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Como no me gusta la historia... voy y la cambio (Natalia y Roberto)

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Roberta72
Roberta72
27/04/2011 20:02
Como estoy bastante aburrida de que me tengan a Roberto entre rejas, aunque sean las rejas de cartón piedra del cuartel de Arazana, y de que nadie (excepto San Miguel) intente hacer nada... pues voy y lo saco yo misma.
Y como la historia parece que va dos pasitos pa´lante y tres pa´trás, pues voy y la cambio a mi gusto.
Y como a mi el que me gusta es el Rober... pues también cambio la historia.

Creo que me he metio en un ebolao del que no voy a saber salir pero bueno, todo sea por dar ideas a los guionistas de nuestros amores. Ya me direis...
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Capítulo 1

Parecía un sitio tranquilo, alejado del camino, seguro que por allí no pasaba gente con regularidad. La hierba que tapizaba la orilla del río era alta y estaba sin pisar así que decidió desmontar y descansar unos minutos.
- No puedo estar ya muy lejos de ese maldito pueblo. ¿Es que no había un lugar más perdido donde esconderte Sara?- dijo en voz alta mientras ataba el caballo a uno de los árboles que extendían sus ramas sobre el agua.
Mientras estiraba los músculos, agarrotados después de tan larga jornada a caballo, vio su reflejo en el remanso que el río formaba a pocos metros de allí. Miró hacia ambos lados y, al no ver a nadie y comprobar que el caballo se alimentaba tranquilamente, sonrió y comenzó a despojarse de sus vestimentas hasta quedar en ropa interior. Se adentró en el agua hasta que ésta le llegó hasta la cintura, entonces extendió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Movía los brazos y las piernas lo indispensable para no alejarse demasiado de la orilla y mantenerse a flote, sintiendo cómo la corriente masajeaba su cuerpo. Sabía que la ropa que aún llevaba puesta, al mojarse, dejaría al descubierto las formas de su cuerpo, pero le daba igual, además, sería demasiada casualidad que alguien pasara por allí en ese momento.
#1361
Roberta72
Roberta72
13/05/2013 07:59
¿será? ¿no será? ¿estaremos soñando? ¿no habré señalado que han pasado algunos días?...
#1362
arunda
arunda
13/05/2013 19:22
Que sea angelangelangelangelangel
#1363
Roberta72
Roberta72
13/05/2013 20:18
Uhmmmmmmmmm.....
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- Espera. – Natalia por fin consiguió alcanzarlo y le puso una mano en el hombro para conseguir que se detuviera – Espera, por favor. – Su voz sonó suplicante, desesperada. El hombre se giró y la miró. No era él. Se había confundido, había creído que él había ido a buscarla, que ella le importaba de verdad, que la había visto abrazada a Luis y que por esa razón se había ido. Pero no, no era él.
- ¿Señorita? ¿Puedo ayudarla? – preguntó el hombre preocupado. La mirada de Natalia mostraba un abatimiento tal, que el hombre trató de tomarla del brazo, temiendo que fuera a desvanecerse a frente a él. Al verlo de cerca, Natalia no se explicó cómo pudo haberlo confundido con Roberto, aquel hombre no se parecía en nada a él, tan solo su estatura y el color de su cabello eran similares, pero nada más. La necesidad de encontrarlo le habían jugado una mala pasada.
- Disculpe, discúlpeme, por favor, me he confundido, pensé que era usted… otra persona. – dijo Natalia resistiéndose a que aquel hombre la sujetara. Necesitaba seguir caminando, seguir buscando, no podía perder más tiempo, cada minuto que pasaba significaban unos metros más entre Roberto y ella… si es que era él el hombre que Clara había visto rondando la casa.

La muchacha se sintió vencida. Cuando Clara describió a aquel hombre se sintió ilusionada pensando que él había ido a buscarla; pero no, su corazón le había jugado una mala pasada, todo había sido fruto de su imaginación, de sus deseos, Roberto no había ido a buscarla. Se quedó paralizada, sin saber a dónde ir, sin ni siquiera deseos de ir a ninguna parte. La gente pasaba a su lado, apresurados, el cielo se había ido cubriendo, el viento traía las nubes hacia tierra con rapidez, una tormenta se acercaba por el mar, por esa razón deseaban estar en sus casas lo antes posible. Una solitaria lágrima rodó por su mejilla, ¿y si se estaba haciendo falsas ilusiones? Sabía que él no se había casado aún, que por el momento no había hecho su vida al lado de ninguna mujer, ya que en caso contrario Sara se lo hubiera comentado, pero aquello tampoco significaba que él la quisiera a su lado. Sentía a un nudo en la garganta que la hacía respirar con dificultad, levantó los brazos y colocó las manos a ambos lados de la cabeza, enredando los dedos entre los bucles de su cabello. La cabeza le daba vueltas, se sentía mareada y casi no era consciente de dónde se encontraba. Allí, entre los transeúntes, recibió el empujón de una mujer que corría con su hijo en brazos, trastabilló y chocó con un hombre que caminaba con rapidez en sentido contrario, la gente caminaba por su lado cada vez más deprisa y ella chocó con unos y con otros hasta que cayó al suelo. Para qué iba a ir a su encuentro, iba a hacer el ridículo, se iba a presentar frente a él y… y él se iba a reír de ella. No, no podía dejarse vencer, ella no era así, Natalia Reeves no era así, Natalia Reeves era una mujer fuerte, decidida, que no tenía miedo a lo que la gente pensaba de ella. Iría donde él y le diría todo lo que no pudo decirle meses antes, todo lo que había callado durante semanas y semanas.
La gente continuaba pasando a su lado, más preocupados por la tormenta que se acercaba que por la joven sentada en el suelo. Tras lo que a ella le parecieron unos interminables minutos, se puso en pie y cruzó los brazos sobre su vientre tratando de serenarse, su corazón latía con fuerza y rapidez. Lentamente dio media vuelta y se dispuso a volver a su casa. Si todo había sido fruto de su imaginación, pensó triste y cabizbaja mientras caminaba lentamente, por qué se sentía tan extraña, por qué su corazón había dado un vuelco al oír las palabras de Clara. El cielo estaba cada vez más oscuro, las gaviotas volvían a tierra para poder refugiarse de la tormenta; de pronto, un relámpago rasgó el cielo y el trueno que lo siguió sobresaltó a Natalia, haciéndole recordar otro trueno y otra tormenta a muchos kilómetros de allí y muchos meses atrás. Natalia caminaba a paso lento, no deseaba llegar a casa para de ese modo comprobar que ninguno de sus amigos había tenido suerte a la hora de encontrar al desconocido que vigilaba la casa. Tal era su grado de abatimiento, que ni siquiera le preocupaba que un desconocido merodease por los alrededores de su hogar con, sabía Dios qué intenciones ocultas. Por su lado la gente pasaba corriendo, tratando de refugiarse cuanto antes del aguacero que estaba a punto de caer, ignorando a aquella joven que caminaba cabizbaja sin prestar atención a lo que sucedía a su alrededor.
#1364
arunda
arunda
14/05/2013 10:43
snifsnifsnifsnifsnifsnifsnif
#1365
Roberta72
Roberta72
14/05/2013 13:43
Arunda, espero que te gusten las montañas rusas... porque así es como te estoy dejando últimamente (de la ilusión al llanto) ¿Qué tocará ahora?
#1366
arunda
arunda
14/05/2013 18:28
Roberta ahora............................sonrientesonrientesonrienteangel
#1367
Roberta72
Roberta72
14/05/2013 20:27
Bueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeno
Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaale
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Tras varios minutos caminando, durante los cuales las calles fueron quedándose desiertas, Natalia llegó a un recodo del camino desde el cual se divisaba las rocas en donde meses atrás sufrió el accidente que la mantuvo postrada en cama durante meses. No había vuelto a aquel lugar desde que Luis la recogiera, inconsciente, en sus brazos y la llevara a su casa. Sin percatarse siquiera de ello, sus pasos cambiaron de dirección y se dirigió hacia un lugar por donde se podía acceder a la playa, se sentó y comenzó a desatarse los cordones de los botines que llevaba puestos. Tras descalzarse, ató los cordones entre sí y tomó el calzado con una mano mientras que con la otra levantaba la larga falda de su vestido para no pisarse el bajo. No levantó la vista, sabía hacia dónde iba sin necesidad de mirar, sus ojos seguían clavados en la arena, observando, sintiendo, cómo ésta se deslizaba entre los dedos de sus pies. Cuando faltaban pocos metros para llegar a las rocas se detuvo y miró hacia el mar. Natalia sabía que la tormenta estaba a punto de descargar en aquel lugar, pero aún así necesitaba sentir el agua en sus pies, la fuerza de las olas rompiendo contra sus piernas, sentía que había perdido la poca energía que aún le quedaba. Todos en la casa estarían preocupados por ella, esperándola, pero pensó que demorarse unos minutos más no importaba. Al levantar la vista se dio cuenta de que no era la única que había tenido aquella idea, a aproximadamente un centenar de metros, y también en la orilla, pero lejos de las rocas, pudo divisar una silueta. Sin saber la razón, comenzó a caminar hacia allí.

- Roberto. – dijo ella con un hilo de voz al llegar a su lado. No podía creer que fuera él, tenía miedo de que se tratase de una alucinación, de un sueño, que sus deseos le hicieran estar imaginando lo que realmente deseaba y necesitaba que sucediese. Fijó la mirada en él, en su perfil, recordando y reconociendo cada uno de sus rasgos. Él no se giró al oírla, sus ojos miraban el horizonte sin ver absolutamente nada.
- Tenías razón, es inmenso; – respondió él, inmenso como el dolor que sentía en su corazón en aquellos momentos. Roberto miraba al horizonte, se había descalzado y remangado los pantalones y recordaba, palabra por palabra, la descripción que un año atrás Natalia había hecho del mar, de lo que sentía cuando estaba cerca de él – y poderoso, te arrastra sin que te des cuenta. – como el amor lo había arrastrado a él a cometer locuras. Locuras como enamorarse de una mujer a sabiendas de que no podrían estar juntos, locuras como apartarla de su lado de la peor manera posible, ofendiéndola, locuras como sufrir durante meses el vacío y el dolor de no tenerla a su lado, locuras como jugárselo todo a una carta e ir a buscarla dispuesto a humillarse si fuese necesario, tan solo por tenerla a su lado…, para finalmente descubrirla feliz, en brazos de otro hombre.
- ¿Eres feliz? – preguntó él casi sin aliento. Necesitaba saberlo, oírlo de sus labios, necesitaba saber que ella era feliz, que se había recuperado de todo el dolor que él le había causado, aunque fuera lejos de él.
- Si – respondió Natalia. Debió suponerlo, pensó Roberto, no debió hacerse falsas ilusiones, había llegado tarde, todas sus esperanzas se habían esfumado con aquella palabra, se las había llevado el viento que azotaba sus rostros y sus ropas. Una lágrima rodó por la mejilla de Roberto y se mezcló con las gotas de lluvia que habían comenzado a caer. – Ahora si…, ahora que estás aquí, si. – sentenció ella.
#1368
arunda
arunda
14/05/2013 23:18
bravosnifbravosnifbravosnifbravosnifbravosnifbravosnifbravo

Mas Roberta angel
#1369
Roberta72
Roberta72
15/05/2013 17:24
Un poquito más...
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Roberto sintió cómo aquellas palabras golpeaban lo más hondo de su ser, Natalia era feliz porque él estaba allí. Giró la cabeza y por primera vez en muchos meses volvió a ver su rostro de cerca, ese rostro que se le aparecía en sueños cada noche. Volvió a verla por primera vez desde aquel maldito día en que dejó que su cobardía cambiara por completo sus vidas porque no tuvo el valor de pedirle que no lo abandonara cuando el mundo se derrumbaba a su alrededor, porque la apartó de su lado de una manera cruel pensando en alejarla de su desdicha.
- Estás tan bonita. – dijo acariciando su rostro. Era cierto, Natalia sonreía de nuevo, era aquella sonrisa que él conocía tan bien, aquella sonrisa de felicidad y satisfacción que había visto tantas veces cuando hacían el amor. El viento agitaba su cabello, su peinado era más elaborado que el que llevaba cuando vivía en Arazana pero aún así seguía suelto, contraviniendo las normas de la sociedad; nada de recogidos para Natalia, era una mujer libre y todo en ella lo demostraba. Su ligero vestido blanco comenzaba a pegarse a las formas de su cuerpo, el viento y la lluvia lo moldeaban a su alrededor dándole un aspecto de ángel, su ángel, su salvadora. La sonrisa de ella se hizo más acusada y buscó con sus labios la mano que la acariciaba. Un nuevo relámpago cruzó el cielo y, segundos más tarde, otro trueno retumbó a su alrededor, pero ellos no se inmutaron, se sentían en un mundo aparte, protegidos de la tormenta por su amor. Natalia dio un paso hacia él, colocándose a escasos centímetros de su cuerpo y, tomando el rostro amado con ambas manos, se acercó hasta que sus bocas se rozaron.
- Te amo. – dijo Natalia con voz ronca por la pasión – Te amo, Roberto. – y lo besó con todo el amor y la pasión contenida que había guardado para él a lo largo de aquellos meses. Las lágrimas rodaban por los rostros de ambos, mezclándose entre ellas y con la lluvia, lluvia que caía cada vez con más intensidad.
- Mi amor… mi vida… - dijo Roberto contra la boca de ella.
- Shhhh, no digas nada, no hace falta. – Natalia no quería hablar, no quería escuchar, tan solo quería sentir las manos de Roberto en su cuerpo y su boca en la de ella.
- Pero… pero tengo que decirte que… - Roberto trataba de disculparse. Deseaba seguir besándola y acariciándola más que nada en la vida, pero debía pedirle perdón, debía humillarse y asegurarle que nada de lo que dijo meses atrás había sido cierto. Sin embargo, Natalia lo callaba con sus besos y sus caricias.
- Luego, más tarde. Ahora solo bésame.
- Sí, mi amor, lo que tú digas. – aceptó él.
Tras unos segundos de apasionados besos, Natalia comenzó a reír sin poder contenerse.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Roberto intrigado.
- Nada… solo lo que acabas de decir. – dijo ella con la voz entrecortada por la risa.
- ¿Qué te amo? – preguntó él sonriente.
- No, - respondió ella apartándose unos centímetros de su cuerpo – eso de “lo que tú digas”. - Natalia puso una voz más grave tratando de imitar a su amado.
- ¿Te estás riendo de mí? – preguntó él sin dejar de sonreír. Roberto pensaba que no dejaría de sonreír jamás.
- Solo un poco… ¿te importa? – preguntó ella.
- No. – respondió él besándola de nuevo – No me importa nada si sigues besándome.
- No puedes imaginarte cuánto me alegra oírte decir eso, porque besarte va a ser mi prioridad de ahora en adelante. – Natalia se sentía completamente feliz por primera vez desde hacía muchos meses. El nacimiento de David la había ilusionado, había hecho cambiar su percepción de la vida, pero no podía evitar pensar que le faltaba el amor de Roberto para sentirse plenamente realizada - ¿Te parece bien?
- No soy capaz de imaginar nada que pudiera parecerme mejor. – Roberto volvió a estrechar a Natalia entre sus brazos y siguieron besándose unos instantes más, ajenos a la lluvia que caía sobre ellos.
#1370
arunda
arunda
15/05/2013 19:40
bravobravobravobravobravobravobravobravobravobravobravobravobravobravo




bravo Roberta
#1371
MiLady14
MiLady14
16/05/2013 14:44
Muchas gracias Roberta, tan solo espero que seas buena y esto no sea un sueño.
#1372
Roberta72
Roberta72
16/05/2013 19:54
Mi mamá siempre me ha dicho que soy una niña muy buena... guiño
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- ¿Qué llevas ahí? – preguntó Natalia separándose de él. Había sentido algo extraño contra su cuerpo, algo que se clavaba en él cuanto más se acercaba al joven. Roberto no contestó, tan solo liberó una de sus manos, la introdujo en el bolsillo y sacó de su interior una cajita de terciopelo azul – Esto es… - Natalia no dejaba de mirar la cajita.
- Ya sabes lo que es. – respondió él – Tú lo compraste.
- Yo… - dijo ella sin apartar la vista del estuche – no sé en realidad por qué lo hice, fue un impulso. En realidad… en realidad estaba furiosa contigo.
- Lo sé. – dijo Roberto acariciando el rostro de la joven con sus labios – Nunca debí decirte… no hay excusa para mi comportamiento de aquel día… Después de todo lo que hiciste por mí… y yo me comporté como un estúpido y… - Natalia calló con sus besos al hombre que la sostenía entre sus brazos.
- No recordemos cosas que dijimos sin pensar, cosas que no sentíamos en realidad… - Natalia alzó las manos y acarició el rostro de Roberto - ¿De verdad estás aquí? ¿De verdad has venido a…?
- Sí. Sí, estoy aquí y no pienso separarme de ti nunca más, mi amor.
- ¡Oh, Roberto! – Natalia pasó los brazos alrededor del cuello de Roberto y lo besó apasionadamente.

Un trueno los devolvió a la realidad. Natalia abrió los ojos y se separó del hombre que amaba y que la abrazaba contra su cuerpo.
- Será mejor que nos vayamos, parece que somos propensos a besarnos bajo la lluvia y las tormentas en Bilbao tienen poco que ver con las sevillanas. Si no nos guarecemos pronto vamos a acabar cogiendo una pulmonía. – Natalia no podía dejar de sonreír y era consciente de que tenía razones suficientes como para no dejar de hacerlo. Roberto había ido a buscarla, la amaba y tenían un hijo sano y fuerte esperándolos en su casa, ¿qué más podía pedir?
- Sí, vamos.
Roberto recordó la anterior vez que se besaron bajo la lluvia. Fue su primer beso y el preludio de su primera noche de amor. El joven no podía dejar de pensar que parecía que Natalia lo había perdonado, que era la Natalia dulce y enamorada que recordaba, pero también la muchacha jovial y traviesa que había vuelto su vida del revés. Tomados de una mano, y con el calzado colgando de la otra, llegaron hasta el paseo. Natalia se sentó para volver a calzarse, pero Roberto tomó los botines de sus manos, se arrodilló frente a ella y comenzó a pasar las manos sobre los pies de la joven, tratando de ese modo de limpiarlos de la arena que se había quedado adherida a ellos. Natalia sintió un nudo en el estómago, sentir de nuevo el tacto de las manos de Roberto sobre su piel hacía que le costara respirar e incluso pensar. Roberto no se encontraba mucho mejor, después de tantos meses de miedo, de incertidumbre ante la reacción de ella, había descubierto que el amor que ella sentía era tan grande como el suyo. El joven deseaba llegar cuanto antes a la privacidad de la casa de Natalia para poder volver a abrazarla, a besarla y a amarla; para poder demostrarle con hechos, y no solo con palabras, que su amor por ella era infinito. Natalia permaneció quieta con la mirada fija en el joven arrodillado frente a ella, esperando que concluyera la tarea que había comenzado. Roberto aseguró los cordones de los botines de Natalia y se sentó a su lado. Colocando una de sus manos sobre las rodillas de ella, evitó que ésta se levantase y procedió a sentarse a su lado para calzarse él también. Natalia observó todos y cada uno de los movimientos de Roberto y sin poder evitarlo, apoyo su cabeza en el hombro de él. Roberto se detuvo durante un segundo y giró la cabeza para mirar a Natalia frente a frente. La sonrisa de la joven hizo que ni pudiera ni quisiera resistirse a robarle un beso y, tras hacerlo, volvió a la tarea que tenía entre manos. Al ver que Roberto ya estaba calzado y la tormenta se acercaba rápidamente, Natalia se puso en pie y tendió la mano a su amado para que él también se levantara de su asiento. Sin embargo, en lugar de incorporarse, el muchacho cayó de rodillas ante ella. Natalia lo miró entre divertida y aturdida, ¿qué estaba haciendo Roberto? Él introdujo la mano en el bolsillo de la chaqueta y volvió a extraer la cajita de terciopelo azul; Natalia sonrió, esperando la reacción de su amado.
#1373
arunda
arunda
17/05/2013 11:06
Gracias Roberta¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡bravobravobravobravo





SI QUIERO??????????????????
#1374
Roberta72
Roberta72
17/05/2013 17:00
Muy buena canción, muy apropiada.
Lo del si quiero no lo decido yo... lo deciden ellos.
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- ¿Qué hacemos con ellos? – Roberto, de rodillas, abrió la caja y extrajo los anillos de ella, poniéndolos en la palma de una de sus manos.
- No lo sé… ¿se te ocurre algo? – preguntó ella mordiéndose el labio inferior tratando de reprimir la risa.
- No podía ponérmelo. – Roberto se puso serio – Pero tampoco podía dejarlos de lado, los he llevado conmigo en cada momento… desde el día que los recibí. – Roberto obvió deliberadamente el hecho de que Margarita Guerra los había guardado durante días, no quería que Natalia supiera lo que había sucedido con Olmedo, o al menos no por el momento – Si algún día llevo un anillo en mi dedo… será este. Y será porque tú lleves el otro.
Natalia tomó aire, tratando de que las lágrimas que anegaban sus ojos no se derramaran. Con tranquilidad, llevó su mano a la que Roberto mantenía extendida y tomó el anillo más grande de los dos. Sin decir una palabra, tomó la otra mano del joven y colocó en anillo en el dedo anular del muchacho. Roberto sonrió y, sin dejar de mirar a Natalia a los ojos, le colocó el anillo que aún sostenía en la palma de la mano. Finamente aquellos anillos habían salido de su caja para ser colocados en el lugar que les correspondía. Natalia enredó sus dedos en el cabello de su amado mientras él se ponía de pie lentamente, acariciando a la joven mientras tanto.
- Roberto, - dijo Natalia en voz muy baja – vamos a casa.
- Sí, vamos.
Natalia se acercó a Roberto y colocó su brazo rodeando la cintura de él mientras el muchacho la atraía hacia sí pasando un brazo por sus hombros. Nadie quedaba ya en las calles, todo el mundo se había refugiado en sus hogares por lo que no pudieron observar a la joven pareja que caminaba lentamente, abrazados, insensibles a la lluvia y el viento.
#1375
arunda
arunda
17/05/2013 17:53
"VAMOS A CASA"........................bravosnifbravosnif

Gracias Robertasonriente
#1376
Roberta72
Roberta72
18/05/2013 19:38
Es que está lloviendo... no van a ir a una terraza a tomar algo. guiño
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Capítulo 153

- Es muy tarde. – Mariana caminaba arriba y abajo por el vestíbulo, nerviosa. Clara y ella habían vuelto a la casa hacía bastante tiempo. Habían caminado por las calles, parando a la gente, preguntando a los conocidos si habían visto a alguien que se ajustase a la descripción que ellas daban, pero nadie parecía haber visto a nadie parecido. Tristes y decepcionadas volvieron a la casa, pensando en la desilusión que sus palabras causarían en el ánimo de Natalia. Minutos más tarde de su regreso, y cuando ya no quedaba nadie en las calles, apareció Luis; tampoco él había dado con el desconocido – Hace un buen rato que no hay nadie por las calles… ¿dónde se habrá metido esta chiquilla?
- No te preocupes por ella, seguro que aparece de un momento a otro. – Luis aparentaba tranquilidad, pero era pura fachada, tan solo para que las mujeres de la casa se mantuvieran tranquilas. Si por él fuera, hubiera vuelto a la calle a buscar a Natalia al ver que no había llegado, pero debía mantener la calma… alguien debía mantener la calma - ¿Puedes preparar un baño caliente y ropa seca para Natalia? Cuando llegue estará empapada y lo va a necesitar.
- Sí… lo último que le faltaba ahora era que se resfriase. Si enferma no podrá cuidar de David ella sola y cualquiera le dice que se olvide de su viaje… ¡Esta chiquilla! – Mariana miró por la ventana una última vez antes de encaminarse a la imponente escalera y subir a las habitaciones para disponer lo que Luis le había solicitado – Usted también debería cambiarse de ropa, no quiero ni imaginar lo que va a decir la señora Nieves si llega a casa estornudando. Voy a dejarle listo también a usted un cambio de ropa. Suba a cambiarse en cuanto se termine el té.
- No hace falta que se moleste, yo… - Luis miró a la mujer que se alejaba por la escalera sin prestarle la menor atención. Mariana era la perfecta ama de llaves, eficiente hasta en los más mínimos detalles y distante con la gente en general, pero a Natalia, a Nieves y a él los trataba como a unos hijos que no sabían cuidarse, o al menos trataba de hacerlo cuando no había nadie presente.
- Gracias a Dios que la señora Nieves y usted dejaron aquí ropa cuando estuvieron cuidando de Natalia, si no fuera así… no sé que iba usted a ponerse. – Mariana continuaba su camino hacia las habitaciones, fingiendo que no había oído ni una sola palabra de lo que Luis había dicho.
Clara se mantenía en el vestíbulo, pegada al cristal de una de las ventanas, buscando a su señorita y rezando porque no le hubiera sucedido nada. Inquieta, miró al cielo y se dio cuenta de que había dejado de llover.
- Señor, - dijo volviéndose hacia Luis – ha dejado de llover. ¿Qué le parece si volvemos a salir?
- No, Clara. Será mejor que permanezcamos en casa. No tiene sentido que todos acabemos empapados. Si al menos supiéramos dónde ir a buscarla… - dijo en voz baja de modo que no le oyera la sirvienta.
- No puedo quedarme aquí esperando… Voy a asomarme hasta la calle… - Clara abrió la puerta y, tras dejarla entornada, salió corriendo por el camino que cruzaba el jardín hasta la calle. Luís no pudo evitar pensar en Nieves, había sido una suerte que su esposa hubiera llevado a la niña a visitar a su abuela, de otro modo ella misma también estaría inquieta y tratando de hallar a su amiga y al misterioso desconocido.
- Ya viene… ya viene… - Clara llegó corriendo instantes después.
- ¿Cómo que viene? ¿Quién viene? – Luis la tomó de los brazos y detuvo su carrera.
- Sí… ahí viene la señorita Natalia. Ni siquiera me ha dado tiempo a llegar a la calle, ya está aquí… ya ha vuelto. Señora Mariana… señora Mariana – Luis soltó a la joven y ésta echó a correr escaleras arriba – ya está aquí la señorita Natalia, ya ha vuelto a casa.
#1377
Roberta72
Roberta72
19/05/2013 17:29
Luis se quedó paralizado, Clara repetía una y otra vez que Natalia estaba de vuelta, pero no había dicho nada de que volviera acompañada, ¿habría tenido ella tan mala suerte como todos los demás? ¿No habría encontrado al desconocido? ¿O lo habría encontrado y no era él? O peor aún, ¿era él y no sentía por Natalia lo que ella sentía por él? En ese caso, ¿por qué estaba allí? ¿Por qué había viajado hasta allí? Por la mente del joven pasaban decenas de conjeturas, conjeturas que se resolverían en cuanto su amiga entrara por la puerta de la casa.
El movimiento de la puerta al abrirse hizo que Luis saliera de su ensimismamiento; por lo que había dicho Clara, Natalia estaba a punto de entrar. Luis tomó aire y se dispuso a afrontar lo que fuera, a apoyar a su amiga en todo lo que necesitara.

Natalia y Roberto habían caminado lentamente hasta la casa, abrazados, ajenos a la lluvia. No se habían cruzado con nadie en su camino pero, aunque lo hubieran hecho, no se habrían dado cuenta de ello, nada ni nadie existía más allá de ellos. Al llegar a la verja de entrada Roberto se detuvo, durante los dos últimos días había pasado horas y horas observado aquella casa, se sabía de memoria el número de ventanas que tenía el edificio, los colores de las cortinas que protegían el interior de aquel hogar, pero seguía intimidado por tanta magnificencia.
- Es tan solo una casa. – dijo Natalia tratando de animarlo.
- Pero… es que tu casa es tan grande. – Roberto no pudo reprimir dejar escapar un suspiro, mezcla de miedo e intimidación.
- Tan solo es un montón de ladrillos y piedra… como cualquier otra casa. Y no es mi casa, es nuestra casa, no lo olvides.
Natalia enfatizó la palabra “nuestra”, se soltó de la cintura de Roberto y lo tomó de la mano. Sonriendo, tiró de él para animarlo a que la siguiera y comenzó a caminar atravesando el jardín. Roberto caminaba lentamente, tan solo animado por la mano que tiraba de él, la mano con cuyo tacto había soñado durante los últimos meses. Al llegar a los peldaños de escalera que daba acceso a la puerta principal no pudo evitar detenerse, Natalia se detuvo también al notar el tirón en su brazo y se giró mirando a su amado. Roberto había perdido el color, sabía que poner el pie en aquella casa significaba un cambio drástico en su vida, un cambio que estaba dispuesto a dar pero que le aterrorizaba. Natalia retrocedió hasta llegar a su lado, sin soltarlo, acarició su rostro con la mano que le quedaba libre y lo besó suavemente.
- Vamos, - dijo ella alejándose de sus labios tan solo unos milímetros – no te preocupes, nadie va a morderte y si lo intentan… yo te defenderé.
Roberto no pudo evitar sonreír, aquella era la Natalia que él recordaba: tierna, cariñosa e ingeniosa. Tomó aire, cuadró los hombros y dio un paso adelante. Subir los escalones le costó menos de lo que esperaba, tal vez porque la mano de Natalia seguía en la suya proporcionándole el ánimo que necesitaba.
#1378
arunda
arunda
19/05/2013 21:13
bravobravobravobravobravo

Roberto ahora entra en ele mundo de Natalia


Gracias Roberta

y no sabe todo lo bueno que le espera
#1379
Esgara
Esgara
21/05/2013 00:24
¡Que bonito!fiesta fiesta fiesta
Uffff por fin juntos sigue cuando puedas.
#1380
Roberta72
Roberta72
21/05/2013 20:31
Capítulo 154

Natalia empujó la puerta y ésta se abrió, la joven no reparó en que tan solo estaba entornada y la empujó para poder pasar. Clara había entrado como un torbellino gritando que la dueña de la casa estaba de vuelta y había dejado la puerta sin cerrar. Luis, en el interior, tomó aire, Natalia estaba a punto de entrar y él se dispuso a recibirla de la mejor manera posible. La puerta giró lentamente, Luis podía ver los dedos de Natalia asomar en el canto de la puerta. Al muchacho aquellos instantes le parecieron interminables, pero finalmente pudo ver el perfil de su amiga. Natalia miraba hacia atrás, como si hablara con alguien. Cuando la puerta se abrió de par en par, Luis pudo ver que su amiga no estaba sola, un hombre tomaba su mano y la seguía al interior de la casa.
- ¡Luis! – dijo Natalia sonriente al ver a su amigo. La joven estuvo a punto de soltar la mano de Roberto y correr hacia el joven que esperaba en el vestíbulo, pero se detuvo en el último instante, recordando que Roberto se había alejado de la casa al ver cómo se abrazaban – ¡Luis, quiero que… quiero que conozcas a Roberto!
Natalia caminó hasta estar frente a Luis, ni siquiera se giró hacia Roberto para que éste no tuviera la posibilidad de negarse a caminar o hiciera algún gesto de incomodidad. La joven se cogió del brazo de Roberto con las dos manos y se acercó a él tanto como pudo.
- Roberto… él es Luis. Ya te he hablado de él en varias ocasiones y… y por fin podéis conoceros.
La situación era de lo más incómoda. Natalia tenía a su lado a dos de los tres hombres de su vida, el tercero aguardaba dormido en su cuna, y deseaba con todo su corazón que se llevaran bien. La joven estaba convencida de que, si no se dejaban llevar por los impulsos y se comportaban como dos personas racionales, podían llegar a ser buenos amigos; eran tan parecidos que no debería haber problemas para que se entendieran. Ellos, por su parte no podían evitar desconfiar el uno del otro: Roberto no sabía a ciencia cierta cuáles eran los sentimientos del joven por su amada y Luis temía que Roberto volviera a hacer daño a la joven o no aceptara a David. Roberto le tendió la mano a Luis y esté se apresuró a dejar la taza de té que aún sostenía en las manos sobre un aparador para corresponder a su saludo.
- Es un placer conocerle. – dijo Roberto con seriedad.
- Igualmente. – respondió Luis.
- Por favor… que estirados… - Natalia no podía dejar de sonreír. Luis dejó escapar una media sonrisa, no podía seguir serio viendo cómo la felicidad se reflejaba en el rostro de su amiga.
- Bien, creo que será mejor que me vaya. – comentó Luis.
- ¿Cómo que te vas? – preguntó Natalia angustiada – No puedes irte… Tenéis que conoceros y…
- Seguro que el señor tiene cosas que hacer, Natalia. – intervino Roberto.
- ¿Qué señor? – preguntó ella desconcertada. Desde el primer momento pensó que los dos jóvenes congeniarían al instante, no tuvo en cuenta que no pudieran hacerlo o que sintieran reparos o desconfianza – Luis es…
- Si, - interrumpió el joven Larrínaga – la verdad es que debo irme. Tengo un par de damiselas que seguro se estarán preguntando dónde me he metido.
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