Foro El secreto de Puente Viejo
Creemos nuestro propio Puente Viejo. ¡TODOS JUNTOS!
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07/03/2012 15:08
Fann3 me ha dado la idea de hacer esto, consiste en elaborar nuestra propia historia de Puente Viejo todos juntos. Cada forer@ va a ser un personaje de Puente Viejo.
Espero que os guste esta idea, me parece que lo podemos pasar muy bien.Si teneis alguna duda me lo deciis, y antes que nada si os parece bien, decidme que personaje quereis cada unos y yo los iré poniendo antes de empezar a elaborar la historia. Yo me pido Pepa si no os parece mal, si alguien quiereel personaje de Pepa yo me cojo otro y no pasa nada. Muchas gracias.



PERSONAJES PARA LA HISTORIA:
miri1309- Raimundo
Ruthlovetristan-Pepa
musicintheair13-Emilia
emshdopv-Soledad
Mariaesdpv-Tristán
Fann3-Alfonso
CristinaESDPV- Gregoria Casas
Franrai-Francisca
Triestrellasara-Mariana
Jessicavalido-Rosario
Laury93-Salvador Castro
Nhgsa- Sebastian Ulloa
Esdpvluna- D.Anselmo
¡PODEIS SEGUIR UNIENDOOS AUNQUE YA HAYAMOS EMPEZADO!
Aviso!! Por favor si os comprometeis a hacer un personaje, intentad escribir regularmente para darle continuidad a la historia y no quedar estancados. Muchas Gracias.
Y si quereis participar , informadnos con antelación, sino esto se desmadra y sería un caos. GRACIAS.
Espero que os guste esta idea, me parece que lo podemos pasar muy bien.Si teneis alguna duda me lo deciis, y antes que nada si os parece bien, decidme que personaje quereis cada unos y yo los iré poniendo antes de empezar a elaborar la historia. Yo me pido Pepa si no os parece mal, si alguien quiereel personaje de Pepa yo me cojo otro y no pasa nada. Muchas gracias.



PERSONAJES PARA LA HISTORIA:
miri1309- Raimundo
Ruthlovetristan-Pepa
musicintheair13-Emilia
emshdopv-Soledad
Mariaesdpv-Tristán
Fann3-Alfonso
CristinaESDPV- Gregoria Casas
Franrai-Francisca
Triestrellasara-Mariana
Jessicavalido-Rosario
Laury93-Salvador Castro
Nhgsa- Sebastian Ulloa
Esdpvluna- D.Anselmo
¡PODEIS SEGUIR UNIENDOOS AUNQUE YA HAYAMOS EMPEZADO!
Aviso!! Por favor si os comprometeis a hacer un personaje, intentad escribir regularmente para darle continuidad a la historia y no quedar estancados. Muchas Gracias.
Y si quereis participar , informadnos con antelación, sino esto se desmadra y sería un caos. GRACIAS.
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#481

11/04/2012 19:36
Le quería tanto, cuando me miraba podía ver en sus ojos el amor. Pero tendría que aprender a vivir sabiendo que nunca podríamos amarnos, aún así estaba segura de que no volvería a amar a un hombre como a él.
Me preguntó si quería más agua.
-No, estoy bien, gracias. Estaba todo riquísimo.- le dije
Como ya habían pasado unos minutos pensé que ya podríamos subir.
-¿Subimos ya?- le pregunté algo impaciente
Me preguntó si quería más agua.
-No, estoy bien, gracias. Estaba todo riquísimo.- le dije
Como ya habían pasado unos minutos pensé que ya podríamos subir.
-¿Subimos ya?- le pregunté algo impaciente
#482

11/04/2012 19:42
-Me alegro de que te haya gustado -le sonrei y recogi su plato- Esta bien..si quieres subamos ya.
#483

11/04/2012 19:49
Subimos las escaleras. Presté mucha atención a los peldaños, lo ultimo que quería era tropezar, después del día que llevaba.
Cuando ya estabamos en el salón vimos a Francisca y a Raimundo. ¿Sería cierto que volvían a estar juntos? Doña Francisca no era la persona que más me hubiera gustado para Raimundo, pero si él era feliz, lo demás poco importaba.
-Buenas tardes-les dije
Cuando ya estabamos en el salón vimos a Francisca y a Raimundo. ¿Sería cierto que volvían a estar juntos? Doña Francisca no era la persona que más me hubiera gustado para Raimundo, pero si él era feliz, lo demás poco importaba.
-Buenas tardes-les dije
#484

11/04/2012 19:54
Subi junto a Pepa, y cuando llegamos al salon vimos a mi madre y a Raimundo.
-Buenas noches, madre, Raimundo. -y les observé aun sin creerme que estuvieran juntos-
-Buenas noches, madre, Raimundo. -y les observé aun sin creerme que estuvieran juntos-
#485

11/04/2012 23:09
Llegamos a casa y mientras yo me despojaba de la chaqueta de Raimundo, la cual me había prestado para resguardarme del frio de la noche, él soltó la cesta.
Vimos a nuestros hijos en el salón. Y tanto Raimundo como yo quedamos paralizados. Él le preguntó a los muchachos, Sebastián y Soledad, el motivo de la seriedad de sus rostros, mas quedaron cayados. Buscando quizás las palabras adecuadas.
Tristán y Pepa, entraron a escena justo en ese momento. Saludando con una expresión de extrañez en el rostro. Fui a preguntar el motivo de sus gestos, pero Raimundo se giró justo en aquel momento y rápidamente todo encajó en mi mente.
-Veréis yo…- comencé. –Nosotros… Nosotros fuimos a dar un paseo.- me excusé. Mas, sus rostros no variaron un ápice así que comprendí que no se trataba de nuestra ausencia sino de nuestra relación en sí. Miré a Raimundo para que él fuese ahora quien se pronunciase.
Vimos a nuestros hijos en el salón. Y tanto Raimundo como yo quedamos paralizados. Él le preguntó a los muchachos, Sebastián y Soledad, el motivo de la seriedad de sus rostros, mas quedaron cayados. Buscando quizás las palabras adecuadas.
Tristán y Pepa, entraron a escena justo en ese momento. Saludando con una expresión de extrañez en el rostro. Fui a preguntar el motivo de sus gestos, pero Raimundo se giró justo en aquel momento y rápidamente todo encajó en mi mente.
-Veréis yo…- comencé. –Nosotros… Nosotros fuimos a dar un paseo.- me excusé. Mas, sus rostros no variaron un ápice así que comprendí que no se trataba de nuestra ausencia sino de nuestra relación en sí. Miré a Raimundo para que él fuese ahora quien se pronunciase.
#486

11/04/2012 23:20
Aquella noche no pude dormir, no pude dejar de pensar en ella, en maldecir al mundo por haberme hecho caer en aquella amarga travesía, por haber descubierto a mi marchita alma un sentimiento tan profundo que había conseguido cambiar mi mundo y hacerme olvidar todo cuanto creí saber. Por eso, cuando apenas amanecía decidí volver aunque fuera por una última vez a aquel prado, aquel verde manto en el que nos habíamos encontrado por primera vez, solo por la necesidad de descubrir su aroma entre el perfume de la primavera. Caminaba sin rumbo, sin destino, perdido en el recuerdo de aquellos ojos que no sabía si volvería a ver, porque le había prometido que la esperaría y por cierto tenía que aquella sería una condena que cumpliría incluso contra mi voluntad, como fue, pero no sabía si ella volvería a mí o no. No sabía si la había perdido, no sabía si lograría borrar aquella congoja que era mi nueva prisión. Pero entonces la vi, y creí soñar pues tal belleza solo la había conocido en los tiernos sueños de la infancia. Pero era real, era ella, Rosario, mi Rosario, en camisón, con la trenza despeinada por el aire de la mañana. Y me miró y la miré y sin llegar a hablarnos entendí todo cuanto pudo decirme y corrí hacia ella buscando su abrazo y ella corrió hacia mí para fundirnos el uno con el otro. La tomé por la cintura haciéndola girar en el aire sin poder creer todavía que volviera a estar a mi lado. Posé mi frente sobre la suya, aspirando su aroma. Ella me acarició mientras susurraba:
- Que Dios me perdone, pero te quiero.
La miré consciente de que aquellas simples palabras eran el principio de mi fin. Tomé su rostro entre mis manos acercando mis labios a los suyos sin poder contener más la apremiante necesidad que me impulsaba a besarla, pero al destino le gusta interrumpir en lo mejor y un tremendo trueno nos hizo elevar la vista al cielo para recibir en nuestros rostros una intensa lluvia perlada.
La cogí de la mano y la conduje hacia el bosque buscando el refugio de los árboles ante la ferocidad de los cielos. Corrimos mientras nos empapábamos por completo, hasta que nuestra respiración se volvió agitaba y no pudimos más. Sin soltarla de la mano, la deslicé hacia mí para que quedara al abrigo de un imponente árbol. Quedamos el árbol, impasible, ella y yo, y mis manos rodeando su cintura, y el dibujo de su turgente pecho bajo la camisa mojada, y su respiración descompasada que hacía subir y bajar aquella figura que me estaba volviendo loco.
La miré a los ojos sin saber qué hacer o si podría contener por más tiempo aquella pasión que me dominaba, me impulsaba. Ella me miró sonriendo con la mirada, con aquellos ojos en los que creí adivinar el brillo de un amor tan eterno, tan intenso como el mío propio. Me acarició el rostro, acercándome a ella, haciendo que sintiera su cálido aliento, su respiración agitada, que observara las gotas que como perlas se deslizaban por sus labios, y no pude esperar más. Uní mis labios a los suyos queriendo saborear su cuerpo, beber de su alma, sentirla a toda ella porque la necesitaba más que al aire que respiraba, más a mis propias fuerzas, más que a mi vida.
Caímos al suelo, rodando por el barro, sintiendo como la lluvia mojaba impertérrita nuestros cuerpos mientras nos entregábamos a aquel amor que nos consumía, que nos impulsaba que nos enloquecía. Deslicé mi mano por su muslo, acariciando su piel, ella me arrancó furiosa la camisa, y sentíamos como nos hundíamos en el barro, pero aún más, como nos hundíamos en la desesperación del deseo. Ella guardaba la inocencia de la juventud y la inexperiencia, y aún así se entregó a mí como ninguna otra mujer lo ha hecho, sin miedo, sin reticencias, con amor. Se entregó a mí entera y por completo. Rosario fue realmente la única mujer que hice mía, la única que poseí, la única que amé. Y yo me entretuve en recorrer cada centímetro de su húmeda piel porque quería aprenderme el mapa de su cuerpo para perderme en él y no volver a salir jamás. Y recuerdo sus uñas clavándose en mi piel en cada nuevo enviste de placer, y el frío el barro cubriendo nuestros cuerpos, y nuestros jadeos acompasados. Pero sobre todo, lo que jamás podré olvidar, será su mirada, aquella mirada con la que me decía que se entregaba a mí, que sería por siempre mía, que me amaba. Aquella mirada en la que confié y que me traicionó, pero entonces no lo sabía.
Y la lluvia paró y los primeros rayos de sol nos encontraron abrazados, yaciendo desnudos sobre el barro. Yo acariciando su cabello, ella llorando de felicidad.
- En unos meses- le decía ilusionado- estaremos ya muy lejos de aquí, en las Américas o donde tú quieras. Tengo que arreglar algunos asuntos, conseguiré dinero y nos iremos, muy lejos. Solos tú y yo
- ¿De verdad vas a renunciar a tu venganza por mí?
- No renuncio a nada, cambio una vida de odio por otra a tu lado. Solo necesito que me prometas una cosa, solo una Rosario.
- Lo que sea- me dijo ella
- No me dejes nunca, no me traiciones. Podría soportar cualquier cosa excepto que volvieran a abandonarme, como hizo mi madre.
- Nunca lo haré- me susurró… pero mintió.
- Que Dios me perdone, pero te quiero.
La miré consciente de que aquellas simples palabras eran el principio de mi fin. Tomé su rostro entre mis manos acercando mis labios a los suyos sin poder contener más la apremiante necesidad que me impulsaba a besarla, pero al destino le gusta interrumpir en lo mejor y un tremendo trueno nos hizo elevar la vista al cielo para recibir en nuestros rostros una intensa lluvia perlada.
La cogí de la mano y la conduje hacia el bosque buscando el refugio de los árboles ante la ferocidad de los cielos. Corrimos mientras nos empapábamos por completo, hasta que nuestra respiración se volvió agitaba y no pudimos más. Sin soltarla de la mano, la deslicé hacia mí para que quedara al abrigo de un imponente árbol. Quedamos el árbol, impasible, ella y yo, y mis manos rodeando su cintura, y el dibujo de su turgente pecho bajo la camisa mojada, y su respiración descompasada que hacía subir y bajar aquella figura que me estaba volviendo loco.
La miré a los ojos sin saber qué hacer o si podría contener por más tiempo aquella pasión que me dominaba, me impulsaba. Ella me miró sonriendo con la mirada, con aquellos ojos en los que creí adivinar el brillo de un amor tan eterno, tan intenso como el mío propio. Me acarició el rostro, acercándome a ella, haciendo que sintiera su cálido aliento, su respiración agitada, que observara las gotas que como perlas se deslizaban por sus labios, y no pude esperar más. Uní mis labios a los suyos queriendo saborear su cuerpo, beber de su alma, sentirla a toda ella porque la necesitaba más que al aire que respiraba, más a mis propias fuerzas, más que a mi vida.
Caímos al suelo, rodando por el barro, sintiendo como la lluvia mojaba impertérrita nuestros cuerpos mientras nos entregábamos a aquel amor que nos consumía, que nos impulsaba que nos enloquecía. Deslicé mi mano por su muslo, acariciando su piel, ella me arrancó furiosa la camisa, y sentíamos como nos hundíamos en el barro, pero aún más, como nos hundíamos en la desesperación del deseo. Ella guardaba la inocencia de la juventud y la inexperiencia, y aún así se entregó a mí como ninguna otra mujer lo ha hecho, sin miedo, sin reticencias, con amor. Se entregó a mí entera y por completo. Rosario fue realmente la única mujer que hice mía, la única que poseí, la única que amé. Y yo me entretuve en recorrer cada centímetro de su húmeda piel porque quería aprenderme el mapa de su cuerpo para perderme en él y no volver a salir jamás. Y recuerdo sus uñas clavándose en mi piel en cada nuevo enviste de placer, y el frío el barro cubriendo nuestros cuerpos, y nuestros jadeos acompasados. Pero sobre todo, lo que jamás podré olvidar, será su mirada, aquella mirada con la que me decía que se entregaba a mí, que sería por siempre mía, que me amaba. Aquella mirada en la que confié y que me traicionó, pero entonces no lo sabía.
Y la lluvia paró y los primeros rayos de sol nos encontraron abrazados, yaciendo desnudos sobre el barro. Yo acariciando su cabello, ella llorando de felicidad.
- En unos meses- le decía ilusionado- estaremos ya muy lejos de aquí, en las Américas o donde tú quieras. Tengo que arreglar algunos asuntos, conseguiré dinero y nos iremos, muy lejos. Solos tú y yo
- ¿De verdad vas a renunciar a tu venganza por mí?
- No renuncio a nada, cambio una vida de odio por otra a tu lado. Solo necesito que me prometas una cosa, solo una Rosario.
- Lo que sea- me dijo ella
- No me dejes nunca, no me traiciones. Podría soportar cualquier cosa excepto que volvieran a abandonarme, como hizo mi madre.
- Nunca lo haré- me susurró… pero mintió.
#487

12/04/2012 01:17
Estaba siendo sin duda un día de muchas emociones. Después de la confesión de Soledad fuimos al comedor a cenar.
- ¿No te cansas de estar siempre con este descastado Ulloa? - le dije a Soledad bromeando.
Ella me contestó con una sonrisa diciéndome que no tenía nada mejor que hacer... ni contaba con mejor compañía. Juntos bajábamos las escaleras cuando llegaron mi padre y Francisca con aire feliz de su pick nick. Ellos preguntaron por el motivo de la reunión familiar y nosotros nos quedamos mudos. No sabíamos qué contestar. Tristán y Pepa también se unieron a la reunión quedando anonadados por la estampa que formaban mi padre y Francisca. Yo ya sabía el por qué pero ellos no. Sentí que el ambiente se caldeaba así que rompí la tensión diciendo:
- ¿Por qué no vamos al salón y lo hablamos mientras cenamos? Me muero de hambre.
Creí ver en el rostro de mi padre cierto alivio así que me di por satisfecho. Fuimos al salón a cenar. Mientras que mi padre y Francisca relataban la historia de su relación crecía en mí cierto temor por las palabras del doctor: podría tener la misma enfermedad que mi madre, en otras palabras, podía ser mi fin.
Después Francisca quiso preguntar si había pasado algo en su ausencia. Soledad me miró queriendo hablar sobre mi ataque pero yo le interrumpí diciendo:
- Nada digno de importancia doña Francisca.
Soledad me miró reprobadora pero yo le negué con la cabeza. Mi padre era feliz y no quería empañárselo por nada del mundo y menos aún si resultaba ser un simple soplo al corazón. Según lo que el doctor dijera mañana hablaría o no con mi padre.
- ¿No te cansas de estar siempre con este descastado Ulloa? - le dije a Soledad bromeando.
Ella me contestó con una sonrisa diciéndome que no tenía nada mejor que hacer... ni contaba con mejor compañía. Juntos bajábamos las escaleras cuando llegaron mi padre y Francisca con aire feliz de su pick nick. Ellos preguntaron por el motivo de la reunión familiar y nosotros nos quedamos mudos. No sabíamos qué contestar. Tristán y Pepa también se unieron a la reunión quedando anonadados por la estampa que formaban mi padre y Francisca. Yo ya sabía el por qué pero ellos no. Sentí que el ambiente se caldeaba así que rompí la tensión diciendo:
- ¿Por qué no vamos al salón y lo hablamos mientras cenamos? Me muero de hambre.
Creí ver en el rostro de mi padre cierto alivio así que me di por satisfecho. Fuimos al salón a cenar. Mientras que mi padre y Francisca relataban la historia de su relación crecía en mí cierto temor por las palabras del doctor: podría tener la misma enfermedad que mi madre, en otras palabras, podía ser mi fin.
Después Francisca quiso preguntar si había pasado algo en su ausencia. Soledad me miró queriendo hablar sobre mi ataque pero yo le interrumpí diciendo:
- Nada digno de importancia doña Francisca.
Soledad me miró reprobadora pero yo le negué con la cabeza. Mi padre era feliz y no quería empañárselo por nada del mundo y menos aún si resultaba ser un simple soplo al corazón. Según lo que el doctor dijera mañana hablaría o no con mi padre.
#488

12/04/2012 09:27
Siento interrumpir: ¡Pero nos está quedando muy bien! ¡Enhorabuena a todas!
#489

12/04/2012 13:26
Serví la cena,contenta de ver a todos felices y reunidos,intentando olvidar mi propio sufrimiento.Sebastian y Soledad me miraban agradeciéndome haberles puesto sobre la pista del pasado de salvador. La señora miraba a Raimundo embelesada y el tambien le dedicaba miradas llenas de amor,yo me alegraba por ellos.
-Espero que la cena sea de su agrado-dije intentando sonreír.
Todos me dieron su aprobación diciendo que estaba exquisito,tras terminar de servir la cena me diriji a la cocina
-Espero que la cena sea de su agrado-dije intentando sonreír.
Todos me dieron su aprobación diciendo que estaba exquisito,tras terminar de servir la cena me diriji a la cocina
#490

12/04/2012 13:30
Sebastián y Soledad aparecieron y el chico propuso que cenaramos. La idea gustó, lo cierto es que yo no tenía mucha hambre, pero no quería hacer el feo, ya que me habían invitado.
Tristán y yo pasamos al comedor y nos sentamos con los demás. Rosario sirvió la cena. Lo cierto es que la situación era algo incómoda, no sabía de que hablar, todo el mundo permanecía en silencio, excepto por algún comentario de Sebastián, asi que intenté romper el hielo diciendo:
-Raimundo, no sabe usted lo preocupada que estaba. Esta mañana fui a verle a la posada y al no encontrarle me extrañé.
Tristán y yo pasamos al comedor y nos sentamos con los demás. Rosario sirvió la cena. Lo cierto es que la situación era algo incómoda, no sabía de que hablar, todo el mundo permanecía en silencio, excepto por algún comentario de Sebastián, asi que intenté romper el hielo diciendo:
-Raimundo, no sabe usted lo preocupada que estaba. Esta mañana fui a verle a la posada y al no encontrarle me extrañé.
#491

12/04/2012 14:15
No, no habían hecho nada, malo, pero la sorpresa la tenia igualmente. Mientras ibamos hacia el comedor, Raimundo se acerco a mi, y me dijo que queria hablar conmigo, mañana a la hora del desayuno, le asenti, y me sente en la mesa, al lado de Pepa, sabía que no tenía hambre, pues apenas acababa de cenar, yo tampoco tenia mucha, pero por no hacer el feo, accedimos.
Mientras estaba Raimundo dando las explicaciones, sonrei aunque seguia sorprendido,pero me alegraba por ellos dos, saltaba a la vista lo mucho que se querian, y ellos tenian la suerte de que podian estar juntos.
Le asenti a Raimundo sonriendo cuando me dijo que ya hablariamos, tome un trago de mi vino, y mire a Sebastian cuando hablo por mi hermana.
Mientras estaba Raimundo dando las explicaciones, sonrei aunque seguia sorprendido,pero me alegraba por ellos dos, saltaba a la vista lo mucho que se querian, y ellos tenian la suerte de que podian estar juntos.
Le asenti a Raimundo sonriendo cuando me dijo que ya hablariamos, tome un trago de mi vino, y mire a Sebastian cuando hablo por mi hermana.
#492

12/04/2012 18:21
Sentí la mirada de Tristán extrañado por la interrupción a Soledad y me esforcé por aparentar normalidad. Sabía que en cualquier momento alguien hablaría sobre la visita de don Julián pero tenía una excusa preparada.
La cena transcurrió sin más problemas. Soledad me miraba inquieta en algunos momentos pero yo intentaba contestarle con la mirada emplazándola a después de la cena. Mi padre hablaba como si se hubiera quitado un peso de encima habiendo introducido la historia de su juventud. Se le notaba realmente dichoso y yo me alegraba por él y por ella.
Después de la cena Tristán dio orden al servicio de que prepararan la calesa para Pepa ya que estaba bien entrada la noche mientras que yo sentía cierta curiosidad por saber dónde se encontraba Salvador. Francisca aprovechó la orden de Tristán para incluir que Mauricio se presentara en la Casona mañana a primera hora para darle el parte del día. Mi padre y yo la miramos sonriente "genio y figura" - dijo mi padre a lo que contestó Francisca con una de sus miradas fulminantes. Seguidamente Mariana entró para recoger los platos y dijo que no sabían dónde se encontraba Mauricio. Yo sentí cierto temor al ver la cara de Francisca ya que era capaz de llamarle a estas horas y yo tenía ciertas sospechas de dónde se encontraba. Pero finalmente lo dejó estar.
Tras ello Mariana informó a mi padre de que don Julián dejó dicho que quería verle mañana para revisarle la herida ya que no había podido hacerlo hoy. Mi padre preguntó sorprendido si don Julián había estado aquí a lo que Mariana contestó afirmativamente añadiendo que había revisado mi pierna. Al ver que todas las miradas volvían a mí contesté:
- Sólo fue una revisión sin importancia. Mi pierna evoluciona favorablemente gracias a Dios. Sólo necesito reposo y cambiar los vendajes.
Mi padre me miró reprobador pero finalmente lo dejó estar. Francisca dio orden para que me ayudaran a subir a la habitación seguido de Soledad que dijo que quería descansar lo que Francisca le impidió. Supuse que querría hablar sobre lo recién descubierto así que no le di importancia.
La cena transcurrió sin más problemas. Soledad me miraba inquieta en algunos momentos pero yo intentaba contestarle con la mirada emplazándola a después de la cena. Mi padre hablaba como si se hubiera quitado un peso de encima habiendo introducido la historia de su juventud. Se le notaba realmente dichoso y yo me alegraba por él y por ella.
Después de la cena Tristán dio orden al servicio de que prepararan la calesa para Pepa ya que estaba bien entrada la noche mientras que yo sentía cierta curiosidad por saber dónde se encontraba Salvador. Francisca aprovechó la orden de Tristán para incluir que Mauricio se presentara en la Casona mañana a primera hora para darle el parte del día. Mi padre y yo la miramos sonriente "genio y figura" - dijo mi padre a lo que contestó Francisca con una de sus miradas fulminantes. Seguidamente Mariana entró para recoger los platos y dijo que no sabían dónde se encontraba Mauricio. Yo sentí cierto temor al ver la cara de Francisca ya que era capaz de llamarle a estas horas y yo tenía ciertas sospechas de dónde se encontraba. Pero finalmente lo dejó estar.
Tras ello Mariana informó a mi padre de que don Julián dejó dicho que quería verle mañana para revisarle la herida ya que no había podido hacerlo hoy. Mi padre preguntó sorprendido si don Julián había estado aquí a lo que Mariana contestó afirmativamente añadiendo que había revisado mi pierna. Al ver que todas las miradas volvían a mí contesté:
- Sólo fue una revisión sin importancia. Mi pierna evoluciona favorablemente gracias a Dios. Sólo necesito reposo y cambiar los vendajes.
Mi padre me miró reprobador pero finalmente lo dejó estar. Francisca dio orden para que me ayudaran a subir a la habitación seguido de Soledad que dijo que quería descansar lo que Francisca le impidió. Supuse que querría hablar sobre lo recién descubierto así que no le di importancia.
#493

12/04/2012 18:51
Rosario entró detrás de mí para ayudarme a acomodarme y a cambiarme los vendajes. Mientras lo hacía noté su mirada preocupada recriminándome el no haberles contado lo de mi ataque.
- Rosario has visto a mi padre. Sabes todo lo que han pasado por no estar juntos. No quiero asustarles por algo que puede que no sea nada. Mañana hablaré con don Julián y si es grave yo mismo se lo contaré. No quiero empañarles este momento.
Rosario contestó diciéndome que en verdad nunca había visto a la señora tan feliz. No pude evitar, tras nombrar a Francisca, preguntar sobre el paradero de Salvador y me asombró ver una sombra de tristeza en los ojos de Rosario.
- Rosario ¿ocurre algo? ¿ha tenido algún problema con él? - le pregunté ansioso mientras notaba que la rabia comenzaba a fluir fuertemente por mis venas. Me quedé anonadado cuando ella me dijo que Salvador nunca le haría daño con cierto aire especial... ¿sería posible?
Enseguida cambió esa mirada a preocupación al recordar lo que le había dicho pero lo aceptó no sin antes hacerme prometer que hablaría con mi padre si al final era algo grave. Se lo prometí con una sonrisa. Me cambió los vendajes y me ayudó a cambiarme de ropa. Después me dijo que si necesitaba algo más y le contesté que no.
Cuando me quedé solo me puse a darle vueltas a todo lo descubierto durante el día: la muerte de Juan y mi posible enfermedad. Recordé que mi padre me había hablado alguna vez de la enfermedad que tuvo mi padre diciéndome que la persona se va apagando lentamente. Me llevé una mano al pecho asustado. Ahora que había descubierto el amor de verdad, ahora que mi padre era feliz las cosas no podían acabar así. Me concentré en la posibilidad que había de que fuera algo pasajero y en la investigación sobre Salvador. Un Ulloa nunca se rinde.
El problema era que no sabía cómo ir a Valencia estando en este estado pero tenía que hacerlo. Quién sabe los pensamientos que tenía Salvador en la cabeza contra mi padre y contra los Montenegro... contra Soledad. El tiempo estaba en mi contra.
La impotencia aumentó una vez que todos estuvieron dormidos. Quedé en vela durante bastante tiempo, el suficiente para ver cómo Mauricio entraba sigilosamente en mi cuarto. Su aspecto era de cansado pero a la vez ansioso por hablar.
- Mauricio ¿qué ocurre?
Él contestó que venía a informarme sobre lo que había en la tumba de Salvador. Desgraciadamente sólo encontró el cadáver de un corzo. ¡Maldita sea! Me dejé caer en la cama derrotado.
- Bueno, no todo iba a ser tan sencillo. - dije casi susurrando. - Gracias Mauricio.
Sin más dilación el asintió y después se fue.
- Rosario has visto a mi padre. Sabes todo lo que han pasado por no estar juntos. No quiero asustarles por algo que puede que no sea nada. Mañana hablaré con don Julián y si es grave yo mismo se lo contaré. No quiero empañarles este momento.
Rosario contestó diciéndome que en verdad nunca había visto a la señora tan feliz. No pude evitar, tras nombrar a Francisca, preguntar sobre el paradero de Salvador y me asombró ver una sombra de tristeza en los ojos de Rosario.
- Rosario ¿ocurre algo? ¿ha tenido algún problema con él? - le pregunté ansioso mientras notaba que la rabia comenzaba a fluir fuertemente por mis venas. Me quedé anonadado cuando ella me dijo que Salvador nunca le haría daño con cierto aire especial... ¿sería posible?
Enseguida cambió esa mirada a preocupación al recordar lo que le había dicho pero lo aceptó no sin antes hacerme prometer que hablaría con mi padre si al final era algo grave. Se lo prometí con una sonrisa. Me cambió los vendajes y me ayudó a cambiarme de ropa. Después me dijo que si necesitaba algo más y le contesté que no.
Cuando me quedé solo me puse a darle vueltas a todo lo descubierto durante el día: la muerte de Juan y mi posible enfermedad. Recordé que mi padre me había hablado alguna vez de la enfermedad que tuvo mi padre diciéndome que la persona se va apagando lentamente. Me llevé una mano al pecho asustado. Ahora que había descubierto el amor de verdad, ahora que mi padre era feliz las cosas no podían acabar así. Me concentré en la posibilidad que había de que fuera algo pasajero y en la investigación sobre Salvador. Un Ulloa nunca se rinde.
El problema era que no sabía cómo ir a Valencia estando en este estado pero tenía que hacerlo. Quién sabe los pensamientos que tenía Salvador en la cabeza contra mi padre y contra los Montenegro... contra Soledad. El tiempo estaba en mi contra.
La impotencia aumentó una vez que todos estuvieron dormidos. Quedé en vela durante bastante tiempo, el suficiente para ver cómo Mauricio entraba sigilosamente en mi cuarto. Su aspecto era de cansado pero a la vez ansioso por hablar.
- Mauricio ¿qué ocurre?
Él contestó que venía a informarme sobre lo que había en la tumba de Salvador. Desgraciadamente sólo encontró el cadáver de un corzo. ¡Maldita sea! Me dejé caer en la cama derrotado.
- Bueno, no todo iba a ser tan sencillo. - dije casi susurrando. - Gracias Mauricio.
Sin más dilación el asintió y después se fue.
#494

12/04/2012 19:02
Raimundo me contestó con unas palabras que me hicieron pensar en el gran amor que Francisca y él se profesaban.
Me senté a cenar al lado de Tristán, la velada fue tranquila. Me extrañó notablemente la escasez de comentarios ofensivos de Francisca hacia mi persona. Pues va a ser cierto eso de que el amor cambia a las personas-pensé en aquel momento.
Al terminar de cenar Tristán mandó preparar una calesa para mi vuelta al pueblo. Me acompañó hasta ella, y cuando iba a montarme me dijo:
-Espera. En la posada no hay nadie. Será mejor que te quedes a dormir aquí.
-¿En la Casona? No. Bastantes invitados teneis ya. Raimundo, Sebastián... Lo último que quiero es molestar.- le dije
Pero él me echo una mirada de esas que solo son suyas, y que acabó convenciendome.
Me senté a cenar al lado de Tristán, la velada fue tranquila. Me extrañó notablemente la escasez de comentarios ofensivos de Francisca hacia mi persona. Pues va a ser cierto eso de que el amor cambia a las personas-pensé en aquel momento.
Al terminar de cenar Tristán mandó preparar una calesa para mi vuelta al pueblo. Me acompañó hasta ella, y cuando iba a montarme me dijo:
-Espera. En la posada no hay nadie. Será mejor que te quedes a dormir aquí.
-¿En la Casona? No. Bastantes invitados teneis ya. Raimundo, Sebastián... Lo último que quiero es molestar.- le dije
Pero él me echo una mirada de esas que solo son suyas, y que acabó convenciendome.
#495

12/04/2012 19:21
Tras recoger todo lo de la cena, subí al salón para ayudar a sebastian a llegar su cuarto,una vez alli le cambie los vendajes y le ayude a cambiarse de ropa.Pero no puede evitar recriminarle que no hubiera contado lo de su ataque.
-Debiste contar lo que te sucedió esta tarde Sebastian,puede ser grave-.
El muchacho me dijo que no quería empañar la felicidad que su padre sentía en ese momento al lado de la señora,que esperaría a hablar con el doctor.
-Yo tampoco recuerdo haber visto nunca a la señora tan feliz-.
Al nombrar a la señora,Sebastian me pregunto si no sabia nada del paradero de Salvador,en ese momento recordé cuando le cure la herida de la mano.El muchacho al ver mi semblante me pregunto si me había hecho algo malo.
-El nunca me haría daño-dije recordando un tiempo demasiado lejano y que nunca volvería.
Sebastian me miro asombrado,yo disimule preguntándole si precisaba algo mas,el muchacho me contesto que no con una sonrisa.yo me despedí devolviendole la sonrisa y deseándole buena noche. Después me diriji a la cocina a apagar la lumbre dispuesta a dar mi jornada por terminada.
-Debiste contar lo que te sucedió esta tarde Sebastian,puede ser grave-.
El muchacho me dijo que no quería empañar la felicidad que su padre sentía en ese momento al lado de la señora,que esperaría a hablar con el doctor.
-Yo tampoco recuerdo haber visto nunca a la señora tan feliz-.
Al nombrar a la señora,Sebastian me pregunto si no sabia nada del paradero de Salvador,en ese momento recordé cuando le cure la herida de la mano.El muchacho al ver mi semblante me pregunto si me había hecho algo malo.
-El nunca me haría daño-dije recordando un tiempo demasiado lejano y que nunca volvería.
Sebastian me miro asombrado,yo disimule preguntándole si precisaba algo mas,el muchacho me contesto que no con una sonrisa.yo me despedí devolviendole la sonrisa y deseándole buena noche. Después me diriji a la cocina a apagar la lumbre dispuesta a dar mi jornada por terminada.
#496

12/04/2012 21:06
Fuimos hacia la calesa, pero pense que era demasiado de noche, y ademas que estaria sola en la casa de comidas, asi que le dije que se quedara, me dijo que habian demasiados invitados, y le eche una mirada de las mias, despues me sonrio, y subimos hacia mi cuarto.
-Ehm...ahora que lo pienso...solo queda mi cama libre...-y la mire,esperando su reaccion.-
-Ehm...ahora que lo pienso...solo queda mi cama libre...-y la mire,esperando su reaccion.-
#497

12/04/2012 21:19
Subí con él al segundo piso cuando de pronto me dijo:
-Solo queda mi cama libre.
Le miré levantando las cejas, sorprendida.
-Tristán no te entiendo. ¿Me invitas a quedarme a dormir sabiendo que no hay camas? ¿Acaso pretendes que duerma contigo, soldado?
-Solo queda mi cama libre.
Le miré levantando las cejas, sorprendida.
-Tristán no te entiendo. ¿Me invitas a quedarme a dormir sabiendo que no hay camas? ¿Acaso pretendes que duerma contigo, soldado?
#498

12/04/2012 22:00
-Cuando estabamos abajo no lo pense, te lo juro...
Me dijo que si pretendia dormir con ella, la verdad, me moria de ganas, pero no, se que no me podria controlar.
-No no, duerme tu en la cama, que yo me quedo en el sillon mismo, no te preocupes -y comence a quitarme la chaqueta, y el chaleco.-
Me dijo que si pretendia dormir con ella, la verdad, me moria de ganas, pero no, se que no me podria controlar.
-No no, duerme tu en la cama, que yo me quedo en el sillon mismo, no te preocupes -y comence a quitarme la chaqueta, y el chaleco.-
#499

12/04/2012 22:08
-Esta bien- le dije
Noté que se iba a empezar a quitar la ropa y me giré, no era propio de nuestra condición de hermanos mirarle, el notó mi gesto.
Noté que se iba a empezar a quitar la ropa y me giré, no era propio de nuestra condición de hermanos mirarle, el notó mi gesto.
#500

12/04/2012 22:16
Cogi mi pijama, y busque en el armario, saque un camison de tirantes de mi hermana y se lo ofreci.
-Ten, es de Soledad, me parece que te vendrá bien.
Ella lo cogio y tras decirme que no mirara comenzo a desabrocharse el chaleco,yo me quite la camiseta.
-Ten, es de Soledad, me parece que te vendrá bien.
Ella lo cogio y tras decirme que no mirara comenzo a desabrocharse el chaleco,yo me quite la camiseta.