La importancia de llamarse y SER, ese ser tan grande, NOIRET

La primera vez fue una margarita.
Julia está apoyada contra el surdidor de gasolina, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Varios mechones de pelo juguetean sobre su frente, fruto de un recogido improvisado y falto de estilo. Suspira. Está cansada.
El sillín de la moto le resulta demasiado incómodo, el aire que roza su piel irritántemente salino y la idealización de aventuras y libertad mal interpretada y lejana. Mira el aslfalto borroso que se extiende ante sus pies, duro, gris. Una carretera secundaria, sucia e impersonal, via de destinos y confusión de si misma. Aquello es una locura. Lo sabe.
Lo intuyó cuando Iván le propuso que se marchasen de vacaciones juntos. Tuvo la certeza de su descuido cuando le rogó que se fugase con él. Y a cada kilómetro recorrido, a cada pisada desdibujada, mientras sujeta firmemente su espalda y comprueba, embelesada, el paisaje turbio que les flaquea, la palabra error retumba en su mente.
Tienen 16 años, más sueños que certezas y más faltas que seguridades. Como pertenecia la nada y como rumbo todo.
Y entonces, duda.
Se permite hacerlo. Ladea la cabeza, se muerde el labio y parpadea varias veces. Los rayos de sol recorren acusadores la piel de su cara y varias gotas de sudor resbalan por su frente.
La idea de marcharse le tienta vergonzosamente. Quiere y no quiere. Se debate entre la incertidumbre y la tranquilidad, la inquietud y el sosiego. Un baño relajante, una cama confortable, bienestar y lujos. O aquella autopista, ceñida de tierra seca, árida e irregular; envuelta en montañas rojizas, cielos rasos y cualquier abandono de vida. Estar con Iván o estar sin él.
Y se decide.
Sonríe, agita la cabeza en un intento de deshacerse de aquellos pensamientos, ahora ilogicos, convulsos, y sacude el polvo de sus pantalones vaqueros.
Porque cualquier cosa que suponga su falta, le resulta sencillamente inapatente.
Iván se acerca a ella, con pasos firmes, altaneros. Introduce las manos en los bolsillos y la mira con ojos expectantes.

- ¿En que piensas?
Julia hace un ademán con la mano.
- En nada. ¿Por qué?.
- Estás demasiado seria.
- Solo estoy cansanda.
Iván rodea su cintura con una mano y con la otra le aparta un mechón de la cara. La besa en los labios. De forma rápida, cotidiana. Ambos sonrien
- Hora de irse.
Julia coge el casco que le tiende y se lo coloca en la cabeza. Iván sube a la moto y ella vuelve a sujetar su espalda removiéndose impaciente contra el asiento de cuero. Él no le confiesa el cosquilleo que provocan contra su pecho sus roces, sutiles y descuidados, la mueca de satisfacción, parecida a una sonrisa, que recorre su boca y parte del camino.
Ella no pronuncia palabra alguna acerca del temblor, todavía sorpresivo, que traspasa su piel, se funde con sus venas y se mezcla con su sangre. Un estremecimiento repentino, inperceptible, raquítico, que a Julia le resulta eterno y escandalosamente provocador.
Iván se tambalea sobre la moto, rebota sobre el chasis y coloca sus manos sobre el manillar. Se dispone a arrancar, cuando una mota circular y puntiguada, indecorosamente amarilla, centra su atención. Una magarita. Ligeramente doblada y con los pétalos partidos. Iván la coge y está a punto de tirarla cuando lo siente, el cosquilleo. Mira la flor, indeciso, y se encoge de hombros.
- Julia- la llama, con tono burlón.
Ella levanta la vista, distraida.
- ¿Sí?.
-Toma. Un regalito



La segunda fue una azucena

Julia se pasea nerviosa por la habitación. El dobladillo del vestido se arrastra peligrosamente por el suelo y el lazo de color granate que abarca su cintura vuela tras sus pasos.
Se mira en el espejo. Primero de frente, luego de lado, despúes de espaldas. Revisa, adusta, cada centímetro de tela tostada, cada costura de lino.
El bordado de cristales que surca su escote parpadea ante la luz del tocador y las ondas naturales bailan cuando se pone de puntillas y trata de simular la altura de sus tacones.
Tiene ganas de gritar. Un burdo intento de canalizar la rabia, la impotencia y el miedo. De salir corriendo, sin dar explicaciones, sin mirar atrás, y escapar de la abrumadora sensacion de sentir.
El rímel empieza a correrse cuando las primeras lágrimas pugnan por estropear su maquillaje.

- Genial, ahora voy a parecer un koala

Vuelve a situarse delante del espejo y trata de limpiar cuidadosamente los pigmentos oscuros que tintinean en sus pestañas. Y es entonces cuando le ve. Su reflejo borroso. Apoyado contra el marco de la puerta, con la corbata sin atar alrededor de su cuello y la camisa semiarrugada por fuera de los patalones.

- ¿Qué haces aquí?- se escandaliza.
- Ver a mi novia - sonríe- Me gustas más cuando no llevas ropa, pero ese vestido te queda de muerte.
Julia suspira
- Iván, se supone que no podemos vernos.
- ¿Por qué no?. ¿No me digas que crees en esos rituales estúpidos?-se mofa
Julia aprieta fuertemente los puños, impaciente. Tensa los hombros y se acerca a él con los ojos entrecerrados.
- Márchate - le ordena.
- Te recuerdo que ésta también es mi habitación.
- Y yo te recuerdo que nos casamos en media hora y todavía tengo que terminar de arreglarme.
- ¿Para qué?. Si así estás perfecta.
Julia coloca sus manos en la cintura y señala con la cabeza hacia el pasillo.
- Vete
- Pero...
- ¡Que te vayas! - grita.
Iván la mira fijamente, con el semblante serio. Julia se da la vuelta. Toma una bocanada de aire y la expulsa lentamente por la nariz tratando de calmarse. Fuera, los primeros invitados han empezado a llegar y sus risas y murmullos pueden escucharse amortiguados a través de la ventana.
- Julia, mírame.
Ella niega con la cabeza. Le parece un gesto absurdo, infantil. Siente que si habla, su voz estrangulada traicionara cualquier atisbo de cordura.
Iván rodea su pecho con los brazos y acaricia su cuello con la nariz.
- ¿Qué te pasa? - le susurra al oido.
- Nada
- ¿Y por nada te pones así?.
Ella respira sonoramente. Una exalación, otra. Por fin se decide a encararle.
- Todo está saliendo mal, Iván.¡Todo! - se lamenta.
- ¿Y todo es?
Julia comienza a pasearse por la habitación.
- La boda. Los invitados. ¿Sabes qué la mitad de ellos no van a venir?. Mi traje. ¡Se me caen los tirantes y soy incapaz de atar el lazo correctamente!. Para colmo he perdido mi ramo de novia. ¡Y la lluvia!. Estamos en Julio, joder, se supone que en Julio no llueve. ¡Y mira el cielo!. Ni si quiera se ve el sol... Va a ser un desastre - murmura, con los brazos caidos, sentándose sobre la cama.
Iván se arrodilla a su lado y le levanta la barbilla con los dedos.
- Eso tiene fácil solución. Dime que sí y nos vamos a Las Vegas, tú y yo, solos y en vaqueros.
Julia sonríe.
- ¿Cómo nos vamos a casar en vaqueros?.
- O vestidos de Elvis y de Marilyn, me da igual. Pero quiero casarme contigo y el resto, me importa poco. Se supone que este día es para que lo disfrutes, así que olvítate de lo demás y hazlo. ¿Me prometes que lo harás?.
Julia asiente.
Bien - susurra, mientras le acaricia le mejilla- Por cierto...te he traido tu ramo de novia.

47 minutos más tarde, el vestido de Julia barrerá los petalos de rosas que se extienden a lo largo de la alfombra rojiza mientras la brisa matutitna se desliza entre sus rizos negros, alborotándolos. Ha sido fiel a la tradición: algo nuevo -sus zapatos de aguja-, algo prestado -los pendientes de María-, algo viejo -la pulsera de Vicki- y algo azul -la liga-. El tallo alargado y blando de la azucena humedece sus dedos cuando Iván sonríe, pícaro, y la besa.

La tercera fue una amapola

Julia duerme. El bebé también.
Sus respiraciones se acompasan en la quietud de la noche e Iván disfruta, extasiado, de tan extraña melodía. Porque antes eran él y ella y ahora, 15 horas despúes, la ilusión es una realidad y los temores siguen siendo temores pero en esta ocasión, fundamentados.
A Iván siempre le han asustado las sorpresas y aquel día, ese 27 de Enero, la sorpesa tiene nombre propio: Pablo. Y se mueve, y llora, y respira, y tiene manos y piernas, los ojos verdes de Julia y una encantadora pelusa oscura llamada pelo, rizada y suave.
Iván rememora su rol de marioneta. Estática y pasiva, mero adorno humano y estorbo causante de réplicas y miradas desafiantes. Porque aún no disntigue la frontera entre ser padre y no serlo pese a que la biología haya establecido ya su línea divisoria y las cuerdas que sostienen sus manos obedecen, ciegamente, a Julia.
Está convencido que aquel es el acto más desagradable y repulsivo que ha vivido en su vida pero que de todos los actos desagradables y respulsivos por los que ha pasado, aquel es el mejor.
El quirófano le parece frio e impersonal. Las batas verdes corren a su alrededor como destellos indistingibles y el tiempo se hace más denso e irregular.
A veces la arena se desliza con suma prontitud.

La piel de Julia, perlada de sudor; sus labios apretados, sus dedos aferrando fuertemente su muñeca. Rebota con cada grito, y a cada gemido, se jura a si mismo que si hace falta firmará un contrato de celibato con tal de no volver a escuchar sus sollozos.

A veces el tic se aleja del tac y el dios Cronos se burla malévolamente de la impaciencia.

La sangre, las marcas de las uñas adornando su piel. ¡Ahora, respira, empuja!. Y él lo hace con ella. Se siente ridículo, pero piensa, incoherentemente, que cada resoplido es una reserva de energía para Julia.

A veces, el tiempo, sencillamente se detiene.

Un llanto. Primero del niño. Después el de Julia. ¿Te duele?, pregunta, asustado. No, lloro de felicidad. Un beso en la frente. ¡Enhorabuena, es un niño!. El tacto caliente y húmedo de Pablo contra su manos, tan grandes, tan frías. Te quiero. Y yo.

Iván se levanta de la silla, se acerca a la cuna del bebé y le acaricia la mejilla. Después repite la misma operación con Julia, como si madre e hijo fueran hermanos gemelos, para que uno no tenga envidia del otro, para que ninguno de los dos dude del amor que Iván siente por ambos.
Se acerca a la puerta, mira por última vez a Julia bajo el dintel y la cierra con sumo cuidado. Necesita aire, tal vez un cigarro, solo cinco minutos, demasiadas emociones, buenas, pero emociones.
Julia abre los ojos, confusa. Ahoga un bostezo y parpadea varias veces para adaptar sus pupilas a la oscuridad que le rodea. Mira a su bebé. Sonríe tranquila al comprobar que existe y duerme. Después se fija en la chaqueta de Iván, decuidadamente doblada sobre el respaldo de la silla. Sabe que ha estado allí. Lo siente. Lo huele. La última imagen que enfoca antes de unirse otra vez con Morfeo, es la amapola que adereza, solitaria, el jarrón de porcelana situado encima de la mesilla.



La cuarta fue una rosa

Comenzó aquel ritual apenas un año atrás, cuando la falta de memoria provocaba risas y no lágrimas.
Las llaves del coche, el monedero, la luz de la habitación, una falda olvidada en el cesto de la plancha o las gafas de lectura. Su canción favorita, el lugar exacto en el que tomaron aquella fotografía, el condimento necesario para una comida y lo peor, el nombre de él, Iván...
Pasea por la casa sin saber que es su casa y grita, asustada, cuando descubre en la noche un rostro desconocido que la mira preocupado tratando de calmarla.
La abraza, y ella se remueve inquieta, nerviosa, hasta que él susurra en su oído las mismas palabras de siempre, el mantra de ella, la tortura de él: soy yo, soy Iván.
Duermen en camas separadas. Él añorando el tacto de su piel, la suavidad de sus manos, la seguridad de su cuerpo. Ella sin saber qué añora.
La mira. Y en ocasiones no la conoce. Descubre una mirada perdida, un rostro vacio, arrugas sin expresión y una mente lenta y desolada, y se pregunta dónde demonios está su Julia y por qué se fue si aún está a su lado.
Se sorprende a si mismo cantándole al oído, entre susurros, la misma nana que ella le cantaba a su hijo cuando era pequeño. Se siente cansado, tan cansado, cuando debe explicar, por enésima vez durante la semana, que aquella mujer que ha llamado a la policía acusándole de ladrón es en verdad su esposa.
Y tiene ganas de zarandearla, de gritarle, de llorar, de exigir que la pesadilla acabe aunque sabe que el final, tranquilizador, será aún más doloroso.
Pero sujre.
La chispa.
Verde como sus ojos, cargada de conocimiento, de esperanza, de razón.
Cada vez más leve, más distante, pero tan jodidamente desgarradora...
En una sonrisa, en una mirada, en una caricia fugaz o en una palabra, que tras tanto tiempo de silencio, resulta conmovedora y discordante: Iván...
Y basta para saber que la quiere y que su Julia no se ha marchado del todo.
Abre la puerta de metal, cerrada durante el resto del dia por temor a que ella sienta ganas de surcar nuevamente esa libertad fingida que el Alzheimer le provoca. Camina despacio, haciendo crujir los tablones de madera, y deposita una rosa, esta vez blanca, sobre el columpio en tonos burdeos que preside el porche. Acaricia uno de sus pétalos, lentamente, con absoluta devoción, doblando sus pliegues níveos con la aspereza de sus manos...

...No será hasta las 8 cuando ella la descubra.
Uno de los pocos rituales a los que aún se aferra.
La ve desde la ventana de la cocina. Camina distraída. La seda de su bata ondea ante la brisa estival y los últimos rayos de sol inundan de luces y sombras su rostro. Enrolla un mechón de pelo sobre uno de sus dedos y se acerca hasta el columpio, moviendo sus labios en una canción que solo ella puede oir. Se sienta y comienza a balancearse, con su mirada fija en el horizonte, el sonido del hierro engrasado acompañándola con sus acordes.
La ve. La rosa. La mira, confusa. Despues sonrie. La coge, la mece entre sus dedos, la habla, la huele y la acaricia...

...Son las 11 de la noche. Julia dueme en su habitación. Trayendo a su mente nuevos sueños, alejando de ella nuevos recuerdos. Porque ella ya no sabe distinguir entre ficción y realidad e Iván hace tiempo que dejó de explicarle la diferencia.
Se arrebuja contra su chaqueta de lino, deja la taza de café sobre el alfeízar de la ventana y se enciende un cigarrillo. La madera del porche vuelve a crujir cuando llega hasta el columpio, ahora mecido por la nada, y desploma sobre él todo el peso de su cuerpo. Descansa sobre sus rodillas la caja de madera, impoluta de cedro y barniz.
Cada vez resulta más difícil abrirla. Sabe que dentro de poco tendrá que dejar de hacerlo.
Coge la rosa, vuelve a acariciar el pétalo, el de ambos, la caricia de ella, la rosa número 149. El resto duermen marchitas en el fondo del cofre, una por cada día. Le recuerdan a Julia. El único nexo de unión que le queda entre ambos.
Piensa que quizás ella siga recordando que su flor favorita son las rosas. Que él le regalaba una por cada aniversario. Quizás ella vea su rostro cuando la mira. Quizá le sonria a él. Quizá sea su nombre el que pronuncia cuando habla entre murmuros e imagine su piel cuando la toca.
Quizás.
Demasiados quizás.

Sandra es preciosa, en su día me tome unas licencias con ese relato y ahora quiero tal cual lo pensó, la cabecita genial de San , sí ponlo :)

Helena, Rubén porculeando , es posible, la situación es extraña porque sólo ellos 5 saben Carol se ha ido para siempre, no del cole, como pensará el resto de alumnos y claro ellos 4+1 estarán tristes, cabizbajos, afligidos y Rubén seguirá a lo suyo. Y en esa vulnerabilidad de los tortolos, espero, confío, deseo Iván de un paso al frente ;) a por Júlia

Eso, Sergio, regresa, tu eres el experto optimista....!!!!

Pues nada, tocaya, ahi la tienes, esa es la historia de Pablo.....Y para quien quiera leerla por curiosidad (otra vez XD). Al menos que sirva de entretenimiento...

Gracias Eva...tocaya cuando puedas pon tú relato que quiero saber como llego Pablo ;)

Pues yo pienso que escena de reconciliación no habrá,porque ahora estarán todos ocupados llorando a Carol,pero seguro que algo nos cae alguna miradita o alguna cosa...y puede que alguna escena de celos de Ivanchu si el otro le dice algo a Julia...pero vamos que algo cae seguro,porque esta ahora por pequeño que sea siempre ha caído...y ya vereis como en un par de capis cuando pase todo lo de Carol seguro que nos cae una buena reconciliación,porque después de una super pelea nos tendrán que dar una buena reconciliación que nos la merecemos jolín...

Edito:tocaya lo siento no te había leído,es que soy un poco lenta con esto del teclado,pero gracias por subirla voy a leerla

Que grande San y así es como Pablo nació y es un Capricornio, eterno y lleno de vida gracias al pensamiento de San ;)

San, la rosa me deja choffffffffff, eres una artista noiretista genial..esa Rosa, nexo de unión me hace llorar

bueno, eso sería más fuerte aún, el que Rubén se metiera por medio estando ellos juntos, pero es que a mi me gusta ver a Iván celoso ahora, cuando tenemos sequía julivanista jaja.

Una cosilla: alquien sabe quien va a ser el actor que interpretará a Step junto a Blanca Suárez en la peli tres metros sobre el cielo??? Yo me estoy leyendo el libro porque vi que mucha gente lo había leído y estaba genial, aunque por lo que llevo leído no veo a Blanca interpretando a Babi.

DIOS San....mira que es la segunda vez que lo leo,y la ultima parte me ha hecho llorar.....de nuevo

De verdad que escribes genial,uno de los mejores relatos que he leido nunca....y el de los colores,y el de los¿Huevos eran?......en realidad cualquier cosa que escribes emociona enormemente,porque eres ENORME San......Es I-n-c-r-e-i-b-l-e como plasmas tan bien todos los sentimientos en el papel.......sin palabras como siempre......

Por cierto ¿Para cuando uno nuevo?Sin presion,ya sabes

EDITO:Helena,yo lo que quiero YA es que se reconcilien como sea xD

Tocayita es que San es la maestra, me siento aprendiz a su lado porque un retazo de sentimiento mágico quien mejor lo dibuja es San, ella ya sabe soy su fan number one je je, pero el mío es la pececilla , no la comparto ja ja

Pues Pablo nació un 27 de Enero y Silvana en octubre..un día, haremos una encuesta para precisar el día ja ja es Escorpio , la gordi ¿no?

Uy, gracias....jaja No se, estos comentarios siempre me sonrojan un poquitin...
Ya sabes Eva que eres mi musa (pero no la loca) y que para mi si que es un placer leerte.....Echo de menos tus cuadros de palabras.
Muchas gracias, Evita, otra vez.... Yo si que he leido relatos buenos por aqui, a cada cal mas retador... Pues tengo varias ideas por la cabeza, que espero poder plasmas en cuento termine los examenes...Y solo me queda una semana. Por cierto, !animate!

Silvana nacio en octubre....¿Dia? Eso tu cabecita loca, Eva.....Eres su segunda mami

ostrasssssssss!!!!!!!!!! bravo Sandra, bravísimo!!!!!!!!!!!!!!! espectacular!!!!!!!! este relato y el que hiciste del payaso en el parque son abrumadores... felicidades!!!!!! que bueno...

A ver ladies, que estamos en tiempos de crisis, ok... pero después de la tempestad, llega la calma.. y nos llegará, confiad... en este capi vamos a tener escenas de Iván y Julia si o si...

Step sera Mario Casas, Helena

Eso Sergio!!!!! Le subes la moral a cualquiera....Positivismo, positivismo!!!!! Tenemos que tener algo a la fuerza....


PD: ¿Para cuando uno de tus experimentos, filosofo? ¿La importancia de llamarse Noiret, II?

Pues San, a mi tb me rondan muchas ideas para relatos nuevos pero tengo varado el que he de acabar, pero es eso me rondan las ideas, pasa como con algunos hombres te rondan pero no se quedan ja ja las ideas no se plasman en letras, ellos no dejan huella ja ja

Mirad es San, con sus mofletes sonrojados :)

A mi la pareja Blanca-Mario Casas como que no.....Si fuera yon jejeje
Tocaya,la pececilla es tu fan number one,y yo la number two....y nada de aprendiz,que escribes genial....Dios,!si estais todas hechas unas artistas!!!

PD:San ¿una semana?..Bien,bien jeje

EDITOFuturo esposo menos mal que nos traes optimismo.....

yo es que tengo que ver algo que me inspire, algo que me apetezca... soy asi de raro.

A ver, a Iván lo tienen que arreglar si o si... y la pareja la tienen que reconciliar si o si... asi que es custion de tiempo.

edito: futura esposa... a mi es que Mario Casas... cero patatero... y encima con Blanca... madre mía...

Bueno, mis artistas noiretistas y julivanes geniales!!

Hasta Dora y Wulf bostezan enseñando sus fauces, están tristones porque no aparecen en la escena del bosque je je salvaguardando el cadáver de Carol, aissssssss mis canes ya llegaran vuestros minuto de fama ja ja, me voy a dormir, a ver si en sueños entretejo historías.

Buenas noches y sed felices, la mansión es toda vuestra!!!

EDITO: tocayita sin tu power, no pasaría de aprendiz je je guapa poderosa , Sergio de raro nada, excepcional todo ;)

Bona nit Helena, buenas noches mi maestra San y su tocaya Sandra ( caerás rendida a sus letras)..creo no quedan más villanos..disfrutad el finde :)

Sandra que bonito por favor....pero que bien escribes tocaya...es una pasada el relato!!!!!!!!te lo digo de corazón,esta super bien escrito.....yo te pediría que escribieses mas porque lo haces muy bien ainss ya se que es imposible pero me encantaría que al final de todo nos mostrasen al menos un pedazito de algo así...


Sergio claro que sí hay que pensar en positivo los niños tienen que reconciliarse en un par de capis antes del final...

Buenas noches Eva!!! San te felicito por el relato aunque ya lo habia leído

Buenas noches Evita,guapa!!!!me quedo solo con la mitad del Evapower