Creemos nuestro propio Puente Viejo. ¡TODOS JUNTOS!

Tristán me preguntó si estaba despierta.

-Cuando la he dejado yo, no lo estaba. Quizá ya haya despertado. Raimundo está dentro con ella- le dije

-tal vez debería esperar a que durmiera un poco, pero mi madre me debe muchas explicaciones.

Miré a Pepa y sonreí, pasando mi mano por su dulce mejilla, aún no me creía que al fin pudieramos estar juntos.

-Sí, lo mejor será que la dejes descansar. Mas tarde podrás hablar con ella.-le dije

Él acarició suavemente mi mejilla y yo intentando jugar con él, me acerqué y le susurré al oído:
-Te quiero, soldado.

Me puso la piel de gallina, sentirla tan cerca,susurrándome al oído que me quería, sonreí, mientras la cogía de la cara.

-No más que yo a tí, partera de mi corazón. -dije mientras le daba un cálido beso.-

Esta noche tenía que ser especial, muy especial, así que pensé en prepararle una sorpresa lo más rápido que pudiera.

- Mi amor, baja al salón, y aguarda unos minutos allí ¿vale?

Me dio un cálido beso y me dijo que esperara en el salón unos minutos.

-¿Que estas tramando soldado?- dije con el ceño fruncido, pero sonriendo.

-Tu hazme caso, no tardaré mucho. - me contestó.

Así lo hice. Bajé al salón y me senté en una silla. Allí me quedé esperando que estaría tramando mi capitán.

Corrí hacia la cocina, y busqué algo de comer, encontre unas fresas, que las puse en un plato, después me dispuse a coger una botella de champán, pero la dejé, ella no podía beber alcohol, así que sin champán. Le puse nata por encima a las fresas y subí a la habitación dejándolas en la mesa, después busque por toda la casa hasta que en la entrada,encontré un ramo de flores, lo subi arriba y fui poniendo pétalos por toda la habitación, incluida la cama, puse unas cuantas velas alrededor adornandolo todo, miré todo con una sonrisa, y bajé, la vi alli sentada, esperándome,tan hermosa como siempre, fui hacia ella sin que se percatara y la cogi en brazos, besandola.

-Subamos. -sonrei y subi las escaleras con ella en brazos,cuando llegamos a la puerta la baje y le tape los ojos abriendo la puerta-

Por fin vi como bajaba, sonriendo y con cara de pillo.
Me cogio en brazos y subió por las escaleras, luego me tapó los ojos.
Yo no podía dejar de sonreir.

-¿Que tienes ahí, tunante?- dije riendo.

Salí de mi escondite donde aquel cura del demonio permanecía atrapado como lo seguiría hasta que cediese a mis exigencias. Había sido muy exigente, pero el muy necio prefería su propio dolor a ayudarme en mis planes, tampoco era para tanto. Valiente tontería, el espíritu altruista solo le serviría para sufrir y para divertirme más a su costa.

Al llegar a la Casona me encontré a mi hija, pero la antigua, no la recién encontrada, Soledad con aqiel muchacho insolente... no recuerdo su nomhre, ni me importa, el niñato de Ulloa, para que nos entendamos. No me costó mucho llevármela por la fuerza, seguro que incluso ella prefería alejarse de su presencia. No le hice nada, que nadie se alarme... puritanos cobardes, solamente la saqué de la estancia y le dejé claro que si seguía los pasos de su madre con un Ulloa, acabaría muy mal.

Tras aquella charla padre e hija, me dispuse a hacer algo qeu había dejado a medias unas horas antes. Aquel pazguato había tenido suerte de que Rosario hubiera vuelto a entrar en mi vida por la puerta de atrás derrumbando por unos momentos mi mundo, pensé mientras acariciaba la botella de cianuro. Solo por ella me había contenido vertiendo a su bebida una leve cantidad del veneno. No moriría de ella pero los desmayos, cefaleas, vómitos y dolores por el estilo estaban asegurados. Y digo que no moriría por ahora... Pensaba dejarlo vivir quizás solo enfermarlo con el cianuro, yo había trabajado en la mina, donde se utilizaba mucho esta ponzoña para extraer metales como el oro y la plata y había visto lo que podía hacer su inhalación a las personas... en algunos casos perderte a ti mismo es peor castigo qeu perder la vida.

Pero planes malignos a parte, quiero dejar algo claro, Salvador Castro nunca se rinde y ya es hora de que todos aprendan la lección, solo necesito que ese maldito cura coopere.

Sonreí, le destapé los ojos y abrí la puerta,ambos entramos y ella miro todo sonriendo, las velas,las fresas,las rosas, le susurré, dándole un beso en el cuello.

-¿Que te parece?

Por fin entramos, apartó las manos de mis ojos y pude verlo. Todo estaba decorado con velas, y pétalos de rosa, también había fresas y toda la habitación tenía un aroma muy dulce.
Me pregunto si era de mi agrado, dandome un juguetón beso en el cuello.

-Esto es... Es... Simplemente un sueño.- le dije acariciandole el rostro y dándole después un fugaz beso.

Sonreí y la besé ,pegándola a mí y me acerqué a donde estaban las fresas.

-¿te apetecen? -sonreí picaro mirandola.-

Se acercó a una gran bandeja con fresas y me preguntó si me apetecían.
Yo asentí, sonriendo.
Él cogió una fresa y me la acercó a la boca para que la mordiera, justo entonces apartó la fresa, jugando y acabe por darle un apasionado beso.

-¡Mira que eres malo!-´exclame riendo

Le ofrecí una fresa y cuando la iba a morder la besé apasionadamente, reí cuando me dijo que era malo, cogí un poco de nata con el dedo y se lo puse en la nariz.

-Pero que guapa estás! -le dije riendo-

Después cogió un poco de nata y me la puso en la nariz.¡Que guapa estás!-me dijo

-¿Cómo se puede amar tanto a alguien?- le dije sonriendo.

Sonreí ante sus palabras, ¿Cómo se puede amar tanto a alguien? cierto, jamás pense que el amor pudiera llegar a ser tan fuerte, tan verdadero, la pegue de nuevo a mí, cogiendo su cara con las dos manos y besándola apasionadamente, fui caminando hacia la cama sin dejar de besarla.

Él sonrió y empezó a besarme. Nos besábamos cada vez con más pasión, nos acariciábamos y llegamos hasta la cama.

La tumbé con cuidado, mientras seguia besandola, le iba quitando la camisa, cuando se la quite le acaricié el vientre con mimo, sonriendo, mientras susurré. -os quiero...-y seguí quitándole la ropa llenándola de caricias.-

Empezamos a quitarnos la ropa mutuamente. Le fui quitando el chaleco, los tirantes y desabrochandole la camisa. Lo mismo hizo él seguido de un "os quiero" acariciándome el vientre.

-Y nosotros a tí. -le dije, sin dejar de besarle.

Sentía que no podia ser más feliz, en ese momento, en ese instante junto a ella, junto a mi amor, nos llenamos de besos, caricias, nos llenábamos de amor el uno al otro, solo quería que se parase el tiempo allí,con Pepa.

Mi amor, mi soldado. Cuanto tiempo esperando para poder tocarle, besarle, abarzarle sin sentirme mal. Añorando poder quererle y terle.
En ese momento mi felicidad era inmesa. Dormí abrazada junto a él y con una gran sonrisa en los labios.

El rítmico canto de los pajarillos me despertó. Abrí los ojos y allí lo vi. Al amor de mi vida, que dormía placidamente. Me daba pena despertarle, se le veía tan feliz. Así que decidí empezar a vestirme, de esa forma podría dormir un rato más.

Cuando me estaba abrochando los botones de la camiseta, noté como me tapaban los ojos y me besaban en el cuello.

-¿Acaso pensabas dejarme aquí solo, partera?- salió de sus labios