Foro El secreto de Puente Viejo
Creemos nuestro propio Puente Viejo. ¡TODOS JUNTOS!
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07/03/2012 15:08
Fann3 me ha dado la idea de hacer esto, consiste en elaborar nuestra propia historia de Puente Viejo todos juntos. Cada forer@ va a ser un personaje de Puente Viejo.
Espero que os guste esta idea, me parece que lo podemos pasar muy bien.Si teneis alguna duda me lo deciis, y antes que nada si os parece bien, decidme que personaje quereis cada unos y yo los iré poniendo antes de empezar a elaborar la historia. Yo me pido Pepa si no os parece mal, si alguien quiereel personaje de Pepa yo me cojo otro y no pasa nada. Muchas gracias.



PERSONAJES PARA LA HISTORIA:
miri1309- Raimundo
Ruthlovetristan-Pepa
musicintheair13-Emilia
emshdopv-Soledad
Mariaesdpv-Tristán
Fann3-Alfonso
CristinaESDPV- Gregoria Casas
Franrai-Francisca
Triestrellasara-Mariana
Jessicavalido-Rosario
Laury93-Salvador Castro
Nhgsa- Sebastian Ulloa
Esdpvluna- D.Anselmo
¡PODEIS SEGUIR UNIENDOOS AUNQUE YA HAYAMOS EMPEZADO!
Aviso!! Por favor si os comprometeis a hacer un personaje, intentad escribir regularmente para darle continuidad a la historia y no quedar estancados. Muchas Gracias.
Y si quereis participar , informadnos con antelación, sino esto se desmadra y sería un caos. GRACIAS.
Espero que os guste esta idea, me parece que lo podemos pasar muy bien.Si teneis alguna duda me lo deciis, y antes que nada si os parece bien, decidme que personaje quereis cada unos y yo los iré poniendo antes de empezar a elaborar la historia. Yo me pido Pepa si no os parece mal, si alguien quiereel personaje de Pepa yo me cojo otro y no pasa nada. Muchas gracias.



PERSONAJES PARA LA HISTORIA:
miri1309- Raimundo
Ruthlovetristan-Pepa
musicintheair13-Emilia
emshdopv-Soledad
Mariaesdpv-Tristán
Fann3-Alfonso
CristinaESDPV- Gregoria Casas
Franrai-Francisca
Triestrellasara-Mariana
Jessicavalido-Rosario
Laury93-Salvador Castro
Nhgsa- Sebastian Ulloa
Esdpvluna- D.Anselmo
¡PODEIS SEGUIR UNIENDOOS AUNQUE YA HAYAMOS EMPEZADO!
Aviso!! Por favor si os comprometeis a hacer un personaje, intentad escribir regularmente para darle continuidad a la historia y no quedar estancados. Muchas Gracias.
Y si quereis participar , informadnos con antelación, sino esto se desmadra y sería un caos. GRACIAS.
Vídeos FormulaTV
#601

14/04/2012 23:20
Raimundo nos invitó a entrar al despacho, cuando entramos, y estuvimos sentados, nos dijo que tenía que hablar con nosotros.
-Díganos ¿qué ocurre?. -le dije, ya barruntandome el tema del que nos quería hablar.-
-Díganos ¿qué ocurre?. -le dije, ya barruntandome el tema del que nos quería hablar.-
#602

14/04/2012 23:20
Raimundo se acercó y me saludó. Me preguntó por Emilia, dudé si debía contárselo. Me cogió del brazo y me llevó al despacho, en el que nos metimos él Tristán y yo.
-Tenemos que hablar seriamente-dijo
-Usted dirá, Raimundo-dije haciendome la ingenua, pues suponía de que quería hablar.
-Tenemos que hablar seriamente-dijo
-Usted dirá, Raimundo-dije haciendome la ingenua, pues suponía de que quería hablar.
#603

14/04/2012 23:37
Escuché con detenimiento, cada una de las palabras de Raimundo, sabía que en el fondo tenía razón.
-Lo se, Raimundo. Sé que tiene razón. Lo mejor será que marche yo sola.-dije cogiendo de la mano a Tristán.
-Lo se, Raimundo. Sé que tiene razón. Lo mejor será que marche yo sola.-dije cogiendo de la mano a Tristán.
#604

14/04/2012 23:39
Le escuché atentamente, sabía que tenía parte de razón, que no seríamos felices, pero tampoco lo seríamos si nos separaramos.
-Raimundo, sabe como son los pueblerinos, el otro día se lo hicieron pasar mal, y no pienso permitir que eso vuelva a ocurrir, ese niño...-miré a Pepa- nuestro niño aquí no será bien recibido, y si ella marcha, yo también lo haré, no voy a dejarla sola, no y menos ahora. Mi madre no me preocupa, porque sé que estás tu aquí para protegerla, que no le pasara nada mientras estés a su vera.
Se estaba pasando en el tono de voz, creo que incluso estaba enfadado, pero yo seguí con mi temple.
-Me da igual ser infeliz, lo seré igualmente si ella marcha de mi lado...-en ese momento me cogió de la mano y dijo que mejor sería que se fuera sola- No, no no -repetí-
-Raimundo, sabe como son los pueblerinos, el otro día se lo hicieron pasar mal, y no pienso permitir que eso vuelva a ocurrir, ese niño...-miré a Pepa- nuestro niño aquí no será bien recibido, y si ella marcha, yo también lo haré, no voy a dejarla sola, no y menos ahora. Mi madre no me preocupa, porque sé que estás tu aquí para protegerla, que no le pasara nada mientras estés a su vera.
Se estaba pasando en el tono de voz, creo que incluso estaba enfadado, pero yo seguí con mi temple.
-Me da igual ser infeliz, lo seré igualmente si ella marcha de mi lado...-en ese momento me cogió de la mano y dijo que mejor sería que se fuera sola- No, no no -repetí-
#605

15/04/2012 00:17
Con sus palabras, negaba con la cabeza, no me parecía nada buena idea lo que estaba diciendo, cuando de repente ví que se empezaba a encontrar mal, lo agarré y lo puse en la silla.
-¡Raimundo,Raimundo hableme! -grité dandole pequeños golpes en la cara-
-¡Raimundo,Raimundo hableme! -grité dandole pequeños golpes en la cara-
#606

15/04/2012 00:22
Cada vez veía más sentido en sus palabras, tenía toda la razón del mundo.
En ese momento Raimundo se desvaneció, Tristán lo agarró y lo colocó en una silla.
-¡Raimundo! ¡Raimundo despierte!- gritabamos Tristán y yo dándole golpecitos en las mejillas.
En ese momento Raimundo se desvaneció, Tristán lo agarró y lo colocó en una silla.
-¡Raimundo! ¡Raimundo despierte!- gritabamos Tristán y yo dándole golpecitos en las mejillas.
#607

15/04/2012 00:24
Le tire un poco de agua sobre la cara y parece que al fin reaccionó.
-¡Raimundo! Nos oye? -dije, preocupado-
-¡Raimundo! Nos oye? -dije, preocupado-
#608

15/04/2012 00:28
Raimundo me besó sin previo aviso y mis mejillas se tiñeron de escarlata al saberme delante de mis dos hijos.
-Descastado.- le dije después de escuchar un “te quiero” de sus labios. Meneé la cabeza, acompañando aquello con un suave golpe en el pecho por su atrevimiento.
Los vi entrar en el despacho por petición de Raimundo, para dejarnos a Soledad y a mi hablar tranquilas. Dirigí mi mirada hacia ella, que me regalaba una amplia sonrisa tras mi momento con el Ulloa. Haciéndome sonreír a mí también al decirme que de la vida me había blindado la oportunidad de ser de nuevo feliz.
-Y parece que tú también sonríes con Sebastián ¿no es así?- apunté. Notando como se ruborizaba. Sonreí. –Me alegro de que os llevéis bien.- aquella frase terminó por desconcertarla. Pero no le di tiempo a refutar y mudé el rostro para dejar en él una expresión de seriedad. –Lo que no me da igual es que andéis tramando algo a mis espaldas.- pronuncié, viendo como su rostro se volvía como la cal. –Vamos, hija, no me tomes por tonta.- dije viendo que trataba de restarle importancia. Quedó cayada. –Vamos.- la apremié.
Comenzó a relatarme el ataque que Sebastián sufrió y su preocupación por él.
-Pero eso…- quedé cayada cuando Pepa irrumpió en la estancia. Saludando brevemente y dirigiéndose al despacho tras preguntar por Tristán.
Vi a Raimundo en el despacho y crucé una mirada cargada de preocupación. Después volví mi mirada hacia Soledad y sentí que quizás no era una buena idea seguir indagando.
-Hija, he de irme.- dije cambiando de tema. –Quiero resolver unos asuntos que no quiero demorar.- expliqué. –Si sabes algo más de Sebastián te ruego que me informes ¿de acuerdo?- ella asintió, sonriendo ante mi preocupación.
Me levanté y depositando un suave beso en su mejilla me despedí de ella.
-Descastado.- le dije después de escuchar un “te quiero” de sus labios. Meneé la cabeza, acompañando aquello con un suave golpe en el pecho por su atrevimiento.
Los vi entrar en el despacho por petición de Raimundo, para dejarnos a Soledad y a mi hablar tranquilas. Dirigí mi mirada hacia ella, que me regalaba una amplia sonrisa tras mi momento con el Ulloa. Haciéndome sonreír a mí también al decirme que de la vida me había blindado la oportunidad de ser de nuevo feliz.
-Y parece que tú también sonríes con Sebastián ¿no es así?- apunté. Notando como se ruborizaba. Sonreí. –Me alegro de que os llevéis bien.- aquella frase terminó por desconcertarla. Pero no le di tiempo a refutar y mudé el rostro para dejar en él una expresión de seriedad. –Lo que no me da igual es que andéis tramando algo a mis espaldas.- pronuncié, viendo como su rostro se volvía como la cal. –Vamos, hija, no me tomes por tonta.- dije viendo que trataba de restarle importancia. Quedó cayada. –Vamos.- la apremié.
Comenzó a relatarme el ataque que Sebastián sufrió y su preocupación por él.
-Pero eso…- quedé cayada cuando Pepa irrumpió en la estancia. Saludando brevemente y dirigiéndose al despacho tras preguntar por Tristán.
Vi a Raimundo en el despacho y crucé una mirada cargada de preocupación. Después volví mi mirada hacia Soledad y sentí que quizás no era una buena idea seguir indagando.
-Hija, he de irme.- dije cambiando de tema. –Quiero resolver unos asuntos que no quiero demorar.- expliqué. –Si sabes algo más de Sebastián te ruego que me informes ¿de acuerdo?- ella asintió, sonriendo ante mi preocupación.
Me levanté y depositando un suave beso en su mejilla me despedí de ella.
#609

15/04/2012 00:38
Raimundo marchó y me quedé solas con Pepa.
-¿qué piensas de lo que ha dicho Raimundo? -le pregunté,temiendo su respuesta.-
-¿qué piensas de lo que ha dicho Raimundo? -le pregunté,temiendo su respuesta.-
#610

15/04/2012 01:19
Raimundo me sorprendió mientras me acercaba a la Calesa. Se adelantó a mi preguntándome el motivo de mi marcha.
-Voy a… el Colmado. Como te dije el otro día tengo que ir a encargar algunas telas.- expliqué con naturalidad. –Además, quería pasarme por la parroquia para escuchar la misa.- añadí aunque la sinceridad no hizo acto de presencia en mis palabras. -¿Qué te ocurre?- le pregunté al notar la palidez de su rostro. –No tienes buena cara.- dije acariciándola.
Me dijo que solo se trataba de cansancio y me preguntó si podía compartir con él la Calesa.
-Claro que si, mi amor.- contesté depositando después un tierno beso en sus labios.
Raimundo quedó dormido y yo quedé mirándolo embelesada. No estaba bien y lo notaba.
Dejé a mis pensamientos vagar mientras nos acercábamos al pueblo. Pensando en lo que le diría a Don Anselmo y deseando que en mi conversación con él pudiese sacar buenas conclusiones.
-Vamos, cielo mio, hemos llegado.- pronuncié cuando la Calesa se detuvo. Acariciando amorosa su rostro, tratando de despertarlo.
-Voy a… el Colmado. Como te dije el otro día tengo que ir a encargar algunas telas.- expliqué con naturalidad. –Además, quería pasarme por la parroquia para escuchar la misa.- añadí aunque la sinceridad no hizo acto de presencia en mis palabras. -¿Qué te ocurre?- le pregunté al notar la palidez de su rostro. –No tienes buena cara.- dije acariciándola.
Me dijo que solo se trataba de cansancio y me preguntó si podía compartir con él la Calesa.
-Claro que si, mi amor.- contesté depositando después un tierno beso en sus labios.
Raimundo quedó dormido y yo quedé mirándolo embelesada. No estaba bien y lo notaba.
Dejé a mis pensamientos vagar mientras nos acercábamos al pueblo. Pensando en lo que le diría a Don Anselmo y deseando que en mi conversación con él pudiese sacar buenas conclusiones.
-Vamos, cielo mio, hemos llegado.- pronuncié cuando la Calesa se detuvo. Acariciando amorosa su rostro, tratando de despertarlo.
#611

15/04/2012 02:00
Pepa se despidió de mí diciéndome que tenía que ir a la Casona. Yo le dije que marchara sin miedo. Después respiré hondo y me dispuse a entrar en la habitación con Alfonso y Emilia ya que la taberna estaba desatendida.
Cuando Alfonso entró vi que Emilia me miró preocupada.
- Alfonso puedes irte si quieres a atender a la gente. Yo me quedaré con ella.
Alfonso titubeó pero Emilia le insistió que estaba bien. Finalmente Alfonso se fue no sin antes pedirme que le avisara si ocurría algo.
- Pierde cuidado Alfonso. Te avisaré.
Dio un beso a Emilia, estrechó mi hombro en señal de apoyo, echó una última mirada de preocupación a Emilia, y se fue. Yo fui a sentarme a su lado y ella, emocionada, tomó mi mentón para que la mirara. Las lágrimas se deslizaban por su rostro y yo no pude hacer más que acomodarme en su pecho con cuidado a la vez que ella me abrazaba.
- No quería que te enteraras así... - le susurré. Ella me preguntó si padre lo sabía. - No... sólo lo sabéis: Pepa, Alfonso, Soledad, Rosario y tú. No sé cómo decírselo a padre. Ahora que es feliz... -añadí emocionado. -... no es justo.
Emilia me abrazó más fuerte y yo me aparté y me enjugué las lágrimas. Emilia no necesitaba que me derrumbara. Necesitaba verme fuerte para que ella fuera fuerte por el niño.
- Pero estoy bien. Hay que mirar el lado bueno y es que sólo son... teorías. Puede que sea algo que se cure sin más problema y en eso quiero que pienses ¿vale? - dijo acariciándole el rostro con una mano a la vez que apoyaba mi frente en la suya. Ella asintió. - Todo va a salir bien... Sabes que soy fuerte... - intentaba decirle para que se tranquilizara. Ella me dijo que estaba segura de mi fortaleza. Yo le sonreí.
Después puse mi mano en su vientre y noté las patadas del bebé.
- Este pequeño esta hecho todo un guerrero. - dije sonriente antes de acariciar y besar con cariño el vientre de mi hermana con una mano alrededor de ella apoyándose en el colchón - No sabes las ganas que tengo de enseñarle a pescar. - Ella rió ante lo que acababa de decir pero la miré y su cara volvió a ser de tristeza. Yo le acaricié el rostro con la mano libre y le dije. - Confía en mí... ¿de acuerdo?... Todo va a salir bien. - le dije intentando tranquilizarla. Ella pareció respirar mejor y asintió. Después nos fundimos en un abrazo. Así estuvimos unos minutos.
Cuando Alfonso entró vi que Emilia me miró preocupada.
- Alfonso puedes irte si quieres a atender a la gente. Yo me quedaré con ella.
Alfonso titubeó pero Emilia le insistió que estaba bien. Finalmente Alfonso se fue no sin antes pedirme que le avisara si ocurría algo.
- Pierde cuidado Alfonso. Te avisaré.
Dio un beso a Emilia, estrechó mi hombro en señal de apoyo, echó una última mirada de preocupación a Emilia, y se fue. Yo fui a sentarme a su lado y ella, emocionada, tomó mi mentón para que la mirara. Las lágrimas se deslizaban por su rostro y yo no pude hacer más que acomodarme en su pecho con cuidado a la vez que ella me abrazaba.
- No quería que te enteraras así... - le susurré. Ella me preguntó si padre lo sabía. - No... sólo lo sabéis: Pepa, Alfonso, Soledad, Rosario y tú. No sé cómo decírselo a padre. Ahora que es feliz... -añadí emocionado. -... no es justo.
Emilia me abrazó más fuerte y yo me aparté y me enjugué las lágrimas. Emilia no necesitaba que me derrumbara. Necesitaba verme fuerte para que ella fuera fuerte por el niño.
- Pero estoy bien. Hay que mirar el lado bueno y es que sólo son... teorías. Puede que sea algo que se cure sin más problema y en eso quiero que pienses ¿vale? - dijo acariciándole el rostro con una mano a la vez que apoyaba mi frente en la suya. Ella asintió. - Todo va a salir bien... Sabes que soy fuerte... - intentaba decirle para que se tranquilizara. Ella me dijo que estaba segura de mi fortaleza. Yo le sonreí.
Después puse mi mano en su vientre y noté las patadas del bebé.
- Este pequeño esta hecho todo un guerrero. - dije sonriente antes de acariciar y besar con cariño el vientre de mi hermana con una mano alrededor de ella apoyándose en el colchón - No sabes las ganas que tengo de enseñarle a pescar. - Ella rió ante lo que acababa de decir pero la miré y su cara volvió a ser de tristeza. Yo le acaricié el rostro con la mano libre y le dije. - Confía en mí... ¿de acuerdo?... Todo va a salir bien. - le dije intentando tranquilizarla. Ella pareció respirar mejor y asintió. Después nos fundimos en un abrazo. Así estuvimos unos minutos.
#612

15/04/2012 11:10
Tristán le echó sobre el rostro un poco de agua y finalmente despertó. Dijo que nos pensaramos bien todo lo que nos había dicho y acto seguido, se fue.
En cuanto marchó Tristán me preguntó que opinaba:
-Este hombre tiene más razón que un Santo. Tristán, si marchamos los dos seríamos tremendamente infelices, al no poder querenos y se lo transmitiríamos a este niño. - le dije cogiendole del mentón para que me escuchara.
-Lo mejor es que retome mi idea inicial de marcharme sola de Puente Viejo. Quizás no ahora, pero cuado Emilia de a luz, como bien ha dicho Raimundo, todavía no se notará mi embarazo. A mi vuelta diré que este niño nada tiene que ver contigo- dije, esta última frase, me desgarro el alma e hizo que las lágrimas empezaran a brotar de mis ojos.
-Además, seguro que tu madre ya te habrá podido buscar una buena mujer, que te cuide y que te quiera. Estarás casado y nadie nos relacionará contigo- le dije, enjugando mis lágrimas y tocandome el vientre.
Esperé su respuesta.
En cuanto marchó Tristán me preguntó que opinaba:
-Este hombre tiene más razón que un Santo. Tristán, si marchamos los dos seríamos tremendamente infelices, al no poder querenos y se lo transmitiríamos a este niño. - le dije cogiendole del mentón para que me escuchara.
-Lo mejor es que retome mi idea inicial de marcharme sola de Puente Viejo. Quizás no ahora, pero cuado Emilia de a luz, como bien ha dicho Raimundo, todavía no se notará mi embarazo. A mi vuelta diré que este niño nada tiene que ver contigo- dije, esta última frase, me desgarro el alma e hizo que las lágrimas empezaran a brotar de mis ojos.
-Además, seguro que tu madre ya te habrá podido buscar una buena mujer, que te cuide y que te quiera. Estarás casado y nadie nos relacionará contigo- le dije, enjugando mis lágrimas y tocandome el vientre.
Esperé su respuesta.
#613

15/04/2012 11:27
Comenzó a hablar cogiéndome del menton, pero yo agachaba la mirada, no podía aceptar eso, no podía.
-¿porque tendriamos que ser infelices? Esta claro que no vamos a ser dichosos, pero no lo seremos si tu marchas....
Comenzó a hablar de nuevo, de repente dijo unas palabras "decir que este niño nada tiene que ver contigo" me desgarró el corazón oir esas palabras, me gire, dándole la espalda a Pepa y apoye mi mano en la pared, mientras mis lágrimas resbalaban por mi mejilla seguidamente. Aun mis lágrimas brotaron más de mis mejillas cuando dijo que estaría casado y que nadie nos relacionaria con ellos. Yo no me casaría con ninguna mujer que no fuera ella, jamás. Me llevé las manos a la cara, secándome las lágrimas que no paraban de caer.
-Si crees...que..-hice una pausa, las lagrimas no me dejaban apenas hablar, sentia un vacio en el pecho que me lo oprimía, que no podía explicar.- que es lo correcto...adelante...-dije apenas en un susurro,ella no se imaginaba el daño que me estaban haciendo sus palabras-
-¿porque tendriamos que ser infelices? Esta claro que no vamos a ser dichosos, pero no lo seremos si tu marchas....
Comenzó a hablar de nuevo, de repente dijo unas palabras "decir que este niño nada tiene que ver contigo" me desgarró el corazón oir esas palabras, me gire, dándole la espalda a Pepa y apoye mi mano en la pared, mientras mis lágrimas resbalaban por mi mejilla seguidamente. Aun mis lágrimas brotaron más de mis mejillas cuando dijo que estaría casado y que nadie nos relacionaria con ellos. Yo no me casaría con ninguna mujer que no fuera ella, jamás. Me llevé las manos a la cara, secándome las lágrimas que no paraban de caer.
-Si crees...que..-hice una pausa, las lagrimas no me dejaban apenas hablar, sentia un vacio en el pecho que me lo oprimía, que no podía explicar.- que es lo correcto...adelante...-dije apenas en un susurro,ella no se imaginaba el daño que me estaban haciendo sus palabras-
#614

15/04/2012 12:35
Él se levantó y me habló apoyando una mano contra la pared. Sabía cuanto le dolía esto.
Me levanté para reconfortarle, y apoyé mi mano sobre su hombro.
-Tristán, claro que seríamos infelices. Por no poder tocarnos, ni besarnos, ni querernos. Tu mismo has podido comprobar lo que ha ocurrido esta noche. No podemos dejar que vuelva a ocurrir.
-Sabes que dejarte, me mata. - le hablé
Al ver que las lágrimas también empezaban a brotar de sus ojos, le cogí del mentón para que me mirara y le dije:
-Capitán, te quiero más que a mi vida, y por eso deseo que seas feliz. A mi lado no lo serías. Es lo mejor para ambos.
Me levanté para reconfortarle, y apoyé mi mano sobre su hombro.
-Tristán, claro que seríamos infelices. Por no poder tocarnos, ni besarnos, ni querernos. Tu mismo has podido comprobar lo que ha ocurrido esta noche. No podemos dejar que vuelva a ocurrir.
-Sabes que dejarte, me mata. - le hablé
Al ver que las lágrimas también empezaban a brotar de sus ojos, le cogí del mentón para que me mirara y le dije:
-Capitán, te quiero más que a mi vida, y por eso deseo que seas feliz. A mi lado no lo serías. Es lo mejor para ambos.
#615

15/04/2012 12:44
Suspiré preocupada viéndolo alejarse. ”Estoy bien, amor. No te preocupes.” Me había dicho. Y yo lo conocía demasiado bien como para creerlo. Tenía mala cara y le fallaban las fuerzas. Un terrible mal estar recorrió mi cuerpo al pensar en la mera idea de que algo malo le podría estar sucediendo y que, como hombre terco que era, no me lo quisiese contar por miedo a preocuparme. Más.
Meneé la cabeza y, una vez que se hubo alejado, pedí al cochero que me acercase en la Calesa a la parroquia.
Enredaba nerviosa la cuerda del bolso entre mis dedos. Caminando con extremada lentitud, pues mis pensamientos no me dejaban ir más rápido. ¿Dónde se habría metido ahora Don Anselmo? En todos los años que llevaba en el pueblo ni un solo día había faltado para una de sus misas sin previo aviso. Y lo peor era que, según las feligresas que encontré en la parroquia, llevaba unos cuantos sin aparecer.
Entré en el Colmado como tenía planeado y Dolores Mirañar, para variar, se acercó a mi servicial.
-Buenas tardes, Dolores.- saludé tras su exagerado recibimiento. Sin apartar de mi rostro aquel gesto de preocupación que me acompañaba desde mi charla con Soledad y que había aumentado tras los recientes acontecimientos.
Encargué las telas, mientras ella se deshacía en preguntas.
-Ahora que lo dice,- recordé. -¿está su marido por aquí?- le pregunté. Pero la respuesta por su parte fue negativa y suspiré viendo que aquel día no podía ir a peor.
Llevé mi mano izquierda hacia el tabique de mi nariz, cerrando los ojos a su vez, en un gesto de agotamiento. Que atrajo una considerada preocupación por parte de la mujer.
-Estoy bien.- aseguré deseosa por marcharme cuanto antes.
Me dijo que las telas estarían disponibles para el día siguiente.
-Entonces le diré a Rosario que venga a por ellas mañana.- sonreí forzadamente pues seguía bastante preocupada por todo lo acontecido.
Me encaminé hacia la puerta dispuesta a irme de allí, pero mis pensamientos me obligaron a intentar conocer más sobre el paradero de Don Anselmo.
–Dolores.- me giré para llamar su atención. Ella era la cotilla oficial del pueblo y de seguro habría de saberlo. –Fui a la Iglesia dispuesta a escuchar la misa, mas Don Anselmo no se encontraba allí. Desde luego ha formado un buen revuelo entre las feligresas.- comenté como si interés no tuviese en ello.
No obtuve la respuesta deseada pues ella tampoco sabía mucho más que las demás mujeres del pueblo.
-Marcho ya, pues.- traté de despedirme.
Y esta vez fue ella la que me paró. Diciéndome que no me preocupase por las habladurías del pueblo. Fruncí el ceño.
-¿De qué habladurías me habla?- pregunté asustada por qué ya supiese lo de mi relación con Raimundo. –No me preocupo, Dolores. Quizás la que debería preocuparse es usted y todas las demás infelices por estar más pendiente de la vida de los demás que de la de sus propios maridos.- pronuncié enfadada tras haber vislumbrado en su rostro la menor señal de que algo sabía.
Pero haciéndose la ofendida trató de arreglar su metedura de pata diciendo que solo quería aconsejarme.
-No necesito ningún consejo yo hago con mi vida lo que me place y ninguna explicación voy a dar de ellos a semejante panda de cotorras.- refuté cabreada.
Dolores se disculpó y sentí mi rostro empalidecer al entender que no hablaba de mí sino de mi hijo.
-¿Tristán?- musité descolocada. ¿Qué pasaba con él? –Sea como sea, señora, déjennos en paz a mí y a mi familia.- terminé orgullosa. Saliendo después por la puerta y dando un fuerte portazo.
Me dirigí hacia la posada con otra preocupación más en la cabeza. Como si no tuviese bastante ahora también Tristán se sumaba a la lista. ¿Por qué todo el mundo me ocultaba algo aquel día? Suspiré con una mezcla extraña de preocupación y enfado.
-¡Raimundo!- exclamé sorprendida al verlo salir de la habitación de su hija. -¿Has terminado ya? ¿Podemos irnos?- le pregunté deseosa por llegar a la Casona.
Vi en su rostro la preocupación y meneé la cabeza arrepentida ante mi comportamiento.
-Lo siento.- me disculpé. -¿Va todo bien? ¿Cómo estás?- formulé cariñosa. Depositando un tierno beso en sus labios antes de escuchar su respuesta.
Meneé la cabeza y, una vez que se hubo alejado, pedí al cochero que me acercase en la Calesa a la parroquia.
Enredaba nerviosa la cuerda del bolso entre mis dedos. Caminando con extremada lentitud, pues mis pensamientos no me dejaban ir más rápido. ¿Dónde se habría metido ahora Don Anselmo? En todos los años que llevaba en el pueblo ni un solo día había faltado para una de sus misas sin previo aviso. Y lo peor era que, según las feligresas que encontré en la parroquia, llevaba unos cuantos sin aparecer.
Entré en el Colmado como tenía planeado y Dolores Mirañar, para variar, se acercó a mi servicial.
-Buenas tardes, Dolores.- saludé tras su exagerado recibimiento. Sin apartar de mi rostro aquel gesto de preocupación que me acompañaba desde mi charla con Soledad y que había aumentado tras los recientes acontecimientos.
Encargué las telas, mientras ella se deshacía en preguntas.
-Ahora que lo dice,- recordé. -¿está su marido por aquí?- le pregunté. Pero la respuesta por su parte fue negativa y suspiré viendo que aquel día no podía ir a peor.
Llevé mi mano izquierda hacia el tabique de mi nariz, cerrando los ojos a su vez, en un gesto de agotamiento. Que atrajo una considerada preocupación por parte de la mujer.
-Estoy bien.- aseguré deseosa por marcharme cuanto antes.
Me dijo que las telas estarían disponibles para el día siguiente.
-Entonces le diré a Rosario que venga a por ellas mañana.- sonreí forzadamente pues seguía bastante preocupada por todo lo acontecido.
Me encaminé hacia la puerta dispuesta a irme de allí, pero mis pensamientos me obligaron a intentar conocer más sobre el paradero de Don Anselmo.
–Dolores.- me giré para llamar su atención. Ella era la cotilla oficial del pueblo y de seguro habría de saberlo. –Fui a la Iglesia dispuesta a escuchar la misa, mas Don Anselmo no se encontraba allí. Desde luego ha formado un buen revuelo entre las feligresas.- comenté como si interés no tuviese en ello.
No obtuve la respuesta deseada pues ella tampoco sabía mucho más que las demás mujeres del pueblo.
-Marcho ya, pues.- traté de despedirme.
Y esta vez fue ella la que me paró. Diciéndome que no me preocupase por las habladurías del pueblo. Fruncí el ceño.
-¿De qué habladurías me habla?- pregunté asustada por qué ya supiese lo de mi relación con Raimundo. –No me preocupo, Dolores. Quizás la que debería preocuparse es usted y todas las demás infelices por estar más pendiente de la vida de los demás que de la de sus propios maridos.- pronuncié enfadada tras haber vislumbrado en su rostro la menor señal de que algo sabía.
Pero haciéndose la ofendida trató de arreglar su metedura de pata diciendo que solo quería aconsejarme.
-No necesito ningún consejo yo hago con mi vida lo que me place y ninguna explicación voy a dar de ellos a semejante panda de cotorras.- refuté cabreada.
Dolores se disculpó y sentí mi rostro empalidecer al entender que no hablaba de mí sino de mi hijo.
-¿Tristán?- musité descolocada. ¿Qué pasaba con él? –Sea como sea, señora, déjennos en paz a mí y a mi familia.- terminé orgullosa. Saliendo después por la puerta y dando un fuerte portazo.
Me dirigí hacia la posada con otra preocupación más en la cabeza. Como si no tuviese bastante ahora también Tristán se sumaba a la lista. ¿Por qué todo el mundo me ocultaba algo aquel día? Suspiré con una mezcla extraña de preocupación y enfado.
-¡Raimundo!- exclamé sorprendida al verlo salir de la habitación de su hija. -¿Has terminado ya? ¿Podemos irnos?- le pregunté deseosa por llegar a la Casona.
Vi en su rostro la preocupación y meneé la cabeza arrepentida ante mi comportamiento.
-Lo siento.- me disculpé. -¿Va todo bien? ¿Cómo estás?- formulé cariñosa. Depositando un tierno beso en sus labios antes de escuchar su respuesta.
#616

15/04/2012 14:44
Una especie de maldición habría de haber caído sobre mi pues aquel día se me antojaba de lo menos normal. Emilia también.
-Me alegro de que todo se haya quedado ahí, en un susto.- pronuncié con la mayor sinceridad.
Fruncí el ceño al ver como masajeaba sus sienes, al tiempo que me preguntaba por Don Anselmo y mi recado.
-Don Anselmo se ha ausentado y hoy no ha habido misa.- expliqué, mintiendo lo justo y necesario. –Y los Mirañar… para una vez que necesitaba hablar con el alcalde tampoco estaba y su mujer es de lo más exasperante. Se ha atrevido a insinuar algo sobre mi… hijo.- dije pues no sabía realmente lo que me había querido decir. -¿Sabes tú algo?- pregunté. Pero como temía él negó saber nada y me disuadió para que dejase de pensar en ello. Aunque si algo ocurría con él no tardaría en enterarme.
Noté como Raimundo me apretaba la mano y dejaba de hablar. Lo miré horrorizada al encontrarme con su gesto de dolor.
-¿Mi amor, que te ocurre?- mi corazón se había detenido al verlo así y sentí como el mundo se caía a mis pies al verlo desfallecer. –Raimundo.- pronuncié al tiempo que lo agarraba con fuerza para poder al menos llegar al consultorio. –Vamos, eso no es solo cansancio.- apunté reprochadora aunque claramente no era momento para hablar en demasía.
Llegamos al consultorio y Don Julián me ayudó a sentar a Raimundo en la camilla.
El Doctor preguntó los síntomas y empezó a examinarlo mientras, sentada en una de las sillas, intentaba volver a retomar el ritmo de mi respiración tras el susto.
-Me alegro de que todo se haya quedado ahí, en un susto.- pronuncié con la mayor sinceridad.
Fruncí el ceño al ver como masajeaba sus sienes, al tiempo que me preguntaba por Don Anselmo y mi recado.
-Don Anselmo se ha ausentado y hoy no ha habido misa.- expliqué, mintiendo lo justo y necesario. –Y los Mirañar… para una vez que necesitaba hablar con el alcalde tampoco estaba y su mujer es de lo más exasperante. Se ha atrevido a insinuar algo sobre mi… hijo.- dije pues no sabía realmente lo que me había querido decir. -¿Sabes tú algo?- pregunté. Pero como temía él negó saber nada y me disuadió para que dejase de pensar en ello. Aunque si algo ocurría con él no tardaría en enterarme.
Noté como Raimundo me apretaba la mano y dejaba de hablar. Lo miré horrorizada al encontrarme con su gesto de dolor.
-¿Mi amor, que te ocurre?- mi corazón se había detenido al verlo así y sentí como el mundo se caía a mis pies al verlo desfallecer. –Raimundo.- pronuncié al tiempo que lo agarraba con fuerza para poder al menos llegar al consultorio. –Vamos, eso no es solo cansancio.- apunté reprochadora aunque claramente no era momento para hablar en demasía.
Llegamos al consultorio y Don Julián me ayudó a sentar a Raimundo en la camilla.
El Doctor preguntó los síntomas y empezó a examinarlo mientras, sentada en una de las sillas, intentaba volver a retomar el ritmo de mi respiración tras el susto.
#617

15/04/2012 16:22
-Eres un insensato, Ulloa.- le dije alterada. –Si se trataba de cansancio no deberías de haberte movido de la Casona.- continué. Pero estaba segura que no se trataba de simple cansancio. –Como si no tuviese bastante con todo ahora encima he de estar pendiente por que al señorito no se le ocurre hablarme a las claras sobre su malestar.- bufé y él enmarcó mi rostro con sus manos. Mirándome a los ojos. –Raimundo…- pronuncié suavemente. Arrepentida por mi comportamiento. –No soporto la idea de que algo malo te ocurra, mi vida no tiene sentido sin ti.- confesé tiernamente. Asustada ante aquella idea. –Si ese mal estar tuyo empeora quiero saberlo.- le dije. –Necesito saberlo.- me corregí. –Sea la hora que sea, esté donde esté y aunque el dolor sea leve.- como respuesta a lo que decía Raimundo me dedicó un par de te quieros y me besó con tanta pasión como ternura.
Subimos a la Calesa y tras unos instante en silenció Raimundo me preguntó por Don Anselmo. Suspiré sin saber que contestarle.
-Las feligresas que allí había andaban tan desconcertadas como yo. Por lo visto lleva unos días sin dar señales de vida y…- meneé la cabeza intentando apaciguar el negro presentimiento que me acechaba. –Quizás no sea nada.- traté de convencerme.- Puede que haya ido a resolver algunos asuntos y tan centrados andábamos nosotros con la aparición de Salvador que no le dimos oportunidad de decirnos nada.- lo miré sin creerme realmente mis palabras.
Subimos a la Calesa y tras unos instante en silenció Raimundo me preguntó por Don Anselmo. Suspiré sin saber que contestarle.
-Las feligresas que allí había andaban tan desconcertadas como yo. Por lo visto lleva unos días sin dar señales de vida y…- meneé la cabeza intentando apaciguar el negro presentimiento que me acechaba. –Quizás no sea nada.- traté de convencerme.- Puede que haya ido a resolver algunos asuntos y tan centrados andábamos nosotros con la aparición de Salvador que no le dimos oportunidad de decirnos nada.- lo miré sin creerme realmente mis palabras.
#618

15/04/2012 16:30
Las palabras de aquella muchacha deslenguada me enervaron. ¿Qué podía haber cambiado? ¿Creía que no lo había intentado? En vano, todo en vano. Maldita muchacha que pensaba que el mundo podía ser como ella, que pensaba qeu la gente podía cambiar. Valiente tontería. Tuvo suerte de qeu la requirieran y no pudiera decirle lo qeu me estaba pasando por la cabeza... La rabia me inundó de nuevo como hacía días que no lo hacía. Ella se fue y yo emprendí mi camino, decidido más que nunca a seguir con mis planes. Había intentado ser bueno, incluso me estaba planteando darles una muerte rápida y placentera. Pero se iban a enterar: la furcia de mi esposa, el descastado de su sucio amante, la deslenguada de mi hija y todos aquellos necios ignorantes que no tenían ni idea de lo que era la vida, ni de lo que era el sufrimiento... pero lo sabrían y yo me iba a encargar de enseñárselo. Estaba harto, harto de todos ellos, de su felicidad, de sus vidas, de que se pensaran con más derecho que yo a tener su final feliz. No lo iba a permitir, no lo iba a permitir. A mi mente volvió el recuerdo de Rosario, saliendo casada de la iglesia y unas voces, unas mujeres qeu susurraban cerca de mí:
- Ha sido un noviazgo fugaz, parece ser que el heredero de los Ulloa la convenció para que se casara.
- Desde luego es muy buen hombre, ha tenido suerte.
Otra vez ese maldito Ulloa me dije, pero no iba a quedar así. Me vengué de mi madre, sí, la seguí de nuevo, la asalté en el camino, rodeé su cuello con mis manos y apreté hasta que sentí como la vida la abandonaba y ni siquiera pensaba en ella, pensaba en Rosario, en mis hermanos y en todo lo que la vida me había negado. Ella no me reconoció hasta qeu fue demasiado tarde.
- Abel...- fue su última palabra
Y fue su fin y el principio del fin para aquel hijo por el qeu me había abandonado. Por fin llegué a mi destino, abrí la puerta y bajé hasta las profundidades de mi guarida. Pensaba matarlo, a él y a todos, ¡a todos! iban a saber quién era yo. El odio era superior a mí, como siempre fue, como siempre ha sido. ¿Qué os pensáis? ¿Que no es así, qeu no sois así? Burdos paletos, mentecatos, el odio, sí, el odio y no el amor ni esas paparruchadas es el qeu mueve el mundo, el odio, la ambición, la envidia. Y sí yo tenía envidia, envidia de Raimundo y de su vida, y por eso se pensaba arrebatar.
Le lancé un jarró de agua fría a mi cautivo.
- Tú, cura, despierta- espeté- tengo un trabajito para ti. No querían un monstruo...pues tendrán un monstruo.
- Ha sido un noviazgo fugaz, parece ser que el heredero de los Ulloa la convenció para que se casara.
- Desde luego es muy buen hombre, ha tenido suerte.
Otra vez ese maldito Ulloa me dije, pero no iba a quedar así. Me vengué de mi madre, sí, la seguí de nuevo, la asalté en el camino, rodeé su cuello con mis manos y apreté hasta que sentí como la vida la abandonaba y ni siquiera pensaba en ella, pensaba en Rosario, en mis hermanos y en todo lo que la vida me había negado. Ella no me reconoció hasta qeu fue demasiado tarde.
- Abel...- fue su última palabra
Y fue su fin y el principio del fin para aquel hijo por el qeu me había abandonado. Por fin llegué a mi destino, abrí la puerta y bajé hasta las profundidades de mi guarida. Pensaba matarlo, a él y a todos, ¡a todos! iban a saber quién era yo. El odio era superior a mí, como siempre fue, como siempre ha sido. ¿Qué os pensáis? ¿Que no es así, qeu no sois así? Burdos paletos, mentecatos, el odio, sí, el odio y no el amor ni esas paparruchadas es el qeu mueve el mundo, el odio, la ambición, la envidia. Y sí yo tenía envidia, envidia de Raimundo y de su vida, y por eso se pensaba arrebatar.
Le lancé un jarró de agua fría a mi cautivo.
- Tú, cura, despierta- espeté- tengo un trabajito para ti. No querían un monstruo...pues tendrán un monstruo.
#619

15/04/2012 16:31
Intente coger fuerzas y me giré, mirándola.
-¡Yo no voy a ser feliz jamás! -alcé el tono un poco- ¡Y muchisimo menos si te marchas! No voy a estar con ninguna otra mujer, eso te lo juro. Estaré pensando día a día como estaras...si ya habrá dado su primera patada, como te dije el otro día verte crecer el vientre...estar ahí cuando nazca, cuando dé sus primeros pasos...por dios Pepa que vas a volver y ese niño nunca va a saber que soy su padre...-las lágrimas volvieron a resbalar por mis mejillas, pero esta vez mirándola a los ojos-
Me iba a matar que marchara, no podría soportarlo, no podría. Me torturaría día a día por no estar con ellos, por dejarla sola, y...mi hijo jamás me dirá padre.
-¡Yo no voy a ser feliz jamás! -alcé el tono un poco- ¡Y muchisimo menos si te marchas! No voy a estar con ninguna otra mujer, eso te lo juro. Estaré pensando día a día como estaras...si ya habrá dado su primera patada, como te dije el otro día verte crecer el vientre...estar ahí cuando nazca, cuando dé sus primeros pasos...por dios Pepa que vas a volver y ese niño nunca va a saber que soy su padre...-las lágrimas volvieron a resbalar por mis mejillas, pero esta vez mirándola a los ojos-
Me iba a matar que marchara, no podría soportarlo, no podría. Me torturaría día a día por no estar con ellos, por dejarla sola, y...mi hijo jamás me dirá padre.
#620

15/04/2012 18:11
Raimundo apuntó que quizás Salvador fuese el responsable de la desaparición de Don Anselmo y ciertamente todo encajaba a la perfección.
Quedé pensativa escuchándolo hablar hasta que de nuevo pareció darle otra aguda punzada en el pecho.
-¿Otra vez te duele?- pregunté preocupada. Acercándome a él para intentar ayudarlo. Para intentar apaciguar su dolor.
El malestar pareció remitir y Raimundo soltó un grito maldiciendo a aquello que le ocurría. Hablando para él, haciéndome a mí participe de sus palabras. Fruncí el ceño al escuchar de su boca que aquella misma mañana le había dado un desfallecimiento.
-¿En el despacho?- musité entre preocupada y furiosa. -¿Por qué no me has dicho nada?- le pregunté dolida.
Trató de explicarse. Mas, quizás por todo lo que aquel día llevaba a mis espaldas, levanté mi mano estrellándola en la mejilla de Raimundo. Apreté mis dientes con fuerza de pura impotencia y clavé mi mirada en la suya. Ningún atisbo de reproche encontré en sus ojos pero él si lo encontró en los míos.
-Eres un…- no me salió un calificativo lo suficientemente adecuado para él. –Así que te desmayas y no solo se te ocurre salir de la Casona sino que también me mientes. ¿Cansancio? Vamos, Raimundo, mira tus dolores.- pronuncié alterada. –Pero claro, ahora me dirás que carece de importancia, que estás bien.- continué. –Y si lo que querías era no preocuparme lo has hecho y mucho.- apunté. Haciendo que se sintiese culpable. -La última vez que hiciste lo mejor para mí me pasé los 30 años siguientes maldiciendo cada segundo de mi vida. No quiero que vuelvas a elegir por mí, Raimundo. No si vas a volver a equivocarte.- su rostro entristeció y entendí que estaba siendo demasiado cruel. –Si te ocurre algo quiero estar a tu lado.- bajé el tono. –Quiero cuidarte, amarte hasta que no me quede aliento.- suspiré y un “te amo” quedó colgado en mis labios al sentir como la Calesa paraba.
Quedé pensativa escuchándolo hablar hasta que de nuevo pareció darle otra aguda punzada en el pecho.
-¿Otra vez te duele?- pregunté preocupada. Acercándome a él para intentar ayudarlo. Para intentar apaciguar su dolor.
El malestar pareció remitir y Raimundo soltó un grito maldiciendo a aquello que le ocurría. Hablando para él, haciéndome a mí participe de sus palabras. Fruncí el ceño al escuchar de su boca que aquella misma mañana le había dado un desfallecimiento.
-¿En el despacho?- musité entre preocupada y furiosa. -¿Por qué no me has dicho nada?- le pregunté dolida.
Trató de explicarse. Mas, quizás por todo lo que aquel día llevaba a mis espaldas, levanté mi mano estrellándola en la mejilla de Raimundo. Apreté mis dientes con fuerza de pura impotencia y clavé mi mirada en la suya. Ningún atisbo de reproche encontré en sus ojos pero él si lo encontró en los míos.
-Eres un…- no me salió un calificativo lo suficientemente adecuado para él. –Así que te desmayas y no solo se te ocurre salir de la Casona sino que también me mientes. ¿Cansancio? Vamos, Raimundo, mira tus dolores.- pronuncié alterada. –Pero claro, ahora me dirás que carece de importancia, que estás bien.- continué. –Y si lo que querías era no preocuparme lo has hecho y mucho.- apunté. Haciendo que se sintiese culpable. -La última vez que hiciste lo mejor para mí me pasé los 30 años siguientes maldiciendo cada segundo de mi vida. No quiero que vuelvas a elegir por mí, Raimundo. No si vas a volver a equivocarte.- su rostro entristeció y entendí que estaba siendo demasiado cruel. –Si te ocurre algo quiero estar a tu lado.- bajé el tono. –Quiero cuidarte, amarte hasta que no me quede aliento.- suspiré y un “te amo” quedó colgado en mis labios al sentir como la Calesa paraba.