombros de su amada y le tomó de nuevo las manos.
Con la mañana a sus pies , continuaron en busca de Carlos y Fernando , dos miserables asesinos que pagarían por todo lo que habían echo en contra del ejército y , por parte de Tristán , a Pepa.
Mariana avispó solamente de respirar el aire de la casona , que algo había sucedido o iba a suceder. Y realmente había sucedido algo: el regreso de Francisca Montenegro.
Con habilidad, bajó las escaleras casi a la carrera y se tamborileó a la hora de recibir a la señora , que miraba de un lado para otro el estado de su casa. Le extrañó que Tristán no estuviese presente junto con Angustias y Martín. Éste último permanecía delante de su abuela con una bondadosa postura. La vestimenta elegida para el niño sorprendió a Francisca sacándole una de sus sonrisas más profundas en su alma.
-Buenos días señora , me alegro de su regreso – se sinceró Mariana, haciendo una leve reverencia.
-No tengo tiempo para chanzas ¿Dónde está Tristán? , ¿Y Soledad?
Soledad , al escuchar su nombre , se levantó del sillón con una fingida sonrisa y se aproximó a su madre con cierta frialdad en la mirada. Francisca ignoró su comportamiento.
-Qué pronto a regresado madre.
-Ya veo que mi presencia no es vulnerable en esta casa.
-Nada de eso abuela, yo le echaba de menos – discrepó Martín.
Francisca , dejada llevar por la ternura de su nieto, se echó a reír tímidamente y le revoloteó el cabello.
-¿Dónde están Angustias y Tristán? ¿Siguen durmiendo?
Mariana y Soledad intercambiaron una mirada cómplice. Ninguna de las dos quería comunicar a Francisca que Angustias les había mentido y que en un acto de locura se había suicidado. Tampoco comunicar que Tristán había marchado en busca de Carlos , si se enteraba de los recientes acontecimientos , se desfallecería intantáneamente.
Francisca insistió con la mirada seria.
-Soledad , ¿Dónde está Tristán? - insistió con voz dura.
Soledad decidió que mentir solo conllevaría a enterarse más tarde de la verdad y entonces percatarse de que hubiera sido mejor contarlo antes.
-Ha marchado con sus soldados al bosque esta noche...al parecer van en busca de un teniente , Fernando – se sinceró , aun que la mentira gorda tuvo que callarla.
Francisca suspiró indignada.
-Ni siquiera para la bienvenida de su madre está presente – pensó en voz alta -. Pero bueno , ya debería conocerle. Por cierto ¿Dónde está mi nuera Angustias? ¿También duerme?
Con cada palabra que salía de la boca de Francisca a Soledad se le ponían los nervios por las nubes. No podía mentir nuevamente , así que bajó finalmente las escaleras y se colocó al lado de su madre.
-Si quiere nos sentamos y le cuento todo lo sucedido en su marcha... - le propuso Soledad señalando las butacas.
-¿Todo lo sucedido? - repitió parpadeando -. Espera un momento , me estáis ocultando algo.
-Esa no es la palabra exacta – respondió Soledad desasosegada.
Francisca no tuvo ganas de discutir más. Asintió ante la propuesta de su hija.
Se sentaron cómodamente, aun que Soledad permanecía rígida y nerviosa. Ella no debería dar explicaciones a su madre.
Le contó sin pausa todo lo sucedido, con la voz entrecortada, pero veloz.
#72

10/07/2012 00:17
Increíble como siempre crías nos harías el favor de darnos otro trocito antes de dormir por favor? Gracias maravilla:)
#73

10/07/2012 00:23
Otro trocito antes de ir a dormir...:) a y que sepáis que me voy repasando la historia ehh :) besitoss!
La tormenta estalló de repente sobre sus cabezas. Primero chispeó silenciosamente, luego , de forma instantánea la lluvia se convirtió en diluvio y se vieron obligados a proseguir.
Tristán continuó guiándoles, preocupado por Pepa , que apenas hablaba. Ella por el contrario estaba inquieta por encontrar al inquilino de Carlos y darle su merecido. Pero sabía con certeza que él era un hombre y ella apenas podría hacer nada para derrotarlo.
La lluvia parecía no tener intención de cesar en ningún momento. Tristán empezaba a desesperarse. Intuyendo que Pepa podría resfriarse o peor aun , enfermar de neumonía , mandó llamar a uno de sus soldados para que la acompañase hasta su habitación en la casa de comidas.
-Yo quiero estar presente ante ese cerdo – dijo Pepa , deshaciéndose de la mano de Tristán.
-Es peligroso , ve a algún lugar seguro. La casa de comidas es un lugar seguro , junto a Raimundo y Emilia. Bastante discreto – la intentó convencer.
Pepa pensó que discutir no era la mejor solución. Mientras la lluvia caía sobre ellos, se dio cuenta de que Tristán llevaba razón. Contra más lejos de ese cerdo, más posibilidades de ver a Martín.
-Está bien – concluyó -, iré con Raimundo y Emilia. Ten cuidado.
La atrajo hacía él y le dio un beso fugaz en los labios.
Pepa partió con el soldado minutos después, con la mirada clavada en Tristán, que permanecía inquieto ante su marcha. Pues permanecer junto a ella suponía un alivio momentáneo.
No obstante, continuó caminando con su ejército , con el cuál pretendía aclarar el porque de su obediencia hacía Fernando tan diplomáticamente. Aun que , obviamente , no iban a actuar delante de sus narices. Comprendió , después de cinco minutos , que debía actuar cuanto antes para proteger a Martín y a Pepa.
Llegó sin ninguna prisa al pueblo. Aun que un poco jadeada y húmeda.
Emilia, que rondaba por la Casa de Comidas , la vio acercarse con un soldado , intentando refugiarse del tempestar con la capa del militar.
Al verla, les abrió la puerta con aprisa. El militar se despidió silenciosamente y partió corriendo a reunirse con el capitán Castro.
-Pero bueno niña ¿Qué haces en camisón por la calle? Y encima empapada...Ya te vale Pepa Le reprochaba mientras la acompañaba hacía su habitación en la Casa de Comidas.
Al entrar, Pepa se sentó en la cama tiritando y permitió que Emilia le entregase un vestido limpio. Emilia ardía en deseos de saber qué le había sucedido para venir ayudada por un militar. Pero antes de preguntarle , salió de la habitación como un rayo en busca de comida y agua. Pepa aprovechó para cambiarse de camisón en silencio, la lluvia era el único ruido existente en esos momentos, y de cierto modo , le angustiaba escuchar el diluvio. Tan sólo podía pensar que a Tristán podría pasarle algo, y la angustia ascendía de una manera dolorosa.
Emilia regresó con una bandeja ocupada por un bol de sopa caliente y un vaso de agua.
Lo colocó en la mesita y simultáneamente iba echándole un ojo a Pepa, que permanecía con la mirada perdida.
-¿Qué hacías en pleno diluvio en la plaza? ¿O es que dabas un paseo con ese militar bajo la lluvia? - le preguntó entretanto se sentaba junto a ella.
Pepa agarró el bol de sopa y sorbió el contenido automáticamente.
-De paseo nada , Emilia – intentó excusarse mintiendo. No convenía alarmarla -. Salí de la casona y un militar se ofreció para acompañarme hasta aquí , ya sabes que hace una semana se produjo un incendio y ahora están en la puerta de la Casona.
Emilia no estaba muy convencida , pero un así dejó que la muchacha continuase comiendo.
Pepa albergó la esperanza de que Emilia no le hiciese más preguntas. Así podría concentrarse más en su pequeño. Su Martín. ¿Qué estaría haciendo en esos instantes? ¿Echándole de menos? . No quería que eso sucediese , pues no quería que su niño sufriera.
Emilia la observó sometida en sus pensamientos, sin llevarse la cuchara a la boca.
-¿Estás segura de que todo anda bien? - le preguntó entrecerrando los ojos.
La tormenta estalló de repente sobre sus cabezas. Primero chispeó silenciosamente, luego , de forma instantánea la lluvia se convirtió en diluvio y se vieron obligados a proseguir.
Tristán continuó guiándoles, preocupado por Pepa , que apenas hablaba. Ella por el contrario estaba inquieta por encontrar al inquilino de Carlos y darle su merecido. Pero sabía con certeza que él era un hombre y ella apenas podría hacer nada para derrotarlo.
La lluvia parecía no tener intención de cesar en ningún momento. Tristán empezaba a desesperarse. Intuyendo que Pepa podría resfriarse o peor aun , enfermar de neumonía , mandó llamar a uno de sus soldados para que la acompañase hasta su habitación en la casa de comidas.
-Yo quiero estar presente ante ese cerdo – dijo Pepa , deshaciéndose de la mano de Tristán.
-Es peligroso , ve a algún lugar seguro. La casa de comidas es un lugar seguro , junto a Raimundo y Emilia. Bastante discreto – la intentó convencer.
Pepa pensó que discutir no era la mejor solución. Mientras la lluvia caía sobre ellos, se dio cuenta de que Tristán llevaba razón. Contra más lejos de ese cerdo, más posibilidades de ver a Martín.
-Está bien – concluyó -, iré con Raimundo y Emilia. Ten cuidado.
La atrajo hacía él y le dio un beso fugaz en los labios.
Pepa partió con el soldado minutos después, con la mirada clavada en Tristán, que permanecía inquieto ante su marcha. Pues permanecer junto a ella suponía un alivio momentáneo.
No obstante, continuó caminando con su ejército , con el cuál pretendía aclarar el porque de su obediencia hacía Fernando tan diplomáticamente. Aun que , obviamente , no iban a actuar delante de sus narices. Comprendió , después de cinco minutos , que debía actuar cuanto antes para proteger a Martín y a Pepa.
Llegó sin ninguna prisa al pueblo. Aun que un poco jadeada y húmeda.
Emilia, que rondaba por la Casa de Comidas , la vio acercarse con un soldado , intentando refugiarse del tempestar con la capa del militar.
Al verla, les abrió la puerta con aprisa. El militar se despidió silenciosamente y partió corriendo a reunirse con el capitán Castro.
-Pero bueno niña ¿Qué haces en camisón por la calle? Y encima empapada...Ya te vale Pepa Le reprochaba mientras la acompañaba hacía su habitación en la Casa de Comidas.
Al entrar, Pepa se sentó en la cama tiritando y permitió que Emilia le entregase un vestido limpio. Emilia ardía en deseos de saber qué le había sucedido para venir ayudada por un militar. Pero antes de preguntarle , salió de la habitación como un rayo en busca de comida y agua. Pepa aprovechó para cambiarse de camisón en silencio, la lluvia era el único ruido existente en esos momentos, y de cierto modo , le angustiaba escuchar el diluvio. Tan sólo podía pensar que a Tristán podría pasarle algo, y la angustia ascendía de una manera dolorosa.
Emilia regresó con una bandeja ocupada por un bol de sopa caliente y un vaso de agua.
Lo colocó en la mesita y simultáneamente iba echándole un ojo a Pepa, que permanecía con la mirada perdida.
-¿Qué hacías en pleno diluvio en la plaza? ¿O es que dabas un paseo con ese militar bajo la lluvia? - le preguntó entretanto se sentaba junto a ella.
Pepa agarró el bol de sopa y sorbió el contenido automáticamente.
-De paseo nada , Emilia – intentó excusarse mintiendo. No convenía alarmarla -. Salí de la casona y un militar se ofreció para acompañarme hasta aquí , ya sabes que hace una semana se produjo un incendio y ahora están en la puerta de la Casona.
Emilia no estaba muy convencida , pero un así dejó que la muchacha continuase comiendo.
Pepa albergó la esperanza de que Emilia no le hiciese más preguntas. Así podría concentrarse más en su pequeño. Su Martín. ¿Qué estaría haciendo en esos instantes? ¿Echándole de menos? . No quería que eso sucediese , pues no quería que su niño sufriera.
Emilia la observó sometida en sus pensamientos, sin llevarse la cuchara a la boca.
-¿Estás segura de que todo anda bien? - le preguntó entrecerrando los ojos.
#74

10/07/2012 10:54
Good morning , buenos días , bon dia.... Aquí un nuevo trozo , espero que paséis un buen día! :)
Pepa despertó de su empanamiento y la miró sorprendida.
-¿Tan mala cara tengo? - bromeó levantando las cejas.
-Hombre, no haces muy buena cara que digamos – confirmó sacudiendo la cabeza.
Pepa parpadeó a la vez que se acariciaba el rostro con las manos , con la intención de deshacerse de las ojeras. Emilia se echó a reír en silencio.
-Por mucho que te esfuerces no lograrás convencerme – dijo con un suspiro de aplomo.
-No es esa mi intención. Ya sé que eres una cabezota y que tus pensamientos son perpétuos cuando se trata de algo importante.
-Tú lo has dicho: se trata de algo importante – le señaló con el dedo índice.
-Pero bueno ¿Es que tienes que saberlo todo? - le reprochó parpadeando.
Emilia sacudió los hombros.
-Dicen que soy muy buena consejera y que escucho muy bien a los demás – se enorgulleció de ella misma con una tímida sonrisa.
-Pero yo no necesito tus consejos, ni necesito confesar nada porque no hay nada que tenga que decir.
-¿Y entonces a qué se deben esas penosas ojeras? - preguntó Emilia alzando las cejas.
Pepa agachó la mirada con desaprobación.
-Está noche no he dormido bien. Eso es todo – mintió. Emilia supo que mentía por sus gestos acelerados , además , no le miraba a los ojos.
-¿Me estás engañando, Pepa Aguirre? - preguntó.
Pepa resopló, no había nada de lo que Emilia no se percatase. Era astuta , demasiado lista.
Optó por decirle la verdad, si le escondía cualquier cosa acabaría dándose cuenta de todo por rumores. Y entonces sería peor , ni siquiera le miraría a los ojos , y para colmo seguramente le obligaría a pagar su estancia. No , no podía permitírselo.
-Está bien. Te contaré la verdad – concluyó, removiéndose en la cama.
Emilia aguardó inquieta, intuía que trataría sobre amor , ya que venía acompañada de un militar.
-Venía acompañada de ése militar porque me hallaba en el bosque junto con Tristán y su ejército – le explicó. Emilia se quedó perpleja.
Abrió la boca para hablar, pero no le dio tiempo.
-Estábamos buscando a un hombre que en el pasado me hizo mucho daño, Tristán desde un principio no aceptó que fuese con ellos. Es más , me escondí detrás de un matorral para seguirle , pero se percató y no tuvo más remedio que llevarme consigo. Luego empezó a llover , qué digo llover: diluviar. Yo estaba muerta de frío, creía que iba a enfermar y mandó a uno de sus militares llevarme hasta aquí.
Emilia se preguntó de que hombre se trataba , pero no quiso preguntar , no quería ser mal educada. Pepa se sintió aliviada tras confesar, no podía mentir y ocultar lo que había sucedido. Porque si intentaba vivir sufriendo, debía contar con una amiga con la cuál deshojarse de aquél sentimiento de contrariedad.
-¿Ves como a mi no se me puede engañar? - preguntó Emilia divertida -. Ahora ya sabes que tienes una amiga con la cuál hablar , porque todo lo que me cuentes quedará sellado. Quiero decir , que no se lo contaré a nadie , será un secreto entre las dos y así puedes hablar tranquila.
Pepa sonrió ante su comentario. En realidad era una buena chica, algo cotilla si , pero tenía pinta de ser sincera y cuando juraba , no lo hacía vanamente.
Esperó a que Emilia desapareciera de la habitación para irse. Quería ir a la Casona para ver a Martín, no podía esperar. Recogió sus cosas con rapidez, y salió del cuarto casi volando.
Lo que no sabía era que Francisca ya había regresado.
Pepa despertó de su empanamiento y la miró sorprendida.
-¿Tan mala cara tengo? - bromeó levantando las cejas.
-Hombre, no haces muy buena cara que digamos – confirmó sacudiendo la cabeza.
Pepa parpadeó a la vez que se acariciaba el rostro con las manos , con la intención de deshacerse de las ojeras. Emilia se echó a reír en silencio.
-Por mucho que te esfuerces no lograrás convencerme – dijo con un suspiro de aplomo.
-No es esa mi intención. Ya sé que eres una cabezota y que tus pensamientos son perpétuos cuando se trata de algo importante.
-Tú lo has dicho: se trata de algo importante – le señaló con el dedo índice.
-Pero bueno ¿Es que tienes que saberlo todo? - le reprochó parpadeando.
Emilia sacudió los hombros.
-Dicen que soy muy buena consejera y que escucho muy bien a los demás – se enorgulleció de ella misma con una tímida sonrisa.
-Pero yo no necesito tus consejos, ni necesito confesar nada porque no hay nada que tenga que decir.
-¿Y entonces a qué se deben esas penosas ojeras? - preguntó Emilia alzando las cejas.
Pepa agachó la mirada con desaprobación.
-Está noche no he dormido bien. Eso es todo – mintió. Emilia supo que mentía por sus gestos acelerados , además , no le miraba a los ojos.
-¿Me estás engañando, Pepa Aguirre? - preguntó.
Pepa resopló, no había nada de lo que Emilia no se percatase. Era astuta , demasiado lista.
Optó por decirle la verdad, si le escondía cualquier cosa acabaría dándose cuenta de todo por rumores. Y entonces sería peor , ni siquiera le miraría a los ojos , y para colmo seguramente le obligaría a pagar su estancia. No , no podía permitírselo.
-Está bien. Te contaré la verdad – concluyó, removiéndose en la cama.
Emilia aguardó inquieta, intuía que trataría sobre amor , ya que venía acompañada de un militar.
-Venía acompañada de ése militar porque me hallaba en el bosque junto con Tristán y su ejército – le explicó. Emilia se quedó perpleja.
Abrió la boca para hablar, pero no le dio tiempo.
-Estábamos buscando a un hombre que en el pasado me hizo mucho daño, Tristán desde un principio no aceptó que fuese con ellos. Es más , me escondí detrás de un matorral para seguirle , pero se percató y no tuvo más remedio que llevarme consigo. Luego empezó a llover , qué digo llover: diluviar. Yo estaba muerta de frío, creía que iba a enfermar y mandó a uno de sus militares llevarme hasta aquí.
Emilia se preguntó de que hombre se trataba , pero no quiso preguntar , no quería ser mal educada. Pepa se sintió aliviada tras confesar, no podía mentir y ocultar lo que había sucedido. Porque si intentaba vivir sufriendo, debía contar con una amiga con la cuál deshojarse de aquél sentimiento de contrariedad.
-¿Ves como a mi no se me puede engañar? - preguntó Emilia divertida -. Ahora ya sabes que tienes una amiga con la cuál hablar , porque todo lo que me cuentes quedará sellado. Quiero decir , que no se lo contaré a nadie , será un secreto entre las dos y así puedes hablar tranquila.
Pepa sonrió ante su comentario. En realidad era una buena chica, algo cotilla si , pero tenía pinta de ser sincera y cuando juraba , no lo hacía vanamente.
Esperó a que Emilia desapareciera de la habitación para irse. Quería ir a la Casona para ver a Martín, no podía esperar. Recogió sus cosas con rapidez, y salió del cuarto casi volando.
Lo que no sabía era que Francisca ya había regresado.
#75

10/07/2012 11:04
Sigue sigue Cris, haber como se pone la Paca cuando se entere de todo
#76

10/07/2012 13:16
Mas mas mas mas porfiii mas
#77

10/07/2012 13:23
Me encantaaaa sigue porfa :-P
#78

10/07/2012 13:34
Bueenas :) Ahora mismo pongo la continuación , gracias por leerme!
En la casona reinaba un silencio intranquilizante.
Francisca estaba nerviosa , ¿Dónde estaba su hijo? ¿Por qué se había marchado sin decir nada? . Impotente, comenzó a caminar por la sala de estar casi corriendo.
Mariana entró con Pepa. Francisca no se limitó a mirar quién era el visitante, continuó hablando sola recorriendo el salón.
-Señora, la partera...
-Dile que se marche , la loca de Angustias ya no está , ¡Y mejor que sea así! -exclamó.
Mariana se dirigió a la puerta con rapidez , esperando que Pepa fuese tras ella.
Pero no fue así.
-Señora , no he venido a visitar a ésa trastornada que , en estos momentos permanece en el infierno – le informó.
Francisca la miró con desdén.
-¿Y quién te crees que eres para venir aquí e darme tu humilde opinión?
-Soy Pepa Aguirre , y he venido para ver a Martín – respondió ella con poca paciencia.
Francisca se aproximó a ella.
-¿Y para qué quieres tú ver a mi nieto , si se puede saber?
-Ya que su padre está ausente, me gustaría hacerle compañía – mintió.
-¿Ausente? ¡Mi hijo está desaparecido y tu sabes algo partera! - le acusó entre gritos.
-Disculpe señora, pero yo sólo sé que he venido aquí para ver a Martín. Mi objetivo no es otro que mantenerlo al marguen de este desmadre – se confesó con voz ronca.
Francisca calló. Quizás aquella partera introvertida tenía razón. Su nieto necesitaba mantenerse al marguen de la situación.
-Está bien – concluyó sin pizca de amabilidad -, distraerlo tanto como podáis.
Mariana y Pepa asintieron, luego subieron por las escaleras. Pepa le confesó que tenía muchas ganas de verle, a Maríana le gustaba la idea de que su patrón y la partera tuvieran una relación amorosa. Era cómo en los cuentos que le contaba su madre de niña: el señorito y la mujer humilde. Sonrió por debajo de la nariz tras pensar en ello y abrió la puerta del cuarto del pequeño.
Al ver a Pepa, Martín corrió hacía ella y se abrazó como si hubieran pasado años sin verse.
-Mi niño...¿Cómo te encuentras? - le preguntó abrazándole con fuerzas.
-Pepa , tengo ganas de jugar a los soldados contigo y Mariana ¿Queréis jugar conmigo?
Ambas asintieron. Mariana sacó del baúl de los juguetes unos cuantos soldados de madera y los colocó en el suelo en orden. Pepa agarró uno de ellos con una amplía sonrisa y lo alzó.
-¡Alerta , alerta! ¡Su capitán está en peligro, necesita ayuda!
Martín alzó uno de sus soldados preferidos y lo hizo chocar en contra del de Pepa.
Mariana no quiso entrometerse, vio demasiada complicidad en ellos. Sin embargo se quedó mirando con una sonrisa cómo ambos reían, se abrazaban y hasta el pequeño le daba pequeños besos en la mejilla. Parecían madre e hijo , Mariana lo ignoraba , pero era bien cierto que sin saber la verdad se podía ver con claridad que ambos tenían una relación muy bonita. Como madre e hijo. Todo el servicio lo pensaba y tarde o temprano Francisca terminaría sabiéndolo.
Cuando pasó una hora bastante entretenida, Mariana se dispuso a recoger junto a Pepa los juguetes que habían utilizado para entretenerse. Pepa sonreía, su sonrisa era tan abierta, tan contagiosa, que Mariana no pudo evitar echarse a reír ruidosamente.
-Vaya, la verdad es que parecéis madre e hijo – le confesó.
Pepa sacudió la cabeza entretanto cerraba el baúl.
-Es cierto que le tengo mucho aprecio, pero eso no significa que sea mi hijo , por mucho que lo parezca.
Decir: eso no significa que sea mi hijo , le dolió más de lo que esperaba. Se retiró de la habitación con el rostro apagado. Mariana fue tras ella al bajar las escaleras, y , para colmo , se encontró con una escena totalmente desconcertante.
En la casona reinaba un silencio intranquilizante.
Francisca estaba nerviosa , ¿Dónde estaba su hijo? ¿Por qué se había marchado sin decir nada? . Impotente, comenzó a caminar por la sala de estar casi corriendo.
Mariana entró con Pepa. Francisca no se limitó a mirar quién era el visitante, continuó hablando sola recorriendo el salón.
-Señora, la partera...
-Dile que se marche , la loca de Angustias ya no está , ¡Y mejor que sea así! -exclamó.
Mariana se dirigió a la puerta con rapidez , esperando que Pepa fuese tras ella.
Pero no fue así.
-Señora , no he venido a visitar a ésa trastornada que , en estos momentos permanece en el infierno – le informó.
Francisca la miró con desdén.
-¿Y quién te crees que eres para venir aquí e darme tu humilde opinión?
-Soy Pepa Aguirre , y he venido para ver a Martín – respondió ella con poca paciencia.
Francisca se aproximó a ella.
-¿Y para qué quieres tú ver a mi nieto , si se puede saber?
-Ya que su padre está ausente, me gustaría hacerle compañía – mintió.
-¿Ausente? ¡Mi hijo está desaparecido y tu sabes algo partera! - le acusó entre gritos.
-Disculpe señora, pero yo sólo sé que he venido aquí para ver a Martín. Mi objetivo no es otro que mantenerlo al marguen de este desmadre – se confesó con voz ronca.
Francisca calló. Quizás aquella partera introvertida tenía razón. Su nieto necesitaba mantenerse al marguen de la situación.
-Está bien – concluyó sin pizca de amabilidad -, distraerlo tanto como podáis.
Mariana y Pepa asintieron, luego subieron por las escaleras. Pepa le confesó que tenía muchas ganas de verle, a Maríana le gustaba la idea de que su patrón y la partera tuvieran una relación amorosa. Era cómo en los cuentos que le contaba su madre de niña: el señorito y la mujer humilde. Sonrió por debajo de la nariz tras pensar en ello y abrió la puerta del cuarto del pequeño.
Al ver a Pepa, Martín corrió hacía ella y se abrazó como si hubieran pasado años sin verse.
-Mi niño...¿Cómo te encuentras? - le preguntó abrazándole con fuerzas.
-Pepa , tengo ganas de jugar a los soldados contigo y Mariana ¿Queréis jugar conmigo?
Ambas asintieron. Mariana sacó del baúl de los juguetes unos cuantos soldados de madera y los colocó en el suelo en orden. Pepa agarró uno de ellos con una amplía sonrisa y lo alzó.
-¡Alerta , alerta! ¡Su capitán está en peligro, necesita ayuda!
Martín alzó uno de sus soldados preferidos y lo hizo chocar en contra del de Pepa.
Mariana no quiso entrometerse, vio demasiada complicidad en ellos. Sin embargo se quedó mirando con una sonrisa cómo ambos reían, se abrazaban y hasta el pequeño le daba pequeños besos en la mejilla. Parecían madre e hijo , Mariana lo ignoraba , pero era bien cierto que sin saber la verdad se podía ver con claridad que ambos tenían una relación muy bonita. Como madre e hijo. Todo el servicio lo pensaba y tarde o temprano Francisca terminaría sabiéndolo.
Cuando pasó una hora bastante entretenida, Mariana se dispuso a recoger junto a Pepa los juguetes que habían utilizado para entretenerse. Pepa sonreía, su sonrisa era tan abierta, tan contagiosa, que Mariana no pudo evitar echarse a reír ruidosamente.
-Vaya, la verdad es que parecéis madre e hijo – le confesó.
Pepa sacudió la cabeza entretanto cerraba el baúl.
-Es cierto que le tengo mucho aprecio, pero eso no significa que sea mi hijo , por mucho que lo parezca.
Decir: eso no significa que sea mi hijo , le dolió más de lo que esperaba. Se retiró de la habitación con el rostro apagado. Mariana fue tras ella al bajar las escaleras, y , para colmo , se encontró con una escena totalmente desconcertante.
#79

10/07/2012 15:55
Mas porfii que ahora voy a tener que estar casi una hora en el metro y me apetece tener bastantes trocitos de tu maravillosa historia para leertee :) muchass gracias
#80

10/07/2012 16:06
Buenas tardees! aquí otro trozo. Espero que estés entretenida en el metro! :)
Carlos Castro había regresado con Fernando.
Con miedo, Pepa subió las escaleras con aprisa, seguida por Mariana, que no entendía porque la muchacha se había asustado. No llegaron a esconderse , se quedaron a pie de escalera y observaron la escena frustradas.
Francisca se acercó a ellos horrorizada, inquieta por la visita de aquellos dos inquilinos.
-¿¡Pero se puede saber que hacéis vosotros dos , malditos malnacidos , en mi casa!?
-No se preocupe , tan solo hemos venido para informarle – Dijo Fernando con una sonrisa maléfica.
Carlos se acercó a Francisca divertido con la información que traía. Iba a ser todo un éxito su aparición , al menos para él y Fernando. Pero sobretodo para Pepa.
-Hemos venido a decirle que vengo a llevarme algo que me pertenece y que ha estado aquí sin mi permiso. Hablo de Martín.
A Francisca pareció darle un ataque de nervios. Rosario tuvo que sujetarle para que no cayera. Pepa , como vio a Francisca medio desfallecida, salió de su escondite y bajó las escaleras con autoridad. Al verla , Carlos sonrió aun más divertido.
-¡No le tocarás , bajo ningún concepto lo permitiré! - exclamó con la nariz arrugada.
-Si de veras le quieres tanto como aparentas me permitirías que lo llevara conmigo.
-¡Jamás permitiré eso , que te quede claro!
-Escúchame bien furcia – le sujetó el brazo -, ni tu ni nadie me va a impedir llevarme a Martín ¿Te queda claro?
Concluyó , y la tiró contra el suelo. Subió las escaleras junto con Fernando.
Pepa se temió lo peor.
-¡Qué alguien le detenga , se va a llevar a Martín! - exclamaba repetidamente.
Mariana tuvo miedo a actuar y optó por salir de la casona con rapidez a por los Civiles.
Pepa aprovechó para levantarse con agilidad, olvidando sus morados en las piernas.
Tan rápido como pudo, subió las escaleras tropezando consigo misma.
Buscó a Martín por las habitaciones, con la esperanza de que siguiera jugando encerrado con llave.
De pronto, vio a Carlos forcejar con la montura , intentando romperla.
Pepa no se quedó quieta. Miró a sus alrededores y por pura casualidad encontró una navaja.
Silenciosamente, se le echó encima como una gata. Carlos intentó desprenderse de ella, pensando en que aquella joven realmente amaba a la muerte. En un intento de clavar la navaja en su brazo, Carlos la descubrió armada y le dobló la muñeca proporcionándole un grito ahogado, pero nada silencioso. La navaja cayó al suelo resonando por la casona.
En la planta inferior, Soledad decidió llevar a Francisca hacía su despacho, para evitar que despertara y resultara herida. O peor.
Carlos se colocó sobre Pepa y colocó bruscamente sus manos encima de su cabeza.
-¿Pretendías matarme? Pues ya ves que es inútil tu insistencia -se echó a reír -. Pero el premio te lo llevarás tu , querida.
Pepa aún tenía fuerzas para sollozar al verle agarrar la navaja. Gritó con desesperación pidiendo ayuda entretanto intentaba librarse de Carlos a base de patadas.
Le agarró la barbilla con la mano que tenía libre , y le obligó a mirarle.
-Es una verdadera lástima que terminemos asín nuestra historia de amor, partera.
-¿Historia de amor? - arrugó la nariz -. Mira ni me mentes lo que pasó desgraciado , ¡Ni lo mentes!
Carlos sonrió. Pobre muchacha.
La sostuvo debajo de él, con la navaja levantada en vilo. Pepa era consciente de que después de su muerte se llevaría a Martín y probablemente a continuación mataría a Tristán.
Chilló de nuevo. Su corazón empezó una carrera. Una carrera en la cual había una meta, pero en este caso no había victoria. Sólo derrota.
-Matame a mi únicamente – le suplicó entre sollozos -.Matame a mi y olvidate de Martín.
-¿Olvidar? Eso no se me da bien.
Le Rozó con el filo de la navaja el cuello. Una línea de sangre bajó rápidamente por su cuello. Chilló de nuevo cuando volvió a pasarlo por la misma herida.
-¿Duele verdad? - casi chilló -. ¡Este dolor es el que me hiciste sentir a mi cuando incendiaste mi casa!
Los sollozos de Pepa aumentaron.
-¡Ayuda! - exclamó llorando - ¡Qué alguien me ayude por dios!
Carlos le golpeó el rostro varias veces sin piedad , sacudiéndola.
De repente, Pepa pudo escuchar los gritos de Martín dentro de su cuarto , y se alegró de que permaneciera encerrado con llave. Al verla sonreír, Carlos la levantó del suelo por el corpiño desatado y la acercó a él.
-¡¿De qué te ríes maldita furcia?! ¿Encuentras divertida tu muerte?
Pepa volvió a sonreír , sabía perfectamente lo que hacía. Carlos ignoraba que Pepa era mucho mas fuerte que él.
-Maldita trastornada... - musitó entre dientes -.Siempre has sido una trastornada, pero veo que no tienes límites.
Esta vez, Pepa soltó una carcajada consistente. Carlos la tiró contra la pared , ya no había nada que hacer con una loca. Pepa fingió estar inconsciente cuando Carlos tiró la navaja dándole por desfallecida.
Todo pasó muy rápido. Carlos volvió a forcejar la puerta de Martín y Pepa pudo alcanzar la navaja con la mayor rapidez posible y lanzarla contra su brazo derecho.
Carlos chilló durante unos segundos mientras la sangre corría por su brazo insistente.
Pepa salió corriendo de allí entre jadeos y se encerró en la primera habitación que encontró. Se dejó caer en el suelo. Pero , ¿Pudiera ser que volviera a por ella? Las posibilidades aumentaban cada vez que los gemidos de Carlos se escuchaban mas cerca. Le pareció extraño que Fernando no le ayudara, ¿Dónde se había metido?
Carlos Castro había regresado con Fernando.
Con miedo, Pepa subió las escaleras con aprisa, seguida por Mariana, que no entendía porque la muchacha se había asustado. No llegaron a esconderse , se quedaron a pie de escalera y observaron la escena frustradas.
Francisca se acercó a ellos horrorizada, inquieta por la visita de aquellos dos inquilinos.
-¿¡Pero se puede saber que hacéis vosotros dos , malditos malnacidos , en mi casa!?
-No se preocupe , tan solo hemos venido para informarle – Dijo Fernando con una sonrisa maléfica.
Carlos se acercó a Francisca divertido con la información que traía. Iba a ser todo un éxito su aparición , al menos para él y Fernando. Pero sobretodo para Pepa.
-Hemos venido a decirle que vengo a llevarme algo que me pertenece y que ha estado aquí sin mi permiso. Hablo de Martín.
A Francisca pareció darle un ataque de nervios. Rosario tuvo que sujetarle para que no cayera. Pepa , como vio a Francisca medio desfallecida, salió de su escondite y bajó las escaleras con autoridad. Al verla , Carlos sonrió aun más divertido.
-¡No le tocarás , bajo ningún concepto lo permitiré! - exclamó con la nariz arrugada.
-Si de veras le quieres tanto como aparentas me permitirías que lo llevara conmigo.
-¡Jamás permitiré eso , que te quede claro!
-Escúchame bien furcia – le sujetó el brazo -, ni tu ni nadie me va a impedir llevarme a Martín ¿Te queda claro?
Concluyó , y la tiró contra el suelo. Subió las escaleras junto con Fernando.
Pepa se temió lo peor.
-¡Qué alguien le detenga , se va a llevar a Martín! - exclamaba repetidamente.
Mariana tuvo miedo a actuar y optó por salir de la casona con rapidez a por los Civiles.
Pepa aprovechó para levantarse con agilidad, olvidando sus morados en las piernas.
Tan rápido como pudo, subió las escaleras tropezando consigo misma.
Buscó a Martín por las habitaciones, con la esperanza de que siguiera jugando encerrado con llave.
De pronto, vio a Carlos forcejar con la montura , intentando romperla.
Pepa no se quedó quieta. Miró a sus alrededores y por pura casualidad encontró una navaja.
Silenciosamente, se le echó encima como una gata. Carlos intentó desprenderse de ella, pensando en que aquella joven realmente amaba a la muerte. En un intento de clavar la navaja en su brazo, Carlos la descubrió armada y le dobló la muñeca proporcionándole un grito ahogado, pero nada silencioso. La navaja cayó al suelo resonando por la casona.
En la planta inferior, Soledad decidió llevar a Francisca hacía su despacho, para evitar que despertara y resultara herida. O peor.
Carlos se colocó sobre Pepa y colocó bruscamente sus manos encima de su cabeza.
-¿Pretendías matarme? Pues ya ves que es inútil tu insistencia -se echó a reír -. Pero el premio te lo llevarás tu , querida.
Pepa aún tenía fuerzas para sollozar al verle agarrar la navaja. Gritó con desesperación pidiendo ayuda entretanto intentaba librarse de Carlos a base de patadas.
Le agarró la barbilla con la mano que tenía libre , y le obligó a mirarle.
-Es una verdadera lástima que terminemos asín nuestra historia de amor, partera.
-¿Historia de amor? - arrugó la nariz -. Mira ni me mentes lo que pasó desgraciado , ¡Ni lo mentes!
Carlos sonrió. Pobre muchacha.
La sostuvo debajo de él, con la navaja levantada en vilo. Pepa era consciente de que después de su muerte se llevaría a Martín y probablemente a continuación mataría a Tristán.
Chilló de nuevo. Su corazón empezó una carrera. Una carrera en la cual había una meta, pero en este caso no había victoria. Sólo derrota.
-Matame a mi únicamente – le suplicó entre sollozos -.Matame a mi y olvidate de Martín.
-¿Olvidar? Eso no se me da bien.
Le Rozó con el filo de la navaja el cuello. Una línea de sangre bajó rápidamente por su cuello. Chilló de nuevo cuando volvió a pasarlo por la misma herida.
-¿Duele verdad? - casi chilló -. ¡Este dolor es el que me hiciste sentir a mi cuando incendiaste mi casa!
Los sollozos de Pepa aumentaron.
-¡Ayuda! - exclamó llorando - ¡Qué alguien me ayude por dios!
Carlos le golpeó el rostro varias veces sin piedad , sacudiéndola.
De repente, Pepa pudo escuchar los gritos de Martín dentro de su cuarto , y se alegró de que permaneciera encerrado con llave. Al verla sonreír, Carlos la levantó del suelo por el corpiño desatado y la acercó a él.
-¡¿De qué te ríes maldita furcia?! ¿Encuentras divertida tu muerte?
Pepa volvió a sonreír , sabía perfectamente lo que hacía. Carlos ignoraba que Pepa era mucho mas fuerte que él.
-Maldita trastornada... - musitó entre dientes -.Siempre has sido una trastornada, pero veo que no tienes límites.
Esta vez, Pepa soltó una carcajada consistente. Carlos la tiró contra la pared , ya no había nada que hacer con una loca. Pepa fingió estar inconsciente cuando Carlos tiró la navaja dándole por desfallecida.
Todo pasó muy rápido. Carlos volvió a forcejar la puerta de Martín y Pepa pudo alcanzar la navaja con la mayor rapidez posible y lanzarla contra su brazo derecho.
Carlos chilló durante unos segundos mientras la sangre corría por su brazo insistente.
Pepa salió corriendo de allí entre jadeos y se encerró en la primera habitación que encontró. Se dejó caer en el suelo. Pero , ¿Pudiera ser que volviera a por ella? Las posibilidades aumentaban cada vez que los gemidos de Carlos se escuchaban mas cerca. Le pareció extraño que Fernando no le ayudara, ¿Dónde se había metido?