El despertar de Alicia y de Álvaro

La verdad es que mucha razón no tiene Álvaro en su rabieta. Alicia no tiene la culpa de nada. Fue Fernando el que designó el poco airoso papel de Álvaro. Y éste quien lo aceptó. Ambos, Alicia y Álvaro, eran pareja ya sin saberlo cuando se interpuso Fernando sin quererlo. Es decir, Fernando tampoco hizo otra cosa que satisfacer las necesidades románticas de una jovencita en busca del amor y a la que los escrúpulos excesivos de su profesor condujeron a equivocar el objeto. Sólo un profesor despistado, que sólo piensa en obtener su cátedra, como ha dicho hoy, puede no enterarse del amor que había surgido entre ambos.

Pero después de este berrinche de Álvaro, motivado porque Alicia en realidad no desea anular el matrimonio, vendrá el reconocimiento del mutuo amor. Por cierto, que lo de la anulación en aquella época no era tan fácil. Para el pueblo, y Alicia y Álvaro no son más que eso, esa anulación sólo se otorgaba por la no consumación, por matrimonio rato, cosa muy difícil de probar cuando la mujer no era virgen. Y Alicia parece ser que no lo es.