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Confía en mí (segunda parte)

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#0
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
15/01/2013 15:21
¡Hola, chicas!

¿Qué tal? Publico a partir de hoy la segunda parte de "Confía en mí". Os agradezco vuestro apoyo y espero que os siga gustando. Besosssssssssssssssssssssssssss a todas. MJ.
#41
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
04/02/2013 16:54
Aún no había amanecido cuando Gonzalo y Satur se montaron en sus cabalgaduras. El horizonte bostezaba acurrucado en los brazos de Morfeo, y las teas de las calles iluminaban todavía los oscuros recovecos en los que dormitaban algunos mendigos y se paseaban, impunemente, las ratas y sus depredadores. El héroe de la Villa y su escudero enfilaron las serpenteantes callejuelas en dirección noroeste. Pronto llegaron hasta el recinto del Alficén y atravesaron sus antiguas murallas. El sonido de los cascos de Viento y Roble retumbó en el puente de Alcántara . Satur suspiró y Gonzalo le miró.
-¿Qué te ocurre?
-Ná, amo –volvió a suspirar-, que este lugar me ha embrujao.
El maestro sonrió.
-Toledo es una ciudad maravillosa… -musitó.
-Usted ya había estado aquí, ¿verdad?
-Sí –le contestó escueto.
-¿Y…?
-Pues que me gustó igual que a ti, aunque no tuve tiempo de caminar por sus calles ni de ver sus monumentos…
Viento relinchó al subir por el camino que les llevaría hasta el Castillo de San Servando con su planta cuadrada, sus muros almenados, sus torres cilíndricas en tres de sus esquinas y cubos en las fachadas del mediodía y levante, el torreón norte con sus arcos de herradura y sus barbacanas salientes… Gonzalo acarició con suavidad a su caballo y éste se relajó. A continuación, dijo:
-Fíjate, Satur. Ya está amaneciendo y podrás ver con nitidez la silueta del castillo de San Servando. Ahí veló sus armas Rodrigo Díaz de Vivar.
-¿El Cid…?
-Sí, el Cid. Al menos eso dicen… -Señaló la fortificación y Satur la observó boquiabierto. Gonzalo prosiguió-. Alfonso VI la cedió a los Templarios y cuando éstos desaparecieron de la faz de la Tierra, los frailes de Santiago la ocuparon hasta que la orden religiosa se extinguió.
-¡Lo que usted sabe, amo! Parece un libro abierto.


-El Alficén es un recinto toledano llamado al-Hizam, en árabe, que fue construido por el califa Abd al-Rahman III. Era un lugar inexpugnable situado en la parte noreste de la ciudad. En su interior se levantan dos alcázares, uno de carácter militar y otro que sirvió de residencia a gobernadores y reyes taifas. Este último se denomina Palacio de Galiana. (N. de la A).

-El puente de Alcántara es uno de los puentes de entrada y salida de Toledo. Se levanta sobre el río Tajo y está situado a los pies del castillo de San Servando. (N. de la A).

-El castillo de San Servando es una de las mejores obras de arquitectura mudéjar de España. Fue utilizado en distintas épocas para defender la confluencia de caminos por los que se accedían al puente y como fortaleza militar de la ciudad. (N. de la A).
#42
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
04/02/2013 16:54
Gonzalo rió. Luego prosiguieron por la vieja senda Galiana conmovidos por la belleza que les deparaba el paisaje nevado. Se detuvieron y descendieron de los caballos en el término de Magán, a dos leguas y media de Toledo. Satur no supo qué decir cuando su amo le mostró el Palacio de Galiana.
-Ese lugar fue la residencia de verano de Al-Ma’mun…
-El último rey moro de Toledo… -pronunció Satur tras suspirar.
Gonzalo arqueó las cejas sorprendido. Su postillón le miró.
-Recuerde, amo, que me crié con una familia morisca.
-Tienes razón. –Le sonrió. Luego prosiguió-. Alfonso VI, tras conquistar Toledo, reconstruyó la antigua estructura de la taifa de Al-Ma’mun, y la convirtió en el palacio de Galiana. Los jardines son bellísimos, los denominan Al-Munya al-Na´ura.
-El jardín del rey… -susurró Saturno García con los ojos brillantes.
Gonzalo posó sus manos en los hombros de su amigo.
-Seguro que ellos están bien.
-Sí. –Le devolvió la sonrisa.
El maestro se aclaró la garganta y después manifestó:
-Dicen que en los jardines hay una noria y una clepsidra…
-¿Y eso qué es?
-La clepsidra es un reloj de agua, Satur. La construyó Al-zarqali .
-¿El hombre de los ojos azules?
-Así le llamaban, aunque ese no era su verdadero nombre. Parece ser que Al-Ma´mun confío plenamente en él y se convirtió en una persona muy querida en la corte del rey toledano.
-Vamos, que el hombre era un manitas… -musitó Satur.
-Pues sí y eso que era analfabeto.
-¿De veras?
Gonzalo asintió. Satur volvió a contemplar el palacio.
-¡Qué grandes hombres ha habido en la historia y qué poco se ha sabido de algunos!
-Tienes razón, Satur.
Una ráfaga de aire frío les hizo arrebujarse en sus capotes. Gonzalo puso una de sus manos en el hombro izquierdo de su postillón.
-Tenemos que seguir…
-Sí, amo.
Se montaron en sus caballos y tomaron el camino de la Azuela. Subieron a un cerro desde donde se podía percibir, en la lejanía, la villa de Toledo. Satur se quedó hipnotizado contemplando aquellas vistas. Le pareció oír el murmullo perpetuo del río Tajo que, enamorado, abrazaba como un apasionado amante a la ciudad de las Tres Culturas.
-Es maravillosa…
-Lo sé, Satur. –Le sonrió.
Minutos después, alcanzaron la ruta del sur por la que llegarían hasta Ajofrín, donde se detendrían para almorzar, pero antes pasarían por Piedrabuena y Portezuelas. Su destino aquella noche sería dormir en Orgaz.


-La senda Galiana fue una antigua calzada romana que llegaba hasta las Galias. (N. de la A).

-Al-zarqali, cuyo nombre verdadero era Abu Ishaq Ibrahim Ibn Yahya al-Naqqash, fue un afamado astrólogo de al-Andalus. Trabajó como herrero y orfebre y destacó por tener una gran destreza para construir elaborados instrumentos científicos. (N. de la A).

Continuará... Besossssssssssssssssssssssssssssssss a todas. MJ.
#43
Kaley
Kaley
04/02/2013 18:26
Que bonito MJ, al final me va a gsutar aquella asignatura que se me atragantó, jajaja

Maravilloso, a la espera de la próxima entrega ....
#44
littlenanai
littlenanai
04/02/2013 22:41
Me encanta! por cierto, una pregunta...has estudiado la carrera de historia o algo? es que con lo que escribes me da la sensación de que sabes muchísimo sobre ella :) sigue así que vas genial, un beso!
#45
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:14
¡¡¡Hola, guapas!!!

¿Qué tal?

kaley, cielo, me alegro que te guste. Si al final se aprende... Je,je,je,je,je. Yo también estoy recordando cosas y aprendiendo. Besossssssssssssssssssssssss, guapetona.

Littlenanai, pues no no he estudiado Historia, pero siempre me gusta documentarme a la hora de escribir y en ello estoy. Me alegro de verdad que te guste tanto "Confía en mí". Besosssssssssssssssssssss, cielo.

Por cierto, voy a colgar ahora mismo la continuación. Hoy me extiendo un poquito más porque no quiero cortar la última escena. Espero que os guste y que os emocione. Besosssssssssssssssssssssssssss a todas. MJ.

A más ver.
#46
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:15
CONFÍA EN MÍ

Catalina irrumpió en su casa con gesto cansado y con la preocupación latiéndole en las sienes. Había estado a punto de cometer una locura en el palacio de Santillana y tampoco podía dejar de pensar en Margarita y en su bebé. Sin embargo, sus pensamientos se quedaron suspendidos en la sala al ver al doctor Osuna y a una desconocida que, sentados en las sillas de su comedor, conversaban animadamente con Cipri. Murillo y un niño la miraron. Su hijo habló:
-Buenas noches, madre.
Los adultos enmudecieron y se giraron.
-Buenas noches… -musitó Catalina tras dejar una cesta de víveres encima de la mesa.
Álvaro y la mujer se levantaron de los asientos y Cipriano les emuló. La saludaron y después fue el antiguo posadero el que dijo:
-Catalina, esta es la señora Olmedo, la nueva partera del hospital del barrio.
El ama de llaves arqueó las cejas, pero aceptó la mano que le ofrecía la comadrona.
-Encantada, señora Olmedo.
-Isabel, mi nombre de pila es Isabel.
-Un nombre de reina… -murmuró Cata sonriéndole.
-Sí. –Le sonrió.
El silencio se personó durante unos segundos en la estancia. Álvaro lo rompió al decir:
-Isabel y Manuel, su hijo… -El pequeño parpadeó-, no tienen dónde quedarse y hemos pensado que como tú alquilas habitaciones…
-¡Claro, habéis tenido una excelente idea! –exclamó la dueña de la casa-. Así mi Murillo y yo no nos sentiremos tan solos, ¿verdad, hijo?
Murillo asintió. Cipri bajó la mirada al suelo. Aún tenía que ocultar lo que sentía por Catalina, al menos hasta que pasara el año de luto. Suspiró.
-Se lo agradezco, señora…
-Catalina. Mi nombre no es tan bonito como el tuyo, pero es el que me puso mi madre y ella siempre estuvo orgullosa de él.
Isabel le sonrió.
-¿Quieres que te enseñe el cuarto?
-Sí. Mi Manué y yo nos conformamos con uno pequeñito, ¿a que sí, cielo? –le preguntó al niño, que se abrazó a ella.
-Pues no es tan pequeño. A ver qué te parece, Isabel…
Álvaro y Cipri se sonrieron. La partera miró con detenimiento la habitación en la que Margarita y Alonso habían dormido y que Juan también había ocupado cuando vivió allí.
-Me gusta, Catalina. Es más de lo que podía soñar.
-Me alegro, Isabel. Podrás cocinar en mi fogón, tender tus ropas y las de tu hijo en el patio, utilizar el pilón, los utensilios de la cocina… En fin, todo lo que necesites.
-¿Y cuánto llevas por el alquiler?
-¿Te parece bien dos ochavos a la semana?
-Sí.
-Entonces… ¡Bienvenidos a mi casa, que ahora también es la vuestra!
-Muchas gracias, Catalina.
#47
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:16
Ella le sonrió y después acarició el rostro de Manuel, que la observaba con sus grandes y expresivos ojos oscuros. Álvaro habló:
-Yo tengo que marcharme, me esperan en el hospital.
-Claro, doctor Osuna, muchas gracias por todo –le dijo Isabel sonriente.
-Ha sido un placer –le contestó él devolviéndole la sonrisa. Luego miró a la dueña de la casa-. Buenas noches, Catalina.
-Buenas noches, doctor.
Cipri carraspeó.
-Yo también me voy…
Cata asintió.
-Ha sido un gusto conocerla, señora Olmedo.
-Lo mismo le digo, Cipri.
Tras la cena, que fue frugal, los niños se fueron a dormir. Catalina zurcía unos pantalones de Murillo junto al fuego. Isabel cerró la puerta de su cuarto y se sentó junto a su casera.
-Manué se ha quedao dormidito –sonrió-, estaba agotao.
Cata dio varias puntadas a la tela y luego cortó el hilo que sobraba con la boca. Dejó el pantalón encima de la mesa.
-No paran, ¿verdad? –Suspiró-. Y eso que el tuyo todavía es pequeño… ya verás cuando tenga la edad de mi Murillo.
-Vendrán otros problemas…
-Sí –afirmó con rotundidad el ama de llaves de la marquesa de Santillana. Catalina la miró y volvió a tomar la palabra-. Por cierto, ¿de dónde eres? Tu acento me parece del sur, pero también hablas como los castellanos…
-Nací en Sevilla y viví allí hasta los catorce años. Me quedé huérfana por culpa de la peste que asoló la ciudad tras las inundaciones del mes de abril de 1649… Los vecinos empezaron a sentirse mal, a tener náuseas, vahídos… -dijo Isabel con la voz entrecortada por los dolorosos recuerdos.
-Es verdad. Aquel año, después de San Isidro, se prohibió la entrada a la Villa de personas y bienes procedentes de Sevilla… -musitó Cata tras suspirar.


-La epidemia de peste de 1649 fue la mayor crisis epidémica que ha padecido la ciudad de Sevilla en toda su historia. La peste bubónica, procedente de África, se inició en algunos puertos de Andalucía, atacó fuertemente a la ciudad de Valencia en 1647 y se extendió por Aragón, Murcia y por el resto de Andalucía. En Sevilla murieron más de 60.000 personas, el 46% de la población. Los barrios más afectados fueron los pobres y hacinados como el de Triana. (N. de la A).
#48
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:17
Isabel asintió.
-Fue horroroso ver morir a mis seres queridos y a muchos amigos y vecinos de mi collación… En la explanada que había entre la muralla y el Hospital de la Sangre la gente pedía a gritos que les ayudaran, pero no había camas y se morían allí… Los cadáveres se amontonaban por toda la ciudad y tuvieron que abrir carneros y sepultarlos en el convento de San Jacinto, en la Macarena, en el Prado de San Sebastián, en el Baratillo… -Los ojos de Isabel se humedecieron. Catalina le asió una de las manos y la apretó. La partera prosiguió-. Yo sobreviví a aquello y una tía de mi padre, que vivía en Salamanca me recogió.
-Debió de ser muy duro para ti.
-Lo fue, pero mi tía Enriqueta era una mujer de carácter y me ayudó a soportar aquel dolor. Ella era matrona y trabajaba en el hospital de Salamanca. Me dio cariño, comprensión, un hogar, me enseñó a leer y a escribir... y me inició en su oficio.
-Tiene que ser maravilloso traer niños al mundo, ¿a que sí? –le preguntó Catalina acordándose de Margarita.
-Sí, es el trabajo más hermoso que conozco.
-¿Y el padre de Manuel?
Isabel suspiró y cambió la expresión alegre que tenía segundos antes en su rostro.
-¡Ay, disculpa! Vas a creer que soy una metomentodo…
-No, no te preocupes. Sebastián, el padre de Manué, murió al poco de nacer mi hijo. Era soldado…
-Eres viuda como yo… -murmuró Catalina.
-Sí y ambas luchamos para que a nuestros hijos no les falte un mendrugo de pan que llevarse a la boca.
-Por los hijos una se queda sin comer y lo que haga falta, ¿verdad?
Isabel asintió. Su casera suspiró y se llevó una mano al rostro para enjugar las lágrimas.
-¿Qué te ocurre, Catalina?


-Se llamaba collación o collaciones a los distintos barrios o parroquias en las que se concentraban y vivían los habitantes de Sevilla. Existían las collaciones de Triana, de San Bernardo, de San Roque… (N. de la A).

-Los carneros eran lugares donde se arrojaban y sepultaban cadáveres. (N. de la A).
#49
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:17
-Pienso en una amiga… -Sollozó-. Dentro de unos meses tendrá un hijo y lo está pasando muy mal.
-¿Quieres que la vea? ¿La puedo ayudar en algo?
-Te lo agradezco, pero a ella aún no se le nota la barriguita y todo es demasiado complicado.
-¿Tu amiga va a ser madre soltera?
Catalina asintió. No le gustaba mentir, pero se le había escapado aquello y no tuvo más remedio que seguir por aquel espinoso camino en el que se había metido. Se aclaró la garganta y luego dijo:
-Su padre la ha echado de su casa y la ha recogido una anciana muy piadosa. Mi amiga está sufriendo mucho y me preocupa su salud y la de su bebé.
-¿De cuánto tiempo está?
-Va pa tres meses.
-Dile que se alimente todo lo bien que pueda… que tome leche, que coma frutas frescas, verduras, que no coja peso… y, sobre todo, que se tranquilice. La criatura se lo agradecerá.
-Eso mismo le he dicho yo a Mar… A Marta, que así se llama la muchacha, que se calme y que piense en el niño, que todo lo demás se solucionará cuando se tenga que solucionar.
-¿Y el padre? –le preguntó Isabel Olmedo.
Catalina suspiró.
-Se marchó y…
-¡Otro sinvergüenza que se aprovechó de una mujer y si te he visto no me acuerdo! –exclamó enojada la comadrona.
Catalina le asió el brazo derecho.
-Es que él no sabe que está preñá.
La matrona parpadeó.
-¿Entonces…?
-Pues ahí es donde me encuentro yo. Que no sé si decírselo o callar. ¡Menudo papelón me ha tocado a mí!
-¿No se había ido? –le inquirió extrañada.
-Pero volverá. El día menos pensado regresará y yo no sé qué hacer, Isabel.
-¿Están disgustaos?
-Pues sí y yo en medio –la madre de Murillo suspiró-, sin saber por dónde tirar… porque, Isabel, te juro que les quiero a los dos. Pero ella me necesitaba y lo que ocurrió fue muy gordo, que yo lo vi con mis ojos y… -Catalina se calló al darse cuenta de que estaba hablando demasiado.
-No lo entiendo… -murmuró Isabel-. ¿El muchacho no había dejado embarazá a tu amiga? ¿Qué viste…?
-Estoy tan cansá que no sé ni lo que digo. Sí, él la dejó preñá y ahora están enfadaicos, pero estoy segura de que volverán a estar juntos. Se quieren mucho, Isabel, y el amor no puede escabullirse por las ventanas, como decía mi madre que en gloria esté… -musitó, persignándose-. Muchas gracias por escucharme. Le diré a Mar… a Marta, que siga tus consejos. –Se levantó del estrado.
Isabel asintió.
-Cualquier cosa que yo pueda hacer…
-Te lo agradezco en su nombre. Buenas noches, Isabel, que descanses.
-Buenas noches, Catalina.
La madre de Murillo subió la escalera que conducía a la planta alta de la casa. La nueva partera de San Felipe miró las paredes, los muebles, el fuego de la chimenea… Por primera vez en muchos años sentía que había hallado un hogar en el que su hijo y ella podrían ser felices. Se levantó del asiento y se dirigió a su habitación. Sonrió al ver el sueño tranquilo de su hijo.
#50
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:18
Gonzalo y su escudero llegaron a Orgaz cuando el firmamento comenzaba a tachonarse de estrellas y la luna, que iba decreciendo su plateada preñez, se asomaba, tímidamente, entre los tejados de las casas del pueblo. En la entrada del municipio vieron a un hombre que llevaba varios cestos con leña.
-¡Buen hombre! –le llamó Satur-. ¿Dónde podemos encontrar alojamiento en Orgaz?
El campesino les miró y se detuvo.
-¡Pues como no sea en la posada de la Mora! –Se rascó la cabeza.
-¿La regenta una morisca?
-No. La llaman así porque sus antiguos dueños eran moros. Cuando los expulsaron del pueblo, la casona pasó a ser propiedad del alcalde.
-¿Y dan allí de comer?
-Pues eso no.
Gonzalo intervino en la conversación.
-¿Y dónde podemos cenar?
-Ustedes vayan al callejón de las Cruces, que es donde se encuentra la posada, y luego al final de la calle, en una esquina, se halla el mesón de la Trovadora.
-¿De la Trovadora? ¡Qué nombre más extraño para un mesón! –exclamó Satur.
-Ya lo comprenderán cuando vean a la dueña. Eso sí, comer se come bien, que la Trovadora llena las escudillas hasta arriba, se lo aseguro.
-Muchas gracias –le dijo el maestro.
-¡Que les sepa bien!
Gonzalo y Satur hicieron lo que el vecino de Orgaz les había dicho. Pagaron una habitación en la posada de la Mora y dejaron los caballos en la cuadra al cuidado de un mozo. Luego se dirigieron al mesón de la Trovadora. Al entrar en aquel lugar, la añoranza les invadió. El establecimiento, pequeño y acogedor, de planta rectangular con pilares recios, sillares de piedra en la base y alzados enjalbegados, les recordó a la cocina de su casa. A Gonzalo le pareció oír la risa de su mujer. Margarita reía cada vez que Alonso y él intentaban hacer un pastel. Ella siempre les ayudaba y después acababan en una batalla campal donde la artillería pesada eran la harina y el azúcar. Por supuesto él siempre era el perdedor. Gonzalo tragó saliva. El postillón del Águila Roja habló:
-Amo, allí en el fondo he visto una mesa libre.
-Sí, vamos…
Se sentaron y a los pocos minutos se les acercó un niño que tendría la misma edad que Alonso.
-Buenas noches, caballeros, ¿qué desean para cenar?
Satur habló:
-¿Qué nos ofreces, zagal?
-Pues en los fogones hay olla podrida, salpicón y duelos y quebrantos. Mi madre cocina como nadie por estos andurriales, así que les recomiendo que prueben un poco de cada plato.


-La olla podrida se comía casi a diario (es lo que actualmente se conoce como cocido) y se solía hacer con carne de vacuno, garbanzos y algunas verduras. (N. de la A).

-El salpicón era un plato de restos de cocido que consistía en mezclar carne con sal, vinagre, aceite, pimienta, ajos y especias. (N. de la A).
-Los duelos y los quebrantos eran una cena ocasional con productos de la matanza. (N. de la A).
#51
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:19
-Se me hace la boca agua, muchacho. –Les sonrió-. ¿Y quién es tu santa madre, hijo? –le preguntó Satur sonriente.
-La Trovadora.
-¿La dueña del mesón?
-Sí.
-¿Y por qué le dicen así?
-Ella fue actriz en los corrales de comedia y…
-¿No me digas? ¡Yo también fui actor! –exclamó, alegre, Satur-. A lo mejor coincidimos alguna vez en escena. ¿Cómo se llama?
-Adela de Ayán.
-¿Adela de Ayán es tu madre? –le preguntó asombrado Satur.
-Sí.
-Yo la vi una vez en el corral de Almagro y me emocionó tanto su actuación, que mira, chiquillo, se me ponen los pelos como escarpias al recordarla. –Le señaló el brazo izquierdo.
-¿Y usted cómo se llama?
-Saturno García, pero mi nombre artístico era Cupido García.
Gonzalo arqueó las cejas.
-¿Cupido…?
-Pues sí, amo, así me pusieron –sonrió- es que mi flecha era muy famosa entre bambalinas… -Satur soltó una carcajada, pero se calló al ver la expresión de Gonzalo, que le reñía entre dientes y le señalaba al niño.
-¿Qué flecha…? –le preguntó éste.
El escudero del Águila Roja carraspeó antes de volver a tomar la palabra:
-La que siempre lleva Cupido… -Mateo, que así se llamaba el hijo de la Trovadora, no le comprendió y Satur le dijo-: Después te cuento la historia del dios del amor, chiquillo… Ahora tráenos un poco de todo, ¿no? Y un buen vinito de la Sagra para que la olla podrida, el salpicón y los duelos y quebrantos bajen hasta la barriga.
-A mí me traes sólo un poco de olla podrida –dijo Gonzalo segundos después.


-Los corrales de comedia eran teatros permanentes y se ubicaban en los patios internos de las casas plebeyas. El más conocido era y es el Corral de Almagro donde se celebra actualmente el Festival Internacional de Teatro Clásico. (N. de la A).
#52
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:19
El muchacho asintió y fue en busca de la cena. Satur miró a los otros clientes del mesón, que sentados a las mesas conversaban, bebían y comían ajenos a los problemas que ellos tenían.
-Este lugar me agrada, amo. Tiene algo especial, parece que uno se encuentra en su…
-En su hogar –manifestó Gonzalo con gesto triste.
-Eso mismo iba a decir yo… -Satur le dio un pequeño golpecito en el hombro izquierdo y luego dijo-: Pero anímese, hombre, que seguro que la olla podrida le asienta el estómago y le regala un buen descanso.
-Estoy pensando en Alonso… ¿Cómo estará?
-Pues bien. Mamoselle es una gran dama y la señorita Anabel adora a su chiquillo, así que no se preocupe usted por él, que Alonsillo sabe cuidarse.
El maestro movió la cabeza, pero la expresión de su cara no cambió. Satur siguió hablando:
-Pero también piensa en la señora, ¿verdad?
Él asintió.
-¿Y si no la encuentro, Satur? Si la pierdo yo… -comenzó a decir Gonzalo con los ojos brillantes.
-¡Claro que la vamos a encontrar! –exclamó, asiéndole del brazo derecho-. La señora Margarita es de armas tomar… -Gonzalo hizo ademán de contestarle, pero su amigo se lo impidió-. ¡Lo es, amo! Que ella solita sería capaz de batirse con todos los hombres del Comisario y dejarles tullidos… -Satur bajó la voz-, si le enseñara a manejar las armas que tiene en la guarida, pues no sé yo si le saldría a usted competencia en los tejaos, ¡eh! –dijo, haciendo aspavientos con las manos.
-Satur…
-¡Lo que yo le diga amo! Sin embargo, a mí me dejarían seco. Que si Satur ven conmigo, que si Satur te necesito yo… Vamos, seco como una pasa.
Gonzalo sonrió.
-Ve cómo sonríe, si es que en el fondo sabe que tengo razón. Ella le ama y mucho y yo estoy seguro de que esto que usted y yo estamos haciendo le va a llegar al corazón, y que regresa, regresa a la Villa.
-Ojalá no te equivoques, Satur.
-Ya verá como no, amo, y…
El hijo de la Trovadora regresó con una bandeja repleta de sabrosas viandas y con una jarra de vino de la Sagra.
#53
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:19
-¡Qué bien huele, muchacho!
Mateo sonrió.
-Le he comentado a mi madre que usted era de su gremio y dice que después vendrá a saludarle y que recitará esta noche un soneto de Garcilaso en su honor.
-Pues dile que mi amo y yo la oiremos encantados, ¿verdad? –le preguntó a Gonzalo.
-Sí. –Gonzalo sonrió al niño-. ¿Cómo te llamas?
-Mateo, señor.
-¿Qué edad tienes?
-Cumplí once años el mes pasado.
-Mi hijo también tiene once años.
-¿Y trabaja en un mesón?
-No, él estudia. Yo soy maestro.
El pequeño fue a hablar, pero alguien le llamó desde otra mesa.
-¡Mateo, trae más vino!
-Si me disculpan…
Gonzalo y Satur vieron cómo el niño servía a unos viajeros que también habían alquilado habitaciones en la posada de la Mora.
-Unos nacen con suerte y otros… Sin embargo, Mateo come todos los días y su madre es dueña de este lugar -musitó el postillón introduciendo el cucharón de madera en la primera escudilla.
-La educación es importante, Satur. Los niños deberían de estudiar y los adultos ganar el jornal para que ellos se conviertan en hombres y mujeres de provecho.
-Así tendría que ser, amo, pero la vida es así de perra y de complicá, pero al menos Mateo no está en la calle como otros chiquillos. –Gonzalo suspiró-. La olla podrida está de muerte… -dijo el postillón relamiéndose-, pruebe, pruebe la suya y ya me dirá…
Gonzalo hizo ademán de llevarse la cuchara a la boca; sin embargo, ésta se quedó suspendida en el aire. El maestro se fijó en la mujer que acababa de salir de una de las puertas que, detrás del mostrador, había permanecido cerrada todo el tiempo. Adela de Ayán la Trovadora era delgada y alta y poseía una elegancia innata que destacaba por encima de sus rasgos delicados. Los años habían dejado huellas en su rostro y una artrosis en su cadera derecha que le impedía caminar correctamente. Aun así, Adela deleitaba todas las noches a sus clientes recitando poemas con su modulada voz y su sonrisa amable. Así recordaba su juventud cuando fue considerada una de las mejores actrices de la época. Su nombre llenaba los corrales de comedia. Tuvo como amantes a nobles y a personajes ilustres del reino e incluso las malas lenguas murmuraban que el rey de las Españas había compartido su lecho con ella, pero un día el destino la llevó hasta Orgaz. Conoció al que se convertiría en el padre de sus hijos. Se enamoró perdidamente de él y Adela decidió formar una familia y se asentó en aquel pueblo, lejos de las envidias, los secretos, los enamorados y los aplausos. La antigua actriz habló con Mateo y miró después hacia la mesa que éste le señalaba. Adela comenzó a andar con su paso renqueante.
-Buenas noches… Soy Adela de Ayán, ¿les gusta la cena?
Gonzalo se puso de pie y Satur le emuló. El maestro habló:
-Me llamo Gonzalo de Montalvo. Sí, está exquisita. –Le sonrió.
-Buenísima, señora. Usted es una gran cocinera.
-Muchas gracias –les devolvió la sonrisa-, pero siéntense y sigan comiendo. Mi hijo me ha hablado de ustedes, ¿quién de los dos se dedicó al teatro?
-Saturno García pa servirle, señora de Ayán… -musitó él limpiándose los dedos de su mano derecha en la manga izquierda de la camisa-. Yo actué como usted en los corrales de comedia…
-¡Ay, aquellos hermosos años…! –exclamó melancólica la Trovadora.
-Los echa usted de menos, ¿verdad?
-Algunas veces, pero en Orgaz soy muy feliz. Mis hijos están sanos, mi negocio funciona y puedo hacer lo que me gusta, ¿qué más puedo pedir a la vida?
Gonzalo habló:
-Nada. La felicidad se asienta en su hogar.
-Sí. La única pena que tengo es que me quedé viuda hace dos años… -suspiró- y añoro muchísimo a Rodolfo, mi esposo.
-Bueno, pero usted aún está de buen ver y… -comenzó a decir Satur sonriente.
Adela soltó una carcajada alegre y cantarina.
-¡Ay, no, mi Rodolfo fue el mejor marido que una mujer puede desear! Ya no me apetece compartir mi cama con ningún otro.
Gonzalo sonrió.
-La comprendo. Cuando se conoce al amor verdadero, nadie puede sustituirle…
-Así es, señor Montalvo. ¿Y adónde se dirigen ustedes?
-A Sevilla.
Adela de Ayán arqueó las cejas.
#54
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:20
-Muchas leguas y otras tantas jornadas les quedan todavía para llegar a la ciudad del Guadalquivir.
-Sí.
-¿Van hasta allí por negocios?
-No. Voy en busca de mi amor verdadero.
-Y yo le acompaño –dijo Satur.
-¡Qué hermoso! Pues a usted y a este compañero de escena –el escudero del Águila Roja sonrió- les dedicaré esta noche los versos que dentro de unos minutos recitaré. Espero que les gusten.
-Estoy seguro de que así será –le respondió Gonzalo.
Adela asintió y se acercó hasta un pequeño estrado que se hallaba en un rincón del atestado salón. La Trovadora subió con dificultad los tres peldaños que conducían hasta la tarima y luego la sala enmudeció. Los leños que ardían en la chimenea no se atrevieron a crepitar. Adela alzó sus brazos y comenzó a pronunciar los primeros versos del soneto quinto de Garcilaso de la Vega.

“Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo…”

La mente de Gonzalo tornó al momento en el que él también recitó aquel poema…

“Se encontraban todos en la casa. Margarita recogía la loza, Satur la ayudaba mientras Alonso hacía los deberes para la escuela y él trataba de explicarle algo que su hijo no entendía.
-Pero, ¿por qué tiene que tener el soneto catorce versos endecasílabos? No lo entiendo.
-Los sonetos están estructurados de esa forma, Alonso. Las dos primeras estrofas son cuartetos y las otras dos son tercetos. El primer cuarteto presenta el tema del soneto, el segundo lo desarrolla. El primer terceto reflexiona sobre la idea o expresa algún sentimiento vinculado con el tema de los cuartetos y el último terceto, el más emotivo, remata una reflexión o un sentimiento profundo que tiene que ver con lo expresado anteriormente en las otras estrofas. Lo he explicado hoy en clase.
-¿Y tiene que ser siempre así?
-Sí. Tienen que cumplir esas reglas.
-¡Pues vaya estupidez!
#55
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:20
-Estupidez dice el niño… -habló Satur, que había cogido una manzana del cuenco de las frutas-. Pues recitando sonetos he conquistao yo a muchas mujeres…
Margarita acarició el rostro de su sobrino.
-Mi amor, tu padre sabe lo que dice. Los sonetos son hermosísimos y como dice Satur a nosotras nos encantan que nos los reciten.
-Ves, Alonsillo, que tengo razón –manifestó el postillón tras darle un mordisco a la manzana.
Gonzalo miró a su mujer y le preguntó:
-¿Te gustan los sonetos?
-Sí. Sobre todo los que hablan del amor –le dijo ella con gesto pícaro.
-Pues recítele usted uno a la señora, a ver qué tal lo hace.
-¿Creéis que no soy capaz de hacerlo bien?
-¿Tú que piensas, tía?
-Pues no sé, Alonso. Tu padre y el romanticismo no se llevan muy bien –le contestó seria, pero con la risa flotando en sus ojos oscuros.
Gonzalo abrió la boca para protestar, pero su hijo se le adelantó.
-Tienes razón, tía. –Alonso le miró-. Padre, tú muy romántico no eres, ¡eh!
Satur rió divertido.
-¿Que yo no…?
Gonzalo se puso de pie. Margarita y su hijo se sonrieron y se guiñaron un ojo.
-Esto no me lo pierdo yo –dijo Satur y se sentó en una de las sillas.
Gonzalo le observó y frunció el ceño.
-A ver, a ver qué es capaz de hacer…
El maestro suspiró. Lentamente, y sin dejar de mirarla, se acercó hasta donde se hallaba su esposa. Asió una de sus manos y la besó. Margarita le sonrió. Alonso se sentó junto a Satur. Gonzalo se aclaró la garganta y las palabras brotaron de su corazón…

“Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aún de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

-Mi amor… -murmuró Margarita emocionada.
Él le sonrió y la abrazó. Se miraron unos segundos antes de que sus labios se unieran en un beso largo y apasionado.
#56
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
11/02/2013 21:21
-Pues sí que tiene arte pa enamorarlas, ¡eh, Alonsillo! –le dijo Satur sonriente.
-Mi padre es único… –le respondió feliz.
-Es que lo tiene tó guardao muy adentro… -Le revolvió los cabellos-. ¡Anda, vámonos que los tortolitos quieren estar solos!
Se levantaron de los asientos. Gonzalo y Margarita les miraron.
-¿Os vais? –preguntó Gonzalo.
-Ya es hora de irse a dormir, ¿verdad, Alonsillo?
-Sí –contestó y, a continuación, hizo como si bostezara. Se acercó hasta donde se hallaba Margarita y la abrazó-. Buenas noches, tía.
-Buenas noches, mi amor, que descanses.
-Buenas noches, padre.
-Buenas noches, hijo –Gonzalo le besó y luego vio cómo se iba hasta su habitación.
-Le felicito, amo. Recita usted muy bien.
-Ya.
-¡Qué duerman bien! Si pueden… Porque me parece a mí que lo que se dice dormir tras ese beso…
El criado les sonrió y después se fue a su cuarto. Se quedaron solos. Gonzalo miró hacia las escaleras que conducían hasta la planta alta de la casa.
-Ven, quiero enseñarte una cosa… -habló su marido asiéndole de la mano.
-¿Qué…?
-Ya verás… -le respondió enigmático.
Subieron al altillo y luego salieron al tejado donde se sentaron. Gonzalo le señaló el firmamento que estaba sembrado de estrellas.
-Ellas siempre brillan en tus ojos.
-Gonzalo…
-Y la luna… Ella representa el poder femenino, es la Diosa Madre, la Reina del Cielo… como tú lo eres para mí.
Margarita se arrojó en sus fuertes brazos y le besó enamorada. Luego acarició las mejillas masculinas con las yemas de sus dedos.
-Te quiero tanto, mi amor… Tanto.
-Tú eres mi vida, mi luz… Todo.
-Y eso que Satur, Alonso y yo pensábamos que no eras romántico…
Él sonrió tras besar su cuello.
-Lo soy, pero sólo para ti… -le susurró al oído.
Se abrazaron y contemplaron aquel cielo en el que titilaban todos sus sueños. Más tarde, en su alcoba, el amor y el placer se fundieron en sus pieles. La madrugada les arropó con su manto de estrellas…”

Los aplausos de la clientela de la Trovadora le devolvieron al presente. Gonzalo parpadeó y también aplaudió. Satur y él terminaron de cenar y luego se fueron a dormir a la posada de la Mora. Al día siguiente continuarían el viaje por el camino de Yébenes hacia Malagón, pero se encontrarían con un imprevisto que les obligaría a quedarse un día en Fuente el Fresno con sus fiestas de los Tomillos y sus hogueras y la romería de Santa Lucía.


Continuará... Espero que os siga gustando. Besosssssssssssssssssssssssssssss a todas. MJ.
#57
Kaley
Kaley
12/02/2013 11:36
bravobravobravobravobravobravo
#58
littlenanai
littlenanai
13/02/2013 16:13
Que ganas tenía de volver a leerte :) jo estoy deseando que Gonzalo y Margarita se reencuentren y me gusta el nuevo personaje de la comadrona :) espero la continuación, un beso!
#59
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
18/02/2013 20:51
¡¡¡Buenas noches, chicas!!!

Muchas gracias, Kaley, Littlenanai. Me alegro de verdad que os guste esta segunda parte de "Confía en mí". Ahora vuelvo a colgar la siguiente entrega. Besitosssssssssssssssssssssssssssss a las dos y a las demás chicas, también. MJ.
#60
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
18/02/2013 20:52
CONFÍA EN MÍ (SEGUNDA PARTE)

Sor Teresa María se hallaba en su privado leyendo las misivas que había recibido aquella mañana. Oyó los dos golpecitos en la puerta y alzó la mirada.
-Entre…
Sonrió al ver a Anabel, que venía acompañada por las hermanas Angustias y Teodora. La madre abadesa se puso de pie y abrazó con cariño a su ahijada.
-¿Cómo te encuentras, mi niña? –le preguntó tras acariciar con ternura sus mejillas.
-Estoy muy feliz, madrina. ¡Me caso esta próxima primavera! –exclamó sonriente.
La hermana de Agustín arqueó las cejas sorprendida.
-¿Qué te casas…? ¿Con quién?
Las otras monjas, que aún se hallaban emocionadas por la noticia, suspiraron a la misma vez. La portera del convento de la Misericordia, habló:
-Anabel, muéstrale a la madre superiora el anillo de compromiso.
La joven asintió. El anillo de zafiros y diamantes brilló cuando ella le enseñó la mano izquierda a la religiosa.
-Es muy bonito, pero…
-Déjeme que le explique, madrina…
Sor Teresa asintió. Las otras monjas se marcharon para seguir con sus quehaceres. Anabel y su madrina se sentaron en un banco de madera que se hallaba enfrente de uno de los ventanales. La luz, diáfana, acariciaba a los viejos muebles de aquella sobria habitación. Ambas oyeron a los pájaros que piaban entre las ramas del viejo roble y se sonrieron.
-¿Recuerdas…?
-Sí, siempre me gustó contemplar a los pajarillos desde este ventanal. Pensaba que estaba en mi hogar con mi madre…
-Lo sé, Anabel –le respondió triste.
-Yo siempre la querré a usted y a las demás hermanas, pero…
Sor Teresa movió la cabeza y apretó las manos de su ahijada.
-Algún día sé que la encontrarás… –Anabel asintió y la monja la besó con cariño. Luego le preguntó-: ¿Cómo te encuentras con los Montalvo?
-Ellos me tratan como si fuera parte de su familia. Les tengo mucho afecto, madrina.
-Mademoiselle Gaudet no se equivocó al llevarte a aquella casa.
-No, no lo hizo. –Le sonrió.
El silencio se personó durante unos segundos en el despacho de Sor Teresa, que carraspeó antes de volver a hablar:
-¿Cómo se llama tu prometido?
-Álvaro de Osuna y es uno de los doctores del hospital. Nunca había sentido algo así, madrina. Él es delicado, cariñoso, me respeta, me comprende y sabe que me abandonaron al nacer. –Anabel suspiró-. No le importa, madrina, ni tampoco que mi nombre sea plebeyo… Yo le quiero tanto… -musitó emocionada.
-¿Ese joven es de buena familia?
-Sí. Su padre es el marqués de Abrantes y Álvaro su único hijo varón.
-¿Un marqués? –le preguntó asombrada.
-Sí. –Anabel miró a la religiosa-. Su familia vive en Salamanca… -Se mordió el labio inferior-. Álvaro les escribió para decirles lo del casamiento y yo… yo tengo miedo de que por mi culpa ellos…
Sor Teresa asió las temblorosas manos de su ahijada y las apretó con cariño.
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