Creemos nuestro propio Puente Viejo. ¡TODOS JUNTOS!

-Claro, esperame unos minutos aquí, ahora mismo bajo- le dije subiendo a la habitación de Francisca.

Quería comprobar que se encontraba bien. Por si ocurrí algo cuando no estuviéramos.Entré en la habitación, la encontré dormida y parecía algo constipada.

Bajé tranquila.

-Ya podemos irnos- le dije a Tristán

-Lo único que tiene tu madre es un resfriado de aúpa, pero se recuperará con descanso.- le dije para que no se preocupara.

-Podemos irnos ya- y le agarré de la mano.

Pepa subió a ver a mi madre, y cuando bajó y me dijo que se encontraba bien,solo que algo resfriada me quedé más tranquilo, la cogí de la mano y marchamos a la calesa, durante en camino no paramos de hacernos mimos y arrumacos, deseando ver a nuestro niño.
Cuando llegamos el cura nos recibió y nos hizo pasar al patio, dijo que aguardaramos unos instantes,que traería a Martín.

El trayecto se me hizo muy corto ya que lo pasamos disfrutando de nuestros besos y caricias. Al llegar al seminario el cura dijo que esperasemos, que llamaría a Martín.
De pronto vi un niño que se acercaba corriendo.

-¡Martin!- grité de emoción.

Martín se acercó de repente,gritando. -Padre,Pepa!! fue hacia Pepa y le dio un gran abrazo, después vino hacia mí y me abrazó también, cogiéndolo en brazos-

Vino hacia nosotros corriendo y nos dio un gran abrazo. Primero a mi y luego a su padre.

-Mi niño...- dije comiendole a besos

¿Qué tal estás?- le preguntamos al unísono

seguid por favor, esto se pone interesante..!!
no cortarse en un dia que estoy impaciente de seguir leyendo

No pude evitarlo, lo que sentía por Rosario, su mirada, su voz... seguía siendo más fuerte que todo mi odio, que toda aquella rabia que me había consumido desde que tenía uso de memoria. Mi alma, ya marchita con el peso de mi propia maldad, se sintió morir de nuevo, una y mil veces, al escuchar sus palabras, al escuchar aquel te quiero de sus labios.

Orgullosa como siempre, frágil como solo ella podía ser, se giró tratando de ocultarme sus lágrimas, pero yo no pude evitarlo y me acerqué a ella, y la tomé de la cintura haciendo que aquellos profundos ojos castaños que se habían convertido en mi mayor tesor y en mi perdición quedasen frente a mí. Le acaricié el rostro escondiendo un rebelde mechón de cabello tras su oreja, como solía hacer.

- Yo no maté a tu hijo.- no sé por qué le confesé la verdad, no sé qué impulso me dominó aquella vez o que locura me consumió, era su pena, sus lágrimas, su dolor el que me laceraba y me torturaba empujándome a liberar mi alma de aquella verdad.- Lo intenté, lo deseé, lo pretendí, pero en él te veía a ti y no pude. Me enteré de su muerte unos meses atrás y decidí regresar... solo te dije que lo había matado con la esperanza de que alimentar tu odio, alimentase el mío hacia ti... pero todo en vano, Rosario, mi amor de amores, yo...

Sus labios eran una promesa de paz y me atraían como un faro a los barcos en la mar. Me atraían, me llamaban y yo moría por besarlos, por sentirlos de nuevo, me acerqué a ella sintiéndo su respiración, su aroma, su cuerpo acercándose más y más al mío... ¿Pero que estoy haciendo? Pensé entonces. Sus labios no son mi guía, son mi perdición, no podía volver a caer. Ella no me amaba, no podía hacerlo, todo era un juego para que desistiese en mi empeño de vengarme, pero no podía caer en la misma trampa de nuevo. Me separé de ella un poco, pero no lo suficiente para dejar de sentirla, y se lo dije, tenía que decírselo.
- Si tanto me amabas- susurré con el odio ardiendo en cada palabra- ¿por qué te casaste con aquel destripaterrones? ¿Por qué me traicionaste?

Me agarro de la cintura y mirándome a los ojos me confeso que el no había matado a mi hijo.Yo note como si mi alma se liberara de un gran peso.entonces vi como sus labios se acercaban a los míos.Mi corazón latía cada vez con mas fuerza,pero de pronto se separo de mi y sentí que un frío helador me invadía. El me pregunto que si tanto lo amaba porque me había casado con otro hombre,entonces supe que habia llegado el momento de contárselo

-¿De verdad quieres saberlo?-le pregunte sintiendo como mi alma se desgarraba de nuevo al recordar aquellos momentos.

-Yo te amaba mas que a mi propia vida,estaba dispuesta a irme contigo al fin del mundo si hubiera sido menester,pero tu decidiste,al ver de nuevo a tu madre que tu venganza valía mas que nuestro amor y el mundo se me cayo encima.-Al decir aquello nuevas lagrimas brotaron de mis ojos,pero continué hablando.

-Jose me dio todo el cariño y el apoyo que necesitaba y estaba dispuesto a casarse conmigo a pesar de que yo..yo-me estaba costando demasiado revelarle aquella verdad.

-Estaba embarazada, estaba esperando un hijo tuyo,a nuestro hijo,fruto de nuestro amor-el me miro desconcertado y trato de hablar,pero yo no se lo permití,poniendo un dedo en sus labios.-Ahora vas a saber todo lo que sufrí- le dije y proseguí mi relato.

- Me di cuenta de que jamas cambiarías y yo no quería un padre así para mi hijo,por eso decidí con todo el dolor de mi alma alejarme de ti y no decirte nada. Era joven y estaba embarazada y sola,me sentía perdida,lo único que sabia era que quería tener a ese hijo,un hijo del hombre al que mas había amado en toda mi vida. Entonces Raimundo me dijo que Jose era un buen hombre y que cuidaría de mi.Por eso y aunque te amaba mas que a nada en el mundo, me case con el para proteger a nuestro hijo de los chismes y habladurías de la gente.Cuando mi pequeño nació y lo tuve en mis brazos,tan parecido a ti,el me dio las fuerzas para sobrellevar el dolor de no tenerte a mi lado.- Al terminar de hablar,lo mire y solo tuve que proporcionarle la certeza de lo que sabia que estaba pensando.

-Si mi amor,Alfonso es tu hijo.nuestro hijo-. Al decir aquello no pude mas y me derrumbe ante su atónita mirada.

Le preguntamos que que tal estaba, y el nos respondio que nos echaba de menos.

-Nosotros a tí también, pequeño Soldado -dije revolviendole el pelo-

-¿Vendreis mas a visitarme? -pregunto el niño-

-Claro que sí, mi bien.-respondí a la pregunta de mi niño

-Y dentro de muy poco, podrás venirte con nosotros y estaremos juntos siempre- le dije sonriendo mirando a Tristán que también sonreía

-¡Bieeen!-dijo Martín ilusionado

-Además,- le dije agachandome para ponerme a su altura, dentro de poco vas a tener otra personita más con quien jugar- le dije sonriendo acariciendo mi vientre y esperando a que Tristán se lo explicara.

Me agaché junto a Pepa y Martín.

-Verás cariño, vas a tener un hermanito, que podrá jugar contigo. -le dije con una sonrisa-

-Si? Pero no se morira como el de madre,verdad?

-Claro que no...-le respondí mirando a Pepa y seguidamente a el- Tenemos que marchar ya, mi bien, se esta haciendo tarde y tenemos un ratito hasta Puente Viejo, pero te prometo que pronto volveremos a por ti, y estaras con nosotros para siempre,vale?

-Vale! -dijo Martin dandome un fuerte abrazo y despues dandoselo a Pepa- Os quiero mucho -dijo antes de marchar.

Pepa y yo marchamos apenados por dejarle,subimos a la calesa y le note el gesto triste, la agarre de la mano.

-No penes mi amor, pronto volveremos a por él. -le di un dulce beso y ella me sonrio asintiendo cuando oimos un fuerte golpe y la calesa paro de repente.

Tristán le contó a Martín que pronto iba a tener un hermanito y él estaba muy ilusionado. Tuvimos que irnos temprano, ya que no nos dejaban estar mucho tiempo. Pero le prometimos que volveríamos a por él y que seríamos muy felices los cuatro.

Subimos a la calesa y empezamos el viaje. De repente oímos un disparo, seco y la calesa se paró de repente. Yo miré a Tristán asustada y le pregunté:

-¿Qué ocurre?

Oi el disparo, y miré a Pepa.

-No lo sé, pero nada bueno puede ser, voy a salir, quedate aquí, por lo que más quieras Pepa no salgas de la calesa. -le dije,bajando a comprobar que ocurría-

-Esta bien, pero ten muchísimo cuidado, y si algo ocurre avísame por favor.- le dije muy preocupada

Vi como Tristán salía de la calesa.

Bajé y vi a tres hombres, iban con la cara tapada, y armados, miré la calesa, con miedo, no por mí, si no por Pepa, que estaba dentro de ella.

-¿que quereis? -les grité-

-Que baje tu acompañante. -me dijo uno de los hombres-

-No hay nadie, voy solo. -dije tragando saliva-

-En ese momento uno de los hombres me apartó de un golpe, abrió la puerta y sacó a Pepa bruscamente- ¡No! -grité yendo hacia ella y poniéndola detrás mío- ¿que queries? ¿quereis dinero? -volvi a gritar-

Aguardé unos segundos a qué Tristán me dijera qué ocurría. Se me hacían interminables. De repente, un hombre embozado me sacó de la calesa bruscamente. Tristán me protegió poniendome detrás de él y acto seguido preguntó:

- ¿Qué quereis,dinero?

Yo estaba asustada. Ahora que parecía que ya podíamos alcanzar a ver la luz al final del tunel, ahora que parecía que finalmente podíamos llegar a ser felices, tenía que ocurrir esto. ¿Por qué a nosotros?-pensé para mis adentros.

Ellos nos miraron y dijeron.

-No queremos dinero,queremos algo mucho más valioso, a ella -dijo uno señalando a Pepa-

-¿Qué? Estaís locos, antes tendreís que pasar por encima de mi cadáver. -

-no dudes que lo haremos. -dijo uno de los hombres apuntandome con la escopeta, el del medio no hablaba, solo se acercó e intentó agarrar a Pepa, yo furioso le pegué un puñetazo haciéndolo caer al suelo, cuando de repente dispararon, yo puse mi brazo para proteger a Pepa y la bala me dió.

¿A mi? ¿Me querían a mi? Estaba anonadada tras su respuesta, ¿Pero, por qué?

Uno de los hombres, el más misterioso, el que parecía el jefe, se acercó a mí y me agarró del brazo. Tristán salió en mi defensa pegándole un puñetazo que le hizo caer al suelo. De pronto se olló un disparo. Habían apuntado hacia mi, pero yo no estaba herida. Me fijé en que Tristán se había colocado delante mío para protegerme y le habían disparado a él.

-¡Tristán!-grité

-Mi amor, ¿Estás bien? ¿Te han dado?- le pregunté bajo la penetrante mirada de los asaltadores.

Me llevé la otra mano al brazo, que comenzaba a salir sangre y me giré mirando a Pepa.

-Tranquila, tranquila...estoy bien...-le dije intentando calmarla-

-En ese momento se oyeron dos disparos, pero no nos dieron a nosotros, si no el hombre de enmedio había disparado a los otros.

Le habían dado en el brazo y comenzaba a salir sangre.

Él me tranquilizó diciendo que no era nada, pero yo sabía que no podíamos dejar que esa herida siguiera abierta por mucho tiempo o de lo contrario... se desangraría. Por suerte me pareció notar que la herida no era muy profunda.

Se oyeron otros dos disparos, miré a Tristán y él me miró a mí, pero ninguno de nosotros estaba herido.

Dos de los asaltadores estaban muertos, su compañero les había matado.

No pude contenerme y le grité:

-¡Bestia! ¿Qué quieres de nosotros?