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Confía en mí

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MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
05/06/2012 21:17
¡Hola, Aguiluchas!

Vuelvo a colgar este mensaje, porque no sé qué ha pasado. Se ha perdido en el ciberespacio... Je,je,je... Bueno, os decía en el anterior que estoy escribiendo esta historia de Gonzalo y Margarita, que he titulado Confía en mí. Una frase que el Amo dice habitualmente. Al principio pensé en centrarme sólo en el CR, pero después me he picado y como le dije a Mar, iré introduciendo personajes para dar más intensidad a la trama. ¡Jó parezco una guionista de la serie! Je,je,je... Iré colgándola poco a poco. Espero que os guste y que disfrutéis tanto como yo al escribirla. Me he basado en algunas imágenes que nos pusieron de la ansiada 5ª temporada, pero el resto es todo, todito de mi imaginación. A ver si los lionistas se pasan por aquí y cogen algunas ideas... Je,je,je. Bueno, allá va... Besitos y con Dios. MJ.

Ya sé lo que pasó. Hay mucho texto y no lo podía colgar... Bueno, aquí os dejo las primeras líneas. Besitos a tod@s. MJ.
#421
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
07/11/2012 17:55
Satur preguntó por el barrio si alguien había visto al maestro, pero la gente se encogía de hombros y nadie le decía nada en concreto. Entró en las posadas, buscó en los puestos del mercado, volvió a la escuela, a la casa… Nada, ni rastro de su amo. Satur se desesperó. Después se dirigió al lago por si a Alonso, a Gabi y a Murillo se les hubiera ocurrido ir hasta allí; sin embargo, tampoco encontró pistas de los niños. Decidió volver a San Felipe. Al pisar de nuevo aquellas calles se llevó una sorpresa. Margarita y Catalina regresaban a la casa acompañadas por Alonso. Sus rostros exteriorizaban todo lo que había ocurrido. Ver la expresión de Margarita le provocó dolor y también rabia. “La miladi se ha vengado de mi amo y la marquesa le ha vuelto a separar de su amor…” “¡Malditas brujas!”, se dijo enojado. Saturno García intuyó que ella no creería a su marido. El criado les cortó el paso.
-Señora, usted no puede pensar que mi amo la ha engañado con la miladi esa… Yo pongo las manos en el fuego por él y…
La desilusión, el desengaño y la decepción se personaron en la puerta de la casa de Catalina.
-¡Qué vas a decir tú de Gonzalo, Satur! Si siempre le solapas…
-No, Margarita, yo no hago eso.
-¡Déjanos pasar, Saturno García! –profirió Catalina con cara de enfado.
-Esas mujeres lo han planeao tó… ¿No lo comprende, señora? Ellas quieren separarles a mi amo y a usted…
Margarita parpadeó.
-Déjanos pasar, Satur…
-Señora…
-¡Haz lo que te dice mi tía, Satur! –le gritó el niño frunciendo el ceño.
-Alonsillo, que te estás equivocando…
-¡Por ahí viene Gonzalo! –gritaron Gabi y Murillo al unísono.
Y era cierto, los pequeños habían estado vigilando la calle por si veían al maestro. Gonzalo dobló la esquina y los vio. Echó a correr. Catalina empujó a Satur y segundos después abría la puerta de su casa. Los niños, Margarita y ella entraron dentro.
-Señora… -Satur le asió la mano-. Por favor, escúchele, le juro por lo más sagrao que mi amo no es culpable de nada. Escúchele…
Pero Alonso rescató la mano de su tía y cerró el portón con todas sus fuerzas en las mismas narices de Satur. Gabi le ayudó a echar el cerrojo. Gonzalo llegó en ese instante. Miró a su amigo con el aliento entrecortado.
-¿Dónde estaba, amo? Le he estao buscando por todos laos… Su hijo está ahí con la señora.
Él asintió.
-Lo sé, les he visto. He estado averiguando los nombres de las criadas, pero nadie las conoce.
-¡Claro, la marquesa y la otra les habrán pagao y éstas ya estarán lejos de la Villa!
Gonzalo llamó a la puerta.
-Tengo que hablar con Margarita.
-No está por la labor, amo….
-Tiene que saber lo que he descubierto y que todo es una mentira…
-¡Vete, Gonzalo! –exclamó la dueña de la casa.
-¡Catalina, abre!
-¡No lo voy a hacer, Gonzalo!
#422
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
07/11/2012 17:56
-Por favor… Margarita tienes que escucharme. ¡Margarita!
Algunos vecinos se arremolinaron alrededor de ellos, y cuchichearon entre sí. Satur se giró.
-¿Qué miran? ¡Aquí no hay ningún circo, así que aire! –Hizo aspavientos con las manos-. ¡Vamos, aire!
La gente se dispersó.
-Chismosos… -murmuró Saturno García-. Que les gusta más darle a la lengua…
Gonzalo volvió a llamar. Ahora fue la voz de su esposa la que oyó.
-¡No quiero verte, Gonzalo! Sigue preparando tu viaje a Inglaterra, tu amante se sentirá muy feliz. ¡A mí, déjame en paz!
Gonzalo y Satur arquearon las cejas y se miraron extrañados.
-¿De qué viaje habla, amo?
-No lo sé… ¡Margarita! ¿Cómo puedes creer a Beatriz de Lancaster y no a mí?
El cerrojo gimió al deslizarse por la falleba. La puerta se abrió. Margarita y él se miraron. Los ojos de su mujer estaban hinchados por el llanto, las ojeras se marcaban debajo de éstos y sus labios, siempre jugosos y tentadores, se hallaban pálidos, igual que su tez.
-¿Será porque la duquesa estaba en tus brazos y tú la besabas complacido?
Gonzalo parpadeó.
-Lo que has visto no es real… Ella y…
-Eres un embustero, Gonzalo… -le dijo, interrumpiéndole. Las lágrimas regresaron. Él hizo ademán de abrazarla-. ¡No me toques! –le gritó, impidiéndoselo.
Su esposo tragó saliva. Los brazos masculinos se quedaron suspendidos en el aire.
-Por favor… Yo te amo, Margarita… Lo eres todo para mí.
-¿Me tomas por una estúpida, Gonzalo?
Su mujer no esperó la respuesta. Se giró.
-Margarita…
Sin embargo, ella no le volvió a mirar. Catalina cerró la puerta. Gonzalo se derrumbó. Satur suspiró y le dio varias palmaditas en la espalda para consolarle. Margarita lloró, desconsolada, en los brazos de su amiga. Alonso y sus amigos contemplaron la escena sin pronunciar ningún vocablo. Aquel día comprendieron que la vida era demasiado complicada y que el amor también duele…

Continuará... Besossssssssssssssssssssssssssssss a todas. MJ.
#423
Kaley
Kaley
08/11/2012 13:36
Atacá de los nervios estoy !!!! madre mía ...
#424
littlenanai
littlenanai
08/11/2012 17:07
Madre mía la que se está liando... todos contra Gonzalo, menos mal que tiene a Satur xddd espero la siguiente parte :)
#425
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
13/11/2012 22:23
¡¡¡Buenas noches, preciosas!!!

¿Qué tal estáis? Bueno, aquí estoy para seguir con la continuidad de "Confía en mí".

Kaley, Littlenania, tenéis razón. Los nervios están a flor de piel. A ver qué os parece esta entrega. Besossssssssssssssssssssss a las dos y muchísimas gracias por leer "Confía en mí". MJ.
#426
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
13/11/2012 22:25
CONFÍA EN MÍ


Beatriz de Villamediana miró, nerviosa, sus manos mientras esperaba que el criado regresara tras hablar con el dueño del palacete. Su equipaje se hallaba en un rincón del vestíbulo, esperando igual que ella que aquel hombre fuera misericordioso y la acogiera en su hogar. Leandro apareció minutos después en el recibidor.
-Milady, el cardenal la espera en sus aposentos.
Ella se puso de pie y tragó saliva.
-Gracias.
-¿Me acompaña?
Beatriz asintió. Francisco de Mendoza y Balboa se había levantado del lecho. Aquella misma mañana Juan de Calatrava se lo había permitido. Sentado en un sillón la observó con gesto indescifrable. Tenía en la mano derecha la nota que ella le había entregado al sirviente, y en la que le explicaba que había tenido que salir de prisa y corriendo del palacio de Santillana y que no tenía a dónde ir. Leandro cerró la puerta. Mendoza le preguntó:
-¿Qué habéis hecho para que la marquesa de Santillana os eche de su palacio?
Beatriz suspiró.
-Os aburriría con las explicaciones, eminencia.
-¿Más de lo que yo me aburro entre estas cuatro paredes, Beatriz? No lo creo, me gustaría saber qué os ha pasado y por qué Lucrecia ha sido tan tajante. La conozco y sé que algo se ha escapado de su control para actuar de ese modo. ¿Me lo contáis?
Ella comprendió que si no lo hacía, Mendoza no la ayudaría. Así que le narró la falsa aventura que había mantenido con Gonzalo de Montalvo, el descubrimiento de la presunta infidelidad por parte de la mujer del maestro, el enfado de Lucrecia y su posterior salida del palacio de Santillana.
Francisco de Mendoza rió.
-Sois tan imprudente como vuestro padre…
-Lo siento. –Bajó la cabeza arrepentida por sus supuestos actos.
Mendoza se lo creyó.
-¡Vaya con el maestro! Apenas le conozco, pero siempre he oído a mi sobrina hablar muy bien de él.
-¿Vais a permitirme quedarme en vuestro hogar hasta que me marche a mi país, eminencia?
El cardenal la miró.
-¿No deseáis realizar antes vuestra venganza contra el rey de las Españas?
Beatriz se irguió satisfecha al oír aquella pregunta.
-Sí. Vos sabéis, eminencia, que tenemos un trato.
Mendoza asintió. Luego dijo:
-Sólo lo cumpliré si vos antes me entregáis el prendedor de la mariposa, pero si habéis salido tan precipitadamente del palacio de Santillana, dudo que…
Beatriz abrió su bolsito de viaje y buscó en el interior. Sus ojos azules brillaron al mostrárselo. Mendoza tragó saliva y luego la miró fijamente.
-Vuestra sobrina es una mujer muy predecible, eminencia. Una joya así no se puede guardar en un joyero de tocador... –El cardenal hizo ademán de cogerlo, pero Beatriz no se lo dio. Le observó con curiosidad y después le preguntó-: ¿Qué significado tiene este broche para vos?
-Conformaos con saber que gracias a él, vuestra venganza se hará realidad, Beatriz.
La hija de Lope de Villamediana se lo entregó. Mendoza sintió que su corazón volvía a latir con fuerza dentro del pecho. Las alas de la mariposa parecieron aletear encerradas entre las robustas manos. El cardenal sonrió satisfecho.
-Habéis cumplido con vuestra palabra, ahora yo cumpliré con la mía. Podéis quedaros en mi casa, Beatriz.
-Gracias, eminencia.
Mendoza asió la campanita que estaba en su mesilla. La hizo sonar. Minutos después, un sirviente apareció en el aposento.
-Acompañad a la duquesa de Cornwall al cuarto de invitados, Leandro. Decid a los demás criados que la señora Beatriz debe sentirse tan a gusto en esta casa como si estuviera en su castillo inglés.
-Así lo haré, eminencia.
El joven salió del cuarto. Beatriz hizo ademán de seguirle, pero detuvo su caminar y antes de abandonar los aposentos del cardenal Mendoza, se giró. Éste la observaba con disimulado interés. Ella le sonrió y le dijo:
-Quiero que sepáis, eminencia, que he escrito una carta en la que especifico todos los planes que vos y yo tenemos en común… Un caballero de mi confianza la lleva en estos momentos a Inglaterra. En el caso de que me ocurriera algo, éste se la haría llegar a vuestra sobrina. Os aseguro que Irene se enteraría de vuestras conspiraciones y también de que le habéis robado la alhaja que tan, afectuosamente, le habíais regalado con anterioridad…
El cardenal dejó de sonreír. Frunció el ceño.
-¿Estáis jugando conmigo, Beatriz?
-Los españoles son muy aficionados a marcarse faroles cuando juegan a las cartas. –Le sonrió-. Mi padre, eminencia, me enseñó ese interesante método y os aviso que soy una excelente jugadora. Pensad lo que queráis…
El cardenal no le contestó. Ella le hizo una reverencia y después cerró la puerta con elegancia. “¡Maldita sea!”, exclamó Mendoza, golpeando el brazo del sillón. “¿Quién se cree que es esta insolente inglesa?”, bramó enojado. “¡Le había lanzado un farol!”, se dijo entre dientes. “¡Sí, sólo era un farol!” Nada iba a impedir lo que tenía en mente. ¡Nada! Miró el broche y acarició las alas de esmeraldas…
#427
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
13/11/2012 22:27
Catalina se levantó con las primeras luces del día. Se aseó y se vistió. Luego se acercó al cuarto donde dormían Margarita y Alonso. Sonrió al ver al niño abrazado a su tía como si la quisiera proteger de todos los males del mundo. Su amiga se movió y abrió los ojos. Cata se llevó el dedo índice a los labios, pero Margarita con cuidado, para no despertar a Alonso, se levantó de la cama.
-¿Por qué no te quedas un rato más?
-No. Tengo náuseas y no quiero que Alonso me vea así.
Margarita se llevó la mano derecha a la boca y luego corrió hasta el patio. “¿Hasta cuándo iban a durar las arcadas?”, se preguntó. Catalina la ayudó. Cuando se recuperó se sentó en una de las sillas de la sala y miró a su confidente.
-Te vas a tomar este caldo calentito y ya verás cómo se te asienta el estómago. A mí me duraron con el embarazo de mi Murillo hasta pasados los seis meses, y sólo me calmaban los calditos… -Le sonrió.
-¡Dios mío, espero que a mí no me duren tanto tiempo!
-Los embarazos son todos distintos. En el primero ni me enteré. No supe lo que era un vómito ni una arcada, pero con Murillo superé el cupo de todas las madres del barrio. ¡Madre mía, qué mal lo pasé!
Margarita le devolvió la sonrisa y se acarició el vientre con ternura.
-¿No se lo vas a decir a Gonzalo? –le preguntó.
Margarita la miró.
-No.
-¿Estás segura? ¿Y si él te quita a la criatura por no decirle que va a ser padre?
-Gonzalo no va a saber dónde me voy a ir, Cata.
-¡Ay, Dios mío! –Se llevó las manos a la frente-. Margarita, que tú estás embarazá, piensa en tu hijo. Esos viajes por el mar son muy peligrosos, hay tormentas, naufragios, después si llegas a ese Nuevo Mundo no sabes las enfermedades que te puedes encontrar, vas a estar muy solita allí… -Gimió.
-No voy a ir a las Américas, Cata.
-¿Ah, no? Entonces…
-Me voy a Sevilla. Allí tengo algunas amistades que me pueden ayudar y…
-¡No, a Sevilla tampoco te puedes ir!
-¿Y qué quieres que haga, Catalina? –Bajó la voz-. Aquí no me puedo quedar. Gonzalo me puede obligar a regresar a la casa y yo no quiero… -Sollozó-, no quiero volver con él, ¿me comprendes?
#428
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
13/11/2012 22:28
-¡Claro que te comprendo! Pero tiene que haber otra solución.
-¿Cuál?
Catalina se quedó pensativa y, de pronto, sus ojos se iluminaron y una gran sonrisa se dibujó en su rostro.
-¡Ya está! ¡Ya sé lo que vamos a hacer, criatura!
-¿Qué…?
-Te vas a quedar en la Villa, pero en un lugar en el que Gonzalo nunca te encontrará.
Margarita la miró sin comprender. Cata le dio el caldo.
-Tómatelo y te explico.
Ella la obedeció.
-Tengo una conocida que vive en la Cañada y…
-¿La Cañada? Pero ese sitio es…
-Allí vive gente más pobre que nosotras, pero tan honrá como los que habitan en este barrio, Margarita.
-Tienes razón. Perdona, sigue…
-Bien como te decía, en la Cañada vive la señora Manuela. Ella era amiga de mi madre. Una persona maravillosa. Estoy segura de que si le cuento lo que te sucede, ella te abrirá las puertas de su casa… -Margarita hizo ademán de hablar, pero su amiga se lo impidió con un gesto tierno-. Escúchame, alma mía, podrás tener a tu hijo allí con tranquilidad y cuando haya nacido, Dios ya proveerá… -musitó, santiguándose.
-¿Y la marquesa?
Catalina sonrió maquiavélica.
-Ella que te pague el viaje y que te dé el dinero que te ha ofrecido. Lo que tú hagas después con éste…
-Cata…
-Mira, Margarita, a mí esa amabilidad y cariño que le ha salio de pronto por ti, no me convencen. El dinero lo guardas. Piensa, mi niña, que estos meses que vendrán serán muy duros y que sin Gonzalo…
Margarita dejó escapar un sollozo.
-Yo le quiero tanto, Cata, tanto…
Se arrojó en sus brazos.
-¿Por qué me ha hecho esto? ¿Por qué?
-No lo sé, Margarita, no lo sé… No entiendo nada. Yo siempre pensé que tú eras su amor, su único amor…
-¿Qué te ocurre, tía? –le preguntó Alonso desde el vano de la puerta del salón.
Margarita se recompuso y sonrió a su sobrino.
-Nada, mi vida, nada.
El niño la abrazó. Catalina les observó con gesto preocupado. Alonso iba a sufrir la ausencia de su tía. Sin embargo, Gonzalo no iba a permitir que su hijo se fuera con ella; además, cuando todo sucediese, él también tenía que creer que Margarita se había marchado a las Américas… Sólo así, su amiga podría hallar la paz que necesitaba hasta que naciese su bebé.
#429
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
13/11/2012 22:29
Gonzalo no durmió en toda la noche. Salió de su cuarto con gesto abatido. Satur le observó con preocupación.
-Buenos días, Satur.
-Buenos días… ¿Quiere las gachas o…?
Se sentó junto al fuego.
-No, gracias. No tengo apetito.
-Pero anoche tampoco cenó y usted no se puede permitir esos lujos, que después el otro sufre las consecuencias… Que no le salen las patás esas, amo… -le dijo, tratando de hacer en el aire una patada voladora, sin conseguirlo.
Gonzalo le miró y una tenue sonrisa apareció en sus labios.
-Lo que menos me preocupa ahora es el Águila, Satur.
Su ayudante se sentó junto a él.
-Lo sé, amo, pero quería provocarle una sonrisa, sólo eso.
Él apretó una de las manos de su fiel amigo.
-Gracias.
Anabel bajó las escaleras. Miró a los dos hombres y suspiró.
-Buenos días…
Gonzalo y Satur la miraron.
-Buenos días, señorita Anabel. Ya tengo el desayuno preparado y enseguida se lo sirvo.
-Gracias, Satur.
La protegida de mademoiselle Lorelle se sentó junto al dueño de la casa.
-¿No ha podido hablar con Margarita?
Él la miró.
-Quedamos en que nos hablaríamos de tú, ¿no?
Ella asintió.
-No, no ha querido. No me cree -musitó Gonzalo contemplando las llamas del hogar.
Anabel parpadeó.
-Lo siento. Me parece muy injusto lo que os está pasando. Sobre todo porque sé que os queréis mucho.
-Eso mismo digo yo, señorita Anabel –habló Satur tras ofrecerle la escudilla. La joven se llevó la cuchara a la boca-. La señora se ha dejado llevar por lo que ha visto y hasta que no pasen unos días y se calme no va a ver las cosas con claridad. Ahora está obscecá…
-No comprendo cómo puede haber gentes tan perversas…
-Pues las hay, señorita, las hay y no sabe usted tó el daño que causan…
Gonzalo y Satur se miraron.
-Mademoiselle Lorelle me dijo que hablaría con Margarita, así que estoy segura de que ella encontrará la forma de convencerla. –Le sonrió.
-Gracias, Anabel.
La muchacha se puso de pie.
-Tengo que irme...
Satur le sonrió.
-No te he preguntado cómo te va… -le dijo Gonzalo.
-Muy bien, estoy muy a gusto en el hospital.
-Me alegro por ti.
Anabel asintió.
-Nos vemos después, a más ver.
-A más ver –le contestaron los dos.
-Esta niña es un encanto, no me canso de repetirlo –murmuró Saturno García. Cogió la escudilla y la introdujo en el barreño para lavarla.
-Alonso… ¿No ha venido?
-No. Su hijo se ha posicionao a favor de su mujer y allí sigue, en casa de Catalina.
-Me voy a la escuela, Satur.
-¿A la escuela?
-Sí, necesito tener mi mente ocupada. Cuando salga de allí, trataré de hablar con Margarita.
-Pues inténtelo de nuevo, a ver qué pasa. Yo me acercaré también en cuanto recoja su cuarto.
Gonzalo asintió y tras coger su bufanda y varios libros se marchó de la casa. Satur movió la cabeza de un lado a otro.
-La que le ha caío a este hombre… ¡Cómo yo coja a la miladi esa, la dejo sin un pelo en la cabeza! ¡Lo juro por mis santos huevos! –exclamó, llevándose los dedos a la boca como prueba de su juramento.
#430
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
13/11/2012 22:30
Irene observó el rostro sonriente de Lucrecia, que desayunaba ajena a todo lo que había provocado. Nuño y Hernán hablaban sobre armas y cacerías y no se fijaron en el semblante de la marquesa ni en el de ella. La noche anterior Irene no había coincidido con ésta y no pudo decirle lo que pensaba, pero ahora… La sobrina del cardenal habló:
-Lucrecia, ¿te puedo preguntar por qué estás tan feliz?
Ella la miró. Hernán y Nuño también.
-Ha amanecido un día radiante, ¿no te parece, querida? Por fin el sol se asoma entre las nubes…
Irene parpadeó.
-¿Y no tiene nada que ver tu felicidad con lo que le ha ocurrido a la familia Montalvo?
La marquesa se quedó con el tenedor suspendido en el aire.
-¿Qué estás insinuando, Irene? –le preguntó huraña.
-Lo que estás oyendo, Lucrecia. Me parece muy extraño que Gonzalo de Montalvo, que está tan enamorado de su mujer, la engañe con la duquesa de Cornwall en tu palacio…
Hernán arqueó las cejas sorprendido. No sabía nada de lo que había sucedido el día anterior en el palacio de Santillana. Beatriz de Lancaster solía desayunar en su alcoba. Sonrió irónico.
-¡Vaya con el maestro! –exclamó tras beber el contenido de su vaso.
-No me lo creo –prosiguió la sobrina de Mendoza.
-Tienes muy poca experiencia en la vida, Irene… -musitó Lucrecia con gesto altivo-. Todos los hombres son iguales… -Y miró con descaro a Hernán-, buscan en otras camas lo que no obtienen en la suya.
La joven sostuvo la mirada de la marquesa y le contestó:
-Puede que muchos sean como tú dices, Lucrecia, pero Gonzalo de Montalvo no es así. Él ama sinceramente a Margarita, y estoy segura de que jamás la engañaría con otra mujer.
-Gonzalo se ha dejado llevar por sus instintos, querida, a pesar de ese amor tan profundo que dice sentir por Margarita…
Irene se puso de pie.
-Ojalá, Lucrecia, algún día alguien te haga pagar por todo el daño que estás haciendo ahora.
Las dos se miraron desafiantes. Hernán masticó el trozo de pastel que se había llevado a la boca. Su esposa salió del salón con gesto ofuscado. Nuño habló:
-Voy a las caballerizas… ¿Te espero, Comisario?
Él miró a su hijo y le sonrió.
-Dile a uno de los mozos que ensille a mi caballo. Iremos juntos a cabalgar.
El adolescente asintió y poco después abandonaba la sala. Lucrecia, que permanecía en silencio y con expresión ceñuda, le miró.
-Tu mujercita debería aprender a ser más prudente, ¿no crees, Hernán?
El Comisario se apoyó en el respaldo de la silla. La contempló durante unos segundos y después le inquirió:
-¿Qué has hecho esta vez, Lucrecia?
-¿Yo? –Arqueó las cejas como si le sorprendiera la pregunta.
-Me importa muy poco lo que le pueda pasar al maestro y a su esposa, pero no comprendo tu obsesión por separarles.
-¡Yo no he hecho nada! Beatriz y Gonzalo son amantes... Ellos son los únicos culpables de la desgracia de Margarita.
Hernán Mejías se levantó del asiento.
-Nunca has superado que él la eligiera a ella, ¿verdad?
Lucrecia no le contestó. Sus ojos oscuros soportaron la mirada de Hernán sin pestañear.
-¿Dónde está la duquesa de Cornwall? –le preguntó.
-No lo sé ni me importa. La eché de mi palacio. –Suspiró-. Como comprenderás no puedo permitir que en mi propia casa se cometa algo tan ruin como el adulterio…
Hernán sonrió mordaz.
-Sólo espero, Lucrecia, que el maestro no descubra la verdad sobre este asunto porque si yo fuera él, te juro, querida, que no sabrías dónde ocultarte.
El Comisario se giró.
-¡Hernán! –le gritó histérica-. ¡Hernán!
Pero él se marchó del salón con paso firme.


Continuará... Besossssssssssssssssssssssssssssssss a todas. MJ.
#431
Kaley
Kaley
14/11/2012 09:53
madre mía, que agonía, dime pronto que la milady va a recibir medicina de la buena por que si no me meto yo en la historia y la despeluco, jajaja

Gracias MJ por seguir compartiendo con nosotr@s esta aventura ....
#432
campello2010
campello2010
14/11/2012 10:41
¡¡¡¡¡Madreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!.Lo que se me ha acumulado la historia, tengo mucho por leer pero prometo hacerlo.
#433
littlenanai
littlenanai
14/11/2012 21:30
Genial! cada vez más interesante! impaciente espero el próximo ;)
#434
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/11/2012 16:43
¡Hola, chicas!

¿Qué tal? Dentro de unos minutillos os dejo la continuación de "Confía en mí". Pero antes...

Kaley, cielo, ya sé que está atacá de los nervios... Je,je,je,je, je. Pero todo irá encajando a su debido tiempo. ¿Tú confías en mí? Ya verás... Besossssssssssssssssssssssssssssss...

Campello, guapa, pues tú tranqui, poco a poco irás poniéndote al día. Besosssssssssssssssssssssssssssss...

Littlenanai, muchas gracias, preciosa. Me alegro de que te parezca interesante tal cómo van sucediendo las tramas. Espero que te guste lo que ahora mismo voy a publicar. Besosssssssssssssssssssssssssssss...

Bueno, guapísimas, disfrutad del finde. Besossssssssssssssssssssssssssssss a todas. MJ. A más ver.
#435
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/11/2012 16:45
CONFÍA EN MÍ

Alonso y Murillo entraron en la cocina donde Margarita preparaba un guiso.
-Tía, Satur acaba de salir de nuestra casa.
-¿Estás seguro, Alonso?
-Sí. No hay nadie allí. Me he acercado al callejón… -Frunció el ceño-. Mi padre está dando sus clases.
-Teníais que haber ido los dos a la escuela.
-Mi madre me dijo que hoy podía quedarme en casa, Margarita… -le comentó Murillo.
Su sobrino resopló antes de hablar:
-No me apetece verle…
-Alonso… Él te quiere y mucho.
-Nunca voy a perdonarle lo que te ha hecho, tía.
Margarita le abrazó y suspiró.
-Prométeme, Alonso, que pase lo que pase le respetarás…
El niño la miró extrañado. “¿Por qué su tía le decía eso?”, se preguntó. Alonso asintió no muy convencido. Sin embargo, Margarita no le dio tiempo a que pensara más. Le besó con cariño, abrazándole de nuevo. Ella contuvo las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos.
-Bueno, tendré que ir a la casa para coger algunas mudas…
-Nosotros te ayudaremos, ¿verdad, Murillo?
-Sí. –Le sonrió.
Margarita tragó saliva. Los niños no podían sospechar que aquella misma madrugada ella se marcharía del barrio. Le dolía dejarle, pero sabía que Gonzalo nunca permitiría que Alonso la acompañara. Suspiró y luego salió al exterior seguida por su sobrino y por el hijo de su comadre.
El fuego crepitaba en el hogar cuando Margarita y los niños irrumpieron en la vivienda. La calidez que desprendían sus paredes les abrazó. Ella sintió que todo su mundo se desmoronaba. Acarició su vientre. El día anterior le había dicho a su bebé que él sería feliz en aquel lugar, que su padre le adoraría, que su hermano y Satur velarían sus sueños y le protegerían, pero ahora… No pudo reprimir el gemido que escapó de su garganta. Alonso la miró.
-Tía…
Margarita parpadeó y luego entró en su alcoba. Tuvo que apoyarse en la mesa donde Gonzalo tenía algunos libros y su escribanía. Rozó con los dedos una de las camisas de su marido, que se hallaba en la silla. La cogió y entornó los párpados. El olor inconfundible de Gonzalo penetró por sus fosas nasales. Él olía a tomillo, a ternura, a pasión… Al abrir los ojos, las lágrimas recorrieron sus mejillas. Dejó la camisa en la silla. Se acercó hasta los arcones. Abrió el suyo. Cogió la ropa y unos escarpines. Los envolvió en una tela, luego fue hasta el cofre donde guardaba las pocas joyas que poseía. Se puso sus pendientes de margaritas. No pensaba llevarse nada más; sin embargo, sus ojos se quedaron fijos en el colgante de la flor de lis que Gonzalo trajo de Oriente. Tocó el jade y las lágrimas volvieron a acudir a sus ojos.
-Gonzalo… -murmuró al recordar la historia que él le había contado sobre el colgante. Pero oyó cómo su sobrino alzaba la voz y cómo su esposo trataba de calmarle. Puso la joya encima de la mesita de noche. Luego salió por la puerta que daba al patio…
#436
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/11/2012 16:46
Gonzalo se sorprendió al ver a su hijo y a Murillo en la casa.
-Alonso…
El niño se sobresaltó al oírle porque no esperaba que su padre llegase tan pronto de la escuela. Se giró y le miró escrutador.
-Hijo…
Alonso hizo ademán de marcharse, pero él se lo impidió, sujetándole por uno de los brazos.
-Yo quiero a tu tía y te juro que no ha sucedido nada de lo que…
-¡No te creo! –exclamó con gesto enfurruñado.
-Escúchame, Alonso… Tú y ella sois lo más importante de mi vida. Os amo por encima de todo y jamás…
Su hijo volvió a interrumpirle con la rabia dibujada en su rostro.
-¡Si de verdad nos quisieras no habrías estado con esa mujer! ¡Eres un mentiroso!
Gonzalo fue a responderle, pero su mirada se posó en Murillo que, instintivamente, miró hacia la alcoba del matrimonio. Gonzalo se dio cuenta de que Margarita estaba allí. Se giró y, rápidamente, fue al cuarto.
-¡Déjala en paz! –gritó Alonso con los ojos brillantes.
Ella había huido por la cuadra. La puerta aún se movía. Gonzalo salió al callejón y dobló la esquina. No la vio. Suspiró y regresó a la casa. Pasó el cerrojo por la falleba. Los niños también habían desaparecido cuando irrumpió en la sala. Se sentó en una silla. Minutos después se levantó y volvió a la habitación. Observó con detenimiento todo lo que había allí. Margarita había abierto su arcón. “Necesita ropa para cambiarse”, murmuró. Luego sus ojos se fijaron en la mesilla y se acercó hasta ésta. Tragó saliva al coger el medallón de la flor de lis. Su memoria regresó al momento en el que le dijo cómo lo había conseguido…

“Margarita se había puesto el colgante y a él le agradó verla con aquella alhaja que tanto significado tenía para los dos.
-Eres tan bella como el jade… -musitó, mientras la atraía hasta su cuerpo y la besaba apasionadamente.
El lecho les recibió con una sonrisa. Más tarde, abrazados y felices, permanecieron hasta altas horas de la madrugada hablando sobre China.
-Llegué a Hongcun, el pueblo con forma de buey, cuando el sol estaba en su cenit…
-¿Forma de buey? –le preguntó Margarita asombrada.
Gonzalo sonrió.
-Sí. En Hongcun dicen que la colina de Leigand tiene forma de cabeza de buey, pues allí se encuentran dos árboles que son parecidos a los cuernos del animal, los cuatro puentes sobre el arroyo Jiyin recuerdan a las cuatro patas y las casas al cuerpo del rumiante… -Depositó un suave beso en los labios de su esposa y luego prosiguió-. Los meandros del Jiyin, que cruzan el poblado, se asemejan a los intestinos y los lagos al estómago de la bestia…
-Nunca había escuchado nada parecido… -musitó ella alzando la cabeza y mirándole a los ojos.
-Lo sé. –Le sonrió y le acarició la mejilla izquierda-. Como te decía, llegué al poblado y antes de entrar en la tienda, leí la inscripción que estaba escrita en un tosco letrero de madera. “碎塊的生活”-la pronunció en uno de los dialectos que se hablaban en el sur de China.
#437
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/11/2012 16:47
Margarita parpadeó.
-¿Y qué quiere decir?
-“Una joya no es pulida sin fricción, ni el hombre perfeccionado sin pruebas”.
-¡Qué hermoso!
-Sí.
-Y cuándo entraste en la tienda, ¿qué pasó?
Gonzalo prosiguió con su relato.
-Había varias personas allí que me observaron con asombro, pues no estaban acostumbrados a ver a un occidental por sus tierras. Zhao Jian, el dueño del comercio, me miró fijamente y me preguntó qué quería. Le contesté que estaba buscando a un hombre sabio que me enseñara a conocerme a mí mismo. Él me dijo que sólo yo tenía esa capacidad para enfrentarme a mis dudas y a mis miedos. No supe qué responderle. Él sonrió y luego me enseñó los objetos que vendía. Vi el medallón de jade y supe que era para ti… -Margarita se recostó en el hombro izquierdo de su marido con una sonrisa en los labios-. Pero yo no tenía dinero para pagar a Zhao Jian lo que costaba el colgante…
-¿Y qué hiciste? –le preguntó ella intrigada.
Gonzalo le dio un beso y después musitó:
-Le dije que trabajaría para él hasta reunir el valor de la joya. Zhao Jian accedió a mi propuesta, pero me puso una condición…
-¿Cuál?
-Yo tenía que quedarme un lustro en Hongcun y después él me haría una pregunta, si la acertaba correctamente sería mío y me podría marchar del poblado, si no, tendría que quedarme otro lustro más sirviendo a la familia Zhao.
-¿Eso te propuso? ¿Y tú aceptaste? –le preguntó sorprendida.
Gonzalo asintió.
-Era la única forma de poder conseguirlo y después regresar a la Villa… -Suspiró, enredando sus dedos entre los cabellos de su esposa.
-¿Fuiste su criado?
Su marido asintió.
-Serví a su familia, cuidé a sus animales, su casa…
-Y cuando transcurrió ese tiempo, ¿qué te preguntó?
-Un día me señaló el cartel de su tienda. “¿Qué crees que significa ese proverbio?”, me inquirió con gesto sereno. Nunca imaginé que la pregunta que me haría Zhao Jian tendría que ver con aquella hermosa frase que yo leía todas las mañanas al barrer la entrada de su tienda. Le miré fijamente y le dije que igual que una piedra preciosa necesita ser pulida para mostrar toda su belleza, el hombre debe pasar diferentes pruebas para alcanzar la perfección. “¿Y lo logra?”, me interpeló. “No, toda su existencia es un aprendizaje…”, le respondí. –Margarita y él se miraron-. Zhao Jian me sonrió y me manifestó que el jade era mío y que podía regresar cuando quisiera a mi hogar porque yo estaba capacitado para encauzar mi camino por la vida…
#438
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/11/2012 16:48
Margarita le sonrió.
-Ese hombre, sin duda, sabía lo que decía… -Le besó enamorada y luego volvió a apoyar la cabeza en su hombro-. Gracias por contármelo, me siento más unida a ti, mi amor…
Gonzalo la abrazó.
-Te quiero, Margarita.
Ella le miró.
-Yo también a ti.
Se volvieron a besar y después ella cerró los ojos cansada, pero feliz de estar en sus brazos.
-Descansa, mañana será otro día…
Gonzalo oyó su respiración acompasada y supo que su mujer se había dormido. Suspiró. Él le había contado parte de su vida en Hongcun; sin embargo, no le confesó que aquel hombre prudente y sabio que había conocido gracias a Agustín, fue en realidad su maestro de Tai-Jitsu. Agustín de Yeste le había dado una carta para que se la entregara al propietario de aquel establecimiento que se encontraba junto a las cordilleras Huangshan. Meses después, Gonzalo supo que Zhao Jian había conocido a su protector en un barco mercante y que ambos se hicieron amigos. El marino le habló de las distintas técnicas de combate milenarias que se practicaban en su país. El fraile se interesó y decidió desembarcar con aquel hombre en China. Agustín aprendió a dominar el control de su mente, desarrolló todas las habilidades de defensa y lucha con su cuerpo, sin tener que utilizar las armas. Y luego aprendió a utilizar las Shuriken, los Kunai, la Katana… Pasó los mejores años de su vida en aquel lugar alejado de todo y de todos. Después volvió a embarcarse y regresó a la Villa. Gonzalo de Montalvo había matado a un noble, el franciscano le propuso al rey que el hijo de Laura de Montignac fuera a Flandes y así se hizo. Luego, Agustín pensó que Gonzalo debía conocer las disciplinas que él había aprendido y le envió a China, a aquella remota aldea al sur de la provincia de Anhui, en las laderas de las montañas amarillas, donde vivía Zhao Jian. Allí el joven Montalvo se transformaría en una persona más reflexiva e intuitiva. El Tai-Jitsu le brindó a Gonzalo el dominio de los sentimientos, de las emociones y de los impulsos; le proporcionó fortaleza física y mental; le enseñó a reconocer los valores que después él impondría en su vida cotidiana: la perseverancia, el respeto, la lealtad y la templaza. Zhao Jian le instruyó para que superara sus miedos y le aleccionó para tener control en los momentos de presión. Posteriormente, asimiló el Kendo, el Battojutsu, el Suitonjutsu, el Bajtusu, el Hojojutsu, el Shinobi iri… Cuando regresó a la Villa él ya estaba preparado para ser el Águila Roja, aunque en ese momento no lo supiera...”

Gonzalo parpadeó y luego guardó el medallón en el joyero. “Margarita…”, murmuró y se dispuso a salir de nuevo a la calle.

-El Kendo es el uso de la Katana. (N, de la A).

-El Battojutsu es el desenvaine y corte con la espada. (N. de la A).

-El Suitonjutsu son la natación, los métodos de ocultación en el agua y el uso de agua racionada. (N. de la A).

El Bajtusu son técnicas para montar y combatir a caballo. (N. de la A).

-El Hojojutsu son técnicas con cuerdas, podría decirse que son técnicas de atadura. (N. de la A).

-El Shinobi iri es la ocultación y camuflaje en todo tipo de climas y ambientes exteriores e interiores. (N. de la A).
#439
MJdeMontalvo
MJdeMontalvo
16/11/2012 16:49
Catalina se santiguó antes de entrar en la alcoba de la marquesa de Santillana. Luego golpeó la puerta.
-Entre...
El ama de llaves la obedeció. La habitación olía a aquel caro perfume que le enviaban de París.
-Señora…
Lucrecia la contempló a través del espejo de su tocador. Sus oscuras pupilas se mantuvieron fijas en las de su criada.
-¿Y bien?
-Margarita ha decidido marcharse a las Américas, señora.
La marquesa se puso de pie. Delante de Catalina no podía mostrar el regocijo que sintió al oír aquella frase, así que suspiró y se acercó hasta donde se encontraba la madre de Murillo.
-Es lo mejor para ella, Catalina. Allí podrá empezar una nueva vida, lejos de Gonzalo y de todos esos malos recuerdos… -habló como si le apenara lo que le sucedía a su amiga de la infancia.
-Yo me siento muy mal, señora… -musitó, comenzando a sollozar-, la he intentando convencer para que no se marche, pero…
-Margarita es una mujer muy fuerte e inteligente. Ya verás como todo le irá muy bien y después tú también te alegrarás de la decisión que ha tomado.
-Yo quiero su bien, señora, y…
-Por eso, Catalina, por eso… -la interrumpió con un gesto de su mano derecha. Luego Lucrecia se acercó al arcón donde solía guardar las bolsitas de dinero. Lo abrió y cogió tres bolsas en las que se podían ver sus iniciales.
-Toma, dale esto. Tendrá suficiente para el viaje y para vivir durante al menos dos años en el Nuevo Mundo. Después…
-Gracias, señora. Margarita me ha dicho que nunca se olvidará de este gesto suyo y que siempre la tendrá en sus oraciones.
-Dile que yo tampoco. Todos los años, por Pascuas, encenderé una vela al Altísimo para que Éste la ilumine.
Catalina le sonrió.
-¿Me da su permiso para tomarme la tarde libre y ayudarla a preparar el viaje?
-Sí, puedes irte, Catalina. Margarita te necesita para que todo le salga bien.
-Gracias, señora. Con su permiso…
Lucrecia asintió y se giró. Catalina arqueó las cejas al ver a la marquesa de Santillana reflejada en el espejo. La satisfacción y el triunfo se plasmaban en sus oscuras pupilas. Un estremecimiento recorrió la espalda del ama de llaves.


Continuará... Besosssssssssssssssssssssssssssssssssss a todas y buen finde. MJ.
#440
Kaley
Kaley
16/11/2012 18:00
confiaenmi

Buen finde a ti también ...
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