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Confía en mí

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#0
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
05/06/2012 21:17
¡Hola, Aguiluchas!

Vuelvo a colgar este mensaje, porque no sé qué ha pasado. Se ha perdido en el ciberespacio... Je,je,je... Bueno, os decía en el anterior que estoy escribiendo esta historia de Gonzalo y Margarita, que he titulado Confía en mí. Una frase que el Amo dice habitualmente. Al principio pensé en centrarme sólo en el CR, pero después me he picado y como le dije a Mar, iré introduciendo personajes para dar más intensidad a la trama. ¡Jó parezco una guionista de la serie! Je,je,je... Iré colgándola poco a poco. Espero que os guste y que disfrutéis tanto como yo al escribirla. Me he basado en algunas imágenes que nos pusieron de la ansiada 5ª temporada, pero el resto es todo, todito de mi imaginación. A ver si los lionistas se pasan por aquí y cogen algunas ideas... Je,je,je. Bueno, allá va... Besitos y con Dios. MJ.

Ya sé lo que pasó. Hay mucho texto y no lo podía colgar... Bueno, aquí os dejo las primeras líneas. Besitos a tod@s. MJ.
#101
campello2010
campello2010
26/06/2012 16:34
Cada vez estoy más intrigada, completamente enganchada. ¡¡Fantastico!!.Gracias por compartirlo.
#102
Selene2
Selene2
27/06/2012 09:27
ya no tengo palabras...

lo intuía, Anabel es la hija de Laura... eres brillante... Agus con una hemana monja.. menuda historia familiar...
#103
Kaley
Kaley
27/06/2012 10:05
Y yo con los dientes largos, que me voy a un estado de inconsciencia unos días y me da pena perderme como continua la historia ...
#104
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
27/06/2012 16:38
¡Hola, guapas!

¡¡¡¡Qué calorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!! Bueno, niñas, aquí pegá junto al ventilador dentro de unos minutillos os cuelgo otro poquito de la historia.

Campello, guapa, me alegro que te guste. Yo intento hilvanar las tramas entre sí para que al menos en mi historia no se quede nada perdío, como nos tienen acostumbradas los "lionistas", que a veces nos dejan con mal sabor de boca. Yo al menos os voy a contar lo que creo que tendría que ocurrir. Tengo unas ideas... Je,je,je. Ya verás, ya verás... Besitos. Muakkk.

Selene, cielo. Me pareció que lo de la hermana monja de Agus era muy interesante y que le daba un giro de ciento ochenta grados al famoso "incesto de Irene y Hernán". Aquí hay otra hermana, Anabel, y ella tendrá un lugar importante en mi historia. Agus, aunque como todas sabemos está muerto en la serie, en Confía en mí dará algunas sorpresas... Besitos. Muakkk.

Kaley, guapísima, disfruta de las vacaciones, quién las pudiera coger. Yo este año me tengo que conformar con ir los fines de semana a la playa, así que... Disfruta, ya tendrás tiempo de ponerte al día con la historia. Te prometo que seguiré colgando. Besitos y hasta la vuelta. Muakkk.

Bueno, niñas, lo prometido es deuda. Voy a colgar otro poco. A más ver y que la Roja nos dé una gran alegría esta noche, que falta nos hace. Besosssssssssssssssssssssssssssss... MJ.
#105
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
27/06/2012 16:40
CONFÍA EN MÍ

Margarita sonrió al ver su imagen reflejada en el espejo. Estaba hermosísima con su vestido de novia. Catalina y la señora Irene la contemplaban embelesadas mientras ella se terminaba de vestir. Hoy era el día de su boda, su anhelada boda con Gonzalo, su único amor. Él, Alonso y los demás invitados al enlace se hallaban ya en la iglesia de San Felipe. Sátur, nervioso, la esperaba en el zaguán de la casa. Aquellos últimos días habían sido estresantes para todos, pero especialmente para ella. Trabajó sin descanso en el palacio de Santillana y después, por las noches, ella y Catalina terminaron de coser su vestido y también los trajes de Alonso, de Gonzalo y del feliz padrino. La esposa del Comisario la ayudó a preparar el convite, que al final se celebraría en un lugar muy especial para los novios: el lago. Allí, Irene había dispuesto varias carpas engalanadas con guirnaldas de flores, mesas repletas con exquisitas viandas, vinos y espumosos, dulces, frutas, confituras… La esposa de Hernán Mejías había contratado a varios cocineros que se esmeraban, en aquel instante, en asar un enorme cordero al aire libre y aderezaban las carnes, pescados y verduras que se servirían en los platos. Algunos sirvientes de la marquesa ultimaban los preparativos para que todo saliera a la perfección.
-Estás… -Catalina no pudo continuar por la emoción.
-¡Cata, me vas a hacer llorar! –le dijo Margarita, conteniendo las lágrimas.
-Eres una novia preciosa, Margarita –manifestó Irene con una gran sonrisa en sus labios.
-Gracias, señora Irene.
-Cuando te vea Gonzalo, se va a caer de espaldas… -Rió la madre de Murillo.
Margarita suspiró. La sobrina del cardenal volvió a hablar:
-¿Qué vas a lucir en el cabello?
-Unas margaritas que harán juego con el ramo.
-¿Y si te pones esto? –Irene le enseñó un prendedor de diamantes.
-Señora, yo no puedo…
-Dicen que las novias tienen que llevar algo nuevo, algo usado o emprestado y algo azul. A mí me haría muchísima ilusión que llevaras este pasador en tus cabellos, Margarita.
-Póntelo, Margarita. No le hagas ese feo a la señora Irene –habló Cata acariciándole el brazo.
-Es que usted se ha portado tan bien con nosotros, que me parece un abuso por mi parte…
-Margarita… -Irene asió las manos de la costurera y las apretó con cariño-. Estoy disfrutando muchísimo con vuestra boda porque a mí me hubiera gustado estar tan enamorada como tú el día que me desposé. Los ojos te brillan y a Gonzalo le ocurre lo mismo; además, cuando yo perdí a mi hijo, Catalina y tú hicisteis todo lo posible para ayudarme, y eso no lo olvidaré jamás.
Ambas se abrazaron.
-¡Ahora, me vais a hacer llorar a mí! –exclamó el ama de llaves de la marquesa de Santillana.
Las tres rieron. Luego Irene dijo:
-Déjame que yo te lo ponga.
Margarita asintió.
-¡Ya está! -La miró-. Pareces una princesa.
#106
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
27/06/2012 16:41
Catalina suspiró. La señora Irene tenía razón. El vestido era sencillo, pero Margarita parecía una princesa. El talle estaba rematado por minúsculos bordados que también se veían en el escote con forma cuadrada. Las mangas eran finas tiras de encajes transparentes y la falda, que tenía un corte en el medio, aparentaba abrirse como los pétalos de una flor. El cabello lo llevaba suelto; los rizos caían como una cascada azabache por la espalda. El prendedor sujetaba algunos mechones, despejándole el rostro. Cata le dio el ramo de margaritas blancas y luego la contempló.
-¡Qué bonica que estás, alma de cántaro! –exclamó con una mano en el pecho y la emoción flotando a su alrededor.
-Gracias, Cata.
Su amiga la besó en la frente.
-Me tengo que ir a la iglesia porque si no Gonzalo va a pensar que su madrina se ha ido a otro casamiento.
Margarita e Irene le sonrieron.
-Nos vemos en un ratito.
La novia asintió. Catalina bajó los peldaños de la escalera que conducía a la parte baja de la casa. Saturno García, muy nervioso y con su traje nuevo, caminaba de un lado a otro. Se tocaba la camisa de lino y movía el cuello como si se le molestara el roce del tejido con su piel. Oyó los pasos y se giró.
-¿Todavía no baja?
-Las novias siempre hacen esperar a sus futuros esposos, Sátur.
-Pues con el trabajito que le ha costado declararse al amo… Como le haga esperar muchos, no sé yo…
-¡Anda, anda, deja de ser pájaro de mal agüero! –Le riñó.
-¿Cómo está?
-Pues nerviosa… -Catalina sonrió a su amigo-, y bellísima.
Saturno García le devolvió la sonrisa.
-Me voy a la iglesia que allí me espera Gonzalo. –El padrino asintió-. A más ver, Catalina.
-A más ver, Sátur.
El criado tenía la boca seca y se acercó a la cántara donde se hallaba el agua. Bebió un sorbo y luego se quedó inmóvil, sin poder apartar la vista de la escalera.
-¡La leche…! –exclamó irguiéndose-. Señora… Está usted… Parece una princesa.
Margarita ayudada por la esposa del Comisario bajó los escalones.
-Gracias, Sátur. –Le sonrió.
-Ya es la hora, ¿verdad?
-Sí. Cuando la vea el amo…
Ella volvió a sonreírle mientras Irene le ponía el velo.
-¡Ya está! ¿Nos vamos a la iglesia? –les preguntó la esposa del Comisario.
Saturno García y Margarita Hernando asintieron. El padrino, risueño, asió el brazo de la novia y los tres se dispusieron a salir de la casa de los Montalvo.
#107
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
27/06/2012 16:41
En la iglesia de San Felipe; Gonzalo, nervioso, miraba con disimulo hacia la entrada del templo y conversaba con Catalina y con el padre Germán. Los invitados, sus amistades y algunos vecinos del barrio, se habían sentado ya en las bancas y esperaban la llegada de la novia. Lucrecia, Nuño y el Comisario, que estaba allí a regañadientes, observaban a los congregados en aquel santo lugar.
-¿Por qué tenemos que estar aquí con estos plebeyos, madre? –preguntó enfadado el futuro marqués de Santillana.
-Gonzalo es un amigo de la infancia y me ha invitado a su boda.
-Además, Irene se ha prestado a organizar un convite, que pago yo… -murmuró con el ceño fruncido Hernán Mejías.
Lucrecia no pudo evitar reír.
-Sí, querido. Sin proponértelo te has convertido en una especie de padrino del hombre al que detestas, todo gracias a tu mujercita.
Hernán arrugó aún más el ceño. Lucrecia se echó aire con su abanico de encajes y sonrió maquiavélica.
Gonzalo llamó a su hijo, que estaba sentado en uno de los primeros bancos. El niño se acercó hasta el altar. Su padre le asió por uno de los hombros.
-Alonso, ve a la puerta a ver si la tía y Sátur vienen.
-Sí, padre.
Al salir afuera, Alonso casi se tropezó con una dama y su acompañante.
-Disculpe, señora…
Laura de Montignac le sonrió al reconocerle. Cuando aún era una harapienta que mendigaba por las calles del barrio, aquel pequeño mitigó su sed en varias ocasiones. Ella sintió un estremecimiento al mirarle a los ojos. Aquella cálida mirada le recordó a la de su hijo Gonzalo.
-¿Dónde vas tan deprisa? –le preguntó sin que Alonso la identificara como la indigente con la que había hablado algunas veces.
-Voy a ver si viene mi tía, que se casa hoy con mi padre.
#108
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
27/06/2012 16:43
Laura y Anabel arquearon las cejas sorprendidas por la respuesta del niño.
-¿Tu tía y tu padre se casan? –le inquirió Laura.
Alonso sonrió.
-Sí. Es una historia muy larga para contar, pero mi tía Margarita, que así se llama ella, y mi padre fueron novios hace mucho tiempo. Sin embargo, ocurrieron cosas y ambos se separaron. Él viajó por el extranjero y cuando regresó se enamoró de mi madre, que era la hermana menor de mi tía. –Alonso de Montalvo se puso serio-. Mi madre murió hace tres años y tía Margarita vino a ayudarnos. Padre quiso mucho a mi madre, pero el primer amor nunca se olvida. Los dos son viudos y como se quieren han decidido casarse.
Laura acarició el rostro de Alonso, aunque en ese instante no supiera cuál era el vínculo que le unía a él.
-Tienes razón. El primer amor nunca se olvida; sobre todo, si la persona a la que amas te corresponde. –Le sonrió-. ¿Cómo te llamas?
Gonzalo al ver que su hijo no había salido al exterior, se acercó hasta la entrada del santuario. Miró a Laura y a continuación, a la joven que la asistía. Las saludó con una inclinación de la cabeza. Luego se dirigió a Alonso.
-Hijo, ¿has visto si ya vienen?
-No, padre. Ahora lo hago.
-¿Se casa usted hoy?
Gonzalo sonrió a la dama.
-Sí.
-Le deseo mucha felicidad.
-Gracias.
Laura de Montignac y Gonzalo de Montalvo se quedaron unos segundos sin saber qué decir. El héroe de la Villa sintió que un escalofrío le recorría la espalda y Laura se perdió en la mirada de color miel, tan parecida a la suya. Fue Catalina la que rompió aquel misterioso silencio.
-Gonzalo, el padre Germán quiere decirte algo… -musitó, tras saludar a la señora con la que estaba hablando su amigo.
-Si me disculpa…
La dama asintió.
-Gonzalo… -murmuró Laura con el corazón latiéndole desbocado dentro del pecho.
-¿Se encuentra mal, mademoiselle Gaudet?
Laura miró a Anabel.
-No, hija. Ven, vamos a sentarnos en uno de los bancos. Me gustaría ver la ceremonia.
-Sí, mademoiselle. –Le sonrió.


Continuará... Besitos a todas. Con Dios. MJ.
#109
gedeon068
gedeon068
28/06/2012 13:58
Hacía tiempo que no entraba en el foro y me he encontrado con esta maravilla de relato que me tiene completamente enganchada y que me he leído de un tirón y que me ha permitido descubrir a una escritora deliciosa, sensual, imaginativa, romántica y muy observadora que ha sabido transmitir la esencia de todos y cada uno de los personajes de la serie.

¿Qué más puedo decir que no hayan dicho mis compañeras?, solo me queda repetir lo que dicen ellas y es que sigas publicando tu relato.

Hay tantas tramas abiertas y tan bien hiladas que es una delicia leerte.

Espero con impaciencia tu próxima publicación.

Simplemente, MAGNIFICO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!bravo bravo bravo bravo bravo
#110
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
29/06/2012 16:31
¡Hola, Gede!

Muchísimas gracias por tus palabras, guapa. Me alegro de verdad que te guste mi historia y que te hayas enganchado a "Confía en mí". Como le he comentado a las otras niñas trato de hilvanar las tramas con mucho tacto para no perder ningún detalle y bueno, aunque me he basado en algunas imágenes de la 5ª temporada y las elucubraciones que hacemos unas y otras, lo demás está en mi imaginación... Je,je,je. Yo disfruto tanto como vosotras al leerla, me emociono, sufro con los personajes, río... Soy así, siempre me ha pasado lo mismo a la hora de escribir, no puedo evitarlo. Así que seguiré contando lo que se va a convertir en un novelón, como diría Sátur. Je,je,je... Dentro de poco leeras y, mis otras Aguiluchas también, la noche de bodas. Intentaré ser muy muy muy romántica... Je,je,je. Besitos para ti, Gede. A más ver. MJ.
#111
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
29/06/2012 16:44
¡Hola, guapas!

(En primer lugar deciros que me he dado cuenta de un lapsus que he tenido en el anterior post. Cuando Alonso empieza a contar a Laura la historia de su padre y de su tía Margarita, he puesto: "Es una historia muy larga para contar..." cuando en realidad quiero decir: "Es una historia muy larga de contar..." Sorry. No puedo editarlo nuevamente. Besitos a todas y os cuelgo otro poquito. A más ver. MJ.

CONFÍA EN MÍ

Alonso irrumpió con prisas en el templo. Se acercó hasta al altar y le habló a su padre. Gonzalo se giró y en ese instante Margarita entró en la iglesia del brazo de Sátur. Los ojos del maestro brillaron al verla. Catalina sonrió. Los invitados se pusieron de pie y hasta las campanas tañeron, entusiasmadas, al sentirse cómplices del amor que los novios se profesaban. Irene, risueña, se sentó en la banca que ocupaban su esposo, Lucrecia y Nuño.
-Margarita está preciosa -dijo Hernán mirando a la marquesa-, alabo el gusto del maestro. Tu costurera es muy hermosa.
La madre de su hijo no le replicó; sin embargo, los ojos femeninos mostraron la rabia que sintió al oírle.
Gonzalo asió la mano que Margarita le ofreció. “Te quiero, estás bellísima”, murmuró él sin dejar de contemplarla.
-Y yo a ti –le contestó ella, emocionada.
Sátur y Catalina suspiraron a la misma vez mientras Alonso, feliz, se sentaba junto a Cipri, Murillo y Gabi. El sacerdote comenzó a leer el salmo con el que se iniciaba la ceremonia religiosa, y todos se sintieron atrapados por las hermosas palabras que el padre Germán había elegido para ensalzar a la pareja que se desposaba.
Laura de Montignac y Anabel Sánchez se habían sentado en un banco que se hallaba en el lateral derecho de la nave, junto a un altar dedicado a la Virgen María y a la Magdalena. Desde allí, Laura no perdía detalle de las miradas que se prodigaban los novios, de la felicidad que plasmaban los rostros de los padrinos, de las sonrisas que dibujaban en sus caras Alonso y sus amigos, de la expresión adusta de la mujer que parecía una noble y de la dulzura que exteriorizaba la más joven, del aburrimiento que expresaba el jovencito que se sentaba a su lado y de la tensión que acumulaba en su hermético semblante el hombre que vestía de negro… La amiga del duque de Villalba apartó un poco el velo de su cara y le habló a Anabel.
-¿Sabes quién es él?
La joven miró a Hernán Mejías, y asintió.
-Es el Comisario de la Villa. Es un hombre muy malo, mademoiselle Gaudet.
Laura miró al altivo varón.
-Sus ojos arrastran una tristeza infinita, aunque intenta disimularla ante los demás.
#112
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
29/06/2012 16:45
-Él y sus hombres hacen de la ley su justicia, mademoiselle. Menos mal que Águila Roja defiende a los más débiles y…
Laura asió la mano de la doncella.
-¿A quién has nombrado, hija?
-Al Águila Roja… Es un héroe que va embozado y que lucha por el pueblo.
La amiga de Luis de Ceballos sintió que se le nublaba la vista y que el corazón le latía como si miles de caballos galoparan dentro de su pecho.
-Necesito salir al exterior, Anabel…
-¡Claro, mademoiselle! Lo que usted…
Aunque la joven intentó agarrarla del brazo, Laura se desvaneció. El ruido de su caída provocó que los asistentes al enlace y los novios miraran hacia el lateral derecho de la nave.
-¡Mademoiselle! –gritó Anabel.
Alonso, que fue el primero en ver cómo se desmayaba, llegó hasta donde estaban las dos mujeres. Su padre y el Comisario le emularon.
-Señora… -la llamó Alonso de Montalvo.
Gonzalo y Hernán se miraron durante unos segundos. El maestro tocó suavemente el rostro de la desconocida.
-Señora… ¿Me oye?
Alonso cogió el devocionario y el rosario del suelo.
-No sé qué le ha ocurrido… De repente, se sintió mal y… -dijo la joven que la acompañaba.
-Ya está recuperando la conciencia –habló el Comisario.
-¿Qué me ha pasado? –preguntó Laura mirándoles sorprendida.
-Perdió el sentido. Hace mucho calor… –musitó Gonzalo ayudándola a incorporarse.
-Discúlpeme es su boda y yo…
-No se preocupe. –Le sonrió-. ¿Se siente ya mejor?
-Sí, gracias.
El sacerdote, Margarita, y los demás invitados hicieron ademán de acercarse hasta donde estaban ellos, pero Alonso dijo:
-La señora se desmayó, pero ya se ha recuperado. Así que quédense todos en sus asientos.
Sátur, Catalina y su tía asintieron y el resto de los invitados, que murmuraban entre sí, aceptaron lo dispuesto por el niño.
#113
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
29/06/2012 16:47
-Sigan con la ceremonia, por favor…
-¿De verdad que ya está bien? –le preguntó Gonzalo.
-Sí. –Laura le sonrió.
-Si me lo permite, yo le acompañaré a la salida, señora… -dijo Hernán.
-Gaudet. Me llamo Lorelle Gaudet.
-¿Es usted francesa?
- Oui, je suis française.
Por la mirada de Hernán Mejías pasó durante breves segundos la añoranza de un recuerdo que le dejó sin habla. La voz de su madre y un cálido abrazo se confundieron con la sonrisa de aquella dama. Gonzalo le miró, curvando las cejas.
-Mademoiselle… -musitó Anabel.
Hernán parpadeó al oír a la joven. Su voz sonó ronca al decir:
-Entonces… ¿Vienen conmigo?
Laura asintió y Hernán Mejías sintió un estremecimiento. Mademoiselle Gaudet miró a Gonzalo de Montalvo.
-Les deseo mucha felicidad a usted y a su esposa.
-Muchas gracias, mademoiselle Gaudet.
Alonso le devolvió el devocionario y el rosario.
-Gracias, hijo.
La ceremonia se reanudó mientras el Comisario las escoltaba al exterior. Hernán se puso su sombrero y ayudó a Laura a bajar los escalones.
-Se lo agradezco, señor Comisario.
Él le sonrió.
-Mi nombre es Hernán Mejías. Cuando necesite algo de mí, mademoiselle Gaudet, no tiene más que buscarme en las mazmorras de la cárcel.
El rostro de Laura demudó por la sorpresa.
-Hernán… -murmuró. Los ojos de Laura de Montignac brillaron por la emoción.
El Comisario la observó con detenimiento.
-¿Le ocurre algo, mademoiselle?
Ella le miró y aquellos segundos de nostalgia los arrastró la brisa por las calles del barrio.

-Sí, soy francesa. (N. de la A).
#114
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
29/06/2012 16:48
-No, Comisario. –Le sonrió-. Su nombre es muy especial para mí, me trae recuerdos muy hermosos.
-¿Algún familiar suyo se llama como yo? –le preguntó él.
-Sí –respondió escueta.
Hernán se aclaró la garganta antes de volver a hablar:
-La familia es lo mejor que uno tiene. Una madre, los hermanos… Aunque duele mucho cuando se les pierde.
Pedro, su lugarteniente, y varios de sus hombres aparecieron de repente por el callejón. Pedro le hizo una señal y Hernán Mejías se disculpó con la dama.
-Ha sido un placer conocerla, mademoiselle Gaudet, pero tengo que irme. Mi cargo, a veces, me impide disfrutar de los buenos momentos que la vida nos regala.
-Le comprendo, Comisario.
Hernán miró a Anabel Sánchez, que le observaba con el temor reflejado en sus azules pupilas.
-Señorita…
-Señor Comisario…
Hernán se giró y pronto se perdió entre las callejuelas. Laura asió el brazo que le ofrecía la joven.
-De cerca da más miedo… -pronunció y luego se santiguó.
-No me parece un hombre tan temible, Anabel.
-Con usted ha sido amable, mademoiselle, pero le aseguro que los condenados que están en las mazmorras y sus familias no opinan igual.
-Ha perdido a su madre y a sus hermanos… -pronunció Laura con gesto triste.
-Yo no conocí a la mía, mademoiselle. A mí me abandonaron en el torno. Él si pudo disfrutar de la suya y fíjese cómo es.
Laura se estremeció al oír las palabras de la muchacha. Acarició con ternura el rostro de la criada de Luis de Ceballos, y luego dijo:
-Lo siento, Anabel.
-No se preocupe por mí, mademoiselle. Yo he sido muy feliz en el convento. Mi madrina y el resto de las hermanas me ofrecieron mucho cariño y estudios. Siempre les agradeceré cómo me trataron.
Laura suspiró y apretó la mano de Anabel Sánchez.
-A veces el amor de otras personas sustituye al de una madre, hija.
-Lo sé, pero esa espina siempre la llevaré en mi corazón, mademoiselle.
-Te entiendo, Anabel. Sin embargo, no sabemos por qué tu madre tuvo que abandonarte. A lo mejor su sacrificio fue un acto de amor.
-Eso mismo me dice sor Teresa María, mi madrina.
Laura le sonrió y luego la abrazó.
-Si alguna vez necesitas los consejos de una madre, puedes pedírmelos a mí.
-Gracias, mademoiselle.
La joven se enjuagó las lágrimas que habían brotado de sus ojos, y después Laura y ella se marcharon de aquel lugar.


Continuará. Feliz finde a todas. Disfrutad de la piscina o de la playita. Besos. MJ.
#115
gedeon068
gedeon068
29/06/2012 17:42
Pero que me he quedado a las puertas del "si quiero", bueno sé que se casan porque has comentado que estás con la noche de bodas.

Me encanta, disfruto mucho leyéndolo, estoy deseando llegar al momento que Laura descubra que Anabel es su hija.

Me gusta que Hernán sepa que Aguila Roja es su hermano, Gonzalo a su vez sabe que es del comisario, Laura que son sus hijos varones, hum...., qué interesante.
#116
Montalvina
Montalvina
01/07/2012 14:56
¡¡¡¡bravo bravo bravo MJ!!!!!

Amiga, me tienes fascinada, ilusionada, maravillada... con tu historia. No sé que más decirte, solo que continúes deleitándonos con ella.

También quiero agradecerte que la compartas con todas nosotras, ¡¡¡¡GRACIAS!!!! guiño


Besitos, guapa. ¡¡¡¡Escribe pronto!!!!


A más ver.
#117
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
01/07/2012 16:08
¡Hola, guapas!


Gede, Montalvina... Muchas gracias a las dos. Yo sí que me siento agradecida porque leéis mi historia y la estais disfrutando tanto como yo. Besosssssssssssssssssssssssssssssss...

Y ahora, y dándole muchos ánimos esta noche a la Roja para que consigan su tercer campeonato seguido, os cuelgo otro poquito de "Confía en mí".- Muakkk y con Dios. MJ.
#118
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
01/07/2012 16:09
CONFÍA EN MÍ

Dentro del templo, la boda transcurría con la emoción que los novios exteriorizaban en sus rostros.
-¿Los anillos…? –preguntó el padre Germán.
Sátur se tocó el bolsillo derecho de su chaqueta y luego los del pantalón. La sonrisa desapareció de su cara.
-Los tenía en este… -musitó con el ceño fruncido, buscando en el interior de la faltriquera donde guardaba el dinero.
Gonzalo y Margarita le miraron, implorantes. Catalina le regañó entre dientes.
-¡Aquí están! –exclamó, alegre.
Un murmullo de satisfacción se extendió por toda la iglesia. El sacerdote consagró los anillos y luego le entregó uno al novio. Gonzalo había hablado con el padre Germán con anterioridad, y éste había aceptado que el maestro pronunciara una frase distinta a la convenida en las ceremonias nupciales. Gonzalo sin dejar de mirar a Margarita, dijo:
-Con este anillo te entrego todo mi amor.
Margarita sonrió al sentir que la alianza se deslizaba por el dedo anular de su mano izquierda. Catalina suspiró emocionada y a Saturno García se le escaparon algunas lágrimas. La novia dio su ramo a la madrina, y luego cogió la alianza que le dio el párroco de San Felipe.
-Con este anillo te entrego mi vida y todo mi amor.
A Gonzalo se le formaron unos hoyuelos en la comisura de los labios cuando Margarita le emuló. El padre Germán asió las manos de los contrayentes y, satisfecho, dijo:
-Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. –Hizo la señal de la Cruz-. Os bendigo, hijos míos, porque ante todos ya sois marido y mujer. Gonzalo, puedes besar a Margarita.
Él le sonrió.
#119
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
01/07/2012 16:10
-Gracias, padre.
Y tras levantar el velo que cubría el rostro femenino unió sus labios a los de ella.
-¡Vivan los novios! –gritó con entusiasmo Sátur.
Sus amigos corearon alegremente sus nombres. Alonso se abrazó a su padre y a su tía mientras los padrinos imitaban al niño.
-Amo…
-Sátur…
Ambos se fundieron en un abrazo.
-¡Margarita, bonica mía, que ahora somos comadres!
-Sí, Cata. –Rió la esposa de Gonzalo de Montalvo.
Todos los amigos les felicitaron y mientras Irene y algunos vecinos hablaban con el maestro y su hijo, Lucrecia se acercó hasta donde se hallaban su ama de llaves y su costurera.
-Te felicito, Margarita… ¡Por fin lo has conseguido! –masculló, mirando con descaro a Gonzalo.
-Es el día más feliz de mi vida, Lucrecia. No me lo vas a estropear.
La marquesa arqueó las cejas como si le sorprendieran las frases que había dicho su antigua amiga de juventud.
-A pesar de todos los inconvenientes que tuvimos que soportar, al final nuestro amor venció, Lucrecia. Eso es lo único que nos importa a Gonzalo y a mí.
-¿Tu difunta hermana también fue un inconveniente, querida?
Catalina hizo ademán de responder a su señora, pero Margarita se lo impidió, asiéndole del brazo.
-Yo quería mucho a Cristina y jamás le recriminé que se casara con Gonzalo. Si a alguien le tengo que reprochar algo es a mí misma porque cometí la estupidez de creer en las palabras de una amiga que, ahora sé, lo único que deseaba era separarnos a Gonzalo y a mí. Si me disculpa, marquesa, tengo que atender a mis otros invitados.
Margarita la dejó sola. Catalina le hizo una reverencia y luego siguió a la mujer del maestro. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de la madre de Murillo. Lucrecia de Santillana se giró y, ceñuda, observó cómo Gonzalo de Montalvo cogía por el talle a Margarita y cómo la miraba enamorado. El beso que se dieron fue una puñalada a su corazón.
#120
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
01/07/2012 16:10
Hernán llegó al banquete cuando la fiesta estaba en todo su apogeo. La música, que tocaban los artistas contratados para la ocasión, se mezclaba con la comida, el vino y la alegría que bullía por los alrededores.
Sátur, que había bebido mucho vino, tocó el brazo de Gonzalo.
-Mire, amo, por ahí viene el Comisario. Quién le iba a decir a usted, compadre… -Se rió al pronunciar aquella palabra-, que su hermano asistiría a su boda, ¡eh! –Le guiñó un ojo.
-¡Sssh, Sátur! –le replicó Gonzalo, asiéndole por los hombros. El héroe de la villa vio a Cipriano, que tampoco estaba muy sobrio-. ¡Anda, Cipri, llévate a Sátur y que le dé un poco el aire!
-¡Si yo estoy bien, amo! –dijo, mirándose las manos-. Cipriano… ¿Por qué tengo siete dedos en la diestra?
Cipri soltó una carcajada y se llevó a su amigo a dar una vuelta. Gonzalo sonrió. Alonso, Gabi y Murillo correteaban por el prado, mientras Nuño, aburrido, masticaba un trozo de pastel y Lucrecia se llevaba una copa a los labios de la misma manera. El maestro cruzó los brazos y contempló a su esposa, que charlaba con Catalina y con la sobrina del cardenal Mendoza.
-Ves como yo tenía razón, Margarita. Este sitio es más bonito que vuestra casa para una celebración.
-Sí, señora –le contestó, sonriente-. El lago es un lugar muy especial para Gonzalo y para mí.
-Cuando Catalina me lo comentó, no me lo pensé dos veces. –Sonrió.
-Además, los invitados están disfrutando muchísimo… -El ama de llaves de la marquesa de Santillana miró hacia donde se sentaban Nuño y su madre-. Bueno, no todo el mundo…
-¡Cata…! –exclamó Margarita, riñéndole.
Irene no pudo contener la risa y se dejó llevar por el momento. Gonzalo, que las observaba, sonrió. Hernán se detuvo a su lado.
-¡Enhorabuena, maestro!
Gonzalo se giró y ambos quedaron frente a frente.
-Gracias –le contestó sin dejar de mirarle.
-Cuando uno está enamorado ve la vida de otra forma, ¿verdad? –Gonzalo hizo un gesto a un sirviente y éste le ofreció una copa a Hernán Mejías, que la aceptó con gusto.
-¡Buen vino, mi mujer no ha escatimado en gastos!
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