Creemos nuestro propio Puente Viejo. ¡TODOS JUNTOS!

-Te amo- le susurré al oido.

-¿Qué opinas de la relación de Sebastián y Soledad?- le dije sonriendo
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EDITO: Este es un mensaje de parte de Pepa y de Ruth. A ambas nos hace mucha ilusión haber llegado a las 50 páginas. ¡Y vamos a por las 100! Quería daros las gracias a todos. A mi soldado, a Sebastián, a Soledad, a mi querida Emilia, a mi Paca que aunque tenemos nuestros roces la aparecio mucho, a Raimundo, a Alfonso y por último y no por eso menos importante a mi Salva, ¡Gracias Papá!

-Y yo a tí, mi bien. -sonreí-

-Pues la verdad no me la esperaba...pero se les ve felices y que se quieren.

-Sí... Lo cierto es que a mi también me ha sorprendido la noticia, pero se ve que se aman, y ambos lo merecen, también han sufrido mucho.-dije

-Sí, la verdad que de esta perra vida, no se salva nadie. -dije aún acariciándole el pelo-

Edito: A mi también me hace mucha ilusión que hayamos llegado ya a las 50 páginas ( y las que nos quedan), sois geniales todos!!!!

-No, pero parece que a nosotros nos ha dado una tregua. Lucharé porque nunca volvamos a separarnos.- le dije

-Yo también lucharé, y esta vez te aseguro, que nada ni nadie nos va a lograr separar, como has podido comprobar ni la propia muerte. -sonreí de lado-

-Nunca... Nada ni nadie...- susurré mientras se me iban cerrando los ojos poco a poco y me quedaba dormida.

Se fue quedando dormida poco a poco, y la arrope, dándole un beso en la cabeza, y cerrando los ojos con ella.

Mi vida son los delirios de un mundo sin sentido. El pesar de la propia tristeza. La pesadilla del durmiente que temeroso de la realidad se refugia en su mundo de tinieblas y oscuridad, pues prefiere lo temible a lo desconocido. Mi vida es mi vida y no se puede cambiar, no sé si la podría cambiar. No puedo, ya no. Si no es más que un triste juego, un pasatiempo del destino, si la verdad y la mentira se han aliado para convertirme en lo que soy, si hace ya mucho tiempo que acepté mi propia vileza, ¿por qué seguía allí? ¿ por qué sigo enamorado de ella?
No soy ya hombre, pero lo he sido. Entre mis brazos yacía, entre sus palabras moría y… moría, porque me moría. Si mi vida estaba destinada a acabar, ¿qué era aquella farsa? No soy un héroe, ni un hombre, pero a su lado ni siquiera puedo ser el monstruo que he de ser ¿qué soy pues? Solo un reflejo distorsionado, una mala copia de lo que fui, el esperpento de lo que debería ser. No soy nadie, no soy nada más que la causa de su sufrimiento y no podía ni quería seguir siéndolo.
Porque yo la amaba, pero no dejaba de ser quien soy y me encontraba en una oscura selva sin salida. Necesité todas mis fuerzas para no besarla.
- Vete, vete- le supliqué- necesito estar solo.
Porque yo era un cobarde, no sentía miedo de la muerte, dulce sueño de la nada, ni del descanso eterno. Tenía miedo de la vida y del dolor que vivir conlleva. Era un cobarde.
- Vete- le dije por última vez dándole la espalda.- Vete y si sabes lo que te conviene, no vuelvas.


PD: sorry pero esta semana estoy algo liada asi que perdonadme si estoy un pelin ausente, el finde os metere caña, ok? Besos y por cierto, perdonarme la literalidad pero estoy leyendo a Dante y no he podido evitar ponerme retorica jeje
EDITO: ciertamente, enhorabuena por las 50 paginas!! Somos unas hachetas, Mi niña Pepis pero que arte tienes, estoy muy orgulloso de ser tu papi! Amos qeu me llena de orgullo y satisfaccion... uy no, que eso es plagio! jeje.

-No me pienso mover de aquí,hasta que me jures que no me amas-dije agarrándole el brazo para que me mirara.

-Mírame a los ojos y dímelo y no volverás a verme-le dije agarrándole el mentón para obligarlo a mirarme.

Creí que moría cuando mirándome a los ojos me dijo que no me amaba,pero algo me decía que me estaba mintiendo que algo me ocultaba.

-No te creo,te conozco demasiado bien-le dije apoyándome en el pues volvía a marearme.

El me sentó con mucha delicadeza sobre la cama y me curo la herida con mimo, diciéndome la locura que estuve a punto de cometer.-Locura seria estar sin ti mi vida- Dije observando como me curaba la herida.

-Serias un gran medico-le dije con una sonrisa,el me la devolvió mirándome a los ojos.

Permanecimos unos minutos en un cómodo silencio, mirándonos a los ojos,diciendo mas con las miradas,que lo que podíamos decirnos con palabras,hasta que yo rompí ese silencio para que me contara que era lo que le preocupaba.

-¿Que es lo que te ocurre?,no me lo niegues por favor, te conozco demasiado bien y se que algo andas barruntando y por eso tratas de apartarme de tu lado-.

El borro su hermosa sonrisa y aferro la mano que tenia ilesa, yo tuve un mal presentimiento como si lo que fuera a decirme nos separara de verdad para siempre.

Desperté por la mañana, abrí los ojos, pero no vi lo que deseaba. No encontré a Tristán junto a mí. El primer pensamiento que se me pasó por la cabeza es el de que le hubiera ocurrido algo malo. Pero yo juraría que estuvo toda la noche a mi lado.

-¿Dónde está?- pensé en voz alta

Le había dejado una nota en la mesilla, con un precioso poema, yo estaba escondido, aguardando el momento para salir y darle un presente que de seguro le iba a hacer mucha más ilusión que el de ayer.

Me incorporé en la cama, pero seguía sin verle. Al girarme vi una nota encima de la mesilla. La cogí y comprobé que era su letra. Gracias a que Tristán me había enseñado, pude leerla sin dificultad alguna. Decía cosas hermosas.

"El amor no se mira, se siente, y más cuando ella está junto a tí"
"Si nada nos salva de la muerte al menos que el amor nos salve de la vida"
"Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?"
"Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando"
"Con un beso sabrás todo lo que he callado"

Te ama, Tristán.

No pude evitar emocionarme al leerla. Cada palabra era más bonita que la anterior y me demostraba que me amaba, como yo le amaba a él.
Aún así, no entendía porque no estaba junto a mí, en la alcoba.

sonreí mirando como se emocionaba al leer la nota, se levantó, y aparecí por detrás tapándole los ojos, con la sonrisa de oreja a oreja.

Salí al jardín en busca del oxígeno que dentro de la Casona me faltaba. Aunque ciertamente, aún fuera de aquellas paredes, el aire se me hacía bastante pesado.


Me senté en una de las sillas y Rosario, con una extraña mirada y peculiar nerviosismo no tardó en servirme un té. Al cual me limité a mover una y otra vez, asqueada ante la simple idea de ingerirlo.


Realmente debía andar algo revuelta. Los mareos del día anterior, aquella nausea... y el rechazo que ahora sentía al pensar en comida. Suspire. Algo me había de haber sentado francamente mal, sí. Y lo peor de todo era que, si así era, un solo nombre venía a mi mente. ¿Quién me podía asegurar que Salvador no estuviese detrás de mi malestar?


Cerré los ojos al sentir mi cuerpo más extraño de lo normal. Soltando finalmente aquella taza de té que, estaba claro, no me iba a tomar.


De pronto, y sumida como estaba en mis pensamientos, la voz de Raimundo resonó en la estancia.


Sonreí levemente. Sabiendo invisible para él aquel gesto. Levantándome después dispuesta a enfrentarlo.

-Buenos días, Raimundo.- saludé fingiendo estar sorprendida por su presencia.

Unas manos me taparon los ojos y en ese instante supe que era él.

-¿Quién es?- dije haciéndome la inocente

Sonrei,y pegué mi cuerpo al suyo,sin destaparle los ojos.

-Soy el hombre que te va a secuestrar hasta el resto de tus dias.

Me reí suavemente por lo que dijo.

-No se... No caigo oen quién puedes ser. ¿No me darías otra pista?- dije jugando

Reí, y le puse una cinta en los ojos, tapándoselos, y la giré hacia mí.

-Venga te voy a dar otra pista...-sonreí pícaramente-

Me acerqué a sus labios y los rocé sin llegar a besarla.

Él me seguía el juego.

Me quitó las manos de los ojos, pero volviéndomelos a tapar con una cinta.

Me dijo que me iba a dar otra pista. Noté el roce de sus labios en los mios.

-No se quien eres ni que pretendes, pero que sepas que tengo novio, y además es capitán- le dije sonriendo levemente, sintiendo el roce de sus labios, sin llegar a besarle.