Carol y Marcos / Post Carolmarquista (3.000páginas) /

Nuestras escenas preferidas
:
- El pozo.
- ''Psst, buenos días''
- ''¿Por qué no lo haces? Por tí , por eso...''
- El Desván. '' ¿Cómo hubiera sido...?
- Marcos le pone el anillo a Carol. ''¿No debería decir si quiero primero...?''
- Cuando Carol le pone el anillo a Marcos.
- El abrazo de después de estar en la nieve.
- El reencuentro y la escena en los pasadizos
- ''Yo te estaré esperando''
- Una buena amiga. Me cuesta creerme que ya te perdido
- ''Yo..'' ''No hace falta que lo digas carol , ya lo sé, ya lo sé''
- El abrazo después de que Marcos identificara los cadáveres de sus padres.
- La Corbata. ''Me gustaría poder acompañarte...
- El Baño. ''Me hubiese gustado que me acompañaras...''
- Carol visita a Marcos en el hospital.
- Al volver del hospital cuando Carol le abraza.
- ''Creo que tenemos una conversación pendiente''
- Las miradas del desván.
- La chaqueta.
- El abrazo. ''Carol perdonamé, lo siento...''
- Cuando están muertos de calor e intentan darse la mano. ''Si me perdonas lo de Amelia tú y yo podemos empezar de nuevo, irnos lejos muy lejos al.. al fin del mundo'
- Cuando le dice que se vaya con ella de vacaciones y le coge la mano.
- La despedida. ''En cuanto esto acabe tu y yo vamos a estar juntos para siempre''
- El bosque. ''Me tienes a mí... siempre me tendrás
- El encuentro por los pasillos. ''Ayer me besó un chico antes de irme a la cama...''
- La conversación de la biblioteca. ''¿Tienes algún plan para esta noche...?''
- En el patio de El Internado. ''Prométeme que no vas ha volver ha desaparecer ...''
- ''Si Carol me ha mentido, prefiero estar muerto''
- ''Ya se que la he cagado pero lo único que tengo claro es que te quiero, no me gusta verte así por mi culpa, soy un gilipollas...''
- ''¿Que si quiero volver con ella? Carol es lo mejor que me ha pasado en la vida
- El Palomar.'' Te quiero Carol'' ''¿Con cuantas mas has brindado?'' ''Con ninguna a la que quiera tanto como a ti''
- ''Nada ni nadie podrá separarnos jamás''
- La carta de Carol
-''Por Carol, para que donde quiera que esté, sepa que no la olvidamos''
-Marcos intenta llegar al piso -2, como sea para saber quien mató a Carol.
-''Me alegro que esteis bien Julia.. nose, me recuerda a este verano cuando estuve con Carol, pasamos unos meses estupendos''♥
- Los chicos escubren al asesino de Carolina
- ''Mátame como la mataste a ella!''
- ''A Carol le habria encantado ver esto..''
VÍDEOS
[url=]Vídeo de Marcos y Carol. [Paloma][/url]
[url=]Vídeo de Carol y Marcos. [Homenaje a Carol][/url]
CALENDARIO Junio de 2010
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Rol de Carol y Marcos
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Marcos y Carol?¿O como?


Si queréis os cuelgo aquí los que tengo yo guardados y luego que Ira vaya poniendo los que escribió ella, así lo puede leer todo el mundo.. ¿qué os parece?


Bueno, es un resumen, muy muy resumen jajajaja
Edito: Noe, puedo ponerlos todos yo, que los tengo TODOS guardados


hasta Luego!

yo tambien me voy a estudiar :S me ire pasando a ver como va esto...

No había tenido el honor de leerme el relato tuyo, Ros, del hospital. Lo acabo de hacer y me encanta! Es imaginármelo y empezar a ponérseme en marcha el lagrimal. Desde luego que es mucho más probable que ocurra algo así que la escena hot en el hospital, al leeros me he queda'o loca! Jajaja. ¿Por qué esperar a que se recupere? En la camilla, ahí, a lo bestia!

El ''Shhh!'' y Carol con el dedo mandando callar es la hostia. Parece que poco a poco está volviendo la Carolina de las primeras temporadas y es genial, ayer hablando con Roque en las escaleras, confesándole todo su dolor y diciéndole lo mierda que es la vida… hizo emocionarme.
Ira, ya era hora de que dejaras esta parte! Está muy bien pero con más ganas aún de saber cómo transcurre esa cenita romanticona.


Adiós, y que te cunda jeje

puedas pensar si hago la escena hot del hospital.

Ira, pues como quieras, a mí me da igual (:
Yo te lo decía por ahorrarte el trabajo, mujer, que yo tengo hasta el capi 8 o 9 o por ahí..


Tenía 26 años, casa propia, un trabajo y toda una vida por delante. Y la tenía a ella: a Amelia. La suave brisa que se colaba por la ventana jugueteaba con su pelo rubio. Como cada mañana, los dos se levantaron temprano para ir a sus respectivos puestos de trabajo. Marcos trabajaba en una modesta agencia inmobiliaria y Amelia seguía con su vocación como profesora en un colegio próximo a su domicilio.
Marcos entró por la puerta de la agencia y se percató de que la reunión había comenzado sin él.
-Siento llegar tarde...el tráfico.—se disculpó mientras tomaba asiento.
-No se preocupe, aun no habíamos comenzado.—le respondió uno de los hombres de la sala.
-Últimamente las ventas han caído en picado..—comenzó la mujer que presidía la mesa—Por lo que la junta directiva ha decidido contratar nuevo personal. Se incorporará a la agencia esta misma tarde. Buenos días—dijo, concluyendo la reunión.
Ya llegada la tarde, Marcos regresó a su trabajo cansado. Entró en el ascensor con desgana, pero no estaba solo.
-Buenas tardes.—dijo con indiferencia.
-¿Marcos?—se sorprendió.
-¿Carol?
-¡Sí! ¡Cuánto tiempo!—dijo mientras le daba dos besos en la mejilla.
-Ocho años ya...—continúo el joven cuando las puertas del ascensor se abrieron.—Pero bueno, ¿qué es de tu vida?
-Pues nada, ya sabes...vivo en un pisito cerca de aquí. Me he mudado hace nada. ¿Y tú?
-También vivimos por aquí cerca...
-¿Vivimos?—se extrañó Carolina
-Si, bueno...—tartamudeó intentando evadir la situación, algo que le resultaba imposible al tener los ojos verdes de la chica incrustados en los suyos.—Amelia y yo.
-Oh.—murmuró ella, con tono de aceptación. Los dos se dieron cuenta como de repente un simple reencuentro se había convertido en una situación de lo más incómoda. Pero, ¿por qué?
Capítulo 2
-Creo que me iré a conocer mi despacho.—continúo Carol—¿Te acercas más tarde?
-Claro—aceptó él.
Las horas de la mañana se fueron diluyendo poco a poco. Ya era la una de la tarde cuando Marcos levantó la cabeza de la torre de papeles y planos de viviendas que había sobre su escritorio. Sin duda aquello le iba a obligar a echarse unas horas extra trabajando. Se incorporó de la silla y estiró los brazos, tenía los músculos completamente agarrotados. Empezaba a pensar que aquello no era para él. Llamó antes de entrar al despacho de Carolina.
-¿Si?—dijo su voz desde el interior de la sala.
-¿Está la señorita disponible?—bromeó mientras abría la puerta.
-Por supuesto.—respondió ella con una amplia sonrisa en los labios.—Pero no durante mucho tiempo, estoy hasta arriba de trabajo...
-Yo también, pero creo que es mejor hacer una paradita para comer. Hay un restaurante cerca de aquí en el que hacen una comida riquísima.
-¿Me estás invitando a comer?
-Podría decirse que sí.—sonrió.
-Sabes que nunca me podré negar a esa sonrisa...—dijo Carol levantándose y cogiendo su bolso del pequeño perchero que estaba junto a la ventana.
-Lo sé.—respondió, divertido, cerrando la puerta tras ella.
El camino al restaurante fue un verdadero océano de preguntas para los dos. Al fin y al cabo, hacía diez años que no se veían. Una vez entraron en el local, ambos se acomodaron en una mesa ligeramente apartada del resto.
-¿Hace cuánto que trabajas en la agencia?—inquirió Carolina.
-Desde que acabe de estudiar. Empecé como becario, y ahí sigo.—dijo, sonriente.—¿Y tú? No sabía que te iba el mundo de los inmuebles...
-Ya ves...Bueno lo cierto es que no me gusta mucho, pero necesitaba el trabajo...—la expresión de la joven parecía apesadumbrada.
Marcos no comprendía por qué sus ojos parecían ausentes, tristes. Tampoco comprendía por qué seguía odiando verla así.
-¿Estás bien?—dijo, preocupado.
-Sí.—respondió ella intentando sonreír.—No te preocupes.
-¿Segura?—insistió, mientras el camarero les servía la comida.
-Sí, ha sido sólo un momento.—dijo la chica, mucho más calmada.
-Si necesitas algo, ya sabes...
-Marcos, en serio, que ya estoy bien—dijo Carol, alternando su mirada, divertida, entre el plato y el chico.
-¿Qué pasa?—se sorprendió Marcos.
-Nada.—contestó ella con una sonrisa en los labios.—Me gusta ver como aun te preocupas por mí.
Marcos no sabía que contestar, pero su preocupación había sido excesiva para ser una persona a la que no veía hace años.

-Es que ya sabes que no me gusta verte así.
-¿Lo sé?
-Bueno, deberías saberlo.—respondió Marcos
-¿Por qué debería saberlo? Las cosas han cambiado mucho desde la última vez que te vi, ¿no?—supuso Carolina.
-Deberían haber cambiado, al menos.
-Deberían.—insistió la chica.—¿Pero lo han hecho?
La conversación había dado un gran vuelco en apenas un par de frases. Ninguno de los dos había querido llegar a aquel punto, pero al mismo tiempo, ninguno evitó el hecho de recordar la época del internado. La tensión se mascaba en el ambiente.
-No lo sé.—dijo Marcos al fin, dejando la respuesta en el aire.—Dímelo tú.
-¿Y qué quieres que te diga?—dijo Carol, con los ojos empapados en nostalgia.
En ese preciso instante, se oyó el tono de un teléfono móvil.
-¿Diga?—respondió la joven.—Sí, cariño, no te preocupes. Pasaré a buscarte a eso de las siete. Creo que me dará tiempo.—dijo, continuando la conversación.—Un besito.
-¿Quién era?—inquirió Marcos, curioso.
-Ah, nada. ¿Pedimos la cuenta?
-Sí, será mejor que volvamos a la agencia.—dijo, dándose cuenta de que ella no quería darle ninguna explicación. De hecho, no tenía ningún motivo de por qué dársela. Aún así, eso le producía una extraña sensación...una sensación que le resultaba conocida...
Ya en el ascensor de la inmobiliaria, ambos se despidieron y se dirigieron a sus respectivos despachos. Carolina no podía concentrarse en su trabajo. Había estado tan cerca de contarle todo a Marcos...incluso había deseado decírselo de una maldita vez, pero sabía que sería un error, sabía que si se lo contaba, condicionaría su vida. Y eso era algo que no iba a consentir.
Marcos, a su vez, tampoco dejaba de pensar en la extraña media hora que habían compartido en el restaurante. Se sentía bien cuando estaba con ella. Incluso demasiado bien. Sin embargo, tenía la impresión de que ella le ocultaba algo. La llamada telefónica, los intentos de evadir la conversación... Algo no cuadraba en todo aquello.
Capítulo 4
Era ya muy tarde cuando los dos finalizaron sus tareas. Carolina caminó hacia el ascensor lo más rápido que pudo, llevaba prisa, pero Marcos la alcanzó y llegó a tiempo para entrar antes de que las puertas automáticas se cerraran.
-Hola.—saludó el chico, desviando la mirada.
-Hola.—murmuró ella.
Tras un incómodo silencio, por fin Marcos se atrevió a hablar.
-Lo siento por lo de antes en el restaurante.
-¿El qué?
-Sé que no me debí de comportar así, lo siento de veras.
-Es que no sé de qué me hablas.
-Bueno...quizás me excedí cuando te pregunté que te pasaba y...
-Marcos—dijo ella, interrumpiéndole—no me molesta que te preocupes por mí.—En ese momento, las puertas del ascensor se abrieron y la chica se deslizo hábilmente al exterior de este.
Salió con prisa del edificio, dejando a Marcos atónito aun dentro. Al chico le hubiera gustado continuar la conversación, averiguar de quién había sido aquella llamada telefónica, pero no tuvo tiempo.
La mañana siguiente fue como cualquier otra en la agencia: Marcos llegaba cinco minutos tarde poniendo como excusa el tráfico y Carol estaba en su despacho haciendo cuentas. Él se asomó por la puerta de la oficina de la chica y le dedicó una sonrisa con los ojos aun soñolientos.
-Buenos días.—saludó Marcos.
-¿Pero tú estás despierto?—dijo Carol, bromeando.
Él asintió levemente con la cabeza.
-Pues tu cara no dice lo mismo.
Ambos sonrieron hasta que Marcos no pudo evitar el preguntarle por el tema que le había hecho pasar la noche en vela.
-Carol, no sé si es mucho meterme, pero necesito hacerte esta pregunta.
-Adelante.—respondió ella, dudando de que Marcos le cuestionara sobre algo que no debía saber.
-¿Con quién hablaste ayer por teléfono en el restaurante?
La expresión de la chica cambió radicalmente, desvió la mirada durante unos escasos segundos para volver a encontrarse con la de Marcos, que estaba apoyado en el quicio de la puerta, esperando algún tipo de respuesta.
-Pues sí. Es mucho meterte.—Respondió Carolina con brusquedad. No quería tratarle así después de lo atento que se había mostrado con ella, pero la única respuesta que podía darle era la verdad, y ninguno de los dos estaba preparado para eso.—No creo que quieras saberlo.
Marcos parecía confuso. No se le ocurría ningún motivo por el que no debiera saber quién estaba al otro lado del teléfono. O quizá se le ocurriese uno. Un motivo por el que Carolina llamaba “cariño” a su receptor. Pensó que era una soberana estupidez que ella quisiese ocultarle quien era su “cariño”. La etapa de los celos había pasado hace tiempo, ¿no?.

-Carol, yo ya no soy un adolescente.—dijo al fin, entrecerrando los ojos.
-Yo tampoco.—contestó ella secamente.—Quizás ese sea el motivo. Ya no vivimos en un mundo de color de rosa. Además no tengo por qué darte ninguna explicación.
-Es absurdo que pienses que me voy a poner celoso.
-Yo no pienso eso, no tienes ninguna razón para estarlo.
-Igual sí la tengo, Carol.—interrumpió él, con la mirada fija en el suelo de madera.—Igual sí la tengo porque no llevas ni una semana aquí y ya me has hecho pasar noches en vela.—inspiró profundamente hasta que fue capaz de erguir la cabeza, y comenzó a gesticular con las manos.—Porque creí que te había olvidado y ahora regresas y...
-¿Y?—apostilló Carolina, mirando fijamente al joven.
-...y me doy cuenta de que en el fondo nunca te olvidé, de que quizás nunca seré capaz de hacerlo. Y de que a partir de ahora, después de todo lo que te estoy diciendo, no podré volver a mirarte como antes, como una simple compañera de trabajo, como una excompañera de colegio, porque significas más que eso para mí. Siempre lo has significado, y siempre lo significarás.
-Marcos.—dijo ella, interrumpiéndole.—Yo no he venido aquí a poner tu vida patas arriba. Sé que tienes lo que quieres y por lo que has luchado, y no está bien que porque a mí ahora se me hay antojado volver, cambies ni pierdas nada de eso. Y si me tengo que marchar, lo haré.
-Yo no te he pedido que te marches.—aclaró Marcos.
-Pero es lo mejor para ti.—reiteró ella, asintiendo levemente con la cabeza.
-Prefiero ignorarte y saber que estás a unos metros, que estar alejado de ti por kilómetros.
-Pero tú estás con Amelia, y...
-Tú también estás con alguien, ¿o me vas a decir que le llamas “cariño” a tu madre?
Carolina torció el gesto y desvió la cabeza, para volver a posar su mirada sobre el chico.
-Se llama Mauro. Y es mi hijo. Y el tuyo.
Capítulo 6
Marcos permanecía de pie en la puerta, incrédulo, no sabía que decir. Tenía que hacer tantas preguntas que no sabía por cual empezar.
-¿Pero, cómo?—fue lo único que consiguió articular.
-Hombre, si quieres te lo explico.—bromeó la chica, intentando quitarle algo de importancia al asunto.
-¿Cuántos años tiene?—dijo Marcos con un hilo de voz.
-Ocho.—agachó la cabeza.
-¡¿Ocho?! ¡¿Llevas ocho años ocultándome que tengo un hijo?!
-Marcos, es complicado...
-¡¿Complicado?! Es tan sencillo como habérmelo dicho en su momento, no ocho años después.
-Si te lo hubiera dicho, ¿qué habrías hecho?—inquirió ella, intentando llegar más allá.
-Pues cuidar de él, obviamente, ni loco te hubiese dejado sola.—explicó el chico, algo más calmado.
-Exactamente.—replicó Carolina, ante la mirada incrédula de Marcos—Pero tú no serías feliz, al fin y al cabo, aquello sólo fue una noche y habíamos bebido. Yo no me enteré de que estaba embarazada hasta unas semanas más tarde, pero para entonces tú ya estabas lejos de nosotros, con Amelia. Y ahora mismo, eres feliz.
-¡Pero es mi hijo! No...no entiendo cómo has podido sacarlo tú sola adelante, tenías dieciocho años...
-No me arrepiento de haberlo hecho. Quizá no he vivido la vida de la manera más adecuada, quizá no haya hecho las cosas que suele hacer la gente de mi edad, pero aun así, no me arrepiento de nada.
-Mira, sé que te intentarás negar a esto, pero a partir de ahora me gustaría ayudarte.
-Marcos, no es que me niegue. Pero, ¿cómo le explico yo esto a un crío de ocho años? No me lo pongas más difícil, por favor.—dijo Carolina, con el rostro casi suplicante.
-Quiero verlo. Quiero conocerle, saber cómo es, de qué color tiene el pelo, los ojos...
-Verdes.—inquirió ella, cortante.
-¿Y son tan bonitos como los de su mamá?
A Carolina se le formó un nudo en el estómago. ¿Qué se suponía que tenía que responder? ¿Debería devolverle el piropo o hacer lo correcto e ignorarlo?

Ninguna palabra salió de entre sus labios, sólo se vio capaz de entrecerrar los ojos a modo de súplica. Marcos entendió a la primera que la chica no quería seguir con aquel absurdo e improvisado coqueteo.
-¿Podré conocerlo entonces?
-No lo sé... Déjame pensarlo, no es fácil.
Él tragó saliva y asintió con la cabeza. Carolina bajó la mirada, seguía aun sin comprender por qué le había contado todo aquello. Quizá había sido la necesidad de confiar en Marcos. Aquella estúpida necesidad que sintió por primera vez a los dieciséis y que ya nunca pudo dejar atrás. Cogió una vieja carpeta de cartón llena de papeles impresos de encima de la cajonera y la dejó con brusquedad sobre la mesa.
-Ahora tengo demasiadas cosas que hacer, así que por favor..—dijo señalando la puerta con la barbilla.
-Hasta luego—se despidió Marcos.
El giro que habían dado las cosas en tan sólo una mañana había sido radical. Carolina no podría volver atrás por más que se lo propusiera y a Marcos le costó concentrarse en algo más que en aquel nombre que rondaba su cabeza; Mauro...
Al finalizar el día, creía haberse vuelto completamente loco, pero por desgracia no había sido así, al menos la locura o una buena demencia senil hubiera justificado lo que estaba a punto de hacer. Salió a toda prisa de la oficina, antes de tiempo, cogió su Peugeot azul oscuro y se fue avenida arriba. Carol lo había visto pasar apresuradamente por delante de su despacho. Le sorprendió que no se hubiese despedido de ella. Es más, más que sorprenderla, le había molestado. Odiaba sentir lo que una vez había sentido por Marcos, y más aun odiaba admitir qué era exactamente lo que sentía: amor. ¡No! No se lo podía permitir a sí misma. Pero al mismo tiempo, era algo tan dulce, algo que había extrañado tanto...
Estaba sumida en sus pensamientos, cuando se dio cuenta de que ya pasaban de las nueve de la noche.
-¡Mierda!-murmuró.
Cogió su bolso y cerró la puerta del despacho para dirigirse al ascensor. Una vez hubo llegado a casa, introdujo la mano en el bolso, pero no encontró lo que buscaba.
-Las llaves... ¡Mauro!—dijo elevando el tono de voz, mientras llamaba a la puerta--¡Mauro, ábreme, anda!
El niño, de un metro treinta de estatura aproximadamente, irguió el brazo derecho para abrir la puerta.
-Hola mami—saludó con una sonrisa.
Pero Carolina apenas reparó en el pequeño. Tenía la vista clavada en el sofá, atónita, decepcionada, feliz... Semejante confusión de sentimientos sólo la podía producir una persona.
-¡Marcos! ¡¿Qué coño estás haciendo aquí?!
Capítulo 8
-Buenas noches.—dijo el chico sonriente.—Supuse que Mauro estaría solo y he venido a cuidarlo.
Carol miró a Marcos, después a Mauro, finalmente detuvo su vista en el primero, perpleja.
-¿Qué?
Marcos volvió a sonreír, y el estremecimiento que recorrió el cuerpo de Carol no pasó desapercibido ante sus ojos.
-¿Se puede saber cómo has entrado?—preguntó la chica, reparando de repente en el detalle de sus llaves “extraviadas”.—Ah, vale, perfecto. Me robas las llaves para colarte en mi casa sin mi permiso, y te quedas aquí con mi hijo...
Marcos carraspeó. Carolina tuvo que morderse el labio para contener cualquier palabra dispuesta a escaparse de entre sus labios porque una de dos; o no era precisamente agradable, o significaría derrumbarse delante de Marcos y de su propio hijo.
-¿Y Víctor?—preguntó Carol dirigiéndose al pequeño.
-Ha tenido que marcharse hace un rato, pero justo después llegó Marcos. Ha hecho la cena.—contestó Mauro con su aniñada voz musical.
-¿Víctor?—se extrañó Marcos, mirando a Carolina.
-¿La cena?—cuestionó ella a modo de respuesta.
Ambos se miraron el uno al otro, esperando una contestación. Hubo un silencio, hasta que sus expresiones serias rompieron en sendas carcajadas. La mirada de la chica pronto cambió de alegre a nostálgica, pero él no perdió la sonrisa.
-Víctor es el vecino de arriba.—comentó Carol mientras ordenaba algunos juguetes esparcidos en la mesa de café del salón—Suele hacer de canguro con Mauro.—Marcos la miraba con un gesto entre la fascinación y la admiración, con las manos detrás de la espalda.—¿Qué? ¿Por qué me miras así?
-He hecho la cena.—titubeó.
-Ya, ¿y a qué se deben esas prácticas de chef a domicilio?
-Ha sobrado un poco, si quieres.
-¿Tú has cenado?
-¡No!—interrumpió Mauro.—¿Puede quedarse a cenar?
-Ah, no, no, yo sólo lo hice por ayudar...—se excusó Marcos.
-A mí me parecería genial que te quedases.—admitió Carolina con una sonrisa.
Capítulo 9
-Sí, ¡por favor, por favoooor!—insistió el niño.
-Bueno, bueno, si me lo pides así...—respondió él entre risas.
(Y a partir de ahí, la historia fue cosa de Ira...




A partir del 9º capítulo[/h2]: jaja
Un móvil sonó inesperadamente. Aquel móvil era el de Marcos. Carolina y Mauro se quedaron mirandole fijamente, ya que éste no parecía querer cojerlo.
-Marcos, será mejor que lo cojas, seguro que es Amelia- Mauro asintió, para hacer más creibles las palabras de su querida madre.
Finalmente, Marcos cojió el móvil.
-¿Si? Esta noche me voy a quedar en casa de una amiga a cenar. No tranquila. Y yo a ti. -y colgó.
-¿Porqué no le has dicho que esa amiga era mi mamá?- preguntó Mauro interesado.
-Por que...por que...- dijo Carol sin saber como responder.
-Pues, por que Amelia cuando yo tenía dieciseis años no se llevaba muy bien con mamá, y si le digo que es una amiga no puede sospechar de mamá- dijo Marcos sin parar de mirar a la chica de ojos verdes, que le miraba atónita por todo lo que le había contado.
-¿Por qué no os llevabais bien?-quiso saber el pequeño- ¿Te robaba la merienda en el recreo como a mí Lucas?
-No..-respondió Carolina sin separar la vista del gallego.-No la merienda precisamente...-Marcos tragó saliva- Pero venga cariño, vamos a cenar ya.
Al terminar de cenar, Carol le dió un beso a su hijo y le dijo:
- Anda cariño, dale un beso a Marcos y vete a la cama que ya son las nueve y media.- Marcos se levantó de la silla y besó la mejilla de su hijo. Luego Carol y él se quedaron en el sofá hablando de Mauro.
-¡Qué guapo es! Se parece mucho a su madre, ¿verdad?-dijo Marcos con una pícara sonrisa y sin dejar de mirar a la madre de su hijo a los ojos.
-Creo que se parece más a su padre. -dijo ella tímidamente y alternando la vista entre la television y los ojos del chico. Éste cada vez se acercaba más a Carolina, quien cada vez que se acecaba Marcos, ella más se estremecía. Cuando ya estaban los dos muy pegados...
-Marcos, creo que deberías llamar a Amelia, seguro que está muy... -el chico, se iba acercando a sus labios, ésta sintió su acelerada respiración en su cuello. Se miraron a los ojos, ambos sonrieron, aunque Carol más tímidamente que Marcos, cuando por fin sus labios se iban a juntar.
-¡Mamá!¡Mamá!- gritó Mauro llorando desde su habitación. Ámbos se asustaron y fueron lo más rápido posible a la habitación de Mauro. Un niño totalmente lloroso decia, apenas sin entenderle:
-Mamá, ¿porqué nunca me has dicho quién es mi papá?. En mi sueño, yo estaba en la cocina y tu venias con papá de la mano y muy sonrientes. Claro, yo quería conocerle, pero cuando le miré tenía toda la cara negra y no se le veía nada.- el niño seguía llorando asiosamente. Carol y Marcos se miraron, preguntandose, a ver si había llegado la hora de contarle a Mauro por fin la verdad, de sobre quien era su padre.
-Solo a sido una pesadilla... -Carol abrazaba a su hijo, para tranquilizarle.
-Mamá, mañana quiero conocer a papá, ¿me llevarás a verle?- su madre y Marcos todavia compartian miradas, pero ahora aún más intensas.- ¿Porqué os mirais así?-pregunto el pequeño dandose cuenta de la presión que había en aquella habitación.
-Cielo, ¿de veras quieres conocer a tu papá?
-Pues claro.-dijo con los ojos aún llorosos, pero más calmado
-Pues que no se hable más, hoy mismo le vas a conocer, ¿qué te parece?
-¿Hoy mismo? Pero si es muy tarde y yo tengo sueño.-Mauro se frotó los ojos- Pero, da igual. Si es para conocer a papá, da igual.-el niño se levantó de la cama y abrió la puerta del armario para vestirse.
-Mauro, ¿qué haces? No teneis que ir a ningun sitio para poder conocer a tu papá- dijo Marcos sonriéndole e intentandoselo decir indirectamente, pero el niño no lo entendió.
-No tenemos que ir a ningun sitio para que le conozcas, por que él ya está aqui.-Carol miró a Marcos y le sonrió.
-¿Cómo que ya está aqui?-Mauro no hacía nada más que mirar de un lado para otro, mirando a ver si venia su padre.
-Mauro, Marcos es tu papá.-dijo ella sonriente.
Mauro, no sabía como reaccionar. Cerró rápidamente la puerta del armario y abrazó a su padre. Carolina, de la emoción, comenzó a llorar. Marcos separó a su hijo de él para ver que la pasaba.
-¡Ey! ¿Qué te pasa?-abrazó a la chica y la besó en la mejilla.
-Mamá, ¿porqué lloras? ¿Es que no estás contenta por que he conocido a papá?
-No, todo lo contrario, me alegro un montón de que por fin conozcas a papá. Pero es que llevo ocho años intentando que pasara esto. -Marcos la secó las lágrima con cariño- Bueno cielo, ¿qué te parece si mañana vamos los tres juntos a algún lado? Pero, para eso tienes que meterte ahora en la cama para dormir. -le besó en la mejilla y le tapó con las sábanas. Marcos, sinplemente le besó en la mejilla y luego cerró la puerta de la habitación.

-La llamaré y la diré que hoy no voy a casa. Quiero estar con mi hijo. Dejame quedarme, aunque sólo sea hoy. -dijo Marcos, mientras Carol se ponía el camisón que tenía de dormir.
-Esta bien. Pero, hay un pequeño problema. Tendrémos que dormir en mi cama, por que el sofá es demasiado pequeño.-dijo ya cambiada y dirijiéndose a su habitación, ya que venía del baño y de que allí era donde Marcos se encontraba.
-Bueno pues dormiremos junt... ¡Pero que guapa que estás! -Carol se sonrojó y sonrió- ¿Cómo una chica tan guapa como tú, aún no tiene novio?- piropeó a la chica.
Ésta no sabía que hacer. Había sino tan amable con su hijo, que... ¡no podía ser! volvía a sentir las estúpidas mariposas revolotear en su dichoso estomago, eso estaba mal. Él estaba con Amelia, pero a la vez sentía que tenía que corresponderle.
-Deja de decir tonteras anda...-el chico la fue a besar pero ésta apartó la cara- Marcos, estás con Amelia.
-Lo siento, no volverá a pasar. Pero, es que me eres irresistible. -dijo serio, pero pícaramente.
-Te recuerdo, que todavía tengo pensado marcharme si me entrometo en tu vida. Bueno, ¿cómo vas a dormir?-dijo alegrando un poco la cara.
-Pues dormiré en calzonzillos, ¿te importa?
-En absoluto.Yo me pido el lado derecho, por si Mauro tiene otra pesadilla.
-Vale. -mientras el chico se quitaba la ropa y Carolina se metía en la cama. Cuando terminó de quitarse la ropa, se metió en la cama junto a la chica.
Carol se giró y abrazó a Marcos. Éste la estrechó entre sus brazo y la besó en la mejilla. Se miraron a los ojos y sonrieron.
-Pensaba que no podía darte un beso -bromeó mirandola fijamente a los ojos.
-Un beso en la mejilla sí, pero en la boca no -los dos rieron.
-Menos mal que ya se lo hemos dicho a Mauro, yo ya no podía aguantar más.
-Marcos, ¿ya has llamado a Amelia? Estará muy preocupada. -le recordó al joven.
-Ya se lo diré mañana, no te preocupes.
-Será mejor que la llames, sino la llamas la llamaré yo.
-Cuando estoy contigo...
-La llamaré yo -interrumpió Carol, algo enfadada.
Se levantó de la cama, cogió el móvil de Marcos y busco en la agenda el número de Amelia.
-Aitana, Aitor, Alba, Amelia... -le dio al botón verde, el teléfono de Amelia empezó a comunicar. Carol hizo como que hablaba con ella. -Amelia, soy Carolina. Marcos dice que no va a ir esta noche a casa. Pues es que esta un poco borracho y no puede conducir. No yo no puedo, tendría que dejar a mi hijo solo. Si, de ocho años. ¿El padre? Pues... el padre es Marcos. Si, pero fue hace tiempo ehh, no te preocupes. Bueno, hasta otra. Se lo diré, adiós. -bajó la tapa del móvil. Luego lo dejó en la mesita del lado de Marcos y se sentó en el lado de la cama donde se encontraba él.
-Con que estoy borracho, ¿no? -éste mientras cogía a la chica y la tiraba en la cama, queriendo jugar con ella. Ahora Marcos estaba a escasos milimetros de su boca, pues estaba encima de ella.
-¿Qué le hubieras dicho tú, pues? -siguiendole el juego
-Pues, que te había -la besa, pero ella le apartó suavemente la cara- besado y que no quería estar con ella.-la sonrie.
-A mi no me hace ninguna gracia. Te diré la verdad: el móvil de Amelia estaba comunicando, no la he dicho nada. Pero, ahora enserio, ¿qué la hubieras dicho?
-Ya te lo e dicho. Bueno, la voy a llamar ahora a ver si coje, ¿vale?-y la volvió a besa.
-¡Marcos, ya vale! Me voy con Mauro, si lo vuelves a hacer.
-Perdón. -el chico cogió el móvil y la llamó, esta vez si cogió. -Amelia, que me he atrasado y he estado bebiendo un poco, por lo que no puedo conducir. Ire a casa mañana o... nose. Bueno, dejalo ¿vale?, mañana te llamo y hablamos. Un beso, adiós. -y colgó.
Besó a Carol en la mejilla y la dijo:
-¿Ves, cómo se lo a creido?
-Marcos, esto no está bien. ¿Por qué no la has dicho la verdad?-dicho eso, se le cerraron los ojos, ya era muy tarde.
-Porque si la digo la verdad te crucifica por haber estado conmigo. Y no querras que te crucifice, ¿verdad? -Marcos la miró, ya estaba dormida e incluso sonriendo. La acarició la mejilla y luego la acurrucó junto a él mientras la abrazaba.
La madrugada pasó volando. Mauro se despertó y como de costumbre, fue a dar a su madre los buenos días a su cama, para su sorpresa, se encontró a su madre durmiendo abrazada a su padre. No quiso despertarles, por lo que, simplemente les cerró la puerta de la habitación y se fue al salón. Se sentó en el sofá y encendió la television, se encontró con las noticias.
-"Una vecina de un pueblecito de Madrid a encontrado a un niño, de unos ocho años. Iba solo por la calle, a las doce y media de la noche. Tiene ojos verdes y es de tez blanca. El color de su pelo es marrón claro." -enseñaron la foto de aquel niño, ¡era igualito que Mauro! y tenía su misma edad. Mauro se quedó atónito. Se levantó corriendo del sofá y fue a llamar a sus padres. Abrió rápidamente la puerta de la habitación de su madre.
-¡Mami!¡Mami! -agitaba el cuerpo de Carolina. No obtuvo respuesta, por lo que decidió llamar a Marcos.- ¡Papi!¡Despierta! -Marcos asustado, abrió ligeramente los ojos.
-¿Qué te pasa, Mauro? ¿Has tenido otra pesadilla? -preguntó mientras se restregaba las manos por sus soñolientos ojos.