Foro El secreto de Puente Viejo
Creemos nuestro propio Puente Viejo. ¡TODOS JUNTOS!
#0

07/03/2012 15:08
Fann3 me ha dado la idea de hacer esto, consiste en elaborar nuestra propia historia de Puente Viejo todos juntos. Cada forer@ va a ser un personaje de Puente Viejo.
Espero que os guste esta idea, me parece que lo podemos pasar muy bien.Si teneis alguna duda me lo deciis, y antes que nada si os parece bien, decidme que personaje quereis cada unos y yo los iré poniendo antes de empezar a elaborar la historia. Yo me pido Pepa si no os parece mal, si alguien quiereel personaje de Pepa yo me cojo otro y no pasa nada. Muchas gracias.



PERSONAJES PARA LA HISTORIA:
miri1309- Raimundo
Ruthlovetristan-Pepa
musicintheair13-Emilia
emshdopv-Soledad
Mariaesdpv-Tristán
Fann3-Alfonso
CristinaESDPV- Gregoria Casas
Franrai-Francisca
Triestrellasara-Mariana
Jessicavalido-Rosario
Laury93-Salvador Castro
Nhgsa- Sebastian Ulloa
Esdpvluna- D.Anselmo
¡PODEIS SEGUIR UNIENDOOS AUNQUE YA HAYAMOS EMPEZADO!
Aviso!! Por favor si os comprometeis a hacer un personaje, intentad escribir regularmente para darle continuidad a la historia y no quedar estancados. Muchas Gracias.
Y si quereis participar , informadnos con antelación, sino esto se desmadra y sería un caos. GRACIAS.
Espero que os guste esta idea, me parece que lo podemos pasar muy bien.Si teneis alguna duda me lo deciis, y antes que nada si os parece bien, decidme que personaje quereis cada unos y yo los iré poniendo antes de empezar a elaborar la historia. Yo me pido Pepa si no os parece mal, si alguien quiereel personaje de Pepa yo me cojo otro y no pasa nada. Muchas gracias.



PERSONAJES PARA LA HISTORIA:
miri1309- Raimundo
Ruthlovetristan-Pepa
musicintheair13-Emilia
emshdopv-Soledad
Mariaesdpv-Tristán
Fann3-Alfonso
CristinaESDPV- Gregoria Casas
Franrai-Francisca
Triestrellasara-Mariana
Jessicavalido-Rosario
Laury93-Salvador Castro
Nhgsa- Sebastian Ulloa
Esdpvluna- D.Anselmo
¡PODEIS SEGUIR UNIENDOOS AUNQUE YA HAYAMOS EMPEZADO!
Aviso!! Por favor si os comprometeis a hacer un personaje, intentad escribir regularmente para darle continuidad a la historia y no quedar estancados. Muchas Gracias.
Y si quereis participar , informadnos con antelación, sino esto se desmadra y sería un caos. GRACIAS.
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#541

13/04/2012 14:12
-No te preocupes de verdad, no me va a ocurrir nada. Además, es algo que necesito hacer sola. - le dije intentando convencerle
#542

13/04/2012 14:16
No estaba convencido, nada convencido.
-Esta bien...pero que sea dentro de la casona...-suspire- ¿bajamos a desayunar?
-Esta bien...pero que sea dentro de la casona...-suspire- ¿bajamos a desayunar?
#543

13/04/2012 14:18
- Lo cierto esque aún queda tiempo hasta que tenga que atender a las parturientas pero... ¿Y tu madre? ¿Crees que no pondrá ninguna objeción a que desayune en la Casona?- dije no muy convencida.
#544

13/04/2012 14:25
-Pepa, ayer cenastes aqui, has dormido aqui...¿de verdad crees que se va a quejar porque desayunes? -y reí-
#545

13/04/2012 14:28
-No, tal vez, no. Parece que el amor la está ablandando.-le dije sonriendo
-Esta bien, te tomo la palabra. Vamos a vestirnos y bajamos a desayunar.- dije finalmente.
-Esta bien, te tomo la palabra. Vamos a vestirnos y bajamos a desayunar.- dije finalmente.
#546

13/04/2012 15:11
-Eso parece, y espero que ese ablandamiento le sirva para tomarse mejor lo de tu...tu embarazo -dije,mientras me giraba para cambiarme-
#547

13/04/2012 15:14
Mientras iba cambiándome de ropa, hablaba con Tristán.
-¿Mi embarazo? ¿Acaso pretendes contárselo?- pregunté frunciendo el ceño.
-¿Mi embarazo? ¿Acaso pretendes contárselo?- pregunté frunciendo el ceño.
#548

13/04/2012 15:18
Subí a mi cuarto invadido por aquella extraña sensación que me estaba desgarrando por dentro. ¿Qué me pasaba? ¿Qué era lo que sentía? No podía respirar, no podía pensar con claridad. Solo la veía a ella, cada vez que cerraba los ojos veía su piel, sentía sus besos, cada vez que tomaba una bocanada de aire, sentía su aroma. Iba a volverme loco.
Cerré con un gran estrépito la puerta de mi alcoba y me dediqué a moverme de un lado a otro, como un animal enjaulado. Había intentado negármelo a mí mismo, había intentado olvidarlo, pero la amaba ¡maldita sea! ¡La amaba! Y no conseguía borrarla de mi mente ni un solo segundo. Caí al suelo de rodillas, mis manos sobre mi cabeza en un inútil esfuerzo por concentrarme, por echarla de mis pensamientos, pero no podía, no podía… Era frustrante. Prefería, prefería mil veces el dolor de los golpes, la ira, la rabia a aquel sentimiento, aquella estúpida sensación que se empeñaba en revolver mi estómago, en traerme una y otra vez el sabor de sus labios. Maldita sea, Salvador- me dije- ¿por qué no eres un hombre y te olvidas de una vez? Es una más, una ramera más. Pero no lo era, no para mí, no porque la amaba y no conseguía dejar de hacerlo y aquel amor me consumía por dentro porque ya no sabía qué creer. ¿Me amaba? ¿Y si me amaba, por qué me abandonó?
Pasaron dos meses desde aquel amanecer que cambió nuestras vidas, aquel instante en el que nos entregamos el uno al otro. Dos meses en los que no había descansado hasta preparar todo para nuestra marcha, en borrar nuestras huellas y ya quedaba menos, en apenas unos días nos marcharíamos para siempre. No debíamos vernos en público, lo sabía, pero un día en el pueblo, no pude resistirlo y la seguí hasta que decidí que estaríamos protegidos de miradas indiscretas, rodeando su cintura con mis brazos, sintiendo el temblor de su piel.
- Estate quieto- me decía- nos van a ver
- Pues que nos vean, yo no puedo aguantar más sin tocarte.
- Pues date prisa con todas esas cosas que dices que tienes que hacer para que nos vayamos. A veces pienso que tardas tanto porque no estás seguro.
- Eso no, ni lo pienses Rosario, nunca he estado tan seguro de nada en mi vida. Tienes mala cara ¿te encuentras bien?
- Sí, sí, es solo cansancio
- Cuando seas mi esposa no habrás de volver a trabajar para nadie.
Me acerqué a ella dispuesto a besarla pero entonces un rostro que me era familiar llamó mi atención. Me aparté de Rosario concentrando mi mirada en aquella mujer que caminaba por la plaza del pueblo. Rosario debió seguir el objeto de mi interés pues me dijo
- ¿Por qué la miras?
- ¿Sabes quién es?- le dije
- Es Flora de Ulloa, la madre de Raimundo Ulloa
- ¿Madre? ¿Tiene un hijo? ¿Una familia?- dije yo sin mirarla, sintiendo como mi renaciente alma volvía a morir lentamente
- Sí, claro ¿qué pasa?
- Es mi madre
Rosario lo entendió y supo lo que aquello significaba. Ni siquiera pude mirarla a la cara, toda aquella rabia que creía olvidad volvió a mí, porque al verla de nuevo volví a ver a mis hermanos, unos niños consumiéndose por la enfermedad mientras llamaban a gritos a su madre. A una madre que los había abandonado, que los había condenado.
- Te dije que la olvidaría- le dije a Rosario- pero no puedo, no ahora que por fin la he encontrado. Pero después nos iremos, lo prometo
La miré por primera vez para encontrarme con aquellos profundos ojos negros anegados en lágrimas.
- No, no… Me dijiste que cambiarías y te creí, y perdoné todo lo que habías hecho antes, pero si la matas, no podré perdonártelo, no podré.
Tras decir aquello salió corriendo perdiéndose entre la multitud, mientras yo, parado, inmóvil, con los puños cerrados, las uñas desgarrándome la piel, contemplaba a aquella mujer que volvía a entrometerse en mi camino.
Cerré con un gran estrépito la puerta de mi alcoba y me dediqué a moverme de un lado a otro, como un animal enjaulado. Había intentado negármelo a mí mismo, había intentado olvidarlo, pero la amaba ¡maldita sea! ¡La amaba! Y no conseguía borrarla de mi mente ni un solo segundo. Caí al suelo de rodillas, mis manos sobre mi cabeza en un inútil esfuerzo por concentrarme, por echarla de mis pensamientos, pero no podía, no podía… Era frustrante. Prefería, prefería mil veces el dolor de los golpes, la ira, la rabia a aquel sentimiento, aquella estúpida sensación que se empeñaba en revolver mi estómago, en traerme una y otra vez el sabor de sus labios. Maldita sea, Salvador- me dije- ¿por qué no eres un hombre y te olvidas de una vez? Es una más, una ramera más. Pero no lo era, no para mí, no porque la amaba y no conseguía dejar de hacerlo y aquel amor me consumía por dentro porque ya no sabía qué creer. ¿Me amaba? ¿Y si me amaba, por qué me abandonó?
Pasaron dos meses desde aquel amanecer que cambió nuestras vidas, aquel instante en el que nos entregamos el uno al otro. Dos meses en los que no había descansado hasta preparar todo para nuestra marcha, en borrar nuestras huellas y ya quedaba menos, en apenas unos días nos marcharíamos para siempre. No debíamos vernos en público, lo sabía, pero un día en el pueblo, no pude resistirlo y la seguí hasta que decidí que estaríamos protegidos de miradas indiscretas, rodeando su cintura con mis brazos, sintiendo el temblor de su piel.
- Estate quieto- me decía- nos van a ver
- Pues que nos vean, yo no puedo aguantar más sin tocarte.
- Pues date prisa con todas esas cosas que dices que tienes que hacer para que nos vayamos. A veces pienso que tardas tanto porque no estás seguro.
- Eso no, ni lo pienses Rosario, nunca he estado tan seguro de nada en mi vida. Tienes mala cara ¿te encuentras bien?
- Sí, sí, es solo cansancio
- Cuando seas mi esposa no habrás de volver a trabajar para nadie.
Me acerqué a ella dispuesto a besarla pero entonces un rostro que me era familiar llamó mi atención. Me aparté de Rosario concentrando mi mirada en aquella mujer que caminaba por la plaza del pueblo. Rosario debió seguir el objeto de mi interés pues me dijo
- ¿Por qué la miras?
- ¿Sabes quién es?- le dije
- Es Flora de Ulloa, la madre de Raimundo Ulloa
- ¿Madre? ¿Tiene un hijo? ¿Una familia?- dije yo sin mirarla, sintiendo como mi renaciente alma volvía a morir lentamente
- Sí, claro ¿qué pasa?
- Es mi madre
Rosario lo entendió y supo lo que aquello significaba. Ni siquiera pude mirarla a la cara, toda aquella rabia que creía olvidad volvió a mí, porque al verla de nuevo volví a ver a mis hermanos, unos niños consumiéndose por la enfermedad mientras llamaban a gritos a su madre. A una madre que los había abandonado, que los había condenado.
- Te dije que la olvidaría- le dije a Rosario- pero no puedo, no ahora que por fin la he encontrado. Pero después nos iremos, lo prometo
La miré por primera vez para encontrarme con aquellos profundos ojos negros anegados en lágrimas.
- No, no… Me dijiste que cambiarías y te creí, y perdoné todo lo que habías hecho antes, pero si la matas, no podré perdonártelo, no podré.
Tras decir aquello salió corriendo perdiéndose entre la multitud, mientras yo, parado, inmóvil, con los puños cerrados, las uñas desgarrándome la piel, contemplaba a aquella mujer que volvía a entrometerse en mi camino.
#549

13/04/2012 15:19
-Claro...se acabaría enterando de la forma que sea...Pepa, lo sabe medio pueblo, y prefiero que seamos nosotros quienes se lo cuenten -dije acabandome de vestir-
#550

13/04/2012 15:43
-Sí, quizás lo mejor sería anticiparnos... Aunque no se cual será su reacción- dije algo alicaida
Me di fuerzas a mi misma y dije:
-Tendremos que comprobarlo
Ya había acabado de vestirme y Tristán también, le eché una última mirada de complicidad y bajamos al salón.
Me di fuerzas a mi misma y dije:
-Tendremos que comprobarlo
Ya había acabado de vestirme y Tristán también, le eché una última mirada de complicidad y bajamos al salón.
#551

13/04/2012 16:05
-Tranquila, se lo diremos juntos -le aprete la mano, sonriendole, y tras mirarnos bajamos al salon, el desayuno ya estaba servido, le ofreci asiento y me sente a su lado-
#552

13/04/2012 16:13
Nos sentamos, el desayuno estaba servido.
Cogí una pasta y la fui comiendo dándola pequeños mordisquitos.
Tristán me miraba, riéndose.
-Es que no tengo mucha hambre- dije arrugando la nariz, no pude evitar reirme.
Cogí una pasta y la fui comiendo dándola pequeños mordisquitos.
Tristán me miraba, riéndose.
-Es que no tengo mucha hambre- dije arrugando la nariz, no pude evitar reirme.
#553

13/04/2012 16:21
Nos sentamos, y Pepa comenzó a comerse una pasta, le daba mordisquitos enanos, no pude evitar reirme.
-Pues no te la comas mujer! -segui riendo y le servi zumo de naranja-
-Pues no te la comas mujer! -segui riendo y le servi zumo de naranja-
#554

13/04/2012 16:28
No pude evitar reirme.
Tristán me sirvió zumo de naranja.
-A esto si que no te digo que no, que un buen zumo de Rosario quita todos los males.-dije mientras bebía poco a poco.
Tristán me sirvió zumo de naranja.
-A esto si que no te digo que no, que un buen zumo de Rosario quita todos los males.-dije mientras bebía poco a poco.
#555

13/04/2012 16:34
-Sí, es cierto, todo lo que hace Rosario quita todos los males.
Reí de nuevo, y bebiendo un trago de mi zumo, la miré.
-Pepa...¿el bebe ya se mueve? es decir...¿notas algo?-le dije, con toda mi ignorancia, pues yo no sabia una miaja de los temas del embarazo.-
Reí de nuevo, y bebiendo un trago de mi zumo, la miré.
-Pepa...¿el bebe ya se mueve? es decir...¿notas algo?-le dije, con toda mi ignorancia, pues yo no sabia una miaja de los temas del embarazo.-
#556

13/04/2012 16:42
-No- reí ante su pregunta.
-Por lo menos hasta los 6 meses no se suele notar el movimiento del bebé. Aún así las nauseas y mareos son muy normales en un embarazo.- le dije, me encantó que preguntara y se preocupara por el bebé y por mí.
-Por lo menos hasta los 6 meses no se suele notar el movimiento del bebé. Aún así las nauseas y mareos son muy normales en un embarazo.- le dije, me encantó que preguntara y se preocupara por el bebé y por mí.
#557

13/04/2012 16:52
Cuando respondió a la pregunta riendo, me ruborice levemente riendo con ella.
- Oh...pues tengo muchas ganas de notarlo y de ver como crece día a día en tu vientre -dije con una sonrisa-
- Oh...pues tengo muchas ganas de notarlo y de ver como crece día a día en tu vientre -dije con una sonrisa-
#558

13/04/2012 16:55
-Yo también-le dije cogiendole la mano.
En ese momento vimos bajar por las escaleras a Francisca y a Raimundo.
En ese momento vimos bajar por las escaleras a Francisca y a Raimundo.
#559

13/04/2012 20:04
A pesar de mis nervios conseguí dormir unas horas aunque sentía que la impotencia y el miedo eran demasiado para mí. Me levanté a regañadientes ya que mi cuerpo seguía cansado pero tenía que hablar con el doctor para esas pruebas. En ese momento llamaron a la puerta.
- Pueden pasar.
Mariana entró con la bandeja del desayuno y una sonrisa. Mi querida Mariana. Siempre ha sido mi mejor amiga desde que éramos niños. Me preguntó cómo había pasado la noche.
- Las he tenido mejores créeme. ¿Se ha levantado ya Soledad?
Mariana me contestó que todavía no pero que podía comprobarlo si quería.
- No gracias Mariana. La esperaré. - dije sin cambiar mi rostro apesadumbrado.
Ella me preguntó sobre lo que haría esa mañana. Rosario le había relatado el ataque que había tenido y estaba preocupada. Me sugirió que mandara preparar la calesa.
- Sí será lo mejor. No es conveniente forzar la pierna. ¿Sabes dónde está...?
No necesité terminar la pregunta. Mariana me contestó enseguida que no y que prefería no saberlo.
- Te entiendo créeme. - Mariana hizo ademán de irse a la vez que, como si de un acto reflejo se tratara, le cogí la mano. - Espera. Quédate conmigo por favor. Hoy sí que necesito compañía.
Mariana me miró un tanto ruborizada pero accedió. Me contestó que daría la orden para que prepararan la calesa y que volvería.
Tras unos minutos volvió y me informó que Soledad estaba desayunando con los demás. Fue como una punzada en el corazón pero lo entendí. Estábamos pasando mucho tiempo juntos... demasiado. Especialmente ahora que tenía que haber distancia entre nosotros y que teníamos que aparentar normalidad. Nadie podía sospechar lo que barruntábamos. Además, sería mejor que no estuviera ella en mi visita a don Julián. Tampoco quería alarmarla a ella falsamente. Dicho esto, Mariana se quedó conmigo a desayunar.
Fue bastante agradable su compañía. Empezamos a relatar anécdotas de cuando éramos unos críos inocentes: como nos encantaba jugar en el barro aunque nos lleváramos regañinas en casa por traer la ropa perdida, las bromas que gastábamos a los Mirañar,... Fue muy agradable.
Después del desayuno Mariana me ayudó a vestirme y a bajar las escaleras. En el salón me encontré con Pepa a punto de salir, Francisca y Soledad que sonrieron al verme bajar sin tanta ayuda como necesitaba en mis primeros momentos.
Francisca me miró y alabó la "cabezonería de los Ulloa", le sonreí divertido.
- Para algo tenía que valer ser cabezón. - dije divertido. Ellas se rieron ante el chiste.
Mauricio entró diciendo que la calesa estaba preparada. Todos miraron a Pepa que se despedía cuando añadí.
- ¿Puedo ir contigo Pepa? Había pensado en bajar al pueblo y dar un paseo. Esta casa es muy grande pero no queda mucho espacio ante el amor.
Después de esa chanza miré a Francisca que me lanzó una mirada fulminante. Pepa y Soledad sonrieron. Finalmente Pepa accedió a que le acompañara.
- Pueden pasar.
Mariana entró con la bandeja del desayuno y una sonrisa. Mi querida Mariana. Siempre ha sido mi mejor amiga desde que éramos niños. Me preguntó cómo había pasado la noche.
- Las he tenido mejores créeme. ¿Se ha levantado ya Soledad?
Mariana me contestó que todavía no pero que podía comprobarlo si quería.
- No gracias Mariana. La esperaré. - dije sin cambiar mi rostro apesadumbrado.
Ella me preguntó sobre lo que haría esa mañana. Rosario le había relatado el ataque que había tenido y estaba preocupada. Me sugirió que mandara preparar la calesa.
- Sí será lo mejor. No es conveniente forzar la pierna. ¿Sabes dónde está...?
No necesité terminar la pregunta. Mariana me contestó enseguida que no y que prefería no saberlo.
- Te entiendo créeme. - Mariana hizo ademán de irse a la vez que, como si de un acto reflejo se tratara, le cogí la mano. - Espera. Quédate conmigo por favor. Hoy sí que necesito compañía.
Mariana me miró un tanto ruborizada pero accedió. Me contestó que daría la orden para que prepararan la calesa y que volvería.
Tras unos minutos volvió y me informó que Soledad estaba desayunando con los demás. Fue como una punzada en el corazón pero lo entendí. Estábamos pasando mucho tiempo juntos... demasiado. Especialmente ahora que tenía que haber distancia entre nosotros y que teníamos que aparentar normalidad. Nadie podía sospechar lo que barruntábamos. Además, sería mejor que no estuviera ella en mi visita a don Julián. Tampoco quería alarmarla a ella falsamente. Dicho esto, Mariana se quedó conmigo a desayunar.
Fue bastante agradable su compañía. Empezamos a relatar anécdotas de cuando éramos unos críos inocentes: como nos encantaba jugar en el barro aunque nos lleváramos regañinas en casa por traer la ropa perdida, las bromas que gastábamos a los Mirañar,... Fue muy agradable.
Después del desayuno Mariana me ayudó a vestirme y a bajar las escaleras. En el salón me encontré con Pepa a punto de salir, Francisca y Soledad que sonrieron al verme bajar sin tanta ayuda como necesitaba en mis primeros momentos.
Francisca me miró y alabó la "cabezonería de los Ulloa", le sonreí divertido.
- Para algo tenía que valer ser cabezón. - dije divertido. Ellas se rieron ante el chiste.
Mauricio entró diciendo que la calesa estaba preparada. Todos miraron a Pepa que se despedía cuando añadí.
- ¿Puedo ir contigo Pepa? Había pensado en bajar al pueblo y dar un paseo. Esta casa es muy grande pero no queda mucho espacio ante el amor.
Después de esa chanza miré a Francisca que me lanzó una mirada fulminante. Pepa y Soledad sonrieron. Finalmente Pepa accedió a que le acompañara.
#560

13/04/2012 21:00
Antes de salir pedí que me despidieran de Tristán y de mi padre que se encontraban en el jardín a lo que Francisca contestó que lo haría. En su mirada vi cierta intriga así que supuse que los presentes creían que les ocultaba algo, algo importante. Lo presentía. Aun así me esforcé en aparentar normalidad.
Con la ayuda de Pepa pude acomodarme en la calesa y marchar con ella al pueblo. Ella me miraba varias veces la pierna hasta que me preguntó si realmente estaba bien. Yo le contesté que sí tranquilizándola.
- ¿Qué tal va la relación con Tristán? - pregunté para desviar un poco el tema.
Me pareció ver cierta vergüenza en su rostro así que me preocupé.
- ¿Ha ocurrido algo?
Ella enseguida me contestó que no pero no mantuvo la mirada así que ese no debía significar un sí. No quise forzar la situación así que lo dejé estar. Al llegar a Puente Viejo vi como, al ver las gentes a Pepa, comenzaban a murmurar ¿qué habría pasado? Ella me ayudó a bajar sin prestarles la menor atención y la acompañé hasta la posada. Vi como una pueblerina se armaba con verduras con ánimo de lanzárselas a Pepa a la vez que ella me instó a que fuéramos dentro.
- Pepa ¿qué ocurre?
Ella contestó que nada y se despidió con rapidez diciendo que quería estar sola. Lo acepté no sin antes decirle que podía hablar conmigo sobre lo que fuera. Ella me lo agradeció y entró en la habitación. Al sentirme solo noté como si un viento me envolviera. Intenté tranquilizarme y me giré para ver si Emilia me había visto. Como no la veía por el ventanal sino que veía a Alfonso supuse que estaría en la cocina así que aproveché para hacerle mi visita a don Julián.
Llamé a la puerta y allí se encontraba él revisando papeles. Me invitó a que pasara y a que me sentara en la camilla así aprovecharía para volver a echarle un vistazo a la pierna. Gracias a Dios el resultado fue favorable.
Después don Julián se sentó y me dijo:
- Sebastián tengo dos noticias: una buena y una mala. ¿Cuál quieres oír primero?
- La verdad es que me estoy acostumbrando a recibir de las dos así que empiece por la que quiera.
- La buena es que he pensado en lo que me dijiste sobre... fingir tu muerte. Aunque me parece una locura lo que quieres hacer yo también deseo vengarme de los abusos de Salvador. Existe una posibilidad...- tras decir esto sacó una caja y la abrió dejando que viera su contenido. En él había dos frascos. - No sé si conocerá la historia de una de sus doncellas: Guadalupe. - me dijo con lágrimas en los ojos.
- Sí doctor. Conozco su historia y la de Efrén, su hijo. Mauricio nos lo contó.
- ¿Efrén? ¿Está vivo? - me dijo el doctor sorprendido y añadió emocionado . - ¡Gracias Dios mío!
- ¿Gracias? Me temo que no comprendo. - le dije sorprendido.
- Efrén es... mi nieto.
Tras esta revelación me quedé a cuadros. Ahora sabía que don Julián me ayudaría.
- Es una infusión de mandrágora. Con ella las pulsaciones se reducen tanto que parece que se está muerto. Yo certificaría tu muerte cuando lo necesitaras y la de quien salves de él. Después yo te resucitaría aquí y podrías escapar por el sótano del consultorio.
Con la ayuda de Pepa pude acomodarme en la calesa y marchar con ella al pueblo. Ella me miraba varias veces la pierna hasta que me preguntó si realmente estaba bien. Yo le contesté que sí tranquilizándola.
- ¿Qué tal va la relación con Tristán? - pregunté para desviar un poco el tema.
Me pareció ver cierta vergüenza en su rostro así que me preocupé.
- ¿Ha ocurrido algo?
Ella enseguida me contestó que no pero no mantuvo la mirada así que ese no debía significar un sí. No quise forzar la situación así que lo dejé estar. Al llegar a Puente Viejo vi como, al ver las gentes a Pepa, comenzaban a murmurar ¿qué habría pasado? Ella me ayudó a bajar sin prestarles la menor atención y la acompañé hasta la posada. Vi como una pueblerina se armaba con verduras con ánimo de lanzárselas a Pepa a la vez que ella me instó a que fuéramos dentro.
- Pepa ¿qué ocurre?
Ella contestó que nada y se despidió con rapidez diciendo que quería estar sola. Lo acepté no sin antes decirle que podía hablar conmigo sobre lo que fuera. Ella me lo agradeció y entró en la habitación. Al sentirme solo noté como si un viento me envolviera. Intenté tranquilizarme y me giré para ver si Emilia me había visto. Como no la veía por el ventanal sino que veía a Alfonso supuse que estaría en la cocina así que aproveché para hacerle mi visita a don Julián.
Llamé a la puerta y allí se encontraba él revisando papeles. Me invitó a que pasara y a que me sentara en la camilla así aprovecharía para volver a echarle un vistazo a la pierna. Gracias a Dios el resultado fue favorable.
Después don Julián se sentó y me dijo:
- Sebastián tengo dos noticias: una buena y una mala. ¿Cuál quieres oír primero?
- La verdad es que me estoy acostumbrando a recibir de las dos así que empiece por la que quiera.
- La buena es que he pensado en lo que me dijiste sobre... fingir tu muerte. Aunque me parece una locura lo que quieres hacer yo también deseo vengarme de los abusos de Salvador. Existe una posibilidad...- tras decir esto sacó una caja y la abrió dejando que viera su contenido. En él había dos frascos. - No sé si conocerá la historia de una de sus doncellas: Guadalupe. - me dijo con lágrimas en los ojos.
- Sí doctor. Conozco su historia y la de Efrén, su hijo. Mauricio nos lo contó.
- ¿Efrén? ¿Está vivo? - me dijo el doctor sorprendido y añadió emocionado . - ¡Gracias Dios mío!
- ¿Gracias? Me temo que no comprendo. - le dije sorprendido.
- Efrén es... mi nieto.
Tras esta revelación me quedé a cuadros. Ahora sabía que don Julián me ayudaría.
- Es una infusión de mandrágora. Con ella las pulsaciones se reducen tanto que parece que se está muerto. Yo certificaría tu muerte cuando lo necesitaras y la de quien salves de él. Después yo te resucitaría aquí y podrías escapar por el sótano del consultorio.